Papá Piernas-largas de Jean Webster. Relato de formación desde la inocencia

papa_piernas_largas“Jerusha tenía imaginación: una imaginación que, según Mrs Lippett, le traería más de un problema si no tenía cuidado, pero por mucho que la usara no conseguía ver más que el umbral del hogar al que quería entrar. Tenía diecisiete años, era pobre, decidida, de espíritu aventurero, pero nunca había puesto el pie en el interior de una casa normal. No era capaz de pintar en su mente la vida diaria de aquellos otros seres humanos, los que seguían con sus cosas sin huérfanos que los incomodaran.”

Esta es la encantadora descripción que Jean Webster (1876-1916) le dedica a la inocente, imaginativa y subyugadora Jerusha (o Judy); una huérfana que sentirá como toda la vida le da un vuelco cuando se encuentra, de golpe y porrazo, con un mecenas que quiere financiar su vida con unas condiciones ciertamente curiosas:

“-Este señor se ha quedado al final para hablar conmigo de las condiciones, que son muy poco habituales. El caballero, he de decir, es algo excéntrico. Pero tú le has parecido original, y tiene el objetivo de que estudies para ser escritora.

-¿Escritora? –Jerusha no podía pensar, solo repetir las palabras de Mrs Lippett.

-Ese es un deseo; si se hace realidad o no, ya lo veremos. Quiere darte una asignación mensual muy generosa… yo incluso diría que, para una chica de tu edad que nunca ha tenido que gestionar el dinero, demasiado generosa. Pero me ha explicado su plan con todo detalle, y no me pareció que quisiera oír mis sugerencias.”

En efecto, que se centre en su carrera de escritora y para ello la obliga a que cada mes le escriba una Daddy_Long_Legs_-_page_35carta contándole cómo le va yendo; esto convierte el relato de formación en un relato de formación artística paralelo, ya que se puede ir comprobando la evolución de la escritura página a página según avanza la historia. Lo mejor de todo es que este relato se fundamenta en la inocencia de la protagonista, todo se convierte en un descubrimiento, por la novedad que supone a pesar de la edad que tiene. Este “sense of wonder” es continúo en cada una de las cartas y va teñido en ocasiones de una cierta tristeza, como cuando se refiere a su vida anterior en el orfanato:

“Yo he sonreído un poco y he dicho que no, que creía que lo podría superar. Al menos hay una enfermedad que nunca voy a sufrir, que es la nostalgia del hogar. Nunca se ha oído hablar de nadie que eche de menos el orfanato, ¿verdad?”

El siguiente párrafo con ese tono inocente y desenfadado que utiliza la escritora transmite a la perfección esa maravillosa ignorancia ante todo lo que descubre, sobre todo en el terreno literario:

“Nunca he oído hablar de las cosas que sabe, simplemente por contagio, la mayoría de las chicas que tienen una familia como es debido, y una casa, y amigos, y biblioteca. Por ejemplo: no he leído los libros de Mamá Oca, ni David Copperfield, ni Jane Eyre, ni Alicia en el país de las maravillas, ni una sola página de Rudyard Kipling. No sabía que Enrique VIII se había casado más de una vez, ni que Shelley fuera poeta. Tampoco sabía que las personas, tiempo atrás, eran monos, ni que eso del jardín del Edén no es sino un mito precioso. Tampoco sabía que R.S.L. significa Robert Louis Stevenson, ni 5940782_origque George Eliot era mujer. No había visto en mi vida una reproducción de la “Mona Lisa” ni (esto no se lo creerá, pero es cierto) sabía quién era Sherlock Holmes.”

La evolución del personaje es continua, lo que al principio supone una verdadera incomodad luego es parte de una familiaridad que estabiliza una vida que, hasta ahora, estaba perdida en el ostracismo de la soledad; por primera vez, empieza a sentir que es parte de un mundo del que sentía desvinculada:

“Es una sensación muy agradable la de regresar a algo que me es familiar. Ahora me siento ya en la universidad como en casa, al cargo de la situación. De hecho, empiezo a sentirme en el mundo como en casa; como si realmente yo formara parte de él, no como una intrusa por lástima.

Estoy segura de que a usted lo que trato de decir le suena a chino. No es posible que alguien de la importancia de un patrono comprenda los sentimientos de alguien de la insignificancia de una huérfana.”

Parte importante de este continuo descubrimiento e inclusión en el mundo viene de su socialización, gracias a la cual, se dará cuenta del valor que puede tener una familia, sobre todo en su caso particular:

“Y qué decir de la familia. Yo no me había imaginado nunca que una familia fuera algo tan agradable. Sallie tiene padre, madre y abuela, y una hermanita de tres años que es la cosa más rica, toda llena de ricitos, otro hermano mediano que siempre entra en la casa con los zapatos llenos de barro, y uno mayor y guapo que se llama Jimmie y que está en tercer curso en la universidad de Princeton.

Las comidas todos juntos son divertidísimas: ríen y hablan todos a la vez y no se bendice la mesa antes de empezar. Me resulta un alivio no tener que dar gracias a alguien cada vez que me llevo el tenedor a la boca (seguro que esto es una blasfemia pero hasta usted diría alguna si hubiera tenido que dar gracias por obligación tantas veces como yo hasta ahora).”

Papá-piernaslargas se convertirá, según crece Judy, en su único vínculo de tipo familiar;  el único ancla que le ata a una vida de normalidad que anhela sobre todo ahora que la ha conocido; lo bueno de esta evolución es que es muy madura, no duda en devolver dinero que no cree que merezca a pesar de la generosidad de su patrocinador:

“Pero la cuestión es que tenía que devolvérselo. Entiéndalo, yo no soy como las demás chicas, que pueden aceptar regalos de la gente con naturalidad. Ellas tienen padres y hermanos, y tías y tíos; relaciones que yo no puedo establecer con nadie. Me gusta fingir que es usted algo mío, por jugar con esa idea, pero por supuesto sé que no es verdad. Yo, realmente, estoy sola, acorralada frente al mundo, y cuando lo pienso en esos términos siento que me falta el aire. Entonces trato de olvidarlo, y vuelvo a fingir. Pero usted tiene que darse cuenta, Papá, de que no puedo aceptar más dinero del necesario, porque algún día querré devolvérselo y, aunque llegue a ser una gran escritora como espero, no seré capaz de afrontar una deuda tan increíblemente cuantiosa.”

Daddy_Long_Legs_-_page_40Es por esta madurez por la que es capaz de discernir que no todas las familias son maravillosas, que vive en un mundo donde lo superficial puede ahogar lo verdaderamente real:

“He pasado allí unos días interesantísimos, y muy esclarecedores, pero… ¡qué contenta estoy de que esa familia no sea la mía! De verdad que prefiero provenir del orfanato John Grier. Por muchos que sean los aspectos lamentables de cómo me criaron allí, al menos nadie fingía lo que no era. Ahora ya sé lo que quiere decir la gente cuando habla del peso de las cosas: el ambiente materialista de esa casa es aplastante y creo que no respiré a gusto hasta que no me vi en el tren de vuelta. Allí todos los muebles son labrados, tapizados y preciosos, todas las personas a las que conocí iban maravillosamente vestidas, y hablaban bajito y con los mejores modales, pero de verdad le digo, Papá, que no oí ni una frase de verdadera conversación desde que llegué hasta que me fui. Y no creo que por la puerta principal cruzara ni una sola idea.”

El final de este recorrido es una pequeña sorpresa que transforma lo anteriormente leído sacándonos una mezcla de sonrisa y emoción que es ciertamente deliciosa. Estamos ante una pequeña esencia que se puede disfrutar desde la óptica infantil-juvenil tanto como desde una perspectiva adulta. Además, toda la edición viene aderezada con los dibujos originales de la escritora que muestran perfectamente acordes a lo narrado. Una verdadera suerte disponer de esta nueva edición de un clásico que había quedado relegado a un injusto olvido.

Los textos provienen de la traducción de María Sierra de Papá Piernaslargas de Jean Webster para la editorial Turner.

Crónicas de feria: Adquisiciones y mucho más…

Junio empezó de la mejor manera posible a nivel de adquisiciones; la visita a la Feria del Libro es ya una tradición ineludible, no solo por dichas compras y su carácter lúdico, sino además por la posibilidad que se tiene de charlar y hablar de literatura con editores, libreros y otros compañeros, aunque otro año me gustaría poder desvirtualizar a algún madrileño más.

Este año hice dos visitas igual de fructíferas en cuanto a compras y beneficios; en el primer día el resultado final de las compras fue el siguiente:

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Antes de explicar estas novedades voy a ir dividiéndolas, al menos lo hice para el primer día, el segundo será grosso modo;  empecé visitando a Óscar Palmer, el editor y hombre para todo del pequeño sello EsPop Ediciones ; esta pequeña editorial refleja a la perfección las vicisitudes, el sufrido vivir día a día, libro a libro; me encanta hablar con él porque siempre desvela ese tipo de cosas que nunca te imaginarías y que no puedes saber tratando con una editorial estilo mastodonte: el cómo la sorpresa de ventas de un libro le ayuda a que el siguiente pueda ajustar más el precio, los libros con los que vende más, su verdadero núcleo duro mágico, esas biografías musicales, el poco éxito de los de novela negra que ha sacado y, cómo no, las próximas publicaciones que ya os digo que son ciertamente interesantes por diferentes motivos; pero ante todo y sobre todo, las ganas de hacer cuidadas ediciones y reunir un catálogo de calidad; la última adquisición, este Hollywood Gótico de David J. Skal es un ensayo que recoge la evolución cultural desde los libros al cine de la figura de Drácula y, sinceramente, no puede apetecerme más.

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La segunda visita, a la caseta de la editorial Turner me sirvió para desvirtualizar a Pilar Álvarez , la editora del sello de ensayos Noema; siempre es un placer conocer a alguien con quien has mantenido tan buenas conversaciones y comprobar que puedes seguir manteniéndolas en “carne y hueso” y además es mucho más maja en persona de lo que esperabas. Yo iba solo a por un libro y me llevé tres finalmente por su influencia:

 

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Mi elección para la feria era el curioso La dichosa importancia de la belleza de Amanda Filipacchi, una curiosa mezcla de humor absurdo, irreverencia y juegos literarias que puede ser realmente interesante; En un metro de bosque de Haskell es uno de esos libros que siempre tienes en antena, y no te acabas de decidir hasta ese día, su premisa es como poco original: reflejar en un libro la observación de un bosque a lo largo de un año completo desde el mismo sitio; el libro de Carlos García Gual está integrado en la colección de Historias mínimas y en este caso tiene como protagonista la Mitología, uno de esos temas que siempre me fascinará.

A continuación me dirigí a la caseta del grupo contexto donde cayeron tres libros de dos de mis editoriales favoritas: Sexto piso e Impedimenta:

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Muchas ganas tenía de conseguir por fin los Cuentos completos de Kingsley Amis y me proporcionó la oportunidad de hablar con su editor Enrique Redel que ya tenía planes para el nuevo libro de mi admirado Crispin, no se puede estar más contento. En el caso de Sexto piso cayeron dos libros muy distintos: Los viernes en Enrico’s de Carpenter (acabado por Lethem) y La facultad de las cosas inútiles de Dombrovski, que ya sabía que iba a ser publicado tras haber hablado hace unos meses con su traductora Marta Rebón y me atraía bastante; dos lecturas opuestas en temática y estilo y, en el caso del ruso, ciertamente dificultosa, me encantan los retos.

La visita del día finalizó visitando la librería Estudio en Escarlata donde iba buscando otros libros, pero me llevé estos finalmente:

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Tiene gracia lo mío con Miéville, los tengo casi todos, sin leer, sé que me va a gustar… pero todavía no he empezado con él; este de fantasía juvenil Un lun dun, ha caído como viene siendo costumbre; le ha faltado tiempo a Roja y negra para sacar lo que faltaba de Nesbo en España, aquí el segundo libro en el que estoy ahora precisamente, el nombre, Cucarachas, no invita al buen gusto, veremos el contenido; Disforia fue otra de esas compras extrañas, sigo recopilando todos, o casi todos los títulos del sello Insomnia, de terror contemporáneo de Valdemar. A ver si algún día los leo. Y acabé con un fijo, el argentino Carlos Salem y su última novela negra En el cielo no hay cerveza. Y aquí sucedió un hecho aún más sorpresivo, me estaba yendo y le vi en una caseta firmando y no tenía mucha gente, no soy muy dado a estas cosas, pero la tentación me venció y aquí tengo el libro firmado por el autor:

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Ay, se me olvidaba, otra de esas compras ineludibles, a mi mujer le encanta Benjamin Lacombe y vamos consiguiendo sus libros poco a poco, esta vez no podía ser menos, qué edición más lujosa y maravillosa de esta Genealogía de una bruja:

 

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Y esto nos lleva ya al segundo día de feria, acompañado del gran amigo, librero, devorador de cultura, incombustible… (póngase aquí el adjetivo que prefiera) Jónatan  con el que estuvimos dando otra vueltecita, esta vez entre semana, y que me sirvió para hablar con mucha gente que probablemente ni me recuerde ya. Bueno, excepto Óscar y Raquel Vicedo con la que conversamos en alegre compañía sobre el éxito de Sexto Piso y lo bien que se estaba vendiendo su colección de poesía, qué alegrías te llevas a veces, ah, y encontramos otro lector “gaddisiano”… si al final va a haber más de los que esperaba. También hablamos con el editor de Reino de Cordelia y sobre la próxima publicación de Memoria de un asesino, y no faltaron compras:

 

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En Generación X cayó lo último de Ligotti, Grimscribe, y la reedición del Stalker. Picnic extraterrestre de los Strugatski y de propina el promocional El jardín crepuscular de Clute, un sorpresón. Lo que me costó encontrar en una caseta Los tres de Sarah Lotz, en RBA (su editorial!) lo tienen agotado, parece mentira… ; el impronunciable, inescribible, Krasznahorkai, fue otra de mis compras, tengo ganas de probarlo después de su flamante Man booker International Prize; también adquirí el nuevo libro de entrevistas y reflexiones de corte psicoanalítico de Coetzee El buen relato y un Roth (Joseph) La (fabulosa) leyenda del Santo Bebedor. Todo acabó con los cuatro volúmenes de Cine-Bis que me había encargado Jónatan, pulp a raudales.

Y no quiero liarme más, me ha salido demasiado grande el artículo.

Espero que os haya gustado y que me contéis vuestras compras igualmente.

Un abrazo y buenas lecturas.

Mis dinámicas lectoras: proceso de elección, adquisición y lectura

algohuelepodridoSorprendentemente, más de una persona me ha preguntado sobre mis hábitos lectores y sobre mis procesos de elección de lecturas y adquisición de libros. Por lo tanto, me he decidido a escribir un post que refleje estos procesos. Evidentemente, estas formas de elegir, de comprar, de leer, son mías, personales; ni son mejores ni son peores que otras, lo que está claro es que a mí me funcionan y disfruto muchísimo de lo que leo.

Empecemos por el principio: la programación de las compras. Las fuentes no son muchas, tampoco hacen falta más:

-La principal es mi librero y amigo Jónatan que me suele mandar todos los enlaces y catálogos de editoriales además de comentar en su blog El receptor los libros que van saliendo cada semana. Es una fuente inagotable y no sé si recomendarla porque puede llegar a agobiar la cantidad. Un buen ejemplo de esta cualidad son las Epístolas librescas que compone gracias a estos pequeños resúmenes semanales y que publica en el blog de referencia del Sr Ausente .

-La segunda fuente sería el seguimiento que hago de casi todas las editoriales a través de las redes sociales, tanto twitter, como Facebook como por los boletines de novedades por correo electrónico. Alguna editorial, espléndida, manda los catálogos a casa (¡ella sabe quién es!! Gracias!!)

-La última fuente sería el distribuidor UDL, se pueden comprobar las próximas novedades a través de su web, o directamente apuntarse a sus boletines que se mandan semanalmente.

-Casi se me olvida, las novedades inglesas, suelo buscar a mis autores favoritos en Book Depository y dejar encargadas las novelas futuras gracias al Pre-order.

Según lo que voy viendo en estas fuentes voy apuntando en mi hoja Excel que es, más o menos, lo más metódico que tengo.

La pregunta que os estaréis haciendo ahora mismo debería ser ¿y cómo eliges lo que vas a comprar /leer o aquello en lo que estás interesado?

Esto es lo que no es metódico y depende especialmente de una serie de lógicas internas con las que funciono, una serie de criterios que supeditan estas elecciones y que paso a enumerar, no creo que uno sea más importante que otro pero todos ayudan a sumar:

Caso jane eyre-Mi anglofilia puede ser uno de los más importantes, no voy a esconder, a estas alturas, que me interesa especialmente la literatura anglosajona, no en vano por ello decidí hacer Filología inglesa. De ahí que mi famoso proyecto a cuatro años que tengo puesto en el blog, esté compuesto especialmente de autores que escriben en esa lengua y alguno más. No quiere decir que no lea otros, pero, conozco más de ellos, puedo leerlos en su lengua original con gran aptitud, es lógico que me incline más hacia ellos. Es curioso, pero, posiblemente, me incline más por españoles y rusos según avancen los años, y es difícil que lea más franceses, simples curiosidades.

-Lo que he dicho anteriormente tenía otro de los factores que se podían deducir, no compro por portadas, ediciones, etc,.. suelo fijarme principalmente en autores y siempre compro antes a editoriales pequeñas que a editoriales grandes prioritariamente. Es normal que compre a Sexto piso (por sus recuperación de postmodernos norteamericanos como Barth o Gaddis), Impedimenta (por sus deliciosas recuperaciones de clásicos británicos), Ginger Ape Books & Films (por su catálogo heterogéneo), Pálido Fuego (por sus publicaciones de contemporáneos  norteamericanos),  Ático libros (por sus ensayos históricos), Sajalín (por sus maravillosos hardboiled, como Bunker, Ross o Gresham), Nevsky (por sus clásicos rusos y novelas de terror), Valdemar (por sus exquisito catálogo cargado de clásicos y contemporáneos del terror), Turner (por sus propuestas arriesgadas, musicales…) etc.,  por poner algún ejemplo. Lo cual no quiere decir que no compre a los grandes monstruos porque ellos tienen a muchos de los consagrados como es el caso de Penguin Random House con Coetzee, Roth, King, Joyce Carol Oates, etc…

-En cuanto a géneros estoy abierto a todo, me gusta alternar todo tipo de lecturas que van desde los clásicos a narrativa contemporánea, ficción y ensayos, novela negra, policíaca o el típico mistery, novelas de terror, cómics,… un poco de todo. De hecho, es imprescindible saber alternar géneros y autores para que la lectura no se vuelva tediosa, pesada. No se pueden perder las ganas de leer por coger siempre lecturas difíciles.

-No sigo suplementos culturales (demasiado polarizados y sin rigor), no sigo blogs prácticamente (hay alguna excepción puntual en algún post, también suelen estar demasiado polarizados) y no conozco a casi nadie que pueda influir mis próximas lecturas (entre otras cosas porque no suelen acertar/cuadrar), solo Jónatan y Mikel se pueden preciar de poder ser “influencers” en mis lecturas. Cada vez que me salgo de estos caminos suelo encontrar lecturas poco satisfactorias y experiencias no demasiado agradables, como me ha ocurrido últimamente con “algún sello de novela negra muy recomendado por todos lados”.

-Nunca suelo leer un solo libro, alterno dos o tres lecturas a la vez. Suelen ser uno más serio con uno de género (policíaco, terror..) y alguno en inglés o de relatos. Es fundamental no agotarse con uno solo, sobre todo si es un “tocho-postmoderno-de-más-de-mil-páginas” y poder tener ratos de liberación lectora menos sesudos.

perdidabuenlibro-Iba a escribir sobre el orden de lectura, pero últimamente estoy un poco caótico, podéis suponer que es un orden mental que se va modificando según llegan novedades editoriales y lo voy alternando con lecturas de mi proyecto (que se va postergando…), novelas policíacas y de terror, un poco de todo. A veces me da por hacer pequeños monográficos temáticos pero últimamente no he arrancado ninguno. Es posible que me decida en verano con un poco más de tiempo. Lo que sí tengo claro es que nunca dejo un hueco entre lecturas y tengo siempre en mente cuáles son las próximas tres o cuatro lecturas. Nunca me puedo quedar sin lecturas en el transporte y nunca tengo que tener sin decidir la próxima lectura. Dos máximas que sigo a rajatabla.

-Todos mis libros y lecturas actuales y futuras se pueden consultar en mi biblioteca de GoodReads fácilmente encontrable en internet si alguien tiene curiosidad.

Y para acabar, claro, mis hábitos lectores. Leo tres horas diarias más o menos a diario, menos en fin de semana que se suelen reducir por lógicos asuntos familiares. El tiempo lo consigo gracias a que voy a trabajar en transporte público, el rato de más calidad es, de hecho, a primera hora de la mañana. También consigo sacar tiempo por la noche, quitando horas de sueño… pero ese tiempo es más inestable. Hay días que me duermo, sí, yo también.

No tengo trucos ni técnicas de lectura, leo todo, lleve el tiempo que lleve. Tres factores hacen que consiga leer los libros que leo: tiempo para leer, concentración cuando leo y constancia, leer todos los días. Eso conforma un círculo virtuoso que ejercita la capacidad lectora que suele ir aumentando.

Lo que está claro es que esto es muy personal, a todo el mundo no le funciona ni le mueve lo mismo a la hora de leer. Lo importante es que el método que sigas (o el “no método”) te ayude a disfrutar de la lectura. Eso es lo primordial.

PS: ¿Y por qué esas fotos? Mi pequeño homenaje a una saga maravillosa que no ha triunfado en nuestro país precisamente. I miss you, Thursday Next.

Divagaciones rossinianas de Alberto Zedda. Virtuosismo al servicio del drama

Cub Rossini Lomo 13.inddEra necesaria la aparición de un libro de esta índole para dotar a Rossini de la importancia que realmente se merece, sobre todo entre los músicos, que suelen considerarlo un sucedáneo de Mozart  con todo lo peyorativo que conlleva esta etiquetación. Nadie mejor para escribirlo que el maestro Alberto Zedda, verdadero conocedor y estudioso de la obra del autor de Pésaro desde sus propios orígenes, lo que le ha llevado a realizar la mayoría de las ediciones críticas existentes de sus obras.

El maestro avisa en el comienzo del libro sobre su composición en “Libreta de Estudio y de pasión” hablando de sí mismo en tercera persona y alertando sobre la heterogeneidad de los textos que pueden resultar en una cierta irregularidad:

“Este libro recoge heterogéneas reflexiones de un músico que, tras encontrarse fortuitamente con Rossini, quedó fascinado por la profundidad de sus creaciones musicales y dramatúrgicas, hasta el punto de dedicarle una gran parte de su energía. Su interés por la materia ha podido crecer sin límite porque no se trataba solo de un viaje iniciático por el campo de la fenomenología musical, sino que ha abarcado toda una serie de temáticas de primera importancia, como una concepción teatral de descollante originalidad, una conciencia artística de valor paradigmático, una capacidad para juzgar hombres y hechos con gran inteligencia, un intrigante modo de relatar mediante imágenes figuradas recurriendo a la metáfora alusiva, a la paradoja lógica, a la gozosa locura del nonsense: un constante e irónico distanciamiento que tiñe de misterio y ambigüedad la figura de un genio, huidizo a pesar de la luminosidad de su mensaje.”

De hecho, él interpreta el libro como un resumen de sus experiencias en el sucesivo estudio de la obra de Rossini:

“El libro no es una biografía ni un análisis técnico-artístico de la producción de Rossini: es el resumen de una exaltante convivencia con un músico cuyo verbo se desea difundir, una ocasión para traducir una larga experiencia en sugerencias útiles para entender e interpretar sus obras.”

Sin embargo, el libro no se resiente de esta mezcla, muy al contrario, ahonda de tal manera en la obra del compositor que, en sí mismo, se convierte en un estudio musicológico de primer orden que va más allá de un simple acercamiento crítico. La profundidad del análisis sirve para entender la verdadera magnitud de un músico superlativo. Zedda no duda en mostrar las grandes virtudes del compositor resaltando en primer lugar el ritmo:

“Sobresale un componente de la sintaxis de Rossini que juega un papel absolutamente preponderante: la pulsión motora que anima su música, una rítmica distinta de la de todos los operistas que lo precedieron o que lo seguirán. No hay duda de que el ritmo constituye el aspecto más original y revolucionario de su modo de componer, animando con una escansión fantasiosa y traviesa incluso páginas repetitivas difíciles de justificar. Se trata de una rítmica perentoria, en absoluto mórbida y discreta, en aparente contraste con la aérea libertad que buscan las florituras del predilecto canto belcantista que marcan indiferentemente páginas apolíneas, no vulneradas por ella, y páginas inflamadas por la urgencia dionisíaca. Esclarecedoras son al respecto las palabras de Antonio Zanolini tras un paseo parisiense con el Maestro: “La expresión musical está en el ritmo, en el ritmo está toda la potencia de la música.”

Está pulsión se suma a las características innatas de Rossini, su versatilidad  y su maduración precoz, que le convirtieron en un maestro de la orquestación y la vocalidad:

“Una versatilidad comparable a la de su idolatrado Mozart favoreció en él una maduración precoz y la posibilidad de desarrollar en tiempos muy breves una profesionalidad de asombrosa concreción. Su memoria prodigiosa le permitió un ritmo frenético de aprendizaje y de trabajo; el dominio de técnicas instrumentales complejas, que van del violín al contrabajo, del clave a la voz de óptimo timbre bari-tenoril, hace de Rossini un maestro de la orquestación y de la vocalidad. Experiencias adquiridas en directo por su asistencia a los teatros y el trato con músicos en compañía de su madre, discreta cantante, carente de teoría musical pero infatigable para prodigarse por el bienestar de su familia, privada a menudo del apoyo paterno por las tendencias libertarias de un progenitor rebelde a la autoridad vigente.”

Solo Zedda, por sus estudios críticos, es capaz de discernir la personalidad del compositor a través de los trazos, de los signos escritos en las partituras originales, a través de una serie de dicotomías podemos hacernos una idea del carácter de un compositor tremendamente ambiguo:

“Los signos trazados por Rossini con febril exaltación en miles de páginas revelan júbilo y tormento, duda y cansancio, frenesí y distensión, conciencia y extravío, intuición sublime y gran oficio, expresados con el trazo autorizado y fluido de quien tiene muy claro en la cabeza lo que quiere decir, de quien es consciente de poseer el don de la revelación. Los trazos de pluma, fuertes y decididos o débiles e inciertos, se convierten en palpitantes confesiones que no engañan porque reflejan el diálogo directo entre el individuo y su yo. En las páginas manuscritas de sus partituras, cada vez más atormentadas y despaciosas, se refleja el drama que ha transformado al más grande compositor lírico de su tiempo en un inquieto superviviente, asaltado por turbaciones no calmadas por el placebo de los aplausos.”

Hablando de la dramaturgia rossiniana, resalta una de esas anomalías que caracterizan su obra: escapa a la fisiología de la evolución, cosa que, por ejemplo, no sucede en Mozart (aunque también podemos observarlo en compositores posteriores como Verdi y Wagner) y alerta sobre la escucha superficial que se ha practicado frecuentemente en el caso del compositor italiano:

“Entre las tantas anomalías del fenómeno Rossini, resulta sorprendente la de escapar de la regla fisiológica de la evolución. Mientras que no hay un mozartiano que prefiera Lucio Silla  a Don Giovanni o Ascanio in Alba a La flauta mágica, hubo y sigue habiendo quieres, con argumentos no peregrinos, anteponen Tancredi a Guillaume Tell o L’Italiana in Algeri a Le Comte Ory. Cuando un Rossini adolescente llega a enfocar de forma perentoria el vocabulario y la gramática de un código musical personalísimo, es difícil establecer para sus óperas una clasificación de primacía, y ello porque también a él, como a Mozart, le fue impedido ceder al mal gusto, perderse en la banalidad. Cada uno de sus melodramas representa un discurso completo y diferente, a pesar de que la peculiaridad de un léxico inmediatamente reconocible pueda dar ante una escucha superficial la impresión del déjà entendu.”

A la hora de definir las características esenciales del compositor Zedda enmarca el  “virtuosismo” como elemento diferenciador de sus composiciones, le quita la posible superficialidad dotándole  de vida cuando encuentra su conjunción con el texto:

“El secreto para transformar en efusiones de poesía unas fórmulas de por sí inexpresivas y genéricas se encierra en el concepto de virtuosismo, en el que el término exalta el valor de la raíz primaria “virtú”, y pierde ese ligero sentido de fastidio y suficiencia que ha adquirido para algunos intérpretes. Hay que aclarar ante todo que el virtuosismo de Rossini no puede ser solo la capacidad de plasmar correctamente las figuraciones de un belcantismo acrobático. Cantar arduas secuencias a una velocidad vertiginosa es obligado sin duda alguna, pero solo de ello no puede nacer la conmoción del sentimiento. Es indispensable dominar toda la gama de los sonidos, desde los tonos dulces y apagados a las emisiones fuertes y viriles, para que la “virtud” del intérprete llegue a insuflar vida a estas fórmulas asemánticas por antonomasia, a iluminarlas con el concurso de la fantasía y la imaginación, a transformar áridos mecanismos en éxtasis de amor, delirio de pasión, estallidos de furor.”

