Si hay algo que caracteriza a la La Felguera Editores en cada uno de los libros que están publicando es el mimo a la hora de editar (a diferencia de otras que lo pretenden); ya que sus libros no se tratan específicamente de una traducción de un libro existente sino de una conjunción de diferentes textos, de diversas procedencias, que dan un contexto único a la obra en cuestión.
Ya comenté con el fantástico “Sherlock Holmes contra Houdini” varias de estas características y en el caso que me ocupa hoy: “Valle-Inclán y el insólito caso del hombre con Rayos X en los ojos”, nos encontramos con otro ejemplo de este estilo, que confirma lo que es su sello de identidad único. Esa mezcla de textos con dibujos, cárteles de la época, fotos, diversas tipografías, etc… para conformar obras muy especiales y cargadas de interés.
En este caso empiezan con un texto de Mondo Brutto de la ensayista y redactora Grace Morales (“Valle-Inclán y la luz astral del peregrino”) que sirve como prefacio a la situación que se desarrollará más adelante; esta introducción alerta sobre la tradicional incredulidad española, en relación con los fenómenos extraños (muy paradójica con lo que vendrá luego):
“Aquí, salvo el tradicional rosario de supersticiones, prejuicios de toda clase y gusto por la quincallería religiosa, el pensamiento nunca se han caracterizado por la impregnación espiritual y contemplativa. Eso, por no hablar del género de la fantasía y los tratados sobre fenómenos del espíritu, que durante cien años se limitaron a seguir los postulados de El criterio del padre Balmes y su “filosofía del sentido común”. Fuera de esos límites de pensamiento llano y de orden, el resto estaba maldito, era un atentado contra la vieja normalidad española.”
E introduce la figura del escritor Valle-Inclán, que servirá para comprender su papel en el caso en cuestión; una faceta poco conocida debido a que no se ha hecho énfasis en ella habitualmente:
“Ramón del Valle-Inclán fue el primer escritor español que se convirtió a sí mismo en un personaje. […] No hay escritor en castellano que como él demostrara tanto interés en la metapsíquica y rescatara la antigua influencia de Oriente en la cultura española como forma de expresión, pero no como una simple moda con la que se viste uno una temporada, asunto que él sabía manejar muy bien, sino como herramienta y deseo de comunicación.”
El texto central que resume la situación ocurrida en la época es del poeta y novelista Ramón Mayrata (“Valle-Inclán, Houdini y el hombre que tenía rayos X en los ojos”) y, con pocas palabras, hace un resumen inicial altamente clarificador presentando las figuras desencadenantes de la situación:
“En aquel tiempo Valle-Inclán lucía barba negra y Harry Houdini iba perfectamente rasurado. Coincidían en pocas cosas y cuando ambos se enfrentaron a un mismo enigma, reaccionaron de manera muy distinta. El enigma fue el llamado “caso Argamasilla”, un joven español que aseguraba poseer visión de rayos X, de manera que podía ver a través de los cuerpos opacos.”
El obrador del milagro, Joaquín Argamasilla de la Cerda y Elio, fue dado a conocer por su padre que “En noviembre de 1922 descubrió en el muchacho una nueva facultad humana a la que denominó metasomoscopia. Consistía en la visión a través de ciertos cuerpos opacos.”
Tal fue la fama que alcanzó que empezó una gira en Nueva York donde encontraría su némesis, el que, a la postre, descubriría el fraude; un periodista modeló este combate como una pelea de boxeo:
“Pero un combate de boxeo precisa, al menos, de dos contendientes. ¿Quién es el oponente de Argamasilla? El periodista descubre al hombre de complexión atlética, no demasiado alto, en el que cree advertir una fuerza grandiosa. Se trata de Harry Houdini el ilusionista.”
La actitud de Houdini pilló por sorpresa a Argamasilla que no esperaba este acoso y derribo hasta encontrar los trucos y desmitificar un posible poder sensorial; a nosotros, lectores avezados, no nos parece tan raro, sobre todo si ya hemos leído “Sherlock Holmes contra Houdini” donde se reflejaba la situación que llevó a Houdini a convertirse en el adalid de la destrucción de los trucos espiritualistas:
“Lo que Houdini hace con truco –sostienen en el filo de la lógica y del sentido común-, los espiritistas lo llevan a cabo sin ninguna clase de manipulación. Sin embargo, quienes son capaces de hacer estas disquisiciones son una minoría. Cuando Houdini emplaza a un médium en su punto de mira, sus intervenciones son demoledoras y acaban situándole frente a la decepción y el repudio de los espectadores. Esta actitud de Houdini asombra y, tal vez, desazona a Argamasilla, pero no resulta sorprendente para quien dirija una mirada a la historia de la magia.”
Lo cual nos lleva a una característica aún más interesante de La Felguera, me encontré otras referencias a otros títulos de la editorial, reforzando la idea de un “Universo Felguerano” donde cada obra que van publicando ocupa un hueco y una serie de conexiones con otras que ya estaban publicadas. Es evidente que esto es todo un acicate para el lector habitual de sus obras, ya que encontrará nexos de unión a la más que interesante época en la que están ambientadas, a sus personajes, a toda una forma de editar.
Naturalmente, Houdini encontró el truco, ya que, como podéis suponer, Argamasilla no tenía Rayos X en los ojos:
“Argamasilla solo lograba descifrar los textos ocultos cuando utilizaba sus propias cajas metálicas. Houdini logró reproducir su diseño y los movimientos y maniobras con los que las manipulaba, de manera que consiguió remedar sus efectos públicamente.”
Y esto, desde luego, solo tuvo una correspondencia lógica: “La consecuencia fue el descrédito del joven médium español y de las teorías metapsíquicas de su fogoso padre.” Lo podemos ver explicado en un texto de Houdini que revela el desenmascaramiento de Argamasilla y que está traducido por Raquel Duato.
Lo más curioso es que, en un vano alarde de patriotismo, hubo muchos periódicos que se pusieron de lado de Argamasilla a pesar del indudable desenmascaramiento de Houdini. El libro termina con una serie de cartas donde se refleja la lucha de la época entre los detractores y los promotores del susodicho; cartas del propio padre de Argamasilla y de nuestro Valle-Inclán defendiéndole, poniéndose en contra incluso del doctor Lafora:
“He leído el artículo del doctor Lafora, sobre el cual me preguntas, y no creo que deba preocuparte. Este doctor parece que es un eminente alienista, pero nunca ha mostrado ser un zahorí en achaque de trucos y tahurerías. Su opinión en este punto carece de toda autoridad. Hablar de lo que no se ha visto y suponernos tontos a los que hemos tenido plena comprobación, acusa más ligereza que sentido científico.”
Todo esto, como viene siendo habitual, viene aderezada con fotos, carteles e incluso periódicos de la época con los artículos que se desencadenaron para conformar una obra deliciosamente pulp, psicotrónica en su concepción pero con un acabado, ciertamente, de lujo.
Otro gran logro, un verdadero disfrute en todos los sentidos.