Crónicas de feria: Adquisiciones y mucho más…

Junio empezó de la mejor manera posible a nivel de adquisiciones; la visita a la Feria del Libro es ya una tradición ineludible, no solo por dichas compras y su carácter lúdico, sino además por la posibilidad que se tiene de charlar y hablar de literatura con editores, libreros y otros compañeros, aunque otro año me gustaría poder desvirtualizar a algún madrileño más.

Este año hice dos visitas igual de fructíferas en cuanto a compras y beneficios; en el primer día el resultado final de las compras fue el siguiente:

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Antes de explicar estas novedades voy a ir dividiéndolas, al menos lo hice para el primer día, el segundo será grosso modo;  empecé visitando a Óscar Palmer, el editor y hombre para todo del pequeño sello EsPop Ediciones ; esta pequeña editorial refleja a la perfección las vicisitudes, el sufrido vivir día a día, libro a libro; me encanta hablar con él porque siempre desvela ese tipo de cosas que nunca te imaginarías y que no puedes saber tratando con una editorial estilo mastodonte: el cómo la sorpresa de ventas de un libro le ayuda a que el siguiente pueda ajustar más el precio, los libros con los que vende más, su verdadero núcleo duro mágico, esas biografías musicales, el poco éxito de los de novela negra que ha sacado y, cómo no, las próximas publicaciones que ya os digo que son ciertamente interesantes por diferentes motivos; pero ante todo y sobre todo, las ganas de hacer cuidadas ediciones y reunir un catálogo de calidad; la última adquisición, este Hollywood Gótico de David J. Skal es un ensayo que recoge la evolución cultural desde los libros al cine de la figura de Drácula y, sinceramente, no puede apetecerme más.

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La segunda visita, a la caseta de la editorial Turner me sirvió para desvirtualizar a Pilar Álvarez , la editora del sello de ensayos Noema; siempre es un placer conocer a alguien con quien has mantenido tan buenas conversaciones y comprobar que puedes seguir manteniéndolas en “carne y hueso” y además es mucho más maja en persona de lo que esperabas. Yo iba solo a por un libro y me llevé tres finalmente por su influencia:

 

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Mi elección para la feria era el curioso La dichosa importancia de la belleza de Amanda Filipacchi, una curiosa mezcla de humor absurdo, irreverencia y juegos literarias que puede ser realmente interesante; En un metro de bosque de Haskell es uno de esos libros que siempre tienes en antena, y no te acabas de decidir hasta ese día, su premisa es como poco original: reflejar en un libro la observación de un bosque a lo largo de un año completo desde el mismo sitio; el libro de Carlos García Gual está integrado en la colección de Historias mínimas y en este caso tiene como protagonista la Mitología, uno de esos temas que siempre me fascinará.

A continuación me dirigí a la caseta del grupo contexto donde cayeron tres libros de dos de mis editoriales favoritas: Sexto piso e Impedimenta:

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Muchas ganas tenía de conseguir por fin los Cuentos completos de Kingsley Amis y me proporcionó la oportunidad de hablar con su editor Enrique Redel que ya tenía planes para el nuevo libro de mi admirado Crispin, no se puede estar más contento. En el caso de Sexto piso cayeron dos libros muy distintos: Los viernes en Enrico’s de Carpenter (acabado por Lethem) y La facultad de las cosas inútiles de Dombrovski, que ya sabía que iba a ser publicado tras haber hablado hace unos meses con su traductora Marta Rebón y me atraía bastante; dos lecturas opuestas en temática y estilo y, en el caso del ruso, ciertamente dificultosa, me encantan los retos.

La visita del día finalizó visitando la librería Estudio en Escarlata donde iba buscando otros libros, pero me llevé estos finalmente:

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Tiene gracia lo mío con Miéville, los tengo casi todos, sin leer, sé que me va a gustar… pero todavía no he empezado con él; este de fantasía juvenil Un lun dun, ha caído como viene siendo costumbre; le ha faltado tiempo a Roja y negra para sacar lo que faltaba de Nesbo en España, aquí el segundo libro en el que estoy ahora precisamente, el nombre, Cucarachas, no invita al buen gusto, veremos el contenido; Disforia fue otra de esas compras extrañas, sigo recopilando todos, o casi todos los títulos del sello Insomnia, de terror contemporáneo de Valdemar. A ver si algún día los leo. Y acabé con un fijo, el argentino Carlos Salem y su última novela negra En el cielo no hay cerveza. Y aquí sucedió un hecho aún más sorpresivo, me estaba yendo y le vi en una caseta firmando y no tenía mucha gente, no soy muy dado a estas cosas, pero la tentación me venció y aquí tengo el libro firmado por el autor:

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Ay, se me olvidaba, otra de esas compras ineludibles, a mi mujer le encanta Benjamin Lacombe y vamos consiguiendo sus libros poco a poco, esta vez no podía ser menos, qué edición más lujosa y maravillosa de esta Genealogía de una bruja:

 

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Y esto nos lleva ya al segundo día de feria, acompañado del gran amigo, librero, devorador de cultura, incombustible… (póngase aquí el adjetivo que prefiera) Jónatan  con el que estuvimos dando otra vueltecita, esta vez entre semana, y que me sirvió para hablar con mucha gente que probablemente ni me recuerde ya. Bueno, excepto Óscar y Raquel Vicedo con la que conversamos en alegre compañía sobre el éxito de Sexto Piso y lo bien que se estaba vendiendo su colección de poesía, qué alegrías te llevas a veces, ah, y encontramos otro lector “gaddisiano”… si al final va a haber más de los que esperaba. También hablamos con el editor de Reino de Cordelia y sobre la próxima publicación de Memoria de un asesino, y no faltaron compras:

 

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En Generación X cayó lo último de Ligotti, Grimscribe, y la reedición del Stalker. Picnic extraterrestre de los Strugatski y de propina el promocional El jardín crepuscular de Clute, un sorpresón. Lo que me costó encontrar en una caseta Los tres de Sarah Lotz, en RBA (su editorial!) lo tienen agotado, parece mentira… ; el impronunciable, inescribible, Krasznahorkai, fue otra de mis compras, tengo ganas de probarlo después de su flamante Man booker International Prize; también adquirí el nuevo libro de entrevistas y reflexiones de corte psicoanalítico de Coetzee El buen relato y un Roth (Joseph) La (fabulosa) leyenda del Santo Bebedor. Todo acabó con los cuatro volúmenes de Cine-Bis que me había encargado Jónatan, pulp a raudales.

Y no quiero liarme más, me ha salido demasiado grande el artículo.

Espero que os haya gustado y que me contéis vuestras compras igualmente.

Un abrazo y buenas lecturas.

“Caminando entre tumbas” de Lawrence Block. El infierno cada vez más cerca

caminando_entre_tumbas_300x456“Caminando entre tumbas” es la décima novela de Lawrence Block sobre Matt Scudder y continúa las cosas tal y como acabaron en la brutal “Un baile en el matadero”; si la anterior supuso el avance hacia una nueva forma de gestionar la ley: haciendo que se cumpla cueste lo que cueste y con los medios que hagan falta; esta supone la confirmación de este camino hacia el infierno, lleno de claroscuros que no permiten ver luz; de hecho, la única luz estriba en la relación que mantiene con Elaine:

“Eludíamos usar esa palabra que empieza por A, pero sin duda lo que yo sentía por ella –y ella por mí- era amor. Evitábamos hablar de la posibilidad de casarnos, o de irnos a vivir juntos, aunque yo sí pensaba en eso, y me consta que ella también. Pero no lo hablábamos, como tampoco hablábamos de amor o de lo que hacía ella para ganarse la vida. […] Como alguien había afirmado, lo mejor era vivir la vida entera al día, porque así es, al fin y al cabo, como nos la entrega el mundo.”

El caso, escabroso como ya va siendo habitual, es el de un traficante de drogas cuyo único objetivo es la venganza cueste lo que cueste, Matt es consciente de la situación desde el primer momento y la acepta a pesar de posibles implicaciones morales:

“-Así que supongo que ya te imaginas lo que propongo y qué sentido tiene todo esto. ¿Quieres que lo diga?

-Puedes decirlo.

-Quiero ver muertos a estos hijos de puta. Quiero estar allí, quiero hacerlo, quiero verlos morir. –Pronunció estas palabras con calma, de manera desapasionada, sin el menor rastro de emoción-. Eso es lo que quiero. Ahora mismo, lo deseo tanto que no me interesa nada más, ni me imagino siquiera la posibilidad de que pueda interesarme nada más. ¿Es más o menos lo que suponías?”

Como en el anterior caso, los detalles son escabrosos, tan dolorosos que, tanto Elaine como Matt, no pueden llegar a entender en lo que se está convirtiendo el hombre:

“[…] Elaine es una mujer de recursos, y fuerte además, pero en ese momento me pareció conmovedoramente vulnerable.

-Santo Dios –acertó a decir.

-De lo que es capaz la gente.

-No tiene límites, ¿verdad? Es infinita. –Bebió un sorbo de agua-. La crueldad, quiero decir, el sadismo más absoluto. ¿Por qué iba alguien a…? En fin, ¿para qué preguntarse por qué?

-Supongo que les causaba placer –aventuré-. Que disfrutaban con ello, y no me refiero solo al acto de matarla, sino al hecho de restregárselo a él por las narices, de hacerlo ir de un lado para otro, de decirle que estaba en el coche y luego que estaría en casa cuando él llegara, para después dejar que la encontrara cortada a trocitos en el maletero del Ford.”

En un mundo como este, Matt se adapta de la manera que él cree más adecuada, sabe que no todo se resuelve y que un criminal puede escapar sin castigo, al menos castigo de la ley; en la siguiente conversación da un doble sentido a dicha impunidad: física y espiritual. La espiritual por sus consecuencias para la persona:

“-Y siempre se suelta, tarde o temprano, ¿no? Según se decía, nadie puede salir impune de un asesinato.

-¿Eso se solía decir? Pues me temo que ya no se dice. Todos los días alguien comete un asesinato y sale impune de ello.

Bajé del coche y luego me incliné para concluir mi razonamiento.

-En un sentido, al menos, pero no en otro. Para serte sincero, no creo que nadie salga impune de nada.”

No lo dice de casualidad, en un caso de ese calibre, nadie puede salir ileso de las consecuencias; el final, la venganza, es de una dureza sin límites, muy acorde con la crueldad sin límites de la que hablaba Matt con Elaine; y esa venganza nos destruye un poco a todos. Entre tanto “hardboiled” el único motivo para la esperanza está en ese final, una pequeña concesión de Block, relacionada con la pareja.

Matt Scudder está acercándose cada vez más al infierno; cuando se pierde la perspectiva moral y se pierde lo único que la sustenta: el amor hacia los demás, puede desencadenar consecuencias imprevistas. Espero que podamos ver las siguientes novelas del detective y podamos comprobarlo.

Los textos provienen de la traducción de Montse Triviño de “Caminando entre tumbas” de Lawrence Block publicado por RBA en su Serie Negra.

Cápsulas policíacas: C.S. Forester y Jim Thompson. Dos consagrados

LosPerseguidosPodría haber dedicado a ambos libros una entrada completa; sin embargo, a veces tengo esta tendencia curiosa a agrupar, para dar salida libros que quiero comentar (algunos ni llegan a ser comentados); lo más curioso es que me gusta encontrar puntos en común entre ellos, un hilo conductor que los una. En este caso más que una temática (la novela negra) les uniría su caracterización como clásicos del negro.

Así, tenemos inicialmente la novela “Los perseguidos” del escritor Cecil Scott Forester (1899-1966); novela que se trató de un manuscrito perdido durante casi 70 años y encontrado en 2003 cuando el autor ya había fallecido, había sido escrita, sin embargo, en 1935; en pleno auge de las novelas de detectives.

Hablé hace poco sobre “suicidios aparentes”; un poco antes que el escritor japonés, Forester planteó otro de esos casos donde se nota desde el principio que hay gato encerrado por la forma en que ha muerto un personaje; pero Forester, sorprendentemente, no plantea el caso como una investigación estándar, si no que se centra (desde un narrador omnisciente, eso sí) más bien en cómo vive la situación la hermana de la fallecida, Marjorie, ante la posible amenaza de su marido:

“Marjorie sabía perfectamente que aquella noche no iba a dormir: ahora permanecía siempre despierta, inquieta y nerviosa, cuando Ted se ponía “pesado”, y aquella noche fue mucho, mucho peor. Supuso que debían de ser las dos cuando Ted se durmió, acalorado y pesado a su lado, con el aliento un poquito más ruidoso que cuando estaba despierto. Ella se quedó echada de espaldas en el borde de la cama, con la almohada metida en la nuca, demasiado cansada para llorar, y con las emociones demasiado confundidas para que su sufrimiento fuese agudo. Solo era consciente de sentir una depresión negra e insomne, una infelicidad mucho más arraigada de la que había conocido nunca.”

Y sorprende precisamente porque se dedica a expresar los miedos de una mujer ante la infelicidad en el matrimonio, que tiene un causante principal, su marido Ted; todo ello ambientado en un tiempo tan lejano como eran los primeros años del siglo XX y desde la perspectiva de un hombre; sinceramente, lo hace muy bien; pinta en primer lugar la situación y, a continuación, asistimos a la liberación de Marjorie al conocer el amor de nuevo en un período vacacional, alejado de su opresor:

“Marjorie sintió un dolor estremecedor en el pecho cuando el sol bajó todavía más. Aquel lugar, absolutamente maravilloso, la tristeza de la tarde, el dolor al saber que aquel tiempo tan feliz estaba concluyendo, todo aquello pesaba sobre ella mientras luchaba por tomar una decisión sobre Ted. La cabeza le daba vueltas, no podía pensar con claridad.”

La instigadora de un cambio brutal será, paradójicamente, su madre, que tampoco confía en Ted, a pesar de que parezca no entender la situación:

“En ese caso, sería también inútil buscar la ayuda de su madre para dejar a Ted. Su madre sería la última persona de toda la tierra que animase a una esposa a separarse de su marido. La cabeza le daba vueltas a Marjorie. Estaba exhausta por la tensión emocional.”

Ella será el desencadenante de un tour de force del que tendrán que escapar, convirtiendo la parte final de la novela en una persecución como si de un capítulo de “El fugitivo” se tratase. No hay lugar a una resolución del crimen inicial; todo ello se sustituye por un buen manejo de la trama y una desviación hacia lo más negro, olvidando la parte más detectivesca.

La conclusión al viaje deja buen sabor de boca a pesar de lo aparentemente negativo. Una gran novela, sin lugar a dudas.

Los textos provienen de la traducción de Ana Herrera Ferrer de “Los perseguidos” de C.S. Forester.

LaSangreKingLa segunda propuesta viene de otro clásico, uno de los más grandes, del que vemos publicado otra de sus obras, “La sangre de los King”; hablamos, claro que sí, de Jim Thompson. Estamos ante una obra crepuscular, ya en el final de su carrera, un Thompson muy pasado de vueltas se desvió hacia el western y lo dotó de la violencia habitual en sus obras; violencia que, en este caso, traspasa las fronteras familiares, solo hay que ver cómo Critch King habla de su madre; siempre resulta muy crudo leer algo de esta magnitud:

“Solo durante el último año, cuando su madre ya llevaba más de dos años haciendo de puta. Y una puta, si se la magulla y se la maltrata, acaba viendo disminuidos sus ingresos. Ray había conseguido contenerse. Aquella noche, sin embargo Ray había ido demasiado lejos. No tenía nada que perder golpeándola, o eso le parecía. La estúpida zorra había estado ocupada todo el día. Un cliente tras otro. Y sin embargo, al final de la jornada había vuelto con menos dinero del que tenía al principio. Además de su cuerpo, regalaba el dinero. ¡Coño gratis y encima regalaba dinero!”

Los King son salvajes por naturaleza, hasta tal punto que llegan a definir sus propias reglas por las que regirse; sus límites están muy por encima de lo que entendemos como ética, de ahí que todo lo que vaya sucediendo esté “justificado”, han sido educados así por su patriarca:

“-Somos totalmente distintos. Nos lo han inculcado. Papá era más salvaje que civilizado. Entre él y Tepaha nos educaron para creer que podíamos hacer prácticamente cualquier cosa, siempre y cuando no nos cogieran. Por lo que se refiere a nuestra madre… Bueno, acabó vendiendo el culo a cualquiera que llegaba. Lo vendía o lo regulaba; tampoco parecía importarle mucho.

[…]

-Pero no pasa nada si lo hace un King. La diferencia entre el bien y el mal es algo que no va con nosotros.”

En tal orden de cosas, no es extraño comprobar como un hermano intenta matar al otro sin ningún tipo de remordimiento:

“-Eh… ¿Qué crees que ocurrió? –dijo Arlie por fin-. ¿Se rompió la cincha?

-Debió de ser eso.  Si alguien la cortó, debía de ser un hijo de puta miserable, malnacido, cabrón y desgraciado, ¿no te parece? Yo no conozco a nadie de por aquí que lo sea, ¿y tú?”

Aparte de la violencia explícita y de tipo psicológica que se gasta el norteamericano, falta profundización psicológica, y la trama, para qué engañarnos, es simple y dulcificada en un final poco coherente con lo leído anteriormente; el estilo, inconfundible,  hace que valga la pena su lectura, pero no estamos ante una de sus obras maestras. Por lo menos puede servir para acercarse a ellas.

Los textos provienen de la traducción de Damià Alou de “La sangre de los King” de Jim Thompson.

