“El cazador sordo” de James McClure

elcazadorsordoYa comenté en este post  la irregularidad que ha sufrido en su publicación la obra del sudafricano James McClure a propósito de la que, en aquel momento, era su última obra. Si estoy aquí de nuevo es porque Reino de Cordelia se ha liado la manta a la cabeza y está dando continuidad a este estupendo escritor. A la paradójica “La canción del perro” le sucede “El cazador sordo” que es la tercera de la serie del teniente Tromp Kramer y su compañero zulú Mickey Zondi. Ya solo quedan tres inéditas… y alguna por reeditar, veremos si es posible que ocurra algún día.

Publicada en 1974, en esta aventura vivimos la separación, forzada por los superiores, de Kramer y Zondi; cada uno tiene que lidiar con un caso por su cuenta con la dificultad que a ambos les entraña, además de la conciencia de estar siendo manipulados. Como en otros libros de la saga tres ingredientes se repiten con asiduidad, fórmulas ineludibles del éxito y la calidad de la obra de McClure:

-Lo primero es el humor, el sudafricano siempre tiene algún momento, hasta el más insospechado, para intentar sacarnos una sonrisa y, desde luego, lo consigue;  solo tenemos que ver los pensamientos de Kramer con respecto a uno de sus superiores:

“-¿Es usted, teniente?

-El mismo, compañero.

-Me lo pareció. Lo reconocí de inmediato. Le dije a mi agente que era usted quien había llegado y sí que lo era.

Ya estaba aquel imbécil diciendo de todo acerca de nada. A Van der Poel le gustaba el sonido de su empalagosa voz. Estaba más que encantado de conocerse. Había que ser gilipollas para tenerse por alguien tan especial.”

-El segundo tiene que ver con el retrato de una sociedad, post-apartheid, profundamente racista, segregada, controlada por unos pocos blancos que maltratan sin pudor al resto de la población; a pesar de lo anecdótico, siempre vivimos en todos sus libros ese momento en el que, al empezar un caso, uno de los negros es culpado del crimen:

“Lo único que tenía sentido era imaginar que un pequeño incidente acabase siendo la gota que colma el vaso. Que todo negro alberga en su interior un gran sentimiento de ultraje, por lo que bastaba añadir una pizca más y todo saltaba por los aires. Cuál podía ser la causa de aquel sentimiento era algo que nunca se había molestado en…”

O simplemente, como quien no quiere la cosa, vivimos un momento de “limpieza étnica” de los muchos que se repetían por la época, esa sociedad de los años 70, en boca de Zondi:

“Qué idiota: se trataba de un desahucio. El desahucio de un “punto negro”, uno de tantos, algo que pasaba todos los días, y él había permitido que su imaginación distorsionara su capacidad de percepción. Claro que se oían golpes sordos cuando se cargaban los muebles en un camión; naturalmente que se producían ruidos al arrancar las valiosas láminas de hojalata de los tejados; resultaba evidente que no se trataba del momento más adecuado para hablar; ni para que se rieran los niños. En cuanto al cordón policial, no era más que el procedimiento de rutina para evitar estupideces.”

A pesar de haber estos momentos, duros, denigrantes en sí mismos y que sirven para concienciar socialmente, no resulta cargante en este aspecto, los destila en pequeñas gotas para no entorpecer en demasía el camino de la trama y la narración.

-Por fin, el último de estos elementos es, desde luego, el manejo de la trama; es brillante lo bien que es capaz de unir cada uno de los recovecos que va presentando a cada página para llevarnos a un final tan sorprendentemente bien orquestado que nos deja simple y llanamente boquiabiertos; en este libro asistimos a uno de estos momentos, mágicos de por sí, que hay que descubrir cada uno como lector para darse cuenta de lo genial que es este escritor. De ahí mi reticencia a desvelar ningún detalle de la misma.

Si a lo anteriormente unimos que, además, están bien escritas y los personajes, más allá del genial dúo protagonista, están vivos a cada punto, coma o vocal que leemos; no exagero si digo que ya estamos ante uno de los libros del año.

Los textos provienen de la traducción de Susana Carral para la edición comentada de la editorial Reino de Cordelia.

6 thoughts on ““El cazador sordo” de James McClure

  1. Me gusta bastante la literatura sudafricana, pero no conocía a la autora que hoy nos presentas. Me la llevo apuntada y, de paso, te pregunto por cúal de los dos me recomendas que empiece: El huevo ingenioso, o El cerdo de vapor? Gracias. Saludos,

    • McClure es excelente. El huevo ingenioso tiene destellos increíbles de genialidad… pero es más duro para la gente. El cerdo de vapor es el primero que publicó aunque no es la primera aventura. Yo te recomiendo “La canción del perro” que fue el canto del cisne y, al mismo tiempo, la primera aventura de Kramer y Zondi.., es muy consistente y su estilo estaba muy depurado y luego ya ve a por el resto. Seguro que te encanta.

  2. Muchas gracias, Mariano. En todo caso, tus palabras casi me incitan a decidirme por “El huevo ingenioso”..un saludo,

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