Patricio Pron: dos facetas del mismo autor. La controversia de una opinión.

nosotroscaminamosEsta reseña sobre dos obras del argentino Patricio Pron puede resultar incoherente en sí misma, incluso contraproducente para el mismo autor. Coincide que el joven escritor acaba de ver publicadas dos obras de carácter muy diferente y que nos revelan dos facetas de su creación artística; además, las dos obras han sido publicadas por editoriales diferentes y con motivos distintos. Ciertamente, ambas me han producido sentimientos encontrados que pasaré a describir.

“Nosotros caminamos en sueños” (publicada dentro de Penguin Random House Mondadori) nos trae al Pron novelista dedicándose a lo ficcional; se trata de una sátira posiblemente relacionada con la guerra de las Malvinas, pero extrapolable por extensión a cualquier guerra. Y esto es así porque, más allá de lo geográfico, todo lo que va apareciendo lleva un hilo conductor detrás subyacente:

“Quisiera presentar una queja, señor”. “Yo también lo haría si fuera usted –respondió el Capitán Mayor observándolo, y preguntó-: ¿De qué se trata?” “Quisiera dejar constancia de mi desacuerdo con esta guerra, señor”, dijo Zinovy Rozhestvensky. “¿Por qué soldado?”, quiso saber el Capitán Mayor. “¡Porque es peligrosa, señor!” Usan armas de verdad, no de juguete. Quizá hasta usen también tanques y aviones. ¡Alguien puede ser lastimado! Mejor nos marchamos de aquí de inmediato”, propuso. “¡Pero si no ha estado en la guerra ni un día!, dijo el Capitán Mayor. “¡Un día es más que suficiente! ¡Mejor me voy antes de que me maten!”

Me ha sorprendido gratamente la vena humorística del autor, no voy a negar que en ciertos momentos, por lo absurdo de las situaciones planteadas me arrancó la sonrisa; el problema es que, para el público español, este libro traerá reminiscencias de los monólogos del humorista Gila, no sé si el autor lo intentó conscientemente o ha salido involuntariamente pero, más de uno y de dos, recordarán al humorista:

“¿Quieres decir que solo actuaremos como personas responsables y ganaremos la guerra si continuamos bombardeándolos?”, pregunté. “En principio sí –me respondió-, pero no es que los bombardeemos a ellos sino que ellos nos bombardean a nosotros y no es que así ganemos la guerra sino que ellos la pierden y no es que así actuemos responsablemente sino solo de forma de no ser considerados irresponsables”, dijo. Una vez más, me pregunté si Morin solo quería confundirme con algún oscuro propósito, o si también él estaba confundido”

No pierde la oportunidad Patricio de utilizar el texto como reflexión del oficio periodístico y de las injerencias del Estado en la libertad de prensa, un tema siempre actual, nos encontremos en la época que nos encontremos.

“¿Qué te ha parecido?”, preguntó Morin. “Una basura: tú sabes que no fue así cómo sucedió”, respondí. “Verás, El Nuevo Periodista solo escribe lo que le piden”, le defendió Morin. “¿Sólo escribe lo que le piden? Lo dices con toda naturalidad, como si dijeses: “El Nuevo Periodista pesca con mosca”. “Es que El Nuevo Periodista no pesca con mosca: solo escribe lo que le piden. Eso es lo que te estoy diciendo”, insistió Morin.”

Lo que no nos puede hacer olvidar el leit motif, el alegato antibelicista, el sinsentido de la guerra:

“Me pareció una objeción razonable y no puse reparos, pero luego pensé que aún había una pregunta por hacer. “¿Quién se beneficia con todo esto?” pregunté. “Nosotros”, respondió Morin rápidamente. “¿Quiénes somos nosotros?”, volví a preguntar, y tuve la impresión de que me había pasado toda la guerra haciéndome esa pregunta.”

A pesar de que, en mi caso no resulte tan estimulante, por el uso de los lugares comunes que ya han visitado tantos autores antes que él y porque, no nos engañemos, no me seduce la forma de expresarlo; tengo que reconocer que esta obra es más fácil de recomendar a un lector común; Pron utiliza muchas referencias literarias pero lo hace de una manera lo suficientemente sutil para no agobiar ni entorpecer la historia.

el-libro-tachado-9788415832287Muy diferente es, sin embargo, la segunda obra: “El libro tachado”, publicado por Turner. El Pron ensayista es considerablemente más interesante para un servidor por mi bagaje personal, aunque, desde luego, estimo que lo que trata el argentino puede resultar poco amigable para el lector habitual; la profusión de notas al estilo del inimitable David Foster Wallace, la multirreferencialidad y el uso de conceptos que conllevan una cierta reflexión y significados ambiguos son caballos de batalla para la interesante aunque dificultosa narración.

En parte de la sinopsis editorial encontramos latente la ambición del autor:

“Y hace falta reflexionar a fondo sobre el futuro de la literatura, y sobre lo que nos enseñan los libros que no tenemos en la estantería: los censurados, tachados, quemados, prohibidos. Los que no escribieron los autores silenciados, bloqueados, dementes o suicidas. Y, con perdón, los que se plagiaron, se piratearon o se robaron. Este libro tachado no pretende ser una historia de la literatura, pero es la historia que un lector no puede dejar de leer.”

Por un lado, una historia de la literatura a través de los libros que no tenemos en nuestra estantería, lo mejor del libro sin lugar a dudas, además de resultar lo más original/creativo; por otro lado, una reflexión al presente-futuro de la literatura, donde asistimos al discurso corporativo editorial, ya habitual y poco enriquecedor, que desmerece el resto de la obra.

Centrémonos en la primera parte con algunos de sus destellos, los mejores del escritor en opinión de un servidor; tomando como base a Barthes y “la muerte del autor” y a Foucault (¿Qué es el autor?), este hilo conductor es la trama que sustenta su reflexión histórica libresca; en este marco la trayectoria del Ouvroir de Littérature Potenttiele se reveló como determinante al llegar casi a definir una topografía literaria tras las consecuencias de “La muerte del autor” barthesiana:

“Con su trayectoria, el Ouvroir de Littérature Potenttiele llamó una vez más la atención sobre el hecho de que toda literatura se construye con la ayuda de procedimientos y mediante la adhesión a formas que determinan qué se puede decir y cómo, evitando así la dispersión y la proliferación que se producirían si el autor careciera de un marco. A su vez, al sistematizar las restricciones pasadas y crear otras nuevas, el OuLiPo se acercó quizá de manera involuntaria a la consecución de un objetivo largamente acariciado por algunos: el trazar un mapa topográfico de la literatura y acotar un repertorio de posibilidades que permitiera seguir escribiéndola incluso tras la “muerte del autor” y de la literatura como productora de sentido.”

La idea de los libros que han desaparecido como parte de la historia literaria nos trae ecos, en este caso de su fragilidad; de hecho la cultura, en épocas de crisis es lo que sufre más, es lo que primero se abandona:

“Todos los libros destruidos y quemados y los textos jamás escritos e incluso los ilegibles son el reverso necesario de la literatura que nuestra cultura ha preservado: le sirven de trasfondo pero también de advertencia sobre su propia fragilidad.”

Lo que nos lleva igualmente a esos autores que no han existido, y a los autores ficticios (falsificados) o incluso a aquellos que colaboran entre sí, una variante avanzada de esa “Muerte del autor”:

“Aunque lo primero que viene a la mente al pensar en escritores que no hayan existido nunca es la ingente cantidad de autores ficticios resultado de la práctica de la falsificación literaria, el hecho es que también se produce un tipo de “muerte de autor” en el momento en que cesas la colaboración. “

En el capítulo de falsificadores aparece uno de esos conceptos, el de las misery memoirs, tan en boga en la actualidad y que, posiblemente, no dejarán de estarlo nunca debido a la búsqueda empática del lector como:

“Las misery memoirs son obras literarias cuyos autores y editores promocionan y comercializan apelando a ciertas estrategias editoriales y a la inclusión de unos paratextos que inducen a los lectores a creer que se trata de relatos autobiográficos; como su nombre indica, a menudo estos textos narran historias personales terribles -abusos sexuales, drogadicción y persecución política o religiosa son tres de sus temas más recurrentes.”

A partir del capítulo dedicado a los anónimos, ya encontramos un avance de lo que comentaba al principio relacionado con la red:

“No es casual, por supuesto, que la práctica de la publicación de obras literarias de forma anónima y la publicación de pseudónimos realmente impenetrables haya desaparecido casi por completo -con la excepción de la red, donde prolifera como garantía necesaria para la práctica del insulto y de la difamación-, ya que las empresas que comercializan literatura no tienen como objeto la venta de libros sino la de autores.”

Lo curioso de este argumento es que desacredita parte de lo leído, ya que “la muerte del autor” no se ha producido más que para la crítica, de hecho, fue el desencadenante que ha servido para el desarrollo de otras perspectivas críticas posteriores. No nos engañemos, los lectores de hoy en día siguen buscando, la mayoría, autores, aunque pueda haber otras causas de elección que, evidentemente, se producen, y que no son el objetivo de este texto.

Lo que me hizo gracia es que olvide el uso de los pseudónimos como parte de estrategia comercial actualmente, solo tenemos que ver los casos de King como Richard Bachman (que cita) y el de Joanne K. Rowling (como Galbraith) o el de Banville/Benjamin Black, para enseguida centrarse en el uso de esto en las redes para difamar e insultar… procedimiento habitual de “trolls” pero desde luego no estamos ante un comportamiento general.

Esto, de todos modos, es un aperitivo ante lo que aparece en el infame “Crisis”, donde nos encontramos la habitual demonización de la red predicada por editores/editoriales  y mayorías de autores en consonancia con políticas editoriales, Pron, emparentado con Penguin Random House Mondadori, dominadora junto con Planeta de la mayoría del sector editorial español, no desentona en su discurso “progresista” con peroratas como la siguiente:

“La publicación en la red que ha sido considerablemente facilitada en los últimos tiempos mediante la popularización, la simplificación y el abaratamiento de la tecnología de diseño de páginas web y la existencia de plataformas para la creación gratuita de blogs, presenta dos tipos de problemas. El primero está relacionado con la tecnología misma, que, en primer lugar, dificulta notablemente la lectura de textos extensos –ya que estos carecen de materialidad y “desaparecen” de la vista a medida que son leídos en pantalla-; en segundo lugar, ha reducido a mínimos el tiempo que se requiere para acceder a la literatura pero no ha podido acelerar la velocidad con la que esa literatura debe ser leída, que sigue siendo baja; y, en tercer lugar, convierte en simultáneas las actividades no simultáneas de leer y opinar sobre lo que se lee, entre las cuales ya no media la reflexión. El resultado es un tipo de comunicación literaria en la red principalmente superficial, con notables y muy valiosas excepciones. El segundo de estos problemas está vinculado con el hecho de que la multiplicación de blogs y páginas webs personales en los últimos años –por lo mencionar la dispersión de los contenidos literarios en redes sociales y su reducción empobrecedora en los ciento cuarenta caracteres de una de las redes más populares del momento- ha conducido paradójicamente a la reducción de su visibilidad, así como a su pérdida de interés y atractivo, lo que queda de manifiesto, por ejemplo, en la reducción de visitas y comentarios en los blog literarios en los últimos tiempos.”

Dos focos principales tiene este discurso, el primero, el de las “limitaciones de la tecnología” para la lectura, parece que dificulta la lectura de textos largos, no ha favorecido el aumento de lectura y, infierno de los infiernos, convierte en simultáneas la opinión y la propia lectura. Tienen gracia “las limitaciones”, lo que no tiene tanta gracia es que obvie lo que la tecnología ha favorecido para el fomento de la lectura: accesibilidad de libros a través de ebook que supone ahorro en espacio y coste, compartir impresiones con otros lectores al mismo tiempo que se lee que fomenta clubes de lectura y que ayuda a que se puedan leer más obras y profundizar en ellas conjuntamente; olvida (conscientemente imagino) una dimensión social posible gracias al fomento de redes de lectura sociales que ofrece la tecnología y olvida (igualmente) que, comentar impresiones iniciales no tiene por qué ser óbice para que haya reflexión posterior sobre la obra que se está leyendo.  Pero, claro, queda mejor decir que todo lo que se hace en la red es SUPERFICIAL (con “notables y valiosas excepciones”… para no generalizar, jaja)

El segundo foco es, como no podía ser de otra manera el aumento de blogs y webs que no valen para nada y que ensombrecen los contenidos literarios que él considera rigurosos, (posiblemente su grupo de amigos, porque ya sabemos los que llevamos ya tiempo en esto, cómo se ayudan entre estos amiguetes, aunque nadie les lea por su deliberado cripticismo), y, cómo no, twitter, y su dispersión literaria. No digo que haya parte de razón en su argumento, dispersión y twitter se convierten en pleonasmo por definición natural de la red social y es cierto que hay muchos blogs que carecen de valor crítico. El problema es que estos blogs, incluso aquellos que solo digan que los libros son bonitos por la portada, tienen muchos lectores detrás, en algunos casos, como los de literatura juvenil, miles de lectores y no son despreciables; más bien, busquemos lo positivo y utilicemos lo bueno de ellos: el fomento de lectura, el juego de afinidades que se da entre blogs y lectores, te da una idea de dónde quieres ver tu libro reseñado y eso, le guste o no a Patricio, es evidente y MUY utilizable por cualquier editor con dos dedos de frente.

