“Perdida” De Gillian Flynn

perdida-gillian-flynn-L-C_o8LaTom Ripley, John Keller, Nick Corey… al lado de estos maquiavélicos personajes debe estar, por derecho propio, Amy Elliot Dunne.

Y es que, como dice, Rodrigo Fresán en su postfacio a “Perdida”, el gran thriller de la norteamericana Gillian Flynn:

“Gillian Flynn es algo así como la hija bastarda de Jerry Seinfield y Patricia Highsmith”

Y yo lo suscribo. Lo pensaba según lo leía.

Pero no nos quedemos ahí, evidentemente no voy a contar nada de la trama, porque vale la pena descubrirla cada uno por sí mismo. Con el texto de contraportada es suficiente para hacerse una idea de, al menos, el comienzo.

No quiero destacar que se lee rápido, porque cualquiera puede hacer que algo se lea rápido, hay muchos ejemplos y, desgraciadamente no demasiado honrosos, como el “innombrable” para mí, a quien no considero ni literatura y que no diré para no hacerle publicidad; tampoco destacaré, aunque podría contarse, el uso de unos cliffhangers memorables que solo alientan a continuar leyendo; también podría hablar de la maestría con la que perfila psicológicamente cada uno de los personajes, de tal manera que, nosotros, incautos lectores vamos cayendo en las trampas que nos va tendiendo, dejándonos sorprender aún más por el siguiente giro de la trama.

Todo lo anterior serviría para recomendarla a una gran cantidad de lectores; sin embargo quiero ir más allá porque, en este caso, lo merece; y esto es así, porque la escritora dota de varias capas a una novela aparentemente “sencilla”:

-La primera de ellas es que, como yo en este monográfico, intenta dar a los thrillers una dimensión más allá de la que normalmente se les atribuye; no creo que este comentario sea gratuito y es muy ilustrativo:

“Había que verle la cara en la playa durante nuestras dos semanas de luna de miel en Fiyi, viéndoselas y deseándoselas con el millón de páginas místicas de “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo”, lanzándome miraditas irascibles mientras yo devoraba un thriller tras otro.”

-La segunda capa tiene que ver con extrapolar la situación del matrimonio protagonista, el derrumbamiento, con ese propio derrumbamiento del pueblo en particular y de la sociedad en general; esta extrapolación, en el paradójico final, es muy sintomática:

“Durante un cuarto de siglo, el Riverway Mall fue una presencia constante. Después la recesión golpeó, arrastrando a su paso el Riverway, tienda a tienda, hasta que todo el centro comercial acabó por cerrar. Ahora son ciento ochenta y cinco mil metros cuadrados de eco. Ninguna compañía quiso reclamarlo, ningún empresario prometió una resurrección, nadie sabía qué hacer con él ni qué sería de todas las personas que habían trabajado allí, incluida mi madre, que perdió su empleo en Shoe-Be-Doo-Be; dos décadas arrodillándose y poniendo zapatos, amontonando cajas y recogiendo calcetería sudada, evaporadas sin ceremonia.”

“No estoy seguro de que, llegados a este punto, sigamos siendo realmente humanos, al menos aquellos de nosotros que somos como la mayoría de nosotros: los que crecimos con la televisión y el cine y ahora internet. Si alguien nos traiciona, sabemos qué palabras decir; cuando muere un ser amado, sabemos qué palabras decir; si queremos hacernos el machote o el listillo o el loco, sabemos qué palabras decir. Todos seguimos el mismo guión manoseado.”

-La tercera dimensión es el uso de la mentira como una de las lacras que ocasionan este derrumbamiento; la manipulación y/o tergiversación como hilo conductor que se va repitiendo en todas las páginas, la sinceridad se convierte en una excepción más que lo dominante y es trasladable a lo personal y al colectivo:

“Esto va a ser una verdadera prueba para ti, Nick -murmuró sin mirarme-. Siempre has tenido problemas con la verdad. Siempre contabas alguna mentirijilla si pensabas que con eso te evitarías una discusión. Siempre recurrías al camino más fácil. Decirle a mamá que ibas al entrenamiento de béisbol cuando en realidad habías dejado el equipo;  decirle que ibas a la iglesia cuando en realidad ibas al cine. Es una especie de extraña compulsión.”

-Lo cuarto que quería también destacar es el particular sentido del humor, negro, amargo a veces, pero que te saca una sonrisa entre el maremágnum de locuras que van sucediéndose:

“El otro apodo de Tanner Bolt era Defensor de los Degenerados.

Tenía cita con él a las dos de la tarde.”

El final, para acabar, y valga la redundancia, es deliciosamente perverso y entronca directamente con el sentido de metarreferencialidad que lleva durante toda la obra y que ya he mencionado. Supone una paradoja tremendamente falta de ética; como todos los grandes personajes que comenté al principio de esta reseña; cada uno de ellos convirtiéndose en la encarnación de la amoralidad de la sociedad en que estamos viviendo. Fabulosa manera de hacer un thriller.

Los textos son de la traducción de Óscar Palmer para la edición de “Perdida” de Gillian Flynn en la colección Roja y Negra de Mondadori.

“El cazador sordo” de James McClure

elcazadorsordoYa comenté en este post  la irregularidad que ha sufrido en su publicación la obra del sudafricano James McClure a propósito de la que, en aquel momento, era su última obra. Si estoy aquí de nuevo es porque Reino de Cordelia se ha liado la manta a la cabeza y está dando continuidad a este estupendo escritor. A la paradójica “La canción del perro” le sucede “El cazador sordo” que es la tercera de la serie del teniente Tromp Kramer y su compañero zulú Mickey Zondi. Ya solo quedan tres inéditas… y alguna por reeditar, veremos si es posible que ocurra algún día.

Publicada en 1974, en esta aventura vivimos la separación, forzada por los superiores, de Kramer y Zondi; cada uno tiene que lidiar con un caso por su cuenta con la dificultad que a ambos les entraña, además de la conciencia de estar siendo manipulados. Como en otros libros de la saga tres ingredientes se repiten con asiduidad, fórmulas ineludibles del éxito y la calidad de la obra de McClure:

-Lo primero es el humor, el sudafricano siempre tiene algún momento, hasta el más insospechado, para intentar sacarnos una sonrisa y, desde luego, lo consigue;  solo tenemos que ver los pensamientos de Kramer con respecto a uno de sus superiores:

“-¿Es usted, teniente?

-El mismo, compañero.

-Me lo pareció. Lo reconocí de inmediato. Le dije a mi agente que era usted quien había llegado y sí que lo era.

Ya estaba aquel imbécil diciendo de todo acerca de nada. A Van der Poel le gustaba el sonido de su empalagosa voz. Estaba más que encantado de conocerse. Había que ser gilipollas para tenerse por alguien tan especial.”

-El segundo tiene que ver con el retrato de una sociedad, post-apartheid, profundamente racista, segregada, controlada por unos pocos blancos que maltratan sin pudor al resto de la población; a pesar de lo anecdótico, siempre vivimos en todos sus libros ese momento en el que, al empezar un caso, uno de los negros es culpado del crimen:

“Lo único que tenía sentido era imaginar que un pequeño incidente acabase siendo la gota que colma el vaso. Que todo negro alberga en su interior un gran sentimiento de ultraje, por lo que bastaba añadir una pizca más y todo saltaba por los aires. Cuál podía ser la causa de aquel sentimiento era algo que nunca se había molestado en…”

O simplemente, como quien no quiere la cosa, vivimos un momento de “limpieza étnica” de los muchos que se repetían por la época, esa sociedad de los años 70, en boca de Zondi:

“Qué idiota: se trataba de un desahucio. El desahucio de un “punto negro”, uno de tantos, algo que pasaba todos los días, y él había permitido que su imaginación distorsionara su capacidad de percepción. Claro que se oían golpes sordos cuando se cargaban los muebles en un camión; naturalmente que se producían ruidos al arrancar las valiosas láminas de hojalata de los tejados; resultaba evidente que no se trataba del momento más adecuado para hablar; ni para que se rieran los niños. En cuanto al cordón policial, no era más que el procedimiento de rutina para evitar estupideces.”