La ornamentación entonces se convertiría en la función fundamental que utiliza Rossini para dotar de significado a cada momento de sus composiciones, el cantante podrá entonces introducir los adornos que considere para subrayar la expresividad y la teatralidad:

“[…] pero Rossini no se limita a emplearlas como elementos complementarios de exorno: la ornamentación tiene una función primordial en el desarrollo del discurso, convirtiéndose en el elemento portante. Transformar en datos fundamentales del lenguaje unos artificios que otros compositores utilizan como oropeles secundarios es una tarea que exige al cantante una severa toma de conciencia y una escrupulosa disección analítica del texto.

El artificio exornativo tiene de por sí un valor musical limitado y escaso significado semántico pero consiente al intérprete inteligente sacar de él gestos teatrales eficaces para subrayar la emoción del momento. Por ello, el intérprete de Rossini tiene derecho a modificarlo o a sustituirlo para conseguir todo su potencial expresivo.”

Esta vocalidad es heredera del barroco, pero se vuelve más terrena:

“La vocalidad en Rossini hunde sus raíces en la práctica del canto barroco, a pesar de que el teatro barroco y Rossini sean antitéticos en sustancia: el teatro barroco exige una rica gestualidad para encontrar su realista irracionalidad. En el barroco son los dioses del Olimpo quienes hablan y actúan como los hombres; en el teatro de Rossini son los hombres los que buscan el distanciamiento y sublimidad de los dioses.”

Más que inspiradas son las reflexiones de Zedda al respecto de sus dos obras maestras sacras: lo religioso le sirve como excusa para liberar toda la tensión emotiva:

“En los interminables años de su exilio creativo, Rossini rompió la consigna de silencio justamente con dos obras sacaras de gran compromiso, el Stabat Mater y la Petite Messe solennelle, a lo que se añadieron algunas páginas corales como La foi, l’esperance et la charité, el Tantum Ergo y el O salutaris hostia, de modesta relevancia. En el Stabat Mater y en la Petite Messe se verifica un fenómeno interesante: bajo el signo de la inspiración religiosa, Rossini rompe la reserva y el pudor que siempre frenaron la manifestación de sus sentimientos para abandonarse por fin a un canto de gran tensión emotiva, de terrenal efervescencia.”

Como es el caso de su maravillosa Petite Messe Solennelle, un oxímoron en sí mismo, un logro sin igual que supone la culminación de esta liberación emotiva:

“[…] Rossini, antes de despedirse del mundo, da muestras de que ha comprendido  los “mecanismos” del canto romántico, aunque se niega a aplicarlos a los sentimientos de los hombres. El texto latino de la liturgia católica, simbólico y cifrado, lo protege de la retórica sentimental, consintiéndole dar libre curso a la carga de la emoción. […] La oximorónica contradicción del título, Petite y solennelle, encierra, como sucede a menudo con Rossini, una doble verdad: la definición de Petite, amén de consentirle la irónica profesión de humildad expuesta en la dedicatoria del Buen Dios, afecta al carácter íntimo de una confesión religiosa expuesta sin los esplendores de la pompa ritual con una plantilla inusual y muy reducida: la de solennelle se refiere a la ambiciosa profundidad de los contenidos musicales más que a su dimensión estructural.”

En la parte final del ensayo nos encontramos con consejos directos para los directores, aprovechando la experiencia de su conocimiento adquirido vuelve al tema del tempo como generador del ritmo que hablaba anteriormente, para el compositor de Pésaro, el tempo animato se convierte en un vehículo para su expresividad:

“De las tres variantes a disposición del intérprete para insuflar vida rítmica al discurso musical –tempo sostenuto, tempo giusto, tempo animato- el tempo giusto (entendido como escansión rígida, carente de oscilaciones) es el que menos se adecua a la música de Rossini. La frase en Rossini exige continuas mutaciones de tempo aún en ausencia de indicaciones explícitas del autor, y el intérprete que quiera aprovechar por completo la potencialidad de un canto destinado a transformarse en gestos teatrales concretos debe recurrir a ellas continuamente. El tempo ideale para la música de Rossini es, por tanto, el que consiente que el cantante alcance en todo momento el máximo resultado expresivo, y la articulación rítmica se vuelve la clave que proporciona al canto la linfa vital que exige la poética musical.”

Y no solo los consejos, imprescindibles, tienen que ver con el ritmo, sino también con las dinámicas, los instrumentos a utilizar, la forma de afrontarlo, es toda una “guía de la interpretación óptima de las obras de Rossini”:

“Para obtener una ejecución fluida y animada es indispensable recurrir a la variedad propiciada por los tres aspectos diferentes de la rímica de Rossini: el tempo giusto (raro), el tempo animato (frecuentísimo), el tempo sostenito (en los Adagi y en general en los pasajes de ritmo lento).

Un cuidado muy particular hay que reservárselo a las dinámicas. Dada la ampliada sonoridad de los instrumentos modernos, es oportuno disminuir un grado cada prescripción dinámica referida a los pasajes de sonoridad intensa, para que ff se vuelva f, f=mf, mf=mp. […] en las arias de naturaleza dulce y amorosa, el f debería tener un carácter diferente del que suena en arias de significado dramático; más en general, el f de Rossini deberá ser ligero, rebotante y proyectado hacia adelante.”

Zedda resume a la perfección las sensaciones que origina su música, esa simbiosis entre placer y reflexión crítica que nos lleva a una complacencia, a un disfrute inigualable:

“Al escuchar sus obras, la coincidencia de un placer sensual hedonísticamente saboreado y de una reflexión crítica espiritualmente orientada puede conducir a una festiva complacencia, pero también puede contribuir a responder al imperativo del “conócete a ti mismo”, sin conculcar el derecho del arte a no expresar nada, ni explicar nada, fuera de sí mismo y de su propia magia.”

Estas Divagaciones rossinianas se convierten, por sí mismas, gracias a la sapiencia del maestro, en una obra imprescindible para comprender la verdadera relevancia del compositor además de acentuar aún más la satisfacción que produce su escucha. Quizá esta última reflexión sirva como colofón a este comentario:

“Con Guillaume Tell, Rossini se demuestra a sí mismo y al mundo que su talento era capaz de triunfar en el dominio del nuevo romanticismo, a condición de renunciar al canto artificial de los virtuoso castrati. Como había hecho con Semiramide, Rossini forja con Guillaume Tell una ópera que sobrepasa las dimensiones normales para reafirmar la validez de sus opciones artísticas y preanunciar su voluntad de apartarse de un mundo sediento de emociones explícitas. Equidistante entre pasado y futuro, Rossini no se preocupa por las clasificaciones: las etiquetas de conservador o de revolucionario no valen para un compositor que ha hecho dar  a la música italiana un salto de gigante, reintroduciendo en la tradición europea un lenguaje que se había empantanado en fórmulas de elemental superficialidad.”

Los textos pertenecen a la traducción de Carlos Alonso Otero de Divagaciones rossinianas de Alberto Zedda en Turner.

Mis lecturas favoritas del año 2014

Pasan los años y ya se está convirtiendo en una pequeña tradición realizar una selección con mis lecturas preferidas del año pasado. Os recuerdo que podéis consultar las de años anteriores en los siguientes enlaces.

Lecturas favoritas Año 2011.

Lecturas favoritas Año 2012.

Lecturas favoritas Año 2013.

Sinceramente, la utilidad de estas listas es la manera de hacer balance personal del año, sirven para valorar lo que he leído de manera cualitativa y junto con el post que suelo hacer con las estadísticas, complemento cuantitativamente esta información. Me consta que a varios lectores les sirven para prever posibles lecturas (o no), pero, sinceramente, no es el objetivo, lo hago porque me apetece a mí, como todo lo que aparece en este blog.

Los criterios son los mismos del resto de años pero los voy a resumir de manera esquemática:

-Hago la lista sobre libros publicados o reeditados en el 2014. Ni mucho menos me leo todo (ni nadie lo hace) y tengo mayor afinidad por libros de editoriales pequeñas independientes que por las grandes monopolizadoras (esta afinidad tiene que ver con leer antes un libro que otro), aun así podréis comprobar que hay de todas. Otros años introducía un libro de otro año pero este año, habiendo varias reediciones, no lo creo necesario.

-El número de libros varía de un año a otro, no pongo límites, este año han caído veinte, eso lo adelanto ya.

-El orden en el que aparecen es cronológico, desde principios de año hasta las últimas lecturas, no asigno posiciones, son mis libros favoritos sin más.

-No hay restricciones en cuanto al género escogido ni la temática.

Lo más importante: el criterio de elección es mi gusto personal, aparecen los libros con los que más he disfrutado (por los motivos que sean) y, por lo que he estado observando en otras listas, no suelen coincidir con la mayoría de ellas.

-Ah, NO MENOS IMPORTANTE, los he leído todos.

lepark_grandePasemos entonces a la lista en cuestión:

“Le park” Bruce Bégout, empezó el año inmejorablemente con esta novela del filósofo Bruce Bégout y que editó con mucho gusto Siberia; un parque de atracciones terrorífico por sus implicaciones y, quizá, porque está más presente en la realidad de lo que creemos. Muy poco se ha hablado de esta pequeña maravilla.

 

la-noche-a-traves-el-espejo-9788415973225“La noche a través del espejo” de Fredric Brown, reedición de la obra maestra de Brown que nos trae Reino de Cordelia y que debería hacer las delicias de cualquier aficionado a la novela policíaca; seguro que no va a estar en ninguna lista del año pero esta mezcla de onirismo y realidad es sencillamente mágica.

 

nariznotario“La nariz de un notario” de Edmond About, otra reedición de la mano, en este caso, de Ginger Ape Books & Films, una sátira de la beau monde parisien que le sirve de vehículo para criticar las relaciones de clase e indagar en la reflexión sobre la construcción de la identidad de una persona como fin último.

 

la-camara-sangrienta“La cámara sangrienta” de Angela Carter, otra más, en este caso la de los cuentos de Angela Carter que toman como base los cuentos de hadas de Perrault y los subvierte de tal manera que se convierten en vehículos para la defensa de la mujer y el feminismo, en una lectura de género ciertamente imprescindible. Máxime si, además, tienes las magníficas ilustraciones de Alejandra Acosta.

 

relatos-hispanicos-asombrosos-y-de-terror-9788437632667“Relatos hispánicos asombrosos y de terror” edición de Emilio J. Sales,  “asombrosa” recopilación de relatos a cargo de Cátedra que nos descubre una faceta deliberadamente ignorada: los escritores clásicos españoles también escribían narraciones de género, y lo hacían muy bien.

 

cuentosvictorianos“Cuentos de detectives victorianos” edición de Ana Useros, selección primordial para entender la evolución histórica de las novelas de detectives desde sus inicios, antes incluso de “Los crímenes de la calle Morgue”, que era considerada fundacional. Espléndida edición a cargo de Alba.

 

americanah“Americanah” de Chimamanda Ngozi Adichie, deliciosa novela que era de lo mejor del Baileys prize (junto con la novela de Lahiri) y que ahonda en el papel de la mujer, su emancipación y lucha contra el patriarcado inherente además de exponer con mucho humor los problemas de una inmigrante nigeriana. Una gran novela que se convierte en un clásico casi instantáneo de narrativa contemporánea con multitud de matices de raza y género.

 

thompson_portada“Arte Salvaje. Una biografía de Jim Thompson” de Robert Polito, exhaustiva es la palabra que mejor define este ensayo de Robert Polito sobre el gran Jim Thompson, no creo que se pueda escribir más y mejor sobre la vida y obra del autor. Además, se me antoja muy acertado el análisis crítico de su obra. Un triunfo de Es Pop Ediciones, que trabaja cada obra como si fuera la última en una edición excelente.

 

NOS4A2_cover“NOS4A2” de Joe Hill, el hijo del señor King sigue demostrando libro a libro que puede hacer obras del nivel de su padre; en esta conjuga su amor por lo clásico y le añade los suficientes elementos modernos para crear una narración ciertamente fascinante sin caer en los tópicos habituales.

 

maestro_previa_corregida_rgb“El maestro y Margarita” de Mikhail Bulgákov, esta reedición del clásico ruso se convierte, por derecho propio en la edición definitiva de la obra de Bulgákov. La traducción de Marta Rebón y la edición de Nevsky en consonancia contribuyen a realzar aún más esta obra, ya imperecedera, con infinidad de matices y posibilidades.

 

Nacido de hombre“Nacido de hombre y mujer (y otros relatos espeluznantes)”  de Richard Matheson, parece mentira que, después de tantos años, tengamos el primer volumen de los relatos de Matheson. La espera ha valido la pena, Matheson entendía a la perfección el género y los artificios que sirven a ello.

 

Una-singularidad-desnuda“Una singularidad desnuda” de Sergio de la Pava, no se ha hablado suficiente de la primera excelente novela de Sergio de la Pava. El autor nos brinda una novela muy completa ahondando en una manera de hacer postmodernismo desde el humanismo y, encima, está cargada de buen humor. Es imposible que Casi, su protagonista, no te seduzca.

 

los-ninos-se-aburren-los-domingos-9788494236709“Los niños se aburren los domingos” de Jean Stafford, se acostumbra uno a que Sajalín Editores nos saque siempre alguna joya y claro, nuevamente este año, lo vuelven a hacer recuperando varios de los cuentos que hicieron famosa a la norteamericana y por los que ganó el Pulitzer en 1970. Cuentos que, enmarcados en el gótico sureño, nos traen a colación las penurias de ser mujer en una época como la que vivió la escritora y la forma en que reaccionó ante estas injusticias. Sencillamente necesarios.

 

Alfabeto2“Alfabeto” de Inger Christensen, Sexto piso inició su nueva colección poética de manera inmejorable. Este largo poema que sigue el abecedario y la serie de Fibonacci no se encorseta en una faja sino que ahonda en la libre composición y en la diversidad de estilos y temas. Una verdadera delicia poética.

