“Mentiré si es necesario” de Daniel Ausente. La nostalgia como eje narrativo

MentiréNostalgia, la  nostalgia nos trae tantos recuerdos; pero, ¿qué significa en realidad esta palabra? Acudamos a nuestra rae que siempre es la mejor opción en estos casos.

nostalgia.

(Del gr. νόστος, regreso, y -algia).

1. f. Pena de verse ausente de la patria o de los deudos o amigos.

2. f. Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida.

La segunda acepción es, quizá, la más extendida actualmente a casi cualquier ámbito; impregna prácticamente cada momento de nuestra vida y se acrecienta su influencia con el tiempo. La máxima “cualquier tiempo pasado fue mejor” se hace demasiado patente resultando en una pérdida de objetividad; la nostalgia suele convertirse en elemento “nulificador” del raciocinio. Si habitualmente tenemos elementos que subjetivizan nuestros actos, cuando la nostalgia aparece, estos elementos se exacerban y nos llevan a la falta de criterio. Lo podemos observar claramente con “lo ochentero” que varias cadenas de radio utilizan en su programación de forma continuada aprovechándose de los oyentes que sienten que todo lo que vivieron en aquella época era dichoso porque lo vivieron ellos.

En el caso de la literatura es aún más difícil sustraerse de esta influencia; sobre todo cuando hablamos de relatos que narran acciones acontecidas en el pasado, más si se trata de historias de formación; inevitablemente, el discurso puede abusar de elementos nostálgicos, que suelen desencadenar relatos ñoños, buscando las lágrimas fáciles y las emotividades a flor de piel. No me voy a dedicar a hablar sobre los relatos que caen en la facilidad de este discurso (hay ejemplos innumerables), sino en aquellos que intentan salirse de estos lugares comunes y presentar el pasado de una manera diferente, más arriesgada, o, sencillamente diferente a la habitual.

Recuerdo precisamente a Julian Barnes en su fantástica novela “The sense of an ending” donde ya comenté que Barnes escapaba de la trampa y subrayaba, precisamente, cómo las emociones que se creen vivir en esos momentos suelen desencadenar este sentimiento cuando careces de ellas.

Daniel Ausente es el creador del Blog Ausente uno de los mejores blogs de cultura popular que conozco, de visita obligatoria; pero no se conforma con esto, sino que escribe en varios sitios, uno de ellos: el Butano Popular se ha lanzado hacia la autoedición recopilando textos suyos y de otros tres colaboradores habituales. “Mentiré si es necesario” es el resultado de esta iniciativa y constituye, por derecho propio, un ejemplo maravilloso de escribir sobre el pasado sin dejarse caer en la nostalgia fácil y, al mismo tiempo, ser emocionante y, por momentos, aunque parezca incongruente por el tipo de narración, heroico.

Heredero de los Pérez Andújar o González Ledesma, retratadores magníficos de los barrios de Barcelona; Daniel se revela como una voz única y distinta de un pasado vivido en primera persona. Estamos ante un Bildungsroman muy particular, un coming of age de lo trash donde su formación como persona se entrelaza de manera casi indistinguible con su formación cultural pop.

“Lo explica mi abuelo durante la comida. Comidas pantagruélicas que él y mis tíos llaman un bon tiberi y que conforman mi educación tanto o más que los tebeos de Bruguera, la televisión de Lazarov o los cuadernos Total de caligrafía.”

En el siguiente texto refleja uno de esos momentos pasados, esas luchas que vivió en sus carnes y cómo, de una manera sencilla, se lamenta de algo que ya no ocurre; esa última frase muestra su malestar ante el avance del progreso pero consigue expresarlo de una manera, parece mentira, objetiva. Sin vanos efectos lacrimógenos.

“Recuerdo que al salir de los Toy Dolls, en el viejo Zeleste, había una batalla campal entre punkis y skins fachas. Una punki bajita y culona iba repartiendo piedras que llevaba en una caja. Luego hubo cargas policiales y carreras por el Borne. Donde hoy hay una diseñadora vendiendo anillos para pulgares guiris antes había una punki con munición. Podemos llamarlo progreso.”

No cae en la tentación de ser un “abuelo cebolleta” a la hora de relatar los eventos pasados; no hay nada heroico en su supervivencia, sino inconsciencia e incluso eurte; su relato está cargado de una sinceridad que (eso sí) tinta todas sus emociones; no duda en reconocer sus problemas y de esta manera consigue ser maravillosamente épico. Consigue que un relato de hechos pasados, quizá, consciente o inconscientemente, se vuelva heroico por momentos.

“He perdido muchos rastros. Busco nombres en las redes sociales y nos los encuentro. A muchos los perdí en los aledaños de la Plaza Real, comprando papelinas a príncipes africanos. Me sabe mal por las chicas. Algunas eran muy guapas aunque veía cómo sus tetas se iban escuchimizando. Yo en cambio sigo aquí. Mi instinto de supervivencia funcionó a pleno rendimiento. Tuve suerte o fui cabal en pleno apocalipsis. Creo que la clave es que mis amigos se ponían a vomitar tras el chute y luego no había manera de correrse una juerga demente con ellos.

Tuve suerte, sí, porque si hubiera dicho que sí solo una vez hoy no estaría aquí. Por mi adn corre el gen de la adicción y vengo de una familia de alcohólicos. Pero mi decisión no tuvo nada de heroico y mucho de inconsciente. Ellos se bombeaban opiáceos en vena mientras yo trazaba rayas de speed con una tarjeta de crédito. Dinámicas tóxicas irreconciliables. No necesitaba dormir mi cerebro sino excitarlo más.”

Una hipótesis futura, la pregunta a su madre, nos lleva al final de su historia, una historia de supervivencia. Ni más ni menos.

“Pero aun así, siempre notaré que me falta una pieza, que el puzzle no encaja. Un día le preguntaré a mi madre.

-Oye, mamá, en la historia del avi en la Guerra Civil hay algo que no entiendo. Se dedicaba a proyectar películas de propaganda republicana y se iba de juerga con los rusos, pero luego no le pasó nada y enseguida le fueron muy bien las cosas.

Mi madre me mirará en silencio un rato.

-Mira, lo que hizo tu abuelo fue lo que harías tú: sobrevivir como fuera.”

Podría acabar así este comentario a esta obra necesaria, pero, por afinidad me gustaría terminar con ese momento en el que descubre el terror, a los seis años y sabe que será su compañero para siempre:

“Tengo seis años y en la soledad de mi habitación invoco demonios, recito conjuros y realizo un sortilegio que emana de mi interior, que es innato porque nadie me lo ha enseñado. Una fórmula inconfesable que incluye sangre, carne y agujas afiladas. Abrazo el horror y ay, nunca más volveré a tener miedo.”

Qué placer inmenso imbuirnos en tu prosa Daniel.

2 thoughts on ““Mentiré si es necesario” de Daniel Ausente. La nostalgia como eje narrativo

  1. Pingback: Febrero 2014: La lista de lecturas | Lectura y Locura

  2. Pingback: “Mataré a vuestros muertos” de Daniel Ausente. Lovecraft quinqu | Lectura y Locura

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *