No hace mucho estaba hablando de la ópera prima de Ned Beauman “Boxer, Beetle” ; en su reseña me despachaba a gusto con todas sus virtudes; de ahí que me decidiera a ponerme con su segunda obra, “The teleportation accident” que, además, ganaba el Golden Sark para el imprescindible lector Jónatan Sark en sus premios del año pasado. La descripción de la solapa, y la propia portada, me cautivaron:
“From de author of the acclaimed Boxer, Beetle comes a historical novel that doesn’t know what year it is; a noir novel that turns all the lights on; a romance novel that arrives drunk to dinner; a science fiction novel that can’t remember what isotope means; a stunningly inventive, exceptionally funny, dangerously unsteady and (largely) coherent novel about sex, violence, space, time, and how the best way to deal with history is to ignore it.”
En esta obra, Beauman parte de una base histórica (Berlin, 1931) y utiliza a uno de esos personajes inolvidables por lo enervantes que resultan, Egon Loeser (no puede ser casualidad que su nombre se derive de “Ego” y “Loser”). Es un perdedor obsesionado por dos temas: el científico Lavicini, al cual intenta replicar en su experimento de teleportación con efecto, más bien adversos en alguno de sus compañeros:
“Whatever the truth, that was Lavicini’s Teleportation Accident. As for Loeser’s Teleportation Accident, that wasn’t nearly so bad. Nobody died. The Allien Theatre was not rended apart. Klugweil just dislocated a couple or arms.”
Y, ¡cómo no!, por el sexo, o más bien su falta de él:
“The fact that you are so neurotic about your past lovers makes it both fortunate and predictable that you have so few of them. It’s one of those elegant self-regulating systems that one so often finds in nature.” “I can’t lose this break-up. We’ve all seen what happens to the defeated.” “You didn’t even like her.” “I know. But at least she had sex with me. And it was really good. When am I ever going to have sex with anyone again?” I mean, without paying. Honestly- when? Sometimes I wish I was queer like you. I’ve never seen you worry about all this. Upon how many lucky pilgrims have you bestowed your blessing this year?”
Lo que empieza como una comedia adolescente en el tiempo se va transformando en relatos de distintos géneros, que van desde el simple relato histórico hasta lo noir, pasando por la ciencia ficción; mezcla de géneros que es marca de la casa, y que, como ya he comentado en alguna otra ocasión, deviene en una narración caracterizada por su ingenio, multirreferencialidad y capacidad de innovación; reforzando su carácter metaficcional. Sólo tenemos que comprobar, en palabras del protagonista, su opinión por la historia:
“History is a sort of fantasy, and Fantasy softens the blow.”
En esta ficción, no puedo negar que me ganó definitivamente en el momento en que encuentra una carta de Lavicini a Nicolas Sauvage para entrar en los terrenos del terror y la ciencia ficción: “Nicolas, my dear friend, mark this: if you persist in your intention to conquer those… dark lower depths, then you will soon find yourself entombed in them. I know it is your proud belief that man should be free to make these –I haven’t been able to work out quite what this next phrase means- unprecedented travels? (ese aviso en la intención de conquistar aquellas bajas y oscuros abismos en los que te puedes sentir como enclaustrado en una tumba, esos viajes sin precedentes, no creo que sea el único que pensó en Lovecraft y sus terrores primigenios y primordiales).
Sensación que se vio corroborada en la segunda parte “Ten pins in a map” ambientada en Los Ángeles gracias al librero Blimk: “Blimk held up a magazine. It was called Astounding Stories, and on the cover was a lurid painting of a big green blob with lots of eyes and tentacles chasing two explorers through an icy cave, above a banner advertising a serial called “At the mountains of Madness” by H. P. Lovecraft.”
“Who’s H.P.Lovecraft?” “Fella from Rhode Island. Writes stories about monsters from other dimensions. Cults. Human sacrifice. Alien Gods. They’re pretty good.”
De ahí hasta el final todo es posible, viajes en el tiempo y en el espacio, asesinos en serie, amor y… como colofón, una cuarta parte llamada “Zeitgeisterbahnhöfe (four endings)” donde se suceden cuatro conclusiones:
En uno de los finales, el de Washington de 1947 Loeser acabará diciendo sobre la historia…
“THE CHIEF INVESTIGATOR: So what you’re contending, Mr Loeser, is that history is a nightmare from which you are trying to awake?
MR LOESER: No. History is an alarm clock I want to throw through the window”
Por si aún no nos había quedado claro que la historia es un simple pretexto para construir su ficción.
Los otros finales, bastante sorprendentes, sobre todo el último, los dejo para quien se atreva a leer esta pequeña maravilla de novela contemporánea que aún no está disponible en castellano, sólo es posible leerla en su lengua original; yo creo que, si hay que hacer el esfuerzo, mejor hacerlo con esta. No exagero al considerar que, con lo buena que era su ópera prima, posiblemente esta sea aún mejor. Habrá que esperar la siguiente, el listón se ha puesto muy alto, esperemos que se supere aún más.
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