Llamada perdida de Gabriella Wiener. Más allá de lo confesional

LlamadaPerdidaEn un arrebato de sinceridad confieso que, a priori, no suelo acercarme a los relatos confesionales. Es un prejuicio que tengo grabado a fuego y que me hace desconfiar de ellos como si de la peste se trataran. Todas esta condiciones se daban en Llamada perdida de la peruana Gabriella Wiener, no debería haber llegado a él pero hice el esfuerzo por un par de motivos: un par de recomendaciones positivas por parte de lectores que respeto mucho e intentar acercarme a escritores/as de habla hispana (que no suelen estar entre mis lecturas habituales).

Alguien se puede preguntar qué es un relato confesional, no hay problema, la propia escritora nos explica casi al principio su técnica narrativa, que puede adscribirse a este tipo de historias:

“Lo cierto es que nunca he podido narrar –ni opinar- desde un lugar discreto, nunca he podido hacerme invisible, y para ser sincera tampoco lo he intentado. Amo la realidad que desenmascaramos en cada uno de nuestros actos. Amo la voluntad de asombro. Cuando niña me intoxiqué de poesía confesional y de los trabajos de artistas que escribían con su sangre y nos mostraban la cama donde acababan de tener sexo. Me interesan los documentales que hacen los hijos sobre sus familias tanto como los libros de memorias que nadie contaría, narraciones llenas de episodios bochornosos. La intimidad es mi materia y es mi método. Y, sí, esa necesidad de exponerme tiene que ver más con la inseguridad que con la valentía.  La autorrepresión siempre me pone al borde del arrebato y en situaciones incómodas de las que nunca sé cómo salir. Pero salgo y salgo un poco distinta.

Este puñado de historias y observaciones no son más que frutos de la reincidencia en el vicio de comentar lo que me rodea con la esperanza de que al relatarme alguien más se sienta relatado.”

No iba bien la cosa, resume exactamente todos mis miedos a encontrarme un texto de este tipo, memorias que se ligan comúnmente a la sinceridad del narrador con la esperanza última de lograr que el lector se identifique con lo relatado.  Siempre he sido más partidario de la ficción como vehículo para hacer lo mismo que comenta; el siguiente texto ahondaba de nuevo en lo que comentaba Wiener y sinceramente, me alarmaba aún más:

“Creo que lo más honesto que puedo hacer literariamente es contar las cosas como las veo, sin artificios, sin disfraces, sin filtros, sin mentiras, con mis prejuicios, obsesiones y complejos, con las verdades en minúscula y por lo general sospechosas. Hacerlo de otra manera sería presuntuoso por mi parte. Estaría engañándome y engañándolos. Gay Talese escribió que la misión de un escritor de no ficción es dar cuenta de la corriente ficticia que fluye en los túneles subterráneos de lo real. Hay escritores que buscan la verdad a través de la ficción. Me gusta pensar que formo parte del otro grupo, el de esos excavadores que buscan en lo real lo impredecible y lo extraño (pero también lo abrumador) de la normalidad, el absurdo que contienen las noticias, todo eso que puede ser tan serenamente triste como una llamada perdida.”

Sinceramente, prefiero que me engañen, que me enseñen mundos alternativos a lo que estoy acostumbrado a ver, soy plenamente consciente de todo lo absurdo que contiene, ;no hay nada que me pueda llamar menos la atención y, sin embargo, la última frase me devolvía la esperanza: esa pátina de tristeza como una llamada perdida (que además entroncaba directamente con el título del libro). Título que se subdivide en diversas categorías articuladas bajo la misma temática (Llamadas de larga distancia, llamadas personales, llamadas perdidas, llamadas a cobro revertido) y que identifican sus relatos confesionales metafóricamente con algo tan actual como es una llamada telefónica, con la connotación añadida que los relaciona con un punto de pérdida, algo negativo, lo que nos perdemos cuando no recibimos una llamada es parte inherente de cada uno de sus relatos.

Y sorprendentemente, llegó el momento en que me olvidé de los temas tratados y de si empatizaba más o menos con la historia; el libro de Gabriella Wiener me fascina no tanto por lo que cuente (que es interesante la mayoría de las veces) sino por la forma de contarlo;  no descuida la forma, muy al contrario, la cuida al límite consiguiendo dotar a cada párrafo de todos sus sentimientos y reflexiones, pero mostrándolos de una manera que resulta  muy poética; buena muestra de ello es su forma de mostrar su relación con los textos de Bolaño, fantástica la última frase identificando las páginas de Los detectives salvajes con su soledad, el color de los días e, incluso, su ambición literaria:

“Hojeo velozmente las páginas de mi ejemplar de Los detectives salvajes esperando encontrar algo de aquella época, pero me sorprende una vez más no ver nada, ni una anotación ni un billete de metro: no hay testimonio de mi lectura y eso me hunde. Cuando llegué, Roberto Bolaño acababa de morir. Había vivido desde los ochenta en esta ciudad y luego a las afueras, en Blanes, un pueblo de la costa Brava a una hora de Barcelona; pero ya no estaba más, había muerto esperando un trasplante de hígado meses antes de  mi llegada; su fantasma, como el de Cesárea Tinajero en el desierto mexicano, también merodeaba por aquí y yo me hallaba por completo bajo su influjo. En suma, era víctima del síndrome que aqueja a cualquier joven con aspiraciones de escritor que se inicia en la lectura de Bolaño: me sentía, repentinamente, una detective salvaje. Algo de mi soledad temporal, el color de esos precarios días, el brillo de cierta pobreza de artista, las dudas sobre mi futuro y mi enorme ambición me hacían verme reflejada en sus páginas.”

Algo tan manido como el uso nostálgico de los recuerdos es oro puro en las manos de la escritora que recuerda la vida en su país y la liga a un sueño, a la esperanza futura de mejorar lo que tuvo allí:

“Hay unas fotografías que nos tomamos Jaime y yo en el tren de regreso del aeropuerto del Prat, minutos después de reencontrarnos. Él tiene el rostro anhelante. Yo, entre avergonzado y sorprendido. Recuerdo la extrañeza que me produjo abrazarlo. Cuando te acostumbras a las soledad, de repente los desconocidos se vuelven cercanos y los conocidos unos extraños. Lo ajeno es lo normal y lo inusual es que algo te pertenezca. Tuve que mirarlo mucho rato,  quizá horas, días, para identificarlo como la persona a la que esperaba. Ahora que vuelvo a mirar las fotos, creo que ambos sonreímos. Nos esperaban muchos años juntos en esa ciudad. Habíamos perdido un país, pero teníamos un sueño.”

No faltan las reflexiones personales al respecto de la literatura y del arte en general como es en el siguiente caso, quizá lo que más anhelamos al encontrarnos una obra de arte es confrontarnos con monstruos que nos recuerdan aquello en lo que podemos convertirnos si no estamos atentos:

“Siempre he pensado que, como los buenos libros o el arte más grandioso, las buenas películas nos confrontan con monstruos que  se parecen más a nosotros mismo que a un dragón o un alienígena. Que son como un recordatorio de aquello en lo que podemos convertirnos.”

Hasta los cuentos de navidad de Dickens están presentes en sus narraciones, es deliciosa la manera metafórica de utilizarlos, transcribo solo una parte de ellas, vale la pena leer el texto completo:

“Pero, otra vez, leo Un cuento de Navidad (1843) y no puedo evitar pensar que aunque sea el colmo de lo dickensiano –eso tan inglés, tan victoriano –ese libro de alguna manera nos retrata a todos. Todos cabemos en un cuento navideño de Dickens. […] solía ver a mi país como a Bob Cratchit, el trabajador pobre pero honrado, sometido a la tiranía del rico tiranuelo; y he visto en el Perú al pequeño Tiny Tim, inocente de toda culpa, enfermo y condenado a morir, pero aun así alegre y esperanzado […]”

Los dos últimos textos, referentes a Corín Tellado e Isabel Allende, vuelven a convertirse en vehículos para transmitir sus emociones pero, nuevamente, van más allá de lo habitual, le sirven para mostrarnos quién es realmente, una mujer muy diferente a la habitual, una mujer que lucha por un futuro distinto al que imaginaron ellas:

“Me había olvidado de ser esa clase de mujer que mi abuela y Corín querían que fuese. Mi abuela había muerto. Corín tenía cinco de tensión. Y con seis te mueres.”

Y es especial, Wiener, porque todavía defiende la idea romántica del autor, más allá de los productos a los que asistimos todos los días, marketing más que autor: 

“[…] Pero ya no hay autores, hay productos. Ahora se hacen novelas entre cuatro personas que están en la planilla de una editorial.”

Buena forma de terminar este pequeño texto con una frase de Allende y la consiguiente reflexión:

“-Cuando escribo, no tengo ni que verme bien ni ser inteligente –traga una bola de emoción-. Ni cautivar a nadie.

La sinceridad de Isabel Allende aturde.”

A mí también me aturdió la escritura de Gabriella Wiener, pero no fue solo por su sinceridad, sino por su habilidad e ingenio para mostrar mostrarla.

Parsifal de Richard Wagner en el Teatro Real: épica mística

Publicado inicialmente en Ópera World en este post.

Parsifal de Richard Wagner en el Teatro Real: épica mística

Parsifal de Richard Wagner en el Teatro Real: épica mística

Wagner es uno de los mayores epítomes de una forma de entender el arte que, en los tiempos que corren, supone la antítesis de los derroteros hacia los que se aboca la cultura de lo audiovisual; escuchar la mayoría de las óperas del autor alemán conlleva una exigencia y un esfuerzo que trasciende hasta convertirse en algo titánico; obligar a una persona a estar durante más de cuatro horas parado, escuchando música y sin consultar un móvil u otro medio del estilo, se revela cada vez más como algo anacrónico en una sociedad donde lo digital deviene en inmediatez, donde se premia cada vez más la facilidad para acceder a los contenidos y disfrutarlos en el menor tiempo posible; un tiempo en el que se traduce el Quijote a un lenguaje actual o que se está discutiendo ya la necesidad de dejar que se utilicen los móviles en las salas de cine; en tales condiciones, resulta toda una experiencia estar cinco horas y media a solas con Parsifal, y el esfuerzo es recompensado con creces, estamos ante una música de primer orden que se convierte, en las manos de un director capaz, en algo único a pesar de la fatiga que causa.

