“El Sunset limited” de Cormac McCarthy

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involución.

(Del lat. involutĭo, -ōnis, acción de envolver).

1. f. Acción y efecto de involucionar.

2. f. Detención y retroceso de una evolución biológica, política, cultural, económica, etc.

Comienzo con la definición de una palabra que me viene a la mente con ciertos escritores actualmente, el caso más sangrante es quizás el que me ocupa en esta reseña. Me refiero al grandísimo Cormac McCarthy. Está claro que quien lea por primera vez al escritor norteamericano con “La carretera” o este “Sunset Limited” posiblemente los disfrute e, incluso, considere que son prácticamente unas maravillas teniendo en cuenta el nivel medio. Sin embargo, los grandes conocedores de la obra de, quizá, el más firme sucesor de Faulkner, sabemos que está a medio gas y peor aún, bajando todavía (teniendo en cuenta que el siguiente que vendrá al blog, en no mucho tiempo, se trata de un guión para una película).

No voy a decir que sea malo, porque no lo es, de hecho se le puede sacar bastante jugo como ahora me extenderé. El problema es esa aparente desgana, esa falta de esfuerzo alarmante si comparamos esta obra con maravillas como “Meridiano de Sangre” o “Todos los hermosos caballos”. Lo mejor del asunto es que mi impresión, desgraciadamente, se corroboró en las primeras páginas de este diálogo continuo entre un negro y un blanco, que encarnan la fé y la razón respectivamente:

“BLANCO: Probablemente no creo en muchas de las cosas en las que creía antes, pero eso no significa que no crea en nada.

NEGRO: Pues póngame un ejemplo.

[..]

BLANCO: Muchas. Cosas relacionadas con la cultura. Libros, música, arte. Cosas así.

NEGRO: Muy bien.

BLANCO: Ese tipo de cosas son las que tienen valor para mí. Son los cimientos de la civilización. O al menos tenían valor antes. Ahora ya no tanto.

NEGRO: ¿Y eso?

BLANCO: La gente dejó de valorarlas. Yo también, hasta cierto punto. No sabría decirle exactamente por qué. Ese mundo en gran parte ha desaparecido. Pronto habrá desaparecido del todo.

NEGRO: No sé si le capto profesor.

BLANCO: No hay nada que captar. Olvídelo. Las cosas que me gustaban eran muy frágiles. Yo eso no lo sabía. Pensaba que eran indestructibles. Y no.”

El profesor (blanco) parece ser el alter ego del propio Cormac que aprovecha esta novela  para expresar su pesar ante la decadencia cultural; las cosas que el valora y que considera “los cimientos de la civilización” ya no son valoradas por el resto de personas. Lo que creía inconmovible se ha vuelto rompible. Esta decepción es palpable en todo momento en la actitud del profesor blanco, que sería el representante de los ricos, con respecto a lo que le comenta el negro.

Solo hay que ver este otro diálogo, después de la metáfora que utiliza para referirse a los que ayudan a la gente necesitada como “colonia de leprosos morales” para comprender que el autor ya no tiene ganas de crear; la creatividad queda para los necesitados:

“NEGRO: Innovar. Exacto, profesor. ¿Y cuándo se pone uno a innovar?

BLANCO: Cuando no tiene algo que le gustaría.

NEGRO: Me va a sacar usted un sobresaliente, profesor. ¿Y a quién le pasa eso de no tener lo que le gustaría?

BLANCO: A los pobres.”

Más adelante, ya acercándonos al final, vuelve a redundar sobre el tema comentado anteriormente, esa pérdida de la ilusión ahogada por la visión de una realidad incómoda:

“NEGRO: ¿A usted por qué le parece que la gente se suicida?

[…]

BLANCO: No puedo hablar por los demás. Las mías giran en torno a una pérdida gradual de la fantasía. Eso es todo. Un paulatino esclarecimiento en cuanto al carácter de la realidad. Del mundo.”

El Negro, la fé, supone la manera irracional de reaccionar ante esto; el único atisbo de esperanza se refleja a través de él:

“NEGRO: Vaya, eso me ha gustado. Un mundo de excelencia.

BLANCO: ¿Usted cree realmente en un mundo así?

NEGRO: Desde luego, profesor. Desde luego. Yo pienso que está ahí a nuestra disposición. Hay que ponerse a la cola buena. Comprar el billete adecuado. Tomar el tren normal y dejarse de expresos. Esperar junto con los demás en el andén. Si hace falta, saludar a este o al otro con la cabeza. O hasta decirle hola.”

Parece claro que Cormac quería reflejar con esta novela parte del combate interior en el  que se encuentra inmerso, esa lucha de contrarios: fé-razón, realidad-fantasía, ilusión-abatimiento.

Lo que también es claro es que el final nihilista de esta historia y el siguiente libro denotan que está ganando por ahora lo más incómodo para sus lectores: el abatimiento.  Habrá que esperar, eso que nunca se pierde: la esperanza.

Los textos provienen de la traducción de Luís Murillo Fort para esta edición de “El Sunset Limited” de Cormac McCarthy.

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