Sobre la escritura de Virginia Woolf. Edición de Federico Sabatini. Selección epistolar

SobrescrituraCuriosa la publicación que nos trae Alba de la mano de Federico Sabatini (1973), profesor de lengua y literatura inglesa de los siglos XIX y XX en la Universidad de Turín y doctor en literatura comparada;  este Sobre la escritura es todo un descubrimiento por su potencialidad más que por el conjunto de textos reunidos; la introducción de Sabatini nos introduce con acierto en la figura de la británica, de cara a poner en valor su creciente prestigio:

“Su prestigio siguió creciendo con el tiempo tanto en el medio académico como en el sentir popular. Junto con su sorprendente y conmovedor suicidio, hay múltiples factores que han contribuido a que se ha ya considerado un icono: fue una mujer que, a pesar de sufrir episodios de una enfermedad mental grave, consiguió escribir un corpus asombrosamente amplio de ficción y crítica literaria; alguien que, a pesar de su frágil sensibilidad, tuvo la fortaleza de expresar abiertamente sus propias opiniones y de oponerse con firmeza a la cultura de su tiempo y a la tradición literaria que la precedió. Y, por último, una escritora valiente que, con su marido, fue capaz de fundar su propia editorial para poder disfrutar de una completa libertad de expresión.”

Para, a continuación, informarnos de la composición; ni más ni menos que una selección de pasajes significativos de las cartas que escribía Virginia Woolf:

“Este libro presenta los pasajes más significativos de las cartas de Virginia Woolf en los que habla de la escritura en general y de sí misma como escritora. Los fragmentos de sus textos sobre la escritura revelan, inevitablemente, el carácter vanguardista y original de su personalidad, su ironía, que ha sido demasiadas veces pasada por alto y su alegría. Y, de un modo todavía más relevante, su profunda clarividencia, captura en esos “momentos de ser de la vida cotidiana.”

Y nos descubre el valor de las mismas, no solamente en cuanto al fin, ese reflejo de los momentos de vida, sino también en lo estilístico, mucho más elaboradas de lo habitual, con un uso nada ordinario de comparaciones y metáforas:

“En algunos de los fragmentos seleccionados en este libro encontramos el empleo recurrente de metáforas y comparaciones sutiles, originales y a menudo humorísticas que son típicas de su manera de desafiar el uso del lenguaje ordinario y los límites del propio lenguaje. Podemos leer, por ejemplo, que un libro es “como una serpiente que ha sido medio atropellada pero que siempre acaba levantando la cabeza”; el texto de Lytton Strachey le parece “una serpiente que se insinúa con innumerables anillos de oro”, ella es la morsa que “trepará a su roca y lanzará un grito” o se siente como si estuviera “clavando una bandera en lo alto de un mástil en medio de un vendaval enfurecido.”

Estas cartas se centran en dos aspectos claros, tanto en lo personal como en lo profesional en su faceta de escritora y crítica; esa diferenciación es difusa en ocasiones  como en el siguiente caso, pero la escritora ahondaba en la falibilidad del lenguaje como medio de expresión y la paradoja que supone al dedicarse a escribir:

“Supón que cuando esta carta te llegue estás de humor y que la lees justo con la luz adecuada, junto al brasero en la habitación grande. Entonces, como por accidente, puede que llegues a comprender algo de lo que yo, que estoy sentada junto a mi chimenea en Monks House, soy, siento o pienso. Todo parece bastante incierto e infinitamente engañoso: hay tantas afirmaciones vacías, tantas trampas del lenguaje. Y sin embargo es el arte al que consagramos nuestras vidas.”

Esta unión en el caso de Woolf se convierte en algo indisoluble: finalizar un libro supone un momento desolador, no solo como escritora sino a un nivel interno psicológico:

“Te lo juro, todo aquí es tan amargo, tan roto, tan desolador, todo fracturado, todo inerte. Los Huxley vienen a cenar y no consigo armarme de valor para atender a mis invitados. Qué gran vacío… lo que quiero decir es que estoy temblando como una hoja en un vendaval en algún pasillo o antesala, fuera de la vida, fuera de la habitación, todo porque he terminado un libro.”

No faltan comentarios críticos, faceta quizá más olvidada pero fundamental en el caso de la ambigua escritora; y comprobamos que existía un fin, esa búsqueda de la belleza, de lo sublime, que ya había visto en obras clásicas; la aparición de Proust no es casual como comentaré más adelante.

“Pero estoy de acuerdo en que uno (nosotros, nuestra generación) debe renunciar a conseguir la gran belleza; la belleza que viene de la plenitud, esa que está en libros como Guerra y Paz y supongo que en Stendhal y en algo de Jane Austen; y en Sterne; y sospecho que en Proust, del cual solo he leído un volumen. Solo ahora que he escrito esto dudo de que sea verdad. ¿No estamos siempre esperándola? Y aunque siempre fracasamos, seguramente no lo hacemos tan completamente como lo haríamos si no estuviésemos desde el principio para intentarlo todo.

Hay que renunciar cuando el libro ya está terminado, no antes de empezarlo.”

El talento de Woolf es patente hasta para definir su forma de pensar:

“Mi cerebro es una máquina que solo es capaz de funcionar diez minutos seguidos.”

Me quedo especialmente con su faceta crítica; es fabuloso como se queda sin palabras para describir la poesía de T.S. Eliot y evita utilizar lengua de suplemento cultural hasta poder encontrar una forma de comentarlo:

“Es lo que el crítico del Lit. Sup. (Times literary suplement) llamaría encanto, o encantamiento. Tiene que haber una palabra exacta que es la que usaría un crítico, pero tengo demasiado sueño para buscarla. Así que debo simplemente dejar constancia del hecho de que es la magia la que me aleja de la comprensión. Uno de estos días espero empezar a comprenderlo más y más y entonces cortaré el libro en muchas cintas con mil navajas.. eso espero.”

Y es por ello que la selección se queda en un pequeño compendio ligeramente insatisfactorio, no me importaría que publicaran sus seis volúmenes de cartas y sus estudios críticos para completar la idea y la personalidad que tengo ya formada de la contradictora escritora. Una buena muestra de su genialidad a la hora de mezclar este género epistolar con crítica y unirlo a ese “momento de vida” es el siguiente párrafo, una delicia sobre Proust:

“Mi gran aventura es Proust. Bueno, ¿qué queda por escribir después de eso? Voy todavía por el primer tomo y supongo que se podrían encontrar faltas, pero estoy en estado de fascinación. Como si se estuviera produciendo un milagro delante de mis ojos. ¿Cómo es posible que por fin alguien haya conseguido solidificar esa materia siempre fugitiva y convertirla en esta sustancia tan perfectamente bella y duradera? Uno tiene que dejar el libro y respirar hondo. El placer es físico, como sol, vino y uvas.”

No hay mejor forma de terminar este pequeño comentario. Woolf y su grandísimo talento.

Los textos provienen de la traducción de María Tena de Sobre la escritura de Virginia Woolf en la edición de Federico Sabatini para Alba.

Mis lecturas favoritas del año 2014

Pasan los años y ya se está convirtiendo en una pequeña tradición realizar una selección con mis lecturas preferidas del año pasado. Os recuerdo que podéis consultar las de años anteriores en los siguientes enlaces.

Lecturas favoritas Año 2011.

Lecturas favoritas Año 2012.

Lecturas favoritas Año 2013.

Sinceramente, la utilidad de estas listas es la manera de hacer balance personal del año, sirven para valorar lo que he leído de manera cualitativa y junto con el post que suelo hacer con las estadísticas, complemento cuantitativamente esta información. Me consta que a varios lectores les sirven para prever posibles lecturas (o no), pero, sinceramente, no es el objetivo, lo hago porque me apetece a mí, como todo lo que aparece en este blog.

Los criterios son los mismos del resto de años pero los voy a resumir de manera esquemática:

-Hago la lista sobre libros publicados o reeditados en el 2014. Ni mucho menos me leo todo (ni nadie lo hace) y tengo mayor afinidad por libros de editoriales pequeñas independientes que por las grandes monopolizadoras (esta afinidad tiene que ver con leer antes un libro que otro), aun así podréis comprobar que hay de todas. Otros años introducía un libro de otro año pero este año, habiendo varias reediciones, no lo creo necesario.

-El número de libros varía de un año a otro, no pongo límites, este año han caído veinte, eso lo adelanto ya.

-El orden en el que aparecen es cronológico, desde principios de año hasta las últimas lecturas, no asigno posiciones, son mis libros favoritos sin más.

-No hay restricciones en cuanto al género escogido ni la temática.

