“Imperios del mar” de Roger Crowley

imperios-del-marNo hace mucho comenté por aquí en tono elogioso el comienzo de la colección de “Ático historia” de la editorial Ático de los libros con la inmejorable publicación de “El renacimiento del siglo XII” del británico Charles Homer Haskins. El segundo título de esta colección se trata de “Imperios del mar”, del también británico Roger Crowley y, sinceramente, no le va a la zaga; es una verdadera maravilla que atestigua que estamos ante una de las propuestas más interesantes actualmente, si no es la que más, sobre ensayos históricos.

Este “Imperios del Mar” tiene como subtítulo  “La batalla final por el Mediterráneo 1521-1580” y recoge el período de luchas por la hegemonía del mar del mediterráneo en pleno apogeo de la armada turca y de la flota española. En este caso estamos ante un ensayo muy complementario con el anterior de la colección porque está pensado de una manera muy diferente; es prácticamente una narración “ficcional” de los hechos, sin olvidarse de nombrar los datos, pero que bien podría pasar por una novela de Patrick O’brian. Es tan novelística que parece mentira que te encuentres ante un ensayo.

Crowley la estructuró en tres partes muy diferenciadas y lógicas que siguen una evolución cronológica. En la primera de ellas “Césares en el combate por el mar” el inglés nos presenta las bases del conflicto; como ya he comentado, lo hace de una manera extremadamente amena sin dejar de ser exhaustivo en la presentación de los datos, como se puede comprobar en este párrafo que pone contexto al conflicto:

“El mediterráneo era un mar muy problemático. Y a partir de 1453 se convirtió en el epicentro de una guerra mundial.

En este terreno se disputó uno de los enfrentamientos más duros y caóticos de la historia de Europa: la lucha entre el islam y el cristianismo por hacerse con el centro del mundo. Fue un choque que duró muchos años. La batalla rugió ciegamente sobre las olas durante bastante más de un siglo; sus primeras escaramuzas, en las que los otomanos eclipsaron el poder de Venecia, duraron cincuenta años. Y asumió muchas formas: pequeñas guerras de desgaste económico, incursiones piratas en nombre de la fe, ataques a fuertes costeros y puertos, asedios de grandes bastiones isleños y, lo más extraordinario de todo, un puñado de épicas batallas navales.”

No escatima elogios a la hora de describir el poderío turco, consigue que nos hagamos una idea muy clara de lo temibles que podían ser en esa época:

“Lo que distinguía a las campañas bélicas de los otomanos era su capacidad para movilizar hombres y recursos a una escala tan grande que paralizaba el poder de cálculo de sus enemigos. Los cronistas tendían a doblar o triplicar la estimación razonable de fuerzas que realmente podían reunirse y mantenerse durante una guerra o, simplemente, dejaban por imposible el cálculo y decían que los soldados eran “tan numerosos como las estrellas”, un epíteto común entre los apabullados defensores que contemplaban agachados tras las almenas la vasta horda de hombres y animales acampados fuera.”

Por otro lado tenemos la figura de Carlos I, muy joven al comienzo de la lucha y que es caracterizado con buen humor, los cuadros pueden verificar que no debía resultar demasiado alejado de la realidad:

“No fue un comienzo glorioso. Y tampoco el joven de diecisiete años que pisaba por primera vez suelo español resultaba particularmente impresionante. Mientras que la calculada actitud imperial del joven Solimán impresionaba a cuantos lo veían, Carlos simplemente parecía un imbécil. Generaciones de endogamia entre los Habsburgo le habían legado facciones poco agraciadas. Tenía ojos saltones y una tez alarmantemente pálida, y los aspectos físicos positivos que podían redimirlo –un cuerpo bien formado y una frente despejada- quedaban inmediatamente anulados por un largo y prominente mentón que a menudo le hacía quedarse con la boca abierta.”

Tras presentar los dos bandos, la confrontación; los reyes y sus adalides, sus brazos ejecutores en una época en la que los mandos no se escondían sino que iban a la cabeza de la batalla:

“Carlos y Doria, Solimán y Barbarroja. Después de Túnez estaba claro que los dos potentados dispuestos a disputarse el dominio del Mediterráneo habían escogido a sus respectivos campeones y preparaban sus armadas. Si Barbarroja era el gran almirante del sultán, Doria era el capitán general del mar de Carlos. Ambos marineros eran los ejecutores de las guerras de sus señores.”

Ya en la segunda parte, “Epicentro: la batalla de Malta”, tenemos uno de los episodios más épicos, el asedio de Malta. No hay manera de producir más miedo que describir la flota de los infames turcos apareciendo desde el horizonte:

“Hacia mediodía los defensores ya podían comprobar la enormidad de la flota otomana. Según todas las crónicas, fue una visión extraordinaria: “A quince o veinte millas de Malta la armada turca era claramente visible, con todas sus velas desplegadas, de modo que las velas de algodón blanco cubrían la mitad oriental del horizonte”, escribió Giacomo Bosio. El espectáculo era sobrecogedor: cientos de barcos en una gran media luna acercándose sobre el mar en calma -130 galeras, 30 galeotas, 9 barcazas de transporte, 10 galeras grandes, 200 barcos de transporte y 30.000 hombres-. Cuando la flota invasora se ocupó la totalidad del horizonte visible al acercarse a su objetivo, los tres coloridos buques insignia se distinguieron con claridad con sus estandartes ondeando al viento.

No creo que se puedan describir mejor las escaramuzas turcas, con sus ingenieros de asedios y la heroicidad de los escasos defensores; épica a raudales, heroísmo y sangre, una de los episodios más importantes y que desencadenarían la tercera parte, “El final: lanzados hacia Lepanto.”

En efecto, el clímax final es, como podéis imaginar, la batalla de Lepanto; la flota de la Liga Santa que se formó para destruir la flota otomana, su general, el insigne Don Juan de Austria, hermanastro de Felipe II, el general de Cristo:

 “Don Juan, de solo veintidós años, bien parecido, galante, inteligente, caballeroso y valiente, y animado por un insaciable apetito de gloria, era la antítesis de su hermanastro el prudente Felipe. Ya había demostrado su valía como líder militar durante la revuelta de los moriscos, pero durante ese conflicto había corrido algunos riesgos que su hermanastro consideraba inaceptables.”

¿Hay mejor forma de describir lo que se avecinaba que esta manera?

“Con el paso de las horas ambas armadas se desplegaron a lo ancho del golfo y se hizo patente la magnitud del enfrentamiento que estaba a punto de producirse. A lo largo de un frente de seis kilómetros y medio, dos enormes flotas de guerra se aproximaban en una zona cerrada del mar. La escala del acontecimiento hacía palidecer cualquier batalla naval anterior. Unos 140.000 hombres –soldados, chusma y marineros- en unos 600 barcos: algo más del setenta por ciento de todas las galeras del Mediterráneo estaban concentradas en aquella franja del mar. La inquietud se tornó duda. En ambos bandos había hombres secretamente conmocionados por lo que veían.”

Excepcional el manejo de la tensión narrativa para presentar la acción de una de las batallas navales más importantes de la historia; lo cruento de la batalla se expone con crudeza, la imagen de la sangre cubriendo el océano resulta extremadamente gráfica. Crowley consigue un relato cargado de detalles y sin ahorrar epítetos que consigan embellecer en lo posible la historia, lirismo sobrecogedor:

“Fue una escena de devastación sobrecogedora, como un cuadro del fin del mundo. Incluso los exhaustos vencedores quedaron conmocionados y horrorizados ante lo que habían hecho. Habían presenciado una matanza a escala industrial. En solo cuatro horas habían muerto cuarenta mil hombres y se habían destruido casi 100 barcos. […] La gran batalla por el control del mar Blanco permitió a la gente de principios de la era moderna contemplar un primer atisbo del Armagedón que aguardaba a la humanidad. Este ritmo de mortandad no sería superado hasta la batalla de Loos en 1915.”

Ya en su parte final el escritor británico subraya los elementos que podrían haber cambiado el signo de la batalla y, por qué no decirlo, de la historia incluso; todo ello nos sirve para ponderar en su justa medida la importancia del momento:

“El sur de Europa tendría hoy un aspecto muy distinto si Shuluq Mehmer hubiera rodeado el ala veneciana, o si las pesadas galeazas venecianas no hubieran desorganizado el centro de Alí Pachá o si Uluj Alí hubiera atravesado la línea de Doria una hora antes de cuando lo hizo. Pero sucedió que la resistencia de Malta y la victoria de Lepanto detuvieron el avance otomano en el centro del mar. Los acontecimientos de 1565-1571 fijaron las fronteras del mundo Mediterráneo moderno.”

Magnífico. Como el de Homer Haskins. Vaya colección de ensayo histórico. No puedo esperar a que saquen el siguiente.

Los textos vienen de la impecable traducción del inglés de Joan Eloi Roca de “Imperios del mar” de Roger Crowley en esta edición de Ático de los Libros.

“The Stench of Honolulu” de Jack Handey

jack_handy_stench_of_honolulu_2Indudablemente, las personas somos animales de costumbres. Las costumbres nos dan seguridad y por ello las realizamos, para tener estabilidad en nuestras vidas.

Una de las costumbres que he adoptado al cambiar el año es leer en enero los regalos de reyes  y los premios literarios que el gran Jonatan Sark pone en su blog. En los dos últimos años ha puesto una categoría en inglés “Golden Sark” que es, desde luego interesantísima, como de costumbre, por su eclecticismo y que nos trae siempre nuevas perspectivas; recuerdo el del año pasado, “The teleportation accident” de Ned Beauman, con verdadero deleite.

Este año el resultado es muy diferente, estamos ante “The stench of Honolulu” del humorista norteamericano Jack Handey, conocido especialmente en su país de origen por la creación de una serie de libros con el título “Deep thoughts” que incluso tuvieron su sección en el Saturday Night Live de la NBC norteamericana.

Se trata de una historia de un viaje en busca de un tesoro. Handey, la estructura a modo de microrrelatos (más propio hablar de ellos que de capítulos en el sentido estricto de la palabra); lo bueno, se pueden leer varios independientemente, pero siguen el hilo conductor de la trama y funcionan a modo de sketches.

La comedia suele ser difícil de recomendar ya que depende mucho de lo “que te haga gracia”, es un hecho comprobado; afortunadamente Handey hace una sana mezcla donde juega con diferentes tipos de humor, no abusando de ninguno en particular; podemos ver para empezar como hace juegos de palabras, en este caso en el primer capítulo para justificar el irse al viaje:

“They said that if I didn’t pay them the money I owed them, they would put a device on my head.

“What kind of device?” I said.

Not a device, they said, a vise.

South seas, here I come!”