Épica mística son las dos palabras que me vienen a la cabeza cuando reflexiono sobre la dirección inconmensurable en este Parsifal de Semyon Bychkov; aunque la combinación pueda parecer un oxímoron, reflejan a la perfección el sentimiento que se producía según iban pasando las horas; todo un prodigio de dirección que viene de un gran trabajo por detrás, la orquesta entendió a la perfección lo que quería el ruso y pudimos asistir a un despliegue musical que abrumaba por su intimidad en algunos momentos y emocionaba por su épica en un manejo de los crescendos llevados hasta una intensidad que parecía ilimitable, que atolondraba por la fuerza casi mística de una música eterna y perfectamente interpretada. El primer acto fue excepcional pero todo el final es, sencillamente, mágico. Respondió maravillosamente la orquesta, verdadera extensión de la batuta del maestro y, nuevamente, el coro combinó potencia y afinación, además de una buena dicción alemana, para superar los grandes escollos que suponen las partituras de Wagner con la dificultad añadida del gran espacio que media entre las dos actuaciones del coro masculino (en primer y tercer actos), sopranos y contraltos también dieron un gran espectáculo en el momento de las muchachas flor.

Parsifal de Richard Wagner en el Teatro Real: épica mística

Parsifal de Richard Wagner en el Teatro Real: épica mística

Uno de los recursos más típicos en los montajes escénicos actuales es aprovechar un escenario giratorio (este mismo año, de hecho, hemos visto el Rigoletto de McVicar, que utilizaba esta posibilidad). Claus Guth también tomó partido de esta iniciativa y hay que reconocer que resultó un gran acierto, la forma en que lo planteó dotaba de una profundidad inusitada a las escenas, los giros no solo eran estáticos, sino que había ocasiones que le servían para desarrollar una escena al completo; además había dos plantas en todos los giros con lo que le daba pie a desarrollar más escenas. Gracias al gran trabajo de iluminación de Jürgen Hoffmann, podíamos ver una abadía -hospital transformarse en el castillo mágico de Klingsor sin que resultara incongruente. Especialmente interesante fue esta ambientación en el segundo acto con una fiesta de los años veinte en la aparición de las muchachas flor que dio brillantez a su planteamiento. Además todo el montaje estaba tan bien orientado que reafirmaba el sentido de la ópera. Un verdadero logro.

En la parte canora, el resultado fue bastante satisfactorio; empezando por el gran trabajo de Klaus Florian Vogt, un tenor dramático pero no heldentenor, sorprende el esplendor de su timbre que parece que no es adecuado para el papel (a la manera de un Windgassen, prototipo único del rol) pero su proyección es impecable, puede luchar sin problemas en las notas medias con la orquesta y, la verdad, es que configura un papel muy lúcido, tiene agudo, tiene fuerza, a poco que se le oscurezca la voz podemos tener un gran heldentenor; Kundry es un papel endiablado, extraña mezcla de mezzo y soprano que no todas pueden cantar, Kampe lucha con esfuerzos denodados y una gran actuación, totalmente creíble, pero es una lástima que la fatiga estrangule sus agudos en la parte final del segundo acto, el cansancio le hizo mella y no consiguió mantener la afinación, aún así, no fue una mala aproximación; Franz Josef Selig me maravilló hace un tiempo con su Rey Marke, parece que Gurnemanz se le queda un poco grande, grandes monólogos durante tanto tiempo, desbordan la nobleza de su timbre que se mantiene afinado a pesar de todo aunque no con la frescura inicial, no será de referencia, pero se sostiene durante toda la duración; mucho mejor Nikitin como Klingsor, quizá eché de menos una vena más maquiavélica, de verdadero villano, pero la proyección, el timbre, etc. se adaptan muy bien a este papel; insuficiente a todas luces el Amfortas de Detlef Roth, por debajo del resto del reparto; estupendo el Titurel de Jerkunica, estentóreo (mucho más que Anfortas) pero en su sitio; buenas actuaciones del resto de comprimarios con especial atención a las muchachas flor, la escena estuvo muy bien pensada y cantada.

Definitivamente, una noche para el recuerdo, los que duraron hasta el final disfrutaron y se emocionaron, es imposible no hacerlo con este despliegue.

Las fotos pertenecen a Javier del Real.

Mis andanzas Caninas (Tercera entrega). No Comments

SalemslotthemovieVuelvo de nuevo con otro post recopilatorio para reunir todas mis intervenciones /colaboraciones en la web cultural www.caninomag.es. Como en la anterior ocasión lo divido en dos tipos de colaboraciones: En primer lugar mis posts individuales, siempre referentes a literatura; en el segundo caso se trata de posts colectivos a los que siempre les busco un momento a pesar del tiempo. La verdad es que me siento mi orgulloso de lo que va saliendo por allí, es un proyecto cultural muy distinto e interesante. Estoy muy orgulloso de lo publicado. Me encanta salir de mi intervalo de comodidad e ir practicando en otro tipo de contenidos. Es la mejor manera de mejorar mi redacción.

Sin más preámbulos, del primer tipo han salido las siguientes colaboraciones:

Diez escritoras contemporáneas que deberías empezar a leer ya mismo (si no lo estás haciendo).

[Crítica] ‘Dark Water’ – Lo acuático insospechado.

Los mejores libros de 2016 (que posiblemente no has leído).

dark-waterEn el segundo caso, he participado en los siguientes artículos colectivos, pero con especial atención al que los encabeza, mi primera participación en la Kingpedia:

La Kingpedia #2: ‘Salem’s Lot’ .

[Todos a una] Satanás S.A. 

[Todos a una] Todos somos niños terribles.

[Todos a una] Viaje por países imaginarios.

[Todos a una] – Cuando fueron los mejores.

[Todos a una] Mi holocausto favorito.

[Todos a una] Las mejores experiencias lisérgicas… de ficción.

-[Todos a una] Todo gran libro tiene un gran principio: estos son algunos de los mejores.

Y todo sigue…. En marcha!! Cuando haya acumulado más os lo vuelvo a poner como siempre. Ya sabéis que el resto de posts aparecen aquí puntualmente.

Un abrazo y…

¡Buenas lecturas!

Lecturas no obligatorias de Wislawa Szymborska. Grandeza sin aspavientos

9788498959185_l38_04_hNo entiendo muy bien cómo he llegado a copiar estos textos aquí ni qué voy a comentar exactamente, pero sí quería explicar algo sobre Wislawa Szymborska; como ando tan justo de tiempo he cogido textos de dos obras diferentes: por un lado, Lecturas no obligatorias, publicada por Alfabia; por el otro, la Antología poética que publicó Visor; el caso es que las dos me han encantado y quería utilizar los excelente prólogos de ambas para dilucidar los motivos por los que se ha convertido en una escritora habitual en mi lista de lecturas.

Cuando descubres autores de los que no sabes nada siempre tienes la tentación de discernir cómo son, al menos alguna característica que defina su personalidad, otra cosa es que al descubrir algo no te guste y prefieras obviarlo, suelo separar la obra del personaje por simple pragmatismo; de esa manera disfruto de ella independientemente de que me caiga bien o no. Sin embargo, hay casos en los que texto y vida están indisolublemente unidos y tal es la cuestión con la escritora polaca; gracias a la antología poética tenemos la posibilidad de desvelar, a través del discurso que dio al recibir el Nobel, algo de este carácter: 

“El 6 de diciembre viajó a Estocolmo para la entrega de los premios Nobel, acompañada de un pequeño grupo de amigo. Pronunció uno de los discursos más breves pero también más impactantes de la historia del premio. En la alocución resumió de manera sorprendente  y sencilla el sentido de la poesía. La poesía que, en realidad, es la vida misma. “Estimo altamente estas dos pequeñas palabras: ‘no sé’. Pequeñas, pero dotadas de alas para el vuelo. Nos agrandan la vida hasta una dimensión que no cabe en nosotros mismos y hasta el tamaño en el que está suspendida nuestra Tierra diminuta. Si Isaac Newton no se hubiera dicho ‘no sé’, las manzanas en su jardín podrían seguir cayendo como granizo, y él, en el mejor de los casos, solamente se inclinaría para recogerlas y comérselas. Si mi compatriota María Sklodowska-Curie no se hubiera dicho ‘no sé’, probablemente se habría quedado como maestra de química en un colegio para señoritas de buena familia y en este trabajo, por otra parte muy decente, se le hubiera ido la vida. Pero siguió repitiéndose ‘no sé’ y justo estas palabras la trajeron dos veces a Estocolmo, donde se otorgan los premios Nobel a personas de espíritu inquieto y en búsqueda constante.” 

Ella misma se define a través de su incapacidad de no-saber, y presenta esta filosofía como un camino de vida; es muy difícil reconocer que no sabes algo, afirmar tu incapacidad para entender lo que te están contando, duele porque todos queremos demostrar nuestra importancia; sin embargo, Szymborska nos enseña un camino distinto: reconocer lo que nos falta para empezar mejorar;  es un punto de partida distinto que a ella le sirve para explorar diferentes recorridos. Esto nos lleva a otro texto interesante sobre la creación, la lucha contra la página en blanco y su tranquilidad a la hora de componer poemas: 

“La primera dama de la poesía polaca decía que la lucha de un poeta es enfrentarse con la hoja en blanco, sentado ante el escritorio, en soledad. Así lo hacía ella, de noche, creaba pocas o muchas líneas que la mayoría de las veces no pasaban la prueba del alba y terminaban en la papelera (por cierto, en una de las veladas con jóvenes lectores dijo que la herramienta más importante para un poeta era la papelera).

Trabajaba cada palabra, cada frase con enorme cuidado. Le importaba mucho el ritmo, la música del verso. Publicó apenas 13 tomos escritos en los 86 años de su vida, libros que, a partir de los años 60, se convirtieron en grandes acontecimientos literarios, recibidos con admiración por el público y la crítica. Szymborska siempre se mantuvo fiel a su estilo tranquilo, tonificado, lleno de elementos aparentemente fútiles pero que unas veces llevan delicadas dosis de sentido del humor y otras aprietan la garganta en un llanto interior. 

