“Pioneros de la ciencia ficción rusa” por varios autores

pioneros-de-la-ciencia-ficcion-rusa-9788484288282Nos estamos acostumbrados a que el sello Rara Avis de Alba nos sorprenda más que gratamente como ya ocurrió con “La formación de la marquesa” de Frances Hodgson Burnett  y con “El libro de la señorita Buncle” de D.E. Stevenson.

En esta ocasión se ha encargado de seleccionar textos de cuatro autores rusos, pioneros en el campo de la ciencia ficción; esta edición y selección inconmensurable, además de la traducción, corren a cuenta de Alberto Pérez Vivas. Los elegidos, a cuál mejor, han sido los siguientes:

Alekséi N. Apujtin (1840-1893), gran amigo de Chaikovkski, no escribió principalmente ciencia ficción, más bien poesía, por lo tanto su relato “Entre la vida y la muerte” (1892) es bastante atípico en su producción literaria.

Se trata de un relato desde la muerte, novedoso por estar narrado desde el punto de vista de un recién fallecido, que satiriza lo que rodea la muerte y la actitud de los demás ante ella: “Mi esposa, sin lugar a dudas, estaba terriblemente afligida por mi fallecimiento; no obstante, en cualquier demostración pública de dolor está presente invariablemente cierta dosis de teatralidad, que rara vez hay quien pueda evitar. Incluso la persona más sincera en su desconsuelo no puede apartar la idea de que otros la están mirando.”

Pero al mismo tiempo se convierte en un alegato optimista, de canto a la vida: “¡Oh, si pudiera vivir! ¡Si pudiera ver las caras de la gente, escuchar las voces humanas, poder relacionarme de nuevo con personas de todo tipo… buenas y malas! ¿Acaso hay en el mundo sujetos que sean del todo indeseables? Si recordamos las severas condiciones de indefensión e ignorancia en torno a las cuales gira la vida del hombre, entonces, debemos admirarnos de que pueda existir gente honrada en el mundo.”

El gran final se convierte en una paradoja que resulta muy satisfactoria y que nos rompe los esquemas a pesar de que podamos preverlo.

El segundo de los seleccionados es Porfiri P. Infántiev (1860-1913), curiosamente “En otro planeta” (1896), el texto escogido es también una isla en su labor periodística muy alejada del género. Sin embargo, la obra se caracteriza por su clarividencia a la hora de adelantarse a inventos posteriores como el DVD, el cd, el gps, la grabación musical, el playback, etc… a la hora de representar, novedosamente en su momento, una sociedad ambientada en Marte a través de una premisa sencillamente aplastante en su simplicidad:

“Es cierto que mi cuerpo permanece aquí en la Tierra, pero mi conciencia, lo que constituye mi propio yo, se transporta completamente al planeta Marte, y además no adoptando una forma tangible o inmaterial –con lo cual no podría percibir la naturaleza física del planeta-, sino que mi yo se traslada a otra forma corporal, al cuerpo de uno de los habitantes de aquel planeta.”

Qué mejor que hacer traspaso de conciencias con otro planeta para poder vivir la experiencia de estar en él; aunque al trasladarte te encuentres con que el aspecto de los marcianos no es el que esperabas:

“Imagínense una especie de enorme sapo, con una cabeza como de pájaro de tamaño imponente, sobre un cuello rechoncho y fuerte. En medio de su ancha frente, en su parte inferior, brillaba un único, esférico y voluminoso ojo, dirigido fijamente hacia mí. Justo debajo, le salían unos labios prominentes, blandos y alargados como su ancho pico, con una gruesa lengua en su interior.”

Es indudable que se exprimió la imaginación para resultar lo suficientemente gráfico y lo consigue con creces; es interesante comprobar igualmente las ansias utópicas del ruso a la hora de reflejar lo que debería ser un sistema educativo correcto.