 

comemadre 1“La comemadre” de Roque Larraquy,  dentro de su nueva colección “El cuarto de las maravillas” Turner nos ha traído esta pequeña rareza dentro de su “gabinete de curiosidades”; en esta obra no vas a encontrar algo habitual, tenlo por seguro, pero también ten en cuenta que vas a disfrutar de lo lindo.

 

Hiperbolemedia“Hipérbole y media” de Allie Brosh, hablando de rarezas… esta recopilación de entradas del blog de la inimitable Brosh se sale también de lo habitual y me vuelve loco con esta tragicomedia ilustrada cargada de humor negro.

 

losreconocimientos“Los reconocimientos” de William Gaddis, lo sé, Gaddis ya es un habitual, todos los años aparece por aquí. Pero ¿os habéis dado cuenta de qué primera novela se marcó? Ambición es una palabra que se queda corta para lo que intenta abarcar en esta novela fundacional. Un ochomil literario.

 

MatemosTío“Matemos al tío” de Rohan O’Grady, utilizar niños en una narración siempre es espinoso; en este caso lo es más por la forma de mezclarlos con una trama gótica, con elementos ciertamente perversos; pero el resultado es excepcional e inolvidable.

 

american-noir“American Noir” de varios autores, edición de Ellroy y Penzler, ¿de verdad hace falta que recomiende a alguien una recopilación de relatos de novela negra que incluye a Goodis, Ellroy, Oates, Leonard, etc.? Pues eso, si te gusta el género negro te apasionará. Si no te gusta, también. Qué buena colección de novela negra está montando Navona.

 

Hoguera_Cubierta“La hoguera pública” de Robert Coover, a pesar de su dificultad a todos los niveles, este es uno de los mayores acontecimientos literarios del años,  José Luís Amores lo ha vuelto a hacer con su humilde “Pálido Fuego”, esta vez para traernos la obra maestra del autor y una de las obras claves de la literatura contemporánea norteamericana.

 

Termino, agradeciendo, como siempre a los lectores de este blog su presencia y sus lecturas. No os cortéis en opinar sobre esta extensa lista y aportar vuestras lecturas favoritas.

 

Ah… y ¡Feliz año 2015 cargado de lecturas!

“Hacer el bien” de Matt Sumell. La provocación como leitmotiv

hacerelbienMi recorrido por los primeros títulos de la colección de Turner “El cuarto de las maravillas” finaliza con el post de hoy dedicado a Matt Sumell y su “Hacer el bien”. Es buen momento para recordar que ya había reseñado “Las esposas de Los Álamos” y “La comemadre” anteriormente; Turner se ha lanzado con tres títulos a la vez que denotan el eclecticismo que la colección parece prometer ahora y en el futuro, ya que tratan temas muy distintos y, desde luego, estilos bien diferenciados.

El que me ocupa hoy narra las aventuras de Alby, un conflictivo personaje que Sumell utiliza como narrador en primera persona; se trata de un narrador agresivo, brutal en su planteamiento y que resume la historia de su infancia de esta manera:

“Yo tendría unos cinco o seis años cuando mi padre y yo pasamos un día por delante de la peluquería de caballeros Mario’s y yo lo miré y quise darle la mano pero la mía era tan pequeña que con ella solo podía cogerle el pulgar, así que le solté una patada. A los ocho años le di una paliza a mi hermano porque se quitó el reloj y la correa le olía a ganchitos de queso. A los once maté una gaviota de una pedrada y a los doce unas cuantas más con una escopeta de aire comprimido de la marca Crosman. Me saqué el carné de conducir el día después de cumplir los dieciséis, y cuando mis padres me dejaban el coche, daba paseos y buscaba comadrejas y mapaches y cubos de basura para atropellarlos. Me expulsaron una temporada del instituto por pegarme con alguien. A los diecinueve me rompí la mano derecha al dar un golpe contra un pilar de madera que había detrás de las placas de yeso del estudio en que vivía, y a los veintiuno me rompí la misma mano al soltarle un guantazo en el oído a un mexicano chulito y de cara gorda.”

Una historia de violencia sin aparente causa; él mismo define su mal genio con una analogía sencilla:

“Como soy consciente de que habrá gente a la que le cueste valorarlo, voy a recurrir a una analogía guay: mi mal genio es como una inclemente oleada de armamento, y mi yo es como el dique que contiene esa inclemente oleada de armamento para que no deje arrasada la población o a la persona más cercana, en este caso mi hermana.”

Teniendo en cuenta que esta es la base, ya podemos hacernos una idea de cómo va a ir el texto, Sumell convierte la transgresión, la provocación, en el leitmotiv conductor; en este afán de mostrar esta conducta no se salva nadie, ni su hermana:

“-Esta eres tú: “Estoy demasiada ocupada creando obras de arte para tener consideración con los demás y recoger lo que voy ensuciando, así que me dedicaré a cubrir todas las superficies lisas con mis cochinadas para que los demás no puedan comer en la mesa sin tener que quitar mis cochinadas. Además, soy una lerda y una gilipollas.” Sí, hablo de ti, lerda gilipollas.”

Afortunadamente, en medio de los estallidos de violencia, tanto verbal como física, encontramos alguna reflexión que revela la segunda lectura de fondo, ese descontento, personificado en la figura de Alby, que, en realidad, define nuestro propio descontento ante los acontecimientos sociales que vivimos:

“-Como iba diciendo: la gran falacia de la era de la televisión es que estamos mejor informados, cuando en realidad lo que nos enseñan es lo que nos aseguran que es importante, y nosotros lo consideramos importante porque es lo que nos están enseñando.”

La gran paradoja de la era de la información es suponer que estamos mejor informados; muy al contrario, el poder mediático de la televisión controlada por unos pocos, hace que solo veamos lo que a ellos le interesan y, lo que es peor, que nos convenzamos de que es importante porque nos lo enseñan, sin indagar nuevos caminos. Estaríamos hablando de la lucha de la individualidad sobre el colectivo, no todo tiene que valer para todos, muy al contrario, cada persona debe buscar lo que le convenza a ella misma, independientemente de la opinión del resto; siempre he defendido esta faceta en lo cultural a la hora de leer libros: establecer tu camino literario personal debería ser íntimo y alejado del gusto general (a menos que te guste lo general).

Igualmente Alby personifica la desesperación, la insatisfacción personal ante no poder conseguir un puesto en la sociedad que de verdad llene tu vida:

“Lo odié porque no se estaba quedando calvo, porque al parecer todo le iba bien en la vida, porque tenía dinero y un coche y una mujer muy guapa. Aunque sobre todo lo odié por  haberme convencido para que aceptara ese trabajo de imbéciles, un encargo que yo sabía que solo era un eslabón más de una larga cadena de decepciones, porque lo único para lo que yo estaba cualificado de verdad era para hacer eso. También sabía (como me sucedía en el resto de empleos) que seguiría trabajando en ese sitio hasta que me resultase inaguantable y después cambiaría un infierno por otro. Todo lateral, nada vertical.”

Esa monotonía de la que no podemos salir es insoportable, un infierno del que no podemos escapar, a menos que la naturaleza se rebele y nos muestre las debilidades de nuestra aparente omnipotencia:

“Pero incluso en esa época la nieve se fundía y se volvía a congelar, se volvía a fundir y se volvía a congelar. No teníamos polvo de nieve, teníamos hielo. Las ramas se doblaban. Las cosas se rompían. Las máquinas pasaban por las carreteras y echaban sal pero no servía para nada, y eso me encantaba, igual que me encantan los huracanes potentes, las inundaciones y los tornados, el toro que le saca las tripas al torero. Creo que está muy bien que la naturaleza se rebele y embista contra nosotros, que interrumpa nuestros planes, que revele la prepotencia de nuestros falsos juicios, y que, a su paso, cuestione la solidaridad del sufrimiento compartido.”

Esta propuesta es fácil que entre al gran público, el problema es que, a pesar de lo que pueda parecer, la provocación se queda un poco a medias, ya que Alby no es tan duro como parece; y se acerca poderosamente a la narrativa desgarradora del norteamericano Chuck Palahniuk (sobre todo en sus primeros libros-relatos), del que Sumell parece acólito en su intención. Aun así, es una opción interesante.

Gracias especialmente a Turner por su confianza en mí para desgranar estas tres obras que me han proporcionado lecturas muy gratas. ¡Qué buen comienzo de un nuevo sello!

Los textos provienen de la traducción de Ismael Attrache de “Hacer el bien” de Matt Sumell para Turner.

“Las esposas de Los Álamos” de Tarashea Nesbit. Un narrador arriesgado

alamosSi el otro día comentaba el fantástico libro de Roque Larraquy en el nuevo sello de Turner: “El cuarto de las maravillas”; hoy vengo con un nuevo título con el que se ha iniciado dicho sello. En este caso se trata de “Las esposas de Los Álamos” de la norteamericana nacida en Ohio Tarashea Nesbit, una primera obra igualmente destacada por distintos motivos que la obra del argentino, pero que, dentro de este “gabinete de curiosidades literarias”, encaja a la perfección y cuya lectura proporciona no pocas alegrías.

No soy muy dado a repasar argumentos, pero el punto de partida de esta obra que nos ofrece la editorial es muy interesante:

“Las esposas de Los Álamos es, sin embargo, la reconstrucción imaginaria de lo que no sabemos, contada por un «nosotras » que es la voz de la colmena y el pensamiento popular, pero también de la reflexión: la de unas mujeres jóvenes y cosmopolitas, esposas educadas que venían de Berkeley y de Cambridge, que habían huido de París, solían vivir en Londres y Chicago, y que, sin darse cuenta, o un poco a sabiendas, contribuyeron a desatar la fuerza más destructiva de la historia.”

Bajo la etiqueta de ficción histórica (especulativa) tenemos una reconstrucción totalmente imaginaria de lo que puso ser dicho momento, el proyecto Manhattan que, como todos sabemos, acabaría originando la bomba atómica. La mayor o menor originalidad de esta especulación se ve refrendada por la original voz escogida por Nesbit para narrar la historia. Se trata de una primera persona en plural muy poco habitual, entre otras cosas, porque, aunque esporádicamente puede funcionar, la amenaza de una cierta monotonía puede estar más que presente en todo momento. Sobre todo porque, al aplicar a un colectivo, continuamente, elimina la posible empatía con el lector y necesita de muchos recursos para poder mantenerlo durante una novela al completo. La escritora es muy audaz y aprovecha cada uno de estos párrafos para enriquecer narrativamente la historia:

“Nuestros padres dieron puñetazos en la mesa y gritaron ¿Os creéis que somos espías nazis? ¡Contádnoslo! Nuestras madres añadieron Tened cuidado, o Escribidme en cuanto podáis. Y a nuestros hijos les entró miedo y exclamaron ¡Decídselo!, pero no se lo contamos, ni a ellos ni a nuestros hijos. Después, cuando nuestros padres se tranquilizaron, cuando nos dijeron, mientras nos acariciaban el brazo, Soy tu padre, me lo puedes contar todo, no les contamos adónde íbamos, porque todavía no lo sabíamos.”

En este texto podemos ver el manejo de esa primera persona plural como un colectivo indefenso, el de las mujeres que se encuentran con una situación que no están seguros de poder desentrañar por el secretismo del proyecto, guardado por sus propios maridos. Lo mejor del asunto es que, a pesar de este aire de colectividad, es capaz de presentarlas individualmente, particularmente, de manera muy ingeniosa como podemos ver en este otro texto:

“Éramos de cara redonda, deportistas, bullangueras, austeras, de huesos finos, felinas y torpes. Cuando discutíamos las opiniones políticas de las demás nos calificaban de tercas o francas. Nuestros padres procedían del mundo académico; nosotras conocíamos ese mundo. Nos casamos con hombres exactamente iguales a nuestros padres, o completamente distintos, o solo en los mejores rasgos. Como esposas de científicos que trabajaban en ciudades universitarias, organizábamos meriendas y chismeábamos, o vivíamos en una gran ciudad y recibíamos invitados a la hora del cóctel. Ofrecíamos cigarrillos en bandejas de plata. Nos apoyábamos mucho en las otras esposas, fingíamos ser muy buenas amigas, nos llevábamos la mano a la boca y les susurrábamos cosas al oído. Y, lo más importante, descubríamos cómo lograr una plaza fija para nuestros maridos.”

De esta manera no solo nos presenta el fenómeno de un modo conjunto, sino que consigue dar rasgos individuales a dichas esposas. Nesbit utiliza la narración ficcional en dos aspectos igualmente: haciéndose preguntas generales sobre el papel de la ciencia y la guerra así como preguntas más particulares sobre aspectos que afectan a la mujer, a su papel en la sociedad y a su propio papel personal en estos hechos. En este último caso es altamente esclarecedor el siguiente fragmento:

“Tratamos de conciliar el sueño pero no lo logramos. Nos acordamos de nuestras madres, que cuando nos casamos nos habían asegurado El matrimonio no es fácil. Nos acordamos de nuestras madres, que nos habían asegurado Es un buen hombre, y de nuestras madres, que nos habían dicho Sé buena con él. Nuestras madres que nos habían asegurado que el secreto de un matrimonio feliz era una casa limpia y una comida caliente, nuestras madres que nos habían dicho que el secreto consistía en ser discretas, o nuestras madres que nos habían dicho que el secreto de un matrimonio consistía en saber elegir tus batallas. O, en el caso de una de nuestras madres, el secreto de un matrimonio feliz según ella era el sexo.”

Donde se refleja, en todo su esplendor, la influencia del patriarcado estructural en el propio pensamiento de la mujer, personificado en este caso en los pensamientos de sus madres que se extienden y se hacen propios en ellas mismas. Y, por defecto, el papel de la mujer, de cada mujer, queda relegado:

“O en su momento habíamos querido hacer un doctorado pero en el último año de universidad nuestros mentores, de sexo masculino, nos habían dicho En el campo de las matemáticas avanzadas no hay sitio para las mujeres, por brillantes que sean. A algunas nos dijeron las universidades no os querrán, y tendréis una titulación excesiva para dar clases de secundaria.”

En este marco, se desalentaba a las mujeres de seguir sus estudios, ya que, para el papel que les iban a dejar representar, no necesitaban mucho más.

La otra perspectiva que comentaba y que explota claramente la norteamericana es la reflexión sobre la guerra y el papel de la ciencia; alterna cada cierto tiempo, para dar marco temporal a la narración, fragmentos históricos que sirven para ubicarnos históricamente y, sobre todo, ubicar a las esposas, a pesar de su papel en la sombra:

“Pero las noticias de la guerra eran ineludibles y frecuentes: a finales de febrero las tropas estadounidenses izaron su bandera en lo alto del monte Suribachi, en Iwo Jima, cuyas pedregosas pendientes se habían teñido de rojo con la sangre de los soldados y de los civiles.”

