Lecturas de Junio 2014. Lecturas estivales.

Este post tiene tres partes muy diferenciadas:

-En primer lugar, haré el resumen con las ya consabidas lecturas del mes anterior, en este caso se trata de junio.

-Lo segundo será, también como habitualmente, una foto con las últimas adquisiciones.

-La tercera parte es lo más novedoso de este post, estamos en verano, y un servidor necesita un descanso del blog, debido principalmente a que no tendré acceso físico al mismo; lo cual no quiere decir que deje de leer, muy al contrario, voy a intentar poner unas cuantas de las lecturas que he escogido para el verano y los motivos para escogerlas. Ya he agrupado en mi base de datos de Goodreads estas lecturas bajo la estantería “estío2014” para tenerlas bien controladas, y comprenderán el período del 1 de julio al 31 de agosto. Haré un resumen extenso en septiembre con las lecturas que hayan entrado en dicho período.

Sin más dilación, a por el resumen de junio:

“Ojo de Halcón: Pequeños aciertos” de Matt Fraction y dibujos de David Aja, segundo volumen de la fantástica serie de cómics con nuestro arquero favorito (con permiso de Green Arrow) y que vuelve a alcanzar cotas de excelencia.

“Americanah” de Chimamanda Ngozi Adichie, una de mis favoritas al Baileys Prize del que hablé por aquí anteriormente, la nigeriana nos ofrece una densa obra con el racismo de fondo con muchos grises, humor y pelo afro. Una muy buena lectura.

“El doctor Proctor y el fin del mundo. O no.” de Jo Nesbo, la última entrega del doctor Proctor me ha obligado a abandonar definitivamente la serie infantil de Nesbo, pinchando en la obra averiguaréis el porqué.

“De Sastre & Total 2: Mira lo que has hecho” de Stephan Pastis, todo lo contrario que la anterior, serie que sirve tanto para adultos como para niños  y que, sobre todo, es inteligente. Una verdadera delicia.

“The fabulous Beasts: Poems” de Joyce Carol Oates, mi incursión en los poemas de Oates nos revela claves de la inmensa obra de la norteamericana.

“El Joven Moriarty y la planta carnívora” de Sofía Rhei, confirmación del buen hacer de Rhei en una obra que aprovecha al personaje principal con cada vez más detalles divertidos sin olvidarse de la trama principal.

“Nosotros caminamos en sueños” de Patricio Pron, el díptico de obras publicadas por el argentino empezó con esta reflexión satírica de la guerra y de la que hablé en profundidad en el post que enlazo con ella.

“Flavia de Luce y el misterio de la gitana” de Alan Bradley,  historia de detectives con la especial Flavia que merece mejor suerte, aunque a estas alturas es difícil que remonte.

“Libertad condicional” de Jim Thompson, mi monográfico inconsciente de Jim Thompson empezó con esta, digo inconsciente porque ni me esperaba que iba a hacerlo este mes.

“Arte Salvaje. Una biografía de Jim Thompson” de Robert Polito, esta obra, editada con gusto exquisito por Es Pop fue el desencadenante del monográfico que he mencionado. Si digo que ha convertido en una obra de referencia casi me quedo corto. Excelente.

“El piloto y el principito” de Peter Sís, Sexto Piso está haciendo una labor editorial gigantesca, su elección de obras es exquisita, más en casos como este librito ilustrado delicioso.

“El libro tachado” de Patricio Pron; justo es hablar igualmente de la labor editorial de Turner  con este ensayo, la segunda de las obras recientemente publicadas de Pron, me trajo sentimientos encontrados; pero es una buena obra.

“Aquí y ahora” de Jim Thompson, la ópera prima del norteamericano, cargada de elementos autobiográficos, es una obra irregular pero indudablemente necesaria para entender la evolución del escritor.

“Muerte en el bosque” de Sherwood Anderson, recopilación de los últimos cuentos del gran escritor norteamericano, un  especialista en la narrativa breve que influyó a los más grandes.

“NOS4A2” de Joe Hill, ejemplo perfecto de cómo utilizar una narración clásica, modernizarla y crear una obra casi indispensable, saltándose cualquier posible estructura que pudiéramos prever y dándonos mucha mala leche. Subvertidora en sí misma por los temas que trata de fondo y el cómo lo hace.

“Asesino burlón” de Jim Thompson,  obra primordial para entender lo grande que es Jim Thompson. Brutal desde casi cualquier punto de vista. Hardboiled  puro.

“Huida del corredor de la muerte” de Edward Bunker, recopilación póstuma de relatos de Edward Bunker, no es de lo mejor del autor, pero es Bunker, sello de calidad mínima.

No se ha dado mal la verdad… lo bueno es que el verano ha empezado mejor.

No pueden faltar las últimas adquisiciones, ellas ayudarán a configurar las lecturas estivales, de hecho, según escribo esto, ya han caído cuatro de ellas.

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Y ahora, para terminar, la selección de lecturas estivales;  por comodidad las he dividido en bloques fácilmente reconocibles.

Bloque Stephen King, está incluido dentro de proyecto literario y, aunque parezca mentira me faltan todas las que aparecen en la foto (y alguna más). Es una ocasión de las buenas para al mismo tiempo que me divierto avanzo el proyecto, y encima en verano.

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Bloque literatura juvenil, ya había ganas de meterse a fondo con varias de estas obras, en especial con las de Riordan y su saga de dioses del Olimpo, aunque tengo gran curiosidad por “Sombra y hueso”, paradigma de novela juvenil con mucho éxito entre los blogs especializados. También Stroud me llama mucho la atención.

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Bloque inglés, no puede faltar en el verano un poco de novela en su lengua de origen, sobre todo por seguir practicando y no relajarse, no son muchas pero tienen un buen nivel; la última del creador de “The teleportation accident” es quizá la que tengo más ganas junto con la ganadora del Baileys Prize por “A Girl is a Half Formed Thing”. La de Oates me da bastante curiosidad. Este bloque puede verse aumentado cuando salga la nueva novela de Lauren Beukes, que ya tengo reservada.

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Bloque comedia inglesa, me apetece mucho reírme, por lo tanto, esta selección busca lo lúdico en su corriente más hilarante. La obra de la hermana de Mitford es un acontecimiento y seguro que trae alguna que otra carcajada. “El regreso de Reginald Perrin”, después de “Caída y auge…”, parece también una opción segura, lo pasé bomba con la anterior. El ensayo sobre beber de Amis es una opción de lo más sugestiva. Quizá de la que menos espere es la de “Inglaterra, Su Inglaterra” pero me puede la curiosidad. Ah, en la foto no aparece pero también entra el último de Delafield sobre la dama de provincias.

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Bloque Harry Dresden – Fantasía –Ciencia Ficción, yo he sido de los que he conocido tarde a Butcher y su saga de Harry Dresden, el investigador de lo paranormal, con la reedición de sus obras en bolsillo me estoy poniendo al día. Tengo pendientes estas tres. Nevsky y su bilogía del tiempo puede ser más que interesante, aunque quizá más con la obra de Bulgakov “El maestro y Margarita”. Mucha curiosidad me da “Los Jardines Estatuarios” del francés Abeille que nos trae Sexto piso y que prometen una lectura diferente. No puede faltar un poco de terror con la recopilación del grandísimo Matheson de varias de sus obras cortas en Gigamesh. Ah, se me olvidaba esos “Fantasmas y Samurais” de Quaterni prometen una lectura gozosa.