Toda una artesana de las letras, palabra a palabra llegaba a componer textos de valía y no consideraba que fuese ni intelectual ni especialmente inspirada por un genio poético que daba luz a sus períodos de sombras. La sencillez aparente de sus composiciones vuelve a demostrar el cómo la poesía está indisolublemente unida a la vida, aunque sólo sea así para los 1600 lectores de poesía que hay en cada país: 

“Dijo alguien (lo repito tras Adam Zagajewski) que mires por donde mires, al fin y al cabo, en cada país hay 1600 lectores de poesía. Sea verdad o no, quizás viviríamos ignorando la existencia de la gran poesía de Wislawa Szymborska, si no fuera por el premio Nobel. O quizás no sea cierto… Ahora sus poemas se traducen a todos los idiomas del mundo, las tiradas de sus libros alcanzan varios miles de ejemplares, se reeditan. Tiene admiradores en todos los continentes, en diferentes sociedades y tradiciones literarias y culturales. La poesía de Szymborska llega al fondo, afecta y cautiva, por la universalidad de su mensaje y su forma elegante, aparentemente sencilla y clara, por su falta de narcisismo. Sencillamente, cuenta la realidad a su manera a través de la poesía. Es un hada buena, que ve pequeñas, sencillas cosas: gestos, sonrisas, frases, miradas. Su varita mágica nos convierte en seres sensibles. Nos abre un mundo que antes no veíamos.

Ya lo decía Fernando Pessoa: la literatura es la prueba evidente de que la vida no basta. Podríamos añadir: la poesía es el condimento indispensable para que la vida tenga sentido.” 

Como buena muestra del resultado de su poética no quería pasar a su prosa sin poner uno de sus poemas más famosos: 

LAS TRES PALABRAS MÁS EXTRAÑAS

“Cuando pronuncio la palabra Futuro,

la primera sílaba viaja ya al pasado.

Cuando pronuncio la palabra Silencio,

lo destruyo.

Cuando pronuncio la palabra Nada,

creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.” 

lecturas-no-obligatorias_prosasEntrando en las lecturas no obligatorias, elimino todo lo referente a la poesía en su prólogo y me voy a lo que me ocupa, lo referente a su prosa en general y particularmente a estos artículos;  Manel Bellmunt Serrano lo desarrolla muy bien, definiendo la visión del arte de la polaca de una manera común hablemos de lo que hablemos (poesía o prosa):

“Pero el libro que quiero presentarles no es una antología de sus poemas, y con razón se preguntará el lector por qué hago referencia a su poesía. Las razones son múltiples, pero únicamente referiré dos: en primer lugar, los temas tratados en este volumen de prosas son, en su mayoría, los mismos a los que alude su poesía y, en segundo lugar, para comprender la dimensión moral y ética de la autora es necesario comprender su poesía y su visión del arte. Y esa visión del arte coincide tanto en su obra poética como en su prosa, y podríamos definirla como un humanismo revestido de ironía.”

De ahí que sus comentarios busquen lo insospechado de sus lecturas, trasladándonos perspectivas diferentes, puntos de vista alejados que pueden funcionar como aclaraciones, reseñas o simples reflexiones que le pueden llevar a digresiones que se pueden acercar ( o no) al sentido del texto, pero que siempre constituyen algún tipo de valoración crítica:

“Lecturas no obligatorias es una recopilación de textos aparecidos durante décadas primeramente en Zycie Literackie, un conocido semanario polaco de literatura y cultura, y , más tarde, en otras revistas como Pismo u Odra. A partir de 1993, estas breves piezas en prosa se publicarán en Gazeta Wyborcza. […] sus columnas no son reseñas literarias, sino comentarios a obras que normalmente no acaparan la atención del crítico.[…] En ocasiones, Szymborska se olvida ex profeso de las obligaciones del articulista y divaga sobre temas que guardan poca o ninguna relación con el libro. Rara vez se centra exclusivamente en la obra en cuestión, sus características formales o su calidad literaria, pero siempre arroja una valoración crítica –a veces sutil; otras, despiadada- sobre el asunto en cuestión.”

Y todo se alinea con la filosofía del “no sé” de la que hablé anteriormente, ya que los textos que construye Szymborska son tan eclécticos como poco habituales pero, inevitablemente, en todos ellos se vislumbra este humanismo irónico que tan adecuadamente definió el prologuista:

“En el fondo, sus artículos no son más que un pretexto para centrarse en el campo de una prosa que siempre se ha declarado “incapaz de escribir”. El lector pronto se dará cuenta de la realidad que subyace bajo esa aseveración, y de que la autora polaca utiliza el lenguaje con maestría y precisión también en prosa. Hay artículos sobre biología, arqueología, historia, geología, botánica, psiquiatría, gastronomía… Pero en todos ellos se aprecia a trasluz el lado más humanista de Szymborska, un humanismo recubierto de ironía.”

El término medio Aristotélico sería una manera (in)justa de modelar las aproximaciones de la poeta; entre otras cosas porque transita la heterodoxia sin estar demasiado lejos, la ortodoxia sin ser reaccionaria, da la impresión de que nos muestra la vida tal y como es, con todas sus incoherencias y discordancias:

“La filosofía de Szymborska se decanta por la moderación (que no el conservadurismo) y el escepticismo. Trata cautamente de evitar las grandes frases y las grandes aseveraciones y prefiere las contradicciones a las verdades generalmente aceptadas. El mundo que nos presenta no se basa en una cosmogonía aparte, sino que añade glosas a la realidad en que vivimos. Como ella misma añade en algunas ocasiones a sus artículos, su lugar se encuentra en el margen, junto al conocimiento aceptado. Es una heterodoxa que, sin embargo, prefiere no alejarse en exceso de la ortodoxia.”

Lo que está claro es que, de esta manera, nos entretiene, nos hace disfrutar de lo que leemos y todo ello lo consigue sin vanos efectos artificiales que vacíen de significado el sentido de lo que nos cuenta:

“Lecturas no obligatorias es muchas cosas, todas a la vez. Es por eso que esas piezas en prosa son tan entretenidas y amenas. Y lejos de vulgarizar la literatura, buscan todo lo contrario: devolverle su dignidad y su humanidad. Porque el libro, como día Szymborska, es una de las mayores invenciones del homo ludens. Nos hace libres, nos invita a soñar y nos entretiene, entre otras muchas cosas. Szymborska sique escribiendo para disfrute del resto. Y la sonrisa, aunque digan lo contrario, nos acerca a nosotros mismos.”

Buena muestra de su talento puede verse en los siguientes textos que he escogido (y que podrían haber sido otros); me encanta el paralelismo de Vermeer con un cuarteto de cámara inusual que ejecuta con respecto a una biografía del autor:

“Expresar con palabras las obras de Vermeer es un esfuerzo en vano. En su caso, un cuarteto musical con dos violines, un fagote y un arpa sería un medio de expresión mucho más apropiado.”

Simplemente, no puedo dejar de adorar su apología del humor frente a la tan cacareada seriedad, “seriedad absurda” es un término a tener muy en cuenta a partir de ahora, debería convertirse en una expresión que usemos frecuentemente:

“Opino que tanto la gravedad como el humor son igual de valiosos y, por ello, espero con ansia el momento en que la seriedad comience a envidiar al humor a modo de revancha. […] Señores críticos, ustedes que se sirven del término “humor absurdo”, ¡acuñen del mismo modo el de “seriedad absurda”! Distingan la seriedad refinada de la primitiva, la despreocupada de la macabra.”

Muy en línea con nuestra incapacidad de decir “no sé”, el auto examen de conciencia sería lo anterior a este reconocimiento; tememos ver nuestro interior, queremos constatar que somos mejores que los demás, de ahí que siempre busquemos los defectos de los demás:

“No es fácil hacerse un examen de conciencia a uno mismo; sin embargo, hacérselo a cualquier otra persona nos resulta fácil y refuerza nuestro convencimiento de que somos mejores.”

A favor totalmente de su apreciación del tiempo estival como espacio-tiempo dedicado a lecturas concienzudas… algo que nunca hago yo mismo por la razón que ella comenta: 

“Recomiendo esta larga lectura para el tiempo estival. No sé de dónde ha salido esa idea estúpida de que hay que elegir lecturas ligeras para las vacaciones. Si es todo lo contrario: esas lecturas ligeras deben leerse –si es que en realidad es posible leer algo- antes de acostarse, después del trabajo o las labores de casa, cuando resulta difícil encontrar esa concentración que requieren los libros más serios.”

No  me puedo creer que hayas llegado a estas alturas y no te hayas decidido a buscar un libro suyo todavía. Si es así, ¿a qué esperas? Verás cómo vale la pena. 

Los textos provienen de la traducción del polaco de Elzbieta BortklewiczManel Bellmunt Serrano de Antología poética en Visor Poesía y en Lecturas no obligatorias de Alfabia ediciones

Resumen Marzo 2016. Velocidad de crucero

A nivel de lectura marzo fue de lujo, de hecho este ritmo ha hecho que comience abril con nuevos retos y más lecturas, a un ritmo muy alto de lectura propiciado especialmente por alternar una buena mezcla, heterogénea, con alternancia de géneros y, sobre todo, con mis queridas escritoras y algún infiltrado masculino; de todos modos, de las 22 lecturas que realicé, solo tres fueron hombres, estoy cumpliendo y no es fácil, ya veréis el próximo mes. Pero mientras, no demoro el resumen de lecturas de Marzo 

Llamada perdida de Gabriela Wiener, definitivamente se ha asentado en mi lista habitual de lecturas, gracias a esta joya que editó Malpaso el año pasado donde demuestra como la confesionalidad es solo un factor más que se añade a un estilo inigualable para realizarlo. Tengo pensado en breve escribir algo sobre ella. 

Laberinto del alma de Ana Llenas, una verdadera curiosidad este libro infantil que la autora utiliza para describir, en cada página, con la ayuda de una ilustración, un montón de sentimientos de forma que un niño pueda entenderlos. Un buen esfuerzo para un libro bastante vistoso.

Gustav Mahler. Un piano olvidado de Norma Sturniolo, me extendí ya en profundidad sobre él en la reseña que tenéis pulsando el título. Podría haber sido mucho mejor. 

Ms Marvel 2: Generación ¿Por qué? de Willow G. Wilson, segunda recopilación de números de la colección (los que comprenden del 8 al 15) con la participación de los mismos culpables, vuelven a repetirse los sellos de identidad que tan bien ejecutan su guionista Willow G. Wilson y el dibujante Adrian Alphona. Lo bueno es que, además, se esfuerzan en dotarla de presencia en el universo marvel gracias a la introducción de Mandíbulas, el conocido perro inhumano y de presentarnos un San Valentín distinto con la afortunada presencia de Loki. Lo que puede parecer fuera de lugar, en sus manos se vuelve un pretexto más para evolucionar el personaje y volver a enseñar historias donde, más allá de hallar reflexiones sobre raza o género, nos encontramos, además, con buenas historias y, además muy entretenidas.