Más adelante, por si no nos queda claro vuelve a redundar en el segundo foco, el ninguneo de la posible “crítica” que pudiera surgir en espacios literarios ubicadas en esa diablura que es la red:

“En ese sentido, ninguno de los espacios en la red en los que se pone de manifiesto este tipo de “crítica” es interesante por sí mismo, sino sólo como síntoma de una enfermedad más general -y posiblemente más grave que la calumnia, que ya es grave -, que es la fosilización de la forma en que leíamos en el pasado y la inexistencia aún de algún tipo de alternativa.”

A lo mejor la alternativa es no anclarse en el pasado y mirar hacia delante aprovechando lo que está pasando, es inevitable y no se va a frenar, ¿no será mejor subirse al carro y aprovecharlo? ¿llevarlo a tu terreno?

Como parte de esta enfermedad, siento mucho haber hecho esta crítica que, posiblemente, no satisfaga al autor, es lo que tiene, estar involucrado en estas “odiosas” redes de internet.

Lástima esta parte final de un libro que resulta muy estimulante en sí mismo. Dos propuestas diferentes y, la verdad, que invitan a una reflexión.

También leo novelas juveniles: Proctor, Moriarty, De Sastre y Agatha

el-doctor-proctor-y-el-fin-del-mundo-o-no-9788424651671Siempre me ha gustado leer de todo, pero es bien cierto que desde que nació Alejandro tengo aún más interés en literatura infantil y juvenil. Hoy traigo una selección con recomendaciones y una no-recomendación para niños que suelen ir de diez años en adelante; bueno, excepto el de Agatha Mistery que pueden leerlo niños de menor edad, más infantil.

El primero sobre el que quiero hacer énfasis es una serie de la que me bajo por el motivo que os voy a exponer. Esperaba mucho más de la serie infantil del escritor noruego Jo Nesbo, mucho más conocido a nivel internacional por las novelas negras que protagoniza Harry Hole; sobre todo porque la serie policíaca atesora gran calidad.

El tercer libro de la saga infantil del Doctor Proctor se titula “El doctor Proctor y el fin del mundo. O no” de Jo Nesbo y vuelve a tener las feístas pero divertidas ilustraciones de Per Dybvig (aunque esta vez en blanco y negro). Ya comenté mis impresiones sobre la primera entrega por aquí  y sobre la más compacta segunda parte. Esta tercera parte, por el contrario, vuelve a las andadas y denota un mal gusto que me va  a obligarme a descolgarme de la serie.

La idea potencial es muy interesante y divertida. Darse cuenta de que llega el fin del mundo (o no) por las faltas de ortografía que se cometen es bastante educativo:

“-Y ayer mi padre dijo quería, en vez de querida. Y mi madre dijo preparao en vez de preparado y olvidao en vez de olvidado. ¿Eso no son errores de pronunciación?

-Puede ser una casualidad –dijo Tapón-. Puede que se les escapara la D. Quizá tenían un mal día, digamos.

-Pero piénsalo –insistió Lise-. ¿No te has dado cuenta de que en los últimos días todo el mundo está pronunciando mal?”

El uso de unas criaturas como los camaleones lunares como enemigo primordial también tiene su gracia.

“-Página trescientos quince –dijo, y empezó a citarla de memoria-: “Nadie sabe dónde se meten los camaleones lunares cuando están en la Tierra, pero se sabe que evitan la luz del día. Si tuvieras la mala suerte de ver un camaleón en pleno día, significaría que se está fraguando algo horrible. Algo superhorrible en verdad. Algo ultragigasupermegahorrible, para ser más exacto. O para ser absolutamente exacto del todo: el fin del mundo.”

E incluso que la música se convierta de nuevo en solución al problema no deja de tener su su aquel, sobre todo porque lo hace a través de las canciones de los Beatles:

“Y la banda de música más extraña que jamás haya tocado en un sidecar, no se hizo de rogar. Lise tocaba el clarinete, la señorita Strobe aporreaba un piano de juguete, Janne tocaba la tuba, Beatrice el saxofón, el papá comandante pulsaba una guitarra con dos cuerdas rotas, la mamá comandante tocaba un flautín, Truls y Trym el redoblante y la hermana de Tapón le atizaba al bombo mientras su madre gritaba tan alto, feo y desafinado que los turistas de la plaza, boquiabiertos, se llevaban las manos a las orejas: 

-¡Silovyuyeyeye! ¡Silovyuyeyeye!”

Si solo os hubiera puesto estos textos diríais que la crítica es positiva; sin embargo en la parte final ocurre una escena, que no pienso relatar, que denota un mal gusto brutal, y, desde luego, la carga de contenido sexual de dicha escena y sus implicaciones de fondo, no parecen los contenidos más adecuados para el público al que está dirigido. En este caso tengo que desaconsejar totalmente su lectura para niños. Un adulto lo puede leer pero tampoco es que la trama le vayaa seducir, volvemos a las simplicidades sin estar demasiado bien realizadas. Nesbo con esta serie está en modo de escritura automático, no dudo de que esté consiguiendo muchas ventas aprovechando al público dirigido pero, sin duda, no parece lo más apropiado. Una pena. Seguiremos, eso sí, la fantástica serie de Harry Hole.

Los textos provienen de la traducción del noruego por Cristina Gómez-Baggethun.

EL JOVEN MORIARTY Y LA PLANTA CARNIVORAMucho mejor, afortunadamente, es el segundo libro de Sofía Rhei que narra las aventuras del archiconocido enemigo de Sherlock  Holmes en su versión juvenil: “El joven Moriarty y la planta carnívora”, acompañado de nuevo por las buenas ilustraciones de  Alfonso Rodríguez Barrera.

Si bien no conecté con el primer libro del joven Moriarty, en este caso la historia está muy bien llevada desde el principio y empezamos a ver los rasgos maquiavélicos del joven enemigo, hay una buena caracterización del peligro potencial que devengará en el futuro:

“Siempre pasaba lo mismo. Si Arabella corregía sus errores idiomáticos, a Frau Weiss le parecía muy bien. Si era yo quien lo hacía, se ponía como una hidra. Todo el mundo nos trataba de manera muy diferente. Y no era justo. Algún día las cosas cambiarían.

Lo tenía tan claro como que mi nombre era James… James Moriarty.”

De hecho alguna introspección nos revela una cierta poesía al imaginarse los lugares más oscuros donde cometer fechorías que resulta ciertamente inquietante:

“Cerré los ojos y sonreí, imaginando lo fabulosa que podría ser esa mazmorra. Tendría las paredes de piedra cubierta de musgo y líquenes, con un montón de insectos y de ratas que me harían compañía. Yo descubriría un pasadizo secreto que conduciría a unas catacumbas abandonadas, llenas de cráneos y ratas aún más grandes, con el pelaje blanco por no haber recibido jamás la luz del sol. Y entonces oiría un goteo sospechoso, y llegaría a un río subterráneo, y entonces…

Las palabras de la señorita Godard interrumpieron mi agradable ensoñación…”

Hablando con Leonora de casos de policías, definitivamente, empezamos a ser conscientes de por dónde van a tirar las apetencias de nuestro joven protagonista:

“-Estoy orgullosa de lo listo que es usted, señorito James. Algún día podría llegar a ser un gran policía.

Yo fruncí el ceño. No estaba seguro de que me apeteciera ser policía. La verdad era que cuando alguien me contaba historias de crímenes no podía evitar sentir más simpatías hacia aquellos que se atrevían a desafiar a la ley… los que hacían lo que les daba la gana en lugar de seguir las reglas establecidas. Los que conseguían hacer trampas sin que nadie les pillara.” 

Estupendo el trabajo, tanto en la trama como en la caracterización, además de tener el inevitable cameo que no quiero desvelar pero que está realizado con una escena llena de sutilezas para los conocedores del canon. Espero con verdaderas ganas la siguiente entrega de sus aventuras.

desastre-total-2_mira-lo-que-has-hecho_stephan-pastis_libro-MONL173Y la joya de la corona, nuevamente, es la segunda entrega de las historias de Timmy De Sastre y su oso Total, en “De Sastre & Total 2: Mira lo que has hecho” de Stephan Pastis con las divertidísimas ilustraciones del autor. Ya hablé de la primera magnífica entrega por aquí  y esta segunda vuelve a redundar en los elementos que suponían un triunfo.

Timmy De Sastre, nuestro simpar investigador, no necesita abuela, es el mejor investigador, sin lugar a dudas:

“Me siento tentado de hacer valer mi rango. De revelar quién soy.

Es un nombre tan reconocible que enseguida sabría que soy el fundador, presidente y consejero delegado de la mejor agencia de detectives de la ciudad y probablemente del estado. Puede que hasta de toda la nación.”

Aunque como el lector bien sabe, las investigaciones rozan el ridículo más espantoso,y ahí está una de las claves; este nivel autoconsciente, es perfectamente perceptible por el lector, y contribuye a que nos saque más de una sonrisa cuando resuelve cada uno de sus casos, ya que siempre se equivoca.

Pastis es muy original a la hora plantear los peligros que pueden fastidiar a nuestro héroe; de hecho, lo podemos ver, sobre todo, al presentar a su némesis , que ya salía en el anterior libro, y a la que, en esta ocasión, le cambia el nombre, aunque sea perfectamente reconocible de nuevo.

“Un empleado SOLO puede activar la alarma si se da uno de los dos casos siguientes de peligro mortal:

1. Se va a acabar el mundo.

2. Ha aparecido la CALZONA

CALZONA significa:

Cruel

Aficionada a

Los

Zarpazos

Ominosos y

Nunca

Amables.”

Capítulos cortos, que empiezan con reformulamientos conocidos como “Accidental, querida Escurri” o “Crónica de una falacia anunciada”, mucho buen humor, dobles sentidos, resoluciones chapuceras y la ternura de sus personajes nos vuelven a traer un libro para disfrutar tanto pequeños como adultos por todas sus posibilidades de lecturas. Qué disfrute, la verdad.

Los textos provienen de la traducción de Isabel Llasat

agatha-mistery-5-asesinato-en-la-torre-eiffel-9788424641757¡Bola Extra!: No me gustaría acabar sin una mención a la obra de Steve Stevenson y sus historias de detectives con claro aire holmesiano  y que he podido descubrir gracias a el “Asesinato en la Torre Eiffel” con las ilustraciones de Stefano Turconi.

De la presentación de la editorial la Galera podemos inferir los ingredientes:

“Aspirante a detective con un olfato extraordinario, rueda por el mundo con el chapucero de su primo Larry, su fiel mayordomo y el gato Watson para resolver los misterios más intrincados”

Nueva reescritura del mito que aprovecha para presentar elementos distintos, como una protagonista femenina, Agatha Mistery, con un olfato detectivesco del nivel de nuestro ya conocido detective, pero más afable que este, y con una familia que ayuda y colabora en sus casos. Hay una novela de formación de fondo y cada entrega se ambienta en un lugar del mundo distinto, con lo que añade exotismo y conocimiento de otras culturas. Si la trama, sin ser compleja, no toma por tontos a los lectores, estamos ante una más que recomendable serie para niños, un sano entretenimiento para recomendar.

“El piloto y el principito” de Peter Sís. La ilustración como hilo conductor

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El tipo de libro que os traigo hoy me hace cambiar mi forma de orientar la reseña; el texto no podría hacer justicia a un libro ilustrado donde la ilustración es el verdadero amalgamador de la historia, el hilo conductor que sirve para desarrollar la trama. Poner textos únicamente sería injusto y no reflejaría el buen hacer del autor checo Peter Sís, ganador en el 2012 del prestigioso premio Hans Cristian Andersen, máximo galardón de la literatura infantil.

En la sinopsis de la editorial encontramos el tema escogido por el autor, aunque el título ya resulta clarificador:

“Antoine de Saint-Exupéry nació en Francia en 1900, justo la época en la que se inventaron los aviones. Siempre había soñado con volar, y cuando se convirtió en un joven piloto, sus aventuras empezaron de verdad. Fue uno de los primeros pilotos en repartir el correo en avión y, junto con sus compañeros, ayudó a crear nuevas rutas a lugares lejanos. Antoine sobrevoló montañas y desiertos, luchó contra vientos y tormentas e incluso trató de batir récords de aviación. También se estrelló bastantes veces. Desde su avión reflexionaba sobre la vida en la tierra y en el cielo, y así le llegó la inspiración para escribir sobre sus experiencias.”

