Creo que ya es hora de dejar de decir que Joe Hill es “hijo de…”; hablemos con propiedad, Joe Hill brilla con luz propia y es injusto hacer una crítica de su obra con esa perspectiva. Valoremos su obra por sí misma. Teniendo en cuenta esto “NOS4A2” (Nosferatu, pronunciado en inglés) es, así, sin más, excepcional; su obra más redonda hasta el momento y una de las obras del año. Y lo es porque parte de la base clásica para renovar y subvertir sin abandonar su estilo y una estructura que hacen una conjunción maravillosa.
En el prólogo inicial, que funciona a modo de prolepsis, tenemos una presentación maravillosa del villano, en un hospital psiquiátrico, despertando de un coma para decir a la enfermera que le cuida y que le está llevando sangre:
“-Su hijo Josiah -dijo Manx con voz rasposa y seca-. Tiene una plaza reservada en Christmasland, con los otros niños. Yo le daría una vida nueva. Una nueva y bonita sonrisa. Y también dientes nuevos.”
Charlie Manx, en un lado de ring, es un enemigo temible, se desplaza en un inmenso coche con una matrícula que da más información sobre él:
“Al final de la manzana un coche viejo sealejaba. Era un Rolls-Royce negro, con estribos y apliques cromados. Los faros traseros proyectaban haces rojos en la noche e iluminaban la matrícula:NOS4A2.
Después doblo la esquina y desapareció, llevándose con el los alegres sonidos navideños.”
La referencia a NOSFERATU nos habla de la base clásica que extrae del texto; en efecto, el clásico mito vampírico, claro que, en este caso, el vampirismo lo realiza a través de su coche, y la potencial amenaza, su casa, es un pueblo de pesadilla, Christmasland; donde los sonidos navideños se convierten en soniquetes sangrientos. Su némesis es Victoria McQueen, atípica antiheroína que descubre a Manx como su enemigo y lucha contra él, su descripción me trajo ecos de “Phantasm”, juzgad por vosotros mismos:
“Estaba en el jardín y era uno de los hombres más altos que Vic había visto nunca, dos metros por lo menos. Era calvo y había algo obsceno en su pálido cráneo plagado de venas azules. Llevaba un abrigo de otra época, una prenda con faldones y doble hilera de botones dorados en la pechera. Parecía un soldado, un coronel al servicio de alguna nación extranjera donde un ejército no se llamaba ejército, sino legión. “
Estos dos protagonistas, la relación entre ellos son el eje de la excepcional historia que nos presenta Hill, una historia que alterna tiempos desde la prolepsis inicial, volviendo al pasado y yendo luego al futuro. Esta falta de linealidad, la estructura ciertamente original y el cambio de punto de vista son parte de los lujazos estilísticos que se marca Hill.
Afortunadamente no son los únicos, la historia se llena de personajes marginales, desde la bibliotecaria drogadicta hasta la pareja futura de Vic, Lou, paradigma del antihéroe:
“Deseó tener otra oportunidad. Deseó poder rescatar a alguien más y que Wayne estuviera allí para verlo. De buen Grado habría usado su grueso cuerpo para parar una bala, siempre que Wayne pudiera presenciarlo. Entonces podría desangrarse en un halo de gloria. ¿Acaso existía un anhelo humano más triste -o más intenso- que desear otra oportunidad de algo?”
Hill aprovecha una historia adictiva para reflexionar sobre los temas que ocupan nuestra vida, uno de ellos es el anhelo, el deseo del hombre de no cometer fallos y, si los comete, poder solucionarlos. El otro, indudablemente, verdadero eje argumental, es el de las relaciones, a veces difíciles, entre padres e hijos; solo hay que comprobar esta conversación de Wayne con Manx:
“-¿Qué me está haciendo? -preguntó.
-Te estoy alejando de todas las cosas que te hacían desgraciado -dijo Manx-. Y cuando lleguemos a nuestro destino habrás dejado la infelicidad por completo. “
Manx es el epítome de la subversión que plantea Hill, siempre intenta convencer a los niños que secuestra de que la vida que tenían con sus padres era infeliz y que la solución es ir a vivir a un lugar ideal, ese Christmasland que se convierte, por definición, en una confluencia de imágenes pop que todos conocemos:
“Para entonces Wayne ya se había dado cuenta de que ir a Christmasland era mejor que ir al colegio Hogwarts, a la fábrica de chocolate de Willy Wonka, a la Ciudad de las Nubes de Star Wars o a Rivendel de El señor de los anillos.”
Sin embargo, y como todos sabemos, la parte final se convertirá en una pesadilla, Christmasland se convierte en un infierno por la descripción que hace Hill; los niños, la Navidad, un lugar de Navidad permanente funcionan justamente al contrario de lo que podían significar por valores tradicionales; es terrorífico pensar en ellos de esta manera,(y es) lo que más horror nos puede causar; Hill, al igual que su padre, lo saben muy bien, y lo explotan hasta el final:
“La niña -o lo que fuera- tenía dedos huesudos terminados en uñas largas y amarillas. Sus facciones eran tersas y blancas, con un fino dibujo geométrico bajo la piel, de manera que parecía una máscara de esmalte siniestra despojada de toda expresión. La niña -la cosa- la miró pasar sin decir palabra. Los ojos le brillaban con una luz rojiza, como los de un zorro, cuando se reflejó en ellos el resplandor de los faros.”
“Era mil veces más realista, y sin embargo más falso, que cualquier cielo que Vic había dibujado en sus libros de Buscador. Aquello era sin duda el fin del mundo. Estaba asomada a los confines fríos e insondables de la imaginación de Charlie Manx.”
No quiero desvelar más porque el libro está tan plagado de referencias, y de buen hacer que es mejor descubrirlo por uno mismo. Para muestra de lo que es capaz el norteamericano, solo tenemos que leer esta introspección de Wayne en un momento dado:
“Darle un martillazo a Tabitha en esa cara redonda, de zorra guapa y lista, partirle las gafas, saltarle todos los dientes. Eso sería divertido. Imaginarla con los labios carnosos cubiertos de sangre le producía una descarga inconfundiblemente erótica.”
Irresistible, imaginación desbocada, juegos de estilo, esta novela de Joe Hill se ha convertido en un clásico instántaneo (vale, aquí transito en lugares comunes, pero tenía ganas de decirlo).
Los textos provienen de la traducción del inglés de Laura Vidal de “NOS4A2” de Joe Hill para Suma de Letras.
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