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Bloque policíaco, no he cogidos muchos de este género porque, la verdad es que, últimamente, como podéis ver en el blog, he leído bastantes. Aun así, estas cuatro aseguran diversión. Acabaré todo lo que se puede leer de Bunker con sus memorias, disfrutaré con el último de la alemana Neuhaus y, a pesar de la horrorosa portada, veremos qué nos ofrece Quaterni en “El verano de la Ubume”.  Calla, se me olvidaba una de las más apetecibles, la de Ann Cleeves, una curiosa propuesta.

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Bloque literatura contemporánea, justificar cada una de las que vienen en este bloque me llevaría mucho tiempo pero la mezcla que he escogido es heterogénea y de gran calidad: Un Banville, después de su Príncipe de Asturias. El último ganador del Pen Award, la primera novela, multipremiada, de Lahiri. Las narraciones más famosas de Saunders. Lo último de Eugenides y Lethem. La historia de Italia a través de su comida. Lemaitre tratando el tema de moda, la primera guerra mundial. Los relatos de la ganadora del Pulitzer Stafford. Y de propina, una historia mínima de la literatura, gracias a Turner.

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Son muchos libros, no sé si caerán todos. Son un reto en sí.

No sé cuándo volverá a estar activo este blog. Tampoco estoy seguro de lo que  voy a hacer una reseña o si solamente haré un comentario como este. Lo que si voy a poner es una encuesta para que me pongáis vuestras preferencias si os apetece.

Allá va el enlace: Libros que os gustaría ver reseñados.

Buen verano a todos!!! Disfrutad de las vacaciones!!

“NOS4A2” de Joe Hill. Lo viejo puede ser nuevo otra vez

NOS4A2_coverCreo que ya es hora de dejar de decir que Joe Hill es “hijo de…”; hablemos con propiedad, Joe Hill brilla con luz propia y es injusto hacer una crítica de su obra con esa perspectiva. Valoremos su obra por sí misma. Teniendo en cuenta esto “NOS4A2” (Nosferatu, pronunciado en inglés) es, así, sin más, excepcional; su obra más redonda hasta el momento y una de las obras del año. Y lo es porque parte de la base clásica para renovar y subvertir sin abandonar su estilo y una estructura que hacen una conjunción maravillosa.

En el prólogo inicial, que funciona a modo de prolepsis, tenemos una presentación maravillosa del villano, en un hospital psiquiátrico, despertando de un coma para decir a la enfermera que le cuida y que le está llevando sangre:

“-Su hijo Josiah -dijo Manx con voz rasposa y seca-. Tiene una plaza reservada en Christmasland, con los otros niños. Yo le daría una vida nueva. Una nueva y bonita sonrisa. Y también dientes nuevos.”

Charlie Manx, en un lado de ring, es un enemigo temible, se desplaza en un inmenso coche con una matrícula que da más información sobre él:

“Al final de la manzana un coche viejo sealejaba. Era un Rolls-Royce negro, con estribos y apliques cromados. Los faros traseros proyectaban haces rojos en la noche e iluminaban la matrícula:NOS4A2.

Después doblo la esquina y desapareció, llevándose con el los alegres sonidos navideños.”

La referencia a NOSFERATU nos habla de la base clásica que extrae del texto; en efecto, el clásico mito vampírico, claro que, en este caso, el vampirismo lo realiza a través de su coche, y la potencial amenaza, su casa, es un pueblo de pesadilla, Christmasland; donde los sonidos navideños se convierten en soniquetes sangrientos.  Su némesis es Victoria McQueen, atípica antiheroína que descubre a Manx como su enemigo y lucha contra él, su descripción me trajo ecos de “Phantasm”, juzgad por vosotros mismos:

“Estaba en el jardín y era uno de los hombres más altos que Vic había visto nunca, dos metros por lo menos. Era calvo y había algo obsceno en su pálido cráneo plagado de venas azules. Llevaba un abrigo de otra época, una prenda con faldones y doble hilera de botones dorados en la pechera. Parecía un soldado, un coronel al servicio de alguna nación extranjera donde un ejército no se llamaba ejército, sino legión. “

Estos dos protagonistas, la relación entre ellos son el eje de la excepcional historia que nos presenta Hill, una historia que alterna tiempos desde la prolepsis inicial, volviendo al pasado y yendo luego al futuro. Esta falta de linealidad, la estructura ciertamente original y el cambio de punto de vista son parte de los lujazos estilísticos que se marca Hill.

Afortunadamente no son los únicos, la historia se llena de personajes marginales, desde la bibliotecaria drogadicta hasta la pareja futura de Vic, Lou, paradigma del antihéroe:

“Deseó tener otra oportunidad. Deseó poder rescatar a alguien más y que Wayne estuviera allí para verlo. De buen Grado habría usado su grueso cuerpo para parar una bala, siempre que Wayne pudiera presenciarlo. Entonces podría desangrarse en un halo de gloria. ¿Acaso existía un anhelo humano más triste -o más intenso- que desear otra oportunidad de algo?”

Hill aprovecha una historia adictiva para reflexionar sobre los temas que ocupan nuestra vida, uno de ellos es el anhelo, el deseo del hombre de no cometer fallos y, si los comete, poder solucionarlos. El otro, indudablemente, verdadero eje argumental, es el de las relaciones, a veces difíciles, entre padres e hijos; solo hay que comprobar esta conversación de Wayne con Manx:

“-¿Qué me está haciendo? -preguntó.

-Te estoy alejando de todas las cosas que te hacían desgraciado -dijo Manx-. Y cuando lleguemos a nuestro destino habrás dejado la infelicidad por completo. “

Manx es el epítome de la subversión que plantea Hill, siempre intenta convencer a los niños que secuestra de que la vida que tenían con sus padres era infeliz y que la solución es ir a vivir a un lugar ideal, ese Christmasland que se convierte, por definición, en una confluencia de imágenes pop que todos conocemos:

“Para entonces Wayne ya se había dado cuenta de que ir a Christmasland era mejor que ir al colegio Hogwarts, a la fábrica de chocolate de Willy Wonka, a la Ciudad de las Nubes de Star Wars o a Rivendel de El señor de los anillos.”

Sin embargo, y como todos sabemos, la parte final se convertirá en una pesadilla, Christmasland se convierte en un infierno por la descripción que hace Hill; los niños, la Navidad, un lugar de Navidad permanente funcionan justamente al contrario de lo que podían significar por valores tradicionales; es terrorífico pensar en ellos de esta manera,(y es) lo que más horror nos puede causar; Hill, al igual que su padre, lo saben muy bien, y lo explotan hasta el final:

“La niña -o lo que fuera- tenía dedos huesudos terminados en uñas largas y amarillas. Sus facciones eran tersas y blancas, con un fino dibujo geométrico bajo la piel, de manera que parecía una máscara de esmalte siniestra despojada de toda expresión. La niña -la cosa- la miró pasar sin decir palabra. Los ojos le brillaban con una luz rojiza, como los de un zorro, cuando se reflejó en ellos el resplandor de los faros.”