El comienzo de esta biografía ilustrada del autor del principito no puede ser más evocador, nos recuerda una época de aventuras, de descubrimientos, de fabricación de sueños:

“Hace mucho tiempo en Francia, en el cambio del último siglo, un niño nació para ser aventurero.

Era una época apasionante de descubrimientos en el mundo. Se estaban inventando cosas con las que las personas solo habían soñado, incluyendo máquinas voladoras.”

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Las ilustraciones, además de ser bellísimas cumplen dos cometidos: avanzar la historia, ya que aportan en muchas ocasiones contenidos y datos, que no aparecen en los textos al pie de página, que llevan la trama principal y la enriquecen; además de esto, el autor usa diferentes composiciones que pueden mostrar más de un tipo de dibujo a la vez, mostrando no solo su relación con la trama sino dando otras perspectivas pictóricas, como en el siguiente dibujo donde dos continentes se miran a la cara:

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De esta manera Sís dota de una pequeño grado de infantilización sutil, divertido y muy perceptible para los niños sin perder su objetivo principal: contar la mágica historia del aventurero Antoine;  y cómo esa conjunción de historias deviene en un relato de formación del artista, Küntslerroman; todo suma para la creación final de su obra maestra: “El principito”.

“Antoine paso más tiempo en el aire que nadie allí, porque ahora los pilotos también volaban de noche. Con las estrellas arriba y las luces debajo, su mundo parecía al mismo tiempo inmenso y diminuto.”

Sus grafismos ofrecen distintas posibilidades muy distintas en pocas páginas según lo que quiera reflejar; ese eclecticismo es patente al hablar de la guerra. Cuando estalla, destaca una paleta de colores más simple, dibujos más difusos, sin formas, no hay una especial composición de imágenes en el afán de mostrar la guerra con toda su crudeza:

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Lo que no quita para que, cuando quiere mostrar esta misma guerra desde un punto más educativo-informativo recurra a unos colores distintos además de jugar más con la composición de la página, más creatividad, en aras de otro tipo información mostrada:

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El resultado final es una pequeña delicatesen;  un paladeo  que se sirve con mucho gusto y que destaca por una tierna remembranza de la vida del autor del “Principito”. Peter Sís ha creado una verdadera delicia para pequeños y mayores, una historia de esas que son necesarias para olvidarnos de las rutinas diarias. Hasta un momento triste puede resultar hermoso:

“Pero nunca volvió. Algunos dicen que olvidó su máscara de oxígeno y que se desvaneció en el mar.

Puede que Antoine se encontrara su propio planeta reluciente cerca de las estrellas.”

Los textos provienen de la traducción del inglés de Raquel Vicedo Artero  de “El piloto y el principito” de Peter Sís para Sexto Piso

“The fabulous Beasts” by Joyce Carol Oates

fabulousEn mi afán imposible de tener todo el material publicado por la escritora norteamericana Joyce Carol Oates ( afán irrealizable, por ser tal la cantidad de libros publicados que, varios de ellos están incluso descatalogados); hoy me he acercado a una vertiente suya que desconocía: la poética.

“The Fabulous Beasts” es un libro de poemas escrito en 1975 que goza de las detallistas Ilustraciones de A.G. Smith Jr. ; se estructura en cuatro partes bien diferenciadas, que suponen elnexo de unión de los poemas.

La primera parte, “Broken Connections”, nos habla de la dificultad para comunicarse en un mundo cada vez más fragmentado. Dentro del poema homónimo hallamos la manida metáfora del teléfono para reflejar esta falta de comunicación:

“[…]He is saying, Can you hear –

As the telephone line crackles, like laughter,

then goes dead.

It is dead.

 

Nothing to do but replace the receiver,

like this.

If the line is dead it is totally dead.

There is no deadness like it […]”

Aun así, el tema es muy actual, en un mundo social en apariencia por la posibilidad de poder compartir mediante redes sociales y con todos los medios que nos sirven para comunicarnos, es paradójica la falta de relación con los demás; esta separación de lo individual con respecto al conjunto total de la sociedad es expresada desde lo pequeño. La consecuencia de lo pequeño lleva igualmente a lo grande.

Los testimonios prohibidos de la segunda parte, “Forbidden Testimonies”; ahondan en lo que está oculto en lo individual, lo que no se refleja habitualmente, llegando a ser prohibido por el resto de miembros de la sociedad o, simplemente, por la vergüenza de expresarlos. Es el caso del poema “But I love…” donde asistimos a la ansiedad ante el amor no correspondido, la amargura de la incompletitud y la frustración ante ella:

“[…] Useless, the labor on unloving

you beg him to begin

Useless, your explanations.

He does not listen.

Yes, he listens, but smiles patiently .

Because he pursues you he is defined to himself

as one who pursues you

as one in constant bitter pursuit

as one who does not listen or who listens

but smiles patiently. […]”

La tercera parte, “The Child-Martyr”, nos hace contemplar el jugueteo con la prosa de la escritora para hablar de una vidriera, aquella que contiene el niño mártir. La prosa es igualmente muy poética, más cerca del poema que de los párrafos prosaicos. Esta tercera parte es la expresión de nuestros anhelos, con poemas que reflejan nuestra separación con respecto al orden existente; gran ejemplo de esta situación es el que J.C. Oates dedica a Sylvia Plath, epítome de esta desesperación latente en nuestras vidas (“Mourning and melancholia: In Memory of Sylvia Plath”)

“[…]

Ceaseless the noise, the strangers –

Readying for enormities, we are anchored hard

We persist in our Being.

We are never known.”

 

“Persistimos en nuestra forma de ser y nunca se nos conoce”.

La cuarta parte, definitiva, “The fabulous beasts”, lleva el nombre de la antología, esas “bestias fabulosas” que representan la conjunción de espacio-tiempo; nosotros, indefensos ante el devenir de los tiempos nos refugiamos en la espera (“Waiting”), poema que cierra la antología y que supone nuestra única respuesta:

“Too many gulls to be counted.

Unrhythmic waves -inmense, shallow-

                the sucking noises never predictable.

He waits on the beach, his arms tight around his knees.

He is not a child, he sits too heavily.

 

A Canada goose flies in, the wings ungainly, noisy.

Seven mallards ride the waves

and there are innumerable sailboats, all silent.

Is this perfection?

He waits for the next wave to change everything.”

Lo arquetípico temporal, cada instante que esperamos, lo puede cambiar todo.

Lecturas Mayo 2014. Mes de antología(s) y Mujeres

Es curioso comprobar mes a mes por dónde te llevan las lecturas. Cada vez soy menos programático y las novedades que llegan van sustituyendo a otras sin ningún criterio en particular; sirva de ejemplo la feria del libro que ha ocurrido entre medias y que ha variado sustancialmente el orden de lecturas.

Pues bien, repasando las lecturas de mayo, me he dado cuenta de que se pueden resumir en tres ejes principales:

-Antologías de relatos, tanto de un autor único como de varios con un eje principal que las una.

-Escritoras, para eso ha influenciado claramente el fallo reciente del Baileys Womens Prize for  Fiction.

-Novela policíaca y de género.

Teniendo en cuenta estos temas principales, ¡que entre la pila! Como diría uno que yo me sé. Ya sabéis que siempre es estricto orden cronológico:

“Silencios de pánico. Historia del cine fantástico y de terror Español, 1897-2010” de Diego López y David Pizarro, voluminoso y consistente ensayo sobre ese gran desconocido para el público general, el cine fantástico y de terror. Quizá exhaustivo es una palabra que se queda corta en esta ocasión.

“La cámara sangrienta” de Ángela Carter, reedición de la estimulante recopilación de cuentos de la británica con el aliciente de las magníficas ilustraciones de Alejandra Acosta y una edición de excelente de Sexto piso. Una reescritura de los clásicos en clave de perversidad.

“¿Y tú qué clase de madre eres?” de Paula Daly, una de esas novelas tremendamente bien planteadas en la trama y que desfallece en su recta final. Policíaca para mujeres, pero disfrutable también por hombres.

“Los entusiastas” de Arturo Borja, nunca habría pensado que un libro para moteros pudiera convencerme e interesarme. Macadán y su autor Arturo Borja me llevan la contraria.

“Tras las huellas de Arsenio Lupin” de varios autores, irregular recopilación de historias que giran en torno a las novelas de Leblanc, cinco cuentos clásicos y un poco de morralla.

“Relatos hispánicos asombrosos y de terror” edición de Emilio J. Sales Dasí, se comienza a rellenar un hueco aún más escondido de nuestra literatura: los relatos de ciencia ficción y terror. Verdaderamente delicioso.

“Cuentos de detectives Victorianos” edición  de Ana Useros, desde su publicación esta antología se ha convertido en una obra de referencia. Necesaria para entender el devenir histórico de la novela policíaca antes de la edad dorada.

“La cábala” de Thornton Wilder, la primera novela del norteamericano plantea sus teorías conspiranoicas de una manera atractiva; el desarrollo, por el contrario, adolece de interés y se lee sin pasión; eso sí, su prosa embriaga por momentos.

“El estafador” de Ed McBain, la última de McBain denota una vez más las grandes virtudes de su autor. El final está cargado de tensión y se acerca, prácticamente a la perfección. Trepidante.

“Ritos funerarios” de Hannah Kent, ópera prima de la australiana, nominada para el Baileys. Una buena obra que trata de la Islandia del siglo XIX y el papel de la mujer en dicha sociedad. Es un tipo de obra que busca empatizar con el lector y lo consigue con creces con muy buenos momentos.

“El traficante” de Ed McBain,  leyendo la anterior del mismo autor, me acordé de que tenía pendiente la tercera de la serie del Distrito 87; dicho y hecho, leerla y disfrutar es todo uno. Otra muy buena novela policíaca.

“La última noche” de James Salter, forma excelente para comenzar a leer al escritor norteamericano. Una recopilación breve pero de una intensidad proverbial.

“La hondonada” de Jhumpa Lahiri, otro de los nominados al Baileys, la india-americana es una garantía segura de calidad. Gracias a esta maravillosa lectura en la feria del libro adquirí su primera gran obra “Tierra desacostumbrada”. La historia de dos hermanos indios a lo largo del tiempo le sirve de contexto para mostrar hechos históricos y reflejar con todo lujo de detalles las complejidades de las relaciones humanas y el papel de la mujer con una óptica postcolonialista de fondo.

“Bark: Stories” de Lorrie Moore, la última antología de la autora norteamericana no ha sido traducida al castellano aún. No pude resistir la espera. Es una debilidad y vale la pena disfrutarla en inglés.

“Asesinato en la torre Eiffel” de Steve Stevenson, una serie de libros de detectives infantiles con la gran inspiración de Sherlock Holmes de fondo. Muy bien ejecutada, con humor y una trama que no te toma por tonto. Buena serie que seguiré leyendo.

Y eso es todo, no ha ido mal. En cuanto a Junio, lo que decía de la feria es verdad, estas fueron las compras. Y alguna más que no está en foto; y han trastocado lo previsto.

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Lo que sí tengo claro es que me apetecen especialmente estas dos lecturas.

“Arte salvaje. Una biografía de Jim Thompson” de Robert Polito, todos los que amamos la obra de uno de los más grandes de lo policiaco-hardboiled esperábamos esta obra con verdadera ansia. Leído una cuarta parte, puedo certificar que la espera ha valido la pena.

“NOS4A2” de Joe Hill, el hijo de Stephen King ha entendido perfectamente cómo sacar su propia voz más allá de su parentesco  con el coloso del terror. Espero que siga la senda de “Cuernos” y veamos al mejor Hill.

Y lo demás, quién sabe… el próximo mes lo sabréis, ya estamos casi a mitad de año por cierto.

Lo negro otra vez: Daly, McBain y Bradley. Mezcla policíaca diversa

y-tu-que-clase-de-madre-eres-9788439728191Vuelvo, después de un tiempo a realizar una recopilación de reseñas breves de novela negra. En efecto, muchas veces uno lee tantos libros que no llega para poder escribir una reseña de cada uno de ellos. En esta ocasión el nexo que une a esta recopilación son las novelas policíacas, uno de mis temas favoritos.

La mezcla que os traigo hoy, y que he leído en los últimos días, es diversa, la ordenación es estrictamente cronológica; la calidad alta o muy alta. Buenas muestras de cómo realizar buena novela policíaca de diferentes maneras, unas centrándose más en lo detectivesco, otras en el hardboiled.

La primera opción es “¿Y tú qué clase de madre eres? de Paula Daly  que acaba de salir en la curiosa colección de Roja y Negra. Curiosa porque los escritores que pertenecen a ella tienen ciertamente estilos y temáticas bastante diversos. De hecho, esta novela se encuadra en un tipo de novela actual que, a priori, está más enfocado para lectoras femeninas (en España lo han querido llamar “femicrimen”… ). Independientemente de las etiquetas, creo que es una novela que se puede disfrutar por cualquier género por todas sus implicaciones.

Todo comienza con la desaparición de Lucinda, la amiga de la hija de una de las grandes protagonistas, Lisa Kallisto, que se convierte en una de las voces que utiliza la escritora para avanzar la acción; la configuración del personaje es imprescindible para el devenir de la historia:

“Al llegar a casa, me meto en la cama. Me tapo la cara con las mantas y me acerco las rodillas al pecho, en posición fetal. Y entonces es cuando me asaltan los verdaderos malos pensamientos. La reciente desgracia se mezcla con el antiguo autodesprecio. Con aquel otro error del pasado cargado de culpa que aún no he logrado perdonarme a mí misma. Sucedió hace cuatro años”

Ya que sirve para avanzar la trama además de para configurar la parte más “femenina”: esa acción pasada que tiene que ver con su evolución y la carga de una culpa difícil de superar.

Junto a ella tenemos otras dos voces, la del pedófilo criminal, despreciable en sí misma, caracterizada por hablar en cursiva; y la de la investigadora, Joanne Spinall, su descripción, a los ojos de Lisa es clarificadora de su normalidad, una normalidad que subvierte la belleza habitual de las chicas que pueblan estas novelas:

“Es una mujer maciza y regordeta, y va vestida con parka y zapatos planos. Cuando se quita el abrigo advierto que su aparente corpulencia se debe más que nada a la prominente delantera. Es morena, y lleva el pelo recogido con una coleta en la nuca. Unos mechones sueltos le caen sobre la cara. Debe de tener la misma edad que yo, unos treinta y siete. No lleva alianza.”

Aparte de la investigación, por detrás subyace un dolor latente relacionado con el papel de la mujer en la familia; la hipocresía de aquellos que nunca reflejan los problemas que surgen, para indicar que todo es un mundo feliz:

“Aunque fuera solo una vez –una sola-, me encantaría que alguna madre primeriza de las que salen en las revistas se descolgara diciendo: “Me está resultando muy duro. No es ni mucho menos como yo esperaba. No creo que vaya a tener otro… Además –esto añadido mientras moquea en un pañuelo-, mi marido no me ha ayudado en absoluto. Yo pensaba que iba a ser un padre maravilloso, pero ni mucho menos, todo lo tengo que hacer yo. La verdad es que se está comportando como un capullo.”

“-Todos tenemos algo que ocultar al resto del mundo. ¿Recuerdas? Todos queremos dar la imagen de familia perfecta, de que todo nos va bien. A mí… bueno… a mí me iba bien. Lo hice todo bien. Y aun así me salió mal. Y lo siento, Lisa, pero no estaba dispuesta a aceptarlo, qué quieres que te diga. He luchado por mi familia. He hecho lo que tenía que hacer.”

La novela se desenvuelve bien hasta un final que desmerece un poco el buen desarrollo. Aún así, tiene los suficientes elementos para proporcionar un entretenimiento muy razonable.

Los textos vienen de la traducción de Victoria Alonso Blanco de “¿Y tú qué clase de madre eres? de Paula Daly en Roja y Negra.

el-traficante-9788490064948Los dos siguientes libros tienen como protagonista a un clásico de la novela policíaca del que ya hablado por el blog alguna vez, es el caso de Ed McBain, pseudónimo de Evan Hunter y las novelas que representan la tercera y la cuarta entrega de su famosa serie del distrito 87. Se dio la casualidad que leí el cuarto antes que el tercero y ya os aviso de que es un error, porque desvela eventos que suceden en el anterior. Lo mejor: leerlos en el orden que os pongo a continuación:

“El traficante” es el tercero y vuelve a traernos al McBain de altos vuelos, una ciudad que podría ser cualquiera, una novela marcada por la coralidad y, cómo no, su prosa que alterna el lirismo con puñetazos en el estómago:

“El invierno compareció como un anarquista con una bomba.

Resoplando, ululante, con la mirada ida, descargó sobre la ciudad un frío que heló médulas y corazones.

El viento aullaba bajo los aleros y asaltaba al viandante en las esquinas, arrebatando sombreros y levantando faldas para acariciar con dedos gélidos el calor de los muslos. ¿Qué hacían los ciudadanos? Soplarse los dedos, subir el cuello del abrigo y ajustarse las orejeras. Se habían dejado arrullar por la letárgica agonía del otoño y ahora tenían el invierno encima, repiqueteándoles en los dientes con nudillos de hielo. […]

Aquel año, el invierno iba a ser una auténtica putada.”

Y todo ello con ese humor negro delicioso ante el que es imposible no caer rendido, como esta descripción del turno de medianoche; maravilloso paradigma de esa mezcla de humor y amargura de fondo:

“Por supuesto un cadáver anima un poco la monotonía del turno de medianoche, y está bien poder retomar el contacto con los amigos de Homicidios Sur, y puede que el fotógrafo lleve encima una colección de selectas postales “artísticas” que admirar; pero aun así, nadie siente verdadero entusiasmo por un suicidio a las dos y once de la madrugada. Especialmente si hace frío.

Y hacía frío, eso era un hecho innegable.”

La historia es violenta y dolorosa hasta la última página, sobre todo por las implicaciones de la investigación en uno de los policías involucrados; además, comprobamos la evolución de cada uno de los personajes que salieron en anteriores entregas, es sencillamente fabulosa.

Los textos provienen de la traducción de Pablo Álvarez Ellacuria.

el-estafador-9788490562550Y el cuarto, cuando todo parece que no se podría mejorar, lo vuelve a hacer, el inédito “El estafador” es casi perfecta, sin más, la descripción inicial de “la estafa” como crimen, ayuda a discernir por dónde irá la historia:

“Después de todo, siempre existe la opción de hacer las cosas con clase. Si consideras que el crimen es la manera más rápida, segura y emocionante de ganar mucho dinero en poco tiempo, hazlo con clase.

Dedícate a estafar a la gente.

No hace falta recurrir a la violencia.

No hace falta agenciarse un costoso juego de ganzúas.

No hace falta adquirir una pistola.

Tampoco es necesario trazar complicados planes para entrar y salir de un banco.”

Pero, contrario a lo que uno pueda pensar, su última aseveración:

“La vida, tomada desde un punto de vista algo cínico y sombrío, es como una gran estafa.”

La dota de enjundia, es más importante lo que parece; a pesar de que, inicialmente podría parecer un crimen menor.

En el camino McBain aprovecha cada página para indicar con todo lujo de detalles, pero sin resultar cansino, el procedimental policíaco, y, de esta manera reflexiona sobre el trabajo del día a día, sobre esa rutina tan necesaria.

“En aquel momento, Kling estaba dedicado a la rutina; y la rutina es la cosa más rutinaria que existe en este mundo.

La rutina es lo que hace que te laves la cara y te afeites y te laves los dientes por la mañana.

La rutina es meter la llave en el contacto, girarla, arrancar el coche y meter la primera antes de poder ir a ningún sitio.

La rutina es responder a una carta con un educado “Muchas gracias”, y responder a la subsiguiente carta de agradecimiento con otra carta para decir “De nada”.

[…]La rutina es el informe que redactas de vuelta en la comisaría. La rutina es un aburrimiento mortífero, y ni siquiera es soberano, y los detectives saben lo que es la rutina por triplicado, y ¡ay del detective que no tenga paciencia con la máquina de escribir, al margen de cuál sea su método de mecanografiar las cosas! Ese detective no durará mucho en la división.”

El final, con la implicación de la mujer de uno de los policías, es trepidante; cargado de tensión por la situación llevada al límite y que no se resuelve hasta prácticamente la última página. Un prodigio.

Los textos provienen de la traducción de Pablo Álvarez.

flavia-de-luce-y-el-misterio-de-la-gitana-9788408126362Para terminar un autor que, desgraciadamente, no está teniendo mucha suerte por aquí; sobre todo viendo que este tercer título de su serie de Flavia de Luce ha salido directamente en bolsillo y los dos anteriores están saldados o descatalogados. De hecho, es imperdonable que se me pasara por alto. Concretando, “Flavia de Luce y el misterio de la gitana” del canadiense Alan Bradley es un fantástico exponente de novela policíaca más centrada en lo detectivesco, donde la investigadora es la chisposa Flavia, una niña de trece años, verdadera alma de la historia y que aparece fantásticamente caracterizada, con buen humor y pequeñas pinceladas:

“Lo poco que sabía sobre Poseidón lo había sacado de la Mitología de Bullfinch, pues había un ejemplar de dicha obra en la biblioteca de Buckshaw. Era uno de los libros favoritos de Daffy, pero como no decía nada sobre química o venenos, en realidad no me interesaba.”

Nuestra encantadora personaje adora los venenos y la química y no se corta si tiene que contar mentiras:

“Si había algo que entendía más que el resto del mundo era el ocultamiento de pequeños pedacitos de verdad. No sería exagerado decir que yo era una eminente maestra en este arte.”

De fondo, las dificultades de la familia De Luce para mantener un status quo debido a las deudas.

“Sabía que, desde hacía un tiempo, el coste de mantener Buckshaw nos estaba llevando a la ruina, por no hablar de las tasas y del inminente impuesto de sucesión. Durante años, mi padre había conseguido mantener a raya a los “gruñones recaudadores”, tal y como él los llamaba, pero ahora los lobos debían de estar aullando de nuevo en la entrada.”

El caso, con reminiscencias sobrenaturales, está excelentemente llevado y hace que prácticamente devores las páginas. Muy buena propuesta para aquellos que tienden más a lo detectivesco, con menos énfasis en los elementos más “Hardboiled”.

Como podéis ver propuestas de todo tipo. Todo el mundo puede encontrar su libro.

Los textos provienen de la traducción de Elisabete Fernández Arrieta para “Flavia de Luce y el misterio de la gitana” de Alan Bradley.

“Bark: Stories” de Lorrie Moore. Dark Stories

barkTengo que suponer que este libro acabará publicándose por aquí. Pero no me he podido resistir, al final lo he leído en inglés. Lorrie Moore es escritora de contrastes, de ella, y de sus propios lectores, no hay término medio entre los que la amamos sin remedio  y los que la odian sin piedad.

Hacía dieciséis años de su última y famosa recopilación de cuentos, el fabuloso “Pájaros de América”. Este “Bark: Stories” recoge ocho pequeños relatos que nos traen nuevamente el genio de la escritora, aunque en este caso estén cada vez más teñidos de pesadumbre, de amargura y falta de determinación, es un cotidiano deprimente; las historias de Moore no tienen artificios, no hay crescendos que nos lleven a un clímax final, no hay posibilidad, la mayoría de las veces, de empatizar con los personajes; sus historias son un reflejo de la vida, de lo que ocurre cada día, de rutinas que pueden llegarnos o no, pero ante las que tenemos que adoptar una cierta distancia.

La historia que abre el tomo, “Debarking”, me sorprendió por la nota de humor constante, solamente tenemos que fijarnos en la conversación que Ira mantiene con su hija Bekka; Ira está recientemente divorciado de su mujer y es uno de esos momentos que comparte con su hija:

“Bekka  shrugged and chewed. “Whatever,” she said, her new word for “You’re Welcome,” “Hello”, “Good-bye,” and “I’m only eight.” “I really just don’t want all his stuff there. Already his car blocks our car in the driveway.”

“Bummer,” said Ira, his new word for “I must remain as neutral as possible” and “Your mother’s a whore.”

“I don’t want a stepfather,” Bekka said.

“Maybe he could just live on the steps,” Ira said, and Bekka smirked, her mouth full of mozzarella.

“Besides,” she said. “I like Larry better. He’s stronger.”

“Who’s Larry?” Ira said, instead of “Bummer.”

“He’s this other dude,” Bekka said. She sometimes referred to her mother as a “dudette.” “She’s a dudette, all right,” Ira would say.

“Bummer,” said Ira now, “Big, big bummer.”

El humor, ciertamente, no es brillante, no es para sacar sonrisas, entre otras cosas porque lo que hay detrás es un fondo en el que las cosas no salen todo lo bien que uno esperaba: Ira está divorciado y su mujer se relaciona con otras personas en varias ocasiones (el juego con “dudette”  que hace su hija es el reflejo de esta situación); el uso de los eufemismos es un reflejo de su propia impotencia, es un perdedor, ni más ni menos.

Otra característica es su reflejo de la situación política en EE.UU., con el mismo tipo de humor satiriza la gestión del archiconocido George Bush, desde luego no sale bien parado:

“WAR IS NOT THE PATH TO PEACE, she read slowly aloud. Then added, “Well duh.”

WAR IS NOT THE ANSWER, She read on another. “Well that doesn’t make sense,” she said to Ira. “War is the answer,” she said. “It’s the answer to the question What’s George Bush going to do real soon?”

Esta mezcla de cotidianidad y amargura es paradigmática en el comienzo  de “The Juniper Tree”:

“The night Robin Ross was dying in the hospital, I was waiting for a man to come pick me up -a man she had once dated, months before I began dating him- and he was late an I was wondering whether his going to see her with me was even wise. Perhaps I should go alone. Her colleague ZJ had called that morning and said, “Things are bad. When she leaves the hospital, she’s not going home.”