Lo más importante: el criterio de elección es mi gusto personal, aparecen los libros con los que más he disfrutado (por los motivos que sean) y, por lo que he estado observando en otras listas, no suelen coincidir con la mayoría de ellas.

-Ah, NO MENOS IMPORTANTE, los he leído todos.

lepark_grandePasemos entonces a la lista en cuestión:

“Le park” Bruce Bégout, empezó el año inmejorablemente con esta novela del filósofo Bruce Bégout y que editó con mucho gusto Siberia; un parque de atracciones terrorífico por sus implicaciones y, quizá, porque está más presente en la realidad de lo que creemos. Muy poco se ha hablado de esta pequeña maravilla.

 

la-noche-a-traves-el-espejo-9788415973225“La noche a través del espejo” de Fredric Brown, reedición de la obra maestra de Brown que nos trae Reino de Cordelia y que debería hacer las delicias de cualquier aficionado a la novela policíaca; seguro que no va a estar en ninguna lista del año pero esta mezcla de onirismo y realidad es sencillamente mágica.

 

nariznotario“La nariz de un notario” de Edmond About, otra reedición de la mano, en este caso, de Ginger Ape Books & Films, una sátira de la beau monde parisien que le sirve de vehículo para criticar las relaciones de clase e indagar en la reflexión sobre la construcción de la identidad de una persona como fin último.

 

la-camara-sangrienta“La cámara sangrienta” de Angela Carter, otra más, en este caso la de los cuentos de Angela Carter que toman como base los cuentos de hadas de Perrault y los subvierte de tal manera que se convierten en vehículos para la defensa de la mujer y el feminismo, en una lectura de género ciertamente imprescindible. Máxime si, además, tienes las magníficas ilustraciones de Alejandra Acosta.

 

relatos-hispanicos-asombrosos-y-de-terror-9788437632667“Relatos hispánicos asombrosos y de terror” edición de Emilio J. Sales,  “asombrosa” recopilación de relatos a cargo de Cátedra que nos descubre una faceta deliberadamente ignorada: los escritores clásicos españoles también escribían narraciones de género, y lo hacían muy bien.

 

cuentosvictorianos“Cuentos de detectives victorianos” edición de Ana Useros, selección primordial para entender la evolución histórica de las novelas de detectives desde sus inicios, antes incluso de “Los crímenes de la calle Morgue”, que era considerada fundacional. Espléndida edición a cargo de Alba.

 

americanah“Americanah” de Chimamanda Ngozi Adichie, deliciosa novela que era de lo mejor del Baileys prize (junto con la novela de Lahiri) y que ahonda en el papel de la mujer, su emancipación y lucha contra el patriarcado inherente además de exponer con mucho humor los problemas de una inmigrante nigeriana. Una gran novela que se convierte en un clásico casi instantáneo de narrativa contemporánea con multitud de matices de raza y género.

 

thompson_portada“Arte Salvaje. Una biografía de Jim Thompson” de Robert Polito, exhaustiva es la palabra que mejor define este ensayo de Robert Polito sobre el gran Jim Thompson, no creo que se pueda escribir más y mejor sobre la vida y obra del autor. Además, se me antoja muy acertado el análisis crítico de su obra. Un triunfo de Es Pop Ediciones, que trabaja cada obra como si fuera la última en una edición excelente.

 

NOS4A2_cover“NOS4A2” de Joe Hill, el hijo del señor King sigue demostrando libro a libro que puede hacer obras del nivel de su padre; en esta conjuga su amor por lo clásico y le añade los suficientes elementos modernos para crear una narración ciertamente fascinante sin caer en los tópicos habituales.

 

maestro_previa_corregida_rgb“El maestro y Margarita” de Mikhail Bulgákov, esta reedición del clásico ruso se convierte, por derecho propio en la edición definitiva de la obra de Bulgákov. La traducción de Marta Rebón y la edición de Nevsky en consonancia contribuyen a realzar aún más esta obra, ya imperecedera, con infinidad de matices y posibilidades.

 

Nacido de hombre“Nacido de hombre y mujer (y otros relatos espeluznantes)”  de Richard Matheson, parece mentira que, después de tantos años, tengamos el primer volumen de los relatos de Matheson. La espera ha valido la pena, Matheson entendía a la perfección el género y los artificios que sirven a ello.

 

Una-singularidad-desnuda“Una singularidad desnuda” de Sergio de la Pava, no se ha hablado suficiente de la primera excelente novela de Sergio de la Pava. El autor nos brinda una novela muy completa ahondando en una manera de hacer postmodernismo desde el humanismo y, encima, está cargada de buen humor. Es imposible que Casi, su protagonista, no te seduzca.

 

los-ninos-se-aburren-los-domingos-9788494236709“Los niños se aburren los domingos” de Jean Stafford, se acostumbra uno a que Sajalín Editores nos saque siempre alguna joya y claro, nuevamente este año, lo vuelven a hacer recuperando varios de los cuentos que hicieron famosa a la norteamericana y por los que ganó el Pulitzer en 1970. Cuentos que, enmarcados en el gótico sureño, nos traen a colación las penurias de ser mujer en una época como la que vivió la escritora y la forma en que reaccionó ante estas injusticias. Sencillamente necesarios.

 

Alfabeto2“Alfabeto” de Inger Christensen, Sexto piso inició su nueva colección poética de manera inmejorable. Este largo poema que sigue el abecedario y la serie de Fibonacci no se encorseta en una faja sino que ahonda en la libre composición y en la diversidad de estilos y temas. Una verdadera delicia poética.

 

comemadre 1“La comemadre” de Roque Larraquy,  dentro de su nueva colección “El cuarto de las maravillas” Turner nos ha traído esta pequeña rareza dentro de su “gabinete de curiosidades”; en esta obra no vas a encontrar algo habitual, tenlo por seguro, pero también ten en cuenta que vas a disfrutar de lo lindo.

 

Hiperbolemedia“Hipérbole y media” de Allie Brosh, hablando de rarezas… esta recopilación de entradas del blog de la inimitable Brosh se sale también de lo habitual y me vuelve loco con esta tragicomedia ilustrada cargada de humor negro.

 

losreconocimientos“Los reconocimientos” de William Gaddis, lo sé, Gaddis ya es un habitual, todos los años aparece por aquí. Pero ¿os habéis dado cuenta de qué primera novela se marcó? Ambición es una palabra que se queda corta para lo que intenta abarcar en esta novela fundacional. Un ochomil literario.

 

MatemosTío“Matemos al tío” de Rohan O’Grady, utilizar niños en una narración siempre es espinoso; en este caso lo es más por la forma de mezclarlos con una trama gótica, con elementos ciertamente perversos; pero el resultado es excepcional e inolvidable.

 

american-noir“American Noir” de varios autores, edición de Ellroy y Penzler, ¿de verdad hace falta que recomiende a alguien una recopilación de relatos de novela negra que incluye a Goodis, Ellroy, Oates, Leonard, etc.? Pues eso, si te gusta el género negro te apasionará. Si no te gusta, también. Qué buena colección de novela negra está montando Navona.

 

Hoguera_Cubierta“La hoguera pública” de Robert Coover, a pesar de su dificultad a todos los niveles, este es uno de los mayores acontecimientos literarios del años,  José Luís Amores lo ha vuelto a hacer con su humilde “Pálido Fuego”, esta vez para traernos la obra maestra del autor y una de las obras claves de la literatura contemporánea norteamericana.

 

Termino, agradeciendo, como siempre a los lectores de este blog su presencia y sus lecturas. No os cortéis en opinar sobre esta extensa lista y aportar vuestras lecturas favoritas.

 

Ah… y ¡Feliz año 2015 cargado de lecturas!

“Cuentos de Detectives Victorianos” selección de Ana Useros. Imprescindible historia de lo detectivesco

cuentosvictorianosEntre los lectores ya son famosas las ediciones de Alba, sobre todo porque se caracterizan por una edición exquisita, de lujo y con un gran cuidado de la traducción realizada. Su sello de identidad es la recuperación de clásicos de todas las lenguas: inglesa, francesa, rusa…  Siempre suelen acertar, pero hay ocasiones en que, directamente, gestan obras de referencia. Podemos hablar en este último caso de la obra que comento a continuación: la antología de “Cuentos de detectives victorianos” que ha seleccionado Ana Useros con la fantástica traducción de Catalina Martín Muñoz.

