“Una ciudad asediada” de Margaret Oliphant

una-ciudad-asediadaEl maravilloso sello Fábulas de Albión de la editorial Nevsky no necesita presentación, en este blog ya presenté el primer título de la colección “El muñeco” de Daphne Du Maurier  y “Cuando sale la luna” de Gladys Mitchell. Hoy, aprovechando mi necesidad de un poco de literatura fantástica, os traigo “Una ciudad asediada” de la escocesa Margaret Oliphant (1828-1897) que escribió en 1880. Esta prolífica autora se hizo famosa en su momento por sus libros históricos, pero con la que quizá marcó diferencias, fue por su intrusión en el género de las ghost-stories de la época victoriana, especialmente con esta obra.

En el estupendo prólogo, Jesús Palacios habla de manera clarividente sobre su aproximación a este género:

“Es su naturaleza de fiel cronista de la realidad social, psicológica e histórica de su tiempo, con especial cuidado en el detalle de lo cotidiano y doméstico, la que dota a su aproximación al género de una visión personal que, sin faltar nunca del todo a las reglas básicas del juego, crea, no obstante, una expresión propia e intransferible del mismo.”

“Su singular manera de practicar el género, al que aportó una mirada intimista, psicológica, llena de empatía y hasta de piedad por sus personajes, tanto vivos como muertos, acompañada siempre por una especial capacidad para crear atmósferas sobrenaturales, perfectamente imbricadas en nuestra realidad cotidiana, sin recurrir nunca o casi nunca a los artificios de la sensation novel y el cuento de horror truculento, que tanto detestaba.”

Precisamente, su manera particular de acercarse al género se refleja en su estilo, que sorprende por alejarse claramente de las convenciones de los victoriano; parece que nos encontremos ante un relato modernista; prescinde de cualquier narrador omnisciente para, de manera distinta, narrar en primera persona desde diferentes personajes; esta coralidad resulta muy enriquecedora y convierte esta “historia de fantasmas”, por alejarnos del término inglés, en un relato más allá de esta, por la riqueza de las diferentes perspectivas que nos ofrece a través de sus diferentes personajes.

Independientemente del tipo de narrador que escoja, es indudable la capacidad narrativa de Oliphant, buena muestra de su exuberante prosa la tenemos en este texto:

“Las tinieblas ya eran lo bastante opresivas de por sí. Costaba llevar el aire a los pulmones, y de vez en cuando mi corazón era presa de una súbita agitación, escapando a mi control. Pero todo estaba silencioso, tan silencioso como los muertos que en días recientes habían sido llamados,  por unos y por otros, a abandonar su descanso. “¡Que los muertos se levanten de sus tumbas!”, unas palabras que nadie debería pronunciar. Ahora parecía que el mundo se hubiera tornado una tumba en la que nosotros, aunque vivos, hubiéramos sido enterrados.”

Consigue que sintamos exactamente la situación, que nos estremezcamos ante la posibilidad de que los muertos resuciten; como ya se cita en el prólogo, parece que nos encontremos ante una de las primeras manifestaciones de relatos de zombis modernos.

Está muy bien además que la escritora aproveche la situación para no quedarse en la simplicidad atrayente de una prosa florida sin más; sintió la necesidad de mostrarnos que, no se sabe el momento, pero quizá los que se creen destinados a un papel en la sociedad no reciban este rol; solo tenemos que comprobar la frustración del sacerdote M. Le Curé, que se siente indigno por no haber atraído la atención de los muertos:

“-¿Qué significa todo esto?  Usted conoce el mundo del Más Allá, es uno de sus portavoces terrenales, un hombre del clero. ¿Qué les han dicho a esas personas?

Siempre tuve en consideración a M. Le Curé. Las lágrimas recorrían sus mejillas.

-Lo ignoro –dijo-. Sé tanto como vos. Lo que les hayan dicho, ha quedado entre ellos y Dios. Yo he sido relegado al grupo de los indignos.”

Sin embargo el mensaje de estos muertos no es el de la muerte, sino el de la vida:

“-Tampoco oír lo es todo –añadió apresuradamente-. Ni lo es hablar. Pero ella estaba allí. Fuimos uno, sin necesidad de intercambiar palabras. ¿Qué significa hablar u oír cuando dos corazones se encuentran en comunión?”

Una estupenda muestra de novela gótica y ghost story que demuestra la necesidad de sellos tan interesantes como este que nos ocupa.

Textos de la traducción del inglés de Jon Bilbao para esta edición.

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