Son ellas las que tienen que vivir una situación que no comprenden, que no hace más que despertarles dudas, es conveniente o no conveniente, interesa o no interesa, nos tenemos que alegrar o no hacerlo:

“Nos quedamos de pie, dándonos las manos. Respiramos profundamente. Contuvimos la respiración. Gritamos. Aquello nos pareció espantoso, o un triunfo, o algo hermoso, o todo lo anterior. En aquel lugar que una enorme erupción volcánica había formado millones de años antes, nuestros maridos acababan de crear la suya propia.”

Es en ese momento cuando Tarashea utiliza con más frecuencia la conjunción disyuntiva para expresar, precisamente, la imposibilidad de mostrar una opinión colectiva y, sin embargo, muchas opiniones individuales ante lo que está sucediendo en ese primer ensayo exitoso.

El lanzamiento de las bombas en Japón es el desencadenante final de muchas preguntas, de una escisión de las mujeres que no acaban de entender si, lo que la ciencia ha hecho en este sitio es bueno o es malo (“A algunas de nosotras nuestro pueblecito ya no nos parecía un refugio frente a un mundo moderno y cruel. A algunas ya no nos parecía que ese sitio fuese Shangri-La.”), lo que está claro es que no es lo que esperaban:

“Nuestros maridos describieron a quienes habían fotografiado como si no fueran personas, sino especímenes: Los que no fallecieron inmediatamente, si estaban lo bastante cerca de la zona cero, lo hicieron al cabo de pocos días. Aquí se ve el brazo de un niño entre los escombros. Fíjense en los efectos de la radiación.”

La riqueza del planteamiento narrativo de Nesbit ayuda a entender todo lo que hubo detrás del momento histórico y el papel que tuvieron las mujeres, las esposas, en un hecho único en la historia mundial; lo que quedó al final fue un cúmulo de dudas, un sentir general en el que cada una de ellas lo afrontó de una manera, fue el reflejo de una sociedad tan convulsa como la del siglo XX donde se derrumbaron definitivamente los valores establecidos; la inestabilidad de un mundo que avanzaba a la postmodernidad:

“Nos marchamos contentas, nos marchamos aliviadas, nos marchamos pensando que habíamos formado parte de algo único, nos marchamos con dudas sobre nuestros maridos, sobre nosotras mismas, o sobre nuestro país, o sobre todas esas cosas, o sin ninguna duda. Nos marchamos anhelando especialmente aquello que habíamos tenido, en una ocasión, en medio de aquella noche del aullido: a nuestras amigas, Louise, Starla, Margaret, Ingrid. Nos marchamos embarazadas, nos marchamos –en algunos aspectos- como habíamos llegado: llenas de polvo y con el cabello sucio.”

Los textos provienen de la traducción de Ismael Attrache de “Las esposas de los álamos” de Tarashea Nesbit para Turner.

“La Comemadre” de Roque Larraquy. Una maravilla en “El cuarto de las maravillas”

comemadre 1Si hay una editorial actual que se caracterice por su búsqueda de nuevos caminos editoriales y por su eclecticismo podemos hablar sin lugar a dudas de Turner. En su afán de buscar nuevo público uno se siente privilegiado que cuenten con él para experimentar con una nueva colección, máxime cuando esta colección se amolda tanto a mis posibles gustos como es “El cuarto de las maravillas”, cuya premisa es, desde luego, muy apetecible:

“El gabinete de curiosidades de la casa, lugar de las historias inverosímiles, las voces nuevas que además parecen nuevas, las crónicas verídicas, la cotidianidad poética y los libros experimentales.”

La idea de montar un “gabinete de curiosidades literarias” donde dicha etiqueta se comporte como aglutinadora de valores nuevos contemporáneos y un gusto por experimentar es, en mi opinión, un riesgo en los tiempos actuales y solo por ello ya es merecedor de aplauso. La calidad de los libros con los que han comenzado, afortunadamente, refrenda la propuesta dotándola de un interés aún mayor que viene acompañada, por si fuera poco, de unos precios muy competitivos (cercanos a ediciones de bolsillo) y un diseño de fajas ciertamente innovador.

Solamente por la publicación de la encantadoramente experimental y prometeica “La comemadre” del joven escritor argentino Roque Larraquy ya estaría más que justificada la aparición de esta colección.

Nacido en Buenos Aires en 1975 el autor estructura esta historia en dos tiempos paralelos: una primera parte en 1907 y una segunda parte en 2009. Mucho deben las dos narraciones al mito de Prometeo, pero ya en la primera podemos comprobar la base de lo que sucede en un sanatorio:

“Un hecho desconocido por quienes no practican el oficio es que la cabeza separada del tronco permanece consciente y en pleno uso de sus facultades durante nueve segundos. Al alzar la cabeza, el verdugo entrega a su víctima una visión del mundo, última y menguante. Haciéndolo, no solo contradice la idea misma del castigo, sino que convierte al público en espectáculo.”

Esta premisa experimental desencadenará una serie de experimentos para demostrar lo que sucede en el momento relatado, aquí lo experimental se sostiene en lo experimental del lenguaje usado (metaexperimentalidad), lo absurdo se mezcla con lo aparentemente real, el estar en un sanatorio de enfermos de cáncer estimula la imaginación de los doctores, como es el caso de Quintana:

“-Esta es la propuesta: seleccionamos pacientes terminales. Les cortamos la cabeza de modo que no se lastime el aparato fonador, técnica que he practicado exitosamente con palmípedos y que ya explicaré, y pedimos que la cabeza nos cuente en voz alta qué percibe. Por el intento recibimos una excelente paga a expensas de Mr Allomby.”

Parece lógico entonces que engañen a varios de los pacientes indicándoles que no ha funcionado su tratamiento para que acepten la propuesta; si además aluden al caduco e inherente patriotismo argentino como causa por encima de todo, Roque perpetra una burla del carácter argentino:

“La mayoría se deja convencer porque intuye un desastre científico argentino de dimensión mundial, y en esta efusión de patriotismo entregan el cuerpo. El clima de gesta favorece el sí fácil.”

Los intentos de comprobar lo que sucede desencadenan tal cantidad de muertos que, para desembarazarse de ellos, habrá que idear una forma de hacerlo. En medio del horror que supone este espectáculo, una digresión botánica le sirve para introducir la “comemadre”:

“Una digresión botánica: el islote Thompson, en Tierra del Fuego, es el único lugar del mundo donde crece una planta de hojas aciculares conocida como “comemadre”, cuya savia vegetal produce (en un salto de reinos no del todo estudiado) larvas animales microscópicas. Las larvas tienen la función de devorar el vegetal hasta resecarlo por completo. Los restos se dispersan y fecundan la tierra donde se reanuda el proceso.”

Esa “comemadre” actúa como el elemento que es capaz de borrar nuestros fallos, resultado de nuestra experimentación, del anhelo de saber si existe otra vida y que alguien nos lo pueda confirmar. ¿Una posible metáfora del olvido selectivo que todos practicamos cuando algo no sale como esperábamos o sobre todo sobre los fallos que cometemos?

Si este pequeño relato nos desafía, el siguiente, ambientado en 2009 empieza con una prolepsis que anticipa parte de la historia, la del protagonista, que igualmente narra en primera persona las consecuencias de lo que le ha sucedido:

“Aquí su síntesis sobre mí: tengo una mano de cuatro dedos, el quinto se me perdió. Tengo un cuerpo que es mío, y una cabeza de perfil anormal que me costó mucho dinero. Un museo de Copenhague ofrece el doble por plastificarme y exponerme al público cuando muera. Dos asociaciones de derechos humanos de Dinamarca demandan al museo por estimular “una mirada del cuerpo como mercancía.” Un colectivo de lesbianas organiza una sentada en la puerta del museo, en solidaridad con el derecho de ponerle precio a mi cuerpo, como se hace con cualquier objeto de arte.”

El anhelo por buscar la otra vida se hace a través del arte, hay dos figuras paralelas, dos genios que llevan vidas similares, el narrador, conocerá a su amante Sebastián:

“Al terminar, con un verdor llamativo para la piel humana y la rodilla roja del roce contra el suelo, Sebastián dice (es un romántico) que esperaba la entrada de su cliente soñado, el que había buscado en los otros, y que yo soy ese. Quiere que estemos juntos desde ahora: con mi aspecto no hay manera de que le sea infiel. Da por descontado que en dos o tres días voy a enamorarme.”

Que le servirá de sujeto base sobre el que experimenta llegar a la sublimación artística aún a costa de lo que le pueda pasar; las consecuencias del dolor causado le llevarán a un sanatorio que es el de la primera historia:

“Veo un diploma de reconocimiento oficial con la cara de Eva, un escudo de armas inglés o irlandés, una pinta antropométrica, una hilera de frascos de porcelana, una serie de fotos individuales del primer plantel médico del sanatorio, con un mismo bigote puntiagudo recorriendo todas las caras, y un retrato al óleo del dueño y fundador, Mr R. Allomby, exhibiendo orgulloso una quemadura que le deforma la boca.”

Como unión no solo está ese sanatorio sino la “comemadre” de la que hablábamos, utilizable, incluso después de cien años; en este caso se convertirá en parte de dicho experimento, nuevamente:

“Es un polvo negro de textura irregular. Su nombre en español, “comemadre”, se extinguió con la planta en la Patagonia hace ochenta años, pero sobrevive en Inglaterra como motherseeker (“buscamadre”) o momsickener (“enfermami”). Los últimos ejemplares están al cuidado de la mafia inglesa, que usa las larvas para borrar evidencia. Esto es lo que dice Sebastián. Los datos restantes provienen de las notas de un médico muerto. ¿Sólo con agua? ¿Después de un siglo? Algunas semillas se mantienen en letargo durante más tiempo. Es un reto a la credibilidad, pero Lucio tiene el rostro apaciguado de los creyentes.”

Lo único que puede frenar el anhelo por la vida ulterior, por la sublimación a través del arte es, sin lugar a dudas, la falta de fe. Experimentar se convierte en un leitmotiv de nuestras vidas si creemos en sus posibilidades, como el de Roque Larraquy y su espléndida pequeña maravilla.

“Historia mínima de la literatura española” de José-Carlos Mainer. Visión Academicista

historiamínimaSi hay algo que caracteriza a la editorial Turner es el eclecticismo de su catálogo; es sorprendente la cantidad de diferentes colecciones que tienen con el único sello en común: una edición cuidada y muy buen gusto. Uno de las colecciones a las que tenía ganas de “hincarle el diente” era, sin lugar a dudas, la de “Historias mínimas”.

Qué mejor forma que iniciarla que con esta “Historia mínima de la literatura española” sobre un tema que conozco bastante y que me despertaba bastante curiosidad. Es indudable que, a priori, se me ocurren varios hándicaps para este tipo de libros en general, sobresaliendo dos especialmente: por un lado la dificultad de condensar tanta información en menos de trescientas páginas; por el otro, conseguir que el repaso realizado no resulte superficial, poco profundo; de ahí que la labor del escritor sea particularmente ardua en esta ocasión. El catedrático José-Carlos Mainer consigue que, además, tal repaso de nombres y títulos no resulte especialmente aburrido, si bien es cierto que la forma de realizarlo respira una formalidad académica que como enfoque resulta abotargado, ligeramente anacrónico y alejado de visiones críticas más modernas que habrían dado otro aire a un texto tan interesante.

El caso es que el comienzo resulta prometedor, la base sobre la que se sustenta la  narración, es bueno que recuerde lo peyorativo que viene indefectiblemente asociado a tal combinación de palabras:

“Las palabras “historia de la literatura” concitan de inmediato la imagen poco apetitosa de una asignatura escolar. Y más todavía cuando las acompaña un gentilicio que nos remite a un modelo de aleccionamiento que, desde hace dos siglos por lo menos, han venido soportando muchos estudiantes, a los que se persuadía de que en una lista de autores semiolvidados y en la mención de textos más o menos remotos anidaban los fundamentos de su existencia colectiva.”

Para empezar a afirmar que, lejos de lecturas obligatorias, que ahogan el placer lector; es importante subrayar la importancia de la literatura como experiencia personal de vida:

“Para llegar a sentir lo que la literatura tiene de experiencia personal de la vida, muchos futuros lectores han tenido que olvidarse de lo que sus primeros libros tuvieron de obligatorios. Y es posible que de nunca leídos…”

Me encanta la idea de que la historia de la literatura pueda servir para enriquecer nuestras lecturas; de hecho, no concibo la idea de leer libros sin querer conocer lo asociado a ellos, no solo la historia sino el contrapunto, la literatura comparada, los medios que se utilizan para llegar a escribir y transmitir historias:

“Pero es hora ya de decir que la historia de la literatura puede ser simplemente otra forma –más consciente, más rica- de leer libros que nos gusten y que nos hablen de la infelicidad o de la dicha, del viaje o del enclaustramiento, de la soledad o de la compañía. Volúmenes que se prestan a otros, se anotan en los márgenes o cuyos fragmentos más llamativos, en otro tiempo, se transcribían en cuadernos manuscritos de notas personales.”

En ese momento es cuando, entrando en faena, el autor, empieza a repasar en orden cronológico el devenir histórico de nuestra literatura uniéndolo a los autores y sus obras desde la Edad Media:

“Quizá lo más significativo de aquel largo milenio (Edad Media) fue que fragmentó el mundo e hizo los horizontes vitales de las gentes mucho más cortos. El orden feudal fue la respuesta a un mundo desagregado de donde también desapareció, como sabemos, la lengua de comunicación usual, y donde solamente la iglesia preservó el eco remoto de una esfera política y organizativa común.”

Estableciendo como los primeros textos las famosas jarchas de las que ya teníamos conocimiento en nuestra formación anterior:

“No deja de resultar curioso que al peor conocido de los dialectos primitivos de los que se hablaba en el capítulo precedente la nebulosa habla mozárabe, haya que adscribir los más antiguos textos literarios en la Península. Se trata de las famosas jarchas (palabra árabe que significa final, o salida), breves cancioncillas líricas que se articulaban a modo de estribillos en composiciones más extensas en lengua árabe culta, llamadas moaxajas (collares).”