Esta antología viene a rellenar un hueco fundamental: la evolución cronológica desde sus inicios de la novela de detectives. La introducción de la propia Ana Useros, en unas pocas páginas, nos introduce a la época victoriana:

“Ya es un lugar común precisar lo que llamamos la Inglaterra victoriana, el periodo de tiempo marcado por las fechas del reinado de Victoria (del 20 de junio de 1837 al 22 de enero de 1901), es tan extenso que difícilmente puede caracterizarse de manera homogénea . En cualquier caso, son los años que marcan el declive de la aristocracia como clase dominante y el ascenso de la burguesía a los puestos del poder, la era de la expansión militarista del Imperio británico, del desarrollo de las comunicaciones y el transporte colectivo; la culminación de un proceso por el que el campo pierde su preponderancia como fuente de riqueza y las ciudades adquieren muchos de los rasgos que hoy definen su fisonomía. Todos esos rasgos cristalizan en una imagen que, en puridad, pertenece al victorianismo tardío: una calle de Londres al anochecer, bajo una espesa niebla que apenas logra atravesar la luz de las farolas de gas, en la que coinciden caballeros, obreros y mendigos, damas, dependientas y prostitutas; donde los comerciantes y oficinistas que regresan al hogar tras su jornada de trabajo se mezclan con aristócratas y bohemios que inician su periplo festivo.”

Para, a continuación, unirla indisolublemente a lo literario, en una de las edades de oro de la literatura no solo inglesa sino universal, y al nacimiento del género:

“En esta época victoriana, que coincide con una edad de oro (o dos, o tres…) de la literatura en lengua inglesa, nace la literatura policíaca. Los avatares literarios que acompañan su desarrollo se mezclan y confunden, complementan y reflejan esos cambios sociales, de manera que se produce una coincidencia en el tiempo entre la construcción del universo ficticio de un género y la construcción textual de ese género. “

De esta manera, consigue realizar una síntesis de esta cronología que resulta novedosa, sobre todo porque se cita como precursor a William E. Burton por encima de las historias de Edgar Allan Poe:

“Se pueden trazar historias muy diferentes de la literatura de detectives, según tengamos o no en cuenta esa masa de géneros populares y escritores del montón. Un relato posible y muy extendido hilvanaría únicamente a los autores prestigiosos y, así, el cuento policíaco sería una invención de Edgar Allan Poe en los cuentos protagonizados por auguste dupin (aunque en esta antología, gracias al especialista Michael Syms, que lo rescató, incluimos un genuino precursor del género, “La cámara secreta”, de 1837 de William E. Burton, cuatro años anterior a los crímenes de la calle morgue), continuarían con las apariciones puntuales de los inspectores de Scotland Yard en las crónicas y novelas de Dickens y adquiriría carta de naturaleza con la creación de Sherlock Holmes en 1887. Con posterioridad a los años victorianos haría su entrada el padre Brown de Chesterton y, a partir de ahí, en la década de 1920, el género entraría en una época de plenitud que culminaría en la década siguiente, en su llamada edad de oro.”

Lo que nos llevaría al Detection Club, la edad dorada del relato policíaco de detectives, con su creación de las reglas de las historias de detectives que, desde luego, no siguen estos cuentos, anteriores a esta época. El siguiente texto ejemplifica a la perfección un pequeño resumen de los autores que van a aparecer en el volumen, caracterizados por la variedad sobre todo en cuanto a métodos y personalidades:

“Por supuesto, ningún relato de esta antología, ni siquiera los de Sherlock Holmes, cumple con estas reglas dictadas a posteriori. En todos los relatos seleccionados hay un misterio y hay un detective que lo resuelve. Pero el abanico de personalidades y métodos es muy amplio. Los policías más o menos competentes de los relatos de Dickens, Wilkie Collins o McLevy se mezclan con aficionados entusiastas, como el tierno narrador de detención bajo sospecha. Personalidades excéntricas como el propio Holmes, el príncipe Zaleski o Flaxman detective de lo sobrenatural, conviven con abanderados de la normalidad, como Martín Hewitt o Paul Beck; el extranjero de verbo florido Eugéne Valmont contrasta, con los lacónicos y eficaces profesionales  de los cuentos de William Russell, Fergus Hume y Waters. Tres de ellos están protagonizados por mujeres detectives, para recordarnos que la época victoriana marca también el inicio de la tortuosa emancipación femenina.”

El objetivo de la recopilación es claro:

“Los relatos seleccionados en esta antología perfilan una historia del género y revelan que, en un primer momento, este derivo del interés del público burgués por conocer de primera mano una realidad ajena, semioculta y aterradora, de la mano de los especialistas en su regulación.”

En efecto, a partir de este momento, en estricta ordenación cronológica irán pasando diferentes escritores que han participado en la creación del relato policíaco. Cada uno de ellos tiene una imprescindible introducción que ubica históricamente al autor y al relato escogido además de poner énfasis en los elementos por los que ha sido escogido, pondré algunos ejemplos que sirven para hacerse una idea del inmenso trabajo y del grado de exhaustividad conseguido, un verdadero prodigio:

La elección de Doyle es, por ejemplo, por un tema diferente al que podríamos esperar:

“La aventura del carbunclo azul” de Doyle. Más que tratar de establecer el mejor cuento de Sherlock Holmes, hemos buscado reflejar una característica que le distingue de los demás detectives. Y lo distinto no es (únicamente) la facultad portentosa de deducción, ni la atención a los detalles, ni que el crimen sea intrincado. Lo distintivo es la aparición de un goce que combate el tedio vital, que borra las fronteras entre detective profesional y amateur, la adicción al enigma.”

El goce aplicado a lo detectivesco, el relato sirve perfectamente como paradigma de este rasgo. En el caso del Grant Allen, nos encontramos con uno de los precursores en la elección de una mujer como detective, sobre todo porque se trata de una elección, no está impuesta u obligada por circunstancias. Nos encontramos ante uno de esos momentos que empiezan a definir la emancipación de la mujer en la sociedad:

“La aventura de la anciana cascarrabias” de Grant Allen, es el primer relato de los casos de Lois Caley, y nos presenta a un personaje que entra en ese mundo por el placer de la aventura y que no necesita , como las otras mujeres  detectives de esta antología, un motivo melodramático que excusé su ejercicio de un oficio masculino. Es un retrato de una nueva mujer moviéndose como pez en el agua en una sociedad en cambio profundo.”

No faltan las excentricidades ni el exotismo, como es el caso de del príncipe Zaleski:

“La estirpe de los Orven” de M. P. Shiel, en esta historia de locura heredada, generación tras generación, por una estirpe de sanos y descreídos condes británicos se agudiza el contraste entre el pragmatismo prosaico con el que los ingleses se resignan a lo inevitable y la actitud barroca y filosófica del fatalista Zaleski.”

O el caso de la mujer que rivalizaría con Sherlock Holmes en prácticamente todo:

“El hombre de ojos dementes” de George Robert Sims, Dorcas Dene es una detective profesional, antigua actriz, capaz de seguir e identificar pistas, hacer deducciones rigurosas y disfrazarse convincentemente. Excepto en el uso de la fuerza física rivaliza en todo con Sherlock holmes. Tiene también un cronista admirador, dispuesta a acompañarla y asistirla, en este caso un antiguo empresario teatral.”

Hasta un jugueteo con lo sobrenatural se da cita gracias a la historia que nos traen de E. y H. Heron y su detective de lo paranormal:

“La historia de los españoles de Hammersmith” de E. y H. Heron, Flaxman Low es un detective de lo sobrenatural. Su tarea es identificar a que tipo de fantasma se enfrenta (vampiro, momia, espectro..) y tratar de naturalizarlo. En este oficio combina experiencia, dotes de deducción a partir de las huellas de los fantasmas y siempre hay un enfrentamiento físico con ellos.”

El volumen tiene un excepcional colofón con un relato de Robert Barr que anticipa a Chesterton (por sus características particulares, hasta el título parece de Chesterton) y al Poirot de Christie; una historia llena de inteligencia donde no todo es lo que parece:

“Un selecto círculo de despistados”  de Robert Barr. Su trama prefigura a Chesterton. A Valmont se le considera el precursor de Poirot, pero es un gran personaje por derecho propio, que condensa todos los tópicos sobre Francia: fatuo, frívolo, Gourmet. Con su compañero de aventuras, el inspector Hale, que es a su vez la visión extranjera del típico inglés -rígido, pomposo y algo torpe-, forma un buen dúo cómico. “

Sin lugar a dudas, una obra imprescindible, necesaria para la historia del género policíaco. Con una selección muy cuidada y de gran calidad.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Catalina Martín Muñoz para estos “Cuentos de Detectives Victorianos” selección de Ana Useros en Alba.