La similitud fonética de device (dispositivo) y vise (tornillo) es el corazón del chiste. Lo absurdo se muestra en cuanto al flujo de pensamientos y la forma de ordenarlo:

“When You have a real treasure map in your hand, all sorts of thoughts go through your head. The first is, Don’t lose the map. The second is, hey, what happened to the map? The third is, Oh yeah, I gave it to Don. The fourth is, Hey, where’d Don go? The fifth is, oh, there he is.”

Parece un flujo de palabras de Woody Allen en cualquiera de sus películas.

Tiene pequeñas genialidades como convertir “stench” (fetidez, tufo…) en un mineral  “stenchite” (fetidita??, tufita? Me gustaría ver al traductor intentando traducirla…), el material del que está hecha una bailarina hawaiana; mostrándonos que la invención de nuevos términos también sirve en el camino de humor, y más en este caso en el que ya ha utilizado “stench” hasta la saciedad, incluso de manera bastante escatológica, aunque divertida:

“It’s made of stenchite, the solid form of stench. It is the pure, crystalline essence of stench.” He said it was thousands of times more powerful than regular stench. But, how Many times have you heard that? “

Hasta en forma de frases ocurrentes, como en el capítulo de “Theories” encontramos pequeños arrebatos de ocurrencia, de creatividad que nos saca una sonrisa sin poder evitarlo:

“Humans are evolving into a higher form and a lower form at the same time. Confused? Then guess which one you are.” 

Darle a alguien un sartenazo en la cabeza puede no ser original pero sí lo es ¡si se lo das durmiendo….!!!  El humor absurdo tiene sus momentos también.

“The plan I finally decided on was complex. But also, in a way, it was simple: I would Hit Don over the head with a frying pan. Some people might say I got this idea from Leilani hitting the turtle man with a frying pan. Listen, Leilani did not invent the idea of hitting someone with a frying pan. That idea has been around a long time. Plus, mine was different –I would Hit Don while he was asleep.”

El final, apocalíptico, con la destrucción de Honolulu, que se acerca más a una novela de aventuras o a las películas de Indiana Jones, con ese punto de absurdo, es lapidario al respecto y está cargado de bromas que han ido surgiendo en la lectura:

“The whole of Honolulu lay in ruins, as it does to this day. What had caused it? An earthquake? Gophers? The wrath of the Pelican God?

The saddest thing for me was that my lovely hula girl was now buried under rubble. She deserved better. She should be sitting on a wooden mantel at the White House. Or on the throne of England.”

Una lectura con la única pretensión de buscar que el lector se ría, o, como en mi caso, que se carcajee, como me ocurrió en más de una ocasión. Diversión fabulosa,  de la que nos hace falta siempre.

“Operación Dulce” de Ian McEwan

Maquetaci—n 1He estado pensando en la idea que utiliza McEwan como premisa de partida de “Operación Dulce” y, en mi opinión, es un anacronismo en sí mismo:

“-¿Se supone que por lo menos tendremos un poco de influencia sobre lo que escribe esa gente?

-Nada que hacer al respecto –dijo Nutting-. Tenemos que confiar en ellos y en que Haley y los demás den buen resultado y lleguen a ser importantes. Estas cosas se incuban despacio. Pretendemos enseñar a los americanos cómo se hace. Pero no hay motivo para no echarle un cable a Haley en su carrera. En fin, hay gente que nos debe un favor o varios. En el caso de Haley, bueno, tarde o temprano uno de los nuestros va a presidir ese nuevo comité del Booker Prize. Y podríamos estudiar lo del agente. Pero, en cuanto al proyecto en sí, tienen que sentirse libres.”

Serena Froome (rima con “plume”), la divertida protagonista, es el “fichaje” del MI5 para conseguir que, un escritor, posiblemente afín a las ideas políticas vigentes se dedique a escalar en lo literario y sea favorecido sin que casi ni se dé cuenta, cuando al mismo tiempo está difundiendo las ideas que a ellos les interesan.

Y digo que es un anacronismo porque, seamos realistas, teniendo en cuenta el impacto de “lo literario” con respecto a otros medios de masas como TV, internet o cine, si esta labor se hiciera en la actualidad, hay que reconocer que el público al que se llegaría sería mínimo en comparación con los otros medios. No descarto su posibilidad pero me inclino más a pensar que es innecesario.

McEwan, aun así, se aprovecha de este “caramelo” de otra época para pintarnos en primer lugar la situación cultural y política de los años setenta británicos, una época en la que escoge a una mujer como protagonista y abanderada de un tipo de mujer que, en general, estaba mucho menos considerada que actualmente.

“Por lo general, tanto la mano como el hombro pertenecían a hombres. Era infrecuente que a una mujer la contactasen de este modo tantas veces descrito y tan tradicional. Y aunque era rigurosamente cierto que Tony Canning acabó reclutándome para el MI5, sus motivos eran complicados y no dispuso de autorización oficial. Si el hecho de que yo fuera joven y atractiva fue importante para él, llevó tiempo descubrir el pleno patetismo de su acto.”

Menos aún si se considera el entorno de espionaje que sirve de base para esta novela, más cercana a la novela de género habitual:

“Conforme avanzaba nuestro adiestramiento caótico, asimilaba el espíritu general del entorno y, siguiendo el ejemplo de las otras chicas, empecé a aceptar que en aquella pequeña parte del mundo adulto, y a diferencia del resto de la función pública, las mujeres pertenecían a una casta inferior.”

Especialmente divertidas son las situaciones que ella y su amiga Shirley vivirán en las primeras páginas hasta que desemboque en una historia de amor:

“Me producía una especie de placer inocente pensar en lo horrorizado que se habría quedado el mundo de la contracultura que nos rodeaba si hubieran sabido que éramos el enemigo definitivo del convencional universo gris del MI5. Laurel y Hardy, las nuevas tropas del choque de la seguridad interior.”

Lo bonito del postmodernismo es que existen muchas corrientes y formas de acometerlo, McEwan lo hace a su manera; sigue de fondo su no-reflexión sobre la ética y las consecuencias morales de la misma (esto era muy patente en el caso de “Expiación” o “Amsterdam”), aquí pasa más de puntillas en esta ocasión y se centra en unas reflexiones metaliterarias cargadas de cinismo y humor negro, el primer texto lo pone de relevancia, es delicioso:

“Era una empirista nata. Creía que a los escritores les pagaban por fingir, y que cuando se terciase debían servirse del mundo real, el que todos compartíamos, con el fin de dar verosimilitud a lo que hubiesen inventado. En suma nada de artificiosos regateos sobre los límites de su arte, ni de mostrar deslealtad al lector aparentando que cruzaban y recruzaban  camuflados las fronteras de lo imaginario. En los libros que me gustaban no había sitio para el agente doble. Aquel año probé y descarté a los autores que refinados amigos de Cambridge me incitaban a leer: Borges y Barth, Pynchon y Cortázar y Gaddis. Advertí que entre ellos no había un solo inglés, y ninguna mujer de ninguna raza. Yo me parecía bastante a las personas de la generación de mis padres, que no solo sentían aversión por el gusto y el olor del ajo, sino que desconfiaban de quienes lo consumían.”

Este tampoco tiene desperdicio:

“Él no se entretuvo con mis escritoras: su mano pasaba de Byatt a Drabble, de Monica Dickens y Elizabeth Bowen, las novelas cuya lectura me había deleitado. Encontró y alabó El asiento del conductor, de Muriel Spark. Dije que a mí me parecía muy esquemática y que prefería La plenitud de la señora Brodie. El asintió, pero, al parecer, no porque estuviera de acuerdo, sino más bien como un terapeuta que de pronto comprendiese mi problema. Sin abandonar la butaca se estiró hacia delante y recogió El mago de John Fowles y dijo que admiraba algunas partes de libro, así como la totalidad de El coleccionista y La mujer del teniente francés. Yo dije que no me gustaban los trucos, que me gustaba ver recreada en la página la vida tal como la conocía. Se levantó, fue a la cómoda y cogió un libro de B.S. Johnson, Albert angelo, el que tenía agujeros recortados en las páginas. Dijo que también admiraba ese libro. Yo dije que lo detestaba.”

Y son profundamente sintomáticos según avanza la novela y llegamos al final que desestabiliza la narración de Serena que habíamos estado viviendo desde el principio, con un cambio de narrador que vuelve totalmente falible lo anteriormente narrado y contradiciendo explícitamente las ideas que Serena había mencionado. McEwan no está, evidentemente, narrando a través de Serena, sino a través del escritor. Todo cobra sentido. Pero este juego, este truco, es sumamente divertido.

McEwan ha hecho de nuevo una novela muy por encima de la media, como de costumbre.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Jaime Zulaika de esta edición de “Operación Dulce” de Ian McEwan.

“Tristán e Isolda”: el amor terrenal hacia lo místico

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“… höchste Lust!”, suenan los últimos acordes de este “supremo deleite”, Isolda (en esta ocasión en la piel de Violeta Urmana) . Las lágrimas anegan mis ojos y resbalan poco a poco pero seguras por mis mejillas sin control, me hacen reprimir el gesto; no son dolorosas, son lágrimas de felicidad, de suprema unión con la música de Wagner, otra vez; ¿ocurrirá algún día que no llore cuando escucho “Tristán e Isolda”? Todavía lo estoy esperando, mientras sigo disfrutándola cada vez. Sigo emocionándome hasta el límite con una música inmortal, una obra perfecta por su simbiosis texto-música; una obra eterna que acaba en esa palabra, Lust (deleite), el último grito de una Isolda mística, en un Fa en pianísimo; qué paradójico que uno de los monumentos más grandes a la humanidad acabe con tal sencillez, sin hacer ruido, dejándonos con la música fluyendo, como si nada hubiera pasado, como si todo hubiera sucedido en nuestro interior.