“Laidlaw” de William McIlvanney. Las peculiaridades de un detective

laidlaw_300x458William McIlvanney es un escritor escocés que goza del privilegio de ser el precursor del “tartan noir”, ni más ni menos que el noir ambientado en escocia, un subgénero que han seguido más adelante Ian Rankin y Val McDermid; las características de este “subgénero” son tan comunes al hardboiled y la novela políciaca que no veo apenas diferencias para calificarlo como tal, pero bueno, la etiquetación de géneros que no falte.

Vayamos a lo importante, la novela. El comienzo nos desvela un narrador omnisciente particular, que alude a alguien en segunda persona, a nuestro protagonista; es una curiosa elección de narrador para una novela en 1977 donde ya se empezaban a utilizar habitualmente narradores en primera persona:

“Lo más extraño es que no hubo aviso. Te pusiste el mismo traje, escogiste cuidadosamente la corbata, te equivocaste al cambiar de autobús. Media hora antes estabas riendo. Después, tus manos te tendieron una emboscada. Te traicionaron. Tus manos, que levantan tazas, sostienen monedas y se agitan para saludar, de pronto se rebelaron, se convirtieron en furia descontrolada. Las consecuencias fueron para siempre.”

Y es que Laidlaw, Jack, nuestro protagonista, es peculiar, no nos engañemos. Si hay algo que nos lleva en volandas a lo largo de la narración es el cúmulo de sus rarezas, una paradoja en sí mismo:

“Le parecía que su naturaleza renacía como una acumulación de paradojas. Era un hombre potencialmente violento que odiaba la violencia, un defensor de la fidelidad que era infiel, un hombre activo que anhelaba comprensión. Estuvo tentado de abrir el cajón donde guardaba los libros de Kierkegaard, Camus y Unamuno, como si fueran una provisión encubierta de alcohol. En su lugar lanzó un buen suspiro y empezó a ordenar los papeles que tenía sobre el escritorio. No sabía hacer otra cosa que habitar en paradojas.”

Totalmente autoconsciente de sus contradicciones, no duda en señalar hechos que le causan la misma intranquilidad que su misma condición, como el morbo que causa un asesinato al público que se amontona cerca de donde ha sucedido:

“Pero lo más extraño del escenario no eran los policías. Lo extraño eran las personas que se aglomeraban tras el cordón. A Laidlaw no le gustaba mirarlas. Tenían esa extraña unidad que había observado en los grupos, estirando el cuello y hablando entre ellas, como una hidra hablando consigo misma. Un padre llevaba a su hija subida a hombros con las piernas metidas entre sus axilas. Un niño pequeño chupaba una piruleta. No podía comprender a esas personas. No estaban allí para intentar prestar alguna ayuda. Simplemente, eran mirones del desastre.

[…]

-Mírelos –dijo Laidlaw-. ¿Qué hacen todos aquí? Y probablemente creen que la chica muerta es el misterio. Probablemente creen que quienquiera que hizo esto es un ser muy raro.

-Solo tienen curiosidad, señor.

-Mucha.

-No son tan mala gente.

-¿Acaso es usted tan hermanita de la caridad? Yo no dejaría sola a la víctima con ellos. Podrían llevarse una uña a casa para sus hijos.

-Eso es algo cínico, señor.

-No me lo diga a mí. Dígaselo a ella.”

Es un cínico que dice sin cortapisas lo que piensa y, normalmente acierta, precisamente por su condición de saberse tan contradictorio en sí mismo; su crítica no es desde su ética, que no tiene, sino que viene de su innata observación.

La trama nos trae el escabroso crimen sexual de una chica y se divide rápidamente en tres líneas principales que irán alternándose hasta confluir al final; por un lado, la del investigador para resolver el caso, por otro lado el asesino que habla con su novio para que le proteja (la homosexualidad y cómo se trata es otro de los aspectos novedosos, ya que explora las relaciones además de su presión social) y por último una última línea que busca ajustar cuentas con el asesino, a nivel profesional o, incluso, personal, encarnado en la figura del padre sobreprotector que no supo tratar a su hija en  vida y busca venganza:

“-Solo pido una cosa –dijo Bud. Era la primera vez que hablaba en una hora. No había lágrimas en sus ojos; los tenía despejados y sin expresión-. Dejádmelo a mí cinco minutos. –La taza que hacía girar en sus manos parecía un dedal-. Sólo deseo tenerlo en mis manos. Eso es todo lo que deseo. Y nunca volveré a pedir nada.”

McIllvaney, no olvida además, su ciudad, no es anecdótica la descripción que hace de Glasgow, resulta bastante original mezclarla con los personajes que ha ido utilizando según desarrollaba la trama:

“Siempre le había gustado la ciudad, pero jamás había sido tan consciente de ella como esa noche. Captó su fuerza en las contradicciones. Glasgow es galletas de jengibre caseras y Jennifer muerta en el parque. Es la simpatía sentenciosa del comandante y la anunciada agresividad de Laidlaw. Es Milligan, insensible como un bloque de hormigón, y la señora Lawson, atontada por el sufrimiento. Es la mano derecha que te derriba de un golpe y la mano izquierda que te levanta, mientras la boca alterna disculpas y amenazas.”

A pesar de que el final se pueda esperar, hay que reconocer que, por lo que he comentado anteriormente, el cómo llega a dicho final es bastante concluyente y denota más que buen oficio por parte del escocés. Laidlaw es, sin lugar a dudas, un “personajazo” que no deja indiferente y que, en muchas ocasiones, suelta verdades como puños:

“-Lo que tengo contra tíos como Lawson no es que estén equivocados. Es sólo que estén tan seguros de tener la razón. La intolerancia es solo certeza no ganada, ¿verdad?”

Como siempre, habrá que rezar para ver si Serie negra, entre tanto Lee Child, le da tiempo a publicar al autor escocés.

Los textos provienen de la traducción de Amelia Brito de “Laidlaw” de William McIlvanney para RBA.

Una recopilación de novelas de Jim Thompson. La escisión de la identidad

libertadcondicionalAprovechando que acabo de terminar la biografía del escritor norteamericano, una joya de la que tendréis noticias en este blog en no mucho tiempo; se me ocurrió la posibilidad de hacer un pequeño monográfico con las obras que me quedaban por leer del escritor; ha valido mucho la pena, sobre todo porque gracias al análisis de la biografía, es indudable que ayudan a disfrutarlas mucho más.

La primera de ellas ha sido la última que ha sacado RBA en su serie negra, “Libertad Condicional”, obra encuadrada históricamente tras el que fue su primer gran éxito, esa obra maestra que es “El asesino dentro de mí”, esta influencia y la atracción del cine serán decisivas en el resultado final.

Partiendo de una buena idea, se nos presenta un presidio, Sandstone, donde el convicto Pat Cosgrove malvive, pero que, sin embargo, verá la posibilidad de salir gracias a la ayuda aparentemente desinteresada de Doc Luther, obteniendo la libertad condicional para trabajar con él, librándolo de un verdadero infierno:

“Luther creía estar acostumbrado a las aberraciones. Pero con Sandstone era imposible no escandalizarse. Sandstone no era una cárcel. Era una casa de locos en la que quien estaba loco era el director, y no los inquilinos. En Sandstone tan sólo había una forma de sobrevivir: llegar a ser más duro y más retorcido que el propio director. Si lo hacías -si conseguías caerle en gracia al hombre con los ojos extraordinariamente brillantes y la risa impredecible-, no sólo sobrevivías, sino que lo hacías con relativa comodidad. “

Es evidente, para nosotros, los lectores, que salir en estas condiciones tiene que tener un precio, pero el plan de Doc Luther no es evidente; es la espera, esa potencial amenaza, la que sostiene la narración. Según avanza, la desconfianza de Cosgrove será cada vez mayor:

“-¿Y no conocía nada a esa persona que le consiguió su libertad condicional… Que la compró por así decirlo?

-Exacto.

-Pues tiene usted razón, señor Cosgrove. Tiene motivos más que sobrados para desconfiar. A esa persona le hubiera resultado igual de barato y fácil conseguir que le concedieran el indulto. Con el indulto, usted podría haberse ido donde quisiera… Lejos de la periferia de su benefactor. Esa persona no tiene nada de benefactor. Esa persona no tiene nada de filántropa.”

No faltarán mujeres fatales, dobles juegos, traiciones… que llevarán a desentrañar la trama final desde el punto de vista de Cosgrove, verdadero narrador (excepto en el capítulo inicial que narra Luther) y afectado por los acontecimientos. Thompson no era un dechado de virtudes a la hora de plantear las tramas, la resolución resulta farragosa; el final feliz, desacostumbrado en el caso de Thompson, estuvo muy influenciado por la querencia del autor por conseguir un contrato con Hollywood para alguna de sus novelas. Aprovechar el éxito de su anterior novela parecía una buena oportunidad. La pena es que la novela se resiente mucho por esta circunstancia.

aqui_y_ahora_300x459“Aquí y ahora”  fue la ópera prima del autor; publicada en 1942, recoge muchos elementos autobiográficos aunque no se atreviera a poner exactamente los nombres de las personas de su entorno; sin embargo, eran perfectamente distinguibles entre las historias que nos relata el autor como cuando se refiere a sus hermanas y a la situación de pobreza en la que subsistían, alentada por el abandono de su padre:

“Margaret –mi hermana mayor- y yo sobrevivíamos gracias a la caridad de los vecinos, mientras que mamá apenas probaba bocado. Así que la única que necesitaba verdaderos cuidados era Frankie. Por desgracia, la pequeña no podía alimentarse de las sobras ajenas y mamá tampoco podía amamantarla. A todo esto, solo nos quedaban cincuenta centavos.”

No es la infancia de Thompson una de esas “misery memoirs” ficcionales donde el protagonista es maltratado, violado, etc.., pero sí es bien cierto que la influencia de su padre fue muy negativa para el desarrollo de su personalidad y de su propia vida y lo podemos comprobar en el texto:

“¿Y qué? –me dije-. ¿Es que en algún momento fuiste feliz? ¿Es que alguna vez te sentiste en paz contigo mismo? Pues claro que no –me respondí-. Está clarísimo que no, nunca dejaste de sentirte habitante del infierno. La única diferencia es que ahora has caído un poco más bajo. Y vas a seguir deslizándote por la pendiente, porque eres igualito a tu padre. Eres tu propio padre, aunque careces de su determinación y su fuerza de voluntad. De aquí a un año o dos acabarán encerrándote igual que a él.”

También su obsesión por la escritura y las consecuencias de su mercantilización aparecerán en varias ocasiones a lo largo de la novela para mostrar las inseguridades de un escritor que tuvo que luchar mucho consigo mismo a la hora de crear:

“A mí me daba igual vender los derechos de la narración o no. De hecho, prefería que nadie la adquiriera. Sabía que si la vendía, me perseguirían para que escribiera un nuevo cuento por el estilo, cuento que sería todavía peor. Y la constante certeza de que me estaba dejando llevar por lo facilón bastaría para aniquilar en mí incluso ese último y débil afán de expresarme mediante la escritura.”

“-No sé cómo explicarlo –dije-. Lo más seguro es que nunca sea capaz de explicarme, ni aunque escriba un libro.”

Quizá el mayor logro sea ese diálogo hipotético que realiza con el padre fallecido durante todo un capítulo, hay aquí un presagio de esta lucha interior psicológica que le servirá para configurar a los Lou Ford y Nick Corey futuros; que ya tiene reminiscencias del desarrollo futuro  de uno de sus temas más importantes: la escisión de la personalidad que tan bien analiza Polito en su biografía sobre el autor norteamericano:

“No estoy loco. No estoy ni asqueado ni furioso, quiero decir.

Solo estoy…

¿Cómo? ¿No puedes hablar un poco más alto, papá? Ya sé que siempre ha sido la costumbre… Pero aquí no hace falta que me hables en murmullos. Háblame con voz tonante, la misma que tanto efecto causaba en las salas del tribunal. Alza tu vozarrón como el estruendo que se eleva sobre el trueno de la perforadora de petróleo. Grita y ruge y golpea la mesa como si no pudieras porque le haremos una cara nueva a golpes, hasta dejarlo por muerto. Maldita sea su estampa.”

Como la mayoría  de las primeras novelas, Thompson experimentó, buscaba su estilo y los temas que seguiría más adelante, se apoyó en los temas que vivía en primera persona para darle la estabilidad que necesitaba y conseguir una buena novela pero que todavía estaría lejos de sus grandes creaciones. Eso, sí es indudablemente interesante, a la luz de su biografía, para entender parte de vida del autor, imprescindible para entender el devenir de su literatura.

Los textos de estas dos obras  provienen de la traducción del inglés de Antonio Padilla de “Libertad condicional”y “Aquí y ahora” de Jim Thompson para RBA.

Asesino-Burlon-Jim-ThompsonPara acabar, una obra, “Asesino Burlón” de la que solo tenemos una edición en España, la de Libro Amigo Policíaca de ediciones B del año 1988; una obra que no ha sido reeditada y es prácticamente inencontrable y donde encontramos una de sus cimas, sin lugar a dudas; encuadrada en su “época dorada” de creación y que entraría en la categoría de sus psicópatas a nivel de los ya mencionados de “Asesino dentro de mí” o “1280 almas”, la novela no solo se queda en esta caracterización psicológica que,  ya de por sí, supone un logro; en las primeras páginas el propio Jim Thompson nos da pistas sobre lo “especial” que puede llegar a ser:

“-Bueno… sí –asentí-. Sí, es algo mío. Una especie de melodrama que estoy escribiendo en torno a los crímenes del Asesino Burlón. Supongo que confundirá por completo al lector de novelas policíacas, pero tal vez lo que necesita es precisamente que lo confundan. Quiza su sed de diversión lo lleve al terrible trabajo de pensar.”

Clinton Brown, el periodista del Clarion, es el epítome de psicópata que tan bien desarrolló Thompson, “la enfermedad” de Lou Ford en esta ocasión es un “doble sentido”, el juego de dicotomías refleja a la perfección este doble sentido, esta división de la personalidad que altera a nuestro protagonista; de fondo, como en otras obras, la guerra y más concretamente, la castración, con unas connotaciones ciertamente esclarecedoras:

“En ese momento estaba comenzando a sentir ese peculiar doble sentido que se me había manifestado con creciente intensidad y frecuencia en los últimos meses. Era una mezcla de calma y ansiedad, de resignación y rechazo furioso. Simultáneamente, yo deseaba emprenderla a golpes contra todo y no hacer absolutamente nada.”

El caso es que el propio Clinton (Brownie para los conocidos) ve en Lem Stukey, el jefe de detectives su “doppelganger”, ese contrario que es la extensión inconsciente de su personalidad escindida, “un hijo de puta” en sus propias palabras:

“Tal vez esté equivocado –me he equivocado con tantas cosas-, pero no recuerdo haber oído hablar jamás o conocido a un hijo de puta que no se las arreglara perfectamente bien. Estoy hablando, entiéndase bien, de verdaderos hijos de puta. De la variedad A, de doble destilación y calentada al vapor. Coges a un hombre así, un hijo de puta que no lucha contra ello –que sabe lo que es y se entrega de cuerpo y alma- y realmente tienes algo. Mejor dicho, él tiene algo. Él tiene todas las cosas que tú no puedes tener, como recompensa por no ser un hijo de puta. Por no ser como Lem Stukey, el jefe de Detectives del Departamento de Policía de Pacific City.”

Como comentaba anteriormente, esa castración, ocasionada por las consecuencias de la guerra le llevará a elegir entre sus víctimas a tres mujeres,; a la hora de matar a su exesposa seguimos comprobando, en una escena cargada de violencia, la caracterización de la personalidad de Clinton, esta vez unida al mayor vicio de Thompson, el alcohol:

“-No –dije-. No puedes y no lo harás.

Y estrellé la botella contra su cabeza.

Me quedé mirándola, mientras mi cabeza navegaba y yo me tambaleaba lentamente sobre mis pies. La humedad y el esfuerzo y la larga conversación me estaban desembriagando, y cuando estoy sereno me emborracho. Más borracho de lo que podría ponerme cualquier cantidad de whisky.”

Según va cometiendo asesinatos, va perdiendo el sentimiento de culpa ante las consecuencias de sus actos; la desesperación de sus actos perturbados le llevará a justificar sus actos de la manera más infame; su desequilibrio le lleva a crear un mundo de acuerdo a sus ideas, un mundo inconscientemente influido por el trauma de su castración:

“El problema me perturbaba solo de una manera muy lejana: bueno-debería-sentirme-avergonzado. En realidad, no sentía ninguna culpa. Con Ellen sí. Lo lamentaba sinceramente en el caso de Ellen. Y, ciertamente, lo sentía mucho más en el caso de Deborah. Pero no me asaltaba ningún remordimiento en el caso de Constance. Ella no hubiese continuado viviendo como ellas lo hubieran hecho, de no mediar mi intervención. En Constance no había vida, solo flema y avaricia, ¿y cómo se puede quitar la vida cuando no existe?” 

En este mundo nada es lo que parece, el sorprendente final, del que no hablaré, nos revela la subversión de la propuesta, lo enrevesado de la situación, ese maestro que es el gran Jim Thompson en una de sus propuestas más arriesgadas y posiblemente peor entendidas.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Gerardo Di Masso para “Asesino Burlón” de Jim Thompson.

También leo novelas juveniles: Proctor, Moriarty, De Sastre y Agatha

el-doctor-proctor-y-el-fin-del-mundo-o-no-9788424651671Siempre me ha gustado leer de todo, pero es bien cierto que desde que nació Alejandro tengo aún más interés en literatura infantil y juvenil. Hoy traigo una selección con recomendaciones y una no-recomendación para niños que suelen ir de diez años en adelante; bueno, excepto el de Agatha Mistery que pueden leerlo niños de menor edad, más infantil.