A pesar de haber estos momentos, duros, denigrantes en sí mismos y que sirven para concienciar socialmente, no resulta cargante en este aspecto, los destila en pequeñas gotas para no entorpecer en demasía el camino de la trama y la narración.

-Por fin, el último de estos elementos es, desde luego, el manejo de la trama; es brillante lo bien que es capaz de unir cada uno de los recovecos que va presentando a cada página para llevarnos a un final tan sorprendentemente bien orquestado que nos deja simple y llanamente boquiabiertos; en este libro asistimos a uno de estos momentos, mágicos de por sí, que hay que descubrir cada uno como lector para darse cuenta de lo genial que es este escritor. De ahí mi reticencia a desvelar ningún detalle de la misma.

Si a lo anteriormente unimos que, además, están bien escritas y los personajes, más allá del genial dúo protagonista, están vivos a cada punto, coma o vocal que leemos; no exagero si digo que ya estamos ante uno de los libros del año.

Los textos provienen de la traducción de Susana Carral para la edición comentada de la editorial Reino de Cordelia.

“Osama” de Lavie Tidhar

osamaEl israelita Lavie Tidhar está marcado por una serie de hechos ineludibles y que le ligan al terrorismo; no deja de ser curioso que se encontrara en Dar es Salaam durante los atentados a la embajada estadounidense en 1998, que en el 2004 sobreviviera junto con su esposa a los atentados del Sinaí y en el 2005 a los de King’s Cross. Estas experiencias, de hecho, han influenciado claramente la orientación de sus relatos y, en particular, de esta novela que ganó en el 2012 el World fantasy award.

En “Osama” el protagonista es Joe, un detective privado que recibe el encargo de encontrar a Mike Longshott, autor de unas novelas pulp donde el protagonista es un personaje de ficción llamado Osama Bin Laden.

En la primera parte de la narración Tidhar se encarga de crear una realidad diferente, al estilo de los mundos imaginados por Philip K. Dick; en esta realidad hay múltiples referencias al 11-S y al terrorismo:

“Miró los libros en rústica: Misión: África, Los atentados del Sinaí, World Trade Center. ¿Qué demonios era un centro del comercio mundial?.”

“Se llevó la mano a la cara y se dio cuenta de que aún conservaba la pelota de papel. La desplegó y le echó un vistazo. Una hoja mugrienta de un periódico, ilegible, salvo por la fecha: 11 de septiembre de 2001. Se encogió de hombros, volvió a reducirlo a una pelota y fue a tirarla al cubo de la basura.”

Y si existen esas referencias es porque en este mundo que imagina el terrorismo está erradicado y solo aparece en las novelas pulp, en la ficción:

“-Con todo, esas historias estúpidas reportan muchos beneficios. ¡Comienzan siempre con una gran explosión! ¡Bum! ¡Paf! Mike Longshott. Qué nombre tan ridículo.”

“[…] Lees estas cosas tan horribles pero sabes que no han ocurrido de verdad, y cuando terminas puedes dejar el libro a un lado, respirar hondo y seguir con tu vida. Sabes que es ficción…

-Pura ficción –convino Gill. Y es ahí donde deben quedarse todas esas cosas tan espeluznantes…

-En las páginas de un libro.”

Esta irresistible mezcla que juega con la metaficción está muy bien construida en una primera parte que llama la atención por el misterio, el enigma de una investigación diferente. Quizá los mayores hallazgos de Tidhar estén en los dos recursos que utiliza para realizar este comienzo:

-Construcción mediante la no existencia de lo que conocemos; no tanto por la creación del mundo, sino eliminando partes del nuestro

-Subversión de la realidad que conocemos: un mundo de terrorismo solo presente en los libros y la figura de Osama Bin Laden que aquí se convierte en el héroe de unas novelas pulp.

A partir de este deslumbrante comienzo la segunda parte se convierte en algo más repetitivo, la trama se diluye de tal manera que sabes lo que puede venir, sobre todo cuando empiezan a multiplicarse las referencias al “Mago de Oz” (“Se está mejor en casa que en ningún sitio”). Aunque le queda alguna reflexión interesante:

“Supuso que los libros de Longshott le proporcionarían más información. Siguió hojeando sus páginas. […] Analizó todos los atentados que se mencionaban. “La suma total de muertos y heridos –pensó-, es inferior al índice de fallecidos por accidente de tráfico a lo largo de un mes entero y en una sola ciudad”. Llegó a la conclusión de que aquella guerra se basaba en el miedo, no en recuentos de cadáveres.”

El miedo como elemento de poder con respecto a una sociedad aterrorizada, se convierte todo prácticamente en un pretexto para denunciar una sociedad obsesionada por la posible amenaza terrorista y que ordena todo en base a esto.

De hecho el final resulta facilón en su resolución, muy alejado aquí de lo que Philip K. Dick era capaz de ingeniar, esto en sí no es un problema; el problema es que ese final desarma la metaficcionalidad sobre la que estaba basado todo lo anterior; perdiendo el texto esa coherencia al final.

Buena novela, pero, no dudo de que Tidhar puede hacerlo aún mejor.

“Una ciudad asediada” de Margaret Oliphant

una-ciudad-asediadaEl maravilloso sello Fábulas de Albión de la editorial Nevsky no necesita presentación, en este blog ya presenté el primer título de la colección “El muñeco” de Daphne Du Maurier  y “Cuando sale la luna” de Gladys Mitchell. Hoy, aprovechando mi necesidad de un poco de literatura fantástica, os traigo “Una ciudad asediada” de la escocesa Margaret Oliphant (1828-1897) que escribió en 1880. Esta prolífica autora se hizo famosa en su momento por sus libros históricos, pero con la que quizá marcó diferencias, fue por su intrusión en el género de las ghost-stories de la época victoriana, especialmente con esta obra.

En el estupendo prólogo, Jesús Palacios habla de manera clarividente sobre su aproximación a este género:

“Es su naturaleza de fiel cronista de la realidad social, psicológica e histórica de su tiempo, con especial cuidado en el detalle de lo cotidiano y doméstico, la que dota a su aproximación al género de una visión personal que, sin faltar nunca del todo a las reglas básicas del juego, crea, no obstante, una expresión propia e intransferible del mismo.”

“Su singular manera de practicar el género, al que aportó una mirada intimista, psicológica, llena de empatía y hasta de piedad por sus personajes, tanto vivos como muertos, acompañada siempre por una especial capacidad para crear atmósferas sobrenaturales, perfectamente imbricadas en nuestra realidad cotidiana, sin recurrir nunca o casi nunca a los artificios de la sensation novel y el cuento de horror truculento, que tanto detestaba.”

Precisamente, su manera particular de acercarse al género se refleja en su estilo, que sorprende por alejarse claramente de las convenciones de los victoriano; parece que nos encontremos ante un relato modernista; prescinde de cualquier narrador omnisciente para, de manera distinta, narrar en primera persona desde diferentes personajes; esta coralidad resulta muy enriquecedora y convierte esta “historia de fantasmas”, por alejarnos del término inglés, en un relato más allá de esta, por la riqueza de las diferentes perspectivas que nos ofrece a través de sus diferentes personajes.

Independientemente del tipo de narrador que escoja, es indudable la capacidad narrativa de Oliphant, buena muestra de su exuberante prosa la tenemos en este texto:

“Las tinieblas ya eran lo bastante opresivas de por sí. Costaba llevar el aire a los pulmones, y de vez en cuando mi corazón era presa de una súbita agitación, escapando a mi control. Pero todo estaba silencioso, tan silencioso como los muertos que en días recientes habían sido llamados,  por unos y por otros, a abandonar su descanso. “¡Que los muertos se levanten de sus tumbas!”, unas palabras que nadie debería pronunciar. Ahora parecía que el mundo se hubiera tornado una tumba en la que nosotros, aunque vivos, hubiéramos sido enterrados.”

