“El resucitador” de Howard Phillips Lovecraft. El terror no sería nada sin el genio de Providence.

Re-AnimatorNo deja de ser curioso que conociera la obra “Herbert West: Reanimator” de Lovecraft a través de su adaptación al cine “Re-Animator” dirigida por Stuart Gordon; habida cuenta de que conozco la mayoría de las obras del norteamericano a través de diferentes ediciones de todo tipo y que, sin embargo, no tenía recuerdo consciente de haber leído esta.  La película, encomiable en su realización, es deliciosamente trash y hay que reconocer que es una adaptación más que aceptable del universo lovecraftiano, muy disfrutable para todos los amantes del terror.

Esta historia tuvo una génesis muy particular y distinta a las otras obras del escritor: fue publicada por entregas en la revista “Home Brew” en el período comprendido entre octubre de 1921 y Junio de 1922; él manifestó a través de sus cartas que quería hacer una parodia del “Frankenstein” de Mary Shelley y no quedó muy satisfecho del resultado ya que se vio obligado a adaptarse al tipo de entrega, jugando con medios no muy comunes para él, como el uso del cliffhanger entre una entrega y la siguiente.

El narrador en primera persona, del que no sabemos el nombre en ningún momento, ayuda al profesor Herbert West, modelo típico de “mad doctor”, en su obsesión por devolver a la vida a las muertos, por sobrepasar los límites de lo vivido:

“West era entonces un joven con gafas, de baja estatura, esbelto, y con rasgos delicados, rubio, los ojos de color azul pálido y una voz suave, así que resultaba siniestro oírlo sopesar los méritos relativos del Cementerio Cristiano y las fosas comunes. Al final optamos por las fosas comunes, ya que prácticamente todos los cuerpos del Cementerio Cristiano estaban embalsamados, algo que por supuesto constituía una adversidad para las investigaciones de West.”

Los primeros intentos de resucitar a los muertos resultan fallidos, trayendo a la vida horrores que les aterrorizan a ellos y a nosotros como lectores, ya que lo que vuelve a la vida puede ser muy peligroso, nos envuelve en incertidumbre el hecho de la resurrección de los muertos; sorprende que en esos momentos el humor negro aflore:

“Tanto para Herbert West como para mí, el disgusto y el horror fueron supremos. Incluso ahora siento escalofríos de sólo pensar en ello. Aunque, por supuesto, me estremecí mucho más aquella mañana en que West mascullo entre sus vendajes: “¡Maldita sea, tampoco estaba lo bastante fresco!”

Sin título-1En este libro se producen unas de las primeras apariciones literarias de los  muertos vivientes; en el caso del nihilista Lovecraft se convierte en su repuesta descreída a la fe; la respuesta atea que desafía la resurrección cristiana convirtiendo al hombre en dador de vida, en un “Dios”:

“Lo que buscaba era, nada más y nada menos, que un abundante suministro de hombres recién asesinados en todos los posibles estados de desmembramiento.

Herbert West necesitaba cadáveres frescos porque el trabajo de su vida era la resurrección de los muertos.”

El formato por entregas no benefició a Lovecraft, encorsetó su estilo y le obligó a repetir en cada entrega parte de lo que había sucedido en la anterior;  aun así, el final, digno de una pesadilla, nos congratula y consigue que disfrutemos de la fuerza de la prosa del gran escritor (cada vez más venerado) de terror.

El terror actual no sería lo mismo sin la influencia subyugadora de Lovecraft, creador de una mitología fascinante que aviva cada día nuestros miedos más profundos. Nuestros miedos ante lo desconocido e incognoscible.

Los textos provienen de la traducción del inlés de Juan Cárdenas para “El resucitador” de H. P. Lovecraft para esta edición en Periférica.

“Lionel Asbo” y “Maten al león” de Amis e Ibargüengotia. La sátira como elemento aglutinador.

Por causas que ahora no vienen al caso, voy a reunir en este post dos libros a los que, sinceramente, no los unía aparentemente nada.

plantLIONEL.qxd:PlantALBA.qxdEn “Lionel Asbo. El estado de Inglaterra” se supone que Amis nos quería, aparentemente, mostrar el estado de la Inglaterra a través de la extraña figura de su protagonista, el bulldog británico Lionel Asbo:

“Así, los signos externos de la riqueza, en el caso de Lionel Asbo, no han sido sino meros recordatorios de su inanidad de base. Su autoestima no es más alta que su coeficiente de inteligencia (que apenas puede aspirar a un porcentaje de dos dígitos). Esto, unido a unos trastornos emocionales graves, y a una alarmante inestabilidad en el terreno sexual, ha dado como resultado un terrible cóctel de inseguridad violenta y orgullo vano.”

Aunque no lo elige como narrador, sino a su sobrino Desmond Pepperdine que protagoniza un relato de formación con la influyente figura de su tío de fondo. Por momentos da la impresión de que se va a tratar de una sátira salvaje sobre dicha sociedad como podemos ver por su opinión sobre la política estadounidense en Irak:

“-Pues claro que sé lo de Irak -dijo Lionel sin levantar la mirada-. El 11-S. Verás, Des, el 11-S esos tipos con telas en la cabeza fueron y…

-¡Pero Irak no tenía nada que ver con el 11-S!

-¿Y…? Des, eres bastante ingenuo. Verás: Norteamérica es el chico grande. Es Papá. Y cuando se follan la libertad, como en el 11-s, bueno, se rompe la baraja y Papa se revuelve hecho una furia.

-Sí, pero ¿contra quien?

-no importa contra quien. Cualquiera vale.”

El problema viene cuando todo lo salvaje que podías pensar se queda corto ante el grado de enrevesamiento y locura que es capaz de mostrar el escritor inglés, ya famoso por ser bastante polémico en el tratamiento de sus temas.  De tan transgresor que es se queda a un medio camino de lo humorístico y lo serio. Con momentos como este te da la impresión de que es capaz de hacer de todo:

“-Verás. Hay ciertas cosas, Des …, hay ciertas cosas que un hombre no puede hacer hasta que su madre estira la pata.”

En el final, de hecho, creía que iba a cometer la barrabasada que se sugiere por la narración. Me temo que el afán de ser tan bestia me deja con una sensación amarga al acabarlo. La sensación de que podría haber sido mucho mejor y que se queda en un entretenimiento pasable con buena prosa.

maten-al-leon_jorge-ibarguengoitia_libro-OAFI970Lo curioso de “Maten al león” de Jorge Ibargüengoitia es que no la elegí por afinidad con respecto a la novela de Amis y, sin embargo, sí que tienen elementos en común que son ejecutados de distinta forma. 

El mexicano Jorge Ibargüengoitia es un maestro de la sátira (que también utiliza Amis con frecuencia), en esta ocasión nos encontramos con Arepa, una isla gobernada por un tirano, el Mariscal Belaunzarán, que rige con mano firme y que no duda en “cargarse” a quien no esté de acuerdo con él:

“-Dentro de un momento van ustedes a entrevistarse con la prensa. Esto es un privilegio. Ya cada uno sabe lo que confesó, y lo que tiene que decir. Si alguno mete la pata, lo pasamos por las armas. ¿Está claro?”

O cambiar las leyes de tal forma que pueda hacer perpetuo su mandato:

“Se aprueba la petición, y a las once y cinco, cuando los moderados están llegando a casa del muerto, la Cámara aprueba, en pleno, por siete votos contra cero, la eliminación del párrafo que dice: “Podrá permanecer en el poder durante cuatro periodos como máximo y no podrá reelegirse por quinta vez.”

“-Este país necesita progreso. Para progresar necesita estabilidad. La estabilidad la logramos quedándonos ustedes con sus propiedades y yo con la presidencia. Todos juntos, todos contentos y adelante.

-Yo estoy en completo acuerdo con usted, señor Presidente -dice Don Carlitos.

-Me alegro, señor Berriozábal -dice Belaunzarán y advierte a los otros dos-: Sin presidencia Vitalicia, las cosas serían más difíciles. La ley de Ratificación del Patrimonio, por ejemplo, no tiene la menor esperanza en la cámara.”