“Era mil veces más realista, y sin embargo más falso, que cualquier cielo que Vic había dibujado en sus libros de Buscador. Aquello era sin duda el fin del mundo. Estaba asomada a los confines fríos e insondables de la imaginación de Charlie Manx.”

No quiero desvelar más porque el libro está tan plagado de referencias, y de buen hacer que es mejor descubrirlo por uno mismo. Para muestra de lo que es capaz el norteamericano, solo tenemos que leer esta introspección de Wayne en un momento dado:

“Darle un martillazo a Tabitha en esa cara redonda, de zorra guapa y lista, partirle las gafas, saltarle todos los dientes. Eso sería divertido. Imaginarla con los labios carnosos cubiertos de sangre le producía una descarga inconfundiblemente erótica.”

Irresistible, imaginación desbocada, juegos de estilo, esta novela de Joe Hill se ha convertido en un clásico instántaneo (vale, aquí transito en lugares comunes, pero tenía ganas de decirlo).

Los textos provienen de la traducción del inglés de Laura Vidal de “NOS4A2” de Joe Hill para Suma de Letras.

“Arte Salvaje. Una biografía de Jim Thompson” de Robert Polito. Perfecta conjunción biográfico-crítica.

thompson_portadaUno de los motivos para pasarme este año por la Feria del Libro de Madrid era, sin lugar a dudas, adquirir la obra que os traigo hoy. Óscar Pálmer, traductor y alma de la editorial Es Pop Ediciones ha decidido centrarse en el ensayo;  vengo a honrarle por su decisión, porque si el material que va a traer tiene la mitad de calidad que este, va a contar conmigo para hacer proselitismo sin reservas.

“Arte Salvaje. Una biografía de Jim Thompson”, del periodista Robert Polito, es el sueño hecho realidad de cualquier aficionado a las fabulosas novelas de uno de los más grandes de la novela policíaca, el norteamericano Jim Thompson; en el prólogo tenemos una introducción esencial a la obra del autor:

“Jim Thompson ofrece uno de esos raros ejemplos de arte popular que también es personal y profundamente subversivo. Su ficción está impulsada por una inteligencia escabrosa que arrasa cualquier tipo de distinción entre cultura seria o sensacionalista. Igual que las fotos de espectáculos y asesinatos de Wegee o que Death and Disaster (la serie de lienzos de Andy Warhol sobre coches accidentados, revueltas raciales y sillas eléctricas), las novelas de Thompson se regodean en su condición precaria y contradictoria. Tal como sugirió Luc Sante en The New York Review of Books: “Thompson cubre un hueco significativo en la continuidad de la ficción norteamericana de posguerra, un eslabón entre la literatura popular y el vanguardismo.”

Esa es la magia de Thompson: literatura de género de calidad, ese momento que esperamos que se dé en el futuro, aquel en el que, independientemente del género, se criticará una obra en sí misma, sin consideraciones de “ser serio” o “no serlo” todavía vigentes en crítica reaccionaria; con Thompson ya no hay esta disquisición, él es nexo de ambos mundos por su calidad.

A partir de ahí, Polito desarrolla una exhaustiva biografía que se caracteriza por aglutinar:

-Testimonios orales de la familia o gente que conoció al autor o interactuó con él.

-Datos históricos de la Norteamérica de posguerra.

-Análisis crítico de todas y cada una de sus obras emparentadas con su propio canon y con el contexto, subrayando incluso el contrapunto con otros autores a los que influenció o por los que se vio influenciados.

El resultado es que la biografía puede ser leído de dos maneras: como un testimonio oral a través de la gente que le conoció o, y esto es un mérito de Polito, como si de una novela del propio Jim Thompson se tratase.

Buen ejemplo de estos testimonios orales los tenemos en las sucesivas declaraciones de su esposa, sobre todo en algo tan controvertido como los “posibles” abusos en la infancia de Jim Thompson:

“La esposa de Thompson, Alberta, que vivió con los padres de Jimmie en varias ocasiones durante su matrimonio, respalda la valoración de Sharon: “No creo que tuviese una infancia feliz. Era inestable financiera y emocionalmente. Tenía una madre muy cariñosa que fue buena con él, pero su padre… en fin, probablemente hubiera ciertos abusos. Jimmie tenía mucha rabia contenida hacia su padre.”

Aunque no lo afirme, no lo desmiente, lo que es evidente es la rabia de Jim hacia su padre que aparece sucesivamente en sus novelas:

“Las infancias disparatadas, caprichosas, crueles  y perdidas presentes en el corpus de Thompson caen dentro del modelo de familia totalitaria descrito por el poeta Randall Jarrell como “uno de los campos de concentración de Dios”. Recuerdos de terribles palizas, abandono, privaciones, humillaciones ritualese incesto asolan de manera rutinaria los flashbacks infantiles contenidos en sus novelas, como también lo hacen otras formas más sutiles de lo que el psicoanalista Leonard Shengold llama “asesinato del alma”. Critch King, en “La sangre de los King”, es uno de los muchos personajes de Thompson atormentados por su incapacidad para estar a la altura de las exigencias de su padre.”

Es, sin embargo, en la crítica de su obra donde Polito es capaz de dar el “do de pecho”; buena muestra es lo que comenta al hablar sobre el final del libro“Always to be Blest”:

“El final del libro anticipaba en casi dos décadas la narración partida con la que concluye Una mujer endemoniada”. Thompson, como muchos otros escritores norteamericanos, aprendió probablemente el uso de la cursiva leyendo a William Faulkner, el cual, según su esposa Alberta, era su novelista favorito. Faulkner indicó en una ocasión que los pasajes en cursiva de “El ruido y la furia”, el modelo más probable para Thompson en este caso, marcaban una ruptura entre la “descripción objetiva” y una “transferencia de pensamiento subjetivo”. Thompson utilizaría la cursiva exactamente de esta misma manera en sus próximos escritos.”

Además del análisis crítico, aprovecha para hablar sobre el tipo de narración utilizada, el recurrente uso de la cursiva en el futuro (como parte de su “escisión de la identidad” en varios de los personajes usados en sus novelas) y, ya de paso, poner en perspectiva una de sus influencias literarias más importantes, Faulkner.

Sobre el estilo, igualmente, el siguiente párrafo indica claramente el amor de Thompson por la poesía y por el pulp:

“Sobre la insistencia de Thompson en la poesía en una clase de escritura creativa, Shestack comenta: “Jim nos decía una y otra vez que el escritor de prosa ha de leer poesía para afinar el oído. Hablaba mucho sobre la importancia de escribir en lengua vernácula, en oposición a lo pomposo o literario. Uno de los trabajos que nos puso fue tomar un pasaje de un autor establecido y reescribirlo en vernácula, usando el modo de hablar de la gente corriente. El pulp era poesía para Jim.”

Parece diseccionar su obra de tal forma, que es capaz de inferir los temas que rondan la obra del autor de novela policíaca; por un lado, la escisión de la identidad que mencioné anteriormente, por el otro, el fracaso del sueño americano, del hombre hecho a sí mismo:

“El fracaso acabaría siendo el gran tema de Thompson. Sus novelas más desoladoras irradian empatía por los marginados y fracasados aplastados por la maquinaria  norteamericana del individualismo, el progreso y el éxito. La literatura proletaria y hobo de las historias orales crudas y desgarradoras recogidas posteriormente por Studs Terkel en su volumen “Hard times”, han tallado un retrato del hombre marginal de la Depresión implícito en el personaje esencial de Thompson.”