Especialmente lúcida es esta conjunción histórico-literaria en el caso del insigne Siglo de Oro español; Quevedo aparece retratado en todo su esplendor:

“Hubo poetas de valía en todos los rincones del país, pero resulta imposible, sin embargo, escribir la historia de la lírica del siglo XVII sin Francisco  de Quevedo y Villegas, durante mucho tiempo más conocido por otras partes de su obra. La burla y la sátira alcanzaron en él un retorcimiento y eficacia únicos, pero, junto a esa refinada inhumanidad, Quevedo fue, como Dámaso Alonso escribió, el poeta del “desgarrón afectivo”.

También recordamos, gracias al catedrático, el inicio de la novela, que vino para quedarse y que se mantiene en la actualidad.

“En su artículo de 1881 “El libre examen y la literatura presente”, Leopoldo Alas reconoció que el gran descubrimiento de 1868 fueron los poderes de la novela, “el vehículo que las letras escogen en nuestro tiempo para llevar al pensamiento general, a la cultura común, el germen fecundo de la vida contemporánea.”

El texto funciona, desde esta perspectiva academicista, a la perfección. Al menos hasta que llega el siglo XX-XXI donde, sin embargo, el enfoque resulta un poco desfasado; no sólo por lo limitado de la información, que expone en cuanto a autores y corrientes críticas contemporáneas, sino también por el olvido consciente de todo lo relacionado con literatura de género; es en estos casos donde vuelvo a recordar los “Cultural Studies”, tendencia crítica que sigue siendo olvidada por los “académicos” y que suele enriquecer mucho más este tipo de puntos de vista culturales. Es sorprendente que fenómenos como el bolsilibro ni se mencionen a pesar de sus treinta años de historia y que, para hablar de novela negra, sólo recuerde a Vázquez Montalbán.

Lectura que contentará más a unos que a otros, recomendable sobre todo si quieres poner en perspectiva cronológica la literatura española desde sus inicios; menos recomendable, se queda muy corta, cuando llegamos a los tiempos más cercanos. ¡Me están dando tentaciones de ponerme con la “Historia mínima de la música de occidente”!

Patricio Pron: dos facetas del mismo autor. La controversia de una opinión.

nosotroscaminamosEsta reseña sobre dos obras del argentino Patricio Pron puede resultar incoherente en sí misma, incluso contraproducente para el mismo autor. Coincide que el joven escritor acaba de ver publicadas dos obras de carácter muy diferente y que nos revelan dos facetas de su creación artística; además, las dos obras han sido publicadas por editoriales diferentes y con motivos distintos. Ciertamente, ambas me han producido sentimientos encontrados que pasaré a describir.

“Nosotros caminamos en sueños” (publicada dentro de Penguin Random House Mondadori) nos trae al Pron novelista dedicándose a lo ficcional; se trata de una sátira posiblemente relacionada con la guerra de las Malvinas, pero extrapolable por extensión a cualquier guerra. Y esto es así porque, más allá de lo geográfico, todo lo que va apareciendo lleva un hilo conductor detrás subyacente:

“Quisiera presentar una queja, señor”. “Yo también lo haría si fuera usted –respondió el Capitán Mayor observándolo, y preguntó-: ¿De qué se trata?” “Quisiera dejar constancia de mi desacuerdo con esta guerra, señor”, dijo Zinovy Rozhestvensky. “¿Por qué soldado?”, quiso saber el Capitán Mayor. “¡Porque es peligrosa, señor!” Usan armas de verdad, no de juguete. Quizá hasta usen también tanques y aviones. ¡Alguien puede ser lastimado! Mejor nos marchamos de aquí de inmediato”, propuso. “¡Pero si no ha estado en la guerra ni un día!, dijo el Capitán Mayor. “¡Un día es más que suficiente! ¡Mejor me voy antes de que me maten!”

Me ha sorprendido gratamente la vena humorística del autor, no voy a negar que en ciertos momentos, por lo absurdo de las situaciones planteadas me arrancó la sonrisa; el problema es que, para el público español, este libro traerá reminiscencias de los monólogos del humorista Gila, no sé si el autor lo intentó conscientemente o ha salido involuntariamente pero, más de uno y de dos, recordarán al humorista:

“¿Quieres decir que solo actuaremos como personas responsables y ganaremos la guerra si continuamos bombardeándolos?”, pregunté. “En principio sí –me respondió-, pero no es que los bombardeemos a ellos sino que ellos nos bombardean a nosotros y no es que así ganemos la guerra sino que ellos la pierden y no es que así actuemos responsablemente sino solo de forma de no ser considerados irresponsables”, dijo. Una vez más, me pregunté si Morin solo quería confundirme con algún oscuro propósito, o si también él estaba confundido”

No pierde la oportunidad Patricio de utilizar el texto como reflexión del oficio periodístico y de las injerencias del Estado en la libertad de prensa, un tema siempre actual, nos encontremos en la época que nos encontremos.

“¿Qué te ha parecido?”, preguntó Morin. “Una basura: tú sabes que no fue así cómo sucedió”, respondí. “Verás, El Nuevo Periodista solo escribe lo que le piden”, le defendió Morin. “¿Sólo escribe lo que le piden? Lo dices con toda naturalidad, como si dijeses: “El Nuevo Periodista pesca con mosca”. “Es que El Nuevo Periodista no pesca con mosca: solo escribe lo que le piden. Eso es lo que te estoy diciendo”, insistió Morin.”

Lo que no nos puede hacer olvidar el leit motif, el alegato antibelicista, el sinsentido de la guerra:

“Me pareció una objeción razonable y no puse reparos, pero luego pensé que aún había una pregunta por hacer. “¿Quién se beneficia con todo esto?” pregunté. “Nosotros”, respondió Morin rápidamente. “¿Quiénes somos nosotros?”, volví a preguntar, y tuve la impresión de que me había pasado toda la guerra haciéndome esa pregunta.”

A pesar de que, en mi caso no resulte tan estimulante, por el uso de los lugares comunes que ya han visitado tantos autores antes que él y porque, no nos engañemos, no me seduce la forma de expresarlo; tengo que reconocer que esta obra es más fácil de recomendar a un lector común; Pron utiliza muchas referencias literarias pero lo hace de una manera lo suficientemente sutil para no agobiar ni entorpecer la historia.

el-libro-tachado-9788415832287Muy diferente es, sin embargo, la segunda obra: “El libro tachado”, publicado por Turner. El Pron ensayista es considerablemente más interesante para un servidor por mi bagaje personal, aunque, desde luego, estimo que lo que trata el argentino puede resultar poco amigable para el lector habitual; la profusión de notas al estilo del inimitable David Foster Wallace, la multirreferencialidad y el uso de conceptos que conllevan una cierta reflexión y significados ambiguos son caballos de batalla para la interesante aunque dificultosa narración.

En parte de la sinopsis editorial encontramos latente la ambición del autor:

“Y hace falta reflexionar a fondo sobre el futuro de la literatura, y sobre lo que nos enseñan los libros que no tenemos en la estantería: los censurados, tachados, quemados, prohibidos. Los que no escribieron los autores silenciados, bloqueados, dementes o suicidas. Y, con perdón, los que se plagiaron, se piratearon o se robaron. Este libro tachado no pretende ser una historia de la literatura, pero es la historia que un lector no puede dejar de leer.”

Por un lado, una historia de la literatura a través de los libros que no tenemos en nuestra estantería, lo mejor del libro sin lugar a dudas, además de resultar lo más original/creativo; por otro lado, una reflexión al presente-futuro de la literatura, donde asistimos al discurso corporativo editorial, ya habitual y poco enriquecedor, que desmerece el resto de la obra.

Centrémonos en la primera parte con algunos de sus destellos, los mejores del escritor en opinión de un servidor; tomando como base a Barthes y “la muerte del autor” y a Foucault (¿Qué es el autor?), este hilo conductor es la trama que sustenta su reflexión histórica libresca; en este marco la trayectoria del Ouvroir de Littérature Potenttiele se reveló como determinante al llegar casi a definir una topografía literaria tras las consecuencias de “La muerte del autor” barthesiana:

“Con su trayectoria, el Ouvroir de Littérature Potenttiele llamó una vez más la atención sobre el hecho de que toda literatura se construye con la ayuda de procedimientos y mediante la adhesión a formas que determinan qué se puede decir y cómo, evitando así la dispersión y la proliferación que se producirían si el autor careciera de un marco. A su vez, al sistematizar las restricciones pasadas y crear otras nuevas, el OuLiPo se acercó quizá de manera involuntaria a la consecución de un objetivo largamente acariciado por algunos: el trazar un mapa topográfico de la literatura y acotar un repertorio de posibilidades que permitiera seguir escribiéndola incluso tras la “muerte del autor” y de la literatura como productora de sentido.”

La idea de los libros que han desaparecido como parte de la historia literaria nos trae ecos, en este caso de su fragilidad; de hecho la cultura, en épocas de crisis es lo que sufre más, es lo que primero se abandona:

“Todos los libros destruidos y quemados y los textos jamás escritos e incluso los ilegibles son el reverso necesario de la literatura que nuestra cultura ha preservado: le sirven de trasfondo pero también de advertencia sobre su propia fragilidad.”

Lo que nos lleva igualmente a esos autores que no han existido, y a los autores ficticios (falsificados) o incluso a aquellos que colaboran entre sí, una variante avanzada de esa “Muerte del autor”:

“Aunque lo primero que viene a la mente al pensar en escritores que no hayan existido nunca es la ingente cantidad de autores ficticios resultado de la práctica de la falsificación literaria, el hecho es que también se produce un tipo de “muerte de autor” en el momento en que cesas la colaboración. “

En el capítulo de falsificadores aparece uno de esos conceptos, el de las misery memoirs, tan en boga en la actualidad y que, posiblemente, no dejarán de estarlo nunca debido a la búsqueda empática del lector como:

“Las misery memoirs son obras literarias cuyos autores y editores promocionan y comercializan apelando a ciertas estrategias editoriales y a la inclusión de unos paratextos que inducen a los lectores a creer que se trata de relatos autobiográficos; como su nombre indica, a menudo estos textos narran historias personales terribles -abusos sexuales, drogadicción y persecución política o religiosa son tres de sus temas más recurrentes.”

A partir del capítulo dedicado a los anónimos, ya encontramos un avance de lo que comentaba al principio relacionado con la red:

“No es casual, por supuesto, que la práctica de la publicación de obras literarias de forma anónima y la publicación de pseudónimos realmente impenetrables haya desaparecido casi por completo -con la excepción de la red, donde prolifera como garantía necesaria para la práctica del insulto y de la difamación-, ya que las empresas que comercializan literatura no tienen como objeto la venta de libros sino la de autores.”

Lo curioso de este argumento es que desacredita parte de lo leído, ya que “la muerte del autor” no se ha producido más que para la crítica, de hecho, fue el desencadenante que ha servido para el desarrollo de otras perspectivas críticas posteriores. No nos engañemos, los lectores de hoy en día siguen buscando, la mayoría, autores, aunque pueda haber otras causas de elección que, evidentemente, se producen, y que no son el objetivo de este texto.

Lo que me hizo gracia es que olvide el uso de los pseudónimos como parte de estrategia comercial actualmente, solo tenemos que ver los casos de King como Richard Bachman (que cita) y el de Joanne K. Rowling (como Galbraith) o el de Banville/Benjamin Black, para enseguida centrarse en el uso de esto en las redes para difamar e insultar… procedimiento habitual de “trolls” pero desde luego no estamos ante un comportamiento general.

Esto, de todos modos, es un aperitivo ante lo que aparece en el infame “Crisis”, donde nos encontramos la habitual demonización de la red predicada por editores/editoriales  y mayorías de autores en consonancia con políticas editoriales, Pron, emparentado con Penguin Random House Mondadori, dominadora junto con Planeta de la mayoría del sector editorial español, no desentona en su discurso “progresista” con peroratas como la siguiente:

“La publicación en la red que ha sido considerablemente facilitada en los últimos tiempos mediante la popularización, la simplificación y el abaratamiento de la tecnología de diseño de páginas web y la existencia de plataformas para la creación gratuita de blogs, presenta dos tipos de problemas. El primero está relacionado con la tecnología misma, que, en primer lugar, dificulta notablemente la lectura de textos extensos –ya que estos carecen de materialidad y “desaparecen” de la vista a medida que son leídos en pantalla-; en segundo lugar, ha reducido a mínimos el tiempo que se requiere para acceder a la literatura pero no ha podido acelerar la velocidad con la que esa literatura debe ser leída, que sigue siendo baja; y, en tercer lugar, convierte en simultáneas las actividades no simultáneas de leer y opinar sobre lo que se lee, entre las cuales ya no media la reflexión. El resultado es un tipo de comunicación literaria en la red principalmente superficial, con notables y muy valiosas excepciones. El segundo de estos problemas está vinculado con el hecho de que la multiplicación de blogs y páginas webs personales en los últimos años –por lo mencionar la dispersión de los contenidos literarios en redes sociales y su reducción empobrecedora en los ciento cuarenta caracteres de una de las redes más populares del momento- ha conducido paradójicamente a la reducción de su visibilidad, así como a su pérdida de interés y atractivo, lo que queda de manifiesto, por ejemplo, en la reducción de visitas y comentarios en los blog literarios en los últimos tiempos.”

Dos focos principales tiene este discurso, el primero, el de las “limitaciones de la tecnología” para la lectura, parece que dificulta la lectura de textos largos, no ha favorecido el aumento de lectura y, infierno de los infiernos, convierte en simultáneas la opinión y la propia lectura. Tienen gracia “las limitaciones”, lo que no tiene tanta gracia es que obvie lo que la tecnología ha favorecido para el fomento de la lectura: accesibilidad de libros a través de ebook que supone ahorro en espacio y coste, compartir impresiones con otros lectores al mismo tiempo que se lee que fomenta clubes de lectura y que ayuda a que se puedan leer más obras y profundizar en ellas conjuntamente; olvida (conscientemente imagino) una dimensión social posible gracias al fomento de redes de lectura sociales que ofrece la tecnología y olvida (igualmente) que, comentar impresiones iniciales no tiene por qué ser óbice para que haya reflexión posterior sobre la obra que se está leyendo.  Pero, claro, queda mejor decir que todo lo que se hace en la red es SUPERFICIAL (con “notables y valiosas excepciones”… para no generalizar, jaja)

El segundo foco es, como no podía ser de otra manera el aumento de blogs y webs que no valen para nada y que ensombrecen los contenidos literarios que él considera rigurosos, (posiblemente su grupo de amigos, porque ya sabemos los que llevamos ya tiempo en esto, cómo se ayudan entre estos amiguetes, aunque nadie les lea por su deliberado cripticismo), y, cómo no, twitter, y su dispersión literaria. No digo que haya parte de razón en su argumento, dispersión y twitter se convierten en pleonasmo por definición natural de la red social y es cierto que hay muchos blogs que carecen de valor crítico. El problema es que estos blogs, incluso aquellos que solo digan que los libros son bonitos por la portada, tienen muchos lectores detrás, en algunos casos, como los de literatura juvenil, miles de lectores y no son despreciables; más bien, busquemos lo positivo y utilicemos lo bueno de ellos: el fomento de lectura, el juego de afinidades que se da entre blogs y lectores, te da una idea de dónde quieres ver tu libro reseñado y eso, le guste o no a Patricio, es evidente y MUY utilizable por cualquier editor con dos dedos de frente.