En un marco tal, que podría extrapolarse a situaciones actuales de diferentes regímenes, Pepe Cussirat se convierte en la mejor elección como candidato por los motivos equivocados:

“En el acta se asentó, y se dijo en la carta que le enviaron, que habían llegado a esa decisión, “en consideración a sus altas virtudes cívicas, a la austeridad de su posición política, reflejada en el exilio voluntario que se ha impuesto, y de sus méritos personales”. Pero, en realidad, uno de los factores que ganaron la batalla lo expresó don Bartolomé González, en un momento optimista  y visionario:

-Si llega en avión, ganamos las elecciones.

Porque en Arepa nadie había visto un avión.”

De hecho, ante su imposibilidad de desbancar la figura del mariscal, la única manera que se le ocurre de solucionar esta papeleta es matarlo, convirtiéndose en un “coyote en busca de un correcaminos” tan difícil de agarrar como en los dibujos de la Warner.

Si lo consigue o no… es mejor que lo descubra el lector. Lo que importa, en este caso, es el manejo de la sátira como elemento conductor que realiza el mexicano; parodiando de esta manera cualquier régimen absolutista y, por extensión, cualquier gobierno que intenta imponer su poder sobre los ciudadanos. Las intenciones de Ibargüengoitia están claras desde el principio y las lleva a cabo con buen humor no falto de crítica en una novela mucho más consistente que la de Amis, el inglés no consigue transmitir el tono adecuado, quedándose a medias de todo y llevándonos a una conclusión no tan satisfactoria.

Dos formas distintas de utilizar el mismo medio: la sátira. Una mejor realizada que otra pero, desde luego, dos maneras interesantes de hacerlo.

Los textos vienen de la traducción del inglés de Jesús Zulaika para “Lionel Asbo. El estado de Inglaterra”  de Martin Amis.

Lo que podremos ver en la temporada 2014/2015 del Teatro Real

TeatroRealmadrid

Había mucha expectación por comprobar lo que iba a pasar con la nueva temporada del Teatro Real; parece que la era Mortier ha acabado pero, hasta que no se vieran las nuevas temporadas parece que no es oficial. El resultado tras el anuncio de la nueva temporada se ha quedado, de hecho, todavía en un estado intermedio, un limbo musical con ciertos atisbos de cambio que son los que promueve Matabosch y otras óperas que son herencia todavía del legado de Mortier. Entre dichos atisbos se puede ver la mayor presencia de intérpretes españoles, la elección de Ivor Bolton como director musical titular (aunque en ese año solo va a hacer una producción, ya que lo oficial será el próximo año) y algunas producciones que iban a ir al Liceo y que vienen por aquí. Además de la vuelta de cantantes mediáticos que tan poco le gustaban a Mortier.

Vayamos pues a lo que podemos esperar, que no es poco:

-Se abrirá la temporada con la reposición del ya conocido montaje de “Las bodas de Fígaro” de Mozart de Emilio Sagi; no seré yo el que me queje pero, ciertamente, se programó no hace mucho y es una de esas óperas que ha venido en no pocas ocasiones, con todo lo que se podría programar de Mozart…  Lo más interesante será ver de nuevo a Ivor Bolton (flamante director musical titular) dirigiéndola (es la única que hará ese año hasta su entrada oficial) y dos elencos heredados, especialmente de los que ya hemos visto en la etapa de Mortier, varios bastante conocidos  ya de estos años, sin ser especialmente importantes; por lo menos son adecuados al repertorio.

-La segunda ópera “La hija del regimiento”, de Donizetti, sí que es algo nuevo por fin. Tenemos la producción de Laurent Pelly y la dirección musical de Bruno Campanella y Jean-Luc Tingaud. Oportunidad de oro de descubrir otra de esas joyas del compositor, no se programa con tanta frecuencia y que constituye un emblema del bel canto. Los papeles de la soprano que alternará a Natalie Dessay (aunque está prácticamente retirada), Kurzak  y Rancatore y del tenor con su famosa aria de los 9 “dos de pecho” (“Ah Mes amis), que tendrá a Siragusa y Camarena como protagonistas, son paradigmas de lo más endiablado y bello del canto. Pietro Spagnoli y Luis Cansino como Sulpice y Ewa Podles y Ann Murray completan los roles principales. Mediática, además de anecdótica, será la presencia de Carmen Maura como Duquesa de Krakenthorp, pero atraerá a mucha más gente y se venderá muy bien. De todos modos valdrá la pena. Es muy disfrutable. Echo de menos lo que podría haber hecho Celso Albelo con un papel que borda especialmente como es el caso de Tonio.

“Muerte en Venecia” del británico Benjamin Britten es una coproducción con el Liceo que ha llegado demasiado tarde por partida doble, no solo por la producción sino por el centenario de Britten. Aun así la fantástica producción de Willy Decker puede triunfar; veremos si otro de los prometidos de Mortier, Alejo Pérez, corrobora las buenas sensaciones que dejó este año con “The Indian Queen”María José Suárez y Vicente Ombuena completan un reparto muy especializado en este tipo de obras y del que se puede esperar un buen rendimiento.

-Tres funciones hay programadas para “Romeo y Julieta” de Gounod.  Versión concierto que, sin embargo, tiene más de un atractivo; en primer lugar, en la dirección musical con Plasson a la batuta; lo segundo serán sin duda los cantantes, la presencia de Tagliavini, Yoncheva y, sobre todo, el tan cacareado “divo” Roberto Alagna (suspenderá función antes de cantar?? Con él nunca se sabe) aseguran por lo menos impacto y, posiblemente, tres buenas noches de música.

-El cuento de hadas de Humperdinck “Hansel y Gretel” tendrá el aderezo del vestuario de Agatha Ruíz de la Prada. La dirección musical será de Paul Daniel y Diego Rodríguez. La dirección escénica de Joan Font de los Comediants. Esperemos que esta pequeña obra maestra se vea reforzada por estas propuestas escénicas; la música, deliciosa, lo merece. Parece que Alice Coote y Sylvia Schartz en los papeles de Hänsel y Gretel  y el gran Bo Skovhus como Peter pueden asegurar un buen papel en lo musical.

“El público” de Mauricio Sotelo, sobre el texto de Andrés Ibáñez de la obra de Federico García Lorca, será el primer estreno mundial del año, y además español. Con dirección del fantástico Pablo Heras-Casado y unos cantantes que tendrán que enfrentarse, auguro, a una partitura contemporánea difícil y de texto complicado igualmente (no en vano la obra de Lorca es bastante compleja). Esta, así como el otro estreno, generará sentimientos encontrados como suele ocurrir con este tipo de obras. La escena vendrá a cabo de Robert Castro. El foso será ocupado por la Klangforum Wien.

Matabosch habrá tenido mucho que ver en “La traviata” de Verdi que tendremos a continuación con producción de David McVicar y dirección musical de Renato Palumbo ya que se trata de una coproducción del Teatro Real, el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, la Scottish Opera de Glasgow y la Welsh National Opera de Cardiff. Siempre es un gusto encontrarnos con esta maravilla. Habrá que ver si Ciofi puede con él todavía, se alternará con Irina Lungu y Ermonela Jaho. Alfredo será interpretado por Francesco Demuro, Antonio Gandía y Teodor Ilincái, sin demasiadas garantías para sacar algo más digno que lo que podría haber hecho más de un español. Cubierto con creces el papel de Giorgio Germont con el inmenso Juan Jesús Rodríguez, Ángel Ódena y el experimentado Nucci. Siempre es un éxito de público, o sea que, tiene pinta de triunfar a lo grande con su música imperecedera y archiconocida.

Harmut Haenchen dirigirá el “Fidelio” de Beethoven con esta nueva producción del Teatro Real en coproducción con l’Opéra national de Paris que realizará Alex Ollé (La fura dels Baus) con Valentina Carrasco. Los cantantes, con la figura bien conocida de König como Florestan y de Pieczonka como Leonore estarán bien acompañados por el Rocco del poderoso Franz-Josef Selig. Completan reparto Anett Fritsch, Ed Lyon, Alan Held y Goran Juric.