Espectáculo plausible, con sus luces y sus sombras, el que nos trae en esta ocasión el Teatro Real para representar una de las obras maestras de Wagner más conocidas y apreciadas por el  público; de hecho, en las varias ocasiones que la he visto, a pesar de su duración, normalmente de 4 horas, la gente suele disfrutar; no es lo mismo oír a Wagner en un disco que disfrutarlo en vivo, lo cambia todo. “Tristán e Isolda” permite prácticamente todo tipo de montajes; de hecho, los mejores, sin que sirva de precedente, suelen ser minimalistas, porque entroncan directamente con el carácter de la obra. En este caso, Sellars y el videógrafo Bill Viola lo tenían muy claro. Ya comentó Sellars, de hecho,  que su objetivo era que la gente se fijará en el vídeo proyectado por detrás con el montaje de Viola y, en mi opinión, lo consiguió, excepto en ciertos momentos que detallaré ahora. La mayoría del tiempo era una puesta en escena espartana, sin mobiliario, sin trajes, los protagonistas del momento iluminados por los focos. O ni eso, ya que el marinero canta desde un lugar indefinido del teatro nada más empezar la obra, convirtiéndose en la tónica con el resto de personajes. Esto es más que patente en la escena del filtro de amor, el coro canta desde las alturas del paraíso, instrumentos debajo del paraíso, el rey Marke por el pasillo central, se ilumina todo… y, a pesar de buscar espectacularidad e introducir al espectador en la representación, se desvía totalmente la atención, no ya solo del vídeo, sino de la escena crucial del Filtro de amor que está sucediendo en ese momento. Sin embargo en otros casos sí funciona, como en la sobrecogedora escena de los avisos en el dúo de amor con una Brangäne que cantaba desde el paraíso y nos envolvía a todo el teatro con su música sin quitar sentido a la representación. Los vídeos de Viola siguen un hilo conductor muy claro: el paso del amor terrenal hacia un amor más trascendental, prácticamente místico, y sus vídeos van encaminados a ello aunque unas veces funcionen mejor que otras. El primer acto, en especial, en opinión de este crítico, es el menos logrado; no desde su hilo conductor, en el que está perfectamente integrado, sino en la obra, el tipo de imágenes que iban apareciendo conseguían sacarte por momentos de la representación, de la música y eso no debe ocurrir; las grandes obras parecen cohesionadas, aquí por momentos te sentías desubicado con la música a pesar de algunos momentos de gran belleza. En cambio en el segundo acto estaba perfectamente hilada la unión de los amantes y posterior disolución y, encima, las imágenes eran bellísimas: el fuego del amor, el agua de la purificación. Esa imagen de las velas que van encendiéndose según su amor se inflama al límite. Ese ocaso en la traición al Rey Marke. El  acto final continúa en la línea del anterior y enfatiza la disolución de los amantes para llegar a algo superior, por encima de todo, donde se encontrarán. El agua se convierte en la imagen que une su muerte y  en el “Liebestod” la cascada que eleva un cuerpo refleja como nunca lo cantado; qué imagen más inolvidable.

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Tengo que reconocer que no tenía esperanzas en lo que iba a hacer Piollet con esta obra; pero me encanta decir que estaba equivocado, a pesar de mis prejuicios iniciales, entendió bastante bien la obra y consiguió transmitir al público su visión personal; no es un director sutil, y desde luego no es paciente, tiende a entusiasmarse con la música y acelera los clímax de tal forma que no se disfrutan como se deberían; le ocurrió en la escena del Filtro de amor donde, como las decisiones escénicas, no pegaban demasiado con lo que en realidad se debería haber buscado: demasiado efectismo innecesario. Sin embargo, todo el segundo acto estuvo comedido y tuvo unos momentos de gran inspiración, como en los avisos  y durante todo el dúo de amor, el acto final tendría que haberlo leído de otra manera, los cantantes estaban agotados, y habría hecho falta un poco más de contención,  afortunadamente la música fluyó y fue una dirección razonable, sin exquisiteces pero efectiva para transmitir la grandísima música del compositor alemán. Gran momento el del solo del Corno inglés por Álvaro Vega, una verdadera maravilla.

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La Isolda de Violeta Urmana  estuvo bien dibujada desde lo actoral, colérica en ese primer acto de desesperación que la llevaba a desear la muerte, amante pasional en el segundo en sus delicados momentos con Tristán y totalmente transfigurada ante la muerte de su amor en el último; el problema es que la voz, a pesar de cumplir con todos los sobreagudos y luchar con la orquesta con un volumen desmesurado, ya no está en su mejor momento, las notas más agudas sonaron afeadas, por momentos con demasiado vibrato, y en el final, compuso el Liebestod que pudo, cansada, no pudo dar un Fa en piano de una duración  celestial como suele ser habitual, casi se cortó, fue una interpretación adecuada pero lejos de lo que se le puede sacar al grandísimo papel; Robert Dean Smith, en esta época de crisis de voces wagnerarianas y en ausencia de heldentenors, se ha convertido en el que repite una y otra vez este papel a pesar de no serlo, es más un lírico spinto con voz ancha y cierta potencia en las notas medias pero al cubrir las notas su emisión no llega a más de lo que lo hace ahora, digamos que es poco heroico; estuvo muy valiente, sorprendentemente, en el segundo acto, acto que, la mayoría de tenores suelen bajar su rendimiento para brillar en el último; aquí no sucedió (ojo a lo que puede pasar en las siguientes representaciones), lo dio todo, lo que puede dar, y no calculó demasiado bien, en una voz media, casi acabando rompió la voz audiblemente; el tercer acto estuvo demasiado comedido, miedoso y sin confianza; fue aplaudido, sobre todo porque el público es consciente de la dificultad, pero no fue la mejor de sus noches, a pesar de ser tan bravo. Alejandro Marco-Buhrmester tuvo que sustituir a última hora a Jukka Rasilainen (sorprendente que el teatro no pusiera una octavilla o avisara en el teatro, solo se dijo en redes sociales…) hizo lo que pudo, mejor en el primer acto, pero en el último su voz no fluía, como si se hubiera agotado, parecían recitados a gran volumen más que otra cosa. Franz-Josef Selig, en cambio, estuvo excelente en su interpretación del Rey Marke, su tierno patetismo ante la traición de su amigo Tristán fue reflejada con una voz plena, con unos graves bellos, gran potencia y agudos claros aunque un poco abiertos en algún momento, qué interpretación más convincente la del bajo; Ekaterina Gubanova perfiló una buena Brangania, sin aspavientos, con buen fraseo y algún momento hermoso como el ya comentado en el primer aviso especialmente, subyugó con su voz aunque se descompensó ligeramente por cantar desde arriba y querer que se escuchara bien; no es una mezzo de gran tesitura pero lo que tiene lo ejecuta con precisión. El Melot de Suliman no sobresale por nada en especial, es adecuado para el papel y con eso ya es bastante. Lo mismo podemos decir de los condenados a cantar en algún sitio escondido por Sellars; Nigro y César San Martin. Bien el primero en la canción del marinero del principio. El coro por una vez no sobresalió en demasía desde el paraíso.

En conclusión, buena representación que servirá para que mucha gente haya descubierto o redescubierto a Wagner y que, aunque no sea excelsa, se guardará en un rincón de nuestro corazón.

“La infancia de Jesús” de J.M. Coetzee

la-infancia-de-jesus-9788439727279En el análisis de la última obra de Coetzee “The childhood of Jesus”, que realiza Joyce Carol Oates para el New York times encontramos en su parte final lo siguiente:

“For a while I speculated that “The Childhood of Jesus” might be a novel of ideas in which the stillness of the Buddhist vision of enlightenment and the striving of Christian salvation are contrasted: the one essentially cyclical, the other “progressive”; the goal of one the annihilation of the individual personality in a sort of universal void, and the goal of the other the “salvation” of a distinctly individual personality and its guarantee of everlasting life and reunion with loved ones in heaven. More plausibly, it seemed likely that “The Childhood of Jesus” is a Kafka-inspired parable of the quest for meaning itself: for reasons to endure when (secular) life lacks passion and purpose. Only an arbitrary mission — searching for the mother of an orphaned child, believing in a savior who descends from the sky — can give focus to a life otherwise undefined and random.”

No anda desencaminada en ese análisis la gran JC Oates,  luego volveré a su crítica para la parte final de mi texto.

En efecto, para esta obra Coetzee ha escogido, sorprendentemente, una especie de dixtopía, un mundo extraño que no sabemos dónde está, ni cómo se ha hecho, indefinido y al que llegan un hombre y un niño que se han conocido en el barco, el hombre busca la madre del niño, ese es el fin que parece que guía sus poco significativas vidas.

El mundo al que han llegado es pintado, poco a poco, mediante diversas conversaciones, para Coetzee es un mundo inerte, que no se rige por afectos, que se ha limpiado de ellos:

“-¿Y qué hay de esa madre anónima? ¿Está usted seguro que quiere reunirse con su hijo? Le sonará despiadado, pero la mayor parte de la gente, cuando llega aquí, ha perdido interés por sus antiguos afectos.”

“-¿A qué se refería el otro día cuando utilizó la palabra “limpiar”? -le pregunta-. Dijo que David y yo deberíamos limpiarnos de antiguos recuerdos.”

Es un mundo limpio de pasiones, de sentimientos, de contenido, hasta llegar a no comer carne (o no tener sexo), mostrando una disciplina ya inherente en esa sociedad que Simón, el hombre, no comprende:

“-¿Adaptarse a tener hambre? ¿Por qué iba a adaptarse a tener hambre si no escasea la comida?

-Me refiero a que se adaptará a una dieta moderada. El hambre es como tener un perro en la barriga: cuanto más le das de comer, más pide.”

“-¡No estoy enfadado, sino hambriento! Dígame: ¿qué tiene de malo satisfacer un apetito normal y corriente? ¿Por qué debemos dominar nuestros apetitos y deseos?”

Sin embargo es el único mundo al que, en esas condiciones, pueden aspirar.

“-Ya veo. Así que, después de todo, es una suerte que esté aquí en este muelle, en este puerto, en esta ciudad y en este país. Nada puede ir mejor en el mejor de los mundos posibles.

Álvaro frunce el ceño.

-Este no es un mundo posible -dice-. Es el único. Si eso lo convierte en el mejor o no, no debemos decidirlo ni usted ni yo.”

Esto liga claramente con el texto que puse al principio, ese mundo, esencialmente cíclico podría ser una alegoría de la visión budista, en esas condiciones tenemos la figura de David, que, por el título de la obra, podemos inferir que es una imagen alegórica de Jesús, y, por extensión, del cristianismo que se caracteriza por una salvación futura, en evolución, contraria a la visión más central del budismo. El mundo que se propone es, desde luego benevolente, pero no existen los anhelos y es conformista:

“-Debo decirle que esa benevolencia es lo que encontramos constantemente. Todo el mundo nos desea lo mejor y está dispuesto a ayudarnos. Nos vemos transportados literalmente por una nube de buena voluntad. Pero todo es un poco abstracto. ¿Puede la buena voluntad satisfacer por sí sola todas nuestras necesidades? ¿No es parte de nuestra naturaleza anhelar algo más tangible?”

De hecho, Simón, y la figura de David, vendrán a plantear preguntas, aunque quizá no tengan las respuestas, no creo que Coetzee se posicione exactamente, pero busca que nos hagamos las mismas preguntas a nosotros mismos:

“-Creedme, no es mi intención despreciar nuestro trabajo. Para demostraros mi sinceridad, mañana vendré a trabajar una hora antes y me saltaré la hora del almuerzo. Cargaré con tantos sacos como cualquiera de los presentes. Pero aún así continuaré preguntando: “¿Por qué lo hacemos y para qué?”