“Estampas de caballeretes y de parejitas/Estampas de señoritas”. Reflejo de la sociedad victoriana

estampas-de-caballeretes-y-de-parejitas--estampas-de-senoritas-9788484289708En su maravilloso afán de publicar todo lo que escribió Charles Dickens,  lo último publicado por Alba es ciertamente curioso, es importante conocer la descripción de la editorial que informa sobre la gestación de este “Estampas de caballeretes y de parejitas/Estampas de señoritas”:

“El éxito en 1837 de Estampas de señoritas de William Caswall, un oscuro humorista que escribía con seudónimo, empujó a Charles Dickens a publicar una réplica anónima, Estampas de caballeretes (1838), dedicada a «las señoritas del Reino Unido». En ella acusaba amablemente a Caswall de cierta misoginia y se disponía a ampliar el repertorio al género masculino. En 1840, justo el día de la boda de la reina Victoria (16 de febrero), Dickens continuó el ciclo con Estampas de parejitas, preocupado por el peligro de «superpoblación» que podría acarrear el ejemplo del matrimonio real.”

En el libro en cuestión tenemos recopilados entonces las Estampas de señoritas que escribió en primer lugar Edward Caswall, coetáneo de Dickens, para a continuación poner las Estampas de caballeretes y las de parejitas. Del prefacio de Caswall podemos inferir, en su ironía, una cierta misoginia que desencadenaría la respuesta del segundo:

“A menudo hemos tenido ocasión de lamentar que, aunque en los últimos tiempos se haya consagrado tanto genio a la clasificación de los reinos animal y vegetal, se haya pasado por alto de manera total e inexplicable la clasificación de las señoritas. Y, no obstante, ¿quién dudaría de que esa hermosa parte de la creación ofrece tanta o más variedad que cualquier sistematización de la botánica publicada hasta la fecha? De hecho, la naturaleza parece haber exhibido, aquí más que en ninguna otra de sus obras, su incontrolable tendencia a desarrollarse con absoluta libertad; y, de ese modo, ha diversificado de forma bellísima la especie femenina, no solo en lo que se refiere a su inteligencia y su físico, sino incluso en cosas más importantes como los sombreros, los guantes, los chales y otras partes del vestido no menos interesantes.”

Después del prefacio dedicó varios capítulos a parodiar diferentes mujeres características; un par de ejemplos os pueden servir para haceros una idea, empezando por el de “La señorita poco agraciada”:

“En cualquier vecindario tolerable es seguro que haya cuatro o cinco especímenes de señorita poco agraciada, término con el cual nos referimos no solo a una mera falta de belleza, sino también a la apropiación y posesión, en mayor o menor grado, de cabellos rojizos, ojos saltones, dientes negros, viruela, barba y otros agradables etcéteras, que proporcionan en conjuntos a algunas de nuestras señoritas una patética figura que no es fácil olvidar.”

O el desternillante relato que tiene protagonista “La señorita frugal”:

“Hay un tipo nada infrecuente de señorita al que denominaremos “señorita frugal”. Esta hermandad parece vivir, según nuestras noticias, del aire, y de nada más. Nunca se las ve comer, y aun así son bastante  corpulentas. Hemos visto ejemplares de ochenta y noventa kilos, lo cual no está nada mal para una señorita frugal. En las cenas dejan todo en el plato, después de haber probado un bocadito apenas suficiente para un gorrión. Observad con qué delicadeza sujetan el cuchillo y el tenedor, justo por el extremo del mango, de tal manera que, aunque estuviesen dispuestas a condescender el vulgar hábito de la comida, no podrían levantar más de un gramo de peso.”

Hay que reconocer que Caswall se desenvuelve en la descripción de las mujeres tipo y tenía una chispa de humor considerable, algunos de los retratos se convierten en una sucesión de gags a cual más tronchante que nos llevan a la sonrisa y hasta la carcajada. Adolece de originalidad en los planteamientos literarios pero desde luego te hace pasar un buen rato.

Dickens, sin perder de vista la posibilidad humorística, fue más allá, buscó, como suele ser habitual en él más niveles de lectura; gracias a Caswall planeó la verdadera caracterización de una sociedad como la victoriana, completando su visión pero con su inigualable estilo,; solo tenemos que ver el comienzo de su relato de “El caballerete con inquietudes políticas”, modelado como un cuento de hadas:

“Érase una vez –no cuando los animales hablaban y los burros volaban, sino en un período más reciente de nuestra historia- un lugar donde era costumbre no hablar de política cuando había señoras presentes. Si dicha costumbre hubiese perdurado, no habríamos podido dedicar un capítulo a los caballeretes con inquietudes políticas, pues las señoritas no habrían sabido qué tipo de monstruo es un caballerete de inquietudes políticas. Pero, como esta buena costumbre, al igual que tantas otras, se ha “perdido” y nadie sabe cuándo volveremos a encontrarla, y, dado que las señoritas aficionadas a la política no son precisamente raras, y que los caballeretes con inquietudes políticas son cualquier cosa menos escasos, nos vemos obligados, en el estricto ejercicio de nuestro más responsable deber, a no descuidar esa división natural de nuestro objeto de estudio”.

Recurso que no utilizará más en esta recopilación; al contrario, para describir “La pareja que se lleva la contraria” lo hace a través de un diálogo de lo más ocurrente:

“La pareja que se lleva la contraria no se pone de acuerdo en nada que no sea llevar la contraria.

[…]

-Es increíble que me lleves así la contraria, Charlotte –dice.

-¿Llevarte la contraria? –Exclama la dama-. ¡Qué típico de ti!

-¿El qué? –pregunta bruscamente el caballero.

-Pues afirmar que te llevo la contraria –responde la dama.

-¿Es que vas a decir que no me llevas la contraria? –replica el caballero-. ¿Qué no llevas todo el día llevándome la contraria? ¿Vas a negarlo?

-No niego nada –le contradice la dama sin inmutarse-, pero por supuesto te llevaré la contraria si te equivocas.”

La capacidad creativa de un Dickens efervescente, el de los primeros años, no tiene parangón; humor, caracterización de la sociedad, impulso social, estilo inconmensurable. Todo está unido en uno de los más grandes de la literatura universal.

Mención especial las magníficas ilustraciones/grabados de la época del ya conocido Phiz, contemporáneo de los dos escritores victorianos. Una verdadera delicia visual. El aderezo necesario para pasar un rato más que entretenido.

Traducción del inglés de Miguel Temprano García para esta edición de “Estampas de caballeretes y de parejitas/Estampas de señoritas” de Charles Dickens y Edward Caswall para Alba Clásica.

“Escenas de la vida de Londres” de Dickens. Lo cotidiano como expresión de grandeza literaria

Escenas_de_la_vida_de_Londres_por__(313)La lectura de “Escenas de la vida de Londres por “Boz” de Charles Dickens me lleva  a este post que escribí hace poco tiempo sobre el Dickens primerizo; bien podría haber aparecido en ese momento ya que, en esta recopilación de Abada Editores, nos encontramos veinticinco esbozos que puede ser la recopilación más completa traducida por estos lares. En el prólogo de esta fantástica edición de Miguel Ángel Martínez-Cabeza queda bien claro lo que nos podemos encontrar:

“El Londres de los Esbozos es el de los aprendices y oficinistas, de los juzgados y los periódicos, de las crónicas parlamentarias y las cenas benéficas, de los teatros, la feria de Greenwich y el circo de Astley, de los jardines públicos y de las licorerías, de los viejos coches de punto y los nuevos ómnibus. Los cinco primeros esbozos urbanos, “Los ómnibus”, “Las tiendas y los comerciantes”, “Los tribunales de justicia”, “Las casas de empeño y las tiendas de efectos navales” y “Los caballeros venidos a menos”, representarían algo nuevo en las descripciones de Londres. Ensayistas como Charles Lamb, Leigh Hunt y Washington Irving habían escrito con espíritu romántico sobre los rincones pintorescos de la ciudad; Pierce Egan en su popular Life in London (1820) había llevado a los lectores por los locales nocturnos de una forma estilizada; pero serían las dotes de observación y atención al detalle lo que permitiría a Boz reflejar las escenas de la vida diaria londinense y los hábitos de las clases menos favorecidas con asombrosa fidelidad.”

Es más que patente el reflejo de lo cotidiano gracias al realismo de descripciones, más cercano gracias a la reproducción del habla de la calle, ese cockney que causa quebraderos de cabeza en la traducción; pero lo mejor de todo es que nos encontramos al Dickens más creativo sin perder de vista las características que le harán grande, bien lo dice Miguel Ángel:

“En los Esbozos es fácil encontrar elementos que más tarde definirían el sello “dickensiano”: las situaciones absurdas, la disparidad entre los pensamientos y las acciones, o el conflicto entre la conducta natural y las convenciones sociales. Sin embargo el material del que parten –excluyendo los cuentos- viene dado por la realidad.”