Los últimos días de Ms Marvel de Willow G. Wilson, el comentario anterior me podría valer para este;, gran esfuerzo, y muy meditado para integrarla en el último macroevento , un cruce con “Secret Wars” que además  confronta por primera vez a nuestra encantadora Kamala con su admirada Ms Marvel. Sencillamente, disfruto leyendo esta colección, ofrece muchas cosas y siempre me resulta diferente.

Lecturas no obligatorias: Prosas de Wislawa Szymborska, esta misma semana quiero poner un comentario sobre  ella. Otra de esas autoras que pasan a engrosar mi lista habitual de lecturas.

De la enfermedad de Virginia Woolf, uno de esos pequeños ensayos tan bien hilados de la autora y que, por lo menos citaré en un próximo post en relación a otros ensayos suyos.

Una entre muchas de Una, la he comentado en algún otro sitio siempre recomendándola, esta historia realizada por la enigmática Una, tiene la habilidad de mezclar autobiografía, un relato policíaco de un asesino en serie y los propios datos, dolorosos, sobre la violencia de género; y lo hace de manera amena gracias a su habilidad narrativa y a un dibujo de composiciones diversas que promete emociones cada vez que pasas la página. Es difícil no quedarse con una sensación amarga pero está muy bien realizado.

Un susurro en la oscuridad de Louisa May Alcott, curioso thriller psicológico el que nos han traído desde Hermida de la creadora de Mujercitas, sobre todo por lo insospechado de los temas tratados en una época en que no eran tan habituales. La verdad es que se lee con mucho interés y, debido a su breve longitud, se termina en un momento.

Teoría King Kong de Virginie Despentes, sinceramente, esto es un BOOM mental desde la primera hasta la última página. Tales perspectivas se me escapaban totalmente y me sacan de mi intervalo de seguridad, de aquello que puedo esperar. Voy a escribir algo sobre ello, con mucho miedo, pero lo intentaré.

Departamento de especulaciones de Jenny Offill, lectura típicamente fragmentada que se lee sin apenas esfuerzo pero que pierde en la reflexión futura. Sobre todo por haber leído posteriormente a Adler, que utiliza la misma técnica con resultados mucho más satisfactorios.

El lector común de Virginia Woolf, me arriesgaré a decir que esta semana debería haber salido algo de ella en el blog. Los ensayos de Woolf son muy inteligentes y demuestran lo capaz que era en todo lo que propusiera.

E de Evidencia de Sue Grafton, no queda nada para que Grafton termine una de las series más longevas (el alfabeto del crimen) en el terreno policíaco (ya sale la X); y se vuelve a demostrar lo buena que es a la hora de caracterizar a Kinsey Milhone, comprendo que mucha gente pusiera bien esta novela pero, claro, habiendo leído novelas posteriores, se puede relativizar más el valor de esta entrega; lo mejor estaba por llegar pero ya quisieran muchos “maestros de la novela policíaca” hacer una novela tan buena como esta.

Papi de Rita Indiana, no hemos entrado con buen pie, hay algo que no iba en la lectura de este libro y que me horrorizó relacionado con su estilo. Aun así, soy paciente, este mes tengo programada otra para comprobar si mi impresión fue errónea. Más noticias en el futuro. 

Fuerzas especiales de Diamela Eltit, en cambio Eltit sí me convenció, me gustaría escribir algún comentario sobre esta oscura y triste novela.

Más allá hay monstruos de Margaret Millar, inexplicable (y desesperante) que no se lea más a la grandísima Millar; su talento viene expresado con esta novela en la que plantea una historia bastante poco habitual donde no hay detective, ni el típico perdedor; sin embargo es una trama muy negra que se convierte en algo regional, un pretexto para pintar lo más oscuro del sueño americano presente en esos típicos ranchos perdidos donde la ley impera de una manera muy diferente. Una gran novela con un ritmo distinto.

La virgen en el jardín de A.S. Byatt, haré comentario, hay que hacerlo, aunque solo sea para mí. Total, la leemos tres en España.

Oscuridad Total de Renata Adler, he hablado ya bastante sobre ella en el blog. Pinchad en el título para haceros una de lo que nos ofrece.

El show de Gary de Nell Leyshon, lo mismo ocurre con el nuevo libro de Leyshon, echadle un vistazo en el blog.

 

Los disidentes

El leñador de Michal Witkowski, el primero de los disidentes de este mes es una propuesta muy diferente a la hora de plantear una novela policíaca. El autor polaco nos plantea una trama que se aleja de cánones ya desde el punto de vista, muy cercano a la teoría queer. También pretendo escribir algo de él para Canino. 

El resplandor de Stephen King, una relectura que me va a ayudar para preparar la siguiente entrega de la Kingpedia en Canino. Muy satisfactoria esta primera etapa del King más clásico.

Los vengadores Costa Oeste: Reunión de Roger Stern y Mark Gruenwald, en su momento, la facción de la Costa Oeste de los vengadores me gustó bastante, buena parte del disfrute tenía que ver con que su jefe fuera Ojo de Halcón, uno de mis superhéroes favoritos junto a la resolutiva Pájaro Burlón y la inclusión de una alineación que se salía de lo corriente. Desde Panini están buscando recuperar las historias del gran grupo y este es el punto de partida, una historia en solitario de Ojo de Halcón. Es una buena ocasión para encontrar por fin reeditadas unas historias de sabor plenamente superheroico lejos de otras pretensiones.

Veintidós lecturas, de las cuales solo tres han sido disidentes y nueve autoras nuevas. Definitivamente, estoy cumpliendo las expectativas y, sobre todo disfrutando.

No me voy sin poneros la foto con las adquisiciones del mes de marzo

AdquisicionesMarzo

Os habréis dado cuenta que muchas de ellas ya las he leído (Una, Alcott, Offill…), otras están previstas en el futuro (Kyoka, Laing, Balló) y, por último, varias han pasado al año que viene (Flanagan, Fuentes).

Un abrazo y ¡Buenas Lecturas!

El bosque de la noche de Djuna Barnes. Las limitaciones del lenguaje

9788432227578El bosque de la noche, de Djuna Barnes, es uno de esos libros que siempre aparecen en las clasificaciones de los libros más complicados que nadie se leería (y en la de abandonos); y esto no ocurre precisamente por su longitud (apenas doscientas páginas) sino más bien por la oscuridad y ambigüedad del texto que hace difícil discernir un sentido final en una primera lectura. Estaba pensando en escribir algo sobre él pero, sinceramente, me voy a centrar en dos enfoques  principales que me van a ayudar a, por lo menos, recomendarla encarecidamente.

En primer lugar, parto del fantástico prólogo de T.S. Eliot, realizado en 1937 a raíz de la salida de la novela de Barnes y me sirve como recomendación gracias a los tres siguientes párrafos:

“Si el término de “novela” no está ya muy desvirtuado y si se refiere a un libro en el que se presentan unos personajes vivos, con una interrelación significativa, este libro es una novela. Yo no quiero decir que el estilo de Miss Barnes sea “prosa poética”. Pero lo que sí quiero decir es que, en realidad, la mayoría de las novelas contemporáneas no están “escritas’’. Adquieren su parte de realidad por la minuciosa reproducción de los sonidos que hacen los seres humanos en sus simples necesidades diarias de comunicación; y la parte de la novela que no está compuesta por estos sonidos consiste en una prosa que no tiene más vida que el trabajo de un redactor periodístico o de un funcionario competente. Una prosa viva exige al lector algo que el lector de novelas corriente no está dispuesto a dar. Decir que El bosque de la noche gustará especialmente a los lectores de poesía no significa que no sea novela, sino que es una novela tan buena que sólo una sensibilidad aguzada por la poesía podrá apreciarla plenamente. La prosa de Miss Barnes tiene el ritmo propio de la prosa y un fraseo musical que no es el del verso. Este ritmo de prosa puede ser más o menos complejo o preciosista, según los fines del autor; pero simple o complejo es lo que imprime intensidad suprema al relato.”

Eliot intenta ahondar sobre las particularidades  de la prosa de Barnes, encuadrada en el modernismo, pero con unas características que la hacen inusual, términos como “prosa viva” o “prosa poética” son aproximaciones que cumplen el objetivo de demostrar que no nos vamos a encontrar la típica prosa de la época (incluso para el propio escritor) y alude a la característica exigencia que imprime el texto al lector, un lector que, además, debería estar sensibilizado por la lectura de poesía. Me encanta está distinción pero para bastante gente se puede convertir en una limitación importante, todos sabemos que se lee poca poesía. Voy al segundo párrafo:

“El libro no es, simplemente una colección de retratos individuales: los personajes están enlazados entre sí, como las personas de la vida real, por lo que podríamos llamar el azar o el destino más que por la elección deliberada de la compañía del otro: el foco de interés es el dibujo que forman, más que cualquier componente individual. Llegamos a conocerlos a través del efecto que surten unos en otros. Y, por último, huelga decir –aunque quizá no para el que lo lea por primera vez- que este libro no es un estudio de psicopatías. Las penas que sufren las personas por sus particulares anormalidades de temperamento son visibles en la superficie: el significado más profundo es que la desgracia y la esclavitud humanas son universales”             

El manejo de los personajes en conjunto, con ese doctor Mathew O’Connor como elemento aglutinador, componen un dibujo muy difícil de individualizar debido a lo que está subyacente y que comentaré más adelante. Importa más el dibujo general y cómo cada personaje contribuye a configurarlo, sin quitar importancia a dicha individualidad. Precisamente, los conocemos por la manera en que son influenciados por otros, lo que nos lleva al último párrafo escogido:

“Me parece que todos nosotros, en la medida en que nos aferramos a objetos creados y aplicamos nuestra voluntad a fines temporales, estamos roídos por el mismo gusano. Visto de este modo, El bosque de la noche adquiere un significado más profundo. Contemplar a este grupo de personas como fenómenos de feria no sólo es errar el golpe sino reafirmar nuestra voluntad y endurecer nuestro corazón en una inveterada soberbia.