De hecho, la extraña parte final se queda en las manos de un niño, la necesidad de ser cómo niños que nos adelanta en la siguiente frase:

“-Mira a Fidel -dice-. Mira a David. No necesitan recuerdos. Los niños viven en el presente, no en el pasado. ¿Por qué no te fijas en ellos? En lugar de esperar una transfiguración, ¿por qué no intentas volver a ser como un niño?”

Nosotros no tenemos la fuerza para avanzar en el camino (“-No servirá de nada. No tengo el aliento necesario. No tengo el aliento de la vida. Lo único que puedo hacer es entristecerme. Solo puedo lamentarme y ayudar a sobrellevar tu dolor. “) si no es por la figura de David que es el verdadero motor del cambio.

“-Ya está. “Estamos buscando un sitio donde quedarnos, para empezar nuestra nueva vida.”

Lo que nos lleva a la última reflexión de JC Oates:

“It’s a bleak and intransigent vision, reminiscent of the painful ending of “Disgrace,” for here the possibility of a “new life” in another city seems just another delusion, however idealistic and quixotic. And what is the role of “Don Quixote” in the novel? For this isn’t the “Don Quixote” of Cervantes but, in a perplexing Borgesian twist, the author is “a man named Benengeli” who wears “a long robe and has a turban on his head.” Perhaps, one day, Elizabeth Costello will enlighten us.”

En efecto el final es extraño porque, lejos de dar una respuesta , establece un nuevo cambio, otro viaje absurdo, como era la búsqueda de la madre, como posible solución.  Un comienzo de una nueva vida en la que ni siquiera sabemos a dónde llegaremos. Parece un nuevo engaño, otro espejismo que nos aleja de la verdadera realidad o, simplemente, nos plantea nuevas preguntas que nos harán avanzar. Quizá, como ya he comentado, este es el objetivo del gran escritor. Esta pequeña rareza es otra forma más de encontrar la escritura del impresionante J.M Coetzee…  aunque me temo que no es obra de multitudes.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Miguel Temprano García para esta edición de “La infancia de Jesús” de J.M. Coetzee

“La calle Great Jones” de Don Delillo

la-calle-Great-Jones-2001227829273“Las señales del comercio fueron apareciendo lentamente por la calle Great Jones, los envíos y las recepciones, el empaquetado  de exportaciones, los curtidos por encargo. Era una calle antigua. De hecho, sus materiales eran su esencia, lo cual explicaba la fealdad de hasta el último centímetro. Pero no era una miseria terminal. Hay calles que en plena decadencia poseen una especie de tono redentor, cierta sugerencia de formas nuevas que están a punto de evolucionar, y Great Jones era una de aquellas calles, siempre suspendida al borde de la revelación. Papel, hilo, cueros, herramientas, hebillas, monturas y artículos de regalo. Alguien abrió la puerta de la empresa de pulidos. Por los adoquines de la calle Lafayette llegaban camiones viejos retumbando. Los camiones se turnaban para subirse a la acera, donde varios de ellos se pasaban el día entero, ligeramente escorados, y a su alrededor caminaban hombres barrigudos con sujetapapeles en las manos, con facturas, con recibos de carga entregada, unos hombres que jamás paraban de tirarse de los pantalones para arriba. Una mujer negra emergió de la mancha de un coche abandonado, recitando entrecortadamente una canción. De la bahía llegaba un viento cortante.”

No suelo comenzar con párrafos directamente, no es mi estilo; aunque sí que es cierto que, ahora que ya tengo otras reseñas de diversos autores en el blog ,con su ficha ya no hace falta introducirlos más sino centrarme en los aspectos que interesen de sus obras por estilo, temas tratados y/o sentido final de dicha obra. Tal es el caso con el norteamericano Don Delillo y la obra que traigo a continuación “La calle Great Jones”, tercera obra de su  ingente producción literaria y que estaba incluida en mi Proyecto literario que tiene como objetivo terminar toda la obra de mis autores favoritos.

La presencia del párrafo inicial, en este caso, cobra una  especial relevancia ya que Delillo tiene la especial habilidad de sorprenderme cuando leo cada una de sus frases; tiene la innata capacidad, el genio creativo para utilizar imágenes, metáforas, comparaciones, etc. aplicadas de una forma tal que, desde luego, se alejan de los lugares comunes transitados por la mayoría de escritores del montón. En este texto que he puesto al principio se resume en un momento parte de estas cualidades que hacen único al norteamericano. “La calle Great Jones” es descrita como su fuera un personaje más  (“Hay calles que en plena decadencia poseen una especie de tono redentor, cierta sugerencia de formas nuevas que están a punto de evolucionar”); cuánta belleza en cada una de sus palabras y en el conjunto, esa sensación de que, no solo te “choca” la descripción sino que además funciona en el propio texto y en el conjunto de la obra. Está sensación se produce de tal forma cuando leo a este escritor que me da casi lo mismo lo que está contando, lo que sé seguro es que este flujo de sensaciones me lleva y siento un placer hedonista al leerlo.

En el caso de Delillo, afortunadamente, no cuenta solo el cómo lo hace, con ese estilo inigualable que le vuelve uno de los cinco o seis mejores escritores actuales; lo que cuenta también interesa sobremanera, y, a pesar de ser una obra primeriza (como era el caso de “Americana” de la que hablé este mismo año ) de fondo hay una serie de reflexiones que irán evolucionando a lo largo de su imprescindible carrera literaria.

La historia es sencilla en su premisa, tenemos la retirada momentánea del músico Bucky Wunderlick, músico que es el líder de un grupo en su apogeo en los setenta y que siente que tiene que encontrar  otra forma de hacer las cosas, encontrarse a sí mismo y demonstrar que puede seguir haciendo algo por la música y la sociedad; la música, en particular se convierte en verdadera protagonista:

“El submundo está todo revuelto por una superdroga. ¿Has oído hablar de ella? Francamente, la noticia me deja frío. La música es el hipnótico supremo. La música consigue sacarme de todo. Me transporta del todo. La música es peligrosa de muchísimas maneras. Es lo más peligroso que hay en el mundo.”

Bucky Wunderlick, álter ego de Delillo en esta ocasión, expresa su preocupación por la degeneración de la música, y, en general, del arte; es consciente de la importancia que debería tener y, sobre todo, de lo que debería influenciar a la sociedad : “El artista verdadero hace moverse a la gente. Cuanto la gente lee un libro o mira un cuadro, están ahí sentados o de pie, pero quietos. Eso estaba bien hace mucho tiempo, molaba, era arte. Ahora todo es distinto. Yo hago moverse a la gente. Mi sonido los levanta del puto suelo. Yo lo consigo. Entiéndanme. Yo lo consigo.”

En esta búsqueda del verdadero arte unido a su crecimiento personal está la clave de lo que busca el escritor a través de su protagonista, el músico, que se topa de frente con un mundo que , por el contrario, no parece interesado, nada más que marginalmente, en esta verdadera extensión de lo que supone el arte, como leemos en boca del periodista de ABC que habla con Buddy al intentar sacar una entrevista:

“-Tengo un espacio en las noticias de media mañana. Por si acaso no me reconoces. Me ocupo de los acontecimientos para jóvenes y de las personalidades del mundo juvenil. Sí, es el mismo lavado de cerebro comercial de toda la vida contra el que todos luchamos, pero, por otro lado, la única forma que tenemos de darles cobertura a ciertas voces es encajarlas en pequeños huecos de la programación que van quedando aquí y allá.”

La búsqueda no la realiza el solo, su amante y alguno de sus miembros del grupo, e incluso su manager Globke ayudarán, aunque sea inconscientemente a que esa identidad se acabe de formar y encuentre lo que pueda hacer más feliz a sus seguidores, la forma en que uno de sus miembros se refiere a la música negra nos eleva al paraíso de la palabra de Delillo:

“Es todo amor y tristeza, Bucky, y me está destruyendo emocionalmente. Esas emociones toscas y estúpidas resultan increíblemente hermosas. Esas baladas tristonas con pasajes esporádicos en falsete. Y hasta cuando escucho los discos me los imagino moviéndose por el escenario, haciendo esos meneítos y arrastrando los pies y agitando las manos. Con el pelo reluciente. Con los esmóquines a medida. Con las dentaduras y las uñas fantásticas. Y las emociones baratas que transmiten las letras me dejan hecho polvo.”

Las emociones primigenias pueden ser la respuesta; el olvido de la complicación, la sencillez por encima de todo, como en palabras de Globke, su mánager, podemos inferir:

“Ya estamos todos hartos de phasings instantáneos y de dieciséis pistas y de sintetizadores La gente quiere algo sencillo. Sencillo pero complicado. La clase de material que tú y solamente tú puedes darles. No me interesan los niveles en la música popular  ni siquiera sé si este material tiene niveles o no. […] Ese es el poder de las citas de la montaña,  tal como yo las veo desde mi perspectiva personal. No es mi sonido. No es el sonido que yo escucho cuando miro desde la ventana de mi dormitorio en la otra orilla  en la otra orilla del río una noche de verano y mi mujer está sentada en la cama leyendo a los maestros orientales y la luz de la luna se refleja en el río y las grandes torres putrefactas de Manhattan se despliegan a lo largo de la noche y yo apago el aire acondicionado y abro una venta e introduzco un cartucho en mi equipo de música.”

El mismo Delillo nos anticipa una de sus obsesiones, de hecho, de ello hablé en esta otra reseña a propósito de “Los nombres”:

“Ese es el poder de los nombres. La gente actúa en consonancia con sus nombres. Hay un sector diminuto del cerebro humano donde está situado el mecanismo que pone los nombres.”

El poder de los nombres, de la palabra, con toda su extensión bíblica, aplicado al arte, se trate del que se trate: música, libros, pintura…. El arte por encima de todo como verdadero catalizador del sentido y de la identidad de nuestras vidas.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Javier Calvo para esta edición de “La calle Great Jones” de Don Delillo para la editorial Seix Barral

“El Exterminio” de Jim Thompson

el_exterminio_300x455Descubrí a Jim Thompson a lo grande, con su obra maestra inapelable “1280 almas” donde su terrorífico y aparentemente bobalicón sheriff Nick Corey me hizo descubrir el mal sin fisuras; el mal más allá de toda comprensión asociado a la naturaleza humana. Esa obra maestra imperecedera me recuerda una y otra vez que hay pocas experiencias como leer cualquier obra del genial autor norteamericano.