Consigue que sintamos exactamente la situación, que nos estremezcamos ante la posibilidad de que los muertos resuciten; como ya se cita en el prólogo, parece que nos encontremos ante una de las primeras manifestaciones de relatos de zombis modernos.

Está muy bien además que la escritora aproveche la situación para no quedarse en la simplicidad atrayente de una prosa florida sin más; sintió la necesidad de mostrarnos que, no se sabe el momento, pero quizá los que se creen destinados a un papel en la sociedad no reciban este rol; solo tenemos que comprobar la frustración del sacerdote M. Le Curé, que se siente indigno por no haber atraído la atención de los muertos:

“-¿Qué significa todo esto?  Usted conoce el mundo del Más Allá, es uno de sus portavoces terrenales, un hombre del clero. ¿Qué les han dicho a esas personas?

Siempre tuve en consideración a M. Le Curé. Las lágrimas recorrían sus mejillas.

-Lo ignoro –dijo-. Sé tanto como vos. Lo que les hayan dicho, ha quedado entre ellos y Dios. Yo he sido relegado al grupo de los indignos.”

Sin embargo el mensaje de estos muertos no es el de la muerte, sino el de la vida:

“-Tampoco oír lo es todo –añadió apresuradamente-. Ni lo es hablar. Pero ella estaba allí. Fuimos uno, sin necesidad de intercambiar palabras. ¿Qué significa hablar u oír cuando dos corazones se encuentran en comunión?”

Una estupenda muestra de novela gótica y ghost story que demuestra la necesidad de sellos tan interesantes como este que nos ocupa.

Textos de la traducción del inglés de Jon Bilbao para esta edición.

No se cansa uno de recomendar clásicos policíacos

Cada uno de estos libros merecería una entrada propia. Normalmente suelo unirlos en posts conjuntos, porque si no, el blog estaría lleno de entradas de la excelente colección de novela negra/policíaca del sello de RBA Serie Negra. En esta ocasión, y aprovechando el tirón de este monográfico de literatura de género, os pongo a continuación una nueva batería con tres clásicos que ordenaré de más moderno a más antiguo.

elpatomexicanoEl primero del que voy a hablar se trata de “El pato mexicano” de James Crumley (1939-2008); publicada en 1993, se trata de la segunda novela protagonizada por el peculiar veterano de guerra metido a investigador C. W. Sughrue, tuvieron que pasar quince años para que viera la luz tras la primera, la maravillosa e inconmensurable “El último buen beso” (1978); anecdóticamente ganó el el Dashiell Hammet Award por ella.

Y digo anecdótico porque, desde luego, no es tan buena como la primera novela, pero supongo que fue la confirmación del buen hacer del gran escritor norteamericano. Este libro tiene dos partes claramente diferenciadas: en la primera, surrealista por momentos, caótica, absurda, tan enloquecedora… y, sin embargo, le sirve para presentar los personajes que centrarán la segunda parte , un caso de búsqueda de una persona desparecida. Una buena muestra del genio incombustible de su prosa es esta descripción de Norman el Anormal Hazelbrook, que, a la postre encargará la búsqueda de Sarita Cisneros, su hipotética madre:

“Aparte de dar la impresión de estar aún más loco de lo que en realidad estaba, Norman parecía el único superviviente de un desastre genético, un hombre hecho de pedazos sueltos, y todos de personas sin la menor relación entre ellas. Sus lacios y grasientos cabellos enmarcaban, negros y espesos, una larga cara pálida de ojos gris claro y un fino bigote, casi oriental. Sus largos brazos flacos terminaban en manos pequeñas; sus piernas cortas pugnaban por sostener el torso de un hombretón sobre pies tan diminutos que podrían enamorar a un príncipe chino. Y, además, por su puesto, estaba su mirada, siempre fija, con expresión de gran interés en algún punto por encima de tu hombro, en una demencial cuarta dimensión. Y la peste, una mezcla de orina rancia, dientes podridos, marihuana y probablemente lluvia ácida y micosis inguinal, que lo seguía a todas partes como un mal karma.”

Con cada palabra se puede paladear, sentir asco, oler la putrefacción, más allá del sentido de la vista; es una de las cualidades del estilo, muy personal, de Crumley; la segunda parte, más tradicional, es un relato hardboiled, un tour de force ciertamente caótico pero con más sentido del que parece inicialmente; hay muchas drogas, alcohol, gánsters, tráfico de armas y un personaje que lo llena todo, nuestro veterano de guerra capaz del momento más tierno:

“Su hermano Frank estaba intentando quitarse la vida; mi hermano Frank se estaba muriendo sin motivo, y yo no podía impedir ninguna de las dos cosas. Pero mi mano recordaba el tacto de la cabeza del pequeño Lester, el latido de su vida, el sonido de su risa mientras se me orinaba en la cara.”

Como reconocer claramente que bien puede provenir del infierno, pero que nadie va a poder con él:

“-Hijo de puta –escupió, sujetándose la mano contra el pecho como un animal herido-. Acabas de comprarte un billete de ida al infierno.

-Recuerda una cosa, guerrero de fin de semana, oficiaducho de mierda –susurré-. Yo he estado allí y he vuelto. Puede que me cagase en los pantalones, pero no salí corriendo. Estuve en la guerra, cabronazo, y tú en un plató de televisión.”

Una muy buena novela de nuevo. Si hay suerte veremos más novelas de Crumley por aquí, por lo menos las dos que nos quedan de C. W. Sughrue.

Textos de la traducción de Antonio Iriarte para la edición de RBA serie negra.

el-manuscrito-godwulf“El manuscrito Godwulf”, escrito en 1973 por Robert B. Parker (1932-2010) es el primer libro de la extensa serie (¡Son cuarenta entregas!!!) del detective Jack Spenser.

“Me gusta cocinar, y beber mientras cocino. Las vieiras Saint Jacques o gratinadas es un plato complicado, con crema de leche, vino, zumo de limón y chalotas, y cuando estuvo listo me sentí muy bien. Puse unos panecillos en el horno, también para mí solo, y me comí las vieiras y los panecillos recién horneados con una botella de Pouilly Fuissé, sentado en el mostrador. Después me fui a dormir. Y dormí profundamente, muchas horas.”

Spenser, detective de Boston, es capaz de cocinar en una escena, tallar madera en la siguiente y repartir estopa al primer matón que se le cruce por delante o conquistar a una exuberante señorita a continuación:

“-Hola me llamo Spenser, ¿te acuerdas de mí?

Ella se rio, una risa estupenda, una risa de clase alta.

-El de los hombros anchos, y los ojos bonitos, sí, claro que me acuerdo. –Y se echó a reír otra vez. Una risa buena, llena de promesas, una risa cojonuda, si se piensa bien.”

Es un detective heredero del estilo de los grandes Marlowe o Spade, con unas pizcas de Hammer; tiene un estilo tan particular que puede llegar a subyugar sin muchas dificultades.

En esta que fue la primera novela, Parker planteó como pretexto el robo de un manuscrito que, sin embargo, le sirve como tapadera para una trama policíaca de toda la vida donde los mafiosos, los bajos fondos y las drogas están más que presentes.

“Al romper la puerta, había hecho un ruido infernal, y el disparo previo debió de sonar muy fuerte. Pero, por lo visto, aquel barrio no era de esos… No era de esos en los que vas a ver qué ocurre cuando oyes disparos y revientan puertas. Era más bien de esos en los que te tapas con la manta y entierras la cabeza y piensas “Que se jodan. Mejor ellos que yo.”

Una espléndida muestra de novela policíaca que no debe quedarse perdida por la gran calidad que puede tener toda la serie.

Textos de la traducción de Ana Herrera para la edición de RBA Serie Negra.

rendez-vous_en_negro_300x455Y para acabar un clasicazo en toda regla, “Rendez-vous en negro” (1948) de Cornell Woolrich (1903-1968); a pesar de repetir la estructura y premisa de su gran novela “La novia vestía de negro” (1940), Woolrich supo reinventar cada episodio para que esta repetición no fuera tal.