Yo habría considerado el párrafo anterior impertinente y tal vez pedante para un prólogo que no tiene más ambición que la de ser una simple recomendación de un libro que admiro profundamente, si una reseña (por lo menos) de las ya aparecidas, ostensiblemente con ánimo de elogio, no pudiera inducir al lector a adoptar esta errónea actitud. Por regla general, al tratar de prevenir una mala interpretación, se corre el peligro de suscitar otra falsa apreciación imprevista. Ésta es una obra de imaginación creativa, no un tratado filosófico. Como digo al principio, me parece una impertinencia el mero hecho de presentar este libro; y el haber leído un libro muchas veces no necesariamente te infunde el conocimiento adecuado de lo que debes decir a los que todavía no lo han leído. Lo que yo pretendo dejar al lector en disposición de descubrir la excelencia de un estilo, la belleza de la frase, la brillantez del ingenio y de la caracterización y un sentido del horror y de la fatalidad digno de la tragedia isabelina. 

Las extremas personalidades que pinta Barnes hacen muy complejo el entendimiento de lo que estamos leyendo, el aura de oscuridad y la premeditada ambigüedad abogan por una lectura complicada para un lector no habituado a estos extremos. A pesar de esto, Eliot no duda en recomendarlo por la excelencia “literaria”: Lo que yo pretendo dejar al lector en disposición de descubrir la excelencia de un estilo, la belleza de la frase, la brillantez del ingenio y de la caracterización y un sentido del horror y de la fatalidad digno de la tragedia isabelina. 

Mi segunda fuente proviene de este fantástico texto (en inglés) que he encontrado en el blog de Lorna Clewer  y donde se ahonda (de manera argumentada) en las razones por las que es famosa la novela desde un punto de vista del significado del texto. Es muy ambicioso ya que va más allá de la etiqueta según lo cual es considerada un clásico de la literatura lesbiana  entrando de llenos en la teoría “queer” y mostrando cuestiones de género y sexualidad. Es evidente que Barnes, deliberadamente, no define los géneros de varios de los personajes (que no se saben si son masculinos o femeninos), pero no se queda ahí sino que, además, presenta el controvertido tercer sexo citándolo explícitamente en algún pasaje y todo ello resulta un fracaso por lo limitado del medio utilizado para hacerlo: el lenguaje:

“-Es raro –estaba diciendo el barón, mientras cruzaba las piernas-, pero nunca había visto a la baronesa desde este prisma. Si intentara expresarlo con palabras, me refiero a cómo la veía, resultaría incomprensible, por la sencilla razón de que, ahora me doy cuenta, en ningún momento he tenido una idea clara a su respecto. Tenía una imagen de ella, pero no es lo mismo. Una imagen es una parada de la mente entre incertidumbre. Desde luego que fui recopilando información acerca de su persona, procedente de usted mismo, y después de que ella se marchara, de otra gente, pero eso no hizo más que reforzar mi confusión. Cuando más nos cuentan de alguien, menos lo conocemos. “ 

Espléndido, un libro que trasciende (y no me gusta usar la palabra) cualquier expectativa que puedas tener antes de leerlo porque te sumerge en una prosa subyugadora y una oscuridad sin límites. Desbordante.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Maite Cirugeda de El bosque de la noche de Djuna Barnes para Seix Barral.

Fajas de abril 2016. No dejan de sorprendernos.

El subtítulo que le he puesto a la sección en esta nueva entrega refleja a la perfección un hecho muy curioso que se va a producir este mes: es la primera vez que voy a poner más fajas positivas que negativas. Lo cual no quiere decir que no siga habiendo fajas que vuelven a caer en los mismo excesos (incluso funcionando como subtextos apartes del libro en cuestión como ahora veremos), pero he seleccionado tres de ellas que tienen elementos positivos, que me han gustado por motivos distintos. Como siempre, esta sección funciona gracias a personas maravillosas que, desinteresadamente, se acuerdan de mí cuando ven una faja y me la ofrecen. Esto, sinceramente, es impagable y quiero dar las gracias especialmente a dos usuarios de twitter que han colaborado un montón en esta última entrega: @devaneos y @AS_justme. Todo un lujo.

La últimaconfidencia-Empiezo por las habituales muestras a las que nos tienen acostumbrados como es el caso de La última confidencia de Joaquín Camps que abusa en demasía al intentar dar el mismo mensaje, fijaos en las frases escogidas, cuatro, nada más y nada menos y os pongo los textos: “Tendrás que dejarlo todo hasta terminarla” “No podrás dejar de leer” “Terriblemente adictiva” “Una vez empieces, no podrás dejarla”. El mismo mensaje en cuatro personas distintas configuran un ejemplo de “faja en pleonasmo”, la redundancia es su razón de ser porque, además, la frase principal antes de estas dice también “UNA NOVELA ADICTIVA QUE YA CAUTIVA AL MUNDO ENTERO”…. Sumemos la hipérbole al pleonasmo…  vaya mezcla indigesta.

-Tremenda la faja que utiliza Alfaguara para la novela negra de IMG_20160401_193140Zygmunt Miloszewski, no por la frase principal, muy manida, donde se aprovecha el nombre de otros autores de novela negra famosos para ponerlos a su nivel (“UN NUEVO NOMBRE ENTRE LOS GRANDES DE LA NOVELA NEGRA EUROPEA COMO PIERRE LEMAITRE O BENJAMIN BLACK”), sino por la segunda frase que se atribuye a La Razón y que supone toda una evolución que añade un subtexto al propio libro: “¿Cómo se pronuncia Zigmunt Miloszewski? Algo así como “Simunt Milosequi” que en idioma de Noirlandia significa “estrella fulgurante”. Utilizar la faja para explicar cómo se pronuncia es una genialidad, y encima inventarse un significado al nombre es de locos. Hay que reconocer que me sorprendió mucho.

IMG_20160311_185441-Un habitual en estas entregas de fajas suele ser Jo Nesbo al hilo de cada novela que saca PMRH, sin embargo, en esta ocasión me gusta cómo se utiliza en Policía, fijaos en la frase: “La décima novela de la serie desvela qué ocurrió con el protagonista tras el traumático clímax de Fantasma, el libro anterior. ¿HA VUELTO HARRY HOLE?”. Por un lado nos recuerda, a los lectores habituales de Nesbo, cómo terminó la anterior, con uno de esos cliffhangers que te deja con las mieles y deseando que llegue la siguiente para saber cómo continuará, por lo tanto apela al recuerdo de sus lectores además de servir como puente entre una novela y otra; al mismo tiempo sirve para que el lector no tan habitual se pregunté qué ocurrió en el anterior e incluso pueda decidir hacerse con él, “traumático clímax” suena potente sin lugar a duda. Dos funciones diferentes que dan valor a la faja como elemento del discurso.Fariña4
-En Libros del KO le han encontrado verdadera utilidad a la faja que rodea sus libros, buen ejemplo de ello es el Fariña de Nacho Carretero donde, aunque parece una simple faja (además de un color bastante poco vistoso), si la retiramos del libro encontramos que se despliega y nos da información sobre aspectos que van a ser tratados en el libro como pueden  ser mapas de la ruta de la cocaína o diagramas de tiempos con las mayores incautaciones que se han producido.

Esto es dar valor añadido a la faja que se comporta  como una parte más del libro que, además, se puede desplegar cómodamente al mismo tiempo que se procede a su lectura. Pragmatismo al poder, gran idea de la editorial, sinceramente.

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-Quiero terminar con otra idea fantástica, a veces, una imagen vale más que mil palabras, os la pongo a continuación.

“EL MEJOR HOMENAJE ES LEERLO”

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Qué mejor manera de homenajear al gran Terry Pratchett con su última novela. Estoy seguro de que al hombre del sombrero le habría encantado.

¡Buena semana para todos!

Cuarto mes. Un mes desafiante

El mes pasado cogí buen ritmo; tengo la sensación de ir muy rápido y, al mismo tiempo, estar disfrutando como nunca, estoy descubriendo nuevas autoras y redescubriendo otras que ya tenía, además de consolidar las que eran mis favoritas. Cuando termine el año voy a tener una recopilación de autoras muy variada y de gran calidad. Ciertamente satisfactoria. Os pongo a continuación la recopilación de libros que quiero leer este mes de abril y a después resumo mis ideas:

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La foto es ciertamente ilustrativa, el desafío viene por dos obras de tamaño considerable, por un lado el último tocho de William Gaddis, Su pasatiempo favorito, con el que Sexto Piso da casi por finiquitada su particular recuperación de la magna carrera de uno de los estandartes del postmodernismo (a falta de su libro de ensayos); por el otro lado, atención al último ganador del Booker Prize, editado por Malpaso, Breve historia de siete asesinatos, sobre los intentos de asesinato de Bob Marley, promete mucho.

GaddisAnte la intromisión de estos dos elementos en mi proyecto de leer mujeres, he intentado seleccionar libros que puedan alternarse bien con los anteriores, libros más cortos de temáticas más variadas donde hay cómics, poesía, ensayo, un poco de todo. El otro leitmotiv del mes es introducir nuevas autoras. Con estas condiciones me han salido las siguientes:

-Probaré con la francesa Valérie Mréjen, me ha llegado la recomendación por varios sitios y es un buen momento. Selva negra y Mi abuelo son las opciones que he escogido.

-Aunque parezca mentira no había leído nada de Jennifer Egan, ni siquiera el muy conocido El tiempo es un canalla, acaba de salir uno de cuentos Ciudad Esmeralda que también entra en los posibles.

-Lo mismo puede decirse de la archiconocida  Clarice Lispector, este mes lo remediaré con dos ejemplos interesantes: La hora de la estrella y Un soplo de vida. No sé si serán los mejores, desgraciadamente he confiado más en mi intuición.

-Este mes toca segmento germánico, dos extremos, la filósofa Hannah Arendt de la que voy a probar su Más allá de la filosofía, Ingrid Noll será la otra cata, más cerca de lo noir (a su manera) con A la mesa.

BreveHistoria-Poquito a poco voy aumentando las escrituras de origen sudamericano (o centroamericano), este mes entran Sylvia Molloy, Rita Indiana (de la que quiero probar otro libro tras la mala experiencia anterior), Cristina Rivera Garza y vuelvo a programar a Gabriella Wiener (me encanta).

-Lo británico no puede dejar de estar presente, a la Edgeworth (que tengo pendiente ya dos meses) se le suman dos nuevas: Jeanette Winterson e Iris Murdoch.  La segunda es una elección personal por su cercanía a mi adorada Byatt, la primera es otra de esas escritoras que me recomiendan por todas partes. Ah, y una de las últimas novelas que me faltan de Muriel Spark.