Más adelante, por si no nos queda claro vuelve a redundar en el segundo foco, el ninguneo de la posible “crítica” que pudiera surgir en espacios literarios ubicadas en esa diablura que es la red:

“En ese sentido, ninguno de los espacios en la red en los que se pone de manifiesto este tipo de “crítica” es interesante por sí mismo, sino sólo como síntoma de una enfermedad más general -y posiblemente más grave que la calumnia, que ya es grave -, que es la fosilización de la forma en que leíamos en el pasado y la inexistencia aún de algún tipo de alternativa.”

A lo mejor la alternativa es no anclarse en el pasado y mirar hacia delante aprovechando lo que está pasando, es inevitable y no se va a frenar, ¿no será mejor subirse al carro y aprovecharlo? ¿llevarlo a tu terreno?

Como parte de esta enfermedad, siento mucho haber hecho esta crítica que, posiblemente, no satisfaga al autor, es lo que tiene, estar involucrado en estas “odiosas” redes de internet.

Lástima esta parte final de un libro que resulta muy estimulante en sí mismo. Dos propuestas diferentes y, la verdad, que invitan a una reflexión.

“1914. De la paz a la guerra” de Margaret McMillan. Olvidar la historia puede llevar a repetirla de nuevo

1914Que el año 2014 podía originar la proliferación de novedades referentes a la Gran Guerra era de conocimiento general; que fuese tal el alud de textos, una “Granguerraexploitation” en toda regla, convirtiéndose en algo inabarcable, no era quizás tan predecible. No quiero ni pensar cuando lleguemos al 2039, teniendo en cuenta la mayor popularidad de la Segunda Guerra Mundial.

Entre tanto libro es difícil tener un criterio claro sobre cuál escoger, así que os voy a ayudar, dentro de mi humilde contribución, con algunos de los textos de referencia. El que traigo hoy es imprescindible y no debería quedar enterrado entre otros tantos no tan rigurosos; se trata de “1914. De la paz a la guerra” de la británica Margaret McMillan que nos acercó Turner el año pasado. McMillan no se centra en la guerra en sí, sino en indagar en las posibles causas que llevaron a desencadenar el conflicto más allá del famoso atentado, que fue simplemente la gota que colmó el vaso.

En la introducción encontramos las claves de las hipótesis que seguirá más adelante en su voluminoso análisis y que sirven para subrayar su importancia; en primer lugar, resaltar el hecho de que olvidar puede llevarnos a otra situación parecida en la actualidad, nada es inexorable:

“Resulta cómodo encogerse de hombros y decir que la Gran Guerra fue inevitable; pero se trata de una conclusión peligrosa, y más teniendo en cuenta que nuestro mundo se asemeja en algunos aspectos, aunque no en todos, al de los años previos a 1914, es decir, al mundo que fue barrido por la guerra.”

En segundo lugar aboga por un estudio analítico y pormenorizado del contexto anterior a dicha guerra:

“Al tratar de interpretar los acontecimientos del verano de 1914, deberíamos meternos en la piel de nuestros antepasados de hace un siglo, antes de insultarlos, criticarlos y acusarlos. […] Una cosa está clara: a la hora de tomar sus decisiones, o de eludirlas, tuvieron muy presentes otras crisis y situaciones previas.”

A partir de ahí nos encontramos con un ensayo exhaustivo donde la claridad de la exposición se convierte en su mayor cualidad, por encima de “lo literario”; es abrumadora la cantidad de datos y la rigurosidad con que son presentados capítulo a capítulo empezando, como no podía ser de otra manera, por los ingleses a través de Lord Salisbury que reflexionó por primera vez sobre el ascenso como nación de los Estados Unidos:

“Ninguna nación parecía desagradarle más que las otras; salvo Estados Unidos. En los estadounidenses encontraba todo cuanto le disgustaba del mundo moderno: eran codiciosos, materialistas, hipócritas, vulgares y creían que la democracia era la mejor forma de gobierno. Durante la guerra de Secesión fue un apasionado defensor del bando confederado, entre otras cosas porque pensaba que los sureños eran caballeros y los norteños no. Pero, además, porque temía el auge del poderío estadounidense.”

No falta ninguno de los participantes en la generación del conflicto, especialmente el caso de los alemanes y su emperador Guillermo II, figura clave, por su forma de ser en el ascenso de Alemania y en su actitud general:

“La errática conducta de Guillermo, sus entusiasmos cambiantes y su propensión a hablar demasiado sin pararse a pensar, contribuyeron a crear la imagen de una Alemania peligrosa, de un estado inconformista que no acataba las reglas del juego internacional, y que estaba decidido a dominar el mundo.”

Lo mismo podemos decir de Rusia, ahogada por sus problemas económicos y que, sin embargo, sería una de las partes preponderantes y el principal artífice de su antagonismo con Alemania y el imperio Astro-húngaro:

“El dilema era similar al que debería enfrentarse la Unión Soviética más tarde, durante la guerra fría: las ambiciones rusas estaban plenamente desarrolladas, pero no así su economía ni su sistema tributario. En la década de 1890, Rusia gasta menos de la mitad por soldado que Francia y Alemania. Además, cada rublo empleado en el ejército era un rublo que se dejaba de invertir en el desarrollo”.

Sorprende la capacidad de la inglesa para discernir todas las pequeñas causas que generaron la situación final, me llamó especialmente la atención el aumento de burocracia de los Austro-Húngaros, principalmente porque dicho aumento significó disponer de menos dinero cuando se estaba produciendo una carrera armamentística a gran escala:

“Entre 1890 y 1911, la burocracia creció en un doscientos por cien, debido principalmente a nuevos nombramientos. […] No es de extrañar que la opinión pública prefiriera referirse a la burocracia como un viejo jamelgo deslomado; pero sus consecuencias estaban muy lejos de ser jocosas. El desprecio por lo que el escritos satírico vienés Karl Kraus llamó “burocretinismo” contribuyó a menguar aún más la confianza pública en su gobierno; amén de que el coste de la burocracia significaba, entre otras cosas, que había menos dinero disponible para las fuerzas armadas.”

No faltan referencias al nacionalismo alemán (“El nuevo nacionalismo no auguraba nada bueno para las minorías, ni en el plano lingüístico ni en el religioso. ¿Podrían alguna vez los polacoparlantes ser verdaderamente alemanes? ¿Y los judíos?”) y a la progresiva degeneración europea reflejada en el libro homónimo de Max Nordau publicado en 1892:

“Degeneración, traducido a varios idiomas y comercializado en toda Europa, atacaba con energía el materialismo, la avaricia, la búsqueda incesante del placer y la pérdida del apego a la moral tradicional, tendentes a la “lascivia desenfrenada” que estaba destruyendo la civilización. Afirmaba Nordau que la sociedad europea “avanza hacia su ruina definitiva porque está demasiado desgastada y flácida para acometer grandes empeños.”

Lo bueno del análisis es que no se queda solo en los hechos políticos o socioeconómicos sino intenta integrarlo con “lo emocional”, así lo expresó uno de los mayores pacifistas:

“Incluso Angell, que tanto se había esforzado por persuadir a sus lectores de que la guerra era irracional, se vio obligado a admitir: “Hay algo en la guerra, en su historia y su parafernalia, que exalta profundamente las emociones y calienta la sangre en las venas hasta a los más pacíficos, y que apela a no sé qué instintos remotos, por no mencionar nuestra natural admiración por el valor, nuestro gusto por la aventura, por el movimiento y por las acciones intensas.”

No hay que olvidar que la guerra estaba vista como una posibilidad de ser un héroe; esta ansiedad vital del hombre es inherente a nosotros mismos y la guerra sirvió para este propósito igualmente. De hecho, es entonces cuando surgieron las famosas batallas aéreas, y el Barón Rojo fue uno de los grandes protagonistas.

McMillan ni siquiera se olvida de Italia, aunque sea, en este caso, para ridiculizarla de una manera poco caritativa…

“Los extranjeros iban a Italia por su clima y sus muchas bellezas, pero también se reían de ella, consideraban a sus ciudadanos encantadores, caóticos, infantiles; pero no un pueblo digno de ser tomado en serio. En asuntos internacionales, las demás potencias, y hasta sus propios aliados de la triple alianza, tendían a tratar a Italia con desdén.”

En la parte final llegamos a las conclusiones que resultan clarificadoras. Podemos enfocarlas en tres puntos principales:

1º La no existencia de una única causa generadora del conflicto:

“El comité entrevistó a docenas de testigos, pero, como cabía esperarse, no logró presentar pruebas. La Gran Guerra no tuvo una única causa, sino que fue provocada por una combinación de factores y, en última instancia, de decisiones humanas. Lo que hizo la carrera armamentista fue elevar el nivel de las tensiones en Europa y presionar a los líderes para que apretaran el gatillo antes que el enemigo.”

2º El papel fundamental de la Gran Guerra como detonador de la fe en el avance de la civilización; la situación actual no hace más que convencernos de este hecho:

“La Gran Guerra marcó un giro en la historia de Europa. Hasta 1914, Europa, con todos sus problemas, confiaba en que el mundo se estaba convirtiendo en un lugar mejor y en que la civilización humana estaba avanzando. A partir de 1918, ya no era posible para los europeos semejante fe. Mirando hacia el pasado, hacia su mundo perdido antes de la guerra, solo podían tener una sensación de pérdida e inutilidad.”

3º La imposibilidad de obtener respuestas y sin embargo, hacernos más preguntas (esto es una paradoja en sí misma, sobre todo ante lo abrumador de la presentación de datos de la inglesa):

“Una vez más, las preguntas son tantas como las respuestas. Acaso a lo más que podamos aspirar sea a entender lo mejor posible a aquellos individuos que debieron decidir entre la guerra y la paz, así como sus fuerzas y sus debilidades, sus amores, sus odios, sus prejuicios. Para ello tenemos también que entender su mundo, los supuestos de la época. Hemos de recordar, como lo hicieron estos líderes, lo que había sucedido antes de la última crisis de 1914 y las lecciones que se sacaron de las crisis marroquíes, de la de Bosnia, o de los sucesos de las primeras guerras balcánicas. […] Y si quisiéramos señalar culpas desde nuestra perspectiva del siglo XXI, podríamos acusar de dos cosas a quienes llevaron a Europa a la guerra. Primero, de falta de imaginación para ver cuán destructivo sería un conflicto semejante; y segundo, de falta de valor para enfrentarse a quienes decían que no quedaba otra opción que ir a la guerra. Siempre hay otras opciones.”

Me quedo sin embargo con la última parte de este párrafo: qué importante es llegar a calibrar las consecuencias de nuestros actos antes de realizarlos, y en base a esto, siempre, siempre, buscar la mejor opción posible a cualquier conflicto, hasta los cotidianos.

Excelente lectura la que nos trajo Turner; uno de esos libros que se tienen que convertir en referencia obligada cuando se habla de la Primera Guerra Mundial.

Los textos vienen de la traducción del inglés de José Adrián Vitier de “1914. De la paz a la guerra” de Margaret McMillan en Turner.

Los Reyes del 2013

No todos los posts que pongo por aquí tienen que ser sesudos análisis; precisamente lo más interesante es poder alternarlos con otros más lúdico-festivos como es el caso que me ocupa hoy. Sí, este es el típico y conocido post de “alardeo” de regalos, en este caso de los “reyes magos .” Qué mejor que empezar con la foto que reúne varios de ellos:

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Aparte de zapatillas y cinturón, ejem… tenéis a la vista dos óperas de Haendel: “Rodelinda” y “Sosarme, ré di Media”, tengo que ir terminando el casi infinito número de óperas que me faltan. La música no puede faltar.

Y luego libros, cómo no, en este caso dos excepcionales opciones de ensayo histórico, que vaya, me está dando últimamente con él:

“1914. De la paz a la guerra” de Margaret McMillan es una gran edición de Turner. Todo lo que se puede saber sobre la primera guerra mundial en palabras de la catedrática de Oxford, uno de los primeros “tochazos” del año. Para empezar con fuerza.

“Imperios del mar” del también británico Roger Crowley, editado con mucho mimo por Ático de los libros en su increíble sello de historia. Tendremos la oportunidad de conocer el período del 1521 a 1580 en lo que ha dado en llamar la “batalla final por el Mediterráneo”.

De ambos tendréis reseñas cuando tenga un momento, llevarán su tiempo.

Los reyes son políglotas, me han traído unos libros en inglés:

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“The luminaries” de Eleanor Catton. Nada menos que la ganadora del Man Booker Prize en el año 2013. Teniendo en cuenta que Siruela ha decidido que lo va a publicar en el 2015, pues mira, casi que me lo leo antes yo por mi cuenta.

“Maddaddam” de Margaret Atwood. Nadie ha dicho si va a publicar esta obra. Ni más, ni menos. Lumen se supone que tiene los derechos sobre lo “nuevo” pero habida cuenta de la variedad de títulos que están sacando, ya casi tampoco los espero.

“Daddy Love” y “The museum of Dr Moses” de Joyce Carol Oates. Si sale un libro al año de la prolífica escritora norteamericana como está ocurriendo ahora y ella tiene más de cien… sinceramente, no creo que veamos muchos por aquí. Mejor adquirirlos de otras maneras.

Los títulos en inglés son la respuesta al trabajo editorial que se está realizando en algunos casos por aquí. Una pena.

Para terminar… que no se me olvide. También ha caído esto:

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Qué majos son los Reyes, ¿verdad? ¡También les gusta James Bond!

Espero que os hayan caído muchos regalos también. Yo estoy contentísimo.

“El Oasis” de Bahaa Taher

el-oasis-9788415832478Solo por el libro de Bahaa Taher ya está justificado que Turner haya sacado el sello Turner  Kitab.

Bahaa Taher, nacido en El Cairo en 1935 ganó el  International Prize of Arabic Fiction en el 2008 por esta obra: “El Oasis”.