En una descripción de una escena diaria podemos comprobar el estilo del escritor inglés, en plena efervescencia; tiene la maravillosa virtud de hacernos partícipe del momento; como si estuviéramos viendo la acción, cargada de elementos que suceden habitualmente, todos los días:

“Chicos de los recados con sombreros más grandes que ellos, convertidos en hombres antes de ser niños, pasan de prisa en parejas con su primer frac bien cepillado y los pantalones blancos del domingo pasado profundamente manchados de polvo y tinta. Por supuesto requiere un considerable esfuerzo mental evitar invertir parte del dinero para la comida del día en la compra de tartas rancias expuestas tentadoramente en latas empolvadas a las puertas de las pastelerías; sin embargo, la conciencia de sentirse importantes y la paga de siete chelines a la semana con la expectativa de un rápido aumento a ocho viene en su auxilio y en consecuencia inclinan sus sombreros un poco más hacia un lado y miran bajo las tocas de todas las modistillas de los sombrereros y fabricantes de corsés -¡pobres chicas!- a quienes mientras más trabajan peor les pagan, y que muy a menudo son la clase más explotada de la sociedad.” (“Las calles de día”).

Cada momento tiene su magia inherente, a pesar de estar describiendo acciones que no pasan de ser el día a día de una gran ciudad, con su aparente monotonía, hasta se puede escribir sobre el transporte público sin ser aburrido; los coches de día y los ómnibus se vuelven familiares gracias al humor de Dickens:

“Generalmente se admite que el transporte público proporciona un vasto campo para la observación y el entretenimiento. De todos los transportes públicos que se han inventado desde los tiempos del Arca de Noé –pensamos que ese es el más antiguo del que se tiene constancia- hasta la actualidad, me quedo con el ómnibus.” (“Los ómnibus”).

Buena cuenta de su capacidad humorística se pone de relieve en algo tan aparentemente falto de interés como una crónica parlamentaria; así en “Un esbozo parlamentario” el prólogo es muy sintomático de esta virtud, además de utilizar la exhortación directa al lector como recurso para aumentar la involucración:

“Esperamos que nuestros lectores no se alarmen por lo ominoso del título. Les aseguramos que no vamos a tratar de política ni tenemos la más ligera intención de ser más aburridos que de costumbre –si podemos evitarlo-. Se nos ha ocurrido que un esbozo superficial del aspecto general de “la Cámara” y las multitudes que acuden a ella la noche de un debate importante daría lugar a algún entretenimiento.”

Según avanzamos en su lectura comprobamos que, en efecto, su sátira es aún más ejemplarizante y cómica al mismo tiempo:

“El espacio principal de la Cámara y las galerías laterales están llenos de parlamentarios, unos con las piernas sobre el asiento de delante, otros con las piernas estiradas por completo en el suelo, unos saliendo, otros entrando, todos hablando, riendo, ganduleando, tosiendo, gritando de asombro preguntando o gruñendo, presentando un conglomerado de ruido y confusión imposible de encontrar en ningún otro lugar, ni tan siquiera con las excepciones de Smithfield en día de mercado o una pelea de gallos en su apogeo.”

Solamente por el proverbial esbozo “Una visita a Newgate” esta recopilación valdría la pena; prodigio de estilo y manejo de la estructura más arriesgada a medio camino del realismo más lírico sin dejar de ser social:

“La chica pertenecía a una clase –por desgracia tan extendida- cuya misma existencia debería hacer sangrar los corazones. Apenas pasada la infancia, no hacía falta más que una ojeada para descubrir que era una de esas criaturas nacidas y criadas en el abandono y el vicio, que jamás han conocido lo que es la niñez, a las que nunca se les ha enseñado a amar ni buscar la sonrisa de los padres, o temer su ceño fruncido. Los mil cariños de la infancia, su alegría e inocencia les son todos desconocidos. Han entrado en seguida en las duras responsabilidades y penurias de la vida, y después es casi inútil apelar a su mejor naturaleza con las referencias que despiertan, aunque sea solo durante un instante, algún buen sentimiento en el pecho de cualquiera, por más corrupto que haya llegado a estar.”

Red Christmas giftEntrando por momentos en el territorio del sueño para volver a la crónica:

“Sigue un periodo de inconsciencia. Se despierta, aterido y consternado. La mortecina luz gris de la mañana se cuela en la celda y cae sobre la figura del carcelero de guardia. Confuso por los sueños, salta del camastro dudando por un instante. Pero solo es un instante. Todos y cada uno de los objetos de la estrecha celda son demasiado terriblemente reales como para dar lugar a duda o error. Vuelve a ser el reo condenado de nuevo, culpable y desesperado; y en dos horas más estará muerto.”

Todo ello acompañado, además, por los magníficos grabados de la época de George CruikShank, que componen una indisoluble unión de mucha calidad.

Los textos provienen de la traducción y edición de Miguel Ángel Martínez-Cabeza para Abada Editores.

Bis Dickensiano: “La navidad cuando dejamos de ser niños” es una recopilación de cuentos navideños, o que se relacionan con lo navideño y que el mismo Dickens escribió entre 1851 y 1853, ya alejado de sus cuentos más conocidos. Tanto el cuento homónimo como los otros cuatro guardan una calidad media que  nos retrotraen a esa época a la que tanto valor daba el británico. Especialmente hermoso resulta “El cuento del pariente pobre” donde juega nuevamente con la imaginación como elemento alienador a la hora de sobrevivir:

“Ese es mi castillo, y esas son las circunstancias reales de vida allí. A veces llevo al pequeño Frank conmigo. Mis nietos lo reciben con alegría, y juegan juntos. En esta época del año, Navidad y Año Nuevo, rara vez salgo de mi Castillo. Pues los recuerdos de estos días parecen retenerme allí, y sus preceptos parecen enseñarme que es bueno estar en él.

-Y el castillo está… -empezó a decir la voz grave y armoniosa de uno de los presentes. […]

-¡Mi castillo está en el aire! He llegado al final. ¿Tendría la amabilidad de contar su historia el siguiente?”

El verdadero valor de la Navidad tal y como entendía Dickens tenía que ver con lo social, con el amor fraterno, sobre todo de los que no están en buenas relaciones:

“Nuestra marcha, la de los más orgullosos lleva el camino polvoriento por el que ellos avanzan. ¡Ay! Acordémonos de ellos este año al calor del fuego navideño, y no los olvidemos cuando este se extinga.”

cover silverman.cdrTextos de la traducción de Marta Salís de “La Navidad cuando dejamos de ser niños” para Alba Brevis

Segundo Bis Dickensiano: “La declaración de George Silverman”, cuento corto de un Dickens ya en su madurez que nos trae la curiosa historia de uno de esos pequeños inadaptados, un relato de formación que comienza en la nada más absoluta:

“Hasta entonces no había tenido la más ligera idea de lo que era el deber. Tampoco había tenido conocimiento de que existiera nada hermoso en esta vida. Cuando en alguna ocasión había trepado por las escaleras del sótano hasta la calle y había mirado los escaparates, lo había hecho sin un ánimo superior al que le suponemos a un cachorro sarnoso o a un lobezno. Igual que nunca había estado a solas, en el sentido de mantener una conversación altruista conmigo mismo. Muy a menudo estaba solo, pero nada más.”

Y que avanza a través de la vida eclesiástica:

“Al saberme incapacitado para la ruidosa agitación de la vida social, pero creyéndome cualificado para cumplir mi deber de una forma ponderada, aunque con esfuerzo, en el caso de obtener algún nombramiento poco importante en la Iglesia, me dediqué a la carrera eclesiástica.”

Descubriendo igualmente lo malo que puede ser todo, pero encontrando también amor en un camino lleno de dolor; una pequeña gran historia aderezada con las iconoclastas y vivaces ilustraciones de Ricardo Cavolo.

Los textos son de la traducción de Elena García Paredes para esta edición de Periférica

“Las dos Señoras Abbott” de D. E. Stevenson. El costumbrismo británico.

las-dos-senoras-abbott-9788484289685Después de leer el segundo libro de D.E. Stevenson, que continuaba las peripecias narradas en el fabuloso “El libro de la señorita Buncle”, no voy a esconder que no guardaba muchas esperanzas con este tercero. “El matrimonio de la señorita Buncle” olvidaba toda la parte literaria que supuso una mezcla deliciosa de ficción-realidad del primer libro, mucha metaliteratura que ayudaba a la comedia y representaba una crítica al proceso de edición-publicación de novelas, para centrarse más en las relaciones de la protagonista con su futuro marido y con el resto de habitantes. La mezcla por momentos se quedaba a medio camino, perdiendo parte del humor que la caracterizaba.