No quiero dejar de la ocasión para poner uno de esos párrafos que se convierten en el sello de identidad en la narración de Polito, una mezcla excelente de crítica y de análisis de la obra, haciendo además una disección del personaje y utilizando diversas fuentes literarias para hacer uso de literatura comparada:

“Puede que Nick Corey se presenté a sí mismo con un dialecto cómico propio de Mark Twain o Bret Harte, exprimiendo la ironía del que relata un divertido cuento chino, pero “1280 almas” sigue una trayectoria aún más oscura que “El asesino dentro de mí”, y la malicia e inteligencia de Corey resultan ser más agudas y estar mejor enmascaradas que las de Lou Ford. A medida que su manida y autocrítica cháchara, trufada de referencias religiosas aparentemente extemporáneas (“había alcanzado el Reino de los cielos”), se va centrando tras un par de festivas vueltas de tuerca en la convicción de que él es el azote de Dios, Corey emerge como,quizá, la más aterradora e inquietante creación de Thompson.”

Creo que no hay forma de explicar mejor al maquiavélico sheriff bobalicón de la inconmensurable “1280 almas”, grandioso.

Thompson, al límite hasta el final, dejó su sello hasta unos días después de morir:

“Thompson falleció, tumbado junto a Alberta, el 7 de abril De 1977, Jueves Santo. Sus cenizas fueron esparcidas sobre el océano pacífico desde un avión.

El sábado anterior, Sharon le había llevado una Malta y dos cajetillas de Pall Mall. Thompson apenas toco la Malta, pero cuando Sharon se puso a buscar los cigarrillos la mañana de su muerte, descubrió que se había fumado hasta el último de ellos.”

Sinceramente, estamos ante una obra de referencia sobre el autor; mezcla perfecta de lo biográfico y análisis crítico de la obra. Esto se me antoja como una de esas lecturas ideales para el verano, y ya que estamos, ¡para todo el año!

Los textos provienen de la excelente  traducción de Óscar Pálmer Yáñez de “Arte Salvaje. Una biografía de Jim Thompson” de Robert Polito para Es Pop Ediciones

Reseñas ”Express”: Ledesma, Meredith y Matute. Tres historias de amor diferentes

el-adoquin-azul-9788415740100Llegan las vacaciones y yo cada vez tengo menos tiempo para escribir reseñas; aun así, no quiero dejar pasar la oportunidad de dejar algunos libros en el limbo veraniego, por lo menos con un poco más de extensión que un simple resumen, este es el caso de las que traigo hoy; reseñas “express” de tres novelas cortas, de muy diferente temática cada una de ellas:

“El adoquín azul” de Francisco González Ledesma, Menoscuarto ediciones nos trae a un ya crepuscular Ledesma, grande de la novela policíaca, inconmensurable autor pulp, ciudadano de Barcelona con una capacidad de observación por encima de lo habitual; para mostrarnos una típica historia de postguerra en Barcelona cuyos protagonistas son Montero, traductor  y poeta, herido en una redada  que escapará gracias a Ana, la mujer de su peor enemigo; en Montero se aglutinan las inquietudes del autor,  sobre todo en lo artístico, aunque también conforma la lucha contra un orden establecido:

“Montero escribía sobre cosas tan perfectamente frágiles como las calles que cambian y las mujeres que envejecen, y supongo que eso hizo que no se le considerara nunca un poeta de valores permanentes, al revés de lo que ocurre con los sabios que te cantan a ti, Señor, a la patria o a la madre, inversiones espirituales siempre seguras y que Montero desdeñó. Yo no sé si fue un gran poeta, pero imagino que debió de serlo, porque no lo cita ninguna antología y porque alguna vez, sin embargo, he oído sus letrillas en la calle, en boca de alguna vieja que aún las recuerda. Montero interpretó la luz de los portales, la risa de los niños, el llanto de las mujeres y la mirada de los perros, es decir, hizo un trabajo perfectamente inútil sobre cosas pasajeras de las que ninguna historia se acuerda.”

La historia de amor entre los dos protagonistas se funda en lo que se no se dice, en ese verdadero amor basado en el silencio:

“El verdadero amor –le hubiera gustado escribir a él- es el que está hecho de silencios, el que no necesita afirmarse, el que tiene como único soporte un tiempo hecho para dos. El verdadero amor no es un grito –pensaba-, es un susurro.”

el-general-ople-y-lady-camper-9788494123566Sobrevivirá al tiempo, a un tiempo que refleja el devenir del autor, un autor que es cada vez más consciente de lo que ha vivido.

Curiosa propuesta la que nos trae la editorial Ardicia  en “El general Ople y Lady Camper” de George Meredith, una poco común historia de amor entre el militar retirado, el general Ople, y una excéntrica vecina, lady Camper, en el marco de la campiña británica; se trata de una comedia amable donde asistimos a la lucha del general por entender a su vecina:

“Desde primera hora, el general Ople se hallaba listo para iniciar la batalla. Sus fuerzas consistían en la anticipación de la victoria, un aseo personal meticuloso y, en el terreno de la palabra, un insólito espíritu emprendedor, porque lady Camper ya no le inspiraba aquel temor reverente de antes.”

De la que acabará enamorada locamente; con la simple pronunciación de una palabra basta para que esto ocurra:

“¡Y pensar que esa mujer está a punto de convertirse a la nuestra! De no haber tenido la certeza absoluta de que esas cosas no existen, el general habría creído que estaba en manos de una bruja.

El “adieu” de lady Camper fue absolutamente maravilloso: amable, cordial, íntimo sobre todo, capaz de satisfacer los anhelos del general; el “adieu” de una mujer  elegante y delicada que acaba de abandonar el fondeadero de los cuarenta para poner rumbo a la cincuentena.”

Es novedoso el empleo de la mujer como verdadera dominadora y conductora de la relación en la época; de hecho, el general retirado notará como todo aquello en lo que cree, su intervalo de comodidad, tiene que cambiar para poder conquistarla; es inevitable que sienta que, cual bruja, ella le tiene hechizado:

“¿Por qué ejercía Lady Camper tanto poder sobre él?… ¡Una señora que ocultaba sus setenta años con una caja de colorete o un pote de pintura! Era una brujería de la peor especie. Llevaba seis meses a sus órdenes, haciendo vida propia de un animal, degradado ante sí mismo, amoscado por las risas ajenas, perdido, sobrecogido y, por así decirlo, marcado o herrado, para luego dejar que el proceso se repitiera.”

Sin ser una obra que vaya a pasar a la historia, funciona bastante bien esta pequeña historia de amor casi en la senectud; se lee con gusto y ayuda a pasar un buen rato.

pequeno-teatro-9788408100850Los textos provienen de la traducción de Pepa Linares de “El general Ople y Lady Camper” de George Meredith en Ardicia.