De hecho, cada vez que leo una obra suya, el nivel sube tanto que hace parecer a los escritores actuales como niños en patios de colegio con sus mediocridades. Sí, no hace falta que diga sus nombres, son los que venden ahora; los pobres quedan “a la altura del betún” (como vulgarmente se dice) al compararlos con las obras de este coloso o los de los clásicos Hammet, Chandler, Himes, McDonald, etc.

En esta obra el señor Thompson nos describe cada capítulo desde una perspectiva distinta, ya que utiliza un personaje diferente en cada uno de ellos. Todo comienza con la visita del abogado defensor Kossmeyer a su clienta Luane Devore, que le indica que su marido la quiere matar; el punto de vista de “Kossy” con respecto a ella no deja lugar a dudas del tipo de persona que se siente amenazada:

“Luane se las arreglaba durante las largas horas en que Ralph estaba fuera. De hecho, también se las habría arreglado sin todo aquello, ya que no tenía ninguna enfermedad. Se lo había dicho el médico del pueblo. Y también otro médico al que hice venir de la ciudad. El médico local  seguía “tratándola”, porque ella insistía en que lo hiciera, pero no estaba enferma en absoluto. Tan solo padecía autoconmiseración y egoísmo, mala intención y miedo: la necesidad de meterse con la gente desde el santuario de su cama de inválida.”

Luane está convencida de que su marido es el que quiere matarla; Thompson nos atrapa desde las primeras líneas del segundo capítulo con los primeros pensamientos de su marido Ralph Devore:

“Empecé a pensar en matar a Luane el primer día de la temporada de verano, que también fue el día en que abrió la sala de baile, y el día en que conocí a Danny Lee, el vocalista en la orquesta de Rags McGuire. Una mujer, por mucho que se llamara Danny. Muchas de las vocalistas femeninas hoy tienen nombres masculinos. Como Janie, la mujer de Rags, quien siempre había sido la cantante de la banda hasta que sufrió aquel terrible accidente… hasta este año, mejor dicho, porque Rags dice que en realidad no sufrió ningún accidente.”

En apenas unas líneas presenta a otros personajes que irán apareciendo sucesivamente en los siguientes capítulos; lo fabuloso es que utiliza cada uno de ellos para realizar una caracterización ejemplar de ellos y, además, avanzar la trama; cada hilo se va uniendo con otros hasta conformar cada parche necesario para entender lo que ha sucedido al final. La caracterización es única, cada voz es personal y, cómo no, la violencia está más que presente, como en todos los libros del gran autor; solo tenemos que ver el trato de Bobbie Ashton a Myra:

“-¡Hablo en serio, por Dios! -Le di un bofetón-. ¡Te arrancaré la cabeza a golpes! ¡Más te vale ser considerada conmigo, maldita zorra retrasada! ¡Más te vale ser cariñosa, putón de tres al cuarto! ¡Más te vale ser cariñosa y tierna conmigo, más te vale quererme…! ¡MALDITA SEA, QUE ME QUIERAS, HE DICHO! Si no, yo… yo…”

No se andaba con tonterías; representa con tal crudeza algunas escenas que duele hasta leerlas.

Para el final nos deja la sorpresa de un posible final abierto, en un final más postmodernista de lo que es habitual en su obra, en boca del posible asesino nos comenta…

“Luane era un hueso muy duro de roer. Es posible que la caída escaleras abajo simplemente la dejara sin sentido y que alguien entrara después y acabara con ella de todas todas. Es posible que alguien estuviera escondido en la casa durante todo el tiempo que permanecí en su interior.

Sería el crimen perfecto, la verdad. Esa persona podría haber cometido el asesinato, para que yo cargase con la culpa después.”

Si alguien a quien le guste la novela negra, no ha leído a Jim Thompson, que me perdone, pero no tiene ni idea de lo que es novela negra.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Antonio Padilla para esta edición de “El Exterminio” de Jim Thompson para la editorial RBA

“Del color de la leche” de Nell Leyshon

Del-color-de-la-lecheSi hay una cosa de la que puede presumir Sexto Piso es de su eclecticismo a la hora de elegir títulos para publicar, además de alternarlos con diferentes géneros, alternando ficción con ensayo. Uno de esos libros que provoca empatía en el lector y que está destinado a gustar es el que traigo a continuación.

Se trata de “Del color de la leche” de la escritora británica Nell Leyshon; cuenta la historia de una mujer-niña de 15 años, Mary, en tiempos difíciles, en el año 1830; un tiempo de sombras en el que la mujer tenía que soportar los efectos del  patriarcado en una sociedad machista que instrumentalizaba su labor, tratándolas como objetos; su peculiaridad, que tiene el pelo “del color de la leche”:

“mi pierna es mi pierna y nunca he tenido otra pierna. así he sido siempre y así he caminado siempre. madre dice que ya era así cuando vine al mundo. era como una especie de desperdicio con el pelo como la leche y nací después de lo que pensaban y por esa razón estaba cubierta de pelo como si fuera un animal y tenía las uñas largas, y ella dice que eché un vistazo a mi alrededor y abrí la boca y pequé un grito y algunos dicen que no la he cerrado desde entonces.”

Como podéis ver por el texto, la escritora lo plantea como una narración en primera persona (de ella) plasmada en una especie de diario escrito por ella misma. Tras ser vendida como servicio por su padre para ayudar al vicario, recreando el Pigmalión, consigue aprender a leer y a escribir (un hito nada frecuente en los tiempos en los que se ambienta) y contar su historia:

“estoy sentada al lado de la ventana y estoy escribiendo esto con mi propia mano, y tengo que escribir en las horas de sol porque hay luz y la luna no da suficiente luz, porque por la noche está oscuro y cuando está oscuro no puedo escribir.

               me acuerdo de aquel día y sé que fue el día en que todo cambió.”

Para ello adopta un estilo característico que se va repitiendo a lo largo de la obra, Mary no es capaz de distinguir entre mayúsculas y minúsculas, su escritura no tiene artificios, es seca, cruda por momentos, me recordaba a los últimos libros de McCarthy desde “La carretera”; es la escritura de una persona oprimida y superada por los acontecimientos, una persona sencilla en la apreciación de lo que importa de la vida:

“¿es que nunca te cansas?

si me canso, me voy a dormir.

haces que todo parezca tan sencillo.

lo es. dije yo.”

Pero tan sincera que resulta hiriente al expresar lo que realmente siente y que no oculta, se siente destruida en su interior: 

“las palabras que acabas de leer, me dijo. la biblia te está diciendo que tienes que abrir tu

corazón y dar.

pero yo ya no tengo nada más que dar, le dije. porque ya he dado todo lo que tenía.”

Esta es una historia de dolor, de miseria, de lucha… una historia que consigue sobrecoger a pesar de que puedas esperar lo que va aconteciendo. La violencia es la respuesta ante tantos abusos, ante la pérdida de la capacidad de elección; esa violencia es lo único que puede resultar un atisbo de libertad.

“y ahora ya he terminado y no tengo nada más que contarte.

así que voy a terminar esta última frase y voy a secar mis palabras donde la tinta forma unos charcos al final de cada letra.”

y entonces ya seré libre.”

Estupenda propuesta de lectura la que nos trae, como siempre, la editorial Sexto piso.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Mariano Peyrou para esta edición de “Del color de la leche” de Nell Leyshon.

Mis estadísticas del 2013

No os salváis este año tampoco, queridos lectores, de aguantar este post.

Me sigue siendo muy muy útil para saber cuantitativamente la cantidad de libros leídos; la calidad se evalúa de otras maneras, especialmente con el post de los mejores del año.  Este punto de vista suele ser frío pero valioso.

timesarrowEl 2013 se ha caracterizado por tener un avance evidente en el número de libros leídos mientras el año anterior llegué a 131, en este mi reto lector de Goodreads era 150 y, finalmente ha llegado hasta los 171, superándolo con holgura. Además, el número de páginas ha aumentado igualmente, he llegado al bonito número de 50195 páginas, que también es más que las 40581 del 2012. Según este número de páginas:

1º El libro medio en el 2012 tenía unas 310 páginas de media; sin embargo, este año ha sido de 295 páginas aproximadamente, ha habido una cierta disminución, pero nada reseñable ya que he leído más en inglés y han vuelto a caer libros de dificultad lectora inherente.

2º Teniendo en cuenta los 12 meses del año, la media de libros mensual ha sido de casi 15 (lo que supone unas 4182 páginas mensuales)

3º Si dividimos el año en 52 semanas, compruebo de esta manera que he leído, de media, más de tres libros por semana (965 páginas) por semana. La alternancia de dos o tres lecturas a la vez es culpable de esto.

Es interesante saber que el libro más largo ha sido de 1176 páginas, podéis adivinarlo, fue “El plantador de tabaco “de John Barth, hubo alguno de menos de 50 páginas también. Variedad, en ella está el gusto.

En cuanto a la lista de libros ha sido la que pongo al final del post,  muchísima variedad de autores este año, los únicos de los que he leído tres libros o más son en orden de mayor a menor Cees Nooteboom (10), Margaret Atwood (7) y Barnes, Gaddis, Nesbo, Munro, Oates y Spark con 3 cada uno. Esto significa que mi proyecto a tres años ha avanzado poco… En cuanto a la famosa distinción de hombres y mujeres, de estas últimas han caído 41 libros lo que supone un 24% de libros de mujeres. En inglés, ha habido 20, un 12% sobre el total. Y las nacionalidades, ha habido una mezcla variada desde luego, ya lo podréis comprobar a continuación.

Y para acabar, la lista…. Que ya toca…

Martin Amis

Time’s Arrow (inglés)

Jacinto Antón

Héroes, aventureros y cobardes

Aleksey Apukhtin (y otros)

Pioneros de la ciencia ficción rusa.

Margaret Atwood

Un día es un día

El cuento de la criada

El asesino ciego

Chicas bailarinas

Resurgir

Asesinato en la oscuridad

La maldición de Eva

Javier Avilés

Fantasmas contra extraterrestres

Julian Barnes

El loro de Flaubert

The sense of an Ending (inglés)

A history of the World in 101/2 chapters (inglés)

John Barth

El plantador de tabaco

Ned Beauman

Boxer Beetle (inglés)

The teleportation accident (inglés)

Brian Michael Bendis

Los poderosos vengadores: La iniciativa Ultrón

Los poderosos vengadores: La bomba de Veneno.

Arnold Bennett

Enterrado en vida

Rafael Bernal

El complot mongol

Lauren Beukes

Las luminosas

Zoo city (inglés)

Denis Bodart

Green Manor: el crimen no es nada sin un mínimo de elegancia

Carmen del bosque

La música de los bosques

Stewart Brown

The Heinemann Book of Caribbean Poetry (inglés)

Edward George Bulwer-Lytton

La casa y el cerebro

Edward Bunker

Stark

Little Boy Blue

Frances Hodgson Burnett

La formación de una marquesa

Jim Butcher

Luna llena

Tormenta

Luisfer Romero Calero

Integridad

Emilio Carrere

Ciencia ficción. Poemas, artículos y novelas cortas.