El primero sobre el que quiero hacer énfasis es una serie de la que me bajo por el motivo que os voy a exponer. Esperaba mucho más de la serie infantil del escritor noruego Jo Nesbo, mucho más conocido a nivel internacional por las novelas negras que protagoniza Harry Hole; sobre todo porque la serie policíaca atesora gran calidad.

El tercer libro de la saga infantil del Doctor Proctor se titula “El doctor Proctor y el fin del mundo. O no” de Jo Nesbo y vuelve a tener las feístas pero divertidas ilustraciones de Per Dybvig (aunque esta vez en blanco y negro). Ya comenté mis impresiones sobre la primera entrega por aquí  y sobre la más compacta segunda parte. Esta tercera parte, por el contrario, vuelve a las andadas y denota un mal gusto que me va  a obligarme a descolgarme de la serie.

La idea potencial es muy interesante y divertida. Darse cuenta de que llega el fin del mundo (o no) por las faltas de ortografía que se cometen es bastante educativo:

“-Y ayer mi padre dijo quería, en vez de querida. Y mi madre dijo preparao en vez de preparado y olvidao en vez de olvidado. ¿Eso no son errores de pronunciación?

-Puede ser una casualidad –dijo Tapón-. Puede que se les escapara la D. Quizá tenían un mal día, digamos.

-Pero piénsalo –insistió Lise-. ¿No te has dado cuenta de que en los últimos días todo el mundo está pronunciando mal?”

El uso de unas criaturas como los camaleones lunares como enemigo primordial también tiene su gracia.

“-Página trescientos quince –dijo, y empezó a citarla de memoria-: “Nadie sabe dónde se meten los camaleones lunares cuando están en la Tierra, pero se sabe que evitan la luz del día. Si tuvieras la mala suerte de ver un camaleón en pleno día, significaría que se está fraguando algo horrible. Algo superhorrible en verdad. Algo ultragigasupermegahorrible, para ser más exacto. O para ser absolutamente exacto del todo: el fin del mundo.”

E incluso que la música se convierta de nuevo en solución al problema no deja de tener su su aquel, sobre todo porque lo hace a través de las canciones de los Beatles:

“Y la banda de música más extraña que jamás haya tocado en un sidecar, no se hizo de rogar. Lise tocaba el clarinete, la señorita Strobe aporreaba un piano de juguete, Janne tocaba la tuba, Beatrice el saxofón, el papá comandante pulsaba una guitarra con dos cuerdas rotas, la mamá comandante tocaba un flautín, Truls y Trym el redoblante y la hermana de Tapón le atizaba al bombo mientras su madre gritaba tan alto, feo y desafinado que los turistas de la plaza, boquiabiertos, se llevaban las manos a las orejas: 

-¡Silovyuyeyeye! ¡Silovyuyeyeye!”

Si solo os hubiera puesto estos textos diríais que la crítica es positiva; sin embargo en la parte final ocurre una escena, que no pienso relatar, que denota un mal gusto brutal, y, desde luego, la carga de contenido sexual de dicha escena y sus implicaciones de fondo, no parecen los contenidos más adecuados para el público al que está dirigido. En este caso tengo que desaconsejar totalmente su lectura para niños. Un adulto lo puede leer pero tampoco es que la trama le vayaa seducir, volvemos a las simplicidades sin estar demasiado bien realizadas. Nesbo con esta serie está en modo de escritura automático, no dudo de que esté consiguiendo muchas ventas aprovechando al público dirigido pero, sin duda, no parece lo más apropiado. Una pena. Seguiremos, eso sí, la fantástica serie de Harry Hole.

Los textos provienen de la traducción del noruego por Cristina Gómez-Baggethun.

EL JOVEN MORIARTY Y LA PLANTA CARNIVORAMucho mejor, afortunadamente, es el segundo libro de Sofía Rhei que narra las aventuras del archiconocido enemigo de Sherlock  Holmes en su versión juvenil: “El joven Moriarty y la planta carnívora”, acompañado de nuevo por las buenas ilustraciones de  Alfonso Rodríguez Barrera.

Si bien no conecté con el primer libro del joven Moriarty, en este caso la historia está muy bien llevada desde el principio y empezamos a ver los rasgos maquiavélicos del joven enemigo, hay una buena caracterización del peligro potencial que devengará en el futuro:

“Siempre pasaba lo mismo. Si Arabella corregía sus errores idiomáticos, a Frau Weiss le parecía muy bien. Si era yo quien lo hacía, se ponía como una hidra. Todo el mundo nos trataba de manera muy diferente. Y no era justo. Algún día las cosas cambiarían.

Lo tenía tan claro como que mi nombre era James… James Moriarty.”

De hecho alguna introspección nos revela una cierta poesía al imaginarse los lugares más oscuros donde cometer fechorías que resulta ciertamente inquietante:

“Cerré los ojos y sonreí, imaginando lo fabulosa que podría ser esa mazmorra. Tendría las paredes de piedra cubierta de musgo y líquenes, con un montón de insectos y de ratas que me harían compañía. Yo descubriría un pasadizo secreto que conduciría a unas catacumbas abandonadas, llenas de cráneos y ratas aún más grandes, con el pelaje blanco por no haber recibido jamás la luz del sol. Y entonces oiría un goteo sospechoso, y llegaría a un río subterráneo, y entonces…

Las palabras de la señorita Godard interrumpieron mi agradable ensoñación…”

Hablando con Leonora de casos de policías, definitivamente, empezamos a ser conscientes de por dónde van a tirar las apetencias de nuestro joven protagonista:

“-Estoy orgullosa de lo listo que es usted, señorito James. Algún día podría llegar a ser un gran policía.

Yo fruncí el ceño. No estaba seguro de que me apeteciera ser policía. La verdad era que cuando alguien me contaba historias de crímenes no podía evitar sentir más simpatías hacia aquellos que se atrevían a desafiar a la ley… los que hacían lo que les daba la gana en lugar de seguir las reglas establecidas. Los que conseguían hacer trampas sin que nadie les pillara.” 

Estupendo el trabajo, tanto en la trama como en la caracterización, además de tener el inevitable cameo que no quiero desvelar pero que está realizado con una escena llena de sutilezas para los conocedores del canon. Espero con verdaderas ganas la siguiente entrega de sus aventuras.

desastre-total-2_mira-lo-que-has-hecho_stephan-pastis_libro-MONL173Y la joya de la corona, nuevamente, es la segunda entrega de las historias de Timmy De Sastre y su oso Total, en “De Sastre & Total 2: Mira lo que has hecho” de Stephan Pastis con las divertidísimas ilustraciones del autor. Ya hablé de la primera magnífica entrega por aquí  y esta segunda vuelve a redundar en los elementos que suponían un triunfo.

Timmy De Sastre, nuestro simpar investigador, no necesita abuela, es el mejor investigador, sin lugar a dudas:

“Me siento tentado de hacer valer mi rango. De revelar quién soy.

Es un nombre tan reconocible que enseguida sabría que soy el fundador, presidente y consejero delegado de la mejor agencia de detectives de la ciudad y probablemente del estado. Puede que hasta de toda la nación.”

Aunque como el lector bien sabe, las investigaciones rozan el ridículo más espantoso,y ahí está una de las claves; este nivel autoconsciente, es perfectamente perceptible por el lector, y contribuye a que nos saque más de una sonrisa cuando resuelve cada uno de sus casos, ya que siempre se equivoca.

Pastis es muy original a la hora plantear los peligros que pueden fastidiar a nuestro héroe; de hecho, lo podemos ver, sobre todo, al presentar a su némesis , que ya salía en el anterior libro, y a la que, en esta ocasión, le cambia el nombre, aunque sea perfectamente reconocible de nuevo.

“Un empleado SOLO puede activar la alarma si se da uno de los dos casos siguientes de peligro mortal:

1. Se va a acabar el mundo.

2. Ha aparecido la CALZONA

CALZONA significa:

Cruel

Aficionada a

Los

Zarpazos

Ominosos y

Nunca

Amables.”

Capítulos cortos, que empiezan con reformulamientos conocidos como “Accidental, querida Escurri” o “Crónica de una falacia anunciada”, mucho buen humor, dobles sentidos, resoluciones chapuceras y la ternura de sus personajes nos vuelven a traer un libro para disfrutar tanto pequeños como adultos por todas sus posibilidades de lecturas. Qué disfrute, la verdad.

Los textos provienen de la traducción de Isabel Llasat

agatha-mistery-5-asesinato-en-la-torre-eiffel-9788424641757¡Bola Extra!: No me gustaría acabar sin una mención a la obra de Steve Stevenson y sus historias de detectives con claro aire holmesiano  y que he podido descubrir gracias a el “Asesinato en la Torre Eiffel” con las ilustraciones de Stefano Turconi.

De la presentación de la editorial la Galera podemos inferir los ingredientes:

“Aspirante a detective con un olfato extraordinario, rueda por el mundo con el chapucero de su primo Larry, su fiel mayordomo y el gato Watson para resolver los misterios más intrincados”

Nueva reescritura del mito que aprovecha para presentar elementos distintos, como una protagonista femenina, Agatha Mistery, con un olfato detectivesco del nivel de nuestro ya conocido detective, pero más afable que este, y con una familia que ayuda y colabora en sus casos. Hay una novela de formación de fondo y cada entrega se ambienta en un lugar del mundo distinto, con lo que añade exotismo y conocimiento de otras culturas. Si la trama, sin ser compleja, no toma por tontos a los lectores, estamos ante una más que recomendable serie para niños, un sano entretenimiento para recomendar.

Lo negro otra vez: Daly, McBain y Bradley. Mezcla policíaca diversa

y-tu-que-clase-de-madre-eres-9788439728191Vuelvo, después de un tiempo a realizar una recopilación de reseñas breves de novela negra. En efecto, muchas veces uno lee tantos libros que no llega para poder escribir una reseña de cada uno de ellos. En esta ocasión el nexo que une a esta recopilación son las novelas policíacas, uno de mis temas favoritos.

La mezcla que os traigo hoy, y que he leído en los últimos días, es diversa, la ordenación es estrictamente cronológica; la calidad alta o muy alta. Buenas muestras de cómo realizar buena novela policíaca de diferentes maneras, unas centrándose más en lo detectivesco, otras en el hardboiled.

La primera opción es “¿Y tú qué clase de madre eres? de Paula Daly  que acaba de salir en la curiosa colección de Roja y Negra. Curiosa porque los escritores que pertenecen a ella tienen ciertamente estilos y temáticas bastante diversos. De hecho, esta novela se encuadra en un tipo de novela actual que, a priori, está más enfocado para lectoras femeninas (en España lo han querido llamar “femicrimen”… ). Independientemente de las etiquetas, creo que es una novela que se puede disfrutar por cualquier género por todas sus implicaciones.

Todo comienza con la desaparición de Lucinda, la amiga de la hija de una de las grandes protagonistas, Lisa Kallisto, que se convierte en una de las voces que utiliza la escritora para avanzar la acción; la configuración del personaje es imprescindible para el devenir de la historia:

“Al llegar a casa, me meto en la cama. Me tapo la cara con las mantas y me acerco las rodillas al pecho, en posición fetal. Y entonces es cuando me asaltan los verdaderos malos pensamientos. La reciente desgracia se mezcla con el antiguo autodesprecio. Con aquel otro error del pasado cargado de culpa que aún no he logrado perdonarme a mí misma. Sucedió hace cuatro años”

Ya que sirve para avanzar la trama además de para configurar la parte más “femenina”: esa acción pasada que tiene que ver con su evolución y la carga de una culpa difícil de superar.

Junto a ella tenemos otras dos voces, la del pedófilo criminal, despreciable en sí misma, caracterizada por hablar en cursiva; y la de la investigadora, Joanne Spinall, su descripción, a los ojos de Lisa es clarificadora de su normalidad, una normalidad que subvierte la belleza habitual de las chicas que pueblan estas novelas:

“Es una mujer maciza y regordeta, y va vestida con parka y zapatos planos. Cuando se quita el abrigo advierto que su aparente corpulencia se debe más que nada a la prominente delantera. Es morena, y lleva el pelo recogido con una coleta en la nuca. Unos mechones sueltos le caen sobre la cara. Debe de tener la misma edad que yo, unos treinta y siete. No lleva alianza.”

Aparte de la investigación, por detrás subyace un dolor latente relacionado con el papel de la mujer en la familia; la hipocresía de aquellos que nunca reflejan los problemas que surgen, para indicar que todo es un mundo feliz:

“Aunque fuera solo una vez –una sola-, me encantaría que alguna madre primeriza de las que salen en las revistas se descolgara diciendo: “Me está resultando muy duro. No es ni mucho menos como yo esperaba. No creo que vaya a tener otro… Además –esto añadido mientras moquea en un pañuelo-, mi marido no me ha ayudado en absoluto. Yo pensaba que iba a ser un padre maravilloso, pero ni mucho menos, todo lo tengo que hacer yo. La verdad es que se está comportando como un capullo.”

“-Todos tenemos algo que ocultar al resto del mundo. ¿Recuerdas? Todos queremos dar la imagen de familia perfecta, de que todo nos va bien. A mí… bueno… a mí me iba bien. Lo hice todo bien. Y aun así me salió mal. Y lo siento, Lisa, pero no estaba dispuesta a aceptarlo, qué quieres que te diga. He luchado por mi familia. He hecho lo que tenía que hacer.”

La novela se desenvuelve bien hasta un final que desmerece un poco el buen desarrollo. Aún así, tiene los suficientes elementos para proporcionar un entretenimiento muy razonable.

Los textos vienen de la traducción de Victoria Alonso Blanco de “¿Y tú qué clase de madre eres? de Paula Daly en Roja y Negra.

el-traficante-9788490064948Los dos siguientes libros tienen como protagonista a un clásico de la novela policíaca del que ya hablado por el blog alguna vez, es el caso de Ed McBain, pseudónimo de Evan Hunter y las novelas que representan la tercera y la cuarta entrega de su famosa serie del distrito 87. Se dio la casualidad que leí el cuarto antes que el tercero y ya os aviso de que es un error, porque desvela eventos que suceden en el anterior. Lo mejor: leerlos en el orden que os pongo a continuación:

“El traficante” es el tercero y vuelve a traernos al McBain de altos vuelos, una ciudad que podría ser cualquiera, una novela marcada por la coralidad y, cómo no, su prosa que alterna el lirismo con puñetazos en el estómago:

“El invierno compareció como un anarquista con una bomba.

Resoplando, ululante, con la mirada ida, descargó sobre la ciudad un frío que heló médulas y corazones.

El viento aullaba bajo los aleros y asaltaba al viandante en las esquinas, arrebatando sombreros y levantando faldas para acariciar con dedos gélidos el calor de los muslos. ¿Qué hacían los ciudadanos? Soplarse los dedos, subir el cuello del abrigo y ajustarse las orejeras. Se habían dejado arrullar por la letárgica agonía del otoño y ahora tenían el invierno encima, repiqueteándoles en los dientes con nudillos de hielo. […]

Aquel año, el invierno iba a ser una auténtica putada.”

Y todo ello con ese humor negro delicioso ante el que es imposible no caer rendido, como esta descripción del turno de medianoche; maravilloso paradigma de esa mezcla de humor y amargura de fondo:

“Por supuesto un cadáver anima un poco la monotonía del turno de medianoche, y está bien poder retomar el contacto con los amigos de Homicidios Sur, y puede que el fotógrafo lleve encima una colección de selectas postales “artísticas” que admirar; pero aun así, nadie siente verdadero entusiasmo por un suicidio a las dos y once de la madrugada. Especialmente si hace frío.

Y hacía frío, eso era un hecho innegable.”

La historia es violenta y dolorosa hasta la última página, sobre todo por las implicaciones de la investigación en uno de los policías involucrados; además, comprobamos la evolución de cada uno de los personajes que salieron en anteriores entregas, es sencillamente fabulosa.

Los textos provienen de la traducción de Pablo Álvarez Ellacuria.

el-estafador-9788490562550Y el cuarto, cuando todo parece que no se podría mejorar, lo vuelve a hacer, el inédito “El estafador” es casi perfecta, sin más, la descripción inicial de “la estafa” como crimen, ayuda a discernir por dónde irá la historia:

“Después de todo, siempre existe la opción de hacer las cosas con clase. Si consideras que el crimen es la manera más rápida, segura y emocionante de ganar mucho dinero en poco tiempo, hazlo con clase.

Dedícate a estafar a la gente.

No hace falta recurrir a la violencia.

No hace falta agenciarse un costoso juego de ganzúas.

No hace falta adquirir una pistola.

Tampoco es necesario trazar complicados planes para entrar y salir de un banco.”

Pero, contrario a lo que uno pueda pensar, su última aseveración:

“La vida, tomada desde un punto de vista algo cínico y sombrío, es como una gran estafa.”

La dota de enjundia, es más importante lo que parece; a pesar de que, inicialmente podría parecer un crimen menor.

En el camino McBain aprovecha cada página para indicar con todo lujo de detalles, pero sin resultar cansino, el procedimental policíaco, y, de esta manera reflexiona sobre el trabajo del día a día, sobre esa rutina tan necesaria.

“En aquel momento, Kling estaba dedicado a la rutina; y la rutina es la cosa más rutinaria que existe en este mundo.

La rutina es lo que hace que te laves la cara y te afeites y te laves los dientes por la mañana.

La rutina es meter la llave en el contacto, girarla, arrancar el coche y meter la primera antes de poder ir a ningún sitio.