Para acabar, empiezo a empaparme en la prosa de Ana María Matute, recientemente fallecida y de la que no había tenido la oportunidad de leer alguna obra suya; para remediar esto “Pequeño Teatro”, obra que ganó el planeta a pesar de la juventud de su autora en el momento de escribirla:

Ese “Pequeño teatro” supone la metáfora de la vida, una vida que se caracteriza por su amargura:

“El tiempo descendía, rodando, impasible. Marco se miraba la muñeca, porque no tenía reloj. Pero las horas tampoco le importaban. Lo único que importaba era ganar tiempo. La luz iba hundiéndose en el mar, como si las olas la tragaran. Marco notaba entre sus labios un sabor salado, embriagador. “Hay una vida, es indudable. En alguna parte, andará escondida la vida.” La vida es violenta, brutal, y a veces deja en el paladar un regusto agrio y seco de polvo. “Pero hay una vida. Tiene que estar en alguna parte, esperándonos. Yo creo que algún día…”. Entonces, Marco olvidó. Marco olvidó el polvo, la sed, el tiempo y la infancia solitaria.”

Los inolvidables personajes son muñecos, marionetas zarandeadas por la vida, verdadera manejadora de las cuerdas de nuestro destino; hay mucha poesía en cada momento de esta historia de amor que va más allá de lo efervescente preciosista y que se acerca más a lo que tiene de oscuro el amor, o su falta de él:

“Súbitamente, Kepa experimentó una gran decepción, salió de allí, con paso rápido. En realidad, Kepa huía. Huía de su casa, de su hija, del muchacho. De aquel muchacho,  que, en un rincón, le miraba anonadado y confuso. “Todo es siempre igual. El vacío, la tristeza, la inútil soledad. Yo sé de hombres que no encontraban la orilla, que se ahogaban sin remedio y no alcanzaban la orilla. Siempre igual. ¿No acabará nunca?”

Cuadro que refleja con toda su sordidez (belleza igualmente) el desigual camino que tenemos que seguir todos. Ciertamente dolorosa, pero hermosa sin lugar a dudas. Vaya legado el de Matute.

“¿Soy una Esnob? ¿Qué regalar a un esnob?” Woolf, Benjamin. Destellos de inteligencia

soyunaesnobJosé J. de Olañeta Editor tiene una de esas colecciones que tienen personalidad propia; se trata de su sello Centellas que reúne a modo de flashes, destellos de obras cortas, grandes autores en un formato, igualmente, bastante pequeño, manejable, trasladable a cualquier sitio y en cualquier circunstancia. Recoge perfectamente mi filosofía de poder llevar un libro a cualquier lado porque “nunca se sabe cuándo te va a surgir un momento muerto” y el libro ocupará ese momento.

Dentro de esta colección me atrajo poderosamente la atención el título de este “¿Soy una Esnob?” de Virginia Woolf, en el imprescindible prólogo de Fernando Ortega se hace un resumen histórico de la motivación del texto; la creación del Memoir Club a partir de los miembros del Bloomsbury Group:

“Molly MacCarthy –esposa de Desmond MacCarthy- impulsó la formación, en marzo de 1920, del Memoir Club, al que se le unieron la mayor parte de los componentes de grupo. Su actividad fundamental consistía en unas reuniones periódicas en las que algún integrante del club pronunciaba una conferencia basada en sus propios recuerdos vitales. Era condición esencial que dichos recuerdos fuesen rigurosamente verídicos, si bien, como señalaba Leonard Woolf, “la sinceridad absoluta es siempre relativa, incluso entre los más íntimos.”

En tales condiciones de “sinceridad” y “recuerdos vitales” brilló, como de costumbre, Virginia Woolf; la británica realizaría hasta tres de estas “memorias”:

“Virginia leyó tres “memorias” en el club. La primera de ellas, “Hyde Park Gate, 22” en 1921; la segunda, “Old Bloomsbury”, ha llegado a ser la más conocida, quizá no tanto por su intrínseco valor literario, cuanto porque en ella se extendía sobre los abusos sexuales que sufrió en su adolescencia por parte de su hermanastro; no parece haber acuerdo en cuanto a la fecha de su lectura, aunque probablemente es también de comienzos de esa década. “¿Soy una esnob?” fue leído en el Memoir Club mucho después el 1 de diciembre de 1936, cuatro años antes de su muerte, cuando Virginia ya había publicado todas sus obras importantes.”

Siendo la tercera la que lleva el título de esta “centella”; es curioso comprobar cómo Woolf planteó el posible tema y su indecisión inicial:

“Yo misma podría ser, entonces, el tema de esta charla; pero se plantean ciertos inconvenientes. Este tema único ocuparía tantos volúmenes que aquellos de los presentes que aún conservan el pelo, aquellos cuyos cabellos todavía pueden crecer, empezarían a sentir un hormigueo en los dedos de los pies antes de que hubiera terminado. Debo separar un minúsculo fragmento de un tema tan vasto;” 

Una vez entrada en faena, da una definición de esnobismo que resulta ciertamente elocuente y que resulta clarificadora además de estar de rabiosa actualidad:

“En cualquier caso, he hecho un descubrimiento. La esencia del esnobismo es la voluntad de impresionar a los demás. El esnob es una criatura de mentalidad revoloteante e inestable, tan escasamente satisfecha de su condición que, a fin de consolidarla, está siempre alardeando públicamente de títulos u honores, para que los otros crean, y le ayuden a creer, lo que él o ella realmente no cree: que es una persona importante.”

Con tal definición sí que reconoce que en algunos momentos es esnob, aunque por motivos distintos de los que podríamos llegar a imaginar:

“He llegado a la conclusión de que no soy solamente una esnob de escudos nobiliarios, sino también una esnob de salones iluminados y las fiestas de la alta sociedad.”

La conferencia estuvo muy bien llevada y resulta muy amena, a pesar de tratar de temas y personas muy afines al momento en que estaba viviendo, ese 1936 que tan lejos queda de nosotros.

Este texto se complementa perfectamente con el  ocurrente “¿Qué regalar a un esnob?” del alemán Walter Benjamin que en su primer momento exhorta sobre la dificultad de regalar algo a una persona que sufre este mal:

“Hacer un regalo a un esnob es como embarcarse en una partida de póquer. De hecho, el farol es el alma del esnobismo. Y es tan difícil como en el póquer  distinguir en ese farol el aplomo del miedo. En todos los casos, el peor error que se podría cometer consistiría en mantenerse a la defensiva preguntándose tímidamente: ¿qué tendrá que objetar a un neceser de viaje?, ¿qué dirá del modelo de pijama?, ¿qué mueca podrá hacer ante un Cointreau?”

A esta creatividad inicial le siguen una serie de recomendaciones literarias que no son demasiado conocidas en nuestro ámbito y que hacen perder un poco de interés, por quedar las referencias tan lejanas a nuestro ámbito; aun así, la brevedad del texto ahorra cualquier tono plomizo.

El resultado final de esta pequeña propuesta no desmerece la obra de la británica; lectura más que interesante para conocer un poco más a la fascinante Woolf.

Los textos provienen de la traducción de María Tabuyo y Agustín López para esta edición de “¿Soy una Esnob?” de Virginia Woolf y “¿Qué regalar a un esnob?” de Walter Benjamin  para José J. de Olañeta, Editor.