Carrigan (y otros)

¡Bang, bang, estás muerto! Vol. II

James Hadley Chase

Acuéstala sobre los lirios

Gilbert Keith Chesterton

Sobre el concepto de barbarie

Lincoln Child, Douglas Preston

El cadáver

J.M. Coetzee

Esperando a los bárbaros

Edmund Crispin

El canto del cisne

Neil Cross

Luther: El origen

James Crumley

El pato Mexicano

Mark Z. Danielewski

La casa de hojas

Don Delillo

Americana

La calle Great Jones

Peter Debry (y otros)

¡Bang, Bang, estás muerto! (Vol 1)

E. M. Delafield

Diario de una dama de provincias

Philip K. Dick

Los tres estigmas de Palmer Eldritch

Ubik

Charles Dickens

Doctor Marigold

Joël Dicker

La verdad sobre el caso Harry Quebert

Assia Djebar

Lejos de Medina

Margaret Drabble

La piedra de moler

Friedrich Dürrenmatt

La promesa

Gillian Flynn

Perdida

John Fowles

La mujer del teniente francés

Matt Fraction

Ojo de halcón 1

Brian Friel

Translations (inglés)

William Gaddis

Gótico Carpintero

Ágape se paga

Jota Erre

Stella Gibbons

La segunda vida de Viola Wither

William Golding

El señor de las moscas

David S. Goyer

JSA Vol 2: Darkness Falls (inglés)

JSA Vol 3: The return of Hawkman (inglés)

Charles Homer Haskins

El renacimiento del siglo XII

George V. Higgins

La rata en llamas

Chester Himes

Algodón en Harlem

Harry Houdini

Cómo hacer bien el mal

Ted Hughes

Cartas de cumpleaños (inglés)

Shaun Hutson

Slugs

Jorge Ibargüengoitia

Los relámpagos de agosto

Rabee Jaber

Los drusos de Belgrado

Shirley Jackson

La maldición de Hill House

Elizabeth Jenkins

Harriet

Lidio Nieto Jiménez

Páginas amarillas

Geoff Johns

JSA, Vol 4: Fair Play (inglés)

Jane Johnson

Eidolon

Peter Stephan Jungk

El americano perfecto

William Kennedy

La jugada maestra de Billy Phelan

Stephen King

Rabia

Joyland

Jiri Kratochvil

La promesa de Kamil Modracek

Benjamin Lacombe

Swinging Christmas

Doris Lessing

El cuaderno Dorado

Thomas Ligotti

Noctuario

Vic Logan (y otros)

¡Bang, bang, estás muerto! Vol III

Manel Loureiro

El último pasajero

Jean Patrick-Manchette

Balada de la costa oeste

Hilary Mantel

En la corte del lobo

Dacia Maraini

Bagheria

Fel Marty (y otros)

¡Bang, bang, estás muerto! Vol IV

Daphne du Maurier

El muñeco

Ed McBain

El atracador de mujeres

Cormac McCarthy

El consejero

El sunset limited

James McCLure

El cazador sordo

Ian McEwan

Atonement (inglés)

Amsterdam

Todd McEwen

Boston. Sonata para violín sin cuerdas.

John Mortimer

Un paraíso inalcanzable

Slawomir Mrozek

El árbol

Alice Munro

El amor de una mujer generosa

La vida de las mujeres

Las lunas de Júpiter

Jo Nesbo

El doctor Proctor y los polvos tirapedos

El doctor Proctor y la bañera del tiempo

El muñeco de nieve.

Nele Neuhaus

Amigos hasta la muerte

Adam Nevill

Apartamento 16

Carmen del bosque Nieto

El libro de Nebal

Cees Nooteboom

Zurbarán

Mokusei/ El buda tras la empalizada

Autorretrato de otro

Cartas a Poseidón

Luz por todas partes

Así pudo ser

Cómo ser europeos

La historia siguiente

Una canción del ser y la apariencia

En las montañas de Holanda

Flann O’Brien

La saga del sagú de Slattery

Joyce Carol Oates

Mujer de barro

Sexy

Infiel. Historias de transgresión.

Okamoto Kido

Hanshichi. Un detective en el Japón de los samuráis

Margaret Oliphant

Una ciudad asediada

Greg Pak

World War Hulk

Robert B. Parker

El manuscrito Godwulf

Stephen Pastis

Desastre & Total. Agencia de detectives

Daniel Pennac

Entre moros y cristianos

Allan Pinkerton

Los forajidos del Misisipí

Harold Pinter

The dumb waiter (inglés)

Sylvia Plath

Poesía completa (inglés)

Edgar Allan Poe

Cuentos de muerte y demencia

Miedo en el cuerpo. 25 años de terror con Valdemar

Douglas Preston (y Lincoln Child)

Dos tumbas

Prince

21 Nights (inglés)

Thomas Pynchon

Bleeding edge (inglés)

James Robinson

JSA, Vol 1: Justice be done (ingles)

Javier G. Romero

Bolsilibro & Cinema Bis

James Ross

Mal dadas

Philip Roth

Goodbye Columbus

Ango Sakaguchi

En el bosque, bajo los cerezos en flor

George Saunders

Diez de diciembre

Giorgio Scerbanenco

La muñeca ciega

Francisco Serrano

Perros del desierto

Maj Sjöwall/Per Wahlöo

El asesino de policías

Los terroristas

Thorne Smith

¿Se cayó….?

Zadie Smith

White teeth (inglés)

Lemony Snicket

¿Quién será a estas horas?

Muriel Spark

El único problema

La intromisión

La plenitud de la señora Brodie

Anna Starobinets

El vivo

D. E. Stevenson

El matrimonio de la señora Buncle

Bahaa Taher

El oasis

Prince

Matt Thorne

James Thurber

La maravillosa O

Lavie Tidhar

Osama

Eloy Tizón

Técnicas de iluminación

John Tones

Nigromancia en el reformatorio femenino

Kurt Vonnegut

La cartera del cretino

David Foster Wallace

La escoba del sistema

Evelyn Waugh

Un puñado de polvo

Marc Weingarten

La banda que escribía torcido

M. A. West

El viento y la sangre

Geoffrey Willans

¡Abajo el colejio!

Cornell Woolrich

Rendez Vous en negro

Patrick deWitt

Los hermanos Sisters

“Slugs” de Shaun Hutson

portada-slugsMi defensa a ultranza de la literatura de género siempre da sus frutos.

A veces, es necesario olvidarse de lecturas sesudas y disfrutar, como un niño, de libros como este.

No me digáis que no es encantador conocer a un autor al que llaman “El Padrino del gore” o, mejor aún, “el Shakespeare del gore”. Pues en efecto, es el caso del británico Shaun Hutson, al que solo conocía por “El enigma de las palabras muertas” que, por otra parte, no me pareció gran cosa; sin embargo “Slugs”, escrita en 1982 reúne todo lo que ha hecho famoso a este escritor de terror; se hizo tan famoso en su momento que el español Juan Piquer Simón realizó una película basada en este libro que sí recordaba bastante; este recuerdo hizo que me decidiera a comprar el libro.

Coincide el caso que, además, había leído varios libros de un nivel muy alto de intensidad literaria (por decirlo de alguna manera) y era necesario algo liberador, entretenimiento puro, y si es terror, mejor aún. “Slugs” cumple  con creces el cometido, cuánta diversión en tan pocas páginas, sobre todo por sus encantadores y verdaderos protagonistas:

“Kim se echó a reír por los nervios.

-Pero las babosas son pequeñas –Notó que el asco crecía en su interior-. Estas son demasiado grandes. “

Babosas de once a quince centímetros; asquerosas, inolvidables, terroríficas.

El planteamiento es modélico desde el principio, con la utilización de un narrador omnisciente para descubrir el avance de las babosas y capítulos narrados en primera persona que nos presentan, la mayoría de las veces, personajes destinados a morir de la manera más horrorosa posible.

Según lees te das cuenta del porqué de su sobrenombre,  antes de desarrollar la segunda parte de su nombre, en la primera suele usar lo mejor de su prosa, aunque anticipando lo que está por venir, en el siguiente texto esto está muy patente:

“El sol se desangraba en el cielo de la tarde, inundándolo de parches vivos de oro y carmesí. Al final fueron oscureciéndose en tonos púrpuras a medida que llegaba la noche. Los pájaros que regresaban a sus nidos eran flechas negras recortadas contra un telón de fondo rojizo, y el cielo moteado parecía el libro de dibujos de un niño, con capas de colores brillantes salpicadas una encima de otras.”

Cada imagen, a pesar de su cierta poética, está cargada de una violencia latente y a punto de desencadenarse: “desangraba”, “Carmesí”, “flechas negras”, “salpicadas”… Esto nos lleva al avanzar el capítulo a estallidos de violencia de alto calibre; a continuación pongo uno de ellos, no he puesto el peor ni mucho menos:

“Nunca llegó a terminar la frase. De pronto, un estallido de dolor le atravesó la mano cuando las tres bocas atestadas de dientes le mordieron los dedos desnudos. Las babosas del guante devoraron con ansia la carne que se les ofrecía, desgarrándola rápidamente hasta llegar muy cerca del hueso. Harold estaba frenético, con los ojos abiertos como platos, mirando con incredulidad el guante que ondulaba rítmicamente, a la vez que la sangre comenzaba a resbalarle de la muñeca. Luego empezó a gemir de terror, convirtiendo los gemidos en gritos.”

Cada capítulo se lee con avidez gracias al avance rapidísimo de la acción y los buenos cliffhangers que deja el autor en cada uno de ellos hasta llevarlo a la conclusión, esperable, pero ciertamente acorde con lo leído.

No voy a esconderlo, no es apto para estómagos sensibles; si a alguien le dan asco estas cosas… es mejor que no se zambulla en ellas. Si, sin embargo, puedes aguantarlo, vas a disfrutar a lo grande con una lectura amena y cargada de acción. Gracias a Tyrannosaurus el terror está un poquito menos huérfano.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Javier Martos para esta edición de “Slugs” de Shaun Hutson de la editorial Tyrannosaurus.

“Diez de Diciembre” de George Saunders

diez-de-diciembreLa historia que traigo hoy se repite, una vez más.

Escritor extranjero de prestigio. Editorial grande que lo empieza a publicar, no hay continuidad, no hay campaña en medios. No vende. Lo dejamos. Editorial pequeña  decide que puede intentar sacarlo ella y aquí tenemos su última novela que ha sido considerada por la crítica internacional anglosajona como una de las mejores del año y podría haber ganado el “National Book Award”.

