Mr Mercedes de Stephen King. Aproximación a la novela policíaca “a lo King”

mr-mercedesA estas alturas, el Sr King es muy consciente de su posición aventajada, ha ganado un estatus tal, que sabe que, haga lo que haga, tiene un rédito muy grande: siempre venderá sus grandes clásicos y de lo nuevo tiene un núcleo de seguidores que confía bastante en lo que va realizando. Teniendo en cuenta esta situación, lo que más me gusta de King es que no se ha relajado, como hacen muchos escritores a su edad, se dedica a experimentar, intentar nuevas temáticas, modificar estilo, etc. Pocos escritores se podrían haber arriesgado a hacer los siete tomos de la indigesta Torre oscura (cuando hablo de indigestión me refiero sobre todo al juego arriesgado que propone: metaficción, artificios postmodernos y mucha, mucha aridez; una obra que, en su aproximación holística, se encuentra en un camino indefinido que va desde la inquietud pop pasando por el pastiche hasta llegar a conformar una obra casi de “auteur”  por su ambición); el norteamericano sale continuamente de su círculo de comodidad para intentar siempre crear con mayor o menor éxito, pero sin acomodarse; no en vano, sigue sacando dos o tres libros al año.

Mr Mercedes se ha vendido, a nivel de marketing, como la primera novela netamente policíaca que intenta; no es que esperara una trama netamente “hardboiled”, tampoco creía que se fuera a ir a un “whodunit”; en efecto adopta un tramo intermedio que, sinceramente, empieza policíaco y desencadena más bien en un thriller “a su manera” (como diría Frankie); la misma contraportada del libro lo deja claro desde el principio: dos personajes, por un lado Bill Hodges, policía jubilado; por el otro, Brady Hartsfield, asesino múltiple. El mal y el bien enfrentados en una lucha sin cuartel aunque con una investigación policíaca de fondo; un Apocalipsis policíaco, por coger una de las novelas que el escritor ha utilizado con esta base general. Quizá uno de los sellos de King es llevar a su terreno cualquier tema que trate, cualquier novela que escriba.

Y eso que, inicialmente, en la presentación de los dos protagonistas, podría haberlo llevado a otro sitio, sobre todo en el caso del policía jubilado es sintomático el intento de presentar un policía alcohólico pero  que ya no lo es, intentando subvertir  la estampa habitual:

“Hodges toma otro sorbo de cerveza y sabe que ni siquiera se beberá la mitad de la lata. Es curioso, porque cuando aún estaba en la policía, era prácticamente un alcohólico. Después, cuando la bebida acabó con su matrimonio, asumió que era un alcohólico. Hizo acopio de toda su fuerza de voluntad, controló el hábito y se prometió entonces que en cuanto llevara cuarenta años trabajados –una antigüedad más que considerable habida cuenta de que el cincuenta por ciento de los policías se retiraban a los veinticinco años de servicio y el setenta por ciento a los treinta- bebería tanto como quisiera. Y ahora que ha superado esos cuarenta años, el alcohol apenas le interesa. Se obligó a emborracharse unas cuantas veces, solo para ver si aún era capaz, y lo era, pero estar borracho, como vio, no era mucho mejor que estar sereno. De hecho era un poco peor. “

La presentación del villano, Brady, mediante una carta que envía a Hodges, es muy conveniente; resulta efectiva y desasosegante por lo que implica, una especie de persecución, un fin para el que los medios no importan, hará lo que sea para conseguir ese fin:

“[..] En un artículo (cuya publicación coincidió con su ceremonia de jubilación), su compañero durante mucho tiempo (el ins. de 1er grado Peter Huntley) lo describió a usted como “una combinación de fidelidad al reglamento y brillante intuición.”

¡Un buen cumplido!

Si es verdad, y creo que lo es, ya habrá deducido a estas alturas que soy uno de esos pocos a los que no consiguió atrapar. Soy, de hecho, el hombre a quien la prensa decidió llamar:

  1. El Joker,
  2. El payaso, o
  3. El Asesino del Mercedes.

¡Yo prefiero este último!

Estoy seguro de que sudó la camiseta, pero lamentablemente (para usted, no para mí) no le sirvió de nada. Imagino que si alguna vez ha deseado de verdad atrapar a un “mareante”, inspector Hodges, ese ha sido el hombre que el año pasado embistió con toda intención a la muchedumbre congregada ante el Centro Cívico con motivo de la Feria de Empleo, matando a ocho personas e hiriendo a otras muchas. (Debo admitir que superé mis expectativas más optimistas.) ¿Me tenía en mente cuando le entregaron aquella placa conmemorativa en la ceremonia oficial de jubilación?”