El comienzo y el final del párrafo son demoledores, no hay nada positivo que se le pueda sacar a esa situación, en el medio, las disquisiciones que haríamos cualquier día de nuestra vida; la vida no es un “camino de rosas” y, sobre todo, está llena de indecisiones ante los grandes problemas que pueden surgir.

Esta infelicidad es más que palpable en “Paper Losses” donde vuelve a tratar el tema del divorcio, del fracaso de la pareja, y más allá, extendiéndolo, de las relaciones entre personas, más si eres mujer:

“It had been a year since Rafe had kissed her. She sort of cared and sort of didn’t. A woman had to choose her own particular unhappiness carefully. That was the only happiness in life: to choose the best unhappiness. An unwise move, good God, you could squander everything.” 

“La única felicidad (de una mujer) es poder elegir su propia infelicidad”, no hay lugar para bromas  de una historia ciertamente demoledora.

En “Referential” volvemos a encontrarnos con esta carencia de alegría que nos trae, a veces, vivir; el objetivo es conseguir tener menos dolor, por lo menos, la esperanza como única posibilidad para superar esa infelicidad, a pesar de ser etérea, se vuelve una posible respuesta:

“There he was a plumpish teenager, his arm around Pete. And there in the corner he was an infant again, held by his dignified, handsome father, whom her son did not recall because he had died so long ago. All this had to be accepted. Living did not mean one joy piled upon another. It was merely the hope for less pain, hope played like a playing card upon another hope, a wish for kindnesses and mercies to emerge like kings and queens in an unexpected change of the game. One could hold the cards oneself or not: they would land the same regardless. Tenderness did not enter except in a damaged way and by luck.”

Hasta un relato que aparenta una acción de gracias, como es “Thank you for having me” no se libra de una enfermiza falta de optimismo, reflejado especialmente en los vestidos que llevan las damas de honor:

“The bridesmaids were in pastels: one the light peach of baby aspirin; one the seafoam  green of low-dose clonazepam; the other the pale daffodil of the nest lowest close of clonazepam. What a good idea to have the look of Big Pharma at your wedding. Why hadn’t I thought of that? What hadn’t I thought of that until now?”

Que el narrador identifique los colores con un medicamento como el clonazepam que se usa para tratar trastornos de ansiedad, pánico, fobia social y hasta trastornos bipolares, desde luego, no parece una casualidad. Es el reflejo de lo más oscuro de nuestro interior, de nuestras dificultades para relacionarnos con los demás, de nuestras dudas ante lo que nos va ocurriendo.

Una telaraña de cuentos cuyas hebras se hunden en una complejidad estilística y estructural con un fondo de dolor y aflicción continua: una mezcla indigesta para muchos, un cóctel irresistible para otros.

“Cuentos de Detectives Victorianos” selección de Ana Useros. Imprescindible historia de lo detectivesco

cuentosvictorianosEntre los lectores ya son famosas las ediciones de Alba, sobre todo porque se caracterizan por una edición exquisita, de lujo y con un gran cuidado de la traducción realizada. Su sello de identidad es la recuperación de clásicos de todas las lenguas: inglesa, francesa, rusa…  Siempre suelen acertar, pero hay ocasiones en que, directamente, gestan obras de referencia. Podemos hablar en este último caso de la obra que comento a continuación: la antología de “Cuentos de detectives victorianos” que ha seleccionado Ana Useros con la fantástica traducción de Catalina Martín Muñoz.

Esta antología viene a rellenar un hueco fundamental: la evolución cronológica desde sus inicios de la novela de detectives. La introducción de la propia Ana Useros, en unas pocas páginas, nos introduce a la época victoriana:

“Ya es un lugar común precisar lo que llamamos la Inglaterra victoriana, el periodo de tiempo marcado por las fechas del reinado de Victoria (del 20 de junio de 1837 al 22 de enero de 1901), es tan extenso que difícilmente puede caracterizarse de manera homogénea . En cualquier caso, son los años que marcan el declive de la aristocracia como clase dominante y el ascenso de la burguesía a los puestos del poder, la era de la expansión militarista del Imperio británico, del desarrollo de las comunicaciones y el transporte colectivo; la culminación de un proceso por el que el campo pierde su preponderancia como fuente de riqueza y las ciudades adquieren muchos de los rasgos que hoy definen su fisonomía. Todos esos rasgos cristalizan en una imagen que, en puridad, pertenece al victorianismo tardío: una calle de Londres al anochecer, bajo una espesa niebla que apenas logra atravesar la luz de las farolas de gas, en la que coinciden caballeros, obreros y mendigos, damas, dependientas y prostitutas; donde los comerciantes y oficinistas que regresan al hogar tras su jornada de trabajo se mezclan con aristócratas y bohemios que inician su periplo festivo.”

Para, a continuación, unirla indisolublemente a lo literario, en una de las edades de oro de la literatura no solo inglesa sino universal, y al nacimiento del género:

“En esta época victoriana, que coincide con una edad de oro (o dos, o tres…) de la literatura en lengua inglesa, nace la literatura policíaca. Los avatares literarios que acompañan su desarrollo se mezclan y confunden, complementan y reflejan esos cambios sociales, de manera que se produce una coincidencia en el tiempo entre la construcción del universo ficticio de un género y la construcción textual de ese género. “

De esta manera, consigue realizar una síntesis de esta cronología que resulta novedosa, sobre todo porque se cita como precursor a William E. Burton por encima de las historias de Edgar Allan Poe:

“Se pueden trazar historias muy diferentes de la literatura de detectives, según tengamos o no en cuenta esa masa de géneros populares y escritores del montón. Un relato posible y muy extendido hilvanaría únicamente a los autores prestigiosos y, así, el cuento policíaco sería una invención de Edgar Allan Poe en los cuentos protagonizados por auguste dupin (aunque en esta antología, gracias al especialista Michael Syms, que lo rescató, incluimos un genuino precursor del género, “La cámara secreta”, de 1837 de William E. Burton, cuatro años anterior a los crímenes de la calle morgue), continuarían con las apariciones puntuales de los inspectores de Scotland Yard en las crónicas y novelas de Dickens y adquiriría carta de naturaleza con la creación de Sherlock Holmes en 1887. Con posterioridad a los años victorianos haría su entrada el padre Brown de Chesterton y, a partir de ahí, en la década de 1920, el género entraría en una época de plenitud que culminaría en la década siguiente, en su llamada edad de oro.”

Lo que nos llevaría al Detection Club, la edad dorada del relato policíaco de detectives, con su creación de las reglas de las historias de detectives que, desde luego, no siguen estos cuentos, anteriores a esta época. El siguiente texto ejemplifica a la perfección un pequeño resumen de los autores que van a aparecer en el volumen, caracterizados por la variedad sobre todo en cuanto a métodos y personalidades:

“Por supuesto, ningún relato de esta antología, ni siquiera los de Sherlock Holmes, cumple con estas reglas dictadas a posteriori. En todos los relatos seleccionados hay un misterio y hay un detective que lo resuelve. Pero el abanico de personalidades y métodos es muy amplio. Los policías más o menos competentes de los relatos de Dickens, Wilkie Collins o McLevy se mezclan con aficionados entusiastas, como el tierno narrador de detención bajo sospecha. Personalidades excéntricas como el propio Holmes, el príncipe Zaleski o Flaxman detective de lo sobrenatural, conviven con abanderados de la normalidad, como Martín Hewitt o Paul Beck; el extranjero de verbo florido Eugéne Valmont contrasta, con los lacónicos y eficaces profesionales  de los cuentos de William Russell, Fergus Hume y Waters. Tres de ellos están protagonizados por mujeres detectives, para recordarnos que la época victoriana marca también el inicio de la tortuosa emancipación femenina.”

El objetivo de la recopilación es claro:

“Los relatos seleccionados en esta antología perfilan una historia del género y revelan que, en un primer momento, este derivo del interés del público burgués por conocer de primera mano una realidad ajena, semioculta y aterradora, de la mano de los especialistas en su regulación.”

En efecto, a partir de este momento, en estricta ordenación cronológica irán pasando diferentes escritores que han participado en la creación del relato policíaco. Cada uno de ellos tiene una imprescindible introducción que ubica históricamente al autor y al relato escogido además de poner énfasis en los elementos por los que ha sido escogido, pondré algunos ejemplos que sirven para hacerse una idea del inmenso trabajo y del grado de exhaustividad conseguido, un verdadero prodigio:

La elección de Doyle es, por ejemplo, por un tema diferente al que podríamos esperar:

“La aventura del carbunclo azul” de Doyle. Más que tratar de establecer el mejor cuento de Sherlock Holmes, hemos buscado reflejar una característica que le distingue de los demás detectives. Y lo distinto no es (únicamente) la facultad portentosa de deducción, ni la atención a los detalles, ni que el crimen sea intrincado. Lo distintivo es la aparición de un goce que combate el tedio vital, que borra las fronteras entre detective profesional y amateur, la adicción al enigma.”

El goce aplicado a lo detectivesco, el relato sirve perfectamente como paradigma de este rasgo. En el caso del Grant Allen, nos encontramos con uno de los precursores en la elección de una mujer como detective, sobre todo porque se trata de una elección, no está impuesta u obligada por circunstancias. Nos encontramos ante uno de esos momentos que empiezan a definir la emancipación de la mujer en la sociedad:

“La aventura de la anciana cascarrabias” de Grant Allen, es el primer relato de los casos de Lois Caley, y nos presenta a un personaje que entra en ese mundo por el placer de la aventura y que no necesita , como las otras mujeres  detectives de esta antología, un motivo melodramático que excusé su ejercicio de un oficio masculino. Es un retrato de una nueva mujer moviéndose como pez en el agua en una sociedad en cambio profundo.”

No faltan las excentricidades ni el exotismo, como es el caso de del príncipe Zaleski:

“La estirpe de los Orven” de M. P. Shiel, en esta historia de locura heredada, generación tras generación, por una estirpe de sanos y descreídos condes británicos se agudiza el contraste entre el pragmatismo prosaico con el que los ingleses se resignan a lo inevitable y la actitud barroca y filosófica del fatalista Zaleski.”

O el caso de la mujer que rivalizaría con Sherlock Holmes en prácticamente todo:

“El hombre de ojos dementes” de George Robert Sims, Dorcas Dene es una detective profesional, antigua actriz, capaz de seguir e identificar pistas, hacer deducciones rigurosas y disfrazarse convincentemente. Excepto en el uso de la fuerza física rivaliza en todo con Sherlock holmes. Tiene también un cronista admirador, dispuesta a acompañarla y asistirla, en este caso un antiguo empresario teatral.”

Hasta un jugueteo con lo sobrenatural se da cita gracias a la historia que nos traen de E. y H. Heron y su detective de lo paranormal:

“La historia de los españoles de Hammersmith” de E. y H. Heron, Flaxman Low es un detective de lo sobrenatural. Su tarea es identificar a que tipo de fantasma se enfrenta (vampiro, momia, espectro..) y tratar de naturalizarlo. En este oficio combina experiencia, dotes de deducción a partir de las huellas de los fantasmas y siempre hay un enfrentamiento físico con ellos.”

El volumen tiene un excepcional colofón con un relato de Robert Barr que anticipa a Chesterton (por sus características particulares, hasta el título parece de Chesterton) y al Poirot de Christie; una historia llena de inteligencia donde no todo es lo que parece:

“Un selecto círculo de despistados”  de Robert Barr. Su trama prefigura a Chesterton. A Valmont se le considera el precursor de Poirot, pero es un gran personaje por derecho propio, que condensa todos los tópicos sobre Francia: fatuo, frívolo, Gourmet. Con su compañero de aventuras, el inspector Hale, que es a su vez la visión extranjera del típico inglés -rígido, pomposo y algo torpe-, forma un buen dúo cómico. “

Sin lugar a dudas, una obra imprescindible, necesaria para la historia del género policíaco. Con una selección muy cuidada y de gran calidad.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Catalina Martín Muñoz para estos “Cuentos de Detectives Victorianos” selección de Ana Useros en Alba.

“Silencios de pánico. Historia del cine fantástico y de terror Español, 1897-2010” de Diego López & David Pizarro.

silencios de panico diego lopez david pizarroSolamente viendo el ambicioso subtítulo (Historia del cine fantástico y de terror Español, 1897-2010), que acompaña a este “Silencios de pánico” editado por Tyrannosaurus Books, nos podemos hacer una idea de la importancia que cobra, y sí, decirlo muy en voz alta, se convierte en una obra de lectura obligada, imprescindible.