La rutina es responder a una carta con un educado “Muchas gracias”, y responder a la subsiguiente carta de agradecimiento con otra carta para decir “De nada”.

[…]La rutina es el informe que redactas de vuelta en la comisaría. La rutina es un aburrimiento mortífero, y ni siquiera es soberano, y los detectives saben lo que es la rutina por triplicado, y ¡ay del detective que no tenga paciencia con la máquina de escribir, al margen de cuál sea su método de mecanografiar las cosas! Ese detective no durará mucho en la división.”

El final, con la implicación de la mujer de uno de los policías, es trepidante; cargado de tensión por la situación llevada al límite y que no se resuelve hasta prácticamente la última página. Un prodigio.

Los textos provienen de la traducción de Pablo Álvarez.

flavia-de-luce-y-el-misterio-de-la-gitana-9788408126362Para terminar un autor que, desgraciadamente, no está teniendo mucha suerte por aquí; sobre todo viendo que este tercer título de su serie de Flavia de Luce ha salido directamente en bolsillo y los dos anteriores están saldados o descatalogados. De hecho, es imperdonable que se me pasara por alto. Concretando, “Flavia de Luce y el misterio de la gitana” del canadiense Alan Bradley es un fantástico exponente de novela policíaca más centrada en lo detectivesco, donde la investigadora es la chisposa Flavia, una niña de trece años, verdadera alma de la historia y que aparece fantásticamente caracterizada, con buen humor y pequeñas pinceladas:

“Lo poco que sabía sobre Poseidón lo había sacado de la Mitología de Bullfinch, pues había un ejemplar de dicha obra en la biblioteca de Buckshaw. Era uno de los libros favoritos de Daffy, pero como no decía nada sobre química o venenos, en realidad no me interesaba.”

Nuestra encantadora personaje adora los venenos y la química y no se corta si tiene que contar mentiras:

“Si había algo que entendía más que el resto del mundo era el ocultamiento de pequeños pedacitos de verdad. No sería exagerado decir que yo era una eminente maestra en este arte.”

De fondo, las dificultades de la familia De Luce para mantener un status quo debido a las deudas.

“Sabía que, desde hacía un tiempo, el coste de mantener Buckshaw nos estaba llevando a la ruina, por no hablar de las tasas y del inminente impuesto de sucesión. Durante años, mi padre había conseguido mantener a raya a los “gruñones recaudadores”, tal y como él los llamaba, pero ahora los lobos debían de estar aullando de nuevo en la entrada.”

El caso, con reminiscencias sobrenaturales, está excelentemente llevado y hace que prácticamente devores las páginas. Muy buena propuesta para aquellos que tienden más a lo detectivesco, con menos énfasis en los elementos más “Hardboiled”.

Como podéis ver propuestas de todo tipo. Todo el mundo puede encontrar su libro.

Los textos provienen de la traducción de Elisabete Fernández Arrieta para “Flavia de Luce y el misterio de la gitana” de Alan Bradley.

“Lionel Asbo” y “Maten al león” de Amis e Ibargüengotia. La sátira como elemento aglutinador.

Por causas que ahora no vienen al caso, voy a reunir en este post dos libros a los que, sinceramente, no los unía aparentemente nada.

plantLIONEL.qxd:PlantALBA.qxdEn “Lionel Asbo. El estado de Inglaterra” se supone que Amis nos quería, aparentemente, mostrar el estado de la Inglaterra a través de la extraña figura de su protagonista, el bulldog británico Lionel Asbo:

“Así, los signos externos de la riqueza, en el caso de Lionel Asbo, no han sido sino meros recordatorios de su inanidad de base. Su autoestima no es más alta que su coeficiente de inteligencia (que apenas puede aspirar a un porcentaje de dos dígitos). Esto, unido a unos trastornos emocionales graves, y a una alarmante inestabilidad en el terreno sexual, ha dado como resultado un terrible cóctel de inseguridad violenta y orgullo vano.”

Aunque no lo elige como narrador, sino a su sobrino Desmond Pepperdine que protagoniza un relato de formación con la influyente figura de su tío de fondo. Por momentos da la impresión de que se va a tratar de una sátira salvaje sobre dicha sociedad como podemos ver por su opinión sobre la política estadounidense en Irak:

“-Pues claro que sé lo de Irak -dijo Lionel sin levantar la mirada-. El 11-S. Verás, Des, el 11-S esos tipos con telas en la cabeza fueron y…

-¡Pero Irak no tenía nada que ver con el 11-S!

-¿Y…? Des, eres bastante ingenuo. Verás: Norteamérica es el chico grande. Es Papá. Y cuando se follan la libertad, como en el 11-s, bueno, se rompe la baraja y Papa se revuelve hecho una furia.

-Sí, pero ¿contra quien?

-no importa contra quien. Cualquiera vale.”

El problema viene cuando todo lo salvaje que podías pensar se queda corto ante el grado de enrevesamiento y locura que es capaz de mostrar el escritor inglés, ya famoso por ser bastante polémico en el tratamiento de sus temas.  De tan transgresor que es se queda a un medio camino de lo humorístico y lo serio. Con momentos como este te da la impresión de que es capaz de hacer de todo:

“-Verás. Hay ciertas cosas, Des …, hay ciertas cosas que un hombre no puede hacer hasta que su madre estira la pata.”

En el final, de hecho, creía que iba a cometer la barrabasada que se sugiere por la narración. Me temo que el afán de ser tan bestia me deja con una sensación amarga al acabarlo. La sensación de que podría haber sido mucho mejor y que se queda en un entretenimiento pasable con buena prosa.

maten-al-leon_jorge-ibarguengoitia_libro-OAFI970Lo curioso de “Maten al león” de Jorge Ibargüengoitia es que no la elegí por afinidad con respecto a la novela de Amis y, sin embargo, sí que tienen elementos en común que son ejecutados de distinta forma. 

El mexicano Jorge Ibargüengoitia es un maestro de la sátira (que también utiliza Amis con frecuencia), en esta ocasión nos encontramos con Arepa, una isla gobernada por un tirano, el Mariscal Belaunzarán, que rige con mano firme y que no duda en “cargarse” a quien no esté de acuerdo con él:

“-Dentro de un momento van ustedes a entrevistarse con la prensa. Esto es un privilegio. Ya cada uno sabe lo que confesó, y lo que tiene que decir. Si alguno mete la pata, lo pasamos por las armas. ¿Está claro?”

O cambiar las leyes de tal forma que pueda hacer perpetuo su mandato:

“Se aprueba la petición, y a las once y cinco, cuando los moderados están llegando a casa del muerto, la Cámara aprueba, en pleno, por siete votos contra cero, la eliminación del párrafo que dice: “Podrá permanecer en el poder durante cuatro periodos como máximo y no podrá reelegirse por quinta vez.”

“-Este país necesita progreso. Para progresar necesita estabilidad. La estabilidad la logramos quedándonos ustedes con sus propiedades y yo con la presidencia. Todos juntos, todos contentos y adelante.

-Yo estoy en completo acuerdo con usted, señor Presidente -dice Don Carlitos.

-Me alegro, señor Berriozábal -dice Belaunzarán y advierte a los otros dos-: Sin presidencia Vitalicia, las cosas serían más difíciles. La ley de Ratificación del Patrimonio, por ejemplo, no tiene la menor esperanza en la cámara.”

En un marco tal, que podría extrapolarse a situaciones actuales de diferentes regímenes, Pepe Cussirat se convierte en la mejor elección como candidato por los motivos equivocados:

“En el acta se asentó, y se dijo en la carta que le enviaron, que habían llegado a esa decisión, “en consideración a sus altas virtudes cívicas, a la austeridad de su posición política, reflejada en el exilio voluntario que se ha impuesto, y de sus méritos personales”. Pero, en realidad, uno de los factores que ganaron la batalla lo expresó don Bartolomé González, en un momento optimista  y visionario:

-Si llega en avión, ganamos las elecciones.

Porque en Arepa nadie había visto un avión.”

De hecho, ante su imposibilidad de desbancar la figura del mariscal, la única manera que se le ocurre de solucionar esta papeleta es matarlo, convirtiéndose en un “coyote en busca de un correcaminos” tan difícil de agarrar como en los dibujos de la Warner.

Si lo consigue o no… es mejor que lo descubra el lector. Lo que importa, en este caso, es el manejo de la sátira como elemento conductor que realiza el mexicano; parodiando de esta manera cualquier régimen absolutista y, por extensión, cualquier gobierno que intenta imponer su poder sobre los ciudadanos. Las intenciones de Ibargüengoitia están claras desde el principio y las lleva a cabo con buen humor no falto de crítica en una novela mucho más consistente que la de Amis, el inglés no consigue transmitir el tono adecuado, quedándose a medias de todo y llevándonos a una conclusión no tan satisfactoria.

Dos formas distintas de utilizar el mismo medio: la sátira. Una mejor realizada que otra pero, desde luego, dos maneras interesantes de hacerlo.

Los textos vienen de la traducción del inglés de Jesús Zulaika para “Lionel Asbo. El estado de Inglaterra”  de Martin Amis.

“El Exterminio” de Jim Thompson

el_exterminio_300x455Descubrí a Jim Thompson a lo grande, con su obra maestra inapelable “1280 almas” donde su terrorífico y aparentemente bobalicón sheriff Nick Corey me hizo descubrir el mal sin fisuras; el mal más allá de toda comprensión asociado a la naturaleza humana. Esa obra maestra imperecedera me recuerda una y otra vez que hay pocas experiencias como leer cualquier obra del genial autor norteamericano.

De hecho, cada vez que leo una obra suya, el nivel sube tanto que hace parecer a los escritores actuales como niños en patios de colegio con sus mediocridades. Sí, no hace falta que diga sus nombres, son los que venden ahora; los pobres quedan “a la altura del betún” (como vulgarmente se dice) al compararlos con las obras de este coloso o los de los clásicos Hammet, Chandler, Himes, McDonald, etc.

En esta obra el señor Thompson nos describe cada capítulo desde una perspectiva distinta, ya que utiliza un personaje diferente en cada uno de ellos. Todo comienza con la visita del abogado defensor Kossmeyer a su clienta Luane Devore, que le indica que su marido la quiere matar; el punto de vista de “Kossy” con respecto a ella no deja lugar a dudas del tipo de persona que se siente amenazada:

“Luane se las arreglaba durante las largas horas en que Ralph estaba fuera. De hecho, también se las habría arreglado sin todo aquello, ya que no tenía ninguna enfermedad. Se lo había dicho el médico del pueblo. Y también otro médico al que hice venir de la ciudad. El médico local  seguía “tratándola”, porque ella insistía en que lo hiciera, pero no estaba enferma en absoluto. Tan solo padecía autoconmiseración y egoísmo, mala intención y miedo: la necesidad de meterse con la gente desde el santuario de su cama de inválida.”

Luane está convencida de que su marido es el que quiere matarla; Thompson nos atrapa desde las primeras líneas del segundo capítulo con los primeros pensamientos de su marido Ralph Devore:

“Empecé a pensar en matar a Luane el primer día de la temporada de verano, que también fue el día en que abrió la sala de baile, y el día en que conocí a Danny Lee, el vocalista en la orquesta de Rags McGuire. Una mujer, por mucho que se llamara Danny. Muchas de las vocalistas femeninas hoy tienen nombres masculinos. Como Janie, la mujer de Rags, quien siempre había sido la cantante de la banda hasta que sufrió aquel terrible accidente… hasta este año, mejor dicho, porque Rags dice que en realidad no sufrió ningún accidente.”

En apenas unas líneas presenta a otros personajes que irán apareciendo sucesivamente en los siguientes capítulos; lo fabuloso es que utiliza cada uno de ellos para realizar una caracterización ejemplar de ellos y, además, avanzar la trama; cada hilo se va uniendo con otros hasta conformar cada parche necesario para entender lo que ha sucedido al final. La caracterización es única, cada voz es personal y, cómo no, la violencia está más que presente, como en todos los libros del gran autor; solo tenemos que ver el trato de Bobbie Ashton a Myra:

“-¡Hablo en serio, por Dios! -Le di un bofetón-. ¡Te arrancaré la cabeza a golpes! ¡Más te vale ser considerada conmigo, maldita zorra retrasada! ¡Más te vale ser cariñosa, putón de tres al cuarto! ¡Más te vale ser cariñosa y tierna conmigo, más te vale quererme…! ¡MALDITA SEA, QUE ME QUIERAS, HE DICHO! Si no, yo… yo…”

No se andaba con tonterías; representa con tal crudeza algunas escenas que duele hasta leerlas.

Para el final nos deja la sorpresa de un posible final abierto, en un final más postmodernista de lo que es habitual en su obra, en boca del posible asesino nos comenta…

“Luane era un hueso muy duro de roer. Es posible que la caída escaleras abajo simplemente la dejara sin sentido y que alguien entrara después y acabara con ella de todas todas. Es posible que alguien estuviera escondido en la casa durante todo el tiempo que permanecí en su interior.

Sería el crimen perfecto, la verdad. Esa persona podría haber cometido el asesinato, para que yo cargase con la culpa después.”

Si alguien a quien le guste la novela negra, no ha leído a Jim Thompson, que me perdone, pero no tiene ni idea de lo que es novela negra.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Antonio Padilla para esta edición de “El Exterminio” de Jim Thompson para la editorial RBA

Mis lecturas favoritas del año 2013

Me encantan las listas. Hay tantas listas como gustos y siempre es divertido comprobar lo que sale y sobre todo ligarlo a las afinidades de cada lector.

Este es el tercer año, desde que me “dedico” a escribir posts sobre libros en distintos sitios,  en el que preparo una lista con lo mejor del año. A ver si, poco a poco, consigo que se convierta en una costumbre el que aparezca este post justo el día 1 de enero del año siguiente.

Como en años anteriores me gusta repasar lo que ha sido mi año lector personalmente; también solía hacer una pequeña reflexión sobre el mundo editorial; pero gracias a las “Epístolas librescas” del grandísimo Jónatan Sark en el maravilloso Blog Ausente de Lord Absence, no tiene mucho sentido, ya que en ellas está todo lo bueno  que va saliendo en el año. Además, en su post con el clásico “Sark de Oro” del año realiza un resumen tan exhaustivo como interesante.

Os dejo a continuación los enlaces a estas Epístolas que si no conocéis ya estáis tardando en ir a verlas:

Epístola 1.

Epístola 2.

Epístola 3.

Epístola 4.

Epístola 5.

Epístola 6.

Centrándome en lo personal, tengo que reconocer que, nuevamente este año, me he superado en la mayoría de atributos; he leído mejor, más cantidad, más calidad y más en inglés.

El año pasado terminé 131 libros, y estaba bastante bien, pero este he llegado a los 171 que parecen un límite bastante razonable. También es cierto que, en el proyecto que tengo pensado a tres años las novedades han acabado asfixiando mi reto y debo retomarlo con más fuerza este año para poder terminarlo. En cuanto a las editoriales, como de costumbre, he escogido un montón de títulos pertenecientes a las más  pequeñas, tengo tendencia a ello, y a evitar, habitualmente, los best-sellers vendidos a bombo y platillo. El año que viene se presenta del mismo estilo, sobre todo porque, posiblemente, el Grupo Prisa sea absorbido definitivamente por Random House Mondadori, dejando todo el poder a dos grupos que monopolizarán las novedades mensuales y unas pocas editoriales intentando buscar su hueco entre “nichos” de lectores que busquen ofertas distintas.  De hecho este año lo hemos visto, cómo surgen grupos pequeños buscando su espacio en el corazón de alguno de nosotros como “Malpaso” o “Ginger & Ape”.

cuentos-de-muerte-y-demencia-9788415717287Sin más demora, paso a comentar los que considero las mejores lecturas del año; no son ni más ni menos que los libros con los que más he disfrutado. Son todos publicados (o reeditados) este año y siempre pongo una novedad (o dos) de años anteriores por su relevancia literaria; evidentemente no leo todo, mi ancho de banda llega a donde llega, y soy consciente que hay varios libros que tengo a punto de leer que podrían haber entrado en esta lista. Otros años dejaba once títulos en total, este año han salido más; no lo voy a dejar fijo, este año salen estos y el próximo posiblemente saldrá otro número. Teniendo en cuenta estas consideraciones, vayamos a la lista:

“Cuentos de demencia, amor y muerte” de Poe y Gris Grimly, en un año en el que han proliferado los libros ilustrados, con propuestas de todo tipo, esta edición de Nórdica elcazadorsordode los cuentos de Poe brilla con luz propia gracias a las fabulosas ilustraciones del enigmático Gris Grimly que convierten el libro prácticamente en un cómic y que consiguen el doble objetivo de resaltar las historias de Poe hasta en sus detalles más nimios además de maravillarnos con su indudable preciosismo.

“El cazador sordo” de James McClure, el editor de Reino de Cordelia es, como yo y otros tantos, un fanático del sudafricano McClure y tiene la idea de sacar todo lo inédito del increíble escritor; esta obra tiene todo lo que se necesita para hacer una novela negra perfecta: personajes carismáticos, una buena trama, dolor, en fin, otra obra de incalculable perdida-gillian-flynn-L-C_o8Lavalor.