Estoy hablando de “Diez de diciembre” del escritor norteamericano George Saunders. De la grande no hablo, pero la pequeña es Alfabia y, junto con esta recopilación de cuentos, está pensando en sacar varios libros más del interesantísimo escritor estadounidense; de hecho en la solapa anuncian “Guerracivilancia en ruinas”, “Pastoralia”, “In persuasion Nation” y el volumen de ensayos “The braindead Megaphone”. Sinceramente, me froto las manos de pensarlo porque es un autor de muchísima calidad. Desde blogs como el mío no faltarán buenas críticas que atraigan a lectores a lecturas como esta, de las que valen la pena.

“Diez de Diciembre” es una recopilación de diez relatos que demuestran con cuatro detalles la maestría innata del escritor. Un libro perfecto para, si no conoces nada de él, tengas la oportunidad de enamorarte de su estilo y convertirlo en un fijo en tus próximas compras. Cada uno de los relatos ahonda en las vidas de las personas de la calle, en esa vida diaria, muchas veces rutinaria e injusta y lo liga a la sociedad norteamericana en su extensión.

En “Vuelta de honor”, sueño y realidad se juntan para reflexionar sobre lo onírica que puede resultar la realidad y la necesidad de su negación para sobrevivir:

“No tenía los puños cerrados. Tenía la roca en la mano y estaba gritándole algo al tipo, que estaba a su vez de rodillas, como el prisionero con los ojos vendados de aquel vídeo que habían visto en Historia, a punto de recibir un sablazo de un pavo con casco.

[…]

Después, durante meses, tuvo pesadillas en las que Kyle le daba el golpe de gracia. Ella estaba sobre el porche, intentando gritar su nombre, pero no salía ningún sonido. Y luego el golpe. Entonces el tipo perdía la cabeza. El golpe, literalmente, le disolvía la cabeza.  Seguidamente el cuerpo caía desplomado y Kyle la miraba con una expresión de: “mi vida ha acabado. He matado a un tío.

¿Por qué sucede, se había preguntado a veces, que en sueños somos incapaces de hacer la cosa más sencilla?”

En “Cachorro”, el amor a un animal lo extrapola al amor general a todo el mundo:

“¿Qué acababa de decir? Eso había estado bien. El amor era querer a alguien tal y como es y hacer cosas para ayudarle a ser aún mejor: Como Bo, que no era perfecto, pero ella lo quería tal y como era e intentaba ayudarle a mejorar.”

En el excepcional “Escapar de la Cabeza de Araña” unos criminales (“Jeff”, dijo Abnesti, irritado, como si intentara recordarme que no estaba aquí por voluntad propia, sino porque había cometido un crimen y estaba cumpliendo con mi pena.”) son utilizados como base de experimentación de drogas, drogas que servirán para manipular mentalmente a cualquier persona sin dejar consecuencias. A medio camino de la novela de ciencia ficción, podríamos hablar de una dixtopía en preparación, terrorífica por las posibles consecuencias:

“Pero hace un momento no expresaste ninguna preferencia”, dijo. “Ergo no queda ninguna traza de aquellos dos grandes amores. Estás completamente limpio. Te hemos llevado hasta arriba, te hemos bajado, y ahora estás aquí, sentado, con el mismo estado emocional que tenías incluso antes de empezar las pruebas. Eso es poderoso, eso es genial. Hemos resuelto un misterio eterno.  Cómo cambia el juego. Supón que alguien no puede amar. Ahora él o ella podrá. Podemos hacer que ame. Imagina que alguien ama demasiado. O ama a una persona que sus tutores o un profesional de la salud considera inapropiada para ellos. Podemos cortarle las alas a esa mierda.”

El fatídico final supone el triunfo de la libertad individual sobre los intentos de esclavizar incluso lo que sentimos.

En el no menos fabuloso “Los diarios de las chicas Sémplica” nos encontramos con el conflicto de clases, el anhelo del padre de una familia en el seno del capitalismo y sus esfuerzos por intentar aparentar más de lo que tiene y mantenerse al nivel de unos vecinos de clase superior a la suya y la de su familia:

“Me quedé un rato mirando, pensando, rezando: Señor, danos más. Danos suficiente. Ayúdanos a no quedarnos atrás con respecto a otros. Quiero decir, ayúdanos a no quedarnos todavía más atrás respecto a otros. Por niños. No quiero que se asusten por lo mucho que nos estamos quedando atrás.

Solo pido eso.”

La misma sociedad te obliga a querer más para poder ser igual al resto y la limitación y el no poder hacerlo produce una frustración imposible de superar:

“¿No sería mejor simplemente no hacer cosas  que no puedes permitirte? ¡Qué fácil es decirlo! Vosotros no estáis aquí, en nuestro mundo, con críos, críos que amas, mientras otras personas hacen buenas cosas para sus hijos, como viaje en busca de raíces a Niza, en caso de los Mancini, o tres semanas buceando en entre pecios en Bahamas, si eres Gary Gold y su acicalado y bronceado hijo Byron.

Limitaciones frustran mucho.”

“A casa” supone una exploración de las consecuencias de la vuelta de la guerra de Vietnam en lo personal y en toda la sociedad, el protagonista es consciente de que el tiempo que ha pasado fuera ha cambiado su vida definitivamente:

“Tres coches para dos adultos, pensé. Menudo País. Menudo par de capullos egoístas mi mujer y su nuevo marido. Podía ver con claridad meridiana cómo, con los años, mis bebés se transformarían poco a poco en bebés egoístas y capullos, luego en niños egoístas y capullos, chavales, adolescentes, y adultos, y yo siempre en segundo plano,  merodeando como una especie de pariente sucio y poco de fiar.”

En “Diez de diciembre”, cuya lectura justificaría enteramente este conjunto de relatos,  Saunders lleva a cabo el paralelismo de dos vidas: la de un niño que quiere ser un héroe:

“El niño pálido con un desafortunado flequillo de Príncipe Valiente y ademanes de cachorro caminó con torpeza hasta el armario del vestíbulo y requisó el abrigo blando de Papá. Luego requisó las botas que había pintado de blanco con aerosol. Pintar la escopeta de balines de blanco había recibido un no. Fue un regalo ir a por ella para que todo el mundo pudiera admirar las vetas de la madera.”

Y un enfermo de cáncer que quiere poner fin a su vida.

“Ay, ay. Esto era demasiado. No había llorado después de las cirugías ni durante la quimio, pero ahora tenía ganas de llorar. No era justo. A todo el mundo le ocurría, supuestamente, pero ahora le estaba ocurriendo a él en particular. Había confiado una y otra vez en recibir alguna exención. Pero no. Algo/alguien más grande que él insistía en denegársela. Te inculcaban que el gran algo/alguien sentía por ti un amor especial, pero al final veías que no era así. El gran algo/alguien era neutral. No le preocupaba. Cuando decidía, con toda su inocencia, moverse un poco, aplastaba a gente.”

Sus vidas se entrelazarán irremediablemente, una colisión muy alejada de la simple parábola que podría resultar en otro narrador; Saunders cambia de estilo según el narrador (así como en el resto de historias incluidas en esta recopilación) y muestra todo su talento para crear una historia muy visceral y, sin embargo, emotiva.

No sé si necesito decir algo más de  este espléndido escritor para que los busquéis ya; coged uno de sus relatos y hablamos.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Ben Clark para esta edición de “Diez de diciembre” de George Saunders en Alfabia.

Los Reyes del 2013

No todos los posts que pongo por aquí tienen que ser sesudos análisis; precisamente lo más interesante es poder alternarlos con otros más lúdico-festivos como es el caso que me ocupa hoy. Sí, este es el típico y conocido post de “alardeo” de regalos, en este caso de los “reyes magos .” Qué mejor que empezar con la foto que reúne varios de ellos:

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Aparte de zapatillas y cinturón, ejem… tenéis a la vista dos óperas de Haendel: “Rodelinda” y “Sosarme, ré di Media”, tengo que ir terminando el casi infinito número de óperas que me faltan. La música no puede faltar.

Y luego libros, cómo no, en este caso dos excepcionales opciones de ensayo histórico, que vaya, me está dando últimamente con él:

“1914. De la paz a la guerra” de Margaret McMillan es una gran edición de Turner. Todo lo que se puede saber sobre la primera guerra mundial en palabras de la catedrática de Oxford, uno de los primeros “tochazos” del año. Para empezar con fuerza.

“Imperios del mar” del también británico Roger Crowley, editado con mucho mimo por Ático de los libros en su increíble sello de historia. Tendremos la oportunidad de conocer el período del 1521 a 1580 en lo que ha dado en llamar la “batalla final por el Mediterráneo”.

De ambos tendréis reseñas cuando tenga un momento, llevarán su tiempo.

Los reyes son políglotas, me han traído unos libros en inglés:

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“The luminaries” de Eleanor Catton. Nada menos que la ganadora del Man Booker Prize en el año 2013. Teniendo en cuenta que Siruela ha decidido que lo va a publicar en el 2015, pues mira, casi que me lo leo antes yo por mi cuenta.

“Maddaddam” de Margaret Atwood. Nadie ha dicho si va a publicar esta obra. Ni más, ni menos. Lumen se supone que tiene los derechos sobre lo “nuevo” pero habida cuenta de la variedad de títulos que están sacando, ya casi tampoco los espero.

“Daddy Love” y “The museum of Dr Moses” de Joyce Carol Oates. Si sale un libro al año de la prolífica escritora norteamericana como está ocurriendo ahora y ella tiene más de cien… sinceramente, no creo que veamos muchos por aquí. Mejor adquirirlos de otras maneras.

Los títulos en inglés son la respuesta al trabajo editorial que se está realizando en algunos casos por aquí. Una pena.

Para terminar… que no se me olvide. También ha caído esto:

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Qué majos son los Reyes, ¿verdad? ¡También les gusta James Bond!

Espero que os hayan caído muchos regalos también. Yo estoy contentísimo.

Mis lecturas favoritas del año 2013

Me encantan las listas. Hay tantas listas como gustos y siempre es divertido comprobar lo que sale y sobre todo ligarlo a las afinidades de cada lector.

Este es el tercer año, desde que me “dedico” a escribir posts sobre libros en distintos sitios,  en el que preparo una lista con lo mejor del año. A ver si, poco a poco, consigo que se convierta en una costumbre el que aparezca este post justo el día 1 de enero del año siguiente.