-Si mediático era lo de Carmen Maura, qué podemos decir de este “Gianni Schichi”, tercera ópera del Tríptico pucciniano que tendrá la dirección escénica nada menos que de Woody Allen y Plácido Domingo debutará en el barítono protagonista. La dirección musical de Giuliano Carella se quedará oscurecida por el tamaño escénico propuesto. Acompañarán en esta divertida obra de Puccini Maite Alberola, Elena Zilio, Albert Casals, Maria José Suárez, Vicente Ombuena, Luis Cansino… para una posibilidad realmente atractiva para el público, el texto de la obra junto con las ocurrencias de Allen pueden resultar más que entretenidas.

Plácido Domingo es el gran protagonista de las “Goyescas” de Granados en esta coproducción del Teatro Real y Los Angeles Opera, ya que se encargará de su dirección musical. José Luís Gómez será el encargado de la escena. El trío protagonista nos trae, desde hace bastante tiempo, de nuevo a María Bayo a la que acompañarán Andeka Gorrotxategi y José Carbó. Es una verdadera maravilla, preveo éxito total.

-Para acabar la temporada el otro estreno mundial español, “La ciudad de las mentiras” de Elena Mendoza con libreto de Matthias Rebstock basado en relatos de Juan Carlos Onetti (Un sueño realizado, El álbum, La novia robada y El infierno tan temido). La dirección escénica será de Matthias Rebstock y Titus Engel asegurará una siempre profesional dirección musical. En cuanto a los cantantes, seguro que tendrán que trabajar a lo grande por las dificultades inherentes. Katia Guedes, Anne Landa, Anna Spina y Graham Valentine serán algunos de los valientes. Mi comentario anterior a la obra de Sotelo aplica perfectamente a esta.

Eso es todo, comienza el cambio, se pueden ver los indicios, pero tendremos que esperar un poco más para comprobar de lo que es capaz Joan Matabosch, mientras disfrutemos en lo posible esta temporada de transición.

Artículo publicado inicialmente en Ópera World

“Primer Amor” de Iván Turguénev. ¿La espera satisface más que la conclusión?

primeramorEn tiempos como los actuales, con tanta “sobreinformación” por tantísimas fuentes el éxito de un producto: película, libro, serie de TV, depende muy mucho de la expectativa que se cree en el posible “disfrutador” de dicho producto;  antes, con un tráiler de una película era suficiente para la promoción, ahora es necesario hacer diversos trailers, teasers, virales… originando el “hype” en el consumidor, una sobrepromoción que causa que la expectativa generada sea disfrutable en sí misma. En muchos casos incluso esta expectativa resulta más satisfactoria que la propia experiencia.

Iván Turguénev (1818-1883), ya en el siglo XIX nos mostró la importancia de la espera; en su novela corta “Primer amor” asistimos a la historia del amor adolescente en carne del protagonista que se quedará prendado de la una princesa rusa de mayor edad; el descubrimiento de su belleza nos muestra el buen-escribir, exacerbamiento lírico, mostrado por el gran escritor ruso:

“[…] y en los movimientos de la joven (la vi de perfil) Había algo tan encantador, tan imperioso, tan delicado, tan burlón y tan dulce, que tuve que contenerme para reprimir un grito de sorpresa y dicha. Y lo habría dado todo en el mundo si ella se hubiese dignado a golpetear aquellos maravillosos dedos contra mi persona. Se me escurrió el arma de las manos y cayó al suelo, pero yo no era consciente de nada. Me limitaba a devorar con los ojos aquella figura esbelta y su cuello, aquellas maravillosas manos, el cabello algo despeinado bajo el pañuelo blanco, aquellos ojos astutos y medio cerrados, aquellas pestañas, y las suaves mejillas bajos los mismos…”

Ante la esperanza de poder impresionar a la joven, cada momento de proximidad es vivido como el amor mismo, es un momento de sublime felicidad casi tan satisfactorio mientras se está viviendo como el propio amor.

“Cada ruido, cada murmullo y susurro me parecían revestidos de una crucial significación, inusual… estaba preparado… pero pasó media hora, y una hora; mi sangre se calmó al fin y me sentí congelado; la idea de que había sido todo en vano, de que incluso aquello resultaba algo ridículo, de que Malevski se había reído de mí, comenzó a enquistarse en mi alma.”

La imposible consecución de este amor puede causar una frustración, indudablemente, pero, es posible, como Turguénev ya estableció, que el recuerdo de los momentos vividos, de las esperanzas depositadas, pueda sustituir dicha frustración:

“¿Y en qué se han convertido todas mis esperanzas? Ahora, cuando las sombras del crepúsculo comienzan a perseguirme, ¿qué es lo que queda que sea puro, más valioso que todas mis memorias de aquella tormenta primaveral que pasó volando tan rápido una mañana?”

Henry James, gran amigo y admirador del autor ruso, expresa en el epílogo la forma en que Iván gestaba sus relatos:

“La primera forma en la que aparece un relato para él era en la figura de un individuo, o bien una combinación de individuos, a quienes deseaba ver en acción, asegurarse de que tales personas debían hacer algo muy especial y de interés.  […]Lo primero era clarificarse a sí mismo qué es lo que sabía; y para ello escribía una suerte de biografía de cada uno de sus personajes, todo lo que habían hecho y lo que les había ocurrido justo hasta el inicio de la narración. […] Con este material en sus manos era capaz de proceder el relato simplemente se encontraba en la pregunta “¿qué les hago hacer?”.

Esta novela es la confirmación del método que utilizaba el escritor; la intensidad lírica y dramática se funden en unos personajes que están más vivos que nunca y que nos demuestran que el tiempo pasa, pero los temas siguen presentándose; la historia se repite, pero no siempre es mejor.

Los textos vienen de la traducción del ruso de James y Marian Womack  de “Primer Amor” de Iván Turguénev para la editorial Nevsky.

“Sherlock Holmes contra Houdini”.Una historia del espiritismo.

Sherlock_Holmes_contra_Houdini-2-59664Lo habitual en los compradores de libros no es indagar demasiado; es lógico pensar que cuanto más fácil nos lo ponen más caso hacemos; lo más sencillo es comprobar las últimas novedades cuando vas a comprar un libro y fiarte de recomendaciones cercanas o bien de los más vendidos. Luego puede haber otros criterios, como las portadas, los autores, o incluso el texto de la contraportada. Pero no temo equivocarme demasiado pensando en los primeros criterios como casi definitivos  a la hora de elegir para un alto porcentaje de lectores.

Lo malo de esto es que, posiblemente, no descubran nunca una obra tan peculiar como este “Sherlock Holmes contra Houdini” que nos traen los editores de La felguera. Es lo bueno de estar abierto a todas las posibilidades literarias y a esa sana inquietud que debería tener un lector. Unas veces aciertas, otras veces puedes fallar, pero desde luego la experiencia enriquece.

Tenía yo ciertas reticencias al resultado final, ya que lo peculiar de esta obra es que se trata más bien de una labor de edición de textos ya existentes de los dos autores y de dotarlos de sentido mediante la correcta disposición de los mismos. Este batiburrillo podía resultar indigesto pero, afortunadamente, no es así. El resultado es una obra diferente y tremendamente estimulante.

Del prólogo de Charles Taylor con el que comienza la obra podemos inferir  los derroteros que va a seguir:

“El cruzado del espiritismo más importante fue Arthur Conan Doyle. La primera de sus defensas públicas fue un artículo publicado el 2 de julio de 1887 en Light, un conocido periódico del movimiento espiritista. Curiosamente, el artículo coincidió con la publicación de “Estudio en escarlata”, la primera de las novelas de Doyle cuyo protagonista es Sherlock Holmes. Desde entonces y hasta su fallecimiento, ambos (Sherlock Holmes y el asunto de los espíritus) lo acompañaron y vivió por y para ellos.”