-Lógicamente, no faltan escritoras norteamericanas, muchas ganas de Lucia Berlin y sus relatos cortos, de la historia de la actriz porno Madison Young y del ensayo de Jill Leovy sobre los conflictos raciales en New York. Y desde luego los ensayos de Ozick y las novelas de detectives de Anna K. Green, con su encantadora protagonista Amelia Butterworth.

-Las últimas mujeres escogidas (no nombro las que se repiten de otras ocasiones) son María Hernández Martí y su comprometido Que no, que no me muero, otro libro de Ginzburg y la grandísima Szymborska (ya en mi habitual flujo de lecturas) con una antología poética.

-Acabo esta previsión con dos hombres, Sempé y Ko Un, no me cansaré de recomendar cualquier antología que salga de mi poeta surcoreano favorito.

Vale, me he pasado, lo peor es que estoy en medio de otras lecturas…. O sea que  van cayendo por un lado u otro. Planifico estos posts como una manera de ordenar en lo posible, pero no es una regla fija, no puede convertirse en una regla fija. Porque la lectura nunca es previsible. Y tiene que seguir así.

Ya contaré qué tal ha ido este mes en el resumen correspondiente.

Un abrazo y ¡Buenas Lecturas!

Gustav Mahler. Un piano Olvidado de Norma Sturniolo. Pasión por Mahler

MahlerGustav Mahler pasa por ser uno de los compositores del siglo XX que despiertan una mayor empatía en su escucha; su proyecto sinfónico es un prodigio desde su sinfonía Titán (la primera de ellas) hasta la épica-minimalista Sinfonía de los 1000 (la octava), y sus lieder son igualmente excepcionales. Es fácil escucharle y emocionarse al mismo tiempo, su obra evoluciona hacia la modernidad pero no se deja invadir por ella, hay jugueteo total pero siempre se mantiene las formas, de ahí su carácter popular.

Curiosa propuesta la que nos ofrece Cordelia en su sello de paladares al respecto de la figura de Mahler; la argentina Norma Sturniolo, escritora y profesora en Filosofía y Letras por la Universidad de Buenos Aires y en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, es la artífice de un ejercicio que mezcla diversas aproximaciones como ella misma comenta en su introducción:

“Este libro no es un ensayo ni una biografía. La escritura de lo que viene a continuación empezó como un juego o quizás tuvo que ver con un sentimiento de gratitud. El origen remoto está en la escucha de las composiciones de Gustav Mahler, en la posterior lectura de libros sobre la creación mahleriana y, principalmente, en la lectura apasionada de biografías sobre el compositor.

A partir de entonces, unas veces de forma voluntaria y otras, inesperadamente, he recordado muchos momentos de la vida del creador de La canción de la tierra así como algunas de sus afirmaciones rotundas.”

A medio camino del ensayo y de la biografía, Sturniolo pretende imaginar, desde la gratitud que tiene por la música de Mahler y todo lo que ha leído de él, y, al mismo tiempo, presentar hechos de su vida comprobados con otros que son simples especulaciones. Todo ello en conjunto, sin lugar a dudas, es el desarrollo  de su pasión por Mahler. Teniendo clara esta base podemos encontrar conclusiones obtenidas por la observación de los fenómenos que le han acontecido como es el caso del siguiente párrafo, donde se afirma su capacidad de trabajo y su lucha infatigable por unos valores  entre los que se encontraba el esfuerzo y la resistencia ante la desidia:

“El conocimiento de su biografía me conectó con la idea de lo heroico no asociado a heroicidad de los superhéroes provistos de poderes sobre naturales, sino con lo heroico humano. Lo que concierte a un hombre, a una mujer que, al enfrentarse a una tarea que parece imposible, no se dan por vencidos, no huyen ni escatiman ningún esfuerzo y, si experimentan la derrota, no se dejan vencer por el desánimo y siguen insistiendo hasta conseguir llevar a cabo su tarea.

Mahler luchó infatigablemente por hacer realidad sus ideales en una sociedad donde muchos se oponían a sus innovaciones como compositor y como director. Es admirable su firmeza frente a la resistencia de quienes se amparaban en la comodidad de la rutina, de la desidia o la intriga.

Nunca dejó de combatir la pereza ni atenuó sus críticas hacia la negligencia.”

El siguiente, en cambio, es un ejemplo claro de lo que comentaba inicialmente, utiliza un hecho para, a continuación, especular (“He querido imaginar…) sobre el posible momento en que descubrió la historia de los hermanos Grimm:

“Mahler empezó a componer la música y el texto de la cantata llamada La canción del lamento (Das Klagende lied) a los dieciocho años, en 1878. Se basó en diversas fuentes, una de las cuales es Der Singende Knochen (El hueso cantor) de los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm. Leí el texto de Mahler traducido al español por José Luis Pérez de Arteaga primero, en un programa de mano y luego, en el libro de Pérez de Arteaga sobre Mahler y me sorprendió la belleza del mismo. No sabemos cuándo escuchó por primera vez esas narraciones ni cómo tomó contacto con esas fuentes. He querido imaginar a un Mahler niño, rodeado de otros niños, escuchando por primera vez el cuento de los Grimm de boca de Nanny, la niñera de la familia de su amigo Theodor y también imaginé su reacción desolada. Asimismo, reelaboré una versión del cuento de los hermanos  Grimm, que coincide en lo fundamental y difiere en algunos motivos con el texto de la cantata de Mahler.”

La escritora tiene muy claro cuál es el final de este pequeño libro y da la impresión de organizar sus imaginaciones para llegar a ese fin, lo volvemos a ver en el siguiente momento en el que su hipotética huida de una discusión de sus padres le sirve a la autora para presentar esa unión entre esperanza y tragedia:

“Quince años después, Sigmund Freud se refirió a la conversación que mantuvo con el compositor en una carta dirigida a la psicoanalista Marie Bonaparte. Entre otras cosas, contó en esa carta que en el transcurso de la conversación, Mahler aseguró haber entendido por qué su música nunca había podido alcanzar la perfección en los pasajes nobles, los inspirados por las más profundas emociones, sino que quedaban frustrados por la intrusión de alguna melodía banal. La explicación la encontró en un hecho vivido en la infancia, cuando se produjo una escena violenta entre sus padres, tan insoportable para él que decidió marcharse de casa. En su huida, oyó una alegre música de organillo de una canción vienesa popular, Ach Du lieber Agustin. Mahler consideró que la conjunción de la tragedia y la diversión estuvieron, a partir de entonces, unidas en su mente, de modo que un estado de ánimo lleva inevitablemente al otro.

Me gustó imaginar que la huida angustiosa de casa de los padres, después de ciertas vacilaciones, acababa desembocando en un momento esperanzador relacionado con la potencia creativa del compositor.”

De ahí que escoja un período muy corto de su vida, el de la infancia, como originador de lo que habría de ser la verdadera personalidad y el leitmotiv con el que regiría su vida; encontrar un piano olvidado en el desván de su abuelo parece un recurso conveniente para demostrar su pasión por la música desde que era pequeño:

“Después de un largo recorrido, ¡encontró el tesoro!: Descubrió un viejo piano en el desván.

¡Un piano!¡Eso sí que era un tesoro para alguien que amaba la música!

Se puso de puntillas. Levantó los brazos por encima de su cabeza hasta que consiguió que sus manos se posaran en el teclado y arrancaran sonidos de aquel piano olvidado.

Los familiares y amigos, que seguían en la planta baja sentados alrededor de la gran mesa, elevaron sus ojos hacia el techo.

-¡No puede ser! –exclamó el abuelo. ¡El piano, el piano! –y no dijo nada más.

[…]

Cuando llegaron al desván vieron a Gustav, de puntillas esforzándose en tocar el desafinado piano.

[…]

El abuelo estaba perplejo. Finalmente reaccionó, subió las escaleras y cuando estuvo junto a su nieto, le preguntó si le gustaría tener ese piano en su casa. La respuesta afirmativa del niño no se hizo esperar.”

En su parte final encontramos una frase atribuida al compositor y director que supone el fin al que toda la narración se dirige; supone la justificación de la utilización de la música como elemento aglutinador de todos los contrastes que encontró Mahler en una vida llena de dicotomías:

“Convertiré el dolor en música, y no sólo el dolor. Crearé un mundo musical en el que todo tenga cabida, la noche y el día, la luz y la oscuridad, la risa y el llanto, el helado invierno y la alegre primavera, el ardiente verano y el melancólico otoño, el amanecer, el crepúsculo. La alegría y el sufrimiento se convertirán en música.”

La música lo ayudaría a integrar ese mundo de violentos contrastes.”

Indudablemente el texto es consistente en cuanto a lo que nos dirige y busca la empatía del lector que se quedará con un buen sabor de boca por su lirismo; otra cosa es que el camino escogido para llegar a ello sea tan deliberadamente previsto, se queda a medias de todos los géneros sin llegar a mostrar todas las posibilidades del ensayo o de la biografía; además, desgraciadamente, resulta muy limitado centrarse en un período tan escaso de tiempo, ¿acaso el resto de su vida, la pubertad por ejemplo, no sirvió para configurar su carácter igualmente?, ¿sólo la infancia es reseñable para esta formación de vida?

Aun con las limitaciones comentadas, el breve texto se lee con gusto y nos muestra facetas interesantes. Es una lectura aconsejable si te interesa la música y, en especial, Mahler.

El show de Gary de Nell Leyshon. La magia de un protagonista irresistible

Portada_Gary_Alta-195x300Después de leer las primeras páginas de El show de Gary olvidas los prejuicios iniciales y constatas que la autora Nell Leyshon no ha querido repetir el tipo de historia que creó con su exitazo Del color de la leche (2013),  la primera obra de Nell Leyshon que publicó Sexto Piso; y esto, sinceramente, es un alivio, no porque estuviera mal la primera, sino porque es bastante típico repetir fórmulas hasta la saciedad si han funcionado alguna vez (que se lo digan a Zafón) con resultados normalmente inferiores.