“Perdida” de Gillian Flynn, sorprendentemente está pasando desapercibida por su halo de best-seller, pero esta historia nos demuestra que el legado de Patricia Highsmith no se ha perdido; la perversidad del personaje principal  me recuerda a los mejores momentos de la inglesa y de Jim Thompson por su afán de darle la vuelta a todo lo establecido y salir impune. Mucha más calidad de lo que la gente se puede pensar.

ojohalconPor“Ojo de Halcón. Seis días en la vida de…” Matt Fraction y David Aja, hacía tiempo que no disfrutaba tanto con un cómic; los seis primeros números de la nueva colección de Ojo de Halcón nos demuestran que no hay personajes acabados sino malos escritores. Este es uno de esos cómics en que la perfecta unión entre dibujo y trama dan como resultado una de esas pequeñas obras maestras del noveno arte. Aja está inmenso en la narración, Fraction crea historias con un lapromesakamilpunto de preocupación social sin olvidar lo superheroico. Excepcional.

“La promesa de Kamil Modracek” de Jiri Kratochvil, sorprendente novedad esta del checo Jiri Kratochvil que nos trajo Impedimenta. No era esperable que una especie de novela negra postmodernista del este, de un autor desconocido por estos lares, fuera a funcionar tan bien como novela de género y reflexión sobre la culpa el dolor además de incorporar elementos metaficcionales. un-paraiso-inalcanzable-9788415625278Una joya a descubrir en el gran catálogo de Enrique Redel.

“Un paraíso inalcanzable” de John Mortimer, todo lo que sale proveniente de las islas británicas me suele llamar la atención; este libro que publicó Libros del asteroide nos trae a John Mortimer reflejando como nadie el paso plantador_gdedel tiempo de la sociedad británica de postguerra hasta los tiempos de Margaret Thatcher con una sutil ironía y buen humor a raudales, una obra clave de este año.

“El plantador de tabaco” de John Barth, por fin, gracias a Sexto piso, tenemos entre nosotros la legendaria obra del norteamericano y podemos degustar en su plenitud su multitud de puntos de vista. Me extendí pero bien en la reseña donde explico sus grandes virtudes. Una delicia para todo aquel que disfrute de la luztodaspartesliteratura con mayor grado de complicación pero no desdeñe el buen humor.

“Luz por todas partes” de Cees Nooteboom, estamos, sin lugar a dudas, ante  la mejor recopilación de la obra poética del holandés infatigable. Una antología que, gracias a Visor de libros, nos lleva desde los primeros poemas a los últimos publicados y podemos comprobar la heroes_aventureros_cobardes-jacinto_antonevolución en las temáticas y en el estilo. El gusto por el acertijo llevado hasta las últimas consecuencias. Uno de los mejores autores actuales.

“Héroes, aventureros y cobardes” de Jacinto Antón, cierto que no son nuevos, pero también lo es que es la primera vez que se recopilan esta serie de artículos del periodista en un solo libro; Jacinto Antón hace que, tengamos la edad que tengamos, se acreciente nuestra sensación de maravilla ante todo lo que nos cuenta.  ¡Viva la aventura!, en la más fiel tradición de Indiana Jones o Quatermain.

Luminosas-673x1024“Cartas de cumpleaños” de Ted Hughes, no es exactamente de este año pero estas cartas han sido reeditadas por Lumen con ocasión del aniversario de la muerte de Sylvia Plath; indisolublemente unidos a la obra de Plath, Hughes está colosal en este poemario que podemos disfrutar en plenitud en esta edición bilingüe; más allá de lo confesional, el aliento poético del británico es proverbial y nos lleva al thomas-pynchon-bleeding-edge-novelcielo con su intensidad dramática.

“Las Luminosas” de Lauren Beukes,  estamos ante el perfecto thriller, pastiche de géneros donde un asesino en serie se desplaza en el tiempo. Al mismo tiempo tenemos un retrato de la mujer y de la sociedad a lo largo del tiempo. La novela te deja sin aliento por su adicción y tiene paradojas de una sutileza difícilmente superable. Una maravilla.

“Bleeding Edge” de Thomas Pynchon, Pynchon ante el desastre de las empresas de internet y ante el 11-S, Pynchon retador y más cercano a la novela de género que a sus obras Tapa-baja-Jota-Erre-195x300más voluminosas. Pynchon siempre a un nivel muy alto, esperemos que este año pueda ser publicada en España, pero habrá que esperar.

“Jota Erre” de William Gaddis, Gaddis llevó la sátira de la sociedad capitalista a sus últimas consecuencias en esta mastodóntica obra maestra. El fracaso del sueño americano estaba patente aquí en la figura del niño Jota Erre Vansant, subversión del mito; paradigma de la gran el-renacimiento-del-siglo-xii-9788493829582Novela Americana por el reflejo del zeitgeist de una nación. Estilo inigualable. Imprescindible.

“El Renacimiento del siglo XII” de Charles Homer Haskins, ¿quién dice que un ensayo histórico tiene que ser aburrido “per se”? Ático de los libros quiere demostrarnos con su recién lanzada colección de historia que puede ser muy divertido y estar muy bien escrito. Su punta de lanza puede ser, sin duda, este deleite de Mal dadasCharles Homer Haskins que nos relata una época, la Edad Media, oscura de por sí, con la claridad de su erudita prosa.

“Mal dadas” de James Ross, parece mentira que en 1940 el infortunado James Ross realizara una obra de estas características; a medio camino del retrato de la sociedad norteamericana  post- Gran Depresión y de la novela negra más sórdida, se trata de un retrato de los anhelos de los habitantes del sur americano y de su lucha Casadehojaspara salir de las situaciones más penosas para alcanzar el gran “sueño”. Otra de esas pequeñas sorpresas que nos trae habitualmente Sajalín Editores.

“La casa de hojas” de Mark Z. Danielewski, lo que en un principio era imposible este año se ha hecho posible gracias al trabajo de Alpha Decay y Pálido Fuego; es decir, tener la primera edición en español de la inigualable obra del norteamericano; una obra única por lo que supone como experiencia, en la que texto, disposición del texto, trama y el propio lector se convierten en parte de la misma. Una obra necesaria que ahora podemos asesinociegodisfrutar… y temer.

Y para acabar recupero en esta ocasión dos obras de otros años que, sin embargo, constituyen dos obras maestras ineludibles. No pude dejar de alegrarme de la concesión del Nobel a Alice Munro, pero tampoco pude dejar de entristecerme por las consecuencias directas: la muy posible condenación al ostracismo de dos de las escritoras más grandes vivas que tenemos en infiella actualidad: Por un lado su compatriota Margaret Atwood  que  tiene en “El asesino ciego” una de las obras más deliciosas que he tenido la oportunidad de leer, completísima en trama, estructura, personajes, para paladares selectos. Por el otro, desde luego, ya lo sabéis, la simpar Joyce Carol Oates y su recopilación de historias cortas (tan de moda ahora gracias a Munro) “Infiel. Historias de transgresión”, cada relato una verdadera patada en el estómago y a todas nuestras comodidades y seguridades, una subversión continua que demuestra  su maestría en la narración y que nadie (sensible o no) debería perderse.

Bueno, y eso es todo… creo que este año me he pasado, pero valía la pena. Ha sido un muy buen año. ¿Qué nos traerá el siguiente? En este blog lo iréis viendo como de costumbre.

Espero que os guste la selección y os ayude para las compras navideñas.

¡Feliz año 2014!

“El muñeco de nieve” de Jo Nesbo

muñeco-nieve-3501Casi al comienzo de iniciar este blog hice un artículo , bastante exitoso por número de visitas, donde traba de resumir las razones del éxito del noruego Jo Nesbo, seguramente el escritor nórdico más interesante del panorama actual de la novela negra. Lo hice a propósito de la salida a la venta de la interesantísima “El redentor” que reunía la mayoría de los motivos por los que triunfa este audaz escritor.

Ha pasado un año de aquella publicación y ya tenemos entre nosotros la siguiente novela del gran Harry Hole, “El muñeco de nieve” y, odio tener que decirlo, pero me voy a convertir en la voz discordante ante la euforia general que está causando esta última entrega, ya que considero que, desgraciadamente, estamos ante la peor de la serie; lo cual no quiere decir que sea mala, pero, acostumbrados a un nivel más que elevado en todas sus historias, esta se convierte, por comparación, en la más floja. Posiblemente si nadie ha leído nada del autor y lee esta, le maravillará, pero no hay que perder la perspectiva ni dejarse llevar por “forofismos”: esta novela supone un aviso que esperemos que no progrese.

Desde luego tiene sus cosas buenas, indudablemente Harry Hole es su mayor atractivo; la empatía que despierta en los lectores permanece intacta, y sostiene él solo prácticamente toda la novela:

“-¿Y qué haces si notas que te destruye?

-Entonces te busca otro trabajo.

[…]

-¿Y tú qué hiciste, Harry?¿Qué hiciste cuando notaste que te estaba destruyendo?

[…]

-Se me olvidó buscar otro trabajo.”

El responsable detective es instantáneamente amado desde su capacidad de demostrar que es débil como nosotros, la catarsis que provoca es proporcional al grado de ternura que demuestra:

“Como quiera que fuese, Harry no consiguió reprimir las lágrimas que de repente le afloraban en los ojos, que se los colmaron hasta que el rostro de Jonas se desdibujó emborronado, y las lágrimas le rodaban por las mejillas, descendiendo como regueros calientes antes de encontrar las arrugas que las canalizaron hasta las comisuras de los labios, y Harry pudo notar su sabor salado, el sabor a sí mismo.”

De lo que comentaba en dicho artículo, se mantiene igualmente el abuso de escenas escabrosas y cargadas de tensión, que el asesino sea tan macabro contribuye a que estés pegado a las páginas y desde las primeras páginas plantea una trama sin duda enigmática:

“La nieve del jardín reflejaba suficiente luz como para distinguir desde allí el muñeco de nieve. Parecía tan solitario… Alguien debería ponerle una gorra y una bufanda. Y tal vez el palo de una escoba para que se sujetara. En ese momento, la luna salió de detrás de las nubes. Jonas vio la dentadura negra. Y los ojos. Inspiró aire como por un acto reflejo y dio unos pasos hacia atrás. Se apreciaba un brillo tenue en los ojos de piedra. No miraban solo a la fachada de la casa, miraban hacia arriba. Hacia él. Jonas echó las cortinas y se metió en la cama.”

La lucha de Harry contra el poder establecido tampoco puede faltar, es nuestro tiempo; es imprescindible que aparezca esta pequeña rebelión ante lo impuesto:

“-¡Son dos caras de la misma moneda, Harry! Nuestras condiciones de trabajo dependen de la opinión pública. ¡La prensa es importante!”

Si lo dejara aquí podríamos concluir que tiene elementos suficientes para ser una muy buena creación; sin embargo, también tiene varios fallos que, además, pueden ser bastante peligrosos en el devenir de las siguientes entregas.

Si hay algo que caracterizaba las novelas anteriores era que Harry no estaba solo, la sensación de existir un “Universo Hole” con una serie de personajes secundarios perfectamente en consonancia con él y que le ayudaban a resolver los casos, además de estar fantásticamente caracterizados, daban una sensación coral sin quitarle protagonismo; sin embargo, aquí prácticamente pasan desapercibidos, se vuelven anécdotas y esto resiente profundamente la riqueza de detalles que había anteriormente. Todo el trabajo de presentación de novelas anteriores aquí no se aprovecha y personajes como su amigo taxista Oysten Eileland, Beate Lonn o el psicólogo Aune Stale no contribuyen a la resolución. No digo que esté mal esto, pero indudablemente empobrece el resultado.

Otro de esos indicadores preocupantes tiene que ver con la trama; Nesbo es su mayor enemigo; esa necesidad de dar tres giros de espaldas con un montón de volteretas para intentar enrevesar todo lo posible la trama se queda en agua de borrajas; que haya hasta tres resoluciones del caso en diferentes puntos de la novela es innecesario a todas luces; entre otras cosas, porque todo el que lo lee sabe de sobra que no es el asesino, sobre todo por el número de páginas que quedan; por lo tanto  da la impresión de no saber qué hacer para desviar la atención a nivel de investigación y utiliza el recurso del falso culpable perdiendo toda su efectividad al usarlo tantas veces y con tanta antelación. Encima, en mi caso, no sirvió de mucho, a las cien páginas ya sabía quién iba a ser el asesino; los giros me molestaron más por esto, pero es un caso subjetivo. Quedémonos con lo esencial, parece que Nesbo rellena páginas sin saber muy bien qué hacer con la investigación y esto sí es preocupante. Este afán de añadir más giros puede convertirse en una parodia si no lo maneja adecuadamente. Echo de menos novelas como las de Jim Thompson, con tramas fantásticas y que  casi nunca pasaban de doscientas cincuenta páginas. No había necesidad de hacerlo.

El último detalle es la dulcificación de nuestro “loser”, demasiado tiempo la trama se centra en su amor por Rakel y Oleg; y esto, nos guste o no, no puede funcionar a medio plazo; Harry debe sufrir para que suframos por él; el día en que esto no ocurra parte de su atractivo se perderá porque es la base de Harry Hole.

No sé cuál serán las ideas del noruego para el futuro, pero espero fervientemente que esta novela sea una isla en su más que aceptable carrera y que sigamos disfrutando de uno de los escritores más creativos y uno de los detectives más subyugadores del panorama actual.

Los textos provienen de la traducción del noruego de Carmen Montes y Ada Berstein de “El muñeco de nieve” de Jo Nesbo para RBA.

“Las Luminosas” de Lauren Beukes

Luminosas-673x1024“It’s not about using the new beats in our deal with Babyface; it’s not about getting every sub-Saharan Android phone pre-loaded with iJusi FutureSong credits. It’s about this. People say the twins shine when they sing. I say that we should all shine; that we can all shine if we just focus, if we just get past what’s holding us down.” (“Zoo city” de Lauren Beukes)

Todos podemos brillar, pero, sin duda, las mujeres son las que más brillan en “The shining girls” (“Las luminosas”), verdaderas protagonistas de una novela con una de esas premisas que te subyugan desde que la empiezas: Un asesino en serie que se desplaza a lo largo del tiempo para perpetrar sus matanzas.

Beukes organiza la narración desde el punto de vista de varios personajes, aunque los verdaderos protagonistas son, por un lado, el asesino, Harper Curtis; por el otro, Kirby Mazrachi,  una de sus posibles víctimas que, al sobrevivir al ataque se convertirá en su mayor amenaza.

Decía en una entrevista Lauren que no imaginaba a Curtis con dobleces, es un malo de libro, sin grises, sin posibilidades de redención, sin compasión ante sus víctimas; no deja de ser sintomático que los enemigos de este estilo sean los que más nos aterrorizan (y atraen!), debido a que no podemos comprender que alguien no tenga una vertiente más benigna:

“Con eso basta. Lo comprende. Es como si se hubiera abierto una puerta dentro de él. La fiebre sube y algo en su interior aúlla, lleno de desprecio, ira y fuego. Ve los rostros de las luminosas y también cómo deben morir. Oye gritos en su cabeza: “¡Mátala, detenla!”

Curtis utiliza para cambiar de tiempo una Casa, en la línea de las historias con casa encantada, se convierte en portal para viajar en el tiempo; un cambio de tiempo es descrito con lirismo y nos muestran de los mejores momentos de la escritura de la sudafricana como podemos ver por la siguiente descripción según Harper se adapta a la nueva realidad que se encuentra:

 “Solo tarda un minuto en averiguar cómo funcionan las luces de los pasos de peatones. El hombre verde y el hombre rojo, señales para niños. Y esta gente, con sus juguetes, su ruido y sus prisas, ¿no son, precisamente, niños?

Advierte que la ciudad ha cambiado de color, de blancos y cremas sucios a cientos de tonos de marrón. Como el óxido. Como la mierda. Recorre el parque para comprobar por sí mismo que, efectivamente, las chabolas han desaparecido sin dejar rastro.

Desde donde se encuentra, la visión de la nueva ciudad resulta perturbadora. La silueta de los edificios recortados contra el cielo está mal, las relucientes  torres son tan altas que se las tragan las nubes. Es como el paisaje del infierno.”

Esta dicotomía Harper-Kirby, en realidad, es extendible, ya que las verdaderas protagonistas son las que van a ser asesinadas, las víctimas: mujeres que viven su momento y que está ubicadas en la intrahistoria estadounidense

A la muerte de Zora, una de ellas, de hecho, podemos ver cómo se entrelazan las vidas de estas mujeres:

“Le deja la tarjeta de béisbol metida en el bolsillo del mono. Es Jackie Robinson en el jardín de los Brooklyn Dodgers. Se la había arrebatado recientemente a Jin-Sook Au. Estrellas luminosas se unen a través del tiempo. Es una constelación de asesinatos”

El que use elementos comunes al thriller, como los cliffhangers, los viajes en el tiempo, la tensión desenfrenada, las persecuciones, etc… no son óbice para mostrarnos, al mismo tiempo, la historia oculta de Estados Unidos a través de las vidas del colectivo de mujeres, mujeres que luchan día a día, que se resisten al destino y a las limitaciones que les impone una sociedad patriarcal, una sociedad que, en ocasiones, les horroriza y que está muy dentro de la propia ontología del ser humano:

“Willie se queda donde está, pasmada. Se pueden esconder las revistas radicales, hacer trizas los bocetos de depravado contenido sexual y quemar las sábanas, pero ¿cómo se borra la esencia misma de una persona?”

Y por si fuera poco, también aprovecha alguno de los pocos momentos de descanso para mostrarnos sus ideas de lo que debería ser escribir literatura, en esta analogía con el deporte ensalza la necesidad de luchar por el “cómo” hacer las cosas, eso es lo que diferencia un libro de otro, no tanto el “qué”:

“-Y es tan predecible…  ¿no te aburres de escribir lo mismo una y otra vez? Un hombre golpea la pelota, otro corre, a otro lo sacan.