En el primer y extraño capítulo se cumple a la perfección el ideal de la presentación: por el hermetismo que destila por las pinceladas en la que se produce una mezcla de lo enigmático-onírico-lírico…

“Algo con lunes rojas, un carro del infierno, aparcaba por allí, dando marcha atrás para situarse adecuadamente. E introducían algo en su interior. Algo que no le era útil a nadie, algo que nadie amaba, algo para tirar. Cerraron de golpe las portezuelas traseras del carro del infierno. El oscilante resplandor rojizo lo cubrió todo, iluminando durante un minuto a la multitud, tiñéndola de su refulgente carmesí, como si fuese un cohete mal lanzado el cuatro de julio que cae sobre el público en lugar de elevarse; y después se alejó con un doloroso lamento.”

“Los seres humanos son raros. Pueden ser tan crueles o tan cariñosos… pueden ser tan insensibles o tan tiernos…”

Otro de esos elementos diferenciador es el curioso investigador que nos desvelará poco a poco el caso, resulta subversivo el que le tergiverse el nombre, alterando el orden de su nombre y su apellido, ese toque de atención nos trae a colación lo especial que puede llegar a ser:

“El nombre de pila de Cameron era MacLain, por efecto de algún ancestral y extraño cambio en el orden lógico. En cualquier caso, a nadie excepto a él mismo le importaba lo más mínimo. Era demasiado delgado y su rostro tenía un aspecto crónicamente demacrado, probablemente debido a eso. Tenía los pómulos prominentes y las mejillas hundidas. Su actitud era una mezcla de indecisión seguida de ráfagas de gestos precipitados, seguidos de más indecisión, como si ya estuviese lamentando la determinación que acababa de tomar. Siempre seguía cualquier protocolo habitual, como si estuviese aplicándolo por primera vez. Incluso cuando eran antiguos y debería estar más que habituado a ellos.”

El caso, tan estrambótico como el propio, se irá resolviendo en sentido contrario a lo habitual en novelas del estilo:

“-Saben lo que lo mueve y lo que no. Saben que el dinero no puede influenciarlo. Saben que es un maníaco. Saben la fecha en la que atacará y que el plazo del posible ataque es de solo veinticuatro horas. Pero no saben quién es. Un gran trabajo policial. ¿Cómo lo han desarrollado?, ¿al revés?

-A veces hay que hacerlo así. A veces las cosas suceden de ese modo. No muy a menudo, gracias a Dios, pero esta vez ha sido así.”

Cada capítulo se cargará de tensión ya que, aun sabiendo lo que va a ocurrir, no se sabe cómo lo va a realizar, todo para desembocar en el inusitado final, teñido con un perverso romanticismo. Es un particular Liebestod en toda regla.

Textos de la traducción de Mauricio Bach para RBA Serie negra.

“El muñeco” de Daphne Du Maurier

el munecoNo puedo ocultar que tenía muchas ganas de coger este primer título del sello Fábulas de Albión. Y la espera ha valido y mucho la pena. “El muñeco” consta de una recopilación de cuentos perdidos que fueron encontrados en 2010 por la librera de Fowey Ann Willmore cuando descubrió el relato homónimo y otros que están fechados anteriormente al que fue el gran éxito de la escritora inglesa Daphne Du Maurier (1907-1989): “Rebeca”.

Pilar Adón, en el prólogo, nos muestra las claves de la escritura de Du Maurier, ya patente desde estos primeros relatos:

“Si algo caracteriza a los personajes de Daphne Du Maurier es la obsesión. Su turbulenta personalidad que hace de ellos unos seres sufrientes víctimas de su propia ira y de su frustración, y responsables de actos que, en los momentos previos al delirio, ellos mismos habrían considerado odiosos. Innombrables.”

En esta excepcional antología de cuentos entre sus obsesivos y personajes nos encontramos “mujeres infieles que se ven arrastradas por un impulso irracional en un medio salvaje de tintes míticos; hombres santos que incitan al suicidio a criaturas más débiles, cuyo mayor error fue el acercarse a ellos en busca de una asesoramiento piadoso y de ayuda; madres que aborrecen la juventud de sus hijas y que no soportan el terror ante la pérdida de su propia tersura y belleza…”.

“En ellos, la suma de elementos cotidianos origina situaciones de una tensión insoportable (acompañadas, eso sí, de un humor agridulce y profundamente perturbador), que rara vez desembocan en un final feliz. Se sirve además de sus dos recursos más habituales: la dilación y el paisaje. Ambos son valiosísimos. Mediante la dilación aplaza los momentos clave y juega con la anticipación del lector, que se deleita en la adivinación, en el uso de la deducción y en la identificación con los personajes. Por otra parte, el paisaje actúa como reflejo de las tensiones humanas y, a la vez, como su posible desencadenante.”

En “Viento del Este”, el primero de los cuentos de la recopilación tenemos un ejemplo muy claro de la utilización del paisaje que habla Pilar Adón, en este caso a través de una isla, endogámica y aislada, un protagonista más de la narración:

“Solo existía la isla. Más allá se extendía lo espectral, lo intangible; la verdad se hallaba en la roca oscurecida, en el tacto de la tierra, en el ruido de las olas que rompían contra los precipicios. Esa era la creencia de los humildes pescadores, quienes durante el día lanzaban sus redes, y durante la noche chismorreaban encaramados a la pared del estuario sin dedicar ni un solo pensamiento a las tierras que había al otro lado del mar.”

En el magnífico cuento homónimo, el segundo de la antología, tenemos el ejemplo más claro del uso de la dilación mezclada con un anticipo de lo que sería su novela más famosa:

“Rebeca – Rebeca, cuando pienso en ti con tu rostro ardiente y pálido, tus enormes ojos fanáticos como los de una santa, la boca delgada que escondía tus dientes, puntiagudos y blancos como el mármol, y la aureola de cabello salvaje, eléctrico, oscuro y descontrolado -, nunca ha existido nadie tan hermoso.”

Estos dos primeros relatos, excepcionales, no ocultan que están más emparentados con la tradición de los cuentos góticos y de terror, solo podemos asombrarnos ante la perversidad del segundo de ellos con un final cargado de tensión y pulsión ante la obsesión fetichista más a allá de lo terrenal de la protagonista.

A partir de ahí a una relajación en lo truculento como en ese “Y ahora a Dios nuestro padre” donde Du Maurier cambia radicalmente de registro para mostrarnos una historia de un hombre santo con ansias de notoriedad cueste lo que cueste, aunque sea trágico para alguna feligresa: “Se perdió en la belleza de su propia voz. Al cabo se detuvo, y terminó con una nota de suprema victoria. El mundo le pertenecía.” 

Eclecticismo, tanto en lo estilístico como en lo temático, es lo que caracteriza el resto de relatos como esa narración epistolar “Y sus cartas se volvieron más frías” donde utiliza las cartas, escritas unidireccionalmente de un amante a la persona de la que se enamora reflejando mediante continuas elipsis que nosotros, como lectores, rellenamos lo que falta del relato; la obsesión pasa de uno a otro extremo y asistimos extasiados a una narración cargada de ironía.

O el espléndido igualmente “La lapa” donde la manipulación del encantador personaje no consigue, a pesar de su inteligencia, los objetivos deseados. O el paradójico “Nada duele mucho tiempo” donde refleja el dolor de una esposa ante la llegada de un marido que no la apreciará como ella necesita. Narraciones que olvidan la base del terror para mostrarnos la cotidianeidad de situaciones reales que, desgraciadamente, no acaban nunca de manera satisfactoria para los personajes.

Poco puedo decir más de esta recopilación proverbial; donde tenemos cuentos que van de lo bueno a lo excepcional y que, desde luego, sobresalen por su perversidad inherente. Una delicia para cualquier amante del género.

Los textos vienen de la traducción del inglés de Marian Womack para esta edición.