En su anterior libro la autora optaba por una narración en primera persona de una historia ambientada en el siglo XIX donde una mujer era la protagonista y tenía un objetivo muy claro centrado en la lucha contra un patriarcado tan acusado como el que había en dicha época, era muy característico el estilo que escogió cercano al de las últimas obras de Cormac McCarthy; sin embargo en El show de Gary (a mí me gustaba el nombre inicial Memorias de un carterista) nos encontramos con una narración contemporánea donde el protagonista es Gary, una persona de moral bastante dudosa que afronta un relato típico de formación-caída a los infiernos-redención. No es el fuerte de esta novela la historia, normalmente muy previsible, sino la personalidad, rebosante de carisma, de su narrador. Parte del éxito a la hora de configurar este personaje viene dado por el estilo que escoge la autora: el narrador interpela a lector y se dirige frecuentemente a él para referirse a los hechos que considere necesario resaltar. Ya podemos verlo desde el principio, esta introducción funciona a la perfección para meternos en el libro como si estuviéramos empezando a visualizar un show televisivo (o de otro tipo), también podemos detectar en la forma de hablar una familiaridad y un lenguaje que lo baja a nivel de la gente que está en la calle, haciéndolo aún más cercano:

“Allá vamos, pasen y vean. Por aquí, eso es. Toma asiento. Coge el libro. ¿Todo bien? ¿Estás cómodo? Estupendo. Pues que empiece el show de Gary.

Tenemos mucho que hacer; muchas pruebas, digamos, por examinar. Pero prefiero no empezar por el principio porque llevaría mucho tiempo conocerme. Vayamos con una escena de los años chungos, así podrás hacerte una idea de cómo fui en otros tiempos.”

En la primera parte de la narración asistimos al habitual relato de formación en el que se pondera el instinto por encima de otros factores que quizá consideraríamos más habituales en este tipo de relatos; Gary es un hombre hecho a sí mismo que confía en su sexto sentido más que en su capacidad para estudiar o aprender enseñanzas normativas:

“Sin instinto no somos nada. Y una vez que lo recuperas tienes que afilarlo, tienes que conectar con él. Tienes que ampliar tu visión. Piensa en un halcón. Un halcón no gira la cabeza para ver un gorrión que pasa volando. El halcón sabe que está ahí.

Y sentado en el váter se me ocurre que eso no lo puede hacer cualquier cabrón. Es algo extraordinario. De hecho, es un poco como el ballet. Un poco como el teatro.

¿Sabes lo que es? Es una puta forma de arte.”

Gracias a ese instinto consigue ser “hijo de su padre”, consigue por primera vez que su padre le respete la primera vez que lo lleva a robar con él, la sombra del maltrato aparece de fondo como parte de su sufrimiento personal:

“-¿Qué puñetas estás haciendo?

La llave gira la última vuelta como respondiendo a su pregunta, los goznes de metal chirrían y oigo cómo el aire sale de los pulmones del viejo. Mueve la linterna y el haz de luz ilumina los fajos de billetes y los sobres, todo apilado.

No hace nada. No dice nada. Es como si todo se hubiese detenido.

Se sacude el pasmo, se acerca, apunta con la linterna justo en el interior. Se vuelve hacia mí, girando el haz de luz, y me pone en el foco. No puedo verlo, la luz me da en ambos ojos. Se acerca aún más y noto su mano en mi pelo. Noto cómo ésta me acaricia, me da una palmadita.

-Ése es mi hijo –dice.

Yo me hago más alto bajo su mano. Soy su hijo y él es mi padre. Y ésta es la primera vez que recuerdo que me toca sin pegarme.”

Los reveses que va sufriendo nos muestran un personaje que se va encerrando en sí mismo, en la primera de las epifanías (revelaciones que utiliza la autora para ir evolucionando el carácter de Gary) de las que será consciente se convierte precisamente en un encerramiento progresivo para defenderse de su sufrimiento:

“Y mientras la furgoneta avanza, siento que algo empieza a cambiar dentro de mí. Me miro las manos, sobre el regazo. Tengo suciedad incrustada en la piel y bajo las uñas. Les doy la vuelta. La suciedad está por toda la palma de la mano. Dibuja líneas. Y allí sentado, mientras conduce de vuelta a casa, es como si toda esa suciedad, todas esas líneas, todo se hiciera más compacto y más duro. Se vuelve sólido. Puedo sentir cómo me transformo y más duro. Se vuelve sólido. Puedo sentir cómo me transformo mientras avanzamos. Puedo sentir cómo se hace más denso. Puedo sentir cómo la suciedad se contrae y toma la forma de un caparazón, la dureza de un caparazón. Puedo sentir cómo se cierra a mi alrededor, en torno a mis pulmones y mi hígado y mi estómago. En torno a mi corazón.”

Según va cayendo en ese infierno, no duda en mostrarnos las lecciones aprendidas durante ese camino, sabemos de sobra que ha salido de ello (hasta habla de su hijo) pero no nos interesa el final tanto como el camino que ha seguido para llegar hasta ahí:

“El tiempo corre y yo me hago mayor. Las manecillas del reloj giran y es imparable, hagas lo que hagas nunca conseguirás ser más joven. Sólo hay un camino en la vida: cuesta abajo por la pendiente resbaladiza hasta caer en el infierno. Pero antes de que pienses que estoy siendo demasiado cenizo, recuerda que de camino a ese infierno te topas con algunas cosas buenas, y más te vale cogerlas porque sólo vas a tener una oportunidad.

Eso es lo que le digo siempre a mi hijo y es lo que te digo a ti.”

nellleyshon_2240790bEste sí es un rasgo que comparte con su anterior libro: la continua empatización con el lector, que Leyshon siempre maneja a la perfección para conseguir que la historia te absorba, que consigas que las páginas pasen sin apenas esfuerzo. En este camino hacia su abismo personal encuentra las cosas buenas que él antes comentaba y que le servirán para su redención final, por un lado una evolución de su instinto que se empieza a comportar como un engranaje en su cerebro, los sucesivos giros de este mecanismo (Clic, clic) le ayudarán a aprender de todo lo que le va sucediendo de una manera automática:

“Al día siguiente, practico. Voy a la misma tienda y luego al pub y cambio el vale por efectivo. Vuelvo, a una tienda distinta esta vez. Estoy haciendo cola en atención al cliente y una mujer delante de mí está discutiendo sobre si puede devolver algo y cambiarlo por efectivo. Empieza a recitar sus derechos legales y yo pongo atención. Cita esta ley y aquella otra información. Y yo me quedo con la lección. Clic clic. La mujer se marcha y llega mi turno. Cito la misma ley y los mismos derechos, y la mujer del mostrador sabe lo que está pasando, pero no puede hacer nada, y los dos lo sabemos. Cuenta los billetes y yo me los meto en el bolsillo.”

Hasta el punto en el que se da cuenta de que su voluntad es el límite ante lo que puede hacer, redundando en el refrán “hace más el que quiere que el que puede” esta filosofía (obtenida gracias a un improvisado Pigmalión) le servirá mucho más adelante en su sucesivo y accidentado camino en la vida:

“-Disculpe, señor, ¿acaba usted de salir del probador?

No digo nada. Nos miramos a los ojos. El tiempo se detiene. Las moléculas de aire entre nosotros se mueven y amontonan. Respiro hondo por la nariz, no dejo que se me acelere el corazón. Éste es mi traje, ésta es mi ropa. Podría comprar tanta como quisiera. Estoy por encima. Soy un hombre de ojos claros, yo llevo el traje, yo soy el que trabaja en la City.

Baja los ojos y el tiempo se reanuda. Y sé que lo he conseguido.

-Siento mucho haberlo molestado, señor –dice.

Y se va.

Y yo me quedo ahí pensando: Puedo hacer lo que quiera. No hay nada que no pueda hacer.”

La escritora nos presenta las suficientes penalidades para que podamos identificarnos con el protagonista pero sin llegar a convertirlo en un mártir (cosa que sí sucedía en Del color…), cuando peor está la cosa aprovecha para introducir una de sus interpelaciones y quitar parte de ese dramatismo, volver al show en el que estamos, enfocarnos al mismo tiempo que nos presenta la idea de la libertad en contra de la predestinación:

“Buenas, tengamos una pequeña charla. Una pequeña charla en el show de Gary. Mira, me preocupa que pienses que esto es todo, que aquí se acaba la cosa. La historia de Gary no ha terminado aún. Hay una cosa en la vida que te puedo garantizar: nunca sabes qué va a pasar mañana. No sabes lo que es un final hasta que llegas. Ésa es la clave de todo. Ése es el gran misterio.

Justo ocurre esto, de manera muy inteligente, antes de la epifanía definitiva, aquella que le servirá como inicio en su camino de redención (aquí se suman el engranaje del que hablaba anteriormente y su voluntad como había adelantado):

“Miro la bebida. La remuevo en el vaso hasta que suelta todas las burbujas. Lo único que quiero es perderme. No pensar.

Se acerca a mi boca. Mi boca se acerca a ella.

Pero pasa algo en mi cabeza. Clic Clic. Sé que si doy un sorbo a esto, no voy a ver el fondo del vaso. Si doy un solo sorbo, nunca la volveré a ver. Nunca lo volveré a ver.

Tiro la pinta al suelo. El cristal se hace añicos y la bebida se derrama. Doy media vuelta y corro bajo la lluvia, corro hasta que no puedo más.”

Supone la utilización de su libertad para negarse ante uno de los vicios que esclavizaban su vida; es muy curioso igualmente cómo la autora, a partir de esa epifanía, nos muestra los últimos ocho capítulos antes del capítulo final innominados (al contrario que toda la narración anterior); estos ocho capítulos estructuran los pasos definitivos a regularizar su nueva vida donde el final será su redención definitiva; tanto es así que utiliza de nuevo a Gary para referirse a nosotros como lectores y reafirmar el carácter ganador de su inimitable protagonista:

“Señoras y caballeros, es la hora de que pasen, pasen y vean la última parte del show de Gary. Pero sin prisa. Tómate tu tiempo. Poco a poco, a tu gusto. Porque cuando se termine esta pequeña parte, nos separaremos y tendrás que despedirte de mí. Si has aguantado hasta aquí, si has vivido todo esto conmigo, puede que descubras que te he acabado gustando, puede que hasta descubras que después de leer la última página me vas a echar de menos.

Ahora sabes mucho de mí porque has leído mis memorias, de hecho sabes la hostia, como ya te he dicho. Pero si hay una cosa que sabes de verdad (y si no, es porque no has prestado atención y necesitas que te den un cabezazo) es ésta: yo lo sé todo. Y como soy una persona que lo sabe todo, sé lo que piensas. Y sé lo que quieres.”