En este, “Las dos Señoras Abbott”, volvemos a tener como centro  a la protagonista de los dos anteriores, ahora convertida en Bárbara Abbott, ya con dos hijos, cuando se encuentra con una amiga de su antiguo pueblo:

“La primera impresión de Sarah fue que su antigua amiga había cambiado mucho, pero al cabo de unos minutos se dijo que “cambiado” no era la palabra exacta. Bárbara se había desarrollado, eso era. Seguía siendo tan natural como siempre, se interesaba por los demás y poco por sí misma; y tan humilde y sincera como el primer día también. Había engordado un poquito, desde luego, vestía mejor y se comportaba con mayor seguridad… Pero eran unos cambios meramente superficiales. Le dio tiempo a advertir todas esas cosas mientras Bárbara intentaba convencer a su hijo, y finalmente lo convencía, de que se marchara por las buenas a cambio de una galleta de chocolate.”

Lo bueno de esta entrega es que, gracias a la presentación de nuevos personajes Stevenson consigue, prácticamente, una novela coral; descentraliza la atención de Bárbara sin perderla de vista y vuelve a presentarnos a una escritora nueva (Janetta) con el ansia de demostrar la calidad de su obra por encima de la simple literatura comercial. La hermana y mánager de Janetta, Helen, no querrá salir fácilmente de esta situación tan cómoda para ella:

“-Es una novela -dijo -Helen en tono tranquilizador.

-Quiero escribir algo sobre personas de la vida real -dijo Janetta. Le sorprendió oírse decir eso, porque no lo había pensado hasta ese momento, pero su sorpresa no fue nada comparada con el pasmo y la consternación que tan sencillas palabras causaron en su hermana.”

De hecho, intentará convencer al marido de la Bárbara para conseguir que esta escritora vuelva a ponerse a escribir las obras que hacía anteriormente con resultado adverso:

“El señor Abbott no respondió. Por supuesto, comprendía que por la editorial y por su socio, estaba obligado a hacer cuanto estuviera en su mano para que Janetta volviera al trabajo, pero le iba a costar un gran esfuerzo, porque no le gustaban sus novelas. No le gustaban nada. Había encontrado una definición (muy convincente para él) del último producto de su pluma: puro cartón piedra.”

El propio señor Abbott se da cuenta de que este tipo de literatura es más bien “cartón piedra”, nombre que podemos aplicar perfectamente a muchas de las novedades que salen actualmente…

El relato costumbrista de los vecinos del pueblo de las dos señoras Abbott funciona a la perfección: además de la trama literaria que servirá de trasfondo para reflexionar sobre la construcción de la identidad de uno mismo y sobre todo lo relacionado con la literatura; se suman una serie de subtramas que le sirven para relacionar a los personajes, según sus costumbres e interacciones con el resto de habitantes de la población, consiguiendo por momentos , alguna situación brillantísima que me sacó las carcajadas como todo lo relacionado con la búsqueda (delirante) del espía o los soldados alojados en la casa.

No falta la trama amorosa, pero, afortunadamente, se olvida de los lugares comunes:

“No tenía por qué preocuparme de Cyril ni de Edward y compañía. A ninguno de ellos se le ocurrió declararse en la sala de espera del dentista. Ni se me había ocurrido a mí, por cierto. La verdad es que no me declaré, a menos que se considere que enarcar las cejas es una declaración de amor, ¿verdad? -le preguntó al niño de piedra-. ¿A ti te parece que eso puede considerarse una declaración? Es muy importante, la verdad.

El Niño de piedra no respondió.

-Bueno, es igual -dijo Archie -. No me extraña que no puedas responderme de buenas a primeras. Piénsalo y después me lo dices.”

En su afán de declararse de una forma distinta a la de los libros de la escritora  que ya conocía, la localización es, ciertamente, poco común y la respuesta a la declaración se caracteriza por la sutileza.

Nueva muestra de ese subgénero costumbrista que tan bien han cultivado los británicos y tantas alegrías nos dan autoras como Stevenson, Gibbons o Mitford… pequeñas delicias para disfrutar sin complejos.

Los textos vienen de la traducción del inglés de Concha Cardeñoso Sáenz de Miera de “Las dos señoras Abbott” de D. E. Stevenson en el sello Rara Avis de Alba.

“Harriet” de Elizabeth Jenkins

harriet-9788484288909Habitualmente solemos conmocionarnos con el malvado de turno, sin embargo, ¿qué hacemos cuando nos encontramos a cuatro protagonistas que encarnan un mal sin fisuras? ¿Sin posibilidad de redención de ningún tipo? ¿Sin finales edulcorados? Esa es la sensación que te queda tras leer lo que parece una simple trama victoriana del típico cazarrecompensas que busca casarse con una rica heredera para solucionar su vida, el eje argumental de la novela “Harriet” de la inglesa Elizabeth Jenkins que nos trae en su fantástico sello Rara Avis Alba, del que he hablado varias veces ya en este blog.

El personaje con aviesas intenciones se caracteriza por su falta de pudor y su amoralidad inherente, capaz de subyugar a la protagonista Harriet, Lewis de muestra su poder, reflejo de la sociedad patriarcal:

“No se había esforzado en ver a Harriet, porque jamás dudo de la grandísima influencia que tenía sobre ella, y sabía que lo único que tenía que hacer, a su debido tiempo, era completar los detalles prácticos del proyecto. Su falta de pudor era inimaginable y estaba plenamente convencido de que dominaba la situación.”

Lo terrorífico es que él solo no se basta para urdir una trama, un proyecto que le llevará a intentar apoderarse de la herencia de Harriet; Lewis se valdrá de Alice, su amante, además de su hermano Patrick y la esposa de este Elizabeth, ninguno de ellos le va a la zaga, por ejemplo tenemos el caso de Alice:

“Quien se atreviera a amenazarla no sólo era un obstáculo que había que sortear a toda costa, era un enemigo íntimo que le causaba consternación y horror. Cualquier manifestación del sufrimiento de Harriet o cualquier compasión que le demostrara tenían como consecuencia que Alice se concentrase en oponerse con todas sus fuerzas. “

Lewis y sus conspiradores se refugian en un submundo paralelo donde creen que todo lo que hacen es correcto y consideran además que el resto no les entiende:

“No atenazaba a Lewis ninguna sensación de culpa y tampoco estaba en pugna con sus remordimientos. (…) Despreciaba a los clérigos, a las ancianas y a cualquiera que fuese un obstáculo para su paz, pero temía y odiaba las fuerzas de la censura pública que estos individuos representaban. Tenía la impresión de que el mundo entero le era hostil y se sentía maltratado, pues sabía que sus críticas serían bastante más duras de lo que merecía.”

Mentir se convierte casi en el menor de sus pecados, teniendo en cuenta el alcance de lo que realizarán (y que no pienso comentar para desvelar sorpresas) debido a tener una conciencia totalmente desviada:

“No sólo era conveniente sino justo mentir a la señora Ogilvy. Si esta se hubiera enterado de que su hija estaba encerrada, habría puesto el grito en el cielos, se habría equivocado del todo al juzgar la situación desde su limitado punto de vista. Con el beneplácito de su propia conciencia, Elizabeth se sirvió de toda su capacidad de engaño y resistencia para proteger algo que estaba plenamente justificado: no le cabía la menor duda.”

De hecho, lo que destapará lo sucedido será precisamente esta conciencia errónea y la falta de imparcialidad, no tener a alguien desde el exterior que les ponga en objetividad con lo que en realidad está sucediendo, su realidad es alternativa y desvirtuada, un círculo vicioso de malignidad:

“Estaban tan alterados que casi olvidaron la sensación de peligro. Todo era sencillísimo, su solidaridad inquebrantable frente a un mundo que nada tenía que ver con ellos ni con sus intereses, un mundo por tanto de orden inferior que no tenía en cuenta sus derechos, y esto les infundía una confianza y un valor muy profundos.”

Al final, la impresión, a pesar de la relativa justicia es la de desolación por haber evitado lo que sucedió; más doloroso resulta teniendo en cuenta que es un hecho que sucedió realmente. El hombre es el verdadero enemigo del hombre; es capaz de cualquier cosa y, además, buscar una justificación que le valga para hacerlo.  Qué terrorífico.

Muy buena obra que, en su momento, le arrebató algún premio al fabuloso “Un puñado de polvo” del grandísimo Waugh y que nos sirve para descubrir a esta buena escritora.

Los textos provienen de la traducción del inglés de “Harriet” de Elizabeth Jenkins por Catalina Martinez Muñoz para esta edición de Alba.