En la introducción de los autores (Diego López y David Pizarro) podemos comprobar sus nada desdeñables pretensiones y sus intenciones:

“A pesar de que teníamos claro este concepto como libro-entrevista, no queríamos limitarnos a exponer una profusa crónica de declaraciones sin ton ni son, también deseábamos aportar nuestra perspectiva crítica, exponiéndola de forma diversificada, bien analizando ciertos largometrajes, destripando otros o, simplemente, narrando curiosidades de rodaje. En definitiva, componiendo una sólida historia de nuestro cine más sobrenatural pero de dilatada concepción, pues los límites de lo imaginario en la mayoría de ocasiones sobrepasan los delirios mentales del ser humano. Así pues, no es de extrañar que a diferencia de otras obras dediquemos apartados a películas esquinada, oscuras o malditas, movimientos cinematográficos vanguardistas o simplemente, films clasificados “S” que se arrimaban al género por pura comercialidad; amén de dedicar un apartado especial en clave de bonus track al cine fantástico fronterizo, donde, con ánimo de impulsar una serie de títulos poco conocidos para el aficionado al fantástico, se profundiza en campos “vírgenes” de los márgenes del género, apuntalando el policíaco con tintes fantasmáticos, el Spanish Giallo, el Spanish Gothic, el cine X con esquirlas (para)normales o la animación fantástica.”

Esta estructura ayuda a que el relato cronológico de los sucesos no se vuelva monótono en ningún momento; al referirse a Luís Buñuel y “Un perro andaluz” (“Obra visionaria y adelantada a su tiempo, bien podría considerarse una de las primeras muestras de pregore mundial”), encontramos la clave por la cual está obra se vuelve única:

“Lamentablemente, y como es habitual en estos casos, su línea de creatividad no fue explorada ni seguida por la industria española, quedando desterrada como la mayor parte de la filmografía de su realizador. Una pena que nuestro realizador más universal y prestigioso haya forjado su fama en países extranjeros. Pero por triste que parezca, esta ha sido la tónica habitual en nuestra cinematografía y evidente es: la esencia se perdió (o nunca se poseyó) y la marginalidad que sintió el fantástico durante muchos años fue producto de la falta de compromiso por parte de las productoras que despreciaban, por incultura o ignorancia, propuestas como la buñueliana, que revitalizaban nuestra filmografía con nuevos aires fantásticos.”

En efecto, tanto en el cine, como en la literatura, etc…  se empieza a considerar cada vez más el valor de la temática de género y la existencia de un libro como este certifica que estas fronteras están cada vez más diluidas, afortunadamente para nosotros.

Si a esto le sumamos el grado de exhaustividad del inmenso trabajo de los autores que recorren la historia de nuestro fantástico cinematográfico desde Nemesio N. Sobrevila hasta las últimas obras de Paco Plaza, Alex de la Iglesia o Jaume Balagueró, pasando por los verdaderos fundadores del género español con varias figuras especialmente preponderantes. Jesús (Jess) Franco es una de ellas:

“Nada hacía prever que Franco (Jesús) diera un tumbo súbito a su filmografía y ese mismo año realizara Gritos en la noche (1961), una de las películas más importantes, influyentes y representativas de nuestro fantástico. Escudándose en un guión propio de marcadas referencias terroríficas, el realizador navega entre tramas policiales y un trasfondo gótico de remarcadas connotaciones macabras, donde la figura del mad doctor, magníficamente interpretado por Howard Vernon, es reinventada a base de canalizaciones de otros filmes y/o géneros –siendo el más evidente Los ojos sin rostros (Georges Franju, 1960), pero también encontramos resquicios de expresionismo alemán, del terror de la Universal, de seriales, del krimi…”

Chicho Ibáñez Serrador  es otra de estas figuras, como podemos comprobar al hilo del comentario sobre “La residencia” :

“Narciso Ibáñez Serrador nos introduce a una obra gótica, fiel reflejo de las producciones de Hammer Films, con una evidente carga erótica, lésbica e incestuosa, y un sentido de la violencia, a menudo grotesca, lindante con el giallo, capaz de condensar en imágenes las tensiones necrófilas más perversas, el suspense hitchcokiano más tenso, la atmósfera más barroca y la violencia más extrema. Además se apoya a la perfección en el compositor Waldo de los Ríos para crear una banda sonora inquietante e irrepetible.”

Y, desde luego, no puede faltar Jacinto Molina, más conocido como Paul Naschy:

“Si el decenio anterior viene, ponderosamente, marcado por el nombre de Jesús Franco, quien gracias a su labor escribe una buena parte del fantástico español de los años sesenta, en los setenta nos topamos con un caso similar, aunque en esta ocasión personificado en la figura de Jacinto Molina, igualmente conocido por su habitual seudónimo de Paul Naschy.  Una personalidad importante para el desarrollo de la industria del fantastique al concebir al mítico hombre lobo Waldemar Daninsky, esencia principal del fantaterror español.”

Por citar algunos de los artífices de nuestra jugosa tradición fantástica que van apareciendo sin falta en el libro. Con reflexiones de los propios autores a momentos históricos que han marcado el devenir de nuestro cine, como es el caso de la “Ley Miró”:

“Es evidente que la ley Miró desarmó el cine de géneros español y la viabilidad comercial del mismo. Sin embargo, el director que mejor supo desenvolverse, o al menos con más ahínco, con las nuevas normativas fue Jesús Franco, quien en un primer momento se mostró resentido: “Mi vida se divide en dos etapas. Antes y después de la muerte del general Franco, y antes y después del mandato de Pilar Miró. Por culpa de Pilar Miró yo he estado a punto de irme a la ruina, de morirme de inanición.”

En la parte final, una vez llegados al 2010, encontramos una serie de entrevistas a autores contemporáneos que complementan perfectamente el trabajo realizado anteriormente, además de una serie de artículos finales bastante interesantes que ayudan a comprender aún más la importancia de nuestro cine fantástico, habitualmente denostado por “crítica especializada”. Me gustaría quedarme, por poner un ejemplo con su definición del Spanish Gothic cuando comentan la película de Fernando Fernán Gómez de 1964 “El extraño viaje” y que es la precursora de un género genuino español:

“Una amalgama de géneros contrapuestos, donde se trataba desde el documental al terror, pasando por la comedia, el drama, el erotismo, el policíaco… lo cual sirvió para construir un profundo y esperpéntico sainete de terror gótico, repleto de callejones oscuros, sombras alargadas, espectros vivientes… personajes ambiguos. En fin un film fantasmático sin elementos sobrenaturales pero de marcada atmósfera gótica y con sopesados ingredientes intrigantes que elevaban el suspense a cotas desmesuradas.”

Creo que lo mejor que puede decirse de este libro es que se ha convertido desde el minuto uno de su concepción en una obra de referencia. Vaya trabajo inconmensurable el de Diego López y David Pizarro, vaya (robusta) y fantástica edición con fotogramas, pósters de películas, etc… de Tyrannosaurus Books.

“Les contes D’Hoffmann” en el Teatro Real: Sin-sentido escénico

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Parece ser que hay “barra libre” con los montajes escénicos, hoy en día todo está permitido. Da la impresión que no hace falta ni tener en cuenta si tiene algo que ver con la ópera en cuestión. El caso es hacer algo diferente, extraño, surrealista y luego ya buscaremos algún tipo de motivación. Atrás han quedado esos momentos en que la escena tenía que servir para representar lo que se estaba cantando (musical y textualmente), o que ayudara a enfatizar o aclarar algo, o incluso dar una diferente versión que añadiera matices al texto… no, está visto que cada vez son menos las óperas que muestran una conjunción escénica-textual-musical de algún tipo.

La función de “Les contes D’Hoffmann” a la que asistí ayer volvió, desgraciadamente, a reafirmar esta opinión; lo que han concebido Christoph Marthaler y su escenógrafa Anna Viebrok no tiene ni pies ni cabeza, ni aunque intente buscarle una justificación, cosa a la que siempre estoy abierto, pero en esta ocasión no me voy a romper la cabeza. Por ejemplo, poner una chica en cueros que se va cambiando con otra cada cierto tiempo no conecta con nada de lo que está ocurriendo en la escena, encima distrae, mucho, de las fantásticas historias de E.T.A Hoffmann. Lo mismo sucedía en el segundo acto pero entonces se daban paseos desnudas…; en la primera parte por lo menos parecía que había una dirección escénica de los que aparecían (al azar) en escena, pero luego, directamente en los últimos actos, brillaba por su ausencia; puesta en escena tremendamente estática y, encima, aburrida. Las mesas de billar en el final con gente tirándose en cima tampoco tenían mucho sentido. Estos y otros elementos tuvieron su culmen en la parrafada que se soltó Stella justo antes del final de la ópera, nuevo sin-sentido, uno más, que distrajo toda la atención de lo que sucedía antes del aria de Nicklausse. Un pequeño desastre, tampoco merece la pena hablarlo más.

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Pasemos a lo musical, en el foso, Till Drömann, ayudante musical de Cambreling en Stutgart, tenía muy claro lo que quería, la ópera duró menos de lo previsto, entiendo que no se mostró tan sosegado en el manejo de tempi como Cambreling, ciertamente sonó dinámico, especialmente en los pasajes en los que el coro participaba, ligeramente desequilibrado en el comienzo debido a que el coro cantaba fuera de escena; el resto del tiempo manejó con soltura los grandísimos momentos musicales que ofrece una partitura tan hermosa como esta de Offenbach. Cierto que hubo algún desajuste, sobre todo en parte final pero no empañó una dirección solvente.

En los cantantes hubo claroscuros, el Hoffmann de Cutler , papel delicioso pero difícil, por resistencia y tesituras, no olvidemos que permanece en escena prácticamente toda la obra, no habitual en el caso de tenores, estuvo generoso y hay que reconocer que no desfalleció; lástima que el instrumento no de más de sí en un agudo estrecho, solamente conseguía proyectar en momentos escogidos, como en su aria inicial o algún otro momento en los que se lo preparaba a conciencia; cuando se trataba de notas de paso el sonido salía estrangulado, no mantuvo mal la mezza voce al menos; von Otter ha sido muy grande pero no está viviendo en una segunda juventud, se notó mucho que su voz ya no es lo que era, ni en color ni en el volumen, especialmente sangrante en la barcarola por la potencia de Brueggergosman, prácticamente ni se la oía; Vito Priante hizo lo que pudo en su temible cuádruple papel de villanos, desgraciadamente es una voz pequeña, el agudo no tiene cuerpo y los graves no son convincentes en su tesitura actual; prodigiosa, en cambio, fue la Olympia de Ana Durlovski, hubo verdadera magia sobrenatural en su aria imposible, cada una de las notas fue perfecta y estuvo unida a una actuación que resultaba enternecedora  e inocente al mismo tiempo que rotunda, como la mejor Dessay en la grabación de Nagano, una delicia que volvió loco al público; sorprendido desagradablemente por la voz de Measha Brueggergosman, sobre todo por un vibrato muy desagradable y extraño para la edad que tiene, no tiene mucho sentido abusar tanto de él, compuso dos papeles muy distintos en lo actoral, una Antonia rozando la inocencia y una más sexual que sensual Giulietta, su cálida y potente voz se adapta mejor al segundo,; le falta, de todos modos, ser menos abrupta, usar más el canto legato en algunos momentos; Homberger y Jean-Phillipe Lafont estuvieron más ocupados en actuar que en cantar, sus voces denotaron cansancio y resultaron muy insuficientes; bien Lani Poulson en el terceto de la escena de Antonia, la mejor, de hecho en esa parte, empastada, hermosa en el agudo; el resto de papeles en su sitio sin más alardes. Lo de Altea Garrido con su parrafada hablada… pues bueno… eso. El coro nuevamente rozó un nivel altísimo, lo que no es una novedad.

El público disfrutó y recompensó con cálidas ovaciones el trabajo de los protagonistas, especialmente la Olympia de Durlovski. No disfrutó tanto del trabajo escénico. Lástima de música acompañada de tal despropósito.

Publicado Originalmente en Ópera World.

Fotos de Javier del Real.

“Estampas de caballeretes y de parejitas/Estampas de señoritas”. Reflejo de la sociedad victoriana

estampas-de-caballeretes-y-de-parejitas--estampas-de-senoritas-9788484289708En su maravilloso afán de publicar todo lo que escribió Charles Dickens,  lo último publicado por Alba es ciertamente curioso, es importante conocer la descripción de la editorial que informa sobre la gestación de este “Estampas de caballeretes y de parejitas/Estampas de señoritas”:

“El éxito en 1837 de Estampas de señoritas de William Caswall, un oscuro humorista que escribía con seudónimo, empujó a Charles Dickens a publicar una réplica anónima, Estampas de caballeretes (1838), dedicada a «las señoritas del Reino Unido». En ella acusaba amablemente a Caswall de cierta misoginia y se disponía a ampliar el repertorio al género masculino. En 1840, justo el día de la boda de la reina Victoria (16 de febrero), Dickens continuó el ciclo con Estampas de parejitas, preocupado por el peligro de «superpoblación» que podría acarrear el ejemplo del matrimonio real.”