Es indudable que el camino lo hemos disfrutado, El show de Gary nos vuelve a demostrar el poder de la ficción encarnado en el inolvidable protagonista. Leyshon, gracias a su talento, es capaz de convertir un relato convencional en una historia más que recomendable… y entretenida.

Los textos provienen de la traducción de Inga Pellisa de El show de Gary de Nell Leyshon publicado por Sexto Piso.

Nietzsche y la música de Blas Matamoro. Una vida de discrepancias

matamoroPublicada inicialmente en Opera World en este post.

Interesante la propuesta que nos trae Fórcola a través del experimentado Blas Matamoro que, partiendo de los escritos del propio filósofo, se propone indagar en la tortuosa relación de Friedrich Nietzsche con la música de su época; el resultado está lleno de peculiaridades que demuestran una vez más sus propias contradicciones internas, toda una vida de discrepancias que son aún más patentes al estudiar sus textos.

Su compleja personalidad aunó diferentes disciplinas, siendo la cualidad de ser diletante una de varias pero todas ellas configuraron una identidad que llevó hasta la misma locura:

“¿Filósofo, filólogo, músico? Acaso, ninguna de las tres profesiones puede soportar la identidad de Nietzsche. A la vez, como es lógico, las tres corporaciones profesionales lo consideraron un extraño, cuando no un asaltante o, por lo menos, un diletante. Lo más seguro –siempre teniendo en cuenta que la seguridad no es un valor nietzscheano – es señalarlo en tanto escritor, un redactor de literatura que, como buen heredero del romanticismo que afirmó y del cual abominó, según su costumbre, elude obedecer a todo género y confiar en lo que la palabra le dice más que en aquello que él quiera hacerle decir. Esto hasta el delirio y la locura, aceptando que ambos tienen su propia lógica.”

 Sin embargo, hasta en los momentos finales de su racionalidad la música cobró una inusitada importancia convirtiéndose en su destino, en su alienación final:

“Lo único claro en este campo es la situación vital de Nietzsche a mediados delos años setenta: ruptura con Wagner, diarios y revistas que se empiezan a olvidar de él, has el punto de que en su último año de lucidez, 1888, ya había abandonado el piano, la lectura y la escritura, apenas si iba a conciertos (Eugène d’Albert, el famoso virtuoso del piano, le resultó frustrante) y sólo asistía a representaciones de Carmen, que le evocaban un paisaje meridional, cálido y luminoso: el XVIII veneciano, la bonhomía, el ensueño, el antimundo, lo clásico y su destino: la música. “La música me produce ahora unas sensaciones como nunca antes. Me libera de mí mismo, me devuelve a la sobriedad, como si yo me observara desde su lejanía, hipersensible…” Y así, el extremo de su alienación fue musical: un largo silencio.”

Si hay una figura que marcó su relación con la música fue Wagner; todo un cúmulo de circunstancias la rodearon y estuvo marcada por los contrastes: Nietzsche pasó del amor más absoluto a Wagner y todo lo que hacía hasta un odio del tipo más radical; en el siguiente párrafo podemos asistir a algunas de estas reticencias expresadas ya por el filósofo en un cuaderno de notas de 1873:

“Ya en 1873, en un cuaderno de notas, Nietzsche apuntaba algunas radicales reticencias ante Wagner: intentar una renovación artística partiendo del teatro, arte destinado a una masa tosca; un tirano de las masas con nada de reformador; un arte sectario y aislado; como italiano sería exitoso, pero los alemanes consideran la ópera como algo latino, extranjero, algo poco serio y cómico; un intento de redención alemana de la que los alemanes ni se enteran; Wagner es independiente pero inmoderado, histriónico, amorfo, inmodesto; es un porteador cultural, un legislador, con gran sentido de la unidad; música y poesía de escaso valor y una dramaturgia retórica, a lo grande y de alto nivel; un gran esfuerzo fracasado. Más aún: el arte nuevo no puede arrasar con la historia y así Wagner acabó aprobando el dominio del cantante, como en la ópera tradicional. Tampoco vio que en el nacimiento de la tragedia no hay palabra sino música pura. No debe el arte devolvernos a la inocencia para siempre perdida sino liberarnos de la culpa.”

En esta disertación sobre lo musical aplicado a su persona y sus sensaciones me quedo con el siguiente párrafo, excepcional, donde el autor nos introduce el término nietzscheano Unzeitmässig a la hora definir la experiencia sonora, escuchar música; me quedo con la indefinición más que son sus posibles definiciones (inexactas por otra parte), ya que esta indefinición (no poder medirse en unidades de tiempo) evoca una experiencia que nos lleva lo sublime. Vivir en la sublimidad y no darte cuenta de cómo pasa el tiempo porque están siendo infinitamente feliz. Muchas veces he sentido esto que tan bien expresa Matamoros:

“La música produce un género muy peculiar de felicidad, que consiste en desarrollar nuestra capacidad de olvidar, de vivir “en el umbral del instante”, sentir durante un tiempo de modo ahistórico como un recién nacido. Sin historia, nos desujetamos y accedemos al gozo, más allá del placer que nos proporciona el bello sonido. En el tiempo de la historia, todo se desvanece y muere. La música, como el mito, no muere, porque se repite y propone volver a un incorruptible momento del tiempo, no el del devenir, sino el del Ser, el Tiempo Fuerte de los mitos sobre el que tantas sabias páginas ha escrito Mircea Eliade. […] Es lo Unzeitmässig, palabra muy nietzscheana y que ha merecido variables traducciones: intemporal, extemporáneo, intempestivo, inactual, inoportuno. Literalmente, es lo que no puede medirse en unidades de tiempo.”

A partir de esta definición es comprensible que se extienda en la generalidad del arte y su cualidad de seducción, sobre todo en contraposición con la ciencia:

“Nietzsche define en El nacimiento de la tragedia: “La facultad yacente a estos mecanismos.” A partir de aquí, cada disciplina se dirige a distintas metas. La del arte es el saber último del Ser, que es sagrado y, por lo mismo, intocable, es decir que no lo puede siquiera rozar la palabra. Sólo cabe confundirse con él y esto lo hace el arte, cuya esencia es la música. No constituye una religión porque carece de teología, es decir de la ciencia de Dios. El arte no rinde cuentas de sus viajes, no los explica ni demuestra: seduce, convence, tienta. Mantiene viva la vida por su fuerza instintiva y su decisión ficcional. La ciencia desvitaliza lo vivo y la religión, lo somete. El arte respeta su libertad vital.”

En el caso del filósofo, no podemos hablar de “gusto” o de “estética” aunque sí podría demostrarse una teoría del acto estético:

“Friedrich desdeñaba la palabra gusto. Los genios carecen de gusto y los hombres de buen gusto razonan con notable chatura al tratar de cosas profundas. De aquí no parece que pueda surgir una estética en el sentido doctrinal de la palabra, es decir una preceptiva de lo bello o lo sublime. “Como un conjunto unitario, coherente y claramente reconocible” no hay, pues una estética nietzscheana, según opina sensatamente Vattimo. No obstante, sí cabe una teoría del acto estético, donde coindicen –sigo a Vattimo- el impulso vivificador dionisíaco y el sentido apolíneo del límite, la claridad y la forma. La conciliación se da en la danza, mímica del cuerpo hecho símbolo y corporización de la música. “

En su ataque contra Wagner arrastró a Brahms por el camino, sinceramente, no puedo estar menos de acuerdo con la apreciación de Nietzsche al respecto, creo que Brahms llegó a la plenitud y no se creía para nada incapaz:

“Con el tiempo, Friedrich devaluó a Brahms y a Wagner por las mismas razones: representaban el espíritu bajamente alemán del Imperio. Por eso, oponerlos es un malentendido. La de Brahms es una música innecesaria, una música demasiado musical. Es la obra de un pobre que se enorgullece de admitir su pobreza y siente la melancolía de la incapacidad. Ansía la plenitud sin poder crearla, proclamando su impotencia. Anhela lo propio, lo suyo, lo original y sólo atina a copiar. Recibe la admiración de los insatisfechos, los impersonales, los periféricos, en especial si son mujeres, conmovidas por ese secreto lamento suyo. Pero, en verdad, su imitación de los clásicos tiene una frialdad económica.”

Sin embargo me sorprende su gusto por Rossini por los motivos esgrimidos (la generosidad); lo deBizet como contraposición a lo wagneriano es muy lógico, no podría entender que alguien no disfrute con Carmen, a menos que seas sordo:

“¿Y Rossini? Friedrich adjetivó de payasescas sus agilidades, que Wagner comparaba con parvas lecciones de solfeo. Más allá del detalle, Nietzsche puso por las nubes al Cisne de Pesaro, por su paradójica y pletórica animalidad, ya que la creación nietzscheana empieza por ser fisiología, corporalidad, o sea: estremecimiento animal, animalada. […] Aún más: el canto amplio rossiniano, quitadas sus coloraturas, tiene un valor moral: la generosidad. Derrochar bellamente es algo propio de gente generosa. Y aquí sí llegamos al Sur, donde está su auténtico y definitivo medicamente antiwagneriano: Carmen de Georges Bizet, estrenada en pleno wagnerismo, en 1875, vilipendiada por el público, los compositores y los críticos franceses y recuperada desde la exigencia más rigurosa nada menos que por Brahms, al menos una vez coincidente con Nietzsche. Bizet lo reconcilia categóricamente con la palabra cantada porque se produce en ese espacio que tanto le cuesta reconocer en ella: el cuerpo, la inmediatez corporal.”

El colofón a este texto podría ser el siguiente párrafo donde el autor, con buen criterio, equipara el filósofo con el artista (no en vano, además, Nietzsche intentó tocar y componer); la incertidumbre de lo intelectual introduce un elemento indudablemente optimista:

“Como todo artista, entonces, el filósofo, si cabe designarlo con esta palabra, es más un seductor y hasta un tentador –en alemán, la tentación, Versuchung, proviene de suchen, buscar y de versuchen, intentar o ensayar- que un sabio en sentido clásico, es decir el depositario de un saber que tiene, a su vez, la capacidad de enseñarlo. En este mundo intelectual donde nada es del todo y todo resulta un quizá-ser, el esteticismo introduce un elemento optimista, opuesto al punto de partida trágico.”

Buena oportunidad de descubrir la vida del filósofo y sus teorías a través del prisma de la música y su apreciación, libro pequeño pero cargado de buenas reflexiones.