Muti y el dominio de la excelencia “Donizettiana”

Nos encontrábamos ante la segunda de las cuatro funciones que va a dirigir el director italiano Riccardo Muti en su paso por Madrid y en este caso, con un cambio de programa, ya que inicialmente estaba previsto el estreno de “La rappresaglia” de Mercadante. El cambio viró hacia uno de los títulos en los que Muti, desde sus principios, es un consumado especialista, el gran “Don Pasquale” del siempre infravalorado Gaetano Donizetti.

Y digo infravalorado porque, normalmente, se tiende a desprestigiar entre el público de los teatros de ópera, aquellas obras que no acaban en una tragedia, quizá por el hecho de que es más sencillo percibir la “grandeza” en el drama que en la comedia. Y es una pena porque Donizetti tiene mucho de comedia, pero también de drama. El propio Muti en una entrevista en Madrid en estos días resaltaba que, precisamente, la dificultad en la interpretación del genio italiano estaba en el equilibrio que había que conseguir entre los momentos bufos y los dramáticos.

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Esto se vio en la función de ayer, Muti no es un espectáculo en el foso como otros directores más dados a los gestos de cara a la galería, la mayoría de las veces ajenos a la dirección. Muti transmite tranquilidad, seguridad en sí mismo y sobre todo una economía de gestos totalmente controlados, puntillosos, prácticamente programados en todos los aspectos, dirigiendo cuando toca la orquesta, el coro o los cantantes; especialmente interesante es ver cómo cortaba las salidas del coro con una precisión inigualable. Muti es un estudioso, un intelectual, estudia cada partitura a fondo y el trabajo que hace con la orquesta antes de cada concierto e interpretación tiene que ser exhaustivo. Y el resultado está ahí, en la visión de su partitura de ayer, espléndida, detallada; una orquesta hecha a su medida y que seguía sin dudar su dirección dotada de una claridad meridiana y un equilibrio excelente con los cantantes y el coro. Todo un acontecimiento ver a este mago a la batuta. Sacó todo lo que se podía sacar a una música magnífica.

El montaje de Andrea de Rosa era uno ya utilizado y que venía del Festival de Ravenna; sencillo, pero efectivo, no creo que se necesitara más. Constaba de un escenario central donde se desarrollaba la mayoría de la acción como en una obra de teatro, alrededor de él el resto de actores se movían anticipando los momentos que viviríamos en escena como si estuviéramos en el backstage de una obra obra de teatro. La simplicidad de la propuesta resultaba dinámica sin llegar a minimalista y, sinceramente, casi se agradece en estos momentos después de lo que vivimos con “Don Giovanni”. No era sobresaliente pero bastaba para lo que estábamos viendo.

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No esperaba demasiado de los cantantes y sin embargo me llevé una muy buena sorpresa. Me imagino que el propio Muti habrá tenido que ver mucho en la elección de los mismos. Nicola Alaimo como Don Pasquale y Alessandro Luongo como el Doctor Malatesta eran dos de esos ejemplos paradigmáticos de bajo cantante, este tipo de bajo al que se le exige una gran capacidad de actuación y, más que un registro amplio, una capacidad proverbial para recitar textos cantados a una velocidad endiablada (de esto Rossini y Donizetti tienen unos cuantos papeles de bastante dificultad); teniendo en cuenta estas características los dos estuvieron realmente graciosos en su interpretación de los dos personajes y demostraron que dominan sus papeles, a pesar de no tener voces especialmente extensas; especialmente hermoso resulta el timbre de Alaimo. Dmitry Korchak como Ernesto resultó bastante adecuado para el papel, tenor lírico-ligero dotado de un buen canto legato y que le ayudaba a cantar sin dificultad las coloraturas exigidas; si bien tuvo alguna dificultad en el registro agudo calando alguna nota, también es cierto que improvisó un Do de pecho en su romanza que, sinceramente, no me esperaba; su voz no es bella, quizá por la falta de claridad en sus agudos pero resultó  muy adecuado. Y la gran triunfadora de la noche a nivel vocal fue la Norina de Eleonora Buratto, pizpireta y tremendamente chisposa durante toda la actuación deleitó a los asistentes con una galería de coloraturas y notas agudas dignas de mención; a pesar de las dificultades, solventó cada pasaje con soltura, un torrente vocal en una voz, además, ciertamente bella, arrancó en todo momento los jaleos rendidos del público. El coro titular, como nos acostumbra siempre, estuvo rotundo en sus pasajes corales.

Definitivamente, Muti supo insuflar de magia a una partitura mágica de por sí y se vio un espectáculo que colmó las expectativas del público, entre el que se encontraba nuestra reina en esta ocasión y que me imagino disfrutó como el resto de la representación.

“Hanshichi, un detective en el Japón de los samuráis” de Okamoto Kidô

HanshichiSegún voy eligiendo libros para este monográfico de literatura de género (tengo que reconocer que en esta ocasión casi nada está premeditado, excepto algún caso que sí tenía decidido), la posible selección va cambiando y, de hecho, se suman libros y se caen otros. Uno de los que se han unido es este que comento a continuación, ya que me pareció que daría un poco de variedad; además, me serviría para hablar de la editorial Quaterni y su labor de publicación de obras japonesas; que está realizando con más que buen gusto.

El autor de este “Hanshichi” es Okamoto Kidô (1872-1939), autor japonés que leyó un relato de Sherlock Holmes en 1916, que no pudo ocultar su fascinación por el detective y quiso crear algo parecido pero lo ambiento en la época feudal japonesa, en pleno apogeo de los samuráis.

Del prólogo “Ecos nostálgicos del Japón feudal” a la fantástica edición se nos comenta:

“Okamoto Kidô nos muestra un sabueso muy “sui géneris”, típico producto de una sociedad a punto de desaparecer; y enfoca en sus relatos la forma de vida de los habitantes en Edo componiendo un mosaico de alto interés antropológico, cultural e histórico.”

En la descripción de Hanshichi en la primera de las historias encontramos ecos de su inspiración inglesa, al menos en su fisonomía, si bien es cierto que Kidô añadió características de su personalidad al final que no dejan lugar a ambigüedades (que, sin embargo, sí tenía Holmes):

“Era un hombre de unos cuarenta y dos o cuarenta y tres años, que se sentó con una amplia sonrisa en el extremo del establecimiento: de complexión delgada; vestía un kimono de rayas y sobre él llevaba una chaqueta de kimono de similar estampado. Su aspecto era el de un respetable artesano o de un comerciante honrado a carta cabal. Tenía la tez ligeramente tostada, nariz pronunciada, rostro alargado y una expresión característica en sus ojos, que hacía pensar en un actor. Era un detective de Kanda llamado Hanshichi […] Era en verdad alguien un tanto especial, fiable y modesto; con un carácter muy típico de Edo, sobre el cual nadie había vertido jamás la más leve crítica. En ningún momento aprovechaba su autoridad ni su estatus para ensañarse con el débil, y siempre dispensaba un trato cortés a todo el mundo.”

De hecho según vamos pasando por cada uno de los casos comprobamos que Hanshichi representa un sentido común sin igual y que consigue, en la mayoría ocasiones, saltarse la rígida organización feudal que regulaba la pena de muerte y los suicidios de una manera escalofriantemente precisa. De esta manera no deja de ser una persona con los pies en la tierra, caracterizado por su buen corazón, un elemento subversivo con respecto al orden establecido y que no duda en resolver lo que se le ponga por delante si, desde luego, como Holmes, tiene una base racional:

“Si realmente este era un caso de abducción espiritual, entonces estaba bastante más allá de la capacidad de Hanshichi para resolverlo. Pero si había alguna otra explicación, confiaba en su habilidad para acabar con ello.”

No se caracteriza tanto por sus capacidades deductivas, que las tiene, sino por resolver sus casos, por su capacidad innata de manejar los diálogos e interrogatorios con los diferentes personajes que se encuentra. Sin menospreciar la resolución de los enigmas, lo que sorprende en demasía, es la forma en que pinta históricamente las costumbres de una sociedad que estaba en su ocaso y como tal resulta un fresco ineludible que refleja con una precisión manifiesta la subyugadora sociedad japonesa de la época.