“Huida del corredor de la muerte” de Edward Bunker. El ocaso del autor

huida-del-corredor-de-la-muerte-9788494236723Es evidente que Sajalín ha encontrado su buque insignia editorial, tras bastante tiempo y mucha paciencia; Edward Bunker empieza a ser bastante conocido en los círculos que lectores que disfrutan con la novela policíaca en su vena más radical, la “hardboiled”. El problema de este filón es que, desgraciadamente, con tantos crímenes, asaltos y entradas en la cárcel al hombre no le dio tiempo a escribir todo el tiempo que habría sido necesario para generar una carrera literaria extensa.

“Huida del corredor de la muerte” es lo último que ha publicado la editorial del autor y se trata de una recopilación póstuma de relatos del norteamericano; relatos que se encontraron después de haber fallecido, al mismo tiempo que “Stark”, la última novela encontrada. El problema de estas cosas es que, lo que se suele encontrar, puede desmerecer un poco lo anteriormente publicado. “Stark” era un buen Bunker indudablemente pero no al nivel de sus mejores obras.

Lo mismo sucede con esta recopilación, se caracteriza por ser bastante irregular, con pocos destellos tanto del salvajismo habitual en sus obras como del estilo lírico de los mejores momentos del señor Blanco. Además, en mi opinión, la mayoría de los relatos se centran en lo carcelario y no creo que sea el tema al que le sacó el mejor partido, “Fábrica de animales” se quedaba pequeña comparada con otras obras del autor como “No hay bestia tan feroz”,  “Little Boy Blue” o el brutal “Perro come perro”.

Aun así, hay varios aspectos que justifican su lectura, como podemos ver en el relato que abre la antología: “La justicia de los ángeles 1927”, dos conceptos que usa con frecuencia y que son comunes a toda su obra; el racismo, indagando en esta ocasión en el miedo como catalizador de la violencia racista:

“Se acordaba de cuando tenía once años y le preguntó a su madre por qué los hombres blandos eran tan crueles con la gente de color, especialmente con los hombres. La respuesta le sorprendió: “Temen a los hombres negros. Dios santo, ojalá no los temieran… porque cuando alguien tiene miedo es cuando se odia y se es cruel, por miedo. No vayas por ahí metiéndole miedo a la gente, chico, y sobre todo no a los hombres blancos.”

El otro concepto es el relacionado con la cárcel como “ciudad de condenados” que ya salía en la “Fábrica de animales” y que explica claramente la sensación que sienten los presos y la inevitabilidad que marca su destino, tarde o temprano, volver allí:

“Cuando salió a donde un guardia lo esperaba para escoltarlo, escuchó el timbre que llamaba al siguiente hombre. Mientras caminaba alrededor del borde del hermoso jardín, miró más allá de los tejados de la cárcel y pensó en una pequeña ciudad. Eso era aquel lugar, la pequeña ciudad de los condenados.”

“Entrada en la casa de Drácula” introduce la idea que los convictos asociaban con San Quintín,el presidio era la Casa de Drácula, lo vampírico que les succionaba su esencia vital; una vida condenada:

“Notó mi indiferencia y no intentó seguir con la conversación. Me puse a hacerme la cama. Había llegado a mi última morada. Había entrado en la Casa de Drácula. Sería una muerte larga y lenta.”

En el magnífico homónimo, quizá el mejor de los cuentos de la recopilación, aparece de manera sincera esta inevitabilidad, el destino que proviene de las decisiones mal tomadas, decisiones que no van a poder evitar:

“-Siento verte aquí, Harper. Pensaba que te iría bien ahí fuera.

Roger se encogió de hombros.

-La cagué.

-Nadie es perfecto –dijo Blair.”

Para cerrar la recopilación en “La vida por delante” se refleja como nunca por qué se cometen esas malas decisiones:

“El subidón de adrenalina al acabar un robo con éxito era mejor que el sexo. Mejor que las drogas. Mejor que cualquier cosa que había sentido nunca.

No cometas el crimen si no puedes cumplir la condena, le habían dicho. Max estaba preparado para las dos cosas.”

Solo quedaría que Sajalín consiguiera los derechos de “La educación de un ladrón”; la única obra que les queda de Bunker y que publicó Alba y ahora está inencontrable y descatalogada;  afortunadamente, el próximo mes la disfrutaré, pude encontrar uno de los ejemplares.  Se cerrará un ciclo, el del gran Edward Bunker.

Los textos provienen de la traducción de Zulema Couso de “Huida del corredor de la muerte” de Edward Bunker para Sajalín Editores.

Una recopilación de novelas de Jim Thompson. La escisión de la identidad

libertadcondicionalAprovechando que acabo de terminar la biografía del escritor norteamericano, una joya de la que tendréis noticias en este blog en no mucho tiempo; se me ocurrió la posibilidad de hacer un pequeño monográfico con las obras que me quedaban por leer del escritor; ha valido mucho la pena, sobre todo porque gracias al análisis de la biografía, es indudable que ayudan a disfrutarlas mucho más.

La primera de ellas ha sido la última que ha sacado RBA en su serie negra, “Libertad Condicional”, obra encuadrada históricamente tras el que fue su primer gran éxito, esa obra maestra que es “El asesino dentro de mí”, esta influencia y la atracción del cine serán decisivas en el resultado final.

Partiendo de una buena idea, se nos presenta un presidio, Sandstone, donde el convicto Pat Cosgrove malvive, pero que, sin embargo, verá la posibilidad de salir gracias a la ayuda aparentemente desinteresada de Doc Luther, obteniendo la libertad condicional para trabajar con él, librándolo de un verdadero infierno:

“Luther creía estar acostumbrado a las aberraciones. Pero con Sandstone era imposible no escandalizarse. Sandstone no era una cárcel. Era una casa de locos en la que quien estaba loco era el director, y no los inquilinos. En Sandstone tan sólo había una forma de sobrevivir: llegar a ser más duro y más retorcido que el propio director. Si lo hacías -si conseguías caerle en gracia al hombre con los ojos extraordinariamente brillantes y la risa impredecible-, no sólo sobrevivías, sino que lo hacías con relativa comodidad. “

Es evidente, para nosotros, los lectores, que salir en estas condiciones tiene que tener un precio, pero el plan de Doc Luther no es evidente; es la espera, esa potencial amenaza, la que sostiene la narración. Según avanza, la desconfianza de Cosgrove será cada vez mayor:

“-¿Y no conocía nada a esa persona que le consiguió su libertad condicional… Que la compró por así decirlo?

-Exacto.

-Pues tiene usted razón, señor Cosgrove. Tiene motivos más que sobrados para desconfiar. A esa persona le hubiera resultado igual de barato y fácil conseguir que le concedieran el indulto. Con el indulto, usted podría haberse ido donde quisiera… Lejos de la periferia de su benefactor. Esa persona no tiene nada de benefactor. Esa persona no tiene nada de filántropa.”

