Mientras algunos inauguran bibliotecas de autor de novela negra empezando por un especialista en thrillers mediocres como Lee Child; el más grande autor vivo de novela negra permanece en el ostracismo debido a políticas editoriales ciertamente dudosas y mucha, mucha mala suerte.
A Block, como a Leonard, ciertamente le ha hecho daño el ser tan prolífico. Si echamos un vistazo a la Wiki del autor en inglés comprobamos que no sólo ha creado a Matt Scudder (aunque parece que todos los artículos que están saliendo suponen que esto es así). Tiene nada menos que dieciocho novelas (una de relatos) de la serie de Scudder, pero otras once del ladrón Bernie Rhodenbarr, otras ocho de Evan Tanner, cinco de Chip Harrison y otras cinco del asesino profesional Keller; a las que se suman otro montón de novelas escritas con diferentes pseudónimos, relatos cortos, etc.. Publicar esta ingente cantidad es difícil sin editores responsables y que conozcan bien cada una de las series. El resultado es que, en estos momentos, solo hay cuatro novelas de Block que se pueden comprar, sólo de la serie de Scudder y las tiene en su totalidad serie negra que ahora está impulsándolo gracias al estreno de la película “Caminando entre tumbas” con Liam Neeson en el papel de Matt. En breve dispondré de la novela y también pasará por el blog.
Es una de esas cosas ilógicas, cualquier lector aficionado al buen “hardboiled”, a la buena novela negra, no debería dejar pasar la oportunidad; Block es, sin lugar a dudas, de lo mejor actual y no solo por su Scudder, las novelas de Keller son magníficas igualmente. En estas condiciones, os traigo tres novelas protagonizadas por Matt Scudder pero que no están disponibles, descatalogadas por sus editoriales, no recuperadas (aún) por RBA en su Serie Negra (quién sabe si lo hará algún día) que sirven como tarjeta de entrada para entrar en su mundo y, sobre todo, si os gusta, animaros a leer el resto.
La primera de ellas es “Cuchillada en la oscuridad” editada, hace muchos años, en la extinta colección legendaria de novela negra de Júcar, Etiqueta negra. Novela de los primeros años de Scudder publicada originalmente en 1981 justo antes de su magnífica “8 millones de maneras de morir”. En ella tenemos las claves del ex-policía y cuasi investigador (no tiene carnet de detective privado) obsesionado con la bebida. Block tenía muy claro desde el principio la base de su investigador. En esta en concreto, utiliza la particularidad de un caso de un asesino en serie para montar otro caso de la nada. La forma en que aborda los casos es por recomendación, la de sus antiguos compañeros policías:
“-Pero él le recomendó a mí.
-Sí.
-¿Por qué? […]
-Él dijo que usted era un loco hijo de puta. Esas fueron las palabras. No las mías.
-¿Y qué más?
-Dijo que usted podía llevar el asunto de una forma que no lo haría una gran agencia. Que cuando usted hinca el diente a algo no lo suelta. Dijo que la suerte estaba en su contra, pero que usted podía encontrar quién mató a Bárbara.”
Scudder es concienzudo y tenaz, todo el mundo sabe que hasta que no soluciona un caso no parará; también interesa bastante comprobar el método deductivo que Block utiliza en sus novelas:
“-¿Crees que podrías refrescar su memoria?
Negué con la cabeza.
-Creo que podría sacar alguna idea de él. Una cierta parte de la investigación es intuitiva. Recoges detalles y observas impresiones, y entonces aparece la respuesta en tu mente de algún sitio. No es como Sherlock Holmes, por lo menos nunca fue así para mí.”
Es una curiosa mezcla de intuición e investigación ordenada; sin embargo, cada resolución suele ser como una epifanía al estilo más clásico de los Poirot o Marple, existe un momento en el que las piezas se ensamblan como por birlibirloque:
En “Cuchillada en la oscuridad” una mentira es la desencadenante de dicha epifanía y que le llevará a resolver el caso. Block en estos libros del principio es un “loser” de libro, autoconsciente de esta situación que alienta con su incontrolable deseo de beber:
“La sensación de opresión seguía en el pecho.
El coñac, me dije. Probablemente sería una buena idea dejarlo. Mantente en lo que estás acostumbrado. Mantente en bourbon.
Fui a Armstrong’s. Un poco de bourbon embotaría el efecto del coñac. Un poco de bourbon embotaría casi cualquier cosa.”
En “Cuando el antro sagrado cierra”, editada por La factoría de ideas, tenemos a un Scudder en los mismos términos de la anterior, justo después de “8 millones…”
“-Sí, lo siento por ellos -dijo-. Apuesto a que se están cagando en los pantalones. Hasta el momento, este mes solamente han conseguido cien de los grandes. Lo que no saben es que Matt “Bulldog” Scudder está tras su pista y esos pobres cabrones no podrán gastarse ni diez centavos de lo que se han sacado.”