Mención aparte se merece la edición, espléndida, de la editorial, con profusión de notas que complementan el rico texto del autor japonés y completan inefablemente la obra. Una obra que no debe pasar desapercibida como todo lo que está publicando Quaterni.

Los textos son de la traducción del japonés para esta edición de Mariló Rodríguez del Alisal y Yuko Fujimura.

“Pioneros de la ciencia ficción rusa” por varios autores

pioneros-de-la-ciencia-ficcion-rusa-9788484288282Nos estamos acostumbrados a que el sello Rara Avis de Alba nos sorprenda más que gratamente como ya ocurrió con “La formación de la marquesa” de Frances Hodgson Burnett  y con “El libro de la señorita Buncle” de D.E. Stevenson.

En esta ocasión se ha encargado de seleccionar textos de cuatro autores rusos, pioneros en el campo de la ciencia ficción; esta edición y selección inconmensurable, además de la traducción, corren a cuenta de Alberto Pérez Vivas. Los elegidos, a cuál mejor, han sido los siguientes:

Alekséi N. Apujtin (1840-1893), gran amigo de Chaikovkski, no escribió principalmente ciencia ficción, más bien poesía, por lo tanto su relato “Entre la vida y la muerte” (1892) es bastante atípico en su producción literaria.

Se trata de un relato desde la muerte, novedoso por estar narrado desde el punto de vista de un recién fallecido, que satiriza lo que rodea la muerte y la actitud de los demás ante ella: “Mi esposa, sin lugar a dudas, estaba terriblemente afligida por mi fallecimiento; no obstante, en cualquier demostración pública de dolor está presente invariablemente cierta dosis de teatralidad, que rara vez hay quien pueda evitar. Incluso la persona más sincera en su desconsuelo no puede apartar la idea de que otros la están mirando.”

Pero al mismo tiempo se convierte en un alegato optimista, de canto a la vida: “¡Oh, si pudiera vivir! ¡Si pudiera ver las caras de la gente, escuchar las voces humanas, poder relacionarme de nuevo con personas de todo tipo… buenas y malas! ¿Acaso hay en el mundo sujetos que sean del todo indeseables? Si recordamos las severas condiciones de indefensión e ignorancia en torno a las cuales gira la vida del hombre, entonces, debemos admirarnos de que pueda existir gente honrada en el mundo.”

El gran final se convierte en una paradoja que resulta muy satisfactoria y que nos rompe los esquemas a pesar de que podamos preverlo.

El segundo de los seleccionados es Porfiri P. Infántiev (1860-1913), curiosamente “En otro planeta” (1896), el texto escogido es también una isla en su labor periodística muy alejada del género. Sin embargo, la obra se caracteriza por su clarividencia a la hora de adelantarse a inventos posteriores como el DVD, el cd, el gps, la grabación musical, el playback, etc… a la hora de representar, novedosamente en su momento, una sociedad ambientada en Marte a través de una premisa sencillamente aplastante en su simplicidad:

“Es cierto que mi cuerpo permanece aquí en la Tierra, pero mi conciencia, lo que constituye mi propio yo, se transporta completamente al planeta Marte, y además no adoptando una forma tangible o inmaterial –con lo cual no podría percibir la naturaleza física del planeta-, sino que mi yo se traslada a otra forma corporal, al cuerpo de uno de los habitantes de aquel planeta.”

Qué mejor que hacer traspaso de conciencias con otro planeta para poder vivir la experiencia de estar en él; aunque al trasladarte te encuentres con que el aspecto de los marcianos no es el que esperabas:

“Imagínense una especie de enorme sapo, con una cabeza como de pájaro de tamaño imponente, sobre un cuello rechoncho y fuerte. En medio de su ancha frente, en su parte inferior, brillaba un único, esférico y voluminoso ojo, dirigido fijamente hacia mí. Justo debajo, le salían unos labios prominentes, blandos y alargados como su ancho pico, con una gruesa lengua en su interior.”

Es indudable que se exprimió la imaginación para resultar lo suficientemente gráfico y lo consigue con creces; es interesante comprobar igualmente las ansias utópicas del ruso a la hora de reflejar lo que debería ser un sistema educativo correcto.

“Estas escuelas-residencia se encuentran en cualquier lugar con un entorno de cierto valor paisajístico, frecuentemente a la orilla del mar. En ellas la vida de los niños transcurre entre juegos, entretenimientos y diversiones. Pero, al mismo tiempo que se les enseña a hacer corros, canto, baile, gimnasia, etc., aprenden de forma amena y casi sin darse cuenta a leer, escribir, las primeras nociones de matemáticas y también conceptos básicos de historia universal, geografía, astronomía… El sistema educativo marciano está pensado de forma que el niño no tiene necesidad alguna de forzar su memoria y agotar su concentración.”

De ahí que la historia resulte educativa, a la par que entretenida; un gran relato que refleja un mundo utópico donde subyacen temas como el respeto al otro a pesar de ser distinto y la valoración individual de la persona en una sociedad.

Del tercero de ellos Valeri Y. Briusov  (1873-1924), se puede decir que fue un prolífico escritor además de versátil y cultivó casi todos los géneros: la poesía, la novela, la dramaturgia, etc, y ejerció tanto de crítico como historiador. Es del único del que se han seleccionado dos cuentos: “La montaña de la Estrella” (1899) y “La República de la Cruz del Sur” (1905). En el primero se refleja el nacimiento y caída, el apocalipsis de una sociedad extraña, extraterrestre, donde las dicotomías se reflejan en todo su esplendor con un relato que no tiene nada que envidar a los relatos de sociedades futuras; increíblemente, no fue publicado hasta 1975. Mi favorito, sin embargo, es el segundo:

El motivo es porque podemos estar hablando de la primera historia de zombis del siglo XX; parte de una base científica:

“La enfermedad adquirió tal denominación, porque los afectados por ella continuamente actúan de forma contraria a sus propios deseos, queriendo una cosa pero diciendo y haciendo otra. (El nombre científico es mania contradicens) Suele comenzar con una débil sintomatología, principalmente en forma de singular afasia. El enfermo dice “no” en vez de “sí”; cuando quiere dirigir a alguien unas palabras agradables, acaba cubriéndolo de improperios, etc. […] Con la progresión de la enfermedad, esas contradicciones acaban adueñándose de la vida física y espiritual del sujeto, y son innumerables las variantes de acuerdo con las peculiaridades individuales de cada uno.”

Es memorable sin embargo lo que desencadena a partir de esta aparente nimiedad, esas variantes peculiares a cada individuo que nos llevan a un final descarnado, pródigo en detalles escabrosos pero brutal en su concepción: “En esos días la Ciudad de las Estrellas era una enorme caja negra, donde algunos miles de criaturas pseudohumanas habían sido arrojadas al hedor de cientos de miles de cadáveres putrefactos; un lugar donde no quedaba nadie entre los vivos que fuera realmente consciente de su situación. Una ciudad de locos, un gigantesco manicomio, el más grande y repulsivo Caos que haya conocido nunca la humanidad.”

Desde luego, es una pequeña delicia para los amantes del terror que justifica, él solo, la existencia de esta antología.

Para acabar, tenemos a Serguéi R. Mintslov (1870-1933), que realizó sobre todo estudios autobiográficos y destacó con sus novelas históricas,; sin embargo, jugó con estudios científico-técnicos que propiciaron sus relatos de ciencia ficción; es paradigmático de estos últimos este  “El misterio de las paredes” (1906) con la fantástica premisa que supone la invención de un artefacto que sirve para ver y oír lo que ocurrió en el pasado de un edificio antiguo a través de sus paredes; la descripción siguiente está cargada de lirismo:

“Habían asimilado el pasado que tuvieron ante sí: en sus piedras sin vida, en el cobre, la madera, el hierro, en todas partes habían quedado atrapados discursos y sombras de las gentes que en un tiempo vivieron allí. Por eso enmudecemos en los edificios antiguos: irradian energías, sentimos su pasado, agazapados en uno u otro de sus rincones.”

