Mucho había yo demorado un pequeño post para recordar a Elmore Leonard, el último grande de la novela negra que nos dejó en el 2013. Leonard, a pesar de su merecidísima fama fuera de España, no gozó de ese éxito por aquí. Quizá la forma de publicarlo, errática, sin seleccionar todo lo bueno que tiene, dejando para otros momentos sus obras menos redondas, ha lastrado esto. No tiene lógica que otros autores, medianías sin dudarlo, sin embargo, vendan mucho y nos olvidemos de él.
Para recordarle qué mejor que hacerlo a través de sus obras, afortunadamente me faltan bastante por conocer que me están esperando y que aguardo con impaciencia. Por ahora voy a comentar dos de las últimas, que no tienen que ver por cierto con “Raylan” y la serie de TV basada en ella “Justified” por la que, ahora mismo, estaba siendo bastante popular, al menos en EEUU.
La primera obra que traigo es ciertamente curiosa, es la última que ha publicado Alianza, “Yibuti” es un thriller en toda regla y está bastante alejado de sus típicas novelas negras, más hardboiled o de las últimas de vaqueros, como “Raylan”; este Leonard está más cerca de las novelas de Preston y Child, lo que no es forzosamente malo, teniendo en cuenta que las novelas de estos son paradigmáticas y excepcionales en lo suyo.
La protagonista de “Yibuti” es una directora de cine y de cortometrajes que busca la fama mediante la búsqueda de unos verdaderos piratas del mar con los que quiere hablar y llevarlos a la gran pantalla:
“-Así que te interesan los piratas que saquean a los que surcan sus aguas ¿eh?
-No me importaría hablar con ellos.
-Han perseguido unos cien barcos, y han secuestrado alrededor de cuarenta. Se llevan el dinero de la caja fuerte y todo lo que quieren de la cocina. O se llevan el barco a Eyl y exigen un rescate. Piden un par de millones por un mercante griego, y los consiguen”
A pesar de la elección femenina como protagonista principal, en boca de un rico playboy expone sus opiniones de ellas a través de su forma de elegirlas:
“Primero paso cuarenta y ocho horas con ella. En dos días descubres todo lo que hay que saber. Algunas parecen inteligentes, pero se les nota que tienen que esforzarse para hablar con propiedad. Dicen al lado mío en vez de a mi lado, y no tienen criterio para elegir los libros que leen, eso si es que leen. No quiero parecer cruel, pero en el mar se lee mucho, se habla de libros.”
Poco a poco se irá dando cuenta la protagonista de que no todo era tan sencillo e inofensivo como parecía, sobre todo a raíz de la aparición de los musulmanes, especialmente de Al Qaeda:
-“Yo creo que Harry es de los buenos, si es que hay buenos en esta historia.
-Eso mismo le dije yo a Billy cuando nos fuimos del club. Y me contestó: “imposible saber quiénes son los buenos y quiénes son los malos en este puto mundo mahometano”
Los cliffhangers se empiezan a suceder en cada capítulo, los capítulos son cortos, electrizantes, para que no dejes de leer y pases páginas a toda velocidad, en medio de todo este trepidar, siempre hay un hueco para un oasis… como su opinión de la grandísima Naomi Watts:
“-Naomi se te puede parecer. Nunca sobreactúa. ¿La viste en Happy time? No puedes dejar de mirarla.
-Se pasa la mitad de la película en bragas.
-Aunque hiciera de monja, no podrías dejar de mirarla.”
Estas pequeñas cosas, este buen humor, es parte de su sello único. De ahí hasta el final todo se acelera , hasta el último capítulo, donde se desencadena el último acto. Desde luego hasta el último minuto no sabes cómo va a acabar. No es una mala obra pero tenemos mejores muestras de su talento inimitable.
La segunda novela, “Mr Paradise”, no tiene nada que ver con la anterior, aquí sí que nos encontramos lo apasionante de lo sórdido y una excelente trama policíaca; su protagonista es el típico personaje muy alejado de lo habitual y que se vuelve el eje de la obra a pesar de su temprana muerte:
“Mr Paradise se iba encogiendo con los años, se volvía más frágil; solo un par de mechones de pelo blanco, estirados y aplastados, le cubrían el cráneo. Estaba viendo el final de la ruleta de la suerte, el momento en que Pat Sajak y Vanna White sudaban la gota gorda para prolongar la conversación hasta los últimos segundos.”
El complot para asesinarle tiene una inocente inconsciente, Kelly Barr, que sobrevivirá y se convertirá en el primer vértice de un triángulo que no puede traer nada bueno; la segunda pata es el policía Frank Delsa que es el típico policía incorruptible que se enamorará irremediablemente de nuestra inocente víctima:
“Faltaba todavía una hora y media para volver a verla, aunque ya la había visto esa mañana en su despacho, fumando su Slim, y después le había quitado las botas y había respondido a sus preguntas sobre la reciprocidad, mirándola y deseando acariciar su cara. Echaba de menos a Maureen, la quería, se sentía triste, pero a veces podía mirar a una mujer y preguntarse si tal vez aunque no a muchas, y desde luego a ninguna como había mirado a Kelly Barr y había deseado tocarla. Tocarla… ¡comérsela entera!”
El cerebro y perpetrador del crimen será el incomprendido Montez Taylor que es el que se encarga de organizar todo para conseguir salir de una vida con la que, desde luego no está satisfecho:
“-A los diecisiete años. Montez Taylor fue procesado por agresión con agravante y condenado a dos años en Jackson, como si ya fuese mayor de edad eso cambió su vida. Montez hizo contactos en prisión y al salir empezó a vender drogas. Se convierte en una celebridad, una estrella del gueto, y antes de cumplir los veinte empieza a manejar cantidades de seis cifras. Es engreído, brillante, cubre a sus chicas de joyas y tiene un coche con llantas enormes y el mejor equipo de música. Empiezan a llamarlo Jeta. Tiene jeta para hacer lo que le da la gana. Y cuenta con un abogado criminalista que conoce bien su oficio, uno de esos de Clinton street que consigue buenos tratos, y obtiene la condicional para Montez a cambio de esto o lo otro.”
Con estos tres protagonistas, con una trama fabulosa que solo se resuelve en su parte final y con todo el reflejo de los bajos fondos, cargado con mucho buen humor negro tenemos una de esas novelas fantásticas que constituyen en sí una muestra de la forma en que Leonard lo bordaba. Uno de esos grandes que con su grandeza dignificaron un género en mayúsculas, el de las novelas policíacas, no perdáis la ocasión de descubrirlo.
Los textos vienen de la traducción del inglés de Catalina Martín Muñoz de “Mr Paradise” y de “Yibuti” de Elmore Leonard para Alianza.
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