“El día 10 de diciembre de 2014 empecé con El arco iris de la gravedad de Thomas Pynchon, primer libro de la lista. Casi un mes más tarde puedo decir que he abandonado exitosamente esta novela tras haber leído la friolera de 257 páginas (y me han parecido casi 2000). No puedo más, es total y absolutamente infumable, un despropósito y un sinsentido. No me gusta cómo está escrito, pensado fríamente no sucede nada y la narración consiste en una serie de descripciones encadenadas que apenas tienen que ver una con la otra. Vamos, primer “éxito” del reto.”
Esta cita, encontrada en el blog de una de las blogueras más influyentes en la actualidad (le siguen miles), desencadenó esta entrada que, a primera vista, podría resultar polémica y contraproducente. La lectora en cuestión es admirada por su capacidad para leer libros en tiempo récord y reseñarlos a la misma velocidad; de hecho, lee casi 400 libros todos los años y en diferentes idiomas.
Por otro lado, uno de los fenómenos que ayudan a leer es ponerse retos, desafíos; este blog está plagado de ellos (a ese ritmo de lecturas es lógico…), pero en realidad se pueden reducir a uno solo: son retos basados en la cantidad (10 libros de colores, 30 libros en un mes, libros que contengan las notas musicales, etc…), herederos del ya conocido reto de la red social más conocida (Goodreads) que te desafía a poner los libros que te vas a leer en un año y, por consiguiente, te hace el seguimiento.
Como ya comenté en este post, la valoración cuantitativa de la lectura hizo que disminuyera mi capacidad de comprensión, debido al estrés que me producía pensar que tenía que acabar un libro para poder ponerme en seguida con el siguiente; no existen retos, o hay muy pocos de ellos que se basen en la comprensión, disfrute o formación.
Volviendo al texto que comenta la conocida bloguera demuestra, para mi pesar, varias consecuencias funestas:
-Primero, leer mucho no garantiza comprensión y esto es algo que no pensaba que llegara a ocurrir. Es evidente por lo comentado (en un primer atisbo) que ni siquiera sabe que está describiendo características postmodernistas, que identifica como fallos. No tiene que gustarte Pynchon por obligación pero su problema viene más unido a la lentitud para leerlo (recordad que no le dura un libro nunca más de tres días, ni los de mil páginas). Si un libro cuesta leerlo, ¿ya no vale la pena?
-Segundo, “no sucede nada”, ¿tenemos que reducir los libros que leemos a solamente aquellos en los que suceden cosas? El “qué” prevalece sobre el “cómo”.
-Tercero, debido a su influencia, de golpe y porrazo, todos sus miles de seguidores no creo que piensen nunca más leer a Pynchon tras desaconsejarlo de una manera tan tajante (“total y absolutamente infumable, un despropósito y un sinsentido”).
Todo esto me lleva a la cada vez más poca importancia que se da a una de las características esenciales que debería tener un lector: necesidad de formarse, bien a través de alguien o autoformarse. Y lo digo porque esa formación te puede ayudar en dos sentidos fundamentales:
-Para comprender “por qué” no te gusta una obra o corriente literaria que la engloba. Dar un paso más allá del “megustismo” imperante y saber dar razones con rigor.
-Para, gracias a la comprensión, disfrutar aún más de la obra en cuestión cuando te gusta. Este crecimiento del disfrute es exponencial, para nada lineal y el lector debería ser consciente de ello.
Esta formación debería cubrir más allá del contexto histórico e iría encaminada también al contrapunto con otros autores (por similitud o disimilitud), al estudio de las corrientes literarias y su evolución, así como al estudio del estilo de cada autor. Un repaso a las posibilidades críticas desde el pasado hasta la actualidad también complementaría infinitamente el disfrute.
Leer es genial, pero leer y comprender es uno de los mayores placeres que nos brinda esta vida. Creo que el esfuerzo inicial bien vale la pena.
Qué acertado me parece este comentario. Y no lo digo para ese caso en particular, también se podría ampliar su alcance a lectores que terminan los libros con buenos comentarios y sin embargo el comentario parece reflejar más el gusto que la propia persona haya podido leer ese libro tan prestigioso que no por lo que cuenta y cómo te ha enriquecido el esfuerzo. Con las redes sociales también se ve ese perfil de lector, que es más de pegar citas de los libros a modo de slogan que no reseñar el contenido.
Por otra parte, fijándome más en el caso concreto que comentas, creo que si después de un comentario tan inmaduro alguien se deja influir y le hace caso es que efectivamente no ha de acercarse al “Gravity Rainbow” o cualquier libro difícil. Un buen lector que es autoexigente ha de coger un libro porque le interese y si de verdad le interesa, entonces las opiniones negativas y positivas son meramente anecdóticas.
Totalmente de acuerdo, me parecía interesante hacer esta pequeña reflexión porque últimamente parece haber una corriente de simplificación que intenta echar por la borda obras que requieren más esfuerzo que otras. Solo tienes que ver el Quijote para torpes que se ha marcado el que tú y yo sabemos auspiciado por la RAE.. y todo por dinero. No por afán cultural. Creo que merece la pena esforzarse un poco en algunos casos. Alternar todo tipo de lecturas hasta encontrar lo que más te guste ni más ni menos.
Un abrazo y gracias por comentar!
Muy buen post.
Como bien comentas, para hacer la crítica de un libro, hay que intentar conocer cuál es el objetivo del autor, es decir, si por ejemplo le da importancia a la trama o le da más importante al estilo: al por qué, o al cómo.
Hay muchos libros en los que supuestamente “no pasa nada”, por ejemplo, «Ulises», de Joyce, que importa más el cómo está escrito que lo que narra (esto dicho «grosso modo»), ahora bien, es un libro que necesita colaboración por parte del lector, no es un libro para leer en la cama antes de dormir o en el transporte público, es un libro, que como los de Pynchon, necesitan su poso, y aunque físicamente sea posible leérselos en una semana, no son libros para devorarlos, son libros para leerlos.
Y como comentaba al principio, y se comenta en el post, hay que conocer la intención del escritor, porque, por ejemplo, «El rey pálido» de Foster Wallace, es un libro en el que el autor escribe sobre el tedio, entonces, si uno se aburre leyendo el libro, ¿ha conseguido el autor su propósito? Posiblemente sí. ¿Importa la trama de este libro? Posiblemente no, porque no es el objetivo del autor al leer este texto.
Y sobra decir, que es el foco de este post, que mucha cantidad de libros leídos no da calidad lectora.
Como comentábamos, muy buen post, ¡enhorabuena!
Muchas gracias por las puntualizaciones con las que estoy plenamente de acuerdo.
Leer es algo más que devorar libros… eso está claro y veo que ha funcionado el objetivo del post.
Estoy realmente contento!
Muchas gracias por venir por aquí!
Un abrazo