Esta paradoja, la del creador de Sherlock Holmes como abanderado del espiritismo y del pensamiento analítico, es la base de la que parte el libro para mostrarnos la historia del espiritismo. Al otro lado del ring tenemos la figura de Houdini, gran amigo de Doyle que, en una sesión espiritista con Doyle y Leckie (su esposa) se sentirá indignado por el supuesto mensaje escrito en inglés por su madre muerta (cuando su madre nunca había aprendido el idioma), desencadenando un combate a muerte:

“De pronto, el mundo de Houdini cambió. La respuesta de un dolido Houdini fue librar una encarnizada batalla contra Doyle y los espiritistas a la que dedicaría toda su vida, iniciandose así uno de los capítulos más singulares e inquietantes del siglo XX, cuyos protagonistas eran dos héroes de la cultura popular, unos antiguos e irreconciliables amigos enfrentados entre sí y dispuestos ambos a salir victoriosos.”

espirititistaDesde ahí tenemos dos partes muy bien diferenciadas, la primera utiliza la figura de Conan Doyle y se divide en tres capítulos  que incluyen textos del libro de Doyle “El mensaje vital” donde realizaba su apología desmedida del fenómeno espiritista:

“Admitir, como hacen estos observadores, que es innegable que regresen los espíritus y que estos son, en efecto, los amigos que hemos perdido, puesto que nos dan todas las pruebas de ello es, por tanto, hacerse el sordo y ciego respecto a los mensajes que nos envían , lo que es llevar la prudencia hasta los límites de la sinrazón. Llegar hasta eso, detenerse y no pasar de ahí, no es posible.”

Llegando su maniqueísmo a elevarlo al grado de religión a seguir. Tales eran las ínfulas de nuestro querido Doyle:

“Mi opinión sobre los fenómenos físicos es que estos han sido demostrados a todos con evidencia indudable y no tienen sino una importancia secundaria, en tanto que su valor real radica en la objetividad que aquellos brindan a un campo inmenso de los conocimientos. Estos conocimientos son los que modificarán nuestras concepciones religiosas actuales y, tras una comprensión y asimilación racionales, deben hacer de esta realidad una religión; pero no ya un artículo de fe, sino una cuestión efectiva.”

En la segunda parte, tenemos la figura de Harry Houdini, con textos del noveno capítulo del libro del escapista “A magician among the spirits” (1924) donde representa la confrontación directa contra el espiritismo y, más directamente, contra su mayor defensor, su amigo Sir Arthur Conan Doyle:

houdini“El espiritismo ha reivindicado que cuenta con muchas mentes brillantes entre sus seguidores: científicos, profesionales, filósofos y escritores (…) han servido para incorporar a las filas del espiritismo a muchas personas que se dejan guiar por mentes más grandes y poderosas que las suyas propias.

Un ejemplo de esto es sir Arthur Conan Doyle. Hoy en día, cuando se menciona el espiritismo, su nombre le viene de inmediato a la mente al ser humano medio. (…)  Su fe y confianza en el movimiento ha sido uno de los mayores recursos de los actuales creyentes. (…) Sir Arthur cree de verdad. En su gran mente no alberga ninguna duda.”

La opinión de figuras de autoridad como firmes defensores de este fenómeno originó la conversión de personas a esa doctrina; el propio Doyle creía que los trucos de Houdini eran poderes espiritistas; Houdini se dedicaría a poner los pies sobre la tierra indicando que eran simples tretas lejos de estos artificios:

“Sir Arthur cree que tengo grandes poderes de médium y que algunas de mis hazañas las hago con la ayuda de espíritus. 

Todo lo que yo hago se logra gracias a medios materiales, humanamente posibles, sin importar lo desconcertante que sea para el profano.”

Además de la presentación coherente de los textos para reflejar esta confrontación  y, en general, de la historia del espiritismo a través del resto de sus figuras y protagonistas; nos encontramos con la presentación de fotos de la época que reflejan ectoplasma, sesiones espiritistas, fantasmas… y una galería de posters de la época que tienen un indudable encanto pop convirtiendo cada pasar de página en una pequeña sorpresa, una experiencia en sí mismo por lo bien documentados que están.

En definitiva, una pequeña obra sorprendente y adictiva que está fabulosamente editada por La Felguera en esta colección de Zodíaco Negro.  Una oportunidad de leer algo distinto y muy alejado de los típicos best-sellers.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Raquel Duato y Eduardo Fonseca.

“Kinsey y yo” de Sue Grafton. Apología de lo detectivesco

kinsey-y-yo-9788483838013Poco se habla habitualmente entre los seguidores de novela negra o policíaca de la gran Sue Grafton y su fantástica serie de Kinsey Millhone, el “Alfabeto del Crimen”; a pesar de tener un núcleo bastante estable de seguidores (los editores de Tusquets hablaban de diez mil copias de media de cada una de sus más que recomendables entregas); sin embargo, nos encontramos ante una de esas artesanas que, entrega a entrega, engrandecen el género.

Han pasado ya más de 30 años desde que inició la serie con “A is for Alibi” (1982) (“A de adulterio”) hasta la última entrega “W is for Wasted” (2013), aún no traducida al español (tendrán que ser ocurrentes en esta ocasión los traductores) y el resultado medio de la serie (sin haberlos leído todos aún) se puede decir que es bastante por encima de la media, consiguiendo por momentos la excelencia;  como en la magnífica “N de nudo”, una verdadera joya del género policíaco donde importaba tanto la bien hilada trama como la presentación del pueblo y sus habitantes como parte integrante de la acción, aderezado además con tensión a raudales; en conclusión, una novela imprescindible para leer y disfrutar.

Contrario a lo que citan la mayoría de medios, en este “Kinsey… y yo” se recogen tres facetas muy distintas de la escritora norteamericana; en sus nueve historias cortas de detectives encontramos su cara más conocida, con Kinsey Millhone, su detective, afrontando pequeños artefactos de relojería perfectamente medidos, como dice la introducción a estos relatos:

“Los relatos cortos de intriga constituyen auténticos prodigios de inventiva. El escritor trabaja sobre un pequeño lienzo, perfilando las palabras con un pincel finísimo. En unas veinte páginas manuscritas debe establecer la acreditación y la personalidad del detective (en este caso Kinsey Millhone), así como el escenario y el período en que transcurre la acción. Normalmente se comete un asesinato, o alguien desaparece y su desaparición resulta alarmante. Delitos menores como los distintos tipos de robo, la malversación de fondos o el fraude pueden proporcionar la chispa que desencadena el argumento, pero, por lo general, el asesinato es el pegamento que mantiene todas las piezas en su sitio.”

Si normalmente resulta complicado realizar una trama detectivesca, en estas pequeñas muestras tiene que conseguir realizar, con la dificultad de la que hablaba en el párrafo anterior, lo mismo en pocas páginas y, además, no resultar repetitiva. No solo lo consigue, sino que los relatos se convierten en magníficos pequeños prodigios con un ingenio fuera de lo común. Grafton consigue dignificar y ensalzar un género que sigue luchando contra el resto, que vivió sus mejores momentos en el siglo pasado gracias al “Detection Club” y que, en la actualidad, se ha visto relejado a un contexto más residual por el auge de la novela negra más hardboiled y la más cercana a lo social. La novela de detectives no pasará nunca de moda mientras haya escritoras como ella.

La segunda faceta es menos conocida por estos lares y tiene que ver con sus opiniones, a modo de ensayo, reflejadas en aquel que divide las dos partes diferenciadas del libro. En el ensayo “Ojo por ojo: justicia, moralidad, la naturaleza del detective privado duro y cínico y todos esos temas existenciales”  Sue Grafton nos demuestra su sensibilidad e inteligencia, primero hablando de sus fuentes, aquellos escritores que le hicieron aficionarse:

“En este ambiente de conciencia agudizada y suspensora  provocado por los escarabajos fui pasando de Nancy Drew  a Agatha Christie, hasta llegar a la sensibilidad pagana de “Yo, el jurado”. De Mickey Spillane pasé a James M. Cain,y luego a Raymond Chandler, Dashiell Hammett, Ross Macdonald, Richard S. Prather y John M. Macdonald, un auténtico bautismo por inmersión en la poética del asesinato. Creo que, incluso entonces, percibí que las novelas policíacas ofrecían una mezcla perfecta de ingenio, intelecto, acción y artificio.”

