“Hipérbole y media” de Allie Brosh. Tragicomedia (aparentemente) inocente

Allie Brosh decidió un buen día llevar a cabo la ”pésima”  idea de “escribir y dibujar cosas y colgarlas en Internet”; el resultado fue la creación de un blog extremadamente original y divertido que se hizo muy famoso, el nombre del blog era “Hipérbole y media”; en el 2013, en vista del éxito del blog decidió pasar varios de sus posts a libro con el maravilloso subtítulo: “situaciones desafortunadas, maneras equivocadas de solucionar problemas, caos y otras cosas que pasan”.

No pocas virtudes tiene el libro (y el blog) que explican el fenómeno; en primer lugar la elección del dibujo:

hiperbole

Las ilustraciones son sencillas, para nada requieren una elaboración muy grande; en pocos trazos y con un uso más bien limitado de colores transmiten una inocencia y una simplicidad que, a veces no tienen nada que ver con el texto que está mencionando.

Es fundamental el uso del humor del que hace gala, en dos vertientes, primero el que surge de la observación; Brosh en el siguiente párrafo refleja a la perfección lo que siente un niño cuando le niegan tomarse un pastel e intenta buscar la forma de comérselo por encima de cualquier prohibición:

“Me lo comí entero. Recuero que en un momento dado fui dolosamente consciente de la opresiva saturación que crecía en mi interior, pero seguí comiendo por una mezcla de tozudez y rencor. Nadie podía decirme que no me comiera el pastel entero –ni mamá, ni Santa Claus, ni Dios-, nadie. Era mi pastel y todos se podrían ir a la mierda.”

La otra vertiente es más relativa al humor absurdo, muchas veces aplicado a los consejos que da a los animales, muy en particular a los perros, a los que atribuye cualidades humanas; el siguiente caso con un perro apretando varias veces un juguete se ajusta a este patrón:

Hiperbolemedia“Apretar el juguete que pita durante tres horas seguidas mientras estás tirada en el suelo ni siquiera es técnicamente un juego, pero vosotras creéis que sí y por eso ya no podéis tener juguetes que hagan ruido.

La lección importante a extraer de este tema es que se debe practicar la moderación en todo lo que hagáis, incluso mordisquear los juguetes que al apretarlos pitan. Si sentís impulso de hacer algo muchas veces, hacedlo solo una décima parte de las veces que tenéis ganas de hacerlo.”

No se acaban aquí las excelencias de la autora, falta aquello por lo que se diferenció: el tratamiento psicológico que hizo de diferentes asuntos, por ejemplo la depresión. Su tratamiento racionalizado, mezclado con humor y la combinación con los dibujos aparentemente inocentes eran un cóctel explosivo que convertía la obra en una tierna tragicomedia ciertamente deliciosa; solo hay que ver su descripción de la depresión para rendirse ante el novedoso tratamiento empleado:

“Es muy frustrante sentirse triste sin motivo. La tristeza puede ser casi placenteramente indulgente cuando está justificada. Puedes escuchar canciones tristes e imaginar que eres el protagonista de alguna película dramática. Puedes mirar por la ventana mientras lloras y pensar: “Es todo tan triste. No puedo creer lo triste que es mi situación. Apuesto a que una recreación de mi tristeza haría que todo el público del cine acabara bañado en lágrimas.”

Pero mi tristeza carecía de propósito. Escuchar música triste e imaginarme como la protagonista de un drama me hacía sentir extraña porque no acababa de hacerme a la idea de una película en la que la protagonista está triste sin motivo.”

Incluso para ir describiendo la evolución de la depresión:

“Al principio intentaba explicarles que ya no era negatividad ni tristeza, sino más bien una niebla distante y sin sentido en la que no sientes nada por nada –ni siquiera por las cosas que amas, ni por las divertidas- y te sientes aburrida y sola de un modo horrible, pero puesto que has perdido tu habilidad para conectar con todas las cosas que habitualmente te harían sentir menos aburrida y sola, estás atrapada en el vacío aburrido, solitario y sin sentido sin nada que te distraiga de lo aburrido, solitario y sin sentido que es.” 