-Sí, pero lo mismo ocurre con las películas o con los libros –dice Kirby-. Hay un número finito de tramas. Lo interesante es cómo se desarrollan.”

El momento en que un viaje al pasado lo utiliza como una prolepsis de la protagonista para adelantar el final se convierte en una paradoja tan deliciosa que es imposible no rendirme ante sus encantos. Esto entronca directamente en el “cómo” hacer las cosas. Beukes sabe cómo innovar y crear una trama absorbente con los suficientes elementos para dejarte sin aliento. Milimétricamente calculado hasta su momento final, esta novela es el ejemplo perfecto de cómo se debe crear literatura. Va a estar, sin lugar a dudas, entre los libros del año. Es posible encontrar obras perfectas, estamos ante una de ellas.

“Hay patrones porque procuramos encontrarlos. No es más que un intento desesperado de encontrar un orden, porque no somos capaces de enfrentarnos al terror de que todo sea aleatorio. Esta revelación lo destroza. Es como si todo el puto mundo trastabillara.”

Los textos provienen de la traducción del inglés de Pilar Ramírez para esta edición de “Las luminosas” de Lauren Beukes  de RBA.

“El amor de una mujer generosa” de Alice Munro

el-amor-de-una-mujer-generosa_alice-munro_libro-oafi3051Lo que son las cosas, este libro lo encontré saldado; a un precio, sinceramente, ridículo, en una papelería, abandonado, las portadas descoloridas; tuve que mirar dos veces el título y el autor para cerciorarme; no digo que no me haya venido bien a mí, pero es bastante penoso encontrarlo así. Más aún, me queda esta sensación al acabarlo, ya que el nivel medio de los relatos incluidos es, como de costumbre en la canadiense Alice Munro, alto o muy alto.

De hecho  si cogemos el primer relato, el homónimo “El amor de una mujer generosa”, nos encontramos con un prodigio y lo voy a utilizar para centrar esta reseña, ya que es impresionante cómo maneja todos los recursos literarios de los que dispone.

El relato se divide en varias partes, empezando con un prólogo desde un narrador omnisciente  que aborda el relato de un accidente de coche de un optometrista. En la primera parte cambia la perspectiva a la de tres niños que no saben cómo contar el que han encontrado un coche con un vecino muerto dentro; de hecho, leídos varios de sus relatos, esto resulta muy novedoso ya que, no es la mujer en primera persona la que narra; sino que lo hace a través de los niños y presenta la relación de ellos con sus familias y con el pueblo en general.

En la segunda parte cambia a la tradicional narración en primera persona con Enid, enfermera de hogares y verdadera protagonista, focalizadora de lo que va sucediendo. A través de ella se desarrollarán todos los eventos, sobre todo con la enferma que está ahora, la señora Quinn, que constituye la personificación del resentimiento y la no aceptación de su enfermedad, esa es su forma de luchar ante lo que le sucede:

“Enid creía saber lo que eso significaba, ese resentimiento y ese veneno, aquella energía acumulada para despotricar. La señora Quinn buscaba nerviosamente un enemigo. Las personas enfermas sienten rencor hacia quien está sano, y a veces ocurre entre los maridos y sus esposas e incluso entre madres e hijos. En el caso de la señor Quinn ocurría tanto con el marido como con las hijas.”

Enid constituye esa “mujer generosa” del título, y desde la perspectiva de su madre representa esa generosidad con toda la miseria de la que es capaz:

“Pero no pudo evitar comentar que eso significaba que Enid había decidido renunciar a la posibilidad de un empleo decente en un hospital, para dedicarse a un trabajo agotador y deprimente en casas sórdidas y primitivas, ganando una miseria. Enid tendría que bombear agua de pozos contaminados, romper el hielo que se forma en las palanganas en invierno, luchar contra las moscas en verano y usar retretes fuera de las casas. Tendría que utilizar tablas para restregar la ropa y lámparas de carbón en lugar de usar lavadoras y electricidad. Significaría cuidar a la gente enferma en malas condiciones, a la vez que hacer frente a las responsabilidades de la casa y atender a niños pobres y raquíticos.”

Enid es la personificación del bien, de hecho, supone lo que significaría la culpa en una persona por haber cometido un acto inmoral y la necesidad del castigo para esa culpa como expiación única y verdadera:

“¿Sabes por qué creo que deberían ser castigados? –dijo Enid-. Es por lo mal que se van a sentir por dentro. Aunque nadie les hubiera visto actuar o nadie lo supiese jamás. Si haces algo muy malo y no te castigan, te sientes peor, mucho peor que si te castigan.”

A raíz de uno de los capítulos, el enfocado en la señora Quinn (que además sirve para unir todos los hilos argumentales planteados hasta el momento), toda esta seguridad se tambaleará; se irá fragmentando su personalidad, surgirán las dudas, la indefensión que siente ante la obligación de denunciar una situación y no ser capaz de hacerlo, grietas en su fe inconmovible.

De hecho el final se convierte, sin que casi nos demos cuenta, en todo lo contrario que podríamos haber pensado como conclusión, ya que todo lo que creía inamovible está mutando; es nuestra propia vida, el cómo las dudas ante nuestros actos nos pueden llevar a un bloqueo del que no podemos salir.

“Se acercó a la orilla, donde sus botas se hundieron poco a poco en el barro y quedaron atrapadas. Si se lo proponía, todavía podía oír los movimientos que hacía Rupert entre los arbustos. Pero si se concentraba en el movimiento de la barca, un movimiento leve y secreto, sentía como si todo lo que la rodeaba se hubiese aquietado.”

Magistral. Siempre. Munro.

Los textos provienen de la traducción del inglés de  Javier Alfaya, José Hamad, Javier Alfaya McShane para esta edición de “El amor de una mujer generosa” de Alice Munro  de RBA.

“Los relámpagos de agosto” de Jorge Ibargüengoitia

los-relampagos-de-agosto-9788490066331“Los relámpagos de agosto” es la primera novela de Jorge Ibargüengoitia (1928-1983), escritor y periodista mexicano y que ahora vemos publicada gracias a RBA. Para la ocasión, el descacharrante mexicano escogió narrar una serie de acontecimientos históricos (los de la revolución mexicana) pero de una forma distinta, ya que cambió sus nombres y, de esta manera, pudo utilizar la sátira para diseccionar con afilado bisturí los sucesos más significativos de dicho hecho.

La frontera entre ficción y realidad, por lo tanto, es difusa, pero perfectamente reconocible a través del elemento conductor: la ridiculización de cada hecho que va sucediendo. Esta sátira, además, no puede por menos que arrancarte carcajadas; tenemos así el momento en el que nuestro Guadalupe, sin par protagonista y narrador de todo lo que sucede, asiste a un funeral y su comentario jocoso ante un hecho que, sin embargo, debería ser serio:

“Zenaidita nos empujó hasta el féretro.

-Mírenlo, parece que está dormido.

Juro que nunca vi un cadáver tan desfigurado.”

Sin embargo, en el reflejo de los tejemanejes entre los generales, con Lupe como protagonista, es donde exprime al máximo sus capacidades de satirización, solo tenemos que ver la reunión de generales en la que se comenta:

“-Tengamos en cuenta, compañeros, el mal efecto que causará en la opinión pública cualquier intento de anulación del inciso N.

Aquí intervino Trenza, que después de todo, era el Héroe de Salamanca, el Defensor de  Parral y el Batidor del Turco Godínez, para decir por qué parte del cuerpo se pasaba a la opinión pública.

Todos prorrumpimos en aplausos, ante una actitud tan varonil […]”

Esta broma le sirve para caricaturizar, no demasiado benignamente, a este colectivo del ejército que ante una decisión que puede hacer daño al pueblo reacciona con un instintivo gesto de hombría de dudoso gusto que, sin embargo, jalean todos ellos.

No solo el ejército sale malparado del agudo análisis de Ibargüengoitia; los políticos, en general, ; los altos mandatarios dan una imagen en la novela que, desgraciadamente, se acerca mucho a una realidad que no varía según pasa el tiempo; así en una conversación entre Lupe y Vidal Sánchez podemos ver las características que debe tener una persona para gobernar:

“-Para alcanzar este fin -es decir, el gobierno revolucionario- debemos estar unidos, y nadie se une en torno a una figura enérgica, como tú, como yo, como González; necesitamos a alguien que no tenga amigos, ni enemigos, ni simpatías, ni planes, ni pasado, ni futuro: es decir, un verdadero fantoche. Por eso escogí a Eulalio.”

Para complementar esta visión no puede faltar lo que ya comenta más adelante….

“[…] Juan era un candidato perfecto, tenía una promesa para cada gente y nunca lo oí repetirse… ni lo vi cumplir ninguna, por cierto.”

En fin, un ejemplo maravilloso sobre cómo el humor puede servir para pintar la realidad. Una novela más que recomendable, necesaria.

No se cansa uno de recomendar clásicos policíacos

Cada uno de estos libros merecería una entrada propia. Normalmente suelo unirlos en posts conjuntos, porque si no, el blog estaría lleno de entradas de la excelente colección de novela negra/policíaca del sello de RBA Serie Negra. En esta ocasión, y aprovechando el tirón de este monográfico de literatura de género, os pongo a continuación una nueva batería con tres clásicos que ordenaré de más moderno a más antiguo.

elpatomexicanoEl primero del que voy a hablar se trata de “El pato mexicano” de James Crumley (1939-2008); publicada en 1993, se trata de la segunda novela protagonizada por el peculiar veterano de guerra metido a investigador C. W. Sughrue, tuvieron que pasar quince años para que viera la luz tras la primera, la maravillosa e inconmensurable “El último buen beso” (1978); anecdóticamente ganó el el Dashiell Hammet Award por ella.

Y digo anecdótico porque, desde luego, no es tan buena como la primera novela, pero supongo que fue la confirmación del buen hacer del gran escritor norteamericano. Este libro tiene dos partes claramente diferenciadas: en la primera, surrealista por momentos, caótica, absurda, tan enloquecedora… y, sin embargo, le sirve para presentar los personajes que centrarán la segunda parte , un caso de búsqueda de una persona desparecida. Una buena muestra del genio incombustible de su prosa es esta descripción de Norman el Anormal Hazelbrook, que, a la postre encargará la búsqueda de Sarita Cisneros, su hipotética madre:

“Aparte de dar la impresión de estar aún más loco de lo que en realidad estaba, Norman parecía el único superviviente de un desastre genético, un hombre hecho de pedazos sueltos, y todos de personas sin la menor relación entre ellas. Sus lacios y grasientos cabellos enmarcaban, negros y espesos, una larga cara pálida de ojos gris claro y un fino bigote, casi oriental. Sus largos brazos flacos terminaban en manos pequeñas; sus piernas cortas pugnaban por sostener el torso de un hombretón sobre pies tan diminutos que podrían enamorar a un príncipe chino. Y, además, por su puesto, estaba su mirada, siempre fija, con expresión de gran interés en algún punto por encima de tu hombro, en una demencial cuarta dimensión. Y la peste, una mezcla de orina rancia, dientes podridos, marihuana y probablemente lluvia ácida y micosis inguinal, que lo seguía a todas partes como un mal karma.”

Con cada palabra se puede paladear, sentir asco, oler la putrefacción, más allá del sentido de la vista; es una de las cualidades del estilo, muy personal, de Crumley; la segunda parte, más tradicional, es un relato hardboiled, un tour de force ciertamente caótico pero con más sentido del que parece inicialmente; hay muchas drogas, alcohol, gánsters, tráfico de armas y un personaje que lo llena todo, nuestro veterano de guerra capaz del momento más tierno:

“Su hermano Frank estaba intentando quitarse la vida; mi hermano Frank se estaba muriendo sin motivo, y yo no podía impedir ninguna de las dos cosas. Pero mi mano recordaba el tacto de la cabeza del pequeño Lester, el latido de su vida, el sonido de su risa mientras se me orinaba en la cara.”

Como reconocer claramente que bien puede provenir del infierno, pero que nadie va a poder con él:

“-Hijo de puta –escupió, sujetándose la mano contra el pecho como un animal herido-. Acabas de comprarte un billete de ida al infierno.

-Recuerda una cosa, guerrero de fin de semana, oficiaducho de mierda –susurré-. Yo he estado allí y he vuelto. Puede que me cagase en los pantalones, pero no salí corriendo. Estuve en la guerra, cabronazo, y tú en un plató de televisión.”

Una muy buena novela de nuevo. Si hay suerte veremos más novelas de Crumley por aquí, por lo menos las dos que nos quedan de C. W. Sughrue.

Textos de la traducción de Antonio Iriarte para la edición de RBA serie negra.

el-manuscrito-godwulf“El manuscrito Godwulf”, escrito en 1973 por Robert B. Parker (1932-2010) es el primer libro de la extensa serie (¡Son cuarenta entregas!!!) del detective Jack Spenser.

“Me gusta cocinar, y beber mientras cocino. Las vieiras Saint Jacques o gratinadas es un plato complicado, con crema de leche, vino, zumo de limón y chalotas, y cuando estuvo listo me sentí muy bien. Puse unos panecillos en el horno, también para mí solo, y me comí las vieiras y los panecillos recién horneados con una botella de Pouilly Fuissé, sentado en el mostrador. Después me fui a dormir. Y dormí profundamente, muchas horas.”

Spenser, detective de Boston, es capaz de cocinar en una escena, tallar madera en la siguiente y repartir estopa al primer matón que se le cruce por delante o conquistar a una exuberante señorita a continuación:

“-Hola me llamo Spenser, ¿te acuerdas de mí?

Ella se rio, una risa estupenda, una risa de clase alta.

-El de los hombros anchos, y los ojos bonitos, sí, claro que me acuerdo. –Y se echó a reír otra vez. Una risa buena, llena de promesas, una risa cojonuda, si se piensa bien.”

Es un detective heredero del estilo de los grandes Marlowe o Spade, con unas pizcas de Hammer; tiene un estilo tan particular que puede llegar a subyugar sin muchas dificultades.

En esta que fue la primera novela, Parker planteó como pretexto el robo de un manuscrito que, sin embargo, le sirve como tapadera para una trama policíaca de toda la vida donde los mafiosos, los bajos fondos y las drogas están más que presentes.

“Al romper la puerta, había hecho un ruido infernal, y el disparo previo debió de sonar muy fuerte. Pero, por lo visto, aquel barrio no era de esos… No era de esos en los que vas a ver qué ocurre cuando oyes disparos y revientan puertas. Era más bien de esos en los que te tapas con la manta y entierras la cabeza y piensas “Que se jodan. Mejor ellos que yo.”

Una espléndida muestra de novela policíaca que no debe quedarse perdida por la gran calidad que puede tener toda la serie.

Textos de la traducción de Ana Herrera para la edición de RBA Serie Negra.

rendez-vous_en_negro_300x455Y para acabar un clasicazo en toda regla, “Rendez-vous en negro” (1948) de Cornell Woolrich (1903-1968); a pesar de repetir la estructura y premisa de su gran novela “La novia vestía de negro” (1940), Woolrich supo reinventar cada episodio para que esta repetición no fuera tal.

En el primer y extraño capítulo se cumple a la perfección el ideal de la presentación: por el hermetismo que destila por las pinceladas en la que se produce una mezcla de lo enigmático-onírico-lírico…

“Algo con lunes rojas, un carro del infierno, aparcaba por allí, dando marcha atrás para situarse adecuadamente. E introducían algo en su interior. Algo que no le era útil a nadie, algo que nadie amaba, algo para tirar. Cerraron de golpe las portezuelas traseras del carro del infierno. El oscilante resplandor rojizo lo cubrió todo, iluminando durante un minuto a la multitud, tiñéndola de su refulgente carmesí, como si fuese un cohete mal lanzado el cuatro de julio que cae sobre el público en lugar de elevarse; y después se alejó con un doloroso lamento.”

“Los seres humanos son raros. Pueden ser tan crueles o tan cariñosos… pueden ser tan insensibles o tan tiernos…”

Otro de esos elementos diferenciador es el curioso investigador que nos desvelará poco a poco el caso, resulta subversivo el que le tergiverse el nombre, alterando el orden de su nombre y su apellido, ese toque de atención nos trae a colación lo especial que puede llegar a ser:

“El nombre de pila de Cameron era MacLain, por efecto de algún ancestral y extraño cambio en el orden lógico. En cualquier caso, a nadie excepto a él mismo le importaba lo más mínimo. Era demasiado delgado y su rostro tenía un aspecto crónicamente demacrado, probablemente debido a eso. Tenía los pómulos prominentes y las mejillas hundidas. Su actitud era una mezcla de indecisión seguida de ráfagas de gestos precipitados, seguidos de más indecisión, como si ya estuviese lamentando la determinación que acababa de tomar. Siempre seguía cualquier protocolo habitual, como si estuviese aplicándolo por primera vez. Incluso cuando eran antiguos y debería estar más que habituado a ellos.”

El caso, tan estrambótico como el propio, se irá resolviendo en sentido contrario a lo habitual en novelas del estilo:

“-Saben lo que lo mueve y lo que no. Saben que el dinero no puede influenciarlo. Saben que es un maníaco. Saben la fecha en la que atacará y que el plazo del posible ataque es de solo veinticuatro horas. Pero no saben quién es. Un gran trabajo policial. ¿Cómo lo han desarrollado?, ¿al revés?

-A veces hay que hacerlo así. A veces las cosas suceden de ese modo. No muy a menudo, gracias a Dios, pero esta vez ha sido así.”

Cada capítulo se cargará de tensión ya que, aun sabiendo lo que va a ocurrir, no se sabe cómo lo va a realizar, todo para desembocar en el inusitado final, teñido con un perverso romanticismo. Es un particular Liebestod en toda regla.