“El matrimonio de la señorita Buncle” de D.E. Stevenson

el-matrimonio-de-la-senorita-buncleHace prácticamente un año de la publicación del fabuloso “El libro de la señorita Buncle” que comenté por aquí  y que estuvo en mi selección de lo mejor del año más que merecidamente por la sabia mezcla de comedia de costumbres, sátira sobre el mundo editorial y todo lo que lleva a su alrededor y las fronteras “difusas” entre realidad y ficción. Era una delicia, no os voy a engañar, y sigo recomendándolo a los cuatro vientos.

Pues bien, al final el libro, poco a poco, ha tenido tal éxito que vemos ahora la segunda parte, “El matrimonio de la señorita Buncle”, publicado nuevamente por el interesantísimo sello Rara Avis de Alba.

Tal y como sugiere el título, el estatus quo de nuestra singular protagonista ha cambiado, y mucho; pero, sin embargo, ella permanece tal y como la conocimos, tan encantadora, humilde y divertida: 

“[…] cuando la pura verdad era que seguía siendo Bárbara: una niña feúcha y torpe. Tenía el mismo cuerpo (ahora era más alta, pero el cuerpo era el mismo sin la menor duda, hasta la misteriosa marca marrón del muslo derecho, que parecía un ratoncito. Nunca se la había visto nadie, eso seguro, pero seguía ahí: la prueba visible de que seguía siendo la misma de siempre: Bárbara Buncle, solo eso). Su pelo tenía tan poca gracia como siempre (aunque ahora era un poco más soportable gracias a un ondulado permanente) y las personas “brillantes” la asustaban igual que antes, y los relámpagos, y los perros grandes, y los dentistas, y tenía el mismo valor de siempre para sobrellevar sus miedos sin decir una palabra. Y por último, aunque no menos importante, le gustaban las mismas cosas de siempre –los helados, los pasteles, los bollos con mucha mantequilla- y le encantaba salir por la noche cuando brillaban las estrellas, como siempre y acostarse tarde y desayunar en la cama. Estaba segura de que un día alguien descubriría que era una impostora en el mundo de los adultos.”

No solo cambia su estatus, también se trasladan a un nuevo sitio, “Wandlebury” que D.E. Stevenson refleja con todo lujo de detalles, espléndido el relato costumbrista de esos pequeños pueblos ingleses, tanto en lo pintoresco y geográfico como en el retrato de sus personajes:

“La idiosincrasia de las ciudades y pueblos ingleses es tan variada como la de una prima donna. Unos se esconden en medio de un bosque o se agazapan detrás de unos montes y asaltan de pronto al automovilista al doblar una curva de la carretera; otros se alzan en la cima de una colina, con los tejados y las agujas apuntando al cielo para que los vea todo el mundo. Y aun otros dormitan en una llanura y el viajero los divisa a lo lejos, desde kilómetros de distancia; van haciéndose cada vez más grandes: al principio parecen de juguete y, a medida que el viajero se acerca, se vuelven de tamaño real. Unas ciudades despliegan por los alrededores lujosas barriadas residenciales de casas de campo y chalets muy nuevos y ordenados; otras, hileras largas de casitas para los obreros, donde los niños juegan cerca de las puertas.”

“La verdad es que la gente es rarísima –pensó-, la de Wandlebury lo es, la de Silverstream también, a su manera. Supongo –siguió pensando-, supongo que no hay nadie normal en el mundo, en ninguna parte.”

Cualidades estas que corroboran el buen hacer del primer libro y que nos acercan a ese retrato de la campiña inglesa de principios del siglo XX de la que tan buenas muestras tenemos (Gibbons, Mitford, ….). Desde ese punto de vista la novela se sostiene muy bien; la trama, en esta ocasión y este nuevo lugar, tiene que ver con sus divertidos protagonistas y sobre la posibilidad de recibir una herencia o no según unas cláusulas ciertamente curiosas;  en cuanto a la idea, ciertamente, funciona, mantiene la el grado de interés desde el principio hasta la recta final sin que casi te des cuenta.

Sin embargo, lo que hacía especial a la anterior novela, en esta, pasa muy de puntillas. Me refiero, como comenté al principio, a la sátira editorial y a los juegos metaliterarios entre lo que era real o no del libro que la señorita Buncle escribió; se comenta lo siguiente con respecto al humor de Buncle:

“La diferencia era tan sutil que nadie más la habría detectado, es decir: nadie que no conociera a Bárbara sería capaz de detectarla. La diferencia consistía solo en lo siguiente: en los otros libros, Bárbara resultaba divertida sin saberlo, pero en el nuevo, sabía cuándo lo era.”

“El humor de Del Dicho al Hecho… no perdía gracia por ser consciente: al contrario, a Arthur le parecía que ganaba mucho.”

No voy a negar este esfuerzo consciente, pero sigo pensando que los mejores momentos humorísticos se producen, precisamente, cuando escribe el libro basándose en lo que está sucediendo en el pueblo y los juegos que surgen relacionados con él. Desgraciadamente, en esta ocasión, es una subtrama adicional, mientras que en el otro era la trama principal.

De todos modos, el resultado es muy aceptable, de un nivel mayor que la media. Un entretenimiento de calidad y que disfrutará la mayoría de la gente que vaya a por él.

Textos de la traducción del inglés de Concha Cardeñoso Sáenz de Miera para esta edición de “El matrimonio de la señorita Buncle”.

“Pioneros de la ciencia ficción rusa” por varios autores

pioneros-de-la-ciencia-ficcion-rusa-9788484288282Nos estamos acostumbrados a que el sello Rara Avis de Alba nos sorprenda más que gratamente como ya ocurrió con “La formación de la marquesa” de Frances Hodgson Burnett  y con “El libro de la señorita Buncle” de D.E. Stevenson.

En esta ocasión se ha encargado de seleccionar textos de cuatro autores rusos, pioneros en el campo de la ciencia ficción; esta edición y selección inconmensurable, además de la traducción, corren a cuenta de Alberto Pérez Vivas. Los elegidos, a cuál mejor, han sido los siguientes:

Alekséi N. Apujtin (1840-1893), gran amigo de Chaikovkski, no escribió principalmente ciencia ficción, más bien poesía, por lo tanto su relato “Entre la vida y la muerte” (1892) es bastante atípico en su producción literaria.

Se trata de un relato desde la muerte, novedoso por estar narrado desde el punto de vista de un recién fallecido, que satiriza lo que rodea la muerte y la actitud de los demás ante ella: “Mi esposa, sin lugar a dudas, estaba terriblemente afligida por mi fallecimiento; no obstante, en cualquier demostración pública de dolor está presente invariablemente cierta dosis de teatralidad, que rara vez hay quien pueda evitar. Incluso la persona más sincera en su desconsuelo no puede apartar la idea de que otros la están mirando.”

Pero al mismo tiempo se convierte en un alegato optimista, de canto a la vida: “¡Oh, si pudiera vivir! ¡Si pudiera ver las caras de la gente, escuchar las voces humanas, poder relacionarme de nuevo con personas de todo tipo… buenas y malas! ¿Acaso hay en el mundo sujetos que sean del todo indeseables? Si recordamos las severas condiciones de indefensión e ignorancia en torno a las cuales gira la vida del hombre, entonces, debemos admirarnos de que pueda existir gente honrada en el mundo.”

El gran final se convierte en una paradoja que resulta muy satisfactoria y que nos rompe los esquemas a pesar de que podamos preverlo.

El segundo de los seleccionados es Porfiri P. Infántiev (1860-1913), curiosamente “En otro planeta” (1896), el texto escogido es también una isla en su labor periodística muy alejada del género. Sin embargo, la obra se caracteriza por su clarividencia a la hora de adelantarse a inventos posteriores como el DVD, el cd, el gps, la grabación musical, el playback, etc… a la hora de representar, novedosamente en su momento, una sociedad ambientada en Marte a través de una premisa sencillamente aplastante en su simplicidad:

“Es cierto que mi cuerpo permanece aquí en la Tierra, pero mi conciencia, lo que constituye mi propio yo, se transporta completamente al planeta Marte, y además no adoptando una forma tangible o inmaterial –con lo cual no podría percibir la naturaleza física del planeta-, sino que mi yo se traslada a otra forma corporal, al cuerpo de uno de los habitantes de aquel planeta.”

Qué mejor que hacer traspaso de conciencias con otro planeta para poder vivir la experiencia de estar en él; aunque al trasladarte te encuentres con que el aspecto de los marcianos no es el que esperabas:

“Imagínense una especie de enorme sapo, con una cabeza como de pájaro de tamaño imponente, sobre un cuello rechoncho y fuerte. En medio de su ancha frente, en su parte inferior, brillaba un único, esférico y voluminoso ojo, dirigido fijamente hacia mí. Justo debajo, le salían unos labios prominentes, blandos y alargados como su ancho pico, con una gruesa lengua en su interior.”