Para, a continuación, ofrecer la disección de la novela políciaca actual tras compararla con lo que hizo en el pasado a través de la evolución de la figura del detective privado:

“En este ambiente de anarquía, nos vemos obligados a revitalizar y reinventar una mitología de la que podamos extraer el consuelo que antes proporcionaba la ley. Las aventuras literarias del detective privado duro y cínico continúan siendo especiales y tranquilizadoras, pero están narradas desde un enfoque distinto. En la novela negra actual, el detective privado representa la claridad y el vigor, la inmediatez de una justicia que ya no se aprecia en los tribunales, así como un antídoto a nuestra confusión y a nuestros miedos.” 

“En un país en el que la violencia esta fuera de control, el detective privado es un ejemplo de contención, orden y esperanza. Su conducta constituye la afirmación tácita de que el individuo todavía es capaz de mejorar su entorno. En las novelas policíacas, la inventiva, la persistía y la determinación prevalece . El investigador privado que antes era la proyección de nuestros vicios se ha convertido en el espejo de nuestras virtudes. El detective privado duro y cínico ha acabado representando y reforzando, más que nuestra moderación, nuestros excesos.”

La idea del detective como proyección de nuestros vicios y de nuestras virtudes resulta muy clarificadora y explica la empatía y el auge del género en la mayoría de los lectores actuales; en estas circunstancias, Grafton da un paso más en esta evolución que ella misma promueve mediante la utilización de la mujer en un papel protagonista, el de investigadora, más allá de la simple comparsa que representaba en los inicios de la novela negra:

“La novela negra continúa ofreciéndonos la clásica pugna entre el bien y el mal librada en el contexto de nuestras interacciones sociales, pero ahora nuestro héroe puede ser también una heroína, mientras que sus talentosos creadores pertenecen a los dos sexos.

La mujer ha pasado de asumir el papel de femme fatale a desempeñar el de protagonista, y ya no se ve relegada a interpretar el papel de vampiresa, traidora o secretaria leal.”

Ensayo corto, lúcido y bastante olvidado por lo que estoy viendo en la mayoría de reseñas y que sin embargo nos abre mucho los ojos ante la situación que estamos viviendo de una manera bastante clarividente.

La tercera parte (…y yo) nos guarda una sorpresa, Kit Blue, la protagonista, alter ego más joven de la propia Grafton, nos relata las experiencias vividas tras la muerte de su madre.

Y es una sorpresa porque asistimos sobrecogidos a su punto de vista más personal ante la vida y en particular de su relación con su familia en general y de su madre en particular, no exagero si podemos decir que Sue desnuda su alma de tal manera que casi podemos decir que la conocemos en persona, íntimamente, dolorosamente:

“El cigarrillo de su madre se apagó, pero la mano permaneció allí, reposando sobre el borde de la mesa mientras su madre se adormilaba. Su respiración se hizo más lenta hasta que Kit, que seguía observándola, se preguntó si iba a morir así, tendida en el sofá a la hora más fresca del día. Quizá los alcohólicos se morían porque permanecían porque no se despertaban, o porque permanecían tumbados demasiado tiempo. Kit la odiaba, con una mezcla de resignación, paciencia y sometimiento. Kit se sentaba junto a su madre, le hablaba y le hacía tostadas o una taza de te y, todo el tiempo se sentía como un médico de la antigüedad que atiende a algún ser agonizante una mujer zombi o un esqueleto. ¿Cómo podía ella querer a una persona que ni siquiera estaba viva?”

Sinceridad es la que demuestra; dolor es el que sentimos al leer sus testimonios en primera persona que reflejan una época tan difícil y que nos traen la prosa más cargada de lirismo para poder reflejar precisamente los sentimientos vividos.

Estamos de enhorabuena, los que conocíamos a Sue Grafton a través de su “Alfabeto del Crimen” sabíamos que era inteligente, ahora podemos decir que es analítica y sobre todo, una persona como nosotros, el dolor de su pérdida la ha humanizado y la hace aún más cercana.

Los textos vienen de los traducción del inglés de Victoria Ordóñez Diví para la obra “Kinsey y yo” de Sue Grafton para Tusquets.

“Mentiré si es necesario” de Daniel Ausente. La nostalgia como eje narrativo

MentiréNostalgia, la  nostalgia nos trae tantos recuerdos; pero, ¿qué significa en realidad esta palabra? Acudamos a nuestra rae que siempre es la mejor opción en estos casos.

nostalgia.

(Del gr. νόστος, regreso, y -algia).

1. f. Pena de verse ausente de la patria o de los deudos o amigos.

2. f. Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida.

La segunda acepción es, quizá, la más extendida actualmente a casi cualquier ámbito; impregna prácticamente cada momento de nuestra vida y se acrecienta su influencia con el tiempo. La máxima “cualquier tiempo pasado fue mejor” se hace demasiado patente resultando en una pérdida de objetividad; la nostalgia suele convertirse en elemento “nulificador” del raciocinio. Si habitualmente tenemos elementos que subjetivizan nuestros actos, cuando la nostalgia aparece, estos elementos se exacerban y nos llevan a la falta de criterio. Lo podemos observar claramente con “lo ochentero” que varias cadenas de radio utilizan en su programación de forma continuada aprovechándose de los oyentes que sienten que todo lo que vivieron en aquella época era dichoso porque lo vivieron ellos.

En el caso de la literatura es aún más difícil sustraerse de esta influencia; sobre todo cuando hablamos de relatos que narran acciones acontecidas en el pasado, más si se trata de historias de formación; inevitablemente, el discurso puede abusar de elementos nostálgicos, que suelen desencadenar relatos ñoños, buscando las lágrimas fáciles y las emotividades a flor de piel. No me voy a dedicar a hablar sobre los relatos que caen en la facilidad de este discurso (hay ejemplos innumerables), sino en aquellos que intentan salirse de estos lugares comunes y presentar el pasado de una manera diferente, más arriesgada, o, sencillamente diferente a la habitual.

Recuerdo precisamente a Julian Barnes en su fantástica novela “The sense of an ending” donde ya comenté que Barnes escapaba de la trampa y subrayaba, precisamente, cómo las emociones que se creen vivir en esos momentos suelen desencadenar este sentimiento cuando careces de ellas.

Daniel Ausente es el creador del Blog Ausente uno de los mejores blogs de cultura popular que conozco, de visita obligatoria; pero no se conforma con esto, sino que escribe en varios sitios, uno de ellos: el Butano Popular se ha lanzado hacia la autoedición recopilando textos suyos y de otros tres colaboradores habituales. “Mentiré si es necesario” es el resultado de esta iniciativa y constituye, por derecho propio, un ejemplo maravilloso de escribir sobre el pasado sin dejarse caer en la nostalgia fácil y, al mismo tiempo, ser emocionante y, por momentos, aunque parezca incongruente por el tipo de narración, heroico.

Heredero de los Pérez Andújar o González Ledesma, retratadores magníficos de los barrios de Barcelona; Daniel se revela como una voz única y distinta de un pasado vivido en primera persona. Estamos ante un Bildungsroman muy particular, un coming of age de lo trash donde su formación como persona se entrelaza de manera casi indistinguible con su formación cultural pop.

“Lo explica mi abuelo durante la comida. Comidas pantagruélicas que él y mis tíos llaman un bon tiberi y que conforman mi educación tanto o más que los tebeos de Bruguera, la televisión de Lazarov o los cuadernos Total de caligrafía.”

En el siguiente texto refleja uno de esos momentos pasados, esas luchas que vivió en sus carnes y cómo, de una manera sencilla, se lamenta de algo que ya no ocurre; esa última frase muestra su malestar ante el avance del progreso pero consigue expresarlo de una manera, parece mentira, objetiva. Sin vanos efectos lacrimógenos.