¡Y cómo no es tan fácil salir de ella!, es capaz de extrapolarlo a sus períodos felices de juventud y refleja su incapacidad ante esta situación:

“Pero de mayor se volvió cada vez más difícil acceder a aquel gran espacio de mi imaginación que hacía que mis juguetes fueran divertidos. Recuerdo haberlos mirado y haberme sentido frustrada y confundida porque las cosas ya no fueran como antes.”

La memoria, el recuerdo, no sirve en esta situación como refugio ni para recuperarse de la sensación depresiva. La descripción de todo el proceso depresivo es cristalina, con prosa sencilla pero demoledora en lo que cuenta.

En el capítulo dedicado a sus “Pensamientos y sentimientos” tenemos nuevos alardes de su creatividad, en este caso para definir sus reglas inconscientes:

“Tengo una serie de reglas inconscientes sobre cómo debería funcionar la realidad. No las desarrollé a propósito, y la mayoría de ellas no tienen sentido –lo que resulta preocupante, sobre todo si se tiene en cuenta que su objetivo es gobernar el comportamiento de la realidad-, pero existen y juegan un papel importante a la hora de determinar cómo reacciono ante las cosas que me pasan. Tan importante, de hecho, que la mayoría de mis sentimientos son una reacción al hecho de que la realidad no se ajuste a mi arbitraria lista de reglas.”

Lo que la lleva a reflejar a continuación su necesidad de sorprenderse ante lo que le ofrece la vida. Sí podemos hablar  de sinceridad a la hora de escribir, una sinceridad que te deforma y que reconoces más palpable en tu propia vida. Es esta empatización con el lector otra de las razones para su triunfo: sabe expresar inigualablemente lo que nos ha sucedido alguna vez y lo compensa con su dibujo de estética “naif”:

“Parece que paso mucho tiempo sintiéndome vagamente decepcionada por cosas que no son decepcionantes. Sin embargo, parecen decepcionantes porque siempre quiero que las cosas me impresionen o sorprendan. Me produce placer encontrar cosas excepcionales de forma inesperada. Incluso si la cosa en sí no me gusta, me sigue produciendo un subidón descubrir que algo es malo de verdad. Si estuviera herida y desangrándome, pero la cantidad de sangre fuera sorprendente, me sentiría casi animada al verla. Me gusta tanto que las cosas me impresionen que busco esa sensación activamente.”

Creo, sinceramente, que está tragicomedia aderezada con dibujos no puede dejar a nadie indiferente; te hace reír, te hace sufrir y, sobre todo, te ayuda a vivir. No hay que perdérselo.

“Al pensar en hacer buenas obras te sientes casi como si las hicieras. Disfruto de todas las buenas sensaciones sin ninguno de los inconvenientes. Es repugnante lo orgullosa que estoy de mí misma por cosas que nunca he hecho.”

¡Genial! ¿O no?

Los textos provienen de la traducción de la traducción del inglés de Joan Eloi Roca de  “Hipérbole y media” de Allie Brosh para Principal de los Libros.

4 thoughts on ““Hipérbole y media” de Allie Brosh. Tragicomedia (aparentemente) inocente

  1. A mí me ha encantado. No conocía ni a la autora ni al blog, pero una amiga comentaba mucho en tuiter todo lo que le estaba gustando y me picó la curiosidad y me lo prestó.
    Estoy pensando en no devolvérselo. Es inteligente, divertido y tierno. Los dibujos son geniales y la historia del ganso es desternillante.

    • Bienvenida!! jaja.. es una chulada.. va a estar en lo mejor del año porque es una verdadera sorpresa. Tampoco conocía el blog… pero ahora le echaré un vistazo seguro… tiene un nivel fantástico.
      Un abrazo muy fuerte!

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