“El gran mínimo” de Gilbert K. Chesterton. Una faceta para profundizar más en el autor

El_Gran_MínimoDespués de tantos libros leídos de Chesterton, con cada nueva edición de su ingente obra siempre encuentro algo nuevo (o recuerdo lo que ya sabía) y vuelvo a disfrutar con él. Es el caso de esta antología poética bilingüe del autor inglés que nos trae Salto de página. La introducción de Miguel Salas Díaz nos ofrece en pocas líneas un resumen que serviría para cualquier obra del prolífico autor, en este caso particularizada para su obra poética. De hecho, es muy relevante el comienzo donde repasa varias de las características de sus poemas a nivel estilístico y temático:

“No es de extrañar tal éxito popular, pues la poesía de Chesterton combina elementos muy atractivos: fue un excelente versificador y, a pesar del tradicionalismo de sus formas poéticas y de su léxico –utiliza a menudo formas arcaicas-, sus imágenes son muy modernas y sugerentes. A veces su estilo es transparente –en sus poemas más tiernos, ya hable del amor humano o del divino, y también en los humorísticos o más claramente combativos- y otras su voz se adensa y se vuelve hermética, dando lugar a composiciones de sesgo más visionario, cargadas de difíciles presagios y hondas intuiciones. Sus temas –la religión, los problemas sociales, el amor, la guerra- eran los que preocupaban a la mayoría de sus contemporáneos.”

En efecto, el tratamiento de dichos temas (universales) hace que no pierda vigencia y el manejo de formas resulta muy acorde con lo tratado. Salas Díaz aprovecha esta antología para subrayar la característica esencial de la obra de Chesterton para lo bueno y para lo malo, aunque en menor medida: ser un autor de tesis:

“Si hay algo que hace especial la poesía de Chesterton, pero que a su vez limita su vuelo, es que en todo lo que escribió a lo largo de su vida fue un autor de tesis. Sus ensayos, sus novelas, su teatro y su poesía –incluso los relatos detectivescos del padre Brown- pretenden demostrar algo, transportar una idea de carácter moral hasta el corazón del lector, y a veces esto los lastra en exceso.”

Su explicación de la “teoría del gran mínimo” es inspiradora y esclarecedora para el lector habitual del orondo escritor:

“¿Y cuál es esa tesis que Chesterton defendió en toda su obra, y también, si hemos de hacer caso a los testimonios de los que le conocieron bien, con su ejemplo diario a lo largo de toda su vida? Él mismo la denominó la “teoría del gran mínimo” –uno de los poemas recogidos en esta antología se titula así-. Surgió de una intensa crisis vital –después de unos años ensimismado, apático, dedicado sin entusiasmo y sin éxito a los estudios de bellas artes, durante su primera juventud- convencido de que el pesimismo reinante –fruto del relativismo moral propio de la época, del venenoso industrialismo contra el que se rebeló con tanta virulencia en sus posteriores artículos, del materialismo cientificista- era el ácido que corroía el alma del de sus contemporáneos. El hombre debe, en su opinión, ejercitarse en la contemplación de las maravillas de la existencia y en el sentimiento de gratitud que inevitablemente deriva de ellas. La gloria de lo minúsculo –la convicción de que hasta lo más pequeño es un regalo lleno de infinitas posibilidades- es la base en la que se funda la cosmovisión chestertoniana.”

Miguel de Salas, en un arranque de sinceridad  que comparto, precisamente, establece que no parece que la poesía sea la mejor forma de conocer la obra de Chesterton; estos poemas se convertirían en una manera imprescindible de conocer otras facetas del autor que complementan su obra; es mejor, por tanto, recomendarlo a conocedores de su obra que a neófitos:

“Es cierto que jamás recomendaría la poesía de Chesterton a quien no lo conozca ya como novelista o ensayista, pero no lo es menos que quien no haya leído sus poemas no puede tener una visión completa de su obra. Están en ellos todos los grandes temas de su prosa, pero expresados en un personalísimo lenguaje poético que los convierte en algo completamente nuevo. Para elaborar esta antología hemos seguido la primera edición de sus Collected Poems, publicada cuando Chesterton aún estaba vivo. No recoge todos sus poemas, pero sí todos aquellos que él consideró esenciales y quiso que se incluyeran –que son la gran mayoría-, y sigue también el orden en el que decidió disponerlos: de los más modernos a los más antiguos.”

Su original forma de hacer la antología va a la contra de lo habitual, pasamos de los más elaborados a los más sencillos; lo que perdemos en evolución, lo ganamos en frescura y lozanía de los primeros poemas, más cortos por otra parte. La “teoría del gran mínimo” que comentaba el prologuista y traductor es más que patente en sus últimos poemas, en las siguientes dos muestras se puede observar:

“A second childhood”

 “[…]

A thrill of thunder in my hair:

Though blackening clouds no be plain,

Still I am stung and startled

By the first drop of the rain:

Romance and pride and passion pass

And these are what remain.”

 

“To M.E.W.”

“[…]

In the calm of the last white winter, when all the past is ours,

Old tears are frozen as jewels, old storms frosted as flowers.

Dear Lady, may we meet again, stand up again, we four,

Beneath the burden of the years, and praise the earth once more.”

En ambos ejemplos podemos apreciar ese énfasis chestertoniano por encontrar el más pequeño detalle para justificar tu propio sentido en la vida; dar gracias por el más mínimo detalle creado (“and praise the earth once more”, y alabad lo creado (la tierra que pisamos) una vez más”. )

Su poesía más elaborada posiblemente sea “Lepanto” donde hace un repaso histórico-poético a la batalla, aquí es más palpable el uso tradicional del lenguaje y los arcaicismos léxicos, aunque no falten las rimas, en muchos casos consonantes, y otros recursos como aliteraciones o encabalgamientos, el resultado es excelente, no faltan ni Cervantes ni Don Juan de Austria:

“[…]

Cervantes on his galley sets the sword back in the sheath

 (Don John of Austria rides homeward with a wreath)

And he sees across a weary land a straggling road in Spain,

Up which a lean and foolish knight forever rides in vain,

And he smiles, but not as Sultans smile, and settles back

                [the blade…

(But Don John of Austria rides home from the Crusade.)”

Redundando en la teoría anteriormente mencionada, el poema homónimo “The great mínimum” es un compendio de la tesis del autor:

“[…]

Lo, blessed are our ears for they have heard;

Yea, blessed are our eyes for they have seen:

Let the thunder break on man and beast and bird

And the lightning. It is something to have been.”

No me gustaría terminar este pequeño post sin poner un poema de su primera etapa,  en este “At night” vemos varios de los temas ya mencionados anteriormente y funcionan maravillosamente a pesar de su pequeña extensión, la brevedad en este caso alienta la belleza:

“How many million stars there be,

That only God hath numbered;

But this one only chosen for me

In time before her face was fled.

Shall not one mortal man alive

Hold up his head?” 

Por si fuera poco, esta antología se complementa con un ensayo “On bad poetry” (Sobre la mala poesía) que sirve como perfecto colofón, utiliza referencias eruditas a los grandes poetas de los de la antigüedad a los clásicos y lo lleva a su terreno, la última frase vuelve a tratar sobre la teoría de la que he hablado extensamente:

“And he (Carlyle) did whitewash Cromwell and Frederick, as nobody whitewashed Achilles. Shakespeare and Shelley were better than Cromwell and Frederick; but they also were men and not statues. Even their bad poetry may be productive of good philosophy.”

Selección, traducción y prólogo de Miguel Salas Díaz para esta edición de “El gran mínimo” de G. K. Chesterton en Salto de Página.

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