“Estas escuelas-residencia se encuentran en cualquier lugar con un entorno de cierto valor paisajístico, frecuentemente a la orilla del mar. En ellas la vida de los niños transcurre entre juegos, entretenimientos y diversiones. Pero, al mismo tiempo que se les enseña a hacer corros, canto, baile, gimnasia, etc., aprenden de forma amena y casi sin darse cuenta a leer, escribir, las primeras nociones de matemáticas y también conceptos básicos de historia universal, geografía, astronomía… El sistema educativo marciano está pensado de forma que el niño no tiene necesidad alguna de forzar su memoria y agotar su concentración.”

De ahí que la historia resulte educativa, a la par que entretenida; un gran relato que refleja un mundo utópico donde subyacen temas como el respeto al otro a pesar de ser distinto y la valoración individual de la persona en una sociedad.

Del tercero de ellos Valeri Y. Briusov  (1873-1924), se puede decir que fue un prolífico escritor además de versátil y cultivó casi todos los géneros: la poesía, la novela, la dramaturgia, etc, y ejerció tanto de crítico como historiador. Es del único del que se han seleccionado dos cuentos: “La montaña de la Estrella” (1899) y “La República de la Cruz del Sur” (1905). En el primero se refleja el nacimiento y caída, el apocalipsis de una sociedad extraña, extraterrestre, donde las dicotomías se reflejan en todo su esplendor con un relato que no tiene nada que envidar a los relatos de sociedades futuras; increíblemente, no fue publicado hasta 1975. Mi favorito, sin embargo, es el segundo:

El motivo es porque podemos estar hablando de la primera historia de zombis del siglo XX; parte de una base científica:

“La enfermedad adquirió tal denominación, porque los afectados por ella continuamente actúan de forma contraria a sus propios deseos, queriendo una cosa pero diciendo y haciendo otra. (El nombre científico es mania contradicens) Suele comenzar con una débil sintomatología, principalmente en forma de singular afasia. El enfermo dice “no” en vez de “sí”; cuando quiere dirigir a alguien unas palabras agradables, acaba cubriéndolo de improperios, etc. […] Con la progresión de la enfermedad, esas contradicciones acaban adueñándose de la vida física y espiritual del sujeto, y son innumerables las variantes de acuerdo con las peculiaridades individuales de cada uno.”

Es memorable sin embargo lo que desencadena a partir de esta aparente nimiedad, esas variantes peculiares a cada individuo que nos llevan a un final descarnado, pródigo en detalles escabrosos pero brutal en su concepción: “En esos días la Ciudad de las Estrellas era una enorme caja negra, donde algunos miles de criaturas pseudohumanas habían sido arrojadas al hedor de cientos de miles de cadáveres putrefactos; un lugar donde no quedaba nadie entre los vivos que fuera realmente consciente de su situación. Una ciudad de locos, un gigantesco manicomio, el más grande y repulsivo Caos que haya conocido nunca la humanidad.”

Desde luego, es una pequeña delicia para los amantes del terror que justifica, él solo, la existencia de esta antología.

Para acabar, tenemos a Serguéi R. Mintslov (1870-1933), que realizó sobre todo estudios autobiográficos y destacó con sus novelas históricas,; sin embargo, jugó con estudios científico-técnicos que propiciaron sus relatos de ciencia ficción; es paradigmático de estos últimos este  “El misterio de las paredes” (1906) con la fantástica premisa que supone la invención de un artefacto que sirve para ver y oír lo que ocurrió en el pasado de un edificio antiguo a través de sus paredes; la descripción siguiente está cargada de lirismo:

“Habían asimilado el pasado que tuvieron ante sí: en sus piedras sin vida, en el cobre, la madera, el hierro, en todas partes habían quedado atrapados discursos y sombras de las gentes que en un tiempo vivieron allí. Por eso enmudecemos en los edificios antiguos: irradian energías, sentimos su pasado, agazapados en uno u otro de sus rincones.”

En conclusión, una imprescindible antología que todo buen amante de la ciencia ficción y de la literatura de género paladeará con fruición. Una sorpresa de este año y que entra, sin haberlo pensado antes, en este Monográfico de Literatura de Género.

One thought on ““Pioneros de la ciencia ficción rusa” por varios autores

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