“Las dos Señoras Abbott” de D. E. Stevenson. El costumbrismo británico.

las-dos-senoras-abbott-9788484289685Después de leer el segundo libro de D.E. Stevenson, que continuaba las peripecias narradas en el fabuloso “El libro de la señorita Buncle”, no voy a esconder que no guardaba muchas esperanzas con este tercero. “El matrimonio de la señorita Buncle” olvidaba toda la parte literaria que supuso una mezcla deliciosa de ficción-realidad del primer libro, mucha metaliteratura que ayudaba a la comedia y representaba una crítica al proceso de edición-publicación de novelas, para centrarse más en las relaciones de la protagonista con su futuro marido y con el resto de habitantes. La mezcla por momentos se quedaba a medio camino, perdiendo parte del humor que la caracterizaba.

En este, “Las dos Señoras Abbott”, volvemos a tener como centro  a la protagonista de los dos anteriores, ahora convertida en Bárbara Abbott, ya con dos hijos, cuando se encuentra con una amiga de su antiguo pueblo:

“La primera impresión de Sarah fue que su antigua amiga había cambiado mucho, pero al cabo de unos minutos se dijo que “cambiado” no era la palabra exacta. Bárbara se había desarrollado, eso era. Seguía siendo tan natural como siempre, se interesaba por los demás y poco por sí misma; y tan humilde y sincera como el primer día también. Había engordado un poquito, desde luego, vestía mejor y se comportaba con mayor seguridad… Pero eran unos cambios meramente superficiales. Le dio tiempo a advertir todas esas cosas mientras Bárbara intentaba convencer a su hijo, y finalmente lo convencía, de que se marchara por las buenas a cambio de una galleta de chocolate.”

Lo bueno de esta entrega es que, gracias a la presentación de nuevos personajes Stevenson consigue, prácticamente, una novela coral; descentraliza la atención de Bárbara sin perderla de vista y vuelve a presentarnos a una escritora nueva (Janetta) con el ansia de demostrar la calidad de su obra por encima de la simple literatura comercial. La hermana y mánager de Janetta, Helen, no querrá salir fácilmente de esta situación tan cómoda para ella:

“-Es una novela -dijo -Helen en tono tranquilizador.

-Quiero escribir algo sobre personas de la vida real -dijo Janetta. Le sorprendió oírse decir eso, porque no lo había pensado hasta ese momento, pero su sorpresa no fue nada comparada con el pasmo y la consternación que tan sencillas palabras causaron en su hermana.”

De hecho, intentará convencer al marido de la Bárbara para conseguir que esta escritora vuelva a ponerse a escribir las obras que hacía anteriormente con resultado adverso:

“El señor Abbott no respondió. Por supuesto, comprendía que por la editorial y por su socio, estaba obligado a hacer cuanto estuviera en su mano para que Janetta volviera al trabajo, pero le iba a costar un gran esfuerzo, porque no le gustaban sus novelas. No le gustaban nada. Había encontrado una definición (muy convincente para él) del último producto de su pluma: puro cartón piedra.”

El propio señor Abbott se da cuenta de que este tipo de literatura es más bien “cartón piedra”, nombre que podemos aplicar perfectamente a muchas de las novedades que salen actualmente…

El relato costumbrista de los vecinos del pueblo de las dos señoras Abbott funciona a la perfección: además de la trama literaria que servirá de trasfondo para reflexionar sobre la construcción de la identidad de uno mismo y sobre todo lo relacionado con la literatura; se suman una serie de subtramas que le sirven para relacionar a los personajes, según sus costumbres e interacciones con el resto de habitantes de la población, consiguiendo por momentos , alguna situación brillantísima que me sacó las carcajadas como todo lo relacionado con la búsqueda (delirante) del espía o los soldados alojados en la casa.

No falta la trama amorosa, pero, afortunadamente, se olvida de los lugares comunes:

“No tenía por qué preocuparme de Cyril ni de Edward y compañía. A ninguno de ellos se le ocurrió declararse en la sala de espera del dentista. Ni se me había ocurrido a mí, por cierto. La verdad es que no me declaré, a menos que se considere que enarcar las cejas es una declaración de amor, ¿verdad? -le preguntó al niño de piedra-. ¿A ti te parece que eso puede considerarse una declaración? Es muy importante, la verdad.

El Niño de piedra no respondió.

-Bueno, es igual -dijo Archie -. No me extraña que no puedas responderme de buenas a primeras. Piénsalo y después me lo dices.”

En su afán de declararse de una forma distinta a la de los libros de la escritora  que ya conocía, la localización es, ciertamente, poco común y la respuesta a la declaración se caracteriza por la sutileza.

Nueva muestra de ese subgénero costumbrista que tan bien han cultivado los británicos y tantas alegrías nos dan autoras como Stevenson, Gibbons o Mitford… pequeñas delicias para disfrutar sin complejos.

Los textos vienen de la traducción del inglés de Concha Cardeñoso Sáenz de Miera de “Las dos señoras Abbott” de D. E. Stevenson en el sello Rara Avis de Alba.

3 thoughts on ““Las dos Señoras Abbott” de D. E. Stevenson. El costumbrismo británico.

  1. He leído los dos anteriores volúmenes y tengo ganas de terminar la historia con esta protagonista. Yo también tenía un poco de miedo a ver como desarrollaba este tercer tomo pero todas las reseñas que he leído lo ponen bastante bien, así que me animaré a terminar la saga.

    D.

    • A mí me ha convencido y, además ha vuelto a resultarme divertido. O sea que por mí bien.
      Yo la acabo seguro. Me encantan estas novelas británicas. Son geniales estas escritoras.
      Un abrazo D. y gracias por venir!

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