Lo bueno de hacer un diario es que no reduzco las entradas a los libros (que nunca van a faltar), puede entrar cualquier tema que haya seguido últimamente.
Por eso, un día como hoy me gustaría destacar dos temas culturales distintos a los comentarios de un libro. Los dos relacionados directamente con el cómic.
Por un lado, este pasado sábado tuvimos la oportunidad de ir al cine (esto no ocurre con frecuencia) y la película elegida fue Spiderman: un nuevo universo, dirigida por Peter Ramsey, Robert Persichetti Jr y Ronney Rothman sobre la historia de Alex Hirsch, Phil Lord y Christopher Miller. Iba predispuesto positivamente por las críticas entusiastas que había leído pero, afortunadamente, se quedaron cortas, es TAN PRODIGIOSA que se convierte desde ya en una de mis películas de superhéroes favoritas. Es difícil resumir todas sus virtudes, virtudes que van más allá de la animación portentosa, dinámica, espeluznante, que camina desde la épica superheroica al más lírico minimalismo para mostrar los sentimientos de sus protagonistas, más de una vez salté del entusiasmo que me producían las escenas de acción, más de una vez me emocioné por la calidez de sus protagonistas. Porque claro, todos los protagonistas son maravillosos, desde el genial Miles Morales a Spiderwoman pasando por el divertidísimo Peter Porker, herencia de los Loony Tunes. Y todos están caracterizados desde el primer momento. Con todo esto habría bastado pero es que, además, la trama es profundamente retadora, un Spiderman donde confluyen un montón de variantes de un multiverso que perpetúa al personaje desde su versión Noir hasta la anime del futuro. Cada versión de Spiderman es una reescritura del mito, una posibilidad de dotar de nuevas facetas a cada uno de los héroes sin dejar de respectar la versión clásica. Matices maravillosos que dan una variedad que, sinceramente, me parecía impensable antes de verla. Y todo para demostrarnos que todos podríamos ser el héroe (“sólo necesitamos un acto de fe”).
Por el otro, he estado inmerso en la relectura del comic creado por Joe Hill y Gabriel Rodríguez (dibujante): Locke & Key. La verdad es que no fue premeditado sumergirme en él pero, gracias al comentario de un lector en Goodreads, se me ocurrió la idea de revisarlo. Y puedo decir, sin lugar a dudas, que sigue siendo una lectura excepcional. La mansión de las llaves es subyugadora y terrorífica al mismo tiempo. La historia sigue funcionando a la perfección gracias a su alternancia en tiempos y espacios y a la original propuesta (aun conociéndola). Además, leí el otro día que Netflix va a lanzar una serie este año relacionada con ella y no puedo ser más feliz, no se me ocurre mejor sitio para ocuparse de ella tras el éxito de Hill House o Sabrina. Si tiene éxito incluso podría tener una fácil continuidad, al fin y al cabo, dependerá de la habilidad de los guionistas para inventar nuevas llaves y acomodarlas a la trama. Auguro un buen año para la familia Locke.
Me he extendido más de lo que esperaba. Acabé el libro de Schwab pero otro día lo comentaré un poco, o no… esto es tan flexible que no sé lo que acabará saliendo.
Abrazos y ¡buenas lecturas!