El cabezón Scudder usando sus dotes deductivas para un aspecto personal, el de su inmersión en la bebida:
“Mi puerta tenía el pestillo echado. Era una buena señal. Si me había acordado de echar el cerrojo, entonces no había llegado en tal mal estado. Por otro lado, mis pantalones estaban tirados sobre la silla. Habría sido mejor si hubieran estado colgados en el armario. Pero, de nuevo, no estaban arrugados sobre el suelo y tampoco los llevaba puestos. El gran detective, analizando las pistas, intentando descubrir lo borracho que había estado la noche anterior.”
El punto de partida son tres situaciones inconexas… empiezan a ensamblarse, como un puzle del que no eres consciente hasta el final pero que cuadra maravillosamente; sin embargo, en esta novela una vez resuelto el caso tenemos un epílogo en varios capítulos que cierra la historia, se dedica a contar las consecuencias, lo que rodea la resolución del caso. Sorprende por el cambio de dinámica y, sobre todo, por la amargura que destila en cada momento. Este salto cualitativo de Block consigue transmitir a la perfección la sordidez de nuestros actos, lo oscuro que se esconde en el género humano.
Lo que nos lleva a la colosal “Un baile en el matadero”, también editada por La factoría de ideas, pero en la que encontramos un Scudder muy diferente. La novela está ubicada en el tiempo tres libros después del anterior, de ahí que no hayamos podido ver esta evolución. Scudder no bebe habitualmente y va a las reuniones de Alcohólicos Anónimos, y encima tiene una relación con Elaine, una prostituta activa que participa de los casos de Matt. Elaine supone la humanización, la visión del mundo ante lo que afronta nuestro investigador, como podemos ver en la siguiente reflexión tras observar una cinta de vídeo de una “snuff movie”:
“Sé que el mundo está lleno de una fauna bastante extraña, y que la gente hace de todo. Sé que hay muchos pervertidos, sé que a la gente le gusta disfrazarse, llevar cuero, goma, pieles, atrase unos a otros, tener fantasías, y todas esas cosas. También sé que hay gente que acaba confundida, se pasa de la raya y hace cosas terribles. […] bienvenidos al mundo. Hay días en los que pienso que alguien debería cerrarle el grifo a toda la raza humana. Pero, bueno, mientras tanto puedo vivir con ello. Pero esta mierda no puedo soportarla. De verdad que no puedo.”
Elaine representa el punto de vista del lector, el lector, en este caso yo, siente un horror indescriptible al leer lo que sucede en este libro, lo grotesco de unos asesinatos que parecen no entrar en lo que entendemos por realidad; que ella, viviendo en una situación tan cercana a los más bajos instintos, sienta que no pueda soportar esto nos hace una idea de lo que nos estamos encontrando; el hombre es capaz de lo peor y, posiblemente, nunca dejará de pasar:
“Sin embargo, otras noches, esa misma revelación no me tranquilizaba en absoluto, sino que más bien me provocaba desesperanza. Siempre habíamos sido así, no estábamos mejorando, nunca lo haríamos. Cualquiera que a lo largo del amplio camino que habíamos recorrido hubiese muerto por redimir nuestros pecados, lo había hecho en vano. Siempre teníamos más pecados en reserva, tantos que nos durarían toda la eternidad”
Este proceso general, de hecho, lo particulariza en lo personal de uno de los protagonistas; este personaje siente que, al introducirse en este mundo, todo lo que piensa empieza a cambiar, llegando incluso a normalizar los impulsos asesinos:
“Una vez, sin embargo, estaba en la cama y ella dormía a mi lado y empezaron a venirme a la cabeza diferentes imágenes sobre cómo podía matarla. No quería tener semejantes pensamientos, pero tampoco podía alejarlos de mi mente. Me imaginaba asfixiándola con una almohada, o apuñalándola, o acabando con ella de cualquier modo. Tuve que irme a la habitación de al lado tomarme un par de copas. No tenía miedo de que fuera a hacerlo, simplemente me molestaba que esas cosas se me hubieran pasado por la cabeza.”
Ante esta situación Scudder se empieza a replantear lo que antes entendía como dilemas morales; ante el desencanto con el orden establecido y su incapacidad de hacer cumplir la justica, empieza a erigirse como justiciero, cueste lo que cueste, a seguir su propia ley, camino realmente difícil y plagado de vericuetos que, imagino, empezarán a desarrollarse en los próximos números.
No voy a esconder que, posiblemente, es la novela más dura que me he leído de Block y de su detective Scudder en particular; el pesimismo, la sordidez, las bajezas, la crudeza, la violencia al describir ciertos momentos son de un realismo brutal y, acompañados de un estilo que evoluciona con respecto a sus primeras novelas, consiguen sobrecogerme y horrorizarme; al mismo tiempo que le reverencie, lo que se merece un autor excelso que necesita que se hable de él. Consigamos que sea leído. Es un clásico vivo.
Los textos provienen de:
La traducción de Jane Mary Hayes de “Cuchillada en la oscuridad” en Etiqueta negra Júcar.
La traducción de Ester Mendía Picazo de “Cuando el antro sagrado cierra” para la Factoría de ideas.
La traducción de Elena González de “Un baile en el matadero” para la Factoría de Ideas.