El impulso que Lumen ha dado este año a la obra de Margaret Atwood comenzó con esta curiosa propuesta: “Un día es un día”, ya que se trata de una obra que no tiene título en inglés, ya que, es una recopilación hecha para la ocasión con la propia escritora que ha elegido los cuentos que se encuentran incluidos en él.
Lo original es que se trata de un recorrido vital a la manera de un Bildungsroman en la carrera literaria de la escritora con un prólogo ad hoc para la edición, donde ella indica la temática “es sobre todo doméstica. Tratan de la gente y de sus relaciones en momentos determinados, de niveles sociales específicos y de lugares determinados. La cara más salvaje de mi escritura no está representada aquí. […] No hay guerras.[…] No hay futuros distópicos […] Pero sí hay personas, y al fin y al cabo de eso hablan todas mis historias: de seres humanos que hacen cosas que hacen los seres humanos.”
Esta evolución se ve claramente en la misma estructura, los cuentos se dividen en tres grandes grupos: Infancia, Madurez y Vejez. Lo bueno es que se han escogido estos relatos en base al momento en que los escribió y reflejan, tanto en el narrador como en la temática, esta evolución. Además, en los extremos tendemos dos relatos sobre sus padres hechos ex profeso para esta ocasión por la escritora: “Momentos significativos de la vida de mi madre” y “Un hallazgo extraordinario”.
Desgraciadamente hay que ponerle un pero, y es que tres de los relatos escogidos ya estaban incluidos en “Chicas bailarinas”: “Betty”, “Vidas de Poetas” y “La tumba del famoso poeta.” Y es un poco frustrante que, con todo lo que queda sin publicar de ella, repitan tres que tienen en su propio catálogo. Un tirón de orejas para Lumen por ello.
Una vez dicho esto, he seleccionado tres momentos que pueden servir como reflexiones e ideas con respecto a los períodos en los que se estructura y que comenté anteriormente.
De la “Infancia” en el relato “Auténtica basura”, ante la importante sorpresa final, la adolescente protagonista comenta:
“¿Debería contárselo? El melodrama la tienta, la idea de una revelación, de una sensación, de un buen final.
Pero no sería un final, sería solo el principio de otra cosa. En cualquier caso, la propia historia parece haber quedado obsoleta. Es una historia arcaica, una fábula, un antiguo mosaico. Es una historia que ahora no ocurriría.”
La juventud, la curiosidad y el afán de notoriedad: unión indisoluble que se confronta con la idea de no dar un final cerrado sino interpretable.
De la “Madurez” en “El jardín de sal”, el significado de la palabra que desencadena la deconstrucción de lo que debe ser una relación de pareja:
“Aprecio. ¿Final o continuación? Como le sucede a menudo con Theo, no sabe muy bien qué está diciendo. ¿Le está expresando devoción o se ha terminado de verdad, sin que ella se diera cuenta? Está acostumbrada a pensar que en una relación como la de ambos se da todo y no se pide nada, pero quizá sea al revés. No se da nada. Nada se da por sentado.”
Por último en la “Vejez” en “Un hallazgo extraordinario”, de cómo la vejez sirve para darse cuenta del verdadero valor que tienen las cosas en la vida, en este caso de los padres:
“¿Cuál es el secreto de mi madre? Porque desde luego ha de tener uno. Nadie puede llevar una vida en apariencia tan dichosa, tan falta de avalanchas y pantanos, sin tener también un secreto. Por “secreto” me refiero al precio que ha tenido que pagar. ¿Cuál fue el pacto que firmó con el Diablo para obtener esta diáfana serenidad?”
Espléndida forma de conocer a esta fabulosa escritora para un neófito, no es la mejor recopilación que he leído pero se lee con avidez y pasan las páginas sin apenas enterarse. Si, además, sirve para que se la pueda descubrir, bienvenida sea. Es siempre un placer leer cada una de sus obras.
“Nada dura eternamente. Tarde o temprano tendré que renunciar a mi inmovilidad, abandonar esos hábitos de contemplación, especulación y letargo que me ayudan a subsistir. Tendré que enfrentarme al mundo real, que no se compone de palabras, lo sé, sino de tubos de desagüe, hoyos en la tierra, malas hierbas que se multiplican rabiosamente, piedras de granito y pilas de materiales más o menos pesados que han de trasladarse de un lugar a otro, por lo general cuesta arriba.
¿Cómo me las apañaré? Solo el tiempo, que en modo alguno lo revela todo, lo dirá.”
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