En el libro en cuestión tenemos recopilados entonces las Estampas de señoritas que escribió en primer lugar Edward Caswall, coetáneo de Dickens, para a continuación poner las Estampas de caballeretes y las de parejitas. Del prefacio de Caswall podemos inferir, en su ironía, una cierta misoginia que desencadenaría la respuesta del segundo:

“A menudo hemos tenido ocasión de lamentar que, aunque en los últimos tiempos se haya consagrado tanto genio a la clasificación de los reinos animal y vegetal, se haya pasado por alto de manera total e inexplicable la clasificación de las señoritas. Y, no obstante, ¿quién dudaría de que esa hermosa parte de la creación ofrece tanta o más variedad que cualquier sistematización de la botánica publicada hasta la fecha? De hecho, la naturaleza parece haber exhibido, aquí más que en ninguna otra de sus obras, su incontrolable tendencia a desarrollarse con absoluta libertad; y, de ese modo, ha diversificado de forma bellísima la especie femenina, no solo en lo que se refiere a su inteligencia y su físico, sino incluso en cosas más importantes como los sombreros, los guantes, los chales y otras partes del vestido no menos interesantes.”

Después del prefacio dedicó varios capítulos a parodiar diferentes mujeres características; un par de ejemplos os pueden servir para haceros una idea, empezando por el de “La señorita poco agraciada”:

“En cualquier vecindario tolerable es seguro que haya cuatro o cinco especímenes de señorita poco agraciada, término con el cual nos referimos no solo a una mera falta de belleza, sino también a la apropiación y posesión, en mayor o menor grado, de cabellos rojizos, ojos saltones, dientes negros, viruela, barba y otros agradables etcéteras, que proporcionan en conjuntos a algunas de nuestras señoritas una patética figura que no es fácil olvidar.”

O el desternillante relato que tiene protagonista “La señorita frugal”:

“Hay un tipo nada infrecuente de señorita al que denominaremos “señorita frugal”. Esta hermandad parece vivir, según nuestras noticias, del aire, y de nada más. Nunca se las ve comer, y aun así son bastante  corpulentas. Hemos visto ejemplares de ochenta y noventa kilos, lo cual no está nada mal para una señorita frugal. En las cenas dejan todo en el plato, después de haber probado un bocadito apenas suficiente para un gorrión. Observad con qué delicadeza sujetan el cuchillo y el tenedor, justo por el extremo del mango, de tal manera que, aunque estuviesen dispuestas a condescender el vulgar hábito de la comida, no podrían levantar más de un gramo de peso.”

Hay que reconocer que Caswall se desenvuelve en la descripción de las mujeres tipo y tenía una chispa de humor considerable, algunos de los retratos se convierten en una sucesión de gags a cual más tronchante que nos llevan a la sonrisa y hasta la carcajada. Adolece de originalidad en los planteamientos literarios pero desde luego te hace pasar un buen rato.

Dickens, sin perder de vista la posibilidad humorística, fue más allá, buscó, como suele ser habitual en él más niveles de lectura; gracias a Caswall planeó la verdadera caracterización de una sociedad como la victoriana, completando su visión pero con su inigualable estilo,; solo tenemos que ver el comienzo de su relato de “El caballerete con inquietudes políticas”, modelado como un cuento de hadas:

“Érase una vez –no cuando los animales hablaban y los burros volaban, sino en un período más reciente de nuestra historia- un lugar donde era costumbre no hablar de política cuando había señoras presentes. Si dicha costumbre hubiese perdurado, no habríamos podido dedicar un capítulo a los caballeretes con inquietudes políticas, pues las señoritas no habrían sabido qué tipo de monstruo es un caballerete de inquietudes políticas. Pero, como esta buena costumbre, al igual que tantas otras, se ha “perdido” y nadie sabe cuándo volveremos a encontrarla, y, dado que las señoritas aficionadas a la política no son precisamente raras, y que los caballeretes con inquietudes políticas son cualquier cosa menos escasos, nos vemos obligados, en el estricto ejercicio de nuestro más responsable deber, a no descuidar esa división natural de nuestro objeto de estudio”.

Recurso que no utilizará más en esta recopilación; al contrario, para describir “La pareja que se lleva la contraria” lo hace a través de un diálogo de lo más ocurrente:

“La pareja que se lleva la contraria no se pone de acuerdo en nada que no sea llevar la contraria.

[…]

-Es increíble que me lleves así la contraria, Charlotte –dice.

-¿Llevarte la contraria? –Exclama la dama-. ¡Qué típico de ti!

-¿El qué? –pregunta bruscamente el caballero.

-Pues afirmar que te llevo la contraria –responde la dama.

-¿Es que vas a decir que no me llevas la contraria? –replica el caballero-. ¿Qué no llevas todo el día llevándome la contraria? ¿Vas a negarlo?

-No niego nada –le contradice la dama sin inmutarse-, pero por supuesto te llevaré la contraria si te equivocas.”

La capacidad creativa de un Dickens efervescente, el de los primeros años, no tiene parangón; humor, caracterización de la sociedad, impulso social, estilo inconmensurable. Todo está unido en uno de los más grandes de la literatura universal.

Mención especial las magníficas ilustraciones/grabados de la época del ya conocido Phiz, contemporáneo de los dos escritores victorianos. Una verdadera delicia visual. El aderezo necesario para pasar un rato más que entretenido.

Traducción del inglés de Miguel Temprano García para esta edición de “Estampas de caballeretes y de parejitas/Estampas de señoritas” de Charles Dickens y Edward Caswall para Alba Clásica.

Baileys Prize: Un premio de (para) mujeres que gana más prestigio cada día

Si uno echa un vistazo a suplementos de cultura de España posiblemente no se entere de la existencia de ciertos premios literarios hasta que no se conceden, y a veces, ni eso. Uno de ellos es el Womens Prize for Fiction, instaurado en el año 1996 en el Reino Unido y que tiene una filosofía diferente a los habituales como podemos ver en su propia web:

“The UK’s most prestigious annual book award for fiction written by a woman is proud to return in 2014 as The BAILEYS Women’s Prize for Fiction.

The BAILEYS Women’s Prize for Fiction is awarded for the best novel of the year written by a woman of any nationality in the English language. Established in 1996, the prize was set up to celebrate excellence, originality and accessibility in writing by women throughout the world.”

Los requisitos para poder optar a él son:

-Ser mujer.

-Escribir en Inglés.

-Cualquier nacionalidad es susceptible de ganarlo.

-Haber escrito una novela (no vale poesía, ni relatos cortos, etc…)

Naturalmente,  las jueces son mujeres; este año, en particular, se trata de las siguientes (cambian cada año como en el Man Booker):

Helen Fraser (chair)

Mary Beard

Denise Mina

Caitlin Moran

Sophie Raworth

El premio tiene una dinámica de trabajo parecida al más antiguo de mayor prestigio, Man Booker: elección de una longlist, reducción a shortlist y de ahí sacan el ganador.  Por las características que he citado anteriormente la shortlist final ha salido ciertamente variada tanto en nacionalidades como en temas tratados:

Chimamanda Ngozi Adichie (nigeriana) – “Americanah” (“Americanah”)

Hannah Kent (australiana) – “Burial Rites” (“Ritos Funerarios”)

Jhumpa Lahiri (india-americana) – “The Lowland” (“La hondonada”)

Audrey Magee (irlandesa) – “The Undertaking”

Eimear McBride (británica) – “A Girl Is A Half-Formed Thing”

Donna Tartt (norteamericana) – “The Goldfinch” (“El jilguero”)

En mi opinión esto da riqueza a la propuesta; lo que no sabía es que los británicos estuvieran tan cabreados; para tener todos los ingrediente del cabreo es necesario tener en cuenta la última decisión del Man Booker, premio pensando inicialmente solo para escritores ingleses y que, tras la victoria de Eleanor Catton con “The luminaries” (que curiosamente no pasó al shortlist de este Baileys ;-)), se decidiera ampliar las nacionalidades en sus próximas ediciones. Los británicos se sienten maltratados y estiman que así no va a ganarlo nunca ni un británico, a pesar de haberse creado ambos premios en el Reino unido. De hecho hay una campaña a favor de la única puramente británica de la lista, Eimear McBride, denostando en todo lo posible al resto de finalistas.

eljilgueroEn mi caso personal, sabiendo además que cuatro de los libros están publicados en España, me lie la manta a la cabeza para evaluar la calidad del premio y a día de hoy solo me falta acabar Americanah; así que aprovecharé para hacer una opinión crítica además de evaluar las posibilidades de cada uno. Lástima, porque los  de Magee y McBride no he llegado a leerlos, aunque prometo hacerlo si uno de ellos lo gana. La elección es el día 4 de junio, es decir, mañana.  Pasemos entonces al análisis:

La favorita: “The Goldfinch” (“El jilguero”) de Donna Tartt.

Cualquier posibilidad que contemple que no gane Tartt el premio suena descabellada a estas alturas; máxime tras haber ganado el Pulitzer de ficción y gozar de una opinión crítica y de público bastante unánime. De hecho ha conseguido esa rara cualidad de aunar ventas a una presunta calidad e incluso, prestigio; alimentado por un proceso productivo sosegado que le ha llevado a hacer cada uno de sus tres libros en un intervalo de diez años.

No me voy a dedicar a hablar de la trama más de la sinopsis que os pongo a continuación:

“Aged 13, Theo Decker, son of a devoted mother and a reckless, largely absent father, miraculously survives an accident that otherwise tears his life apart. Alone and rudderless in New York, he is taken in by the family of a wealthy friend. He is bewildered by his new home on Park Avenue, disturbed by schoolmates who don’t know how to talk to him, tormented by an unbearable longing for his mother, and down the years he clings to the thing that most reminds him of her: a small, strangely captivating painting that ultimately draws Theo into the criminal underworld.

As he grows up, Theo learns to glide between the drawing rooms of the rich and the dusty labyrinth of an antiques store where he works. He is alienated and in love – and his talisman, the painting, places him at the centre of a narrowing, ever more dangerous circle.”

Pensada como un flashback inmenso, asistimos a la narración en primera persona de un Theo Decker que se convierte en el paradigma dickensiano por su prácticamente real orfandad al perder a su madre en un atentado en un museo; un cuadro, el del Jilguero, se convetirá en su compañero de fatigas a lo largo de una vida sin sentido de añoranza y soledad:

“¿Cómo era posible añorar a alguien tanto como yo añoraba a mi madre? La echaba tanto de menos que quería morirme; una intensa nostalgia física, como la necesidad de aire bajo el agua. Desvelado en mi cama, intentaba recordar los mejores momentos que había compartido con ella y fijarlos en mi mente para no olvidarla, pero en lugar de los cumpleaños y las ocasiones felices, no paraban de acudir a mi memoria detalles absurdos, como que, pocos días antes de su muerte, ella me había parado en la puerta para quitarme un hilo del chaquetón.”

“¿Alguna vez se había sentido alguien tan solo? De nuevo en casa de los Barbour, en medio del estruendo y de la plenitud de una familia que no era la mía, ahora me sentía aún más solo que de costumbre.”

El cuadro le sirve a Tartt para sacar lo más lírico de su prosa además de unirlo a la sublimidad del arte y la importancia que puede tener en nuestras vidas:

“Era demasiado -demasiado tentador- tener en mis manos el cuadro y no mirarlo. Lo saqué rápidamente del paquete, y casi de inmediato me vi envuelto en su resplandor, algo casi musical, una dulzura interior que resultaba inexplicable más allá de una profunda y vibrante armonía de la rectitud, del mismo modo que el corazón te palpitaba lento y seguro cuando estabas con alguien con quien te sentías protegido y amado.”

Ciertamente no me convenció demasiado; Tartt fuerza excesivamente los parecidos con autores clásicos y le sirve en bandeja a los “críticos” la posibilidad de hacer un “namedropping” que se está convirtiendo en algo ciertamente monótono y, por qué no decirlo, enervante (me viene a la mente no solo Dickens sino Proust, Tostoy, Pushkin, etc..)

Esto no tendría que ser malo por defecto, el problema es la falta de sutileza de la autora y la inherente pretenciosidad; esa necesidad de, después de diez años, haber creado una obra maestra “por narices”; si se lee teniendo en cuenta esto se disfruta un poco más pero tampoco creo que sea especialmente buena como best-seller : ese final se sostiene difícilmente a nivel narrativo por la falta de coherencia y el alegato final a la sublimidad del arte, queda especialmente gris con el pesimista arrebato nihilista que le lleva a prácticamente  despreciar la vida por momentos (como en varias etapas del libro…).El uso narrativo de la primera persona se combina de una manera extraña, resultando incluso rancio por momentos; el estilo tampoco ayuda, decir que está cerca del de Dickens es una total entelequia.

Conclusión: Seguro que gana pero no se trata de esa obra maestra maravillosa que nos han querido vender. Más bien, un entretenimiento más o menos digno.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Aurora Echevarría.

Hondonada, La_135X220Mi favorita: “The Lowland” (“La Hondonada”) de Jhumpa Lahiri

Sin lugar a dudas, estamos hablando de la mejor propuesta para este humilde lector, la propuesta de la escritora nacida en la india pero nacionalizada norteamericana, es una propuesta claramente postcolonialista que está llena de claroscuros que enriquecen un texto fantástico, matices que dan color sin dejar de ser sociales.