Textos de la traducción de Mauricio Bach para RBA Serie negra.

Libros de género ilustrados infantiles

Da la casualidad que, recientemente, han salido dos libros ilustrados para niños que, indudablemente, me atraían por diferentes motivos. El primero de ellos, además, trataba de convertirse en una novela de detectives para niños, por lo tanto, se trató de la primera elección por mi afinidad con el género.

desastre--total-agencia-de-detectives-9788427204041El norteamericano Stephan Pastis, creador de la exitosa tira cómica “Pearls Before Swine” ha comentado sobre “Desastre & Total. Agencia de detectives”, el primer libro infantil que escribe e ilustra: “Cuando era pequeño me encantaba reír. Y espero que este libro consiga esto, tanto con los niños como con sus padres. Yo solo quiero darles una historia que tenga algo divertido en cada capítulo.”

En el primer capítulo “Bla, bla, bla, bla” esta intención es patente en la presentación del singular detective:

 “Vale, primero la parte aburrida y así nos la quitamos de encima. Me llamo De Sastre. Timmy De Sastre. […] Se ve que antes nuestro apellido era De Remendón. Pero algún listillo de la familia le quiso dar más categoría. No se os ocurra hacer chistes con lo de “desastre”. Porque soy todo lo contrario. Soy el fundador, presidente y consejero delegado de la agencia de detectives que lleva mi nombre. De Sastre Detectives. De Sastre Detectives es la mejor agencia de detectives de la ciudad y probablemente del estado. Puede que hasta de toda la nación.”

Esta presentación está aderezada con los dibujos simples y efectivos del ilustrador,; no se puede ocultar que realzan la intención de ofrecer diversión y diferentes niveles de lectura; esta metarreferencialidad de la que hace gala, es más que evidente en los títulos que utiliza, muy representativos de diferentes películas o novelas, basten unos cuantos ejemplos como los siguientes:

“Zumo de naranja. Agitado, no revuelto.” “Timmynator, el juicio final.” “No es país para FLOjos” “El código Da Corrina.”

Cada capítulo (corto y adictivo) te saca una sonrisa, puede ocurrirte con un dibujo, con uno de los divertidísimos diálogos o con alguna de las hilarantes reflexiones del genuino personaje principal:

“De verdad que no quiero dedicar ni un minuto más de lo estrictamente necesario a escribir sobre el Centro del Mal en el Universo. Primero, porque nunca dedico ni un minuto a pensar en ella. Y segundo, porque realmente la odio mucho. Así que seré breve: La Bestia Negra tiene una agencia de detectives, la CCIA, que, según ella, significa “Corrina Corrina Investigación en Acción”. Según yo, significa “Corrina Corrina la Idiota que Alucina.”

En el antepenúltimo capítulo “Elemental, querido Gunnar”, resuelve, como no podía ser de otra forma, los cabos pendientes a su manera y nos lleva a un final esperanzador con el resurgimiento de la agencia y el gran detective.

Estamos ante una de las obras del año que puede ser leída y disfrutada tanto por niños como por adultos debido al juego que propone el inteligente Pastis. Labor aparte la de la traducción realizada por Isabel Llasat Botija, espléndida en el manejo de los juegos de palabras necesarios para disfrutarla en su plenitud. Esperemos que Editorial del Molino consiga poder seguir publicando las siguientes entregas porque valen muchísimo la pena.

doctorproctorEl segundo caso es radicalmente distinto se trata de “El doctor Proctor y los polvos tirapedos” del noruego Jo Nesbo; el creador del investigador Harry Hole lleva a cabo aquí su primera incursión en la literatura infantil acompañado de Per Dybvig en las ilustraciones. Después de la más que competente labor de Nesbo en la novela policíaca me entró la curiosidad.

Esta novela de aventuras tiene a Lise y Tapón como protagonistas, especialmente el diminuto pelirrojo: “Lise se puso de puntillas y miró por encima de la verja. Y descubrió a un niño pequeño y pelirrojo, bueno, no es que fuera pelirrojo, es que tenía el pelo rojo como un tomate. Y no es que fuera pequeño, es que era diminuto. Tenía una cara diminuta con dos diminutos ojos azules y, entre ellos, una diminuta nariz respingona. Lo único grande que tenía en la cara eran las pecas.”; y a un científico loco, en sus propias palabras: “Soy el doctor Proctor –dijo el doctor. Sus erres sonaban como un cortacésped mal engrasado-. Soy un profesor chiflado. O casi chiflado.”

Nesbo aprovecha la típica fascinación por lo escatológico que demuestran los niños a una cierta edad, para crear una historia llena de aventuras alrededor de una fórmula que hace que tires pedos hasta incluso ponerte en órbita; esos “pedonautas”, con malos malosos como se par de gemelos, escapadas de prisiones y mucha escatología conforman la historia.

La historia es sencilla en el planteamiento y se lee sin prácticamente dificultad; sin embargo está hecha para niños solamente, no hay posibles segundas lecturas; ciertamente funciona a ese nivel, pero un adulto no va a encontrar muchos alicientes en este pastiche de aventuras. Además, tengo que reconocer que no es un libro que dejaría a un niño a edad temprana… este párrafo por ejemplo, es difícilmente explicable por todo lo que puede implicar…

“-Hablábamos sobre lo que pasa cuando mujeres como Lise y como usted son más listas que nosotros los hombres, señora Strobe –dijo Tapón-. En mi opinión, las mujeres deberían hacerse cargo del mundo, exterminar a todos los hombres, congelar células de esperma para tener hijos y matar a los bebés niño al nacer.”

Sin estar mal, se queda a un nivel mucho más bajo que el de Pastis, maravilla y delicia total. Sigo prefiriendo a Nesbo en sus novelas policíacas.

PS. Los textos de “El Doctor Proctor y los polvos tirapedos” provienen de la traducción realizada por Meritxell Salvany para la edición de la obra en Ediciones la Galera.

“La serie de Martin Beck” de Maj Sjöwall y Per Wahlöö

Han tenido que pasar casi 250 novelas de la excelente colección de novela negra de RBA en su Serie Negra para poder tener publicada, en su totalidad, las diez novelas que componen la serie del comisario Martin Beck; perpetradas por el comprometido matrimonio sueco Maj Sjöwall y Per Wahlöö, posiblemente nos encontremos ante una de las series más influyentes en el género europeo, no sólo para los nórdicos, punto de obligada referencia para entender la marea nórdica actual, sino para toda Europa.

el-policia-que-rieEn mi caso personal, la primera novela que leí fue la excelsa “El policía que ríe” (1968), novela que se caracterizaba por un argumento original que generaba una trama excitante en la línea más clásica de los grandes del género; a partir de ahí, comencé con “Roseanne” (1965) y se fueron publicando en estricto orden cronológico, que seguí a rajatabla, hasta este año 2013 donde hemos visto la publicación de la última: “Los terroristas” (1975).

Vista en retrospectiva, hasta los dos últimos libros que comentaré más adelante, hay que reconocer que la serie resulta muy consistente en cuanto a calidad e interés por diferentes aspectos y, además, curiosamente, hay muchas variaciones en cuanto a la forma de planificar y realizar los libros. Para los neófitos en los autores suecos, intentaré explicar un poco la evolución de los libros.

La Serie

En “Roseanne” (1965) asistíamos a la presentación de Martin Beck, el taciturno investigador y protagonista principal de la serie, y también a algunos de sus secundarios que se convertirán poco a poco en un elemento principal de la serie. El caso (el asesinato de una mujer en el fondo de un canal) entra dentro de la más firme tradición de novelas de investigador puro y duro. Empiezan a comprobarse las buenas maneras del matrimonio con una trama muy bien llevada.

“El hombre que se esfumó” (1966) y “El hombre del balcón” (1967) suponen una transición inevitable y enriquecedora que nos llevará progresivamente a su obra maestra “El policía que ríe” (1968); experimentan con la narración cambiando los puntos de vista, añadiendo incluso el del asesino; aunque el protagonista principal es Martin Beck (que es dibujado a la perfección en sus relaciones personales), el resto de personajes ganan tal importancia que se vuelven prácticamente “corales” en la tradición del gran McBain y su comisaría del distrito 87. También se caracterizan por ser muy ingeniosos en la resolución de los casos, tramas hiladas con maestría y, desde luego, mucho sentido del humor.

cochedebomberos“El coche de bomberos que desapareció” (1969), quinto libro de la serie, se convierte en la consolidación de lo que habían avanzado. En tradición con sus anteriores entregas, se trata de una novela coral clásica, donde la trama está muy bien hilada, el pulso narrativo está llevado con maestría, tiene humor… en fin, otra muy buena muestra de literatura policíaca que, además, tiene una resolución muy creativa.

“Asesinato en el Savoy” (1970) es un giro radical en el estilo de los suecos, la novela se convierte en un pretexto claro para la crítica evidente (no sutil como en las anteriores) de una sociedad sueca desgastada por el crimen. Una clara muestra de novela social donde los escritores cargaron contra el capitalismo, las grandes empresas que lo controlan todo confabuladas con un estado corrupto. Todo ello redunda en una trama que es bastante más floja que la de las anteriores y sin ese punto de genialidad. Aún así, está estupendamente escrita, con descripciones muy gráficas pero al mismo tiempo cargadas de detalles y que resultan entretenidas. Una obra, aún así, por encima de la media

“El abominable hombre de Säffle” (1971). Tras la novela de transición anterior donde parecían haber perdido un poquito la chispa, aquí los volvemos a recuperar en plena forma, creando una trama excelente sobre la corrupción y la brutalidad policial de la sociedad sueca de la época de los setenta. Novela cargada de grises y que hacen llevar a Beck y a sus compañeros a tomar posiciones ante una situación difícil, llegando a plantear dilemas de todo tipo, tanto éticos como de funcionamiento del propio cuerpo de policía y la sociedad.

 “La habitación cerrada” (1972). Supone la revisitación del clásico de las novelas policíacas en su vertiente más detectivesca. Una obra teñida nuevamente de la vertiente más amoral de una sociedad en descomposición. Muy densa, con una progresiva descoralización que fructificará definitivamente en la novena novela de la serie que comentaré más adelante.

Los dos últimos libros

asesino_policias“El asesino de policías” (1974) se convierte en la novela que cierra un círculo, Beck vuelve a sus inicios, el caso de Roseanne, con el mismo acusado Folke Bengtsson y un caso de similares características en la misma zona en que se produjo el primero.

A pesar de la amargura de Martin, hay resquicios de una belleza que contrasta severamente con la crisis de la sociedad de bienestar.

“De pronto pensó en un par de frases inconexas de la quejumbrosa cantinela general acerca de las cada vez peores condiciones que reinaban en el país. Suecia es un país espantoso, pero sin duda es espantosamente hermoso. Alguien lo había dicho o escrito, pero no recordaba quién.”

Crisis que se ejemplifica sobre todo en el cuerpo policial: “-No, yo sé lo que usted piensa –gritó-. Piensa que yo le he hecho algo a Sigbrit. Pero no le he hecho nada. ¿No puede entender eso? Malditos maderos, sois todos iguales, aquí y en todas partes. Los policías sois ratas de cloaca y para lo único que servís es para subir a bordo a pillar alcohol y cigarrillos a cambio de dejarnos en paz.”

Y en el propio Estado: “Estado de Derecho. La expresión estaba desde hacía tiempo tan corrompida que muchos suecos no osaban pronunciarla y otros se echaban a reír cuando alguien la mencionaba en serio. Ciertamente, existía una ley, pero la evolución de los últimos años había demostrado que esa ley podía subvertirse a conveniencia por las autoridades y el régimen. Los que estaban en el medio eran de costumbre los ciudadanos.”

El final es una vuelta de los personajes y la recuperación de la trama a una ligera coralidad sin  perder de vista el papel de Beck, un Beck crepuscular pero no tan amargado sino rehaciendo una vida que no entendió en un principio.

No es su mejor novela pero, indudablemente, es una buena novela policíaca.

los-terroristas_maj-sjowall_per-wahloo_libro-OAFI777“Los terroristas” (1975), la última novela comienza con una nota de humor, ya que la perspectiva cambia al gigantón Gunvald Larsson:  “Es cierto que tiene tendencia a ser un poco bruto y grosero y se comporta de modo demasiado despótico. Pero no se puede negar que es uno de nuestros mejores inspectores criminales, a pesar de que le cuesta obedecer órdenes y atenerse a las normas.”

En su progresivo viraje hacia la crítica social y al supuesto Estado de Bienestar, en esta última entrega se centran en la justicia:  “En gran medida tenía razón. Los miembros del jurado eran elegidos entre la escoria de los partidos políticos, a menudo tenían una censurable relación de amiguismo con el fiscal o se dejaban dominar por jueces de carácter resuelto, que, básicamente, los despreciaban. En su mayoría no se atrevían a contradecir  a las autoridades judiciales y a menudo no eran sino representantes de la mayoría silenciosa de la nación, quien ponía todo su empeño en conseguir el orden a base de leyes sumarias y no mucho más.”

De lo micro, pasarán a lo macro, las autoridades del país son fuertemente censuradas, como podemos ver en la conversación de la pobre Rebecka Lind con Beck: “Sólo me habrían enviado a unos asistentes sociales y luego me habrían quitado a Camilla. Yo no creo que se pueda confiar en las autoridades de este país. No les preocupa la gente común, los que no son ni famosos ni ricos, y lo que ellos llaman ayuda no es ayuda de verdad. Simplemente te engañan.”

Lo mejor del crepuscular Beck es que, a pesar de no estar de acuerdo con lo que vive, no entra en una espiral de autodestrucción como en otras novelas del género sino que más bien, reconstruye su vida hasta llegar una felicidad mayor de la que poseía antes; es un buen tipo, los autores están muy de acuerdo, y lo podemos comprobar en palabras de Rhea, su amante: 

 “-Tú eres un tío estupendo Martin. Pero tienes un trabajo de mierda. ¿A qué clase de personas metes en la cárcel por asesinato y otros horrores? ¿Cómo hace poco? ¡Un currante marginado que trataba de vengarse del cerdo capitalista que había arruinado su vida! ¿Cuántos años le van a caer?”

Y cómo no, su gran amigo Kollberg en esa conversación final:  “-Lo que haces mal, Martin, es trabajar donde trabajas. Es un mal trabajo. En una mala época. En una mala parte del mundo. En un mal sistema.”

Posiblemente esta última novela, la más voluminosa, sea el ideal al que trataban de aspirar y que reunía sus aspiraciones para construir una novela negra. En mi opinión no es la mejor, la trama está más diluida y menos elaborada; sin embargo es un digno colofón a una serie excelente y que tiene en sus primeras novelas, sobre todo hasta “El policía que ríe” y “El coche de bomberos que desapareció” sus momentos más sublimes.

Comentario personal/crítico

Como dice Liza Marklund en el prólogo de “El asesino de policías” : “La pareja Sjöwall-Wahlöö estableció un nuevo estándar para la narrativa político-criminal, conjugando una alta calidad literaria con hábiles intrigas dramáticas, así como añadiendo un compromiso social que proporcionó un especial ardor a sus páginas. La combinación de su gran éxito creo que radica en la combinación de estos tres factores, y el tercero es quizás el más importante”

Totalmente de acuerdo en lo que comenta Marklund, la pareja sueca aspiraba a que sus novelas se convirtieran en una forma de denunciar las injusticias sociales y fueron transformándolas,  partiendo de la base de novela negra norteamericana, en este tipo de novela de denuncia sin olvidar, claro, está, la trama policíaca. Quizá añadiría dos detalles más: los personajes, gracias a la coralidad que manejaron, todos ellos evolucionaron y es imposible olvidarse ahora de los entrañables Beck, Koellberg, Larsson, Melander o Rönn, verdaderos protagonistas de todas las historias; el segundo detalle es el sorprendente buen humor, con escenas dignas de los hermanos Marx que no puedo negar que me sacaron carcajadas.

Creo que he relatado con exactitud las virtudes de estos clásicos de la novela policíaca europea y mundial. Si alguno no los ha empezado a leer, es un momento excelente para disfrutarlos. Son grandes, muy grandes. Los echaré mucho de menos. Han sido muchos años y muchas sensaciones.

 

PS: Los párrafos citados pertenecen a las ediciones de RBA en su serie negra de “Los Terroristas” y “El asesino de policías” de la traducción del sueco de Elda García-Posada.

Recomendaciones de clásicos de novela negra

Con la ingente cantidad de novelas policíacas que se están sacando en la actualidad, tendemos a olvidar de dónde venimos; es decir, quiénes son los padres del género; este post busca que no se pierda la perspectiva en este aspecto, entre otras cosas porque un buen gusto literario se construye desde el pasado, desde las verdaderas fuentes originales.

Y digo esto porque no puedo evitar enervarme al comprobar el montón de medianías que se hacen con el corazón de lectores gracias a campañas publicitarias cargadas de sensacionalismo pero sin mordiente ni buen hacer. Esto es patente día a día desde la publicación de los famosos libros de Stieg Larsson, con el caso de la literatura nórdica; me hizo gracia comprobar las últimas manifestaciones de la madre de la novela negra sueca Maj Sjöwall, creadora de la fantástica serie de Martin Beck junto con su marido Per Wahlöö, de la que pronto haré una retrospectiva aprovechando la publicación completa de todos sus libros; la sueca no se casa con nadie y declaraba, sin complejos: “No entiendo el éxito de la novela negra nórdica: le falta calidad”. Tampoco reconoce que tenga discípulos que sigan su legado: “Los libros que me gustaría leer no existen. Escriben historias medio de amor medio criminal en las que no me reconozco. Los autores ya no se interesan por la política, solo por el dinero. En una historia de amor ponen cuatro cadáveres y un policía y ya está: una novela un poco esquizofrénica. Hay menos compromiso político”.