“Recuerdo que al salir de los Toy Dolls, en el viejo Zeleste, había una batalla campal entre punkis y skins fachas. Una punki bajita y culona iba repartiendo piedras que llevaba en una caja. Luego hubo cargas policiales y carreras por el Borne. Donde hoy hay una diseñadora vendiendo anillos para pulgares guiris antes había una punki con munición. Podemos llamarlo progreso.”

No cae en la tentación de ser un “abuelo cebolleta” a la hora de relatar los eventos pasados; no hay nada heroico en su supervivencia, sino inconsciencia e incluso eurte; su relato está cargado de una sinceridad que (eso sí) tinta todas sus emociones; no duda en reconocer sus problemas y de esta manera consigue ser maravillosamente épico. Consigue que un relato de hechos pasados, quizá, consciente o inconscientemente, se vuelva heroico por momentos.

“He perdido muchos rastros. Busco nombres en las redes sociales y nos los encuentro. A muchos los perdí en los aledaños de la Plaza Real, comprando papelinas a príncipes africanos. Me sabe mal por las chicas. Algunas eran muy guapas aunque veía cómo sus tetas se iban escuchimizando. Yo en cambio sigo aquí. Mi instinto de supervivencia funcionó a pleno rendimiento. Tuve suerte o fui cabal en pleno apocalipsis. Creo que la clave es que mis amigos se ponían a vomitar tras el chute y luego no había manera de correrse una juerga demente con ellos.

Tuve suerte, sí, porque si hubiera dicho que sí solo una vez hoy no estaría aquí. Por mi adn corre el gen de la adicción y vengo de una familia de alcohólicos. Pero mi decisión no tuvo nada de heroico y mucho de inconsciente. Ellos se bombeaban opiáceos en vena mientras yo trazaba rayas de speed con una tarjeta de crédito. Dinámicas tóxicas irreconciliables. No necesitaba dormir mi cerebro sino excitarlo más.”

Una hipótesis futura, la pregunta a su madre, nos lleva al final de su historia, una historia de supervivencia. Ni más ni menos.

“Pero aun así, siempre notaré que me falta una pieza, que el puzzle no encaja. Un día le preguntaré a mi madre.

-Oye, mamá, en la historia del avi en la Guerra Civil hay algo que no entiendo. Se dedicaba a proyectar películas de propaganda republicana y se iba de juerga con los rusos, pero luego no le pasó nada y enseguida le fueron muy bien las cosas.

Mi madre me mirará en silencio un rato.

-Mira, lo que hizo tu abuelo fue lo que harías tú: sobrevivir como fuera.”

Podría acabar así este comentario a esta obra necesaria, pero, por afinidad me gustaría terminar con ese momento en el que descubre el terror, a los seis años y sabe que será su compañero para siempre:

“Tengo seis años y en la soledad de mi habitación invoco demonios, recito conjuros y realizo un sortilegio que emana de mi interior, que es innato porque nadie me lo ha enseñado. Una fórmula inconfesable que incluye sangre, carne y agujas afiladas. Abrazo el horror y ay, nunca más volveré a tener miedo.”

Qué placer inmenso imbuirnos en tu prosa Daniel.

“Brokeback Mountain”: mucho ruido y pocas nueces

El segundo de los estrenos mundiales de Mortier (y el último) guarda muchas similitudes con el anterior que pudimos escuchar el año pasado, el “The perfect American”de Philip Glass; los dos son autores norteamericanos, uno de más renombre internacional, ya que Charles Wuorinen es más conocido en EE. UU. que en la escena europea; los dos tratan temas que, a priori traen polémica: si en el segundo se trataba de desmitificar la figura de Disney, en el primero el amor homosexual de los vaqueros, que llevó al cine magníficamente Ang Lee con el tristemente fallecido Heath Ledger y Jake Glyllenhal como pareja protagonista; los dos se nos han vendido como posible estupendas partituras que, finalmente, resultan en mediocres propuestas; y vuelvo a la palabra polémica, ya que, cada estreno del señor que conocemos (también en repertorio clásico) utiliza hasta la saciedad cualquier elemento que lleve a ese posible rechazo por una parte del público y lo publicita descaradamente.

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Solo teníamos que ver la rueda de prensa donde se llegó a comparar, bastante desafortunadamente,  la música y el sentido de la obra con el “Tristan und Isolde” del grandísimo Wagner. Más allá de la imposibilidad de encontrar el amor en vida y la frustración al no encontrarlo, que cada una de las obras trata a su manera, la música de Wuorinen está ciertamente a años luz del alemán, tanto en genio como en emoción. Esta sistemática explotación de lo potencialmente escandaloso, ha causadoen esta ocasión, una nueva avalancha crítica mundial que esperaba que el público del Teatro Real, tan conservador, liara un escándalo en directo; la sorpresa para Mortier y su séquito es que no ha sido así, los que no querían a priori verla por el tema tratado no han ido, el día que fui yo había muchos huecos (solo comparables a los que vi en la de Rihm este mismo año); los que no disfrutaban con ella se fueron en mitad de la representación, independientemente de que fuera continua; y los que se quedaron, educadamente,  apreciaron y respetaron lo que estaban viendo.

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¿Podemos hablar de éxito entonces como ha aparecido en varios medios? Sinceramente, es un éxito de prensa, que nos ha servido la música de Wuorinen a bombo y platillo y en bandeja de plata; se ha conseguido el éxito a nivel mundial pero los abonados están esperando el cambio de temporada como agua de mayo. Yendo ya a la música de la obra, lo único común con la de Wagner era en el uso de leitmotifs, tanto para los vaqueros como para la montaña (Brokeback Mountain) , un juego de notas graves tremendamente sobrecogedor que actúa como hilo conductor de la evolución de los dos personajes según avanzan los años:  la elocuencia del tenor Jack ante lo implícito del discurso musical del bajo Ennis, prácticamente un recitado hasta que llega a su parte final; hay ciertos guiños entre el dodecafonismo a la tradición operística, como algunos números de dúos o incluso un número de coro; pero el conjunto resulta más o menos árido para el común espectador y los pocos momentos líricos no consiguen que se produzca la empatía necesaria en un conjunto que adolece de fuerza y que deja bastante frío en general musicalmente.

En cuanto a la escena ideada por Ivo von Hoave, es muy acorde con la historia que se está contando y resalta los buenos textos de Annie Proulx sobre su propia obra; desde el minimalismo inicial y final donde solo vemos un vídeo con la proyección de una montaña (Brokeback Mountain) y que reflejan la soledad de los dos vaqueros y de su amor, hasta los momentos entre medias, donde hay mobiliario y asistimos a una típica historia de amores y desamores con la presencia del resto de personajes. No es que sobresalga especialmente todo lo utilizado pero no molesta y está totalmente en consonancia con lo contado.

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En este panorama resulta vivificante encontrarse la batuta de Titus Engel que saca posiblemente todo lo que se podría sacar a la partitura, desde los bellísimos graves para describir el motivo de la montaña al comienzo, somos conscientes de lo impecable de su idea; la precisión de sus gestos ayuda a resaltar los contrastes musicales y matizar al máximo el discurso musical; deja que la música fluya en su medida y que los verdaderos protagonistas, Ennis y Jack nos describan lo irresoluble de su amor.
Con esto llegamos al papel de Daniel Okulitch como Ennis del Mar y Tom Randel como Jack;  espléndida la labor de los dos a nivel artístico y musical; la voz de tenor de Randel transmite a la perfección la jovialidad de Jack Twist, alternando entre recitados y buenos momentos líricos su voz se adapta sin problemas a la extensión de la partitura y resulta fresca en este contexto; el contraste viene con su compañero el barítono-bajo Ennis del Mar que resulta introspectivo en su actuación y que va evolucionando según lo hace su amor hasta ese final donde se convierte en el verdadero sostén, con un monólogo cargado de emoción que le convierte en el verdadero triunfador; su voz tiene algún problema para las notas graves pero sube con entereza y proyecta muy bien los agudos, que resultan bastante bellos. Muy interesantes las voces de Heather Buck en el papel de la atormentada Alma, y de Hannah Esther Minutillo en el de la mujer de Jack; sus voces son ciertamente lo necesario para estos papeles de corto recorrido y endiablados saltos tonales;  Ethan Herschenfeld en el papel de Aguirre no tuvo prácticamente dificultades para representar su parte;  buena voz la de Ryan McPherson para hacer el padre de Jack, una voz que no reflejaba para nada la flojedad aparente; buenos, aunque cortos, los de Henschel en el papel de la madre de Jack; del resto poco que destacar en sus apariciones breves, no desentonaron, pero nada más se puede sacar de sus papeles. El coro, en su único número, lo solventó sin artificios.