No faltarán mujeres fatales, dobles juegos, traiciones… que llevarán a desentrañar la trama final desde el punto de vista de Cosgrove, verdadero narrador (excepto en el capítulo inicial que narra Luther) y afectado por los acontecimientos. Thompson no era un dechado de virtudes a la hora de plantear las tramas, la resolución resulta farragosa; el final feliz, desacostumbrado en el caso de Thompson, estuvo muy influenciado por la querencia del autor por conseguir un contrato con Hollywood para alguna de sus novelas. Aprovechar el éxito de su anterior novela parecía una buena oportunidad. La pena es que la novela se resiente mucho por esta circunstancia.

aqui_y_ahora_300x459“Aquí y ahora”  fue la ópera prima del autor; publicada en 1942, recoge muchos elementos autobiográficos aunque no se atreviera a poner exactamente los nombres de las personas de su entorno; sin embargo, eran perfectamente distinguibles entre las historias que nos relata el autor como cuando se refiere a sus hermanas y a la situación de pobreza en la que subsistían, alentada por el abandono de su padre:

“Margaret –mi hermana mayor- y yo sobrevivíamos gracias a la caridad de los vecinos, mientras que mamá apenas probaba bocado. Así que la única que necesitaba verdaderos cuidados era Frankie. Por desgracia, la pequeña no podía alimentarse de las sobras ajenas y mamá tampoco podía amamantarla. A todo esto, solo nos quedaban cincuenta centavos.”

No es la infancia de Thompson una de esas “misery memoirs” ficcionales donde el protagonista es maltratado, violado, etc.., pero sí es bien cierto que la influencia de su padre fue muy negativa para el desarrollo de su personalidad y de su propia vida y lo podemos comprobar en el texto:

“¿Y qué? –me dije-. ¿Es que en algún momento fuiste feliz? ¿Es que alguna vez te sentiste en paz contigo mismo? Pues claro que no –me respondí-. Está clarísimo que no, nunca dejaste de sentirte habitante del infierno. La única diferencia es que ahora has caído un poco más bajo. Y vas a seguir deslizándote por la pendiente, porque eres igualito a tu padre. Eres tu propio padre, aunque careces de su determinación y su fuerza de voluntad. De aquí a un año o dos acabarán encerrándote igual que a él.”

También su obsesión por la escritura y las consecuencias de su mercantilización aparecerán en varias ocasiones a lo largo de la novela para mostrar las inseguridades de un escritor que tuvo que luchar mucho consigo mismo a la hora de crear:

“A mí me daba igual vender los derechos de la narración o no. De hecho, prefería que nadie la adquiriera. Sabía que si la vendía, me perseguirían para que escribiera un nuevo cuento por el estilo, cuento que sería todavía peor. Y la constante certeza de que me estaba dejando llevar por lo facilón bastaría para aniquilar en mí incluso ese último y débil afán de expresarme mediante la escritura.”

“-No sé cómo explicarlo –dije-. Lo más seguro es que nunca sea capaz de explicarme, ni aunque escriba un libro.”

Quizá el mayor logro sea ese diálogo hipotético que realiza con el padre fallecido durante todo un capítulo, hay aquí un presagio de esta lucha interior psicológica que le servirá para configurar a los Lou Ford y Nick Corey futuros; que ya tiene reminiscencias del desarrollo futuro  de uno de sus temas más importantes: la escisión de la personalidad que tan bien analiza Polito en su biografía sobre el autor norteamericano:

“No estoy loco. No estoy ni asqueado ni furioso, quiero decir.

Solo estoy…

¿Cómo? ¿No puedes hablar un poco más alto, papá? Ya sé que siempre ha sido la costumbre… Pero aquí no hace falta que me hables en murmullos. Háblame con voz tonante, la misma que tanto efecto causaba en las salas del tribunal. Alza tu vozarrón como el estruendo que se eleva sobre el trueno de la perforadora de petróleo. Grita y ruge y golpea la mesa como si no pudieras porque le haremos una cara nueva a golpes, hasta dejarlo por muerto. Maldita sea su estampa.”

Como la mayoría  de las primeras novelas, Thompson experimentó, buscaba su estilo y los temas que seguiría más adelante, se apoyó en los temas que vivía en primera persona para darle la estabilidad que necesitaba y conseguir una buena novela pero que todavía estaría lejos de sus grandes creaciones. Eso, sí es indudablemente interesante, a la luz de su biografía, para entender parte de vida del autor, imprescindible para entender el devenir de su literatura.

Los textos de estas dos obras  provienen de la traducción del inglés de Antonio Padilla de “Libertad condicional”y “Aquí y ahora” de Jim Thompson para RBA.

Asesino-Burlon-Jim-ThompsonPara acabar, una obra, “Asesino Burlón” de la que solo tenemos una edición en España, la de Libro Amigo Policíaca de ediciones B del año 1988; una obra que no ha sido reeditada y es prácticamente inencontrable y donde encontramos una de sus cimas, sin lugar a dudas; encuadrada en su “época dorada” de creación y que entraría en la categoría de sus psicópatas a nivel de los ya mencionados de “Asesino dentro de mí” o “1280 almas”, la novela no solo se queda en esta caracterización psicológica que,  ya de por sí, supone un logro; en las primeras páginas el propio Jim Thompson nos da pistas sobre lo “especial” que puede llegar a ser:

“-Bueno… sí –asentí-. Sí, es algo mío. Una especie de melodrama que estoy escribiendo en torno a los crímenes del Asesino Burlón. Supongo que confundirá por completo al lector de novelas policíacas, pero tal vez lo que necesita es precisamente que lo confundan. Quiza su sed de diversión lo lleve al terrible trabajo de pensar.”

Clinton Brown, el periodista del Clarion, es el epítome de psicópata que tan bien desarrolló Thompson, “la enfermedad” de Lou Ford en esta ocasión es un “doble sentido”, el juego de dicotomías refleja a la perfección este doble sentido, esta división de la personalidad que altera a nuestro protagonista; de fondo, como en otras obras, la guerra y más concretamente, la castración, con unas connotaciones ciertamente esclarecedoras:

“En ese momento estaba comenzando a sentir ese peculiar doble sentido que se me había manifestado con creciente intensidad y frecuencia en los últimos meses. Era una mezcla de calma y ansiedad, de resignación y rechazo furioso. Simultáneamente, yo deseaba emprenderla a golpes contra todo y no hacer absolutamente nada.”

El caso es que el propio Clinton (Brownie para los conocidos) ve en Lem Stukey, el jefe de detectives su “doppelganger”, ese contrario que es la extensión inconsciente de su personalidad escindida, “un hijo de puta” en sus propias palabras:

“Tal vez esté equivocado –me he equivocado con tantas cosas-, pero no recuerdo haber oído hablar jamás o conocido a un hijo de puta que no se las arreglara perfectamente bien. Estoy hablando, entiéndase bien, de verdaderos hijos de puta. De la variedad A, de doble destilación y calentada al vapor. Coges a un hombre así, un hijo de puta que no lucha contra ello –que sabe lo que es y se entrega de cuerpo y alma- y realmente tienes algo. Mejor dicho, él tiene algo. Él tiene todas las cosas que tú no puedes tener, como recompensa por no ser un hijo de puta. Por no ser como Lem Stukey, el jefe de Detectives del Departamento de Policía de Pacific City.”

Como comentaba anteriormente, esa castración, ocasionada por las consecuencias de la guerra le llevará a elegir entre sus víctimas a tres mujeres,; a la hora de matar a su exesposa seguimos comprobando, en una escena cargada de violencia, la caracterización de la personalidad de Clinton, esta vez unida al mayor vicio de Thompson, el alcohol:

“-No –dije-. No puedes y no lo harás.

Y estrellé la botella contra su cabeza.