Lo que está ocurriendo es que, con esta vorágine de nuevos títulos, lo nuevo es lo que se lleva, olvidando las raíces; y ocurre no solo en novela negra, sino en todos los géneros,; la mayoría de lectores se enfrasca en la novedad y nunca deja tiempo para recuperar a los clásicos; conclusión final: nunca se lee a los clásicos de cada género y te acostumbras a leer medianías que ponen el listón de lectura a ese nivel, de ahí que cualquier “novelucha” se ensalce a unos límites insospechados teniendo en cuenta la verdadera calidad que atesora.

el-atracador-de-mujeres-9788490063743Todo esto sustenta mi tesis de que, lo que falta, es un poco de visión de las obras que estructuraron y dieron la fama y calidad que merecía al género, de ahí que aproveche hoy para ensalzar a tres de estos autores que no deben permanecer en el olvido, más bien, deberían estar en lo más alto, a pesar de las irregularidades que tengan; hablaré de ellos sacando a colación su última novela publicada por aquí:

“El atracador de mujeres” de Ed McBain (1926-2005), seudónimo del escritor Evan Hunter con el que escribió muchas de sus novelas policíacas, concretamente, las referentes a la serie que le hizo más famoso, las del Distrito 87. En esas novelas McBain inauguró lo que se dio en llamar “novela coral” y que servía para separarse de las típicas novelas de detectives/investigadores  asociadas por defecto al género. Dos son los hallazgos que llevó a cabo en esta serie: 1) El emplazamiento de la comisaría del distrito 87 no está ubicado en una ciudad conocida, en ningún momento se menciona; esta ciudad mítica refuerza la idea de la posible existencia de un cuerpo de policías parecido en cualquier ciudad que conozcamos, es la extensión de este concepto lo que lo lleva a lo mítico y a que nosotros podamos extrapolarlo a cualquier lugar conocido. 2) La mencionada “coralidad”, que consiste, ni más ni menos, en que ningún protagonista lleva la voz cantante como papel principal, sino que todos ellos constituyen, en sí, una coral de secundarios protagonistas, un colectivo sorprendente que puede variar de un libro a otro y en medio de cualquiera de ellos sin que lo veamos venir. Esto es llevado con singular maestría en el primer libro de la saga “Odio” (Cop Hater) (1956) donde los policías empiezan a ser asesinados y no sabemos quién se quedará para las siguientes novelas haciendo gala de suspense y emoción en cada página. Ciertamente puede ocurrir que, al no tener un detective principal, no se logre la necesaria empatía con el lector más típico, pero lo genial de la situación es que el escritor conseguía renovarse en cada novela. “Atracador de mujeres” es una historia bien hilvanada, aunque es bien cierto que se queda un poco atrás del ya mencionado “Odio” o de esa obra maestra posterior que es “Ojo con el sordo”. Lo bueno es que, con suerte podremos ir viendo la evolución que llevó a cabo el autor si las ventas acompañan.

acuestala-sobre-los-lirios-9788490063767“Acuéstala sobre los lirios” de James Hadley Chase (1906-1985), es la última novela publicada del gran escritor inglés de novela negra; clásico entre los clásicos desde la publicación de su excepcional “El secuestro de miss Blandish”, una trama donde la mala leche más hardboiled no ahogaba una trama estupendamente orquestada por el británico. En esta ocasión, tenemos una novela que, aún basándose en elementos clásicos, le sirve para crear una adictiva acción que tiene uno de sus mejores momentos en la parte en que Vic Molloy (el sufrido investigador de circunstancias) es encerrado en un manicomio y cómo saldrá de allí, rodeado por un interno loco y peligroso capaz de matar a una mujer a dentelladas. Es imposible no sorprenderse por los vuelcos de violencia que, en ocasiones, es capaz de mostrar este autor, clasicazo mayúsculo. No dudo que en poco tiempo RBA recuperará para su serie negra la novela que he mencionado anteriormente, mientras tanto podemos disfrutar de esta o de “Un loto para miss Quon” o “Eva”.

algodon-en-harlem-9788490063729“Algodón en Harlem” de Chester Himes (1909-1984), y quería dejar para el final a uno de los grandes padres del género; sobre todo porque este escritor de color no dudó en reconocer la influencia que le produjeron Hammet y Chandler, pero, partiendo de ello creó algo totalmente distinto. Sus novelas están ambientadas en Harlem, el barrio de los negros por excelencia de Nueva York y en ellas se respira, se sufre, se huele, se siente lo mismo que ellos. Qué ejemplo de sabor policíaco es el comienzo de esta novela donde se cocinan unas costillas al mismo tiempo que se produce un tiroteo. Los protagonistas, inimitables, son una potencial fuente de problemas. Se ha optado en esta traducción por mantener los nombres en inglés (“Grave Digger” Jones y “Coffin” Ed Johnson), opción muy respetable y correcta, pero, en mi opinión, se pierde la fuerza que tienen sus nombres para el público general que antiguamente los conoció como “Sepulturero” Jones y “Ataúd” Ed Johnson. Como se les describe en el libro te puedes hacer una idea de su magnitud (“Pero él ya se había ido: un hombre alto, duro, peligroso, que necesitaba afeitarse, vestido con un arrugado traje negro y un viejo sombrero del mismo color, con el bulto de una pistola marcándose claramente en el lado izquierdo de su amplio pecho.”). Tremendas humanidades en busca de la justicia, aunque esta tenga que ser a palos, quizá la única forma posible, en boca de “Grave Digger” Jones: “- La población negra de Harlem tiene el mayor índice de criminalidad del mundo. Solo hay tres modos de enfrentarse a ello: hacer que paguen los criminales (y usted no desea eso), pagar a la gente para que pueda vivir decentemente (cosa que no se hará), o dejar que se maten unos a otros, que es lo que queda.” Este es el mundo que refleja en sus obras Himes, y no hay lugar para medias tintas, pero sí, mucho sabor a buena novela negra.

Policíacas Invernales

Se acerca el invierno, como diría uno que casi todos conocemos, y cómo no realizar una buena selección de novelas policíacas para esta época. Si el otoño ayudaba y estaba en consonancia con este género, no digamos lo que puede ser el invierno, al menos por el clima, aunque tengamos la alegría típica de las fiestas navideñas.

Es buen momento para acordarnos de autores poco comunes, quizá no hablemos de obras maestras, pero no todo tiene que ser excelso, hay que dejar cancha a otro tipo de novelas que enriquecen nuestras lecturas y consiguen que ganemos en capacidad lectora. Pasemos pues a estas recomendaciones:cruel_portada

Empiezo con el “Poesía Cruel” de Vicki Hendricks, es reseñable, en primer lugar, la forma, novedosa, de editar este libro; el editor de Es Pop Ediciones lanzó a través del portal Verkami un proyecto de “crowdfunding” para conseguir la financiación necesaria; consiste en ofrecer la edición a los lectores que quieran sufragarla y, al mismo tiempo, ofrecer recompensas de distinto valor según lo que aportes que compensen esta compra, aquí tenéis la web para echar un vistazo a las posibilidades que se ofrecían. De esta manera, aseguras que no tengas pérdidas en el caso de poder lanzarlo y, además, consigues adivinar cuál es el público potencial y seguro que está siguiendo esa colección en particular. En este caso (no siempre se consigue) las aportaciones sobrepasaron con creces lo necesario y así tenemos el libro en cuestión. En cuanto al contenido tenemos un “hardboiled” muy negro, con una protagonista femenina, la carismática prostituta Renata (“Algunos hombres solo quieren tu coño, otros quieren tu alma también. Yo solo vendo el coño… y es caro”), que es la verdadera alma de la novela caracterizada por escenas subiditas de tono casi en cualquier página que pases y un lenguaje a la altura de las circunstancias; para conformar un trama sencilla de seguir, ligeramente previsible, donde no importa tanto lo que ocurra como lo que cada personaje aporta a ella. En conclusión, erotismo a raudales (ríete tú de “50 sombras…”) y bajos fondos de amoralidad latente, razonable novela policíaca cargada de pasiones irrefrenables que solo pueden desencadenar desgracias.

el-caso-n-gustro-9788490063460El siguiente va a ser “El caso N’Gustro” del francés Jean Patrick Manchette, ha pasado mucho tiempo desde que RBA publicó la impresionante “Nada”, de hecho fue casi al principio y ahora hay más de 200 números; no ha gozado de mucha continuidad, pero por fin podemos ver una nueva novela suya, en este caso la primera que hizo individualmente y una de las novelas que dio inicio al neo-polar francés; Manchette asumió que el intento revolucionario de 1968 había fracasado y dio un giro radical que se confirmó con “Nada”: la necesidad de subvertir el orden capitalista estaba clara y centró los ataques en la izquierda incapaz, desactivada institucionalmente y al servicio del estado, telón de fondo de brutalidad y con la policía como brazo armado para ejecutarla con violencia. Todos estos temas están presentes en la novela que comenté primeramente, de incomparable sentido social y lucha anticapitalista con sentido autocrítico; la figura de Henri Butron, ultraviolento personaje (“siempre ha habido en mí una violencia que da pavor”) es la encarnación de esta lucha y la víctima del control estatal en un relato que juega con la no linealidad temporal (alternando entre el pasado y el presente) además de jugar con un humor muy negro y con la ironía de cada momento. Un estupendo relato, muy muy hardboiled, doloroso y reivindicativo.

la-hija-del-tiempo-9788490063330La última recomendación, a pesar de lo atípico, es “La hija del tiempo” de Josephine Tey, y la llamo atípica por dos motivos principales que hay que entender antes de afrontar su lectura: el primero de ellos es que se trata de una novela detectivesca pura y dura, más en la línea de Agatha Christie y el “Detection club” que en la de los Thompson, Chandler y compañía; la segunda consideración está relacionada con la trama histórica, es tremendamente exhaustiva en su exposición de la Inglaterra del siglo XV y se convierte, prácticamente, en un conglomerado de tramas palaciegas de la época. No en vano, casi al principio del libro, en una conversación entre un convaleciente Grant  y Marta, se establece la base de la novela: “-Sí, ya me figuro. Pero, ¿qué quieres averiguar sobre Ricardo III si no hay ningún misterio que investigar? -Quiero saber qué le ocurrió. Es el misterio más profundo con el que me he topado últimamente. ¿Qué le hizo cambiar casi de la noche a la mañana? Hasta el momento de la muerte de su hermano parecía una persona ejemplar y sentía devoción por Eduardo”. No podemos obviar el hecho según el cuál Grant estará postrado en cama durante toda la narración y se dedicará a desentrañar los misterios más recónditos de los personajes relacionados con Ricardo (sí, es el de “Mi reino por un caballo”) para, llegado el caso, demostrar o no su inocencia. A pesar de la falta de acción y de la, a priori, profusión de datos históricos, se lee con facilidad, muy fluidamente, y no resulta tan anacrónica como podría pensarse al principio; me quedo quizá con esta conclusión que el detective saca: “-No pienso volver a creerme nada de lo que lea en un libro de historia mientras viva.” Esto alienta mi necesidad de tener espíritu crítico cuando lees cualquier texto, espíritu que, últimamente brilla demasiado por su ausencia.

Otro momento de recomendaciones policiacas

Entre los aficionados al género es bien conocida la existencia de una de las mejores colecciones de novela negra que se ha publicado en este país, fue editada por Ediciones Júcar  y el director era el gran Paco Ignacio Taibo II, se llamaba Etiqueta Negra y el contenido era simplemente excepcional (Westlake, Thompson, Hammett, Himes, McClure, Goodis, Ledesma, Juan Madrid, Pronzini, Manchette, Block, McBain…), así hasta conformar un largo etcétera que conjugaba clásicos, autores españoles y sudamericanos y lo último de la novela policíaca. Es tan buena que, poco a poco, haciendo arqueología en las librerías de segunda mano y ocasión, voy consiguiendo esos títulos que, en la mayoría de los casos no han sido reeditados en ningún sitio.

Si tenemos que hablar de quién ha cogido el legado de esta colección, está claro que debemos referirnos a Serie Negra de RBA que  ha cogido el testigo y está construyendo una colección sencillamente magnífica, sobre todo porque gracias a publicar a ciertos autores más comerciales están consiguiendo al mismo tiempo ir recuperando más y más clásicos, inencontrables hoy en día. La fórmula está siendo la misma, una sana mezcla de clásicos (Thompson, Chandler, Himes, McDonald, Millar..),  junto a autores de actuales más comerciales (Nesbo, Coben, Rankin, Kerr, Lehane…), escritores de habla hispana (Zanón, Ledesma, Salem, Ibáñez…) e incluso de novela detectivesca (Christie, Conan Doyle..). Además, para reforzar el conocimiento del género, están haciendo un trabajo estupendo en su web de novela negra (www.serienegra.es) y están más que activos en sus perfiles de Facebook y Twitter (@serienegra). La sensación es que les está yendo bien, tienen ya más de ciento sesenta títulos y no parece que se vaya a terminar a corto plazo, lo cuál me llena de satisfacción. ¿Para qué engañarnos? Uno de los listados que espero con más ganas todos los meses es el de RBA.

Esta semana, por lo tanto, en el rincón de recomendaciones policíacas, una recopilación con tres de las últimas obras publicadas en esta colección, tres obras imprescindibles en un podio de muchos quilates:

“Miami Blues” de Charles Willeford. Uno de esos títulos inencontrables y que acaban de recuperar es precisamente esta primera novela de Charles Willeford (1919 – 1988) de su serie con el detective Hoke Moseley. Estamos ante una de esas novelas donde la dicotomía investigador- criminal está presente desde casi el comienzo. El autor monta la novela desde los puntos de vista de los dos alternando capítulos de esta manera; así, por un lado tenemos al sociópata Frederick J. Freyer (“Tenía veintiocho años. Parecía mayor porque su vida había sido dura; las líneas en la comisura de los labios estaban demasiado profundas para alguien que no llegaba a los treinta años”); y por el otro a nuestro Hoke Moseley. La novela tiene la particularidad de estar ambientada en Miami con todo lo que ello conlleva (“Realmente me siento indefenso conduciendo y caminando por Miami sin un arma”). La absorbente trama se va enredando, las voces se suceden hasta mezclarse en los capítulos finales según se acerca la conclusión. Cada uno de ellos luchará por su identidad, uno por conservarla, otro por adoptar un estatus “respetable”, con consecuencias funestas. Es un “hardboiled” en su mejor tradición, al estilo de colosos como Bunker o Crumley: cruda y dolorosa, violenta. Solo queda que haya un poco de suerte y veamos la serie de Moseley publicada al completo.

“El asesinato como diversión” de Fredric Brown (1906-1972). Algunas novelas simplemente necesitan una premisa potente para ser escritas, luego puedes acabarlo bien o mal pero en la mente de quien lo lea siempre se va a quedar esa idea; si a una premisa interesante le unes inteligencia, entonces tienes una novela tan sobresaliente como esta. El punto de partida es tan innovador como divertido: una serie de crímenes empieza a producirse y el único punto en común para todos ellos está en los guiones para radionovelas escrito por el protagonista que… sorprendentemente, no se los ha enseñado a nadie. El estupendo escritor de novelas de ciencia ficción y relatos breves nos focaliza la narración en el peculiar Bill Tracy al que caracteriza maravillosamente (“Tracy os hubiera caído bien, a pesar de los extraños rumbos por los que su lógica lo conducía de vez en cuando. Pero os hubiera caído mucho mejor aún cuando estaba entonado”;“sobrio os resultaría un tanto cínico. Pero no se le podría culpar por ello; escribir guiones para radionovelas vuelve cínico al más santo y Tracy no era un santo”) utilizando un narrador omnisciente divertidísimo y que busca la complicidad con el lector. Con todo ello creó una novela divertida, ingeniosa, espléndidamente tejida, sin duda un clasicazo del género que no debe pasar desapercibido para nadie.

Y la joya de la corona entre estas maravillas, en lo más alto del podio, para “Retrato de Humo” de Bill Ballinger (1912- 1980).  Este escritor y guionista norteamericano creó en esta novela una de esas obras maestras imperecederas. Para ello utilizó uno de esos personajes que pasan a la historia por sus perversidades y grado de enrevesamiento: la protagonista femenina Krassy Almauniski, capaz de hacer cualquier cosa por ganarse un hueco en la sociedad (“Encontraba justo servirse del sexo, lo mismo que otras mujeres se servían de la educación, el talento o las relaciones sociales… o de un trabajo duro”). La historia comienza con la narración en primera persona del protagonista Danny April que, tras encontrar una foto de  Krassy, se enamora y la empieza a buscar sin descanso. Todo es nebuloso, ella es un “retrato de humo”, él no sabe casi nada de ella y tiene que empezar a construir su historia hablando con las personas que la han conocido. El escritor alterna esta voz con la de un narrador omnisciente que refleja la historia de Krassy con todas sus vicisitudes. Ahí está la magia, él conoce parte de lo que es Krassy pero no todo, eso solo lo sabemos los lectores y cuenta lo que cree conveniente para que sea así; la narración no es lineal y hay elipsis en todo momento. De esta manera consigue que la historia  sea muy fluida y enigmática según pasas las páginas, absorbente, sin esconder lo descarnado de la historia, pero sin regodearse en esa brutalidad palpable en cada página. El resultado, un final apoteósico que no hace más que subrayar un relato magnífico.