Representación plausible la de este estreno de Charles Wuorinen; con más sombras que luces pero que, sin embargo, no causa rechazo sino, más bien, frialdad colectiva.

Publicado inicialmente en la web de Ópera world (aquí)

Las primeras lecturas del 2014

Nuevo año, nuevas lecturas; estamos ante al primer balance de lo que llevo leído, tengo que reconocer que he empezado con muchas ganas y el mes de enero se ha compuesto, principalmente de lecturas atrasadas, regalos de reyes  y una única novedad de comienzo de año, en febrero habrá muchas más novedades, alternadas posiblemente con lecturas de mi proyecto. En cuanto al resumen de lecturas allá va (en la mayoría hay reseña o comentario en Goodreads que enlazo):

“La infancia de Jesús” de J. M. Coetzee, el premio Nobel siempre es interesante hasta cuando se atreve a hacer una dixtopía que desestabiliza a la mayoría de los lectores.  Joyce Carol Oates me ayuda con sus comentarios en su reseña.

“El exterminio” de Jim Thompson, uno de los más grandes de novela negra, que en cada una de sus muestras supo demostrarnos lo duro que es vivir.

“Collected short stories ” (Vol 1) de William Somerset Maughan, exquisita lectura en inglés con sus primeros cuentos, pequeñas delicias que se caracterizan por su elegancia y precisión. Un maestro del relato breve.

“Del color de la leche” de Nell Leyshon, una novela de las que se dicen que “nacen para desgarrarte en tu interior”, un relato sobre la dificultad del papel de la mujer en la sociedad patriarcal.

“La noche más oscura” (Omnibus) de Geoff Johns e Ivan Reiss entre otros, más de quinientas páginas que resumen uno de esos crossovers interminables de DC  y que entretiene lo necesario.

“Operación Dulce” de Ian McEwan, incursión del escritor inglés en la novela de género con mucho humor, ironía y metaliteratura.

“Contrato de Dios y otras historias de Nueva York” de Will Eisner, buena muestra de por qué es considerado el padre del arte secuencial.

“Imperios del Mar” de Roger Crowley, otra obra maestra en la colección de Ático de los libros de historia. En este caso para relatar la batalla del mediterráneo con los turcos. Épico.

“Mr. Paradise” de Elmore Leonard, buena muestra del saber hacer de uno de los más grandes la novela negra que nos dejó el año pasado.

“The stench of Honolulu” de Jack Handey, el Golden Sark de este año, es una manera divertidísima de pasar el rato con una novela de aventuras altamente irreverente.

“Yibuti” de Elmore Leonard, aunque parezca mentira, Leonard también se dedicó a hacer thrillers como este.

“El sombrero del cura” de Emilio de Marchi, uno de los precursores del Giallo italiano, novela de gran expresividad y con ecos de gran literatura.

“Cuentos macabros” de Edgar Allan Poe con ilustraciones de Benjamin Lacombe, los cuentos del gran autor norteamericano ensalzados por las ilustraciones preciosistas de Lacombe, aunque parezca mentira funciona bastante bien.

“1914: de la paz a la guerra” de Margaret MacMillan, no hay mejor forma de describir los momentos anteriores a la gran guerra. MacMillan conforma una obra que se vuelve imprescindible en su elocuencia.

“Sherlock Holmes contra Houdini” con textos de Arthur Conan Doyle y Harry Houdini, la primera novedad del año es una novela inclasificable y encantadora, la historia del espiritismo a través de uno de sus grandes defensores y uno de sus mayores detractores; fotos increíbles, ilustraciones deleznables y un sinfín de curiosidades en una novela más que peculiar a medio camino del ensayo.

Las últimas adquisiciones dan pistas sobre lo que voy a leer a continuación…. algo de esto va a caer en febrero seguramente:

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O de esto, algunas novedades en inglés:

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 El caso es que febrero tiene buena pinta. Veremos cómo resulta.

Elmore Leonard: el último grande de la novela negra

Mucho había yo demorado un pequeño post para recordar a Elmore Leonard, el último grande de la novela negra que nos dejó en el 2013. Leonard, a pesar de su merecidísima fama fuera de España, no gozó de ese éxito por aquí. Quizá la forma de publicarlo, errática, sin seleccionar todo lo bueno que tiene, dejando para otros momentos sus obras menos redondas, ha lastrado esto. No tiene lógica que otros autores, medianías sin dudarlo, sin embargo, vendan mucho y nos olvidemos de él.

Para recordarle qué mejor que hacerlo a través de sus obras, afortunadamente me faltan bastante por conocer que me están esperando y que aguardo con impaciencia. Por ahora voy a comentar dos de las últimas, que no tienen que ver por cierto con “Raylan” y la serie de TV basada en ella “Justified” por la que, ahora mismo, estaba siendo bastante popular, al menos en EEUU.

yibuti-9788420679907La primera obra que traigo es ciertamente curiosa, es la última que ha publicado Alianza, “Yibuti” es un thriller en toda regla y está bastante alejado de sus típicas novelas negras, más hardboiled o de las últimas de vaqueros, como “Raylan”; este Leonard está más cerca de las novelas de Preston y Child, lo que no es forzosamente malo, teniendo en cuenta que las novelas de estos son paradigmáticas y excepcionales en lo suyo.

La protagonista de “Yibuti” es una directora de cine y de cortometrajes que busca la fama mediante la búsqueda de unos verdaderos piratas del mar con los que quiere hablar y llevarlos a la gran pantalla:

“-Así que te interesan los piratas que saquean a los que surcan sus aguas ¿eh?

-No me importaría hablar con ellos.

-Han perseguido unos cien barcos, y han secuestrado alrededor de cuarenta. Se llevan el dinero de la caja fuerte y todo lo que quieren de la cocina. O se llevan el barco a Eyl y exigen un rescate. Piden un par de millones por un mercante griego, y los consiguen”

A pesar de la elección femenina como protagonista principal, en boca de un rico playboy expone sus opiniones de ellas a través de su forma de elegirlas:

“Primero paso cuarenta y ocho horas con ella. En dos días descubres todo lo que hay que saber. Algunas parecen inteligentes, pero se les nota que tienen que esforzarse para hablar con propiedad. Dicen al lado mío en vez  de a mi lado, y no tienen criterio para elegir los libros que leen, eso si es que leen. No quiero parecer cruel, pero en el mar se lee mucho, se habla de libros.”

Poco a poco se irá dando cuenta la protagonista de que no todo era tan sencillo e inofensivo como parecía, sobre todo a raíz de la aparición de los musulmanes, especialmente de Al Qaeda:

-“Yo creo que Harry es de los buenos, si es que hay buenos en esta historia.

-Eso mismo le dije yo a Billy cuando nos fuimos del club. Y me contestó: “imposible saber quiénes son los buenos y quiénes son los malos en este puto mundo mahometano”

Los cliffhangers se empiezan a suceder en cada capítulo, los capítulos son cortos, electrizantes, para que no dejes de leer y pases páginas a toda velocidad, en medio de todo este trepidar, siempre hay un hueco para un oasis… como su opinión de la grandísima Naomi Watts:

“-Naomi se te puede parecer. Nunca sobreactúa. ¿La viste en Happy time? No puedes dejar de mirarla.

-Se pasa la mitad de la película en bragas.

-Aunque hiciera de monja, no podrías dejar de mirarla.”