Es indudable que se exprimió la imaginación para resultar lo suficientemente gráfico y lo consigue con creces; es interesante comprobar igualmente las ansias utópicas del ruso a la hora de reflejar lo que debería ser un sistema educativo correcto.

“Estas escuelas-residencia se encuentran en cualquier lugar con un entorno de cierto valor paisajístico, frecuentemente a la orilla del mar. En ellas la vida de los niños transcurre entre juegos, entretenimientos y diversiones. Pero, al mismo tiempo que se les enseña a hacer corros, canto, baile, gimnasia, etc., aprenden de forma amena y casi sin darse cuenta a leer, escribir, las primeras nociones de matemáticas y también conceptos básicos de historia universal, geografía, astronomía… El sistema educativo marciano está pensado de forma que el niño no tiene necesidad alguna de forzar su memoria y agotar su concentración.”

De ahí que la historia resulte educativa, a la par que entretenida; un gran relato que refleja un mundo utópico donde subyacen temas como el respeto al otro a pesar de ser distinto y la valoración individual de la persona en una sociedad.

Del tercero de ellos Valeri Y. Briusov  (1873-1924), se puede decir que fue un prolífico escritor además de versátil y cultivó casi todos los géneros: la poesía, la novela, la dramaturgia, etc, y ejerció tanto de crítico como historiador. Es del único del que se han seleccionado dos cuentos: “La montaña de la Estrella” (1899) y “La República de la Cruz del Sur” (1905). En el primero se refleja el nacimiento y caída, el apocalipsis de una sociedad extraña, extraterrestre, donde las dicotomías se reflejan en todo su esplendor con un relato que no tiene nada que envidar a los relatos de sociedades futuras; increíblemente, no fue publicado hasta 1975. Mi favorito, sin embargo, es el segundo:

El motivo es porque podemos estar hablando de la primera historia de zombis del siglo XX; parte de una base científica:

“La enfermedad adquirió tal denominación, porque los afectados por ella continuamente actúan de forma contraria a sus propios deseos, queriendo una cosa pero diciendo y haciendo otra. (El nombre científico es mania contradicens) Suele comenzar con una débil sintomatología, principalmente en forma de singular afasia. El enfermo dice “no” en vez de “sí”; cuando quiere dirigir a alguien unas palabras agradables, acaba cubriéndolo de improperios, etc. […] Con la progresión de la enfermedad, esas contradicciones acaban adueñándose de la vida física y espiritual del sujeto, y son innumerables las variantes de acuerdo con las peculiaridades individuales de cada uno.”

Es memorable sin embargo lo que desencadena a partir de esta aparente nimiedad, esas variantes peculiares a cada individuo que nos llevan a un final descarnado, pródigo en detalles escabrosos pero brutal en su concepción: “En esos días la Ciudad de las Estrellas era una enorme caja negra, donde algunos miles de criaturas pseudohumanas habían sido arrojadas al hedor de cientos de miles de cadáveres putrefactos; un lugar donde no quedaba nadie entre los vivos que fuera realmente consciente de su situación. Una ciudad de locos, un gigantesco manicomio, el más grande y repulsivo Caos que haya conocido nunca la humanidad.”

Desde luego, es una pequeña delicia para los amantes del terror que justifica, él solo, la existencia de esta antología.

Para acabar, tenemos a Serguéi R. Mintslov (1870-1933), que realizó sobre todo estudios autobiográficos y destacó con sus novelas históricas,; sin embargo, jugó con estudios científico-técnicos que propiciaron sus relatos de ciencia ficción; es paradigmático de estos últimos este  “El misterio de las paredes” (1906) con la fantástica premisa que supone la invención de un artefacto que sirve para ver y oír lo que ocurrió en el pasado de un edificio antiguo a través de sus paredes; la descripción siguiente está cargada de lirismo:

“Habían asimilado el pasado que tuvieron ante sí: en sus piedras sin vida, en el cobre, la madera, el hierro, en todas partes habían quedado atrapados discursos y sombras de las gentes que en un tiempo vivieron allí. Por eso enmudecemos en los edificios antiguos: irradian energías, sentimos su pasado, agazapados en uno u otro de sus rincones.”

En conclusión, una imprescindible antología que todo buen amante de la ciencia ficción y de la literatura de género paladeará con fruición. Una sorpresa de este año y que entra, sin haberlo pensado antes, en este Monográfico de Literatura de Género.

“La formación de una marquesa” de Frances Hodgson Burnett

la-formacion-de-una-marquesaFrances Hodgson Burnett  (1849-1924) fue una escritora que nació en Gran Bretaña aunque luego se trasladó a Estados Unidos. Alba, a través de su sello Rara Avis nos ha traído “La formación de una marquesa”, que consta de dos partes, aunque inicialmente se publicaron separadas en el mismo año 1901, ahora se publican conjuntamente; estas dos partes son “La formación de una marquesa” y “Los métodos de Lady Walderhurst”.

En esa primera parte asistimos a uno de esos relatos típicos de época que tanto se popularizó y dio tantas buenas muestras de saber hacer, solo hay que recordar los casos de Stella Gibbons o Nancy Mitford; en el que una muchacha de origen humilde busca solucionar su vida casándose con un rico heredero que haga que todo sea más fácil, aunque ni siquiera se lo proponga, pero con la ayuda inestimable de una madre esforzada: 

“A veces, cuando hablaba con la muchacha, miraba a Lord Walderhurst con impaciencia. Una madre inquieta apenas podría haberlo observado con mayor deseo de analizar sus sentimientos. Harían una pareja estupenda. Él sería un excelente marido. Y tenía tres casas, y magníficas joyas. Lady Maria le había hablado de cierta tiara de diamantes que con frecuencia imaginaba refulgiendo en la exquisita frente de Agatha. A ella le quedaría infinitamente mejor que a la señorita Brooke o a la señora Ralph, que nunca la lucirían con espíritu.”

A pesar de resultar más convencional, la narración es sutil, clásica, modélica, ágil a pesar de no descuidar la forma más bien lírica de ciertos momentos. Sin embargo, esta convencionalidad desaparece al avanzar en la magnífica segunda parte. La aparición de Alec Osborn, el posible heredero que se ve perjudicado por la aparición de la nueva marquesa y su exótica esposa desencadenan momentos de  una mala leche excepcional y muy alejados del típico relato decimonónico, solo hay que comprobar el momento en el que el tal Osborn se entera del matrimonio de Lord Walderhurst con la inocente y bondadosa Emily Fox Seton:

“Cuando recibió la noticia, Alec Osborn se encerró en sus habitaciones y estuvo blasfemando hasta que se le amorató la cara y corrieron sobre ella gruesas gotas de sudor. Era la maldita y negra suerte; y la maldita y negra suerte merecía negras maldiciones. Lo que los muebles de la habitación del bungaló oyeron fue bastante tremebundo, pero el capitán Osborn creía que la ocasión lo requería.”

Enervante le resulta al heredero la sola presencia de Emily, marquesa de Walderhurst que, si cabe, resulta del todo empalagosa y contraria a sus intereses y que, sin embargo, es tan sencilla que con poquito se conforma:

“Disfrutar del silencioso y perfecto funcionamiento de la gran mansión, salir en un carruaje sola o con cochero, pasear y leer, entretenerse el tiempo que fuera en las huertas y los invernaderos, para una mujer sana y con una flamante capacidad para disfrutar eran lujos de los que no podía cansarse.”

Hasta la mujer de Alec, Hester, no podrá abstraerse de la situación y, en un principio, ayudará a su marido a intentar deshacerse de ella: “-¡Sí, sácala a montar! –gritó- ¡A mí qué más me da! ¡La odio!¡La odio! Te dije que no podía, pero sí puedo. ¡Qué mujer tan estúpida! No tiene la menor idea de cómo me siento. Creía que me alegraría. No sabía si escupirle a la cara o echarme a reír. Me miraba a los ojos como platos, como la Virgen María el día de la Anunciación. ¡Necia! ¡Maldita, inhumana y necia!” sobre todo cuando se enteren de la maternidad de Emily.

De ahí hasta el final, y aprovechando la ausencia del marqués, Emily tendrá que luchar contra los elementos para poder sobrevivir a una situación que no era predecible desde el momento inicial. No desvelaré más detalles sobre la trama, ya que es mejor descubrirlos con la, en un principio amable lectura que se convierte, en su segunda parte, en una muestra de perversidad femenina deliciosa y estimulante, a la par que adictiva. Poco más se puede pedir para disfrutar de una lectura más que recomendable para casi cualquier mortal al que le guste la buena lectura.