Como en años anteriores me gusta repasar lo que ha sido mi año lector personalmente; también solía hacer una pequeña reflexión sobre el mundo editorial; pero gracias a las “Epístolas librescas” del grandísimo Jónatan Sark en el maravilloso Blog Ausente de Lord Absence, no tiene mucho sentido, ya que en ellas está todo lo bueno  que va saliendo en el año. Además, en su post con el clásico “Sark de Oro” del año realiza un resumen tan exhaustivo como interesante.

Os dejo a continuación los enlaces a estas Epístolas que si no conocéis ya estáis tardando en ir a verlas:

Epístola 1.

Epístola 2.

Epístola 3.

Epístola 4.

Epístola 5.

Epístola 6.

Centrándome en lo personal, tengo que reconocer que, nuevamente este año, me he superado en la mayoría de atributos; he leído mejor, más cantidad, más calidad y más en inglés.

El año pasado terminé 131 libros, y estaba bastante bien, pero este he llegado a los 171 que parecen un límite bastante razonable. También es cierto que, en el proyecto que tengo pensado a tres años las novedades han acabado asfixiando mi reto y debo retomarlo con más fuerza este año para poder terminarlo. En cuanto a las editoriales, como de costumbre, he escogido un montón de títulos pertenecientes a las más  pequeñas, tengo tendencia a ello, y a evitar, habitualmente, los best-sellers vendidos a bombo y platillo. El año que viene se presenta del mismo estilo, sobre todo porque, posiblemente, el Grupo Prisa sea absorbido definitivamente por Random House Mondadori, dejando todo el poder a dos grupos que monopolizarán las novedades mensuales y unas pocas editoriales intentando buscar su hueco entre “nichos” de lectores que busquen ofertas distintas.  De hecho este año lo hemos visto, cómo surgen grupos pequeños buscando su espacio en el corazón de alguno de nosotros como “Malpaso” o “Ginger & Ape”.

cuentos-de-muerte-y-demencia-9788415717287Sin más demora, paso a comentar los que considero las mejores lecturas del año; no son ni más ni menos que los libros con los que más he disfrutado. Son todos publicados (o reeditados) este año y siempre pongo una novedad (o dos) de años anteriores por su relevancia literaria; evidentemente no leo todo, mi ancho de banda llega a donde llega, y soy consciente que hay varios libros que tengo a punto de leer que podrían haber entrado en esta lista. Otros años dejaba once títulos en total, este año han salido más; no lo voy a dejar fijo, este año salen estos y el próximo posiblemente saldrá otro número. Teniendo en cuenta estas consideraciones, vayamos a la lista:

“Cuentos de demencia, amor y muerte” de Poe y Gris Grimly, en un año en el que han proliferado los libros ilustrados, con propuestas de todo tipo, esta edición de Nórdica elcazadorsordode los cuentos de Poe brilla con luz propia gracias a las fabulosas ilustraciones del enigmático Gris Grimly que convierten el libro prácticamente en un cómic y que consiguen el doble objetivo de resaltar las historias de Poe hasta en sus detalles más nimios además de maravillarnos con su indudable preciosismo.

“El cazador sordo” de James McClure, el editor de Reino de Cordelia es, como yo y otros tantos, un fanático del sudafricano McClure y tiene la idea de sacar todo lo inédito del increíble escritor; esta obra tiene todo lo que se necesita para hacer una novela negra perfecta: personajes carismáticos, una buena trama, dolor, en fin, otra obra de incalculable perdida-gillian-flynn-L-C_o8Lavalor.

“Perdida” de Gillian Flynn, sorprendentemente está pasando desapercibida por su halo de best-seller, pero esta historia nos demuestra que el legado de Patricia Highsmith no se ha perdido; la perversidad del personaje principal  me recuerda a los mejores momentos de la inglesa y de Jim Thompson por su afán de darle la vuelta a todo lo establecido y salir impune. Mucha más calidad de lo que la gente se puede pensar.

ojohalconPor“Ojo de Halcón. Seis días en la vida de…” Matt Fraction y David Aja, hacía tiempo que no disfrutaba tanto con un cómic; los seis primeros números de la nueva colección de Ojo de Halcón nos demuestran que no hay personajes acabados sino malos escritores. Este es uno de esos cómics en que la perfecta unión entre dibujo y trama dan como resultado una de esas pequeñas obras maestras del noveno arte. Aja está inmenso en la narración, Fraction crea historias con un lapromesakamilpunto de preocupación social sin olvidar lo superheroico. Excepcional.

“La promesa de Kamil Modracek” de Jiri Kratochvil, sorprendente novedad esta del checo Jiri Kratochvil que nos trajo Impedimenta. No era esperable que una especie de novela negra postmodernista del este, de un autor desconocido por estos lares, fuera a funcionar tan bien como novela de género y reflexión sobre la culpa el dolor además de incorporar elementos metaficcionales. un-paraiso-inalcanzable-9788415625278Una joya a descubrir en el gran catálogo de Enrique Redel.

“Un paraíso inalcanzable” de John Mortimer, todo lo que sale proveniente de las islas británicas me suele llamar la atención; este libro que publicó Libros del asteroide nos trae a John Mortimer reflejando como nadie el paso plantador_gdedel tiempo de la sociedad británica de postguerra hasta los tiempos de Margaret Thatcher con una sutil ironía y buen humor a raudales, una obra clave de este año.

“El plantador de tabaco” de John Barth, por fin, gracias a Sexto piso, tenemos entre nosotros la legendaria obra del norteamericano y podemos degustar en su plenitud su multitud de puntos de vista. Me extendí pero bien en la reseña donde explico sus grandes virtudes. Una delicia para todo aquel que disfrute de la luztodaspartesliteratura con mayor grado de complicación pero no desdeñe el buen humor.

“Luz por todas partes” de Cees Nooteboom, estamos, sin lugar a dudas, ante  la mejor recopilación de la obra poética del holandés infatigable. Una antología que, gracias a Visor de libros, nos lleva desde los primeros poemas a los últimos publicados y podemos comprobar la heroes_aventureros_cobardes-jacinto_antonevolución en las temáticas y en el estilo. El gusto por el acertijo llevado hasta las últimas consecuencias. Uno de los mejores autores actuales.

“Héroes, aventureros y cobardes” de Jacinto Antón, cierto que no son nuevos, pero también lo es que es la primera vez que se recopilan esta serie de artículos del periodista en un solo libro; Jacinto Antón hace que, tengamos la edad que tengamos, se acreciente nuestra sensación de maravilla ante todo lo que nos cuenta.  ¡Viva la aventura!, en la más fiel tradición de Indiana Jones o Quatermain.

Luminosas-673x1024“Cartas de cumpleaños” de Ted Hughes, no es exactamente de este año pero estas cartas han sido reeditadas por Lumen con ocasión del aniversario de la muerte de Sylvia Plath; indisolublemente unidos a la obra de Plath, Hughes está colosal en este poemario que podemos disfrutar en plenitud en esta edición bilingüe; más allá de lo confesional, el aliento poético del británico es proverbial y nos lleva al thomas-pynchon-bleeding-edge-novelcielo con su intensidad dramática.

“Las Luminosas” de Lauren Beukes,  estamos ante el perfecto thriller, pastiche de géneros donde un asesino en serie se desplaza en el tiempo. Al mismo tiempo tenemos un retrato de la mujer y de la sociedad a lo largo del tiempo. La novela te deja sin aliento por su adicción y tiene paradojas de una sutileza difícilmente superable. Una maravilla.

“Bleeding Edge” de Thomas Pynchon, Pynchon ante el desastre de las empresas de internet y ante el 11-S, Pynchon retador y más cercano a la novela de género que a sus obras Tapa-baja-Jota-Erre-195x300más voluminosas. Pynchon siempre a un nivel muy alto, esperemos que este año pueda ser publicada en España, pero habrá que esperar.

“Jota Erre” de William Gaddis, Gaddis llevó la sátira de la sociedad capitalista a sus últimas consecuencias en esta mastodóntica obra maestra. El fracaso del sueño americano estaba patente aquí en la figura del niño Jota Erre Vansant, subversión del mito; paradigma de la gran el-renacimiento-del-siglo-xii-9788493829582Novela Americana por el reflejo del zeitgeist de una nación. Estilo inigualable. Imprescindible.

“El Renacimiento del siglo XII” de Charles Homer Haskins, ¿quién dice que un ensayo histórico tiene que ser aburrido “per se”? Ático de los libros quiere demostrarnos con su recién lanzada colección de historia que puede ser muy divertido y estar muy bien escrito. Su punta de lanza puede ser, sin duda, este deleite de Mal dadasCharles Homer Haskins que nos relata una época, la Edad Media, oscura de por sí, con la claridad de su erudita prosa.

“Mal dadas” de James Ross, parece mentira que en 1940 el infortunado James Ross realizara una obra de estas características; a medio camino del retrato de la sociedad norteamericana  post- Gran Depresión y de la novela negra más sórdida, se trata de un retrato de los anhelos de los habitantes del sur americano y de su lucha Casadehojaspara salir de las situaciones más penosas para alcanzar el gran “sueño”. Otra de esas pequeñas sorpresas que nos trae habitualmente Sajalín Editores.

“La casa de hojas” de Mark Z. Danielewski, lo que en un principio era imposible este año se ha hecho posible gracias al trabajo de Alpha Decay y Pálido Fuego; es decir, tener la primera edición en español de la inigualable obra del norteamericano; una obra única por lo que supone como experiencia, en la que texto, disposición del texto, trama y el propio lector se convierten en parte de la misma. Una obra necesaria que ahora podemos asesinociegodisfrutar… y temer.

Y para acabar recupero en esta ocasión dos obras de otros años que, sin embargo, constituyen dos obras maestras ineludibles. No pude dejar de alegrarme de la concesión del Nobel a Alice Munro, pero tampoco pude dejar de entristecerme por las consecuencias directas: la muy posible condenación al ostracismo de dos de las escritoras más grandes vivas que tenemos en infiella actualidad: Por un lado su compatriota Margaret Atwood  que  tiene en “El asesino ciego” una de las obras más deliciosas que he tenido la oportunidad de leer, completísima en trama, estructura, personajes, para paladares selectos. Por el otro, desde luego, ya lo sabéis, la simpar Joyce Carol Oates y su recopilación de historias cortas (tan de moda ahora gracias a Munro) “Infiel. Historias de transgresión”, cada relato una verdadera patada en el estómago y a todas nuestras comodidades y seguridades, una subversión continua que demuestra  su maestría en la narración y que nadie (sensible o no) debería perderse.

Bueno, y eso es todo… creo que este año me he pasado, pero valía la pena. Ha sido un muy buen año. ¿Qué nos traerá el siguiente? En este blog lo iréis viendo como de costumbre.

Espero que os guste la selección y os ayude para las compras navideñas.

¡Feliz año 2014!