Estas pequeñas cosas, este buen humor, es parte de su sello único. De ahí hasta el final todo se acelera , hasta el último capítulo, donde  se desencadena el último acto. Desde luego hasta el último minuto no sabes cómo va a acabar. No es una mala obra pero tenemos mejores muestras de su talento inimitable.

LB00204501_MR_PARADISELa segunda novela, “Mr Paradise”, no tiene nada que ver con la anterior, aquí sí que nos encontramos lo apasionante de lo sórdido y una excelente trama policíaca; su protagonista es el típico personaje muy alejado de lo habitual y que se vuelve el eje de la obra a pesar de su temprana muerte:

“Mr Paradise se iba encogiendo con los años, se volvía más frágil; solo un par de mechones de pelo blanco, estirados y aplastados, le cubrían el cráneo. Estaba viendo el final de la ruleta de la suerte, el momento en que Pat Sajak y Vanna White sudaban la gota gorda para prolongar la conversación hasta los últimos segundos.”

El complot para asesinarle tiene una inocente inconsciente, Kelly Barr, que sobrevivirá y se convertirá  en el primer vértice de un triángulo que no puede traer nada bueno; la segunda pata  es el policía Frank Delsa que es el típico policía incorruptible que se enamorará irremediablemente de nuestra inocente víctima:

 “Faltaba todavía una hora y media para volver a verla, aunque ya la había visto esa mañana en su despacho, fumando su Slim, y después le había quitado las botas y había respondido a sus preguntas sobre la reciprocidad, mirándola y deseando acariciar su cara. Echaba de menos a Maureen, la quería, se sentía triste, pero a veces podía mirar a una mujer y preguntarse si tal vez aunque no a muchas, y desde luego a ninguna como había mirado a Kelly Barr y había deseado tocarla. Tocarla… ¡comérsela entera!”

El cerebro y perpetrador del crimen será el incomprendido Montez Taylor que es el que se encarga de organizar todo para conseguir salir de una vida con la que, desde luego no está satisfecho:

 “-A los diecisiete años. Montez Taylor fue procesado por agresión con agravante y condenado a dos años en Jackson, como si ya fuese mayor de edad eso cambió su vida. Montez hizo contactos en prisión y al salir empezó a vender drogas. Se convierte en una celebridad, una estrella del gueto, y antes de cumplir los veinte empieza a manejar cantidades de seis cifras. Es engreído, brillante, cubre a sus chicas de joyas y tiene un coche con llantas enormes y el mejor equipo de música. Empiezan a llamarlo Jeta. Tiene jeta para hacer lo que le da la gana. Y cuenta con un abogado criminalista que conoce bien su oficio, uno de esos de Clinton street que consigue buenos tratos, y obtiene la condicional para Montez a cambio de esto o lo otro.”

Con estos tres protagonistas, con una trama fabulosa que solo se resuelve en su parte final y con todo el reflejo de los bajos fondos, cargado con mucho buen humor negro tenemos una de esas novelas fantásticas que constituyen en sí una muestra de la forma en que Leonard lo bordaba. Uno de esos grandes que con su grandeza dignificaron un género en mayúsculas, el de las novelas policíacas, no perdáis la ocasión de descubrirlo.

Los textos vienen de la traducción del inglés de Catalina Martín Muñoz de “Mr Paradise” y de “Yibuti”  de Elmore Leonard para Alianza.

“El sombrero del cura” de Emilio de Marchi

El sombrero del curaHablando un día con mi librero sobre el tema, comentábamos la labor de la nueva editorial Ginger Ape Books & Films; es interesante por el tipo de catálogo que han escogido, ya que, podríamos decir que seguiría la más firme tradición de la editorial Valdemar colmando un poco a ese pequeño grupo de lectores que son, además, bastante fieles a sus ediciones. Ya comenté lo interesante de su propuesta en este “Los forajidos del Missisipí” de Allan Pinkerton y hoy vengo con el que fue el primer libro que sacaron y que resume a la perfección su carta de presentación.

“El sombrero del cura” del italiano Emilio de Marchi fue publicado por entregas en 1887 y como volumen único en 1888, y es considerado el punto de partida del conocido y explotado giallo italiano. Emilio de Marchi (1851-1901) es un autor muy particular y en esta novela nos presenta uno de esos personajes difícil de olvidar, el amoral barón Carlo Coroliano de Santafusca; descrito en sus primeras páginas con todo lujo de detalles que conforman, especialmente en lo psicológico, sus características, nos podemos hacer una idea clarísima de ante quién nos encontramos:

“El barón Carlo Coroliano de Santafusca no creía en Dios y menos aún en el diablo; y por más que buen napolitano, tampoco en las brujas o en el mal de ojo.

A los veinte años quiso hacerse fraile, pero topó con un cultivado científico francés, un tal doctor Panterre, perseguido por el gobierno de Napoleón III por difundir ideas materialistas y anarquistas, y con la fantasía tumultuosa y violenta que es propia de los meridionales, quedó  prendado de las doctrinas de aquel extraño conspirador, que tenía, por todo lo demás, una curiosa cabeza, toda hueso, con dos grandes ojos de halcón; en resumen, un terrible seductor.

Por aquellos años, el barón leía muchos libros y tomaba con toda seriedad la ciencia: pero no hubiese sido él si por amor a la ciencia hubiese renunciado a las bellas mujeres, al juego, al buen vino del Vesubio y a sus queridos amigos. El libertino tomó las manos del fraile y del nihilista, y de la fusión de estos tres hombres surgió el barón único en su género, gran jugador, gran fumador, blasfemo a los ojos del Eterno. Nada, y al mismo tiempo, amable camarada, ídolo de las mujeres, valiente como un negro y, ciertas noches, fantasioso como un brahmán.”

Narrada desde un punto de vista omnisciente, el barón tiene ecos de su descripción psicológica y su posterior tormento de remordimientos que nos recuerdan a la caracterización del Raskolnikov de “Crimen y Castigo” de Dostoievski.

“El barón estaba por encima de los prejuicios. Si con la muerte hubiese creído cometer un delito contra la naturaleza o contra un superior directo o inmediato, nunca lo hubiese consumado, aunque solo fuera por vivir en paz y guardar un cierto sentido de la dignidad y el decoro.”

El barón no dudará en intentar cambiar su destino cometiendo un asesinato para lograrlo; lo que empieza como algo sencillo tendrá muchas más implicaciones de las que espera posteriormemente:

“Sin embargo, empezaba a notar que era más fácil acabar con un hombre que con una aflicción.

No podía resignarse a vivir así, minuto a minuto, como un reloj. Necesitaba dar a su vida una buena sacudida y hacer caer para siempre las hojas secas.”

Especialmente claros son los ecos de buena literatura que se destellan en cada momento  y que De Marchi utiliza sin reparos pero con buen gusto, al uso de lo psicológico que aludía anteriormente se le suma la influencia del “Macbeth” shakesperiano:

“Era terriblemente grotesco que un hombre como él tuviese que sufrir tanto por culpa de un sombrero. ¡Ni que fuera Macbeth!”

El sombrero, se convierte, en el “corazón delator” del escritor italiano, en el catalizador de la culpa del protagonista, en lo que desembocará su previsible confesión final. Poe está más cerca que nunca en esta obra y para todos los que amamos su obra nos congratula aún más. La vida del barón está lleno de sinsabores y el estilo inigualable de De Marchi, preciosista en su desesperación compone una obra deliciosa desde cualquier punto de vista:

“Vino y sangre no era el título de una novela, sino la horrible y verdadera historia de su vida. Una historia que amenazaba con no terminar nunca. Era un castigo, un espanto, un tormento insoportable sentir que alguien lo acosaba, le pisaba los talones; y no poder parar a ese fantasma, no poder hacerse una idea de lo que realmente sucedía.”

Dos maravillas llevo ya de la editorial. Habrá que seguirla pero MUY de cerca.

Los textos vienen de la traducción del italiano de Rubén López Conde de “El sombrero del cura” de Emilio de Marchi en la editorial Ginger Ape Books & Films