Me quedé mirándola, mientras mi cabeza navegaba y yo me tambaleaba lentamente sobre mis pies. La humedad y el esfuerzo y la larga conversación me estaban desembriagando, y cuando estoy sereno me emborracho. Más borracho de lo que podría ponerme cualquier cantidad de whisky.”

Según va cometiendo asesinatos, va perdiendo el sentimiento de culpa ante las consecuencias de sus actos; la desesperación de sus actos perturbados le llevará a justificar sus actos de la manera más infame; su desequilibrio le lleva a crear un mundo de acuerdo a sus ideas, un mundo inconscientemente influido por el trauma de su castración:

“El problema me perturbaba solo de una manera muy lejana: bueno-debería-sentirme-avergonzado. En realidad, no sentía ninguna culpa. Con Ellen sí. Lo lamentaba sinceramente en el caso de Ellen. Y, ciertamente, lo sentía mucho más en el caso de Deborah. Pero no me asaltaba ningún remordimiento en el caso de Constance. Ella no hubiese continuado viviendo como ellas lo hubieran hecho, de no mediar mi intervención. En Constance no había vida, solo flema y avaricia, ¿y cómo se puede quitar la vida cuando no existe?” 

En este mundo nada es lo que parece, el sorprendente final, del que no hablaré, nos revela la subversión de la propuesta, lo enrevesado de la situación, ese maestro que es el gran Jim Thompson en una de sus propuestas más arriesgadas y posiblemente peor entendidas.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Gerardo Di Masso para “Asesino Burlón” de Jim Thompson.

“Muerte en el bosque” de Sherwood Anderson. El placer de la narración corta

muerte_bosqueDe la introducción de Miguel Ángel Martínez Cabeza sacamos dos características esenciales a la hora de afrontar esta recopilación de cuentos cortos que nos trae la editorial Traspiés, en primer lugar:

“Anderson reunió casi todas su narrativa breve en tres volúmenes: “The triumph of the egg” (1921), “Horses and men” (1923), y “Death in the woods and other stories “(1933). […] El presente volumen comprende los diez cuentos que quedaban inéditos de “Death in the woods”, con una nueva traducción del relato que da título al volumen, y dos cuentos más también inéditos, de los mejor considerados por la crítica entre los relatos dispersos: “La siembra del maíz” y “La esposa.”

Esta recopilación de 1933 es muy posterior a su influyente ciclo de relatos cortos “Winesburg, Ohio” (1919); quiere esto decir que, aunque intentemos buscar hilos conductores que unan las historias, la idea inicial del escritor no fue esa; ya que el único “ciclo” que hizo fue, el anteriormente mencionado, desgranado en mi crítica. Por otra parte:

“El lector deberá juzgar por sí mismo esta colección, pero una citas del poeta Hart Crane sobre Sherwood Anderson puede darle algunas claves: ” de sus párrafos y páginas surge un lirismo, deliberado y ligero, como unas semillas de algodoncillo que se elevan buscando el sol… (Anderson) carece de sentimentalismo y tampoco pretende ofrecer soluciones pero tiene una humanidad y una sencillez que desconciertan por su profundidad y capacidad de insinuación…”

Con esta descripción nos podemos hacer una idea de cómo son las historias de Anderson: alejadas de efectismos finales y más cercanas a la realidad, a la caracterización psicológica de los personajes inmersos en lo cotidiano. Todo esto está presente en el primer cuento, el homónimo, en la descripción de la muerte de la anciana:

“Bien, ya estaba muerta. Les había dado de comer a los perros de los Grimes cuando estaba viva, ¿y ahora qué?

Tenía el bulto en la espalda, el saco con el trozo de cerdo salado, el hígado que le había dado el carnicero, los despojos para los perros y los huesos para sopa. El carnicero del pueblo, dominado de pronto por un sentimiento de compasión, le había llenado el saco hasta arriba. Aquello había sido un gran botín para la anciana.

Ahora era un gran botín para los perros.”

Lo efímero de una vida cualquiera, en este caso de la anciana, su generosidad en vida servirá tras su muerte como tesoro para alimentar a los perros igualmente. Afrontar la muerte se convierte para los narradores, los dos hermanos, en un avance en su persona, un relato de formación a pequeña escala:

“No parecía vieja, echada allí bajo aquella luz, congelada e inmóvil. Uno de los hombres le dio la vuelta sobre la nieve y lo vi todo. Mi cuerpo se estremeció en una extraña sensación mística el igual le paso a mi hermano. Puede que fuera el frío. “

En “Como una reina” asistimos a un momento tan aparentemente sencillo, tan simplemente cotidiano, como puede ser el descubrimiento del amor, de la belleza de una persona, basta un simple destello, instantáneo para darse cuenta de ello; Anderson lo refleja de manera realista pero no exento de un cierto lirismo, un poco subterráneo, sin efusividad, aun así somos perfectamente conscientes de la belleza de la situación:

“Pero yo estaba hablando de la belleza de la gente, lo extraña que es, como aparece, desaparece y reaparece.

La vi fugazmente en Alice aquella noche.

[…]

Iba caminando por el claro iluminada por la luna como una reina, tal como decía aquel amante suyo que solía cruzar la habitación o el escenario.

[…]

Me enamoré de ella, locamente, durante un instante.”

En “La esposa “, curiosamente, sí que asistimos a una declaración de principios, él mismo describe su prosa: qué es la literatura si no una forma de hablar, de describir el ánimo, las pequeñas historias de la gente:

“Cuando tenía la pluma en la mano me volvía mudo”, declaraba. Qué tontería. Cuando me fui del lugar el doctor solía escribirme largas cartas. Todavía lo hace a veces, pero no muy a menudo. Las cartas son relatos maravillosos de sus estados de ánimo ciertos días, cuando recorre en coche la región, y hay descripciones de los días, los días de otoño, de primavera… Lo lleno que esta se sentimientos verdaderos… Lo profundo  y auténtico de su conocimiento… Pequeñas historias de la gente, sus pacientes. Se olvida de lo que escribe. Las cartas son como si hablara.”

El colofón a la antología lo pone el magnífico “En un lugar extraño” donde plantea una premisa muy diferente: salir de lo cómodo, ir a sitios donde eres un desconocido:

“Y por eso paseo por lugares desconocidos como este. Sueño. Tengo fantasías. Ya he salido antes a la calle, he recorrido varias calles de este pueblo. Ha despertado en mi un pequeño caudal de fantasías nuevas, reunidas alrededor de vidas desconocidas, y mientras caminaba siendo un desconocido, andando despacio con un bastón, parándome a mirar el interior de las tiendas, por las ventanas de las casas y los jardines, he provocado en otros esa misma sensación que yo he tenido.“

Esta deslocalización de nuestros lugares comunes funciona a dos niveles, como formación literaria y personal; es esto lo que consigue que nos abramos, que sintamos la epifanía de un crecimiento en nuestra personalidad o de nuestras facetas artísticas.

Anderson, con esta aparente naturalidad, consigue forzar el que abandonemos lo rutinario para sumergirnos en la fluidez de su prosa. Un placer leer a  un escritor diferente, un escritor que, particularmente, me subyuga sin remedio.

Introducción y Traducción de los textos del inglés de Miguel Ángel Martínez Cabeza  de “Muerte en el bosque” de Sherwood Anderson para editorial Traspiés.