En conclusión, una imprescindible antología que todo buen amante de la ciencia ficción y de la literatura de género paladeará con fruición. Una sorpresa de este año y que entra, sin haberlo pensado antes, en este Monográfico de Literatura de Género.

Libros de género ilustrados infantiles

Da la casualidad que, recientemente, han salido dos libros ilustrados para niños que, indudablemente, me atraían por diferentes motivos. El primero de ellos, además, trataba de convertirse en una novela de detectives para niños, por lo tanto, se trató de la primera elección por mi afinidad con el género.

desastre--total-agencia-de-detectives-9788427204041El norteamericano Stephan Pastis, creador de la exitosa tira cómica “Pearls Before Swine” ha comentado sobre “Desastre & Total. Agencia de detectives”, el primer libro infantil que escribe e ilustra: “Cuando era pequeño me encantaba reír. Y espero que este libro consiga esto, tanto con los niños como con sus padres. Yo solo quiero darles una historia que tenga algo divertido en cada capítulo.”

En el primer capítulo “Bla, bla, bla, bla” esta intención es patente en la presentación del singular detective:

 “Vale, primero la parte aburrida y así nos la quitamos de encima. Me llamo De Sastre. Timmy De Sastre. […] Se ve que antes nuestro apellido era De Remendón. Pero algún listillo de la familia le quiso dar más categoría. No se os ocurra hacer chistes con lo de “desastre”. Porque soy todo lo contrario. Soy el fundador, presidente y consejero delegado de la agencia de detectives que lleva mi nombre. De Sastre Detectives. De Sastre Detectives es la mejor agencia de detectives de la ciudad y probablemente del estado. Puede que hasta de toda la nación.”

Esta presentación está aderezada con los dibujos simples y efectivos del ilustrador,; no se puede ocultar que realzan la intención de ofrecer diversión y diferentes niveles de lectura; esta metarreferencialidad de la que hace gala, es más que evidente en los títulos que utiliza, muy representativos de diferentes películas o novelas, basten unos cuantos ejemplos como los siguientes:

“Zumo de naranja. Agitado, no revuelto.” “Timmynator, el juicio final.” “No es país para FLOjos” “El código Da Corrina.”

Cada capítulo (corto y adictivo) te saca una sonrisa, puede ocurrirte con un dibujo, con uno de los divertidísimos diálogos o con alguna de las hilarantes reflexiones del genuino personaje principal:

“De verdad que no quiero dedicar ni un minuto más de lo estrictamente necesario a escribir sobre el Centro del Mal en el Universo. Primero, porque nunca dedico ni un minuto a pensar en ella. Y segundo, porque realmente la odio mucho. Así que seré breve: La Bestia Negra tiene una agencia de detectives, la CCIA, que, según ella, significa “Corrina Corrina Investigación en Acción”. Según yo, significa “Corrina Corrina la Idiota que Alucina.”

En el antepenúltimo capítulo “Elemental, querido Gunnar”, resuelve, como no podía ser de otra forma, los cabos pendientes a su manera y nos lleva a un final esperanzador con el resurgimiento de la agencia y el gran detective.

Estamos ante una de las obras del año que puede ser leída y disfrutada tanto por niños como por adultos debido al juego que propone el inteligente Pastis. Labor aparte la de la traducción realizada por Isabel Llasat Botija, espléndida en el manejo de los juegos de palabras necesarios para disfrutarla en su plenitud. Esperemos que Editorial del Molino consiga poder seguir publicando las siguientes entregas porque valen muchísimo la pena.

doctorproctorEl segundo caso es radicalmente distinto se trata de “El doctor Proctor y los polvos tirapedos” del noruego Jo Nesbo; el creador del investigador Harry Hole lleva a cabo aquí su primera incursión en la literatura infantil acompañado de Per Dybvig en las ilustraciones. Después de la más que competente labor de Nesbo en la novela policíaca me entró la curiosidad.

Esta novela de aventuras tiene a Lise y Tapón como protagonistas, especialmente el diminuto pelirrojo: “Lise se puso de puntillas y miró por encima de la verja. Y descubrió a un niño pequeño y pelirrojo, bueno, no es que fuera pelirrojo, es que tenía el pelo rojo como un tomate. Y no es que fuera pequeño, es que era diminuto. Tenía una cara diminuta con dos diminutos ojos azules y, entre ellos, una diminuta nariz respingona. Lo único grande que tenía en la cara eran las pecas.”; y a un científico loco, en sus propias palabras: “Soy el doctor Proctor –dijo el doctor. Sus erres sonaban como un cortacésped mal engrasado-. Soy un profesor chiflado. O casi chiflado.”

Nesbo aprovecha la típica fascinación por lo escatológico que demuestran los niños a una cierta edad, para crear una historia llena de aventuras alrededor de una fórmula que hace que tires pedos hasta incluso ponerte en órbita; esos “pedonautas”, con malos malosos como se par de gemelos, escapadas de prisiones y mucha escatología conforman la historia.

La historia es sencilla en el planteamiento y se lee sin prácticamente dificultad; sin embargo está hecha para niños solamente, no hay posibles segundas lecturas; ciertamente funciona a ese nivel, pero un adulto no va a encontrar muchos alicientes en este pastiche de aventuras. Además, tengo que reconocer que no es un libro que dejaría a un niño a edad temprana… este párrafo por ejemplo, es difícilmente explicable por todo lo que puede implicar…

“-Hablábamos sobre lo que pasa cuando mujeres como Lise y como usted son más listas que nosotros los hombres, señora Strobe –dijo Tapón-. En mi opinión, las mujeres deberían hacerse cargo del mundo, exterminar a todos los hombres, congelar células de esperma para tener hijos y matar a los bebés niño al nacer.”

Sin estar mal, se queda a un nivel mucho más bajo que el de Pastis, maravilla y delicia total. Sigo prefiriendo a Nesbo en sus novelas policíacas.

PS. Los textos de “El Doctor Proctor y los polvos tirapedos” provienen de la traducción realizada por Meritxell Salvany para la edición de la obra en Ediciones la Galera.

“Dos tumbas” de Douglas Preston y Lincoln Child

dos-tumbas-9788401353901No puedo ocultar la fascinación que me suele producir cada nuevo libro de los autores norteamericanos Douglas Preston y Lincold Child, especialmente si me encuentro ante las aventuras de Aloysius X. Pendergast y ahora, aunque moderadamente, las del nuevo personaje Gideon Crew.

He comprobado además que, en el caso de nuestro melifluo agente del FBI esta fascinación está bastante extendida y, de hecho, dediqué un post completo sobre las características que más le gustaban a los lectores de la serie.

Pendergast es, por derecho propio, un heredero del pulp más sesentero, historias donde se mezcla la ciencia ficción, con la investigación, los monstruos inverosímiles… y que contribuyen a crear un aura de aventura, de sensación de asombro ante lo que perpetrarán en cada entrega. Quizá el mayor ejemplo del extremo al que pueden llegar es la famosa “Trilogía de Diógenes”, compuesta por “La mano del diablo”, “La Danza de la muerte” y “El libro de los muertos”. Considero que dicha saga es el paradigma del thiller, el thriller definitivo, que reúne los elementos necesarios para pegarte al sillón y disfrutar página a página de las múltiples sorpresas que se te ofrecen.

Indudablemente, cuando las series son largas, suelen acusar fatiga en los planteamientos, falta de frescura y, por qué no decirlo, a veces momentos mediocres. “Dos tumbas”, la última entrega que vemos de nuestro agente del FBI es el número doce de la serie y  constituye, además, la tercera parte de la “Trilogía de Helen”. Tanto al comienzo de la misma como en los dos libros anteriores (“Pantano de Sangre” y “Sangre Fría”), estaba claro que la fatiga de la que hablaba era patente, los libros no dejan de leerse bien, pero faltaba chispa.

Por fortuna, Preston y Child parece que no han quemado todo lo que tienen pensado con el personaje, al menos por lo que he podido ver en el final del anterior “Pantano de sangre” y en todo este libro. Nos encontramos de nuevo con esos ramalazos de genialidad realizados de manera inteligente.