“From Subhash’s earliest memories, at every point, his brother was there. In the suburban streets of Calcutta where they wandered before dusk and in the hyacinth-strewn ponds where they played for hours on end, Udayan was always in his older brother’s sight.

So close in the age, they were inseparable in childhood and yet, as the years pass – as US tanks roll into Vietnam and riots sweep across India – their brotherly bond can do nothing to forestall the tragedy that will end up as their lives. Udayan – charismatic and impulsive – finds himself drawn to the Naxalite movement, a rebellion waged to eradicate inequality and poverty. He will give everything, risk all, for what he believes, and in doing so, will transform the futures of those dearest to him.”

Tomando como eje la vida de los dos hermanos indios, Subhash y Udayan, la novela camina fuera de la linealidad, con continuos flashbacks (en presente y pasado) que sirven para reconstruir los hechos pasados que puedan explicar el presente y lo que va a suceder. También hay cambios de puntos de vista entre los dos hermanos, la esposa de Udayan Gauri y Bela, la hija de Gauri y Udayan, que enriquecen aún más la narración.

Esta hermandad sirve como eje a los hechos que van sucediendo y por extensión le ayudan a la autora para presentarnos hechos históricos de indudable relevancia para los protagonistas y que suponen, de fondo, una  crítica al imperialismo británico:

“La carta terminaba con una cita: “La guerra traerá la revolución; la revolución pondrá fin a la guerra.”

Subhash releyó la carta varias veces. Era como si Udayan estuviera allí, hablándole, pinchándolo. Sentía que la lealtad que se profesaban el uno al otro, su cariño, se extendía a través de medio mundo. Se tensaba al máximo por todo lo que ahora se interponía entre ellos, pero al mismo tiempo se resistía a romperse.”

Entre esta maraña de hechos históricos, Lahiri no desdeña el lirismo;más si lo asocia a las relaciones amorosas entre los protagonistas, un buen ejemplo es cuando Subhash se relaciona con Holly, a la que conoce durante su periplo americano.

“La superficie de su piel lo fascinó. Todas las pequeñas señales e imperfecciones, los dibujos trazados por pecas, lunares y granos. La variedad de colores y tonos que contenía, no solo las marcas del bronceado, que realzaban partes de su cuerpo que él veía por primera vez, sino también una textura más delicada, inherente, tan sutilmente abigarrada como un puñado de arena, que solo ahora, a la luz de una lámpara, podía distinguir.”

Subhash no duda en ayudar a su hermano y a su mujer, adoptando un rol que no será tan cómodo como él esperaba, en ojos de Gauri, la mujer de su hermano, asistimos a la omnipresencia invisible de este último, que se resolverá solo en las últimas páginas, en un flashback. El poder de las mujeres durante todo el libro se hace patente en la impotencia de Subhash para controlar su propia vida, siempre a merced de las decisiones de Gauri, Bela e incluso su madre:

“Allí estaba, de pie detrás de un codón del aeropuerto, esperándola. Su cuñado, su marido. El segundo hombre con quien se casaba en dos años.

La misma estatura, una constitución parecida. Dobles, compañeros, aunque ella nunca los hubiera visto juntos. Subhash es una versión más afable. Comparada con la de Udayan, su cara era como el sello ligeramente imperfecto que el funcionario de inmigración acababa de estampar en el pasaporte de Gauri para confirmar su llegada, y que había vuelto a estampar por segunda vez para darle mayor énfasis.[…]

Allí estaba para recibirla, para acompañarla a partir de entonces. Nada había cambiado en él; al final de su viaje, no la recibió nada más que la realidad de la decisión que había tomado.”

ritosfunerar-896453Un relato que ahonda aún más  en el papel de la mujer, a caballo entre la sociedad india (patriarcado impuesto y establecido) y la norteamericana (patriarcado implícito); la lucha de la mujer ante una sociedad que la condena a un papel impuesto.

Conclusión: Sería bonito que ganara, su propuesta tiene mucha calidad.

Los textos provienen de la traducción de Gemma Rovira Ortega.

La tapada: “Burial Rites” (“Ritos funerarios”) la ópera prima de Hannah Kent.

En esta edición del premio hay tres óperas primas, la primera de ellas, recientemente publicada por Alba, es esta obra de la australiana Hannah Kent; una propuesta ciertamente curiosa:

“In Northern Iceland, 1829, Agnes Magnusdottir is condemned to death for her part in the brutal murder of her lover.

Agnes is sent to wait out her final months on the farm of district officer Jon Jonsson, his wife and their two daughters. Horrified to have a convicted murderer in their midst, the family avoid contact with Agnes. Only Toti, the young assistant priest appointed Agnes’s spiritual guardian, is compelled to try and understand her. As the year progresses and the hardships of rural life force the household to work side by side, Agnes’s story begins to emerge – and with it the terrible realization that all is not as they had assumed…”

Curiosa porque está ambientada en la Islandia del siglo XIX y tiene como protagonista a Agnes Magnusdottir que es condenada a muerte por el brutal asesinato de su amante. No parece el tema más habitual de una novela anglosajona; sin embargo, a Kent le sirve de pretexto para tratar unos temas que por ser comunes no dejan de tener su importancia: el papel de la mujer en el siglo XIX con todo lo que conlleva. Lo bueno de reflejar lo que sufre en particular Agnes es que se puede extender a todo lo que sufre el género de por sí, antiguamente y en la actualidad; y este sufrimiento no es solo físico:

“Por fin Margrét, arremangada y con los dientes apretados, le había quitado el trapo y la había frotado con él hasta que no quedó un milímetro de tela limpia. Mientras la lavaba, y sin poderlo evitar, había buscado esas imperfecciones que Lauga había pensado que serían visibles, la marca de la asesina. Solo los ojos de Agnes habían sugerido algo. Parecían distintos, pensó Margrét. Muy azules y muy claros, pero de un color demasiado pálido para considerarse bonito.

El cuerpo de la mujer había sido un territorio de malos tratos. Incluso Margrét, acostumbrada a las heridas, a las inevitables contusiones que traen consigo el trabajo duro y los accidentes, se había conmocionado.”

Sino también espiritual:

“Hay momentos en los que me pregunto si no estaré ya muerta. Esto no es vida; esperar en la oscuridad, en silencio, en una habitación tan mísera que he olvidado a qué huele el aire fresco. El orinal está lleno de mis desperdicios que como alguien no venga a recogerlo pronto va a rebosar.

¿Cuándo fue la última vez que vino alguien? Todo es ya una larga noche.”

La novela funciona perfectamente a pesar de la previsibilidad argumental; poco importa lo que vaya a ocurrir cuando la reivindicación es evidente, la mujer con un destino impuesto por una sociedad patriarcal:

“Igual debería decirle, pobrecito mío, vuélvete a la parroquia y a tus queridos libros. Me he equivocado. No puedes hacer nada por mí. Dios ha tenido Su oportunidad de liberarme y, por razones que solo Él conoce, me ha destinado al infortunio, y aunque he hecho todo lo posible, he sido pasto una y otra vez del desastre; el destino me ha clavado su cuchillo hasta la empuñadora.”

Conclusión: sería un sorpresón, sin más. No estamos hablando de una novela que vaya a pasar la historia, aunque sí es una buena novela que encantará por grado de empatización a los lectores.

Los textos provienen de la traducción de Laura Vidal.

americanahMi segunda favorita: “Americanah” de Chimamanda NGozi Adichie.

No la he terminado todavía, pero hay que reconocer que la propuesta de la nigeriana es consistente, aunque esté alejada de las posibilidades reales de ganarlo; ya que por su obra “Half of a yellow sun” ya lo ganó en el año 2007. La historia tiene la siguiente sinopsis:

“As teenagers in a Lagos secondary school, Ifemelu and Obinze fall in love. Their Nigeria is under military dictatorship, and people are leaving the country if they can. Ifemelu – beautiful, self-assured – departs for America to study. She experiences defeats and triumphs, finds and loses relationships and friendships, all the while feeling the weight of something she never thought of back home: race.

Obinze – the quiet, thoughtful son of a professor – had hoped to join her, but post 9/11 America will not let him in, and he plunges into a dangerous, undocumented life in London. Years later, he is a wealthy man in a newly democratic Nigeria, while Ifemelu has achieved success as a writer of an eye-opening blog about race in America. But when Ifemelu decides to return home, she and Obinze will face the toughest decisions of their lives.”

La historia de amor entre los nigerianos Ifemelu y Obinze a caballo entre Norteamérica y Nigeria es el hilo conductor de una novela que juega con los siguientes factores en la primera impresión que he sacado:

-El papel de la mujer en una sociedad como la nigeriana fuertemente dominada por el patriarcado (un poco como ocurría en el caso de la India); es más fácil buscar el problema en la mujer que en el abuso del hombre:

“La bolsa de la chica estaba en el suelo, abierta, con la ropa asomando. Kosi, de pie al lado, sostenía en alto, con las puntas de los dedos, una caja de condones.

-¿Esto para qué es? ¿Eh? ¿Has venido a mi casa para ejercer de prostituta?

Al principio la chica bajó la vista, en silencio; finalmente miró a Kosi a la cara y dijo:

-En mi último empleo el marido de la señora me forzaba continuamente.

Kosi la miró con ojos desorbitados. Hizo además de abalanzarse sobre ella, como para agredirla de algún modo, y de pronto de detuvo.”

-En este contexto, la mujer empieza a querer tomar cartas en la elección de su destino y lo manifiesta al hombre, es el comienzo de una emancipación largamente buscada.

“-¿No vamos a besarnos? –preguntó ella.

Él pareció sorprenderse.

-¿Y eso a qué viene?

-Es solo preguntar. Llevamos aquí sentados mucho rato.

-No me gustaría que pensaras que eso es lo único que quiero.

-¿Y qué pasa con lo que quiero yo?”

-Por último, el papel del inmigrante en un país que le acoge, un papel que puede desencadenar un sentimiento de inferioridad por una gratitud mal entendida:

“Ahí estaba otra vez, esa extraña candidez con la que la tía Uju se había envuelto como una manta. A veces, mientras mantenían una conversación, Ifemelu tenía la impresión de que la tía Uju había dejado atrás adrede una parte de sí misma, una parte esencial, en un lugar lejano y olvidado. Obinze dijo que era la exagerada gratitud derivada de la inseguridad del inmigrante.”

the-girl_fb-500x697Conclusión: Estupenda propuesta, de hecho es la segunda que más me ha encandilado. Pocas posibilidades reales de ganar el premio por lo anteriormente mencionado.

Las otras óperas primas: la obra de Eimear McBride “A Girl Is A Half-Formed Thing”, la más británica de las propuestas podría tener algo que decir. La novela es ciertamente original en su concepción:

“Eimear McBride’s debut tells the story of a young woman’s relationship with her brother and the long shadow cast by his childhood brain tumour. It is not so much a stream of consciousness as an unconsciousness railing against a life that makes little sense, forming a shocking and intimate insight into the thoughts, feelings and chaotic sexuality of a young and isolated protagonist. To read A Girl is a Half-formed Thing is to plunge inside into the narrator’s head, experiencing her world first-hand. This isn’t always comfortable – but it is always a revelation.”

Un relato solipsista que juega con el flujo de pensamiento desencadenado tras la muerte del hermano de la protagonista por un tumor cerebral. Si tuviera que leer uno de los dos que me quedan desde luego apostaba por este; sostener un relato de este estilo requiere de un estilo más que depurado para no caer en monotonía, no hablamos de manejo de una trama, sino de la expresión interna de los sentimientos.

El último libro que aparece en la shortlist es el de la irlandesa Audrey Magee “The Undertaking”, con el que nos encontramos algo diferente a los anteriores:

the undertaking“Desperate to escape the Eastern front, Peter Faber, an ordinary German soldier, marries Katharina Spinell, a woman he has never met; it is a marriage of convenience that promises honeymoon leave for him and a pension for her should he die on the front. With ten days’ leave secured, Peter visits his new wife in Berlin; both are surprised by the attraction that develops between them.

When Peter returns to the horror of the front, it is only the dream of his wife that sustains him as he approaches Stalingrad. Back in Berlin, Katharina, goaded on by her desperate and delusional parents, ruthlessly works her way into the Nazi party hierarchy, wedding herself, her young husband and their unborn child to the regime. But when the tide of war turns and Berlin falls, Peter and Katharina, ordinary people stained with their small share of an extraordinary guilt, find their simple dream of family increasingly hard to hold on to.”

Que nos trae el imposible sueño de una familia en el marco de la segunda Guerra mundial. Aprovechar el relato histórico para desarrollar temas característicos y que ya he indicado en obras anteriores. No parece que vaya a tener muchas posibilidades.

Conclusión: la obra de McBride podría tener alguna posibilidad real, de hecho está segunda en las apuestas, la de Magee no parece estar en ninguna apuesta.

Y esto es todo por ahora, veremos quién gana… perdonad el tremendo párrafo, aunque creo que, en esta ocasión, lo merece.