La trama que nos ofrece en su contraportada la editorial, en este caso, se aleja bastante de lo habitual:

“Para desaparecer. Para escapar de El Cairo, de sus revoluciones y de sus mentiras, de la ocupación inglesa y de los propios egipcios. Para ceder a la tentación del desierto. Para abandonarse a él y aceptar lo que le tenga reservado. Aunque sea la muerte.

Así concibe Mahmud la orden que recibe del gobierno egipcio de trasladarse al oasis de Siwa, un reducto de costumbres atávicas al oeste del país donde deberá imponerse como prefecto de policía y recaudar los impuestos que sus habitantes raramente aceptan pagar. Allí, donde otros tantos como él cayeron, se dirigirá acompañado de su esposa, Catherine, una irlandesa obsesionada con la Historia y con encontrar la tumba de Alejandro Magno, supuestamente oculta en aquel lugar.”

Tres puntos de vista confluyen: el de Mahmud, su esposa Catherine y el de jeque Yahya.

Taher estructura su novela en dos partes diferenciadas en las que cada episodio está narrado en primera persona por cada uno de sus protagonistas; cada voz es perfectamente distinguible, así el punto de vista de Mahmud es más espiritual, el de Catherine más sensorial, suponiendo una subversión al pensamiento habitual. El del jeque está centrado en la vida particular del Oasis.

El Oasis y las gentes que viven en él, así como sus costumbres, se convierten en un personaje más  desde los primeros párrafos, un lugar de crecimiento y punto de partida a una nueva vida:

“-Sí se parece a Esparta, salvando las diferencias, claro está. Esparta era una ciudad hecha para producir soldados. Educaban a los niños desde su más tierna infancia para convertirlos en guerreros y los separaban del resto de ciudadanos. Hasta el punto de que toda Esparta era un ejército concentrado en una urbe. El mayor ejército de toda Grecia antes de la aparición de Alejandro. Y los tales zejeleros, en el oasis, son también reclutas del campo; trabajan hasta que cumplen los cuarenta años. Durante todo ese tiempo se les prohíbe casarse o entrar en la ciudad después del atardecer.”

En esta conversación de Catherine con su marido Mahmud se justifica lo que comenté anteriormente, el desierto interior en el que vive inmerso el prefecto:

“-Y a ti, ¿cómo te han cambiado?

-En mi interior se extiende otro desierto, pero que carece por completo del silencio de este que estamos atravesando. El mío está lleno de voces, personas e imágenes.

-Eso es también muy bonito.

-Sería bonito si esas imágenes fueran tan profundas como el desierto. Todas conducen a un pasado muerto; no dejan de perseguirme.”

A este posible relato de formación, paralelamente asistimos a una búsqueda, la de la tumba de Alejandro Magno por parte de Catherine, uno de los ejes narrativos de la obra; Catherine descubrirá por sí misma lo que un libro no puede decir, lo que de verdad es el desierto, en toda su crudeza:

”He estudiado con detenimiento las descripciones y anotaciones sobre el camino, los pozos, las dunas y las tormentas; pero en ninguno de aquellos libros se dice una palabra sobre el auténtico desierto. No me han hablado del cambio de tonalidad de las olas de arena según transcurren las horas del día ni del tránsito de las sombras que dibujan finos trazos cenicientos en la cima de una colina amarilla o abren una puerta oscura en su loma. Tampoco me han mostrado cómo las nubes, altas y pequeñas, se reflejan sobre las dunas creando espejismos de pájaros cetrinos de vuelo grácil, ni me han hablado del alba. Sí, sobre todo el alba. Empieza siendo un fino hilo blanco, luego se transforma en una grieta ardiente que desplaza lentamente la oscuridad hasta que la arena se convierte en un mar dorado bajo los primeros rayos del sol. Un momento de plenitud que me inunda los pulmones con el aroma del éxtasis y abre de par en par todos los poros de mi cuerpo.”

Todo ello se convertirá en un presagio del final, que el escritor egipcio nos va adelantando poco a poco:

“Catherine se ha percatado ya: la sonrisa y la jovialidad se me van marchitando según avanzan las horas del día. ¿Por qué está aprensión, esta sensación funesta de que algo va a ocurrir? Será el castigo por lo mal que me porté con Nima. O por lo mal que haya podido portarme con este mundo.”

Especialmente novedoso resulta la aparición de un capítulo en el que Alejandro Magno se convierte en el propio narrador desde la tumba:

“No veo a nadie de vuestro mundo. No oigo ni una sola voz ni hablo con nadie, nunca me encuentro con otros espíritus, ni buenos ni malos, y no creo que sea capaz de llegar a ti o inspirarte. Pero de tiempo en tiempo oigo las voces de quienes como tú me invocan y despiertan mi espíritu sin que sepa bien qué queréis. Solo conozco lo que conocí en la Tierra, veo y vuelvo a ver lo que fui y las imágenes se superponen y se contradicen.”

A estas ideas principales se les contraponen varios temas de fondo que aumentan los niveles de lectura posible y que enriquecen muchísimo la narración; por un lado tenemos las intrigas políticas entre los poderes fácticos del oasis, como esta queja del Jeque Yahya alertando sobre lo injusto de una situación predispuesta de antemano:

“¡Os habíais puesto de acuerdo antes de esta reunión! Yo soy el único que no lo sabía, ¿no? Primero vais a por el prefecto y luego a por Malika. Una vez más la deliberación de hoy no es más que una farsa, ¿Verdad?”

Por otro lado, Taher trae a colación las consecuencias del devorador imperialismo británico, destructor de culturas como la egipcia:

“-Pues usted bien lo sabe -insistió Mahmud-, desde la ocupación solo se enseña Historia de Inglaterra. Está prohibido hablar del Egipto antiguo en nuestras escuelas;  aun así, los alumnos también pueden aprender a ser fuertes y eficaces estudiando la lengua inglesa.”

Y, por si fuera poco, la aparición de la hermana de Catherine, Fiona, traerá un elemento más a la narración, elemento que será clave para el devenir de los protagonistas, particularmente el de Mahmud, que se enamora locamente de ella; olvidándose de su esposa; es curioso comprobar cómo la forma de contar una historia entre una y la otra supone el elemento comparativo que le hará cambiar definitivamente sus preferencias:

“Mientras Fiona seguía con su relato yo la miraba con atención. Enseguida me vino a la mente la imagen de NIma y me puse a compararlas. Fiona narraba sus historias con calma y sencillez, como si aquel palacio de Irlanda fuera un lugar familiar, como si bastara abrir la puerta para verlo, a lo lejos, en medio de un prado irlandés verde y fecundo. Nima, por su parte, vivía sus historias y se convertía en parte de ellas. Tan pronto era la princesa encarcelada, con el rostro bañado en lágrimas, como el rey hechizado o el amante abandonado y, cuando llegaba el final feliz, se le iluminaba la cara de alegría y me obligaba a participar con ella en el colofón, para trocarnos en monarcas, mendigos, amantes o ermitaños. ¿Cuál de los dos estilos era mejor? “

El pesimismo puebla el no tan previsible final, el oasis se convertirá más bien en algo destructivo para la pareja y para el propio Mahmud que no consigue encontrar más que problemas, fallos a lo que está viviendo:

“Haced lo que os venga en gana, lo único que se puede hacer en este mundo lleno de errores es, precisamente, cometer errores.”

Espléndida la obra de Bahaa Taher que nos ha traído Turner  por las más de tres dimensiones que ofrece esta historia, confluencia de estilos y narraciones; un prisma de diferentes colores enriquecidos con el pasado y la figura en lontananza del gran conquistador: Alejandro Magno.  Una obra para no perderse, desde luego.

Textos de la traducción del árabe de Ignacio González de Terán para esta edición de “El Oasis” de Bahaa Taher en Turner.

“Los drusos de Belgrado” de Rabee Jaber

los-drusos-de-belgrado-9788415832461La editorial Turner fue la editorial que recibió en este año el premio a la labor editorial concedido por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. No puedo estar más de acuerdo, sobre todo por la elección de un catálogo excelente y muy variado. No solo no se han dormido en los laureles sino que siguen intentando innovar todo lo que se pueda y es de agradecer que se pusieran en contacto conmigo para, si me interesaba, me pusiera a leer los dos primeros libros de la nueva colección que acaban de sacar. En este caso se trata del sello “Turner Kitab” que va a incluir obras de ficción contemporánea árabe.

Se daban dos razones para interesarme esta nueva colección , lo primero que me interesan todas las fuentes contemporáneas de ficción literaria, aunque soy un especialista en ficción anglosajona, tarde o temprano iré entrando en otros países, y esta era una buena oportunidad de hacerlo; la segunda es que acababa de leer un libro de Assia Djebar  que me pareció fantástico y que lo tenéis en el blog igualmente, que me despertó las ganas de conocer esa literatura tan desconocida por aquí.

Turner ha empezado fuerte apostando en los dos primeros números por dos Premios internacionales de ficción árabe de características muy distintas; uno de ellos de un autor consagrado (Bahaa Taher) y el segundo de uno más moderno elegido como primera lectura.

Rabee Jaber ha nacido en 1972 en Beirut y ganó el  International Prize of Arabic fiction en el 2012 por esta obra: “Los drusos de Belgrado“.

En cuanto a la trama, no resulta demasiado innovadora, ya que se trata de la típica en que una persona es acusada de un crimen no cometido y que se ve obligado a sufrir prisión, trabajos forzados y a perder durante un tiempo la compañía de su familia. No creo que sea, sin embargo, este su fuerte, sino más bien, el “cómo” Jaber refleja esta situación:

El comienzo resultará conocido a los seguidores de “Daños y Prejuicios” o “Revenge”, ya que se trata de una prolepsis que ocurre 12 años después de cuando suceden los hechos que se narraran en el próximo capítulo:

“Alguien tira de mí y me caigo. Sé que estoy muerto. Incluso mis dientes se han desprendido de mis encías enfermas. Mi cuello se afloja y mi cabeza cae. Un líquido salado penetra en mi nariz y en mis ojos. En la ropa del hombre que abrió la puerta hay olor a pan, azúcar y manzanas. Me trago la sangre y alzo el rostro. Perdida ya toda esperanza, el perfume a manzana me da fuerzas para abrir la boca y gritar: “¡Soy Hanna Yaqub”!”

La prosa de Rabee Jaber es profundamente sensorial, puedes sentir los olores, sabores, visiones, gritos… del protagonista en una situación desesperada, de la que no conocemos nada más que el lugar, Belgrado, y su protagonista, Hanna Yaqub.

Es entonces cuando nos presenta la narración lineal de los hechos que llevarán hasta este momento posteriormente,; se trata de narraciones en primera persona, sin grandes subordinaciones, frases cortas y efectivas. La voz de Hanna Yaqub es primordial pero también la de Haylana, su esposa. Ambas narraciones avanzan en tiempos narrativos distintos aunque sean paralelas, mientras que los problemas de Hanna avanzan por meses y años, el descubrimiento de su ausencia por Haylana tiene lugar hora a hora de una manera angustiosa.

Hanna quedará relegado a vivir una existencia dificultosa e incomprensible con los drusos, unos perdedores en toda regla:

“Quizá te extrañe, Tourán, pero entiendo ahora lo que dice mi tío de los drusos. Ellos también tuvieron mala suerte. Ganaron la guerra y destrozaron a su enemigo, ¿y dónde acabaron? Es difícil ganar y encontrarte a la postre con que has perdido. Los compadezco, Tourán.”

En ellos encontrará la amistad y el único consuelo posible ante todos los horrores que está viviendo. En un clima de continuas penalidades cualquier cosa significará un atisbo de felicidad, una pequeña luz en el túnel, es en esos momentos cuando Jaber se vuelve más lírico:

“Cruzaron un puente de piedra que salvaba un arroyo profundo y los soldados prohibieron que bajaran a beber. Se mareaban al oír el murmullo del agua mientras el sol les azotaba las cabezas y se les amorataban los ojos. Los rostros se les enrojecían hasta adquirir tonos azules y la nuca se les quemaba. Hanna caminaba separando las piernas; el continuo roce le abrasaba la piel entre los muslos. Desde el comienzo del viaje, del que estaban destinados a no conocer dónde, cuándo o cómo acabaría, les sobrevino un sentimiento cercano a la felicidad. Los olores de la naturaleza los inundaban y el espacio verde y el aire puro les adormecían los pulmones y la mente hasta imaginar que la prisión había acabado, sin cuerdas ni cepos de madera, ni varillas de granado con las que les azotaran los hombros, ni fusiles que les estropearan esa sensación dulce como la miel. Ni siquiera la continua marcha forzada les frustraba ese extraño gozo.”

Mil y una veces se preguntará el porqué de lo que le está ocurriendo sin encontrar respuesta:

“-Te he oído llorar muchas veces mientras dormías.

-¿Por qué lo hicieron, jeque Naamán? ¿Qué hice yo para que me pegaran y me llevaran a la prisión de Belgrado?”

Hanna vive una muerte en vida, uno de los temas principales de la obra, está muerte en vida se asociará indefectiblemente al silencio del protagonista ante las injerencias que le suceden en la parte final. Es imposible no empatizar con él y es uno de los puntos fuertes de la novela; un perdedor, que sufre lo inimaginable físicamente hasta llegar a una muerte espiritual que se materializa en un silencio de dolor ante el sufrimiento, silencio que le impide hablar de lo que piensa, de lo que siente:

 “-Me llamo Hanna Yaqub. Vendía huevos en el puerto de Beirut. Los soldados me golpearon en la boca, me rompieron los dientes y me deportaron en barco a Belgrado en el lugar de un preso druso. Soy cristiano y no cumplía servicio militar obligatorio en el ejército del sultán, y jamás en mi vida llevé fusil ni espada. Tengo una hija pequeña. Le beso los pies, pachá, porque no me corte mano por un huevo. Me moría de hambre.”

Hacia la parte final cambia el estilo de la narración, las frases se hacen más largas, alargando paralelamente el momento final; la posible dicha que todos queremos que Hanna encuentre y que parece que nunca llega. Este tramo es quizás el menos inspirado y más previsible. Su estilo no consigue tapar una edulcoración quizá innecesaria.

A pesar de una cierta irregularidad, la obra es una excelente muestra de buena literatura y un comienzo encomiable para una colección arriesgada,  exótica y, por qué no decirlo, necesaria.

Textos de la traducción del árabe de Francisco Rodríguez Sierra para esta edición de “Los drusos de Belgrado” de Rabee Jaber de la editorial Turner.