Como de costumbre, aprovecha su universo (el Universo King), la existencia de una serie de novelas que ya ha creada, para realizar multirreferencias para sus seguidores más acérrimos, referencias que, por otra parte, no entorpecen la trama ni la tensión dramática, no hacen más que enriquecer la situación:

“Mechones de pelo anaranjado, a lo Bozo, sobresalían por encima de las sienes como cuernos. La nariz era un bulbo de goma rojo. Sin cabeza que la tensara, la sonrisa de aquellos labios rojos se había convertido en una mueca de desdén.

-Pone la carne de gallina. ¿Has visto esa película del payaso en la alcantarilla?

Hodges negó con la cabeza. Más tarde –solo unas semanas antes de jubilarse- compró esa película en DVD, y Pete tenía razón. La máscara se parecía mucho al rostro de Pennywise, el payaso de la película.”

Su objetivo final, el de este atípico psicópata, no es otro que conseguir que el policía jubilado se acabe suicidando:

“De vez en cuando Brady se pregunta si sería muy difícil envenenar todos los helados de la camioneta: el de vainilla, el de chocolate, el de frutas del bosque, el sabor del día, los sorbetes Tastey, las chocodelicias, incluso los polos clásicos y los silbatos helados. Ha llegado al punto de investigar por internet. Ha hecho lo que Anthony Frobisher, alias Tones, su jefe en Discount Electronix, probablemente llamaría “estudio de viabilidad”, y ha decidido que si bien podría hacerse, sería una estupidez. No es que sea reacio al riesgo. Al fin y al cabo, salió airoso de la Matanza del Mercedes, cuando tenía más probabilidades de ser atrapado que de quedar impune. Pero no quiere que lo pillen ahora. Tiene un trabajo pendiente. Para lo que queda de primavera y principios del verano, su trabajo es el ex poli gordo: G. William Hodges.”

Y para ello no duda en realizar cualquier tipo de acción desproporcionada, una acción que conlleve, incluso si hace falta, el sacrificio de un gran grupo de personas.

“El sol es agradable, pero sus beneficios serán efímeros. Brady reflexiona sobre los beneficios más duraderos que le proporcionará la oscuridad. Ya no tendrá que escuchar las diatribas lesbofeministas de Freddi Linklatter. Ya no tendrá que escuchar a Tones Frobisher cuando pretexta que no puede asumir los servicios a domicilio por su RESPONSABILIDAD PARA CON LA TIENDA, pese a que la verdad es que no distinguiría un fallo de disco duro ni aunque le mordiera la polla. Ya no tendrá que sentir el frío en los riñones mientras conduce la camioneta de Mr. Tastey en agosto con los frigoríficos a plena potencia. Ya no tendrá que dar manotazos al salpicadero del Subaru cuando la radio pierde la señal. Ya no tendrá que pensar en las bragas de encaje y los larguísimos muslos de su madre. Ya no tendrá que indignarse porque nadie le hace caso ni lo valora. Ya no tendrá que padecer más dolores de cabeza. Y ya no tendrá más noches de insomnio, porque a partir de hoy dormirá para siempre.

Sin sueños.”

“Se acordarán de mí –piensa cuando se detiene al borde de la carretera, esperando un hueco en el tráfico para poder regresar al motel-. El mayor número de víctimas de todos los tiempos. Pasaré a la historia”. Ahora se alegra de no haber matado al ex poli gordo. Hodges debe vivir para enterarse de lo que va a ocurrir esta noche. Tendrá que recordarlo. Tendrá que convivir con eso.”

No quiero desvelar nada de la trama pero baste decir que avanza con solvencia: continuos cliffhangers que van uniendo capítulos y que te obligan prácticamente a seguir leyendo, muertes absurdas, a veces casi de casualidad, un equipo de atípicos ayudantes que ayudan a nuestro jubilado en la investigación, un final que deja sin aliento hasta que se resuelve  como un gran thriller, etc; lo tiene todo para conseguir un resultado final más que digno, de muy buen nivel, como el que nos tiene usualmente acostumbrados.

De fondo, toda la novela respira un miedo por el desconocido internet y todo lo derivado de él, es tan palpable que, está claro que King, que ha entrado recientemente en twitter, teme, como si de una novela de terror se tratase, lo que pueda llegar a través de este gran mastodonte global. No dudo que en las próximas novelas puede jugar más con este factor.

También adolece la novela del abuso de la presentación de los personajes; viendo que tiene previstas otras dos entregas para hacer una trilogía, es muy posible que podamos evaluar en su plenitud estas obras cuando haya escrito las siguientes, ya sin las ataduras (obligadas eso sí) de estos necesarios orígenes.

El resultado es, para nuestro regocijo, una novela de género que está por encima de la media y que nos vuelve a traer a King a la palestra. Habrá que esperar lo nuevo con el mismo anhelo que de costumbre, está claro.

Los textos provienen de la traducción de Carlos Milla Soler de Mr Mercedes de Stephen King para Penguin Random House Mondadori

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