Este libro reúne todas las características que hacen a esta pareja única. Encadenan el electrizante final del anterior con el comienzo de siempre y llevan a nuestro héroe al límite; hay un antes y un después del momento inicial (a partir de aquí se desvela algún detalle de la trama que quien no la haya leído NO debería leerla, sobre todo en los párrafos en cursiva), este hecho se refleja sin asomo de dudas aquí:

“Estaba en medio de un desierto enorme, vacío, brutal, indiferente. La oscuridad seguía invadiendo su visión, como si delante de él hubiera un túnel oscuro cuyo extremo quedara cada vez más lejos. De sus dedos insensibles resbaló la pala, que hizo un ruido sordo al caer sobre la dura tierra. Con un último suspiro casi inaudible, se desplomó de rodillas y, tras oscilar unos momentos, quedó tendido encima de la tumba de su esposa.”

Nada más ocurrir esto se nos presenta un nuevo y temible personaje, de maldad sin límites, que va a poner las cosas imposibles en el momento de destrucción del personaje principal; la presentación es impecable, memorable, sí, mágica en su perversidad.

Y luego se desencadena una trama llena de detalles brutales, que enlazan con los anteriores volúmenes de la trilogía e, incluso, con algunos de los anteriores de la serie (aún así está tan bien escrito que es perfectamente disfrutable sin haberlos leído).

La primera pista que nos trae una improbable resurrección irá evolucionando y la solución a dicha trama es aún más enrevesada; nazis, eugenesia, acción a raudales, un enemigo imbatible con un “increíble” poder imposible de sobrepasar y que resulta la horma del zapato de Pendergast.

Todo ello conforma una trama sorprendente, llena de sorpresas, que origina una vuelta de tuerca más en el estatus quo del personaje y sus secundarios; incluso se permiten una reflexión de tipo moral, sencilla  pero efectiva.

“Dejó de mirar por la ventana y rehizo su camino por el túnel y la escalera. Pocos minutos después respiraba profundamente (de forma incluso un poco entrecortada) el aire fresco y puro de la superficie, mientras se le quedaba grabada para siempre en la conciencia la grotesca imagen de dolor humano que acababa de presenciar.”

Cuando el héroe no sabe cómo vencer a su enemigo, tiene una epifanía joyceana en clave “nietzscheana” indudablemente poética:

“Una vez más acudió sin querer a su memoria la extraña cita de Nietzsche: “Mira el mundo como si hubiera desaparecido el tiempo y verás recto todo lo que estaba torcido”. 

Y fue entonces cuando la revelación,  como el sol al nacer, lo iluminó.”

Es imposible no quedar subyugado ante la resolución final y el potencial que puede presentar el siguiente libro. Están en plena forma, y lo contentos que estamos nosotros de que sigan así.

Y en mayo….. cambio de planes

Este post, inicialmente debería haber servido, como viene siendo habitual, para hacer un repaso de lo leído el mes anterior y un posible avance de lo que pueden ser las lecturas del mes de mayo. Recordemos que en este artículo comenté que iba a dedicar el mes de abril a la literatura de género. También es cierto que comencé el monográfico a mediados de mes y claro, la verdad sea dicha, eso no iba a ser un mes.

Por lo tanto, teniendo en cuenta lo anterior, ya que llevo yo el blog, he decidido cambiar de planes y lo voy a extender durante todo el mes de mayo; será en junio cuando haga un cambio radical que ya tengo pensado con antelación; eso sí, no pienso adelantar por dónde va a ir. No haría falta que justificara el cambio pero me apetece hacerlo:

1º Era poco tiempo para dedicarle a un tema tan extenso, las próximas veces concretaré más.

2º Los exámenes de Filología inglesa acaban en la primera semana de junio, por lo tanto tiene su lógica mantener este tipo de lecturas hasta que los acabe.

3º Como preveía al principio, el no tener pensado de antemano las lecturas que voy a coger está resultando en una mezcla de lo más heterogénea como estáis pudiendo comprobar; todo es un poco caótico y no hay un hilo conductor aparte de los temas, pero con el resumen final que haré al acabarlo estará más recogido, no os preocupéis.

4º Estoy disfrutando muchísimo con él y las próximas lecturas pueden traer aún más diversión. Solo tenéis que ver estas que son las únicas que tengo claras en esta semana….

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Ahí podéis ver la variedad… desde luego está siendo más que curioso; me falta un poco más de terror, esto hay que solucionarlo para la siguiente semana.

Nada como variar la forma de leer y presentar lo que lees de formas distintas. Sin duda te impulsa a realizar otro tipo de lecturas y otro tipo de monográficos. Ya tengo pensados varios para este año que irán llegando según se acerquen las fechas señaladas. Espero que os guste.

“Amigos hasta la muerte” de Nele Neuhaus

unos amigos de miedo 150x 230.inddTras la agradable sorpresa  que supuso la publicación de “Blancanieves debe morir” de la alemana Neuhaus el año pasado de la que hablé cumplidamente aquí  y que declaré como uno de los libros del año pasado; Maeva nos trae ahora el siguiente libro de la escritora que no es el siguiente; es decir, “Amigos hasta la muerte” es el segundo de la serie de Pia Kirchoff y Oliver Von Bodenstein; por lo tanto, el grado de avance, al menos en lo personal, de los protagonistas está un estadio anterior para los que leyeron el anterior (¡que era el cuarto!); esto es lo que vivimos habitualmente en las decisiones editoriales. Para mí, ya que ha funcionado el primero, lo mejor habría sido publicar el primero de la serie y venderlo como “la primera aventura de los detectives que te cautivaron en “Blancanieves…”; pero no me hagáis mucho caso, ellos sabrán el porqué de esta decisión.

Vamos a lo que importa, que, al fin y al cabo es el libro; ciertamente es muy diferente al anterior que vimos, de hecho esto se parece mucho más a la línea editorial que están siguiendo que explicaré a continuación; lo genial del anterior es que se convertía en una claustrofóbica trama cerrada a un pueblo que esconde, en su pasado, secretos perversos e inconfesables con todas las particularidades que eso entrañaba y que se alejaba de las típicas historias de Camilla Lackberg, por poner en antecedentes la estrella de la editorial.

En este “Amigos hasta la muerte” nos encontramos con una trama más abierta, igualmente llena de ramificaciones y personajes que se relacionan entre sí y que serán decisivos para la resolución del misterio; lo que también vemos es el embrión de una Neuhaus  que buscaba su forma de hacer los libros; aquí nos encontramos con un desarrollo personal muy acentuado en el caso de los dos investigadores y, especialmente, en el caso de Pia, que jugará con más de un personaje con la posibilidad de que se vuelva su pareja sentimental ante su mal momento personal:

“El trabajo y la vida privada se habían mezclado de manera funesta e imperceptible. Pia se devanaba los sesos, trataba de remontarse al punto en que había perdido el norte en la maraña de sus confusos sueños y miedos. Mientras seguía contemplando el cielo, el móvil volvió a sonar. Pia miró la pantalla: ¡Lukas! La persona perfecta para lamerle las heridas.”

Indudablemente, estos momentos cambian la concepción de la obra y sobre todo el público hacia el que va dirigido; por fortuna, a pesar de este juego con los sentimientos de la detective, la trama principal es lo suficientemente compleja y está bastante bien resuelta para contentar a ambos públicos; cabe reseñar la ocultación deliberada de datos que serán cruciales para la resolución del misterio en su parte final, sobre todo con el último giro.

Está claro que Neuhaus estaba experimentando por dónde quería llevar el estilo de sus novelas; no dejo de mirar en perspectiva esta novela, ya que supone una piedra en el hito que supuso la creación de su mejor acabada “Blancanieves debe morir”  y como tal debería ser juzgado; es una buena novela policíaca, sin alardes, pero que asegura un buen entretenimiento.

PS El texto es de la traducción del alemán realizada por María José Díaz Pérez para la editorial Maeva  de “Amigos hasta la muerte” de Nele Neuhaus.