“Aquí y ahora (1)” de Paul Auster y J.M. Coetzee

“Aquí y ahora” es un diálogo epistolar entre los dos autores, el norteamericano Paul Auster y el sudafricano/australiano J. M. Coetzee, desde que se conocieron en el año 2008 y que mantuvieron hasta el 2011. Estos dos grandes amigos charlan, a su manera, de temas que van desde el deporte hasta la crisis económica pasando por las malas críticas, el amor, el matrimonio, etc…

Aqui y ahoraEl resultado de tal experimento es, desde luego irregular, por varios motivos: uno, al ser simples cartas, Coetzee, que es inteligente, cohíbe su estilo, y desde luego no intenta que destaque tanto la forma como el fondo de lo que está contando, de esta manera tenemos unas cartas en las que predominan los mensajes sobre la forma de reflejarlos. El segundo motivo es, sin lugar a dudas Auster; es buen escritor, pero no le llega ni a la manga del chaleco a Coetzee; sus comentarios, la mayoría de las ocasiones, se convierten en anécdotas sin gracia basadas en experiencia personal, pero muy superficiales, o en diatribas contra lo primero que pille como ya relataré en otro momento; el caso es que sus intervenciones son bastante prescindibles como luego pasaré a exponer con algún ejemplo concreto.

Teniendo en cuenta todo esto, aún así, es interesante leerlo, ya que hay momentos muy buenos y esos son los que voy a intentar reflejar en dos o tres posts distintos.

Uno de los temas que quería reflejar es la opinión de los dos escritores sobre la crisis mundial que nos azota, la incomprensión de Coetzee ante el fenómeno:

“Por la gracia de Dios, en 2008 no sufrimos ninguna calamidad. Nuestras ciudades siguen intactas, nuestras granjas siguen siendo productivas y nuestras tiendas están llenas de vituallas.

Entonces ¿qué pasó que nos hizo más pobres?

La respuesta que nos han dado es que ciertos números han cambiado. Ciertos números que solían ser elevaos de repente han descendido, y por esa razón somos más pobres.”

Esos números que reflejan su indefensión, la de un hombre de letras que no puede entenderlos, los números que suben y bajan como metáfora de bienestar o crisis según su tendencia. Auster no puede más que decir que corroborar su impresión y añadir el elemento personal de los que la sufren:

 “La crisis únicamente se acabará cuando se disipe el pánico. Pero qué producirá el fin del pánico es un misterio para mí.”

Me temo que, en ambos casos, la respuesta es más bien tibia, quizá influenciados por políticas editoriales.

Más interesante resulta cuando Auster empieza a hablar del atractivo del deporte para el público aunque lo equipare, más bien erróneamente, con la literatura de género (thrillers, novelas policíacas); queriéndose poner por encima estas formas, un elitismo snob que desprecia un fenómeno y lo simplifica exageradamente, uno de los complejos del norteamericano que van surgiendo a lo largo del libro:

“No hay duda de que los deportes poseen un sólido elemento narrativo. Seguimos los giros y peripecias del encuentro con objeto de saber el resultado final. Pero no, no es exactamente lo mismo que leer un libro; al menos no la clase de libros que tú y yo tratamos de escribir. Aunque quizá tenga una relación más estrecha con la literatura de género. Piensa en los thrillers  o en las novelas policiacas por ejemplo, que siempre son el mismo libro, incesantemente repetido, miles de sutiles variaciones de la misma historia, y sin embargo el público siente un apetito insaciable por esas novelas. Como si cada una de ellas fuera la representación de un ritual”.

Afortunadamente tenemos al gran sudafricano que, partiendo de una volea de revés de Federer:

“Federer haciendo una volea cruzada de revés. Y me pregunto: ¿acaso es realmente la estética, o únicamente la estética, lo que da vida a esos momentos para mí?.

A mí me parece que mientras presencio la jugada me pasan dos pensamientos por la cabeza: (1) si yo también me hubiera pasado la adolescencia practicando golpes de revés en lugar de lo que hice… entonces también habría podido hacer juagadas así y provocar que el mundo entero ahogara un grito de asombro. Y a continuación: (2) por mucho que me hubiera pasado la adolescencia entera practicando golpes de revés, jamás podría haber hecho esa jugada, mucho menos bajo el estrés de la competición y de forma voluntaria. Y por consiguiente: (3) acabo de ver algo que es al mismo tiempo humano y más que humano; acabo de ver algo que viene a ser el ideal humano materializado.

Lo que quiero reflejar en esta serie de réplicas es la forma en que la envidia levanta primero la cabeza y luego se ve sofocada. Uno empieza envidiando a Federer, de ahí pasa a admirarlo, y por fin termina ni envidiándolo ni admirándolo, sino exaltado ante la revelación de lo que puede hacer un ser humano, o por lo menos uno como él.

Y considero que eso se parece mucho a mi respuesta a las obras de arte a las que he dedicado mucho tiempo (de reflexión y análisis), hasta el punto de tener una buena idea de lo que contribuyó a su creación: puedo ver cómo se hicieron pero jamás las podría haber hecho yo, están fuera de mi alcance; pero fueran hechas por un hombre (de vez en cuando una mujer) como yo; ¡qué honor pertenecer a la especie de la que es representante!

Y llegado a este punto ya no puedo distinguir lo ético de lo estético”

Extrapola la idea del deporte a su ideal de apreciación de la belleza en el arte, la búsqueda de lo sublime en las obras de personas a las que puede admirar, apreciación que comparto plenamente y que se parece mucho a lo que me sucede a mí al apreciar manifestaciones artísticas. Él no necesita denostar, o ponerse por encima, para reflejar lo que quiere pensar, es un titán, y en el siguiente post lo seguiré mostrando.

3 thoughts on ““Aquí y ahora (1)” de Paul Auster y J.M. Coetzee

  1. Pingback: "Aquí y ahora (2)" de Paul Auster y J.M. Coetzee | Lectura y Locura

  2. Muy buena y exhaustiva reseña de un libro que aún no he leído, pero lo haré pronto y con ganas.

    Me temía eso que dices del cambio de nivel entre Coetzee y Auster. Es muy difícil, por no decir imposible, que Auster pueda, en la vida real, alcanzar las cotas de excelencia en la analítica sobria y directa que caracteriza al sudafricano. Auster es, mientras tanto, más dado a la hipérbole, incluso tremendismo a veces, y en el género epistolar entre, lo que suponemos, dos amigos, siempre es mejor leer al que solo quiere contar algo, sin redundancias, sin florismos.

    • Muchas gracias Luisfer!!
      En efecto yo también me lo esperaba, tu análisis es evidente.
      Aún así, esta forma de hacerlo ha ayudado a que las Cartas no sean monótonas, me han gustado más de lo que esperaba según las leía.
      Coetzee es uno de mis favoritos, no deja una coma sin sentido, tanta precisión, sobriedad, a veces cargada de pasión, es un coloso.
      Un abrazo, encantado de tenerte por aquí!

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