“El consejero” de Cormac McCarthy

elconsejeroEncadenada a la reseña que puse ayer sobre “El Sunset Limited”  acabo este díptico del McCarthy más actual con la del reciente libro “El consejero”, que tampoco es una novela al uso; está estructurada como una obra de teatro que, finalmente, se convierte en el guión de la película homónima que se acaba de estrenar en EE. UU. dirigida por Ridley Scott y que tiene como actores a Michael Fassbender, Brad Pitt, Javier Bardem o Cameron Díaz, entre otros.

El riesgo del que hablaba en la reseña mencionada, desgraciadamente, se sigue manteniendo: un Cormac complaciente y más cercano al best-seller thriller, un trabajo alimenticio que le reportará no pocos beneficios pero que nos siguen cohibiendo al escritor que lleva dentro, ese escritor dudoso que no sabe muy bien por dónde tirar. Teniendo en cuenta esta base, cierto es que el libro se disfruta y supone un entretenimiento razonable por lo absorbente de la trama. No en vano está ambientada en el mundo del tráfico de drogas del sudoeste americano lindando con México y esto, inevitablemente, sabemos que es sinónimo de momentos duros o, incluso, como es el caso, durísimos.

McCarthy maneja sencillamente los elementos y poco a poco va tejiendo las pistas de lo que sucederá. Al mismo tiempo nos presenta los personajes y vuelven a convertirse en la personificación de su desencanto, en la siguiente conversación lo podemos ver:

“Westray: veo que tu mente está fabricando una imagen turbia. ¿La conoces bien, a ella?

Consejero: no tanto como bien.

Westray: porque a una persona no la conoces hasta que sabes lo que quiere.”

Los grandes traficantes son provistos de una personalidad pragmática, más allá de iras e indecisiones, esta frialdad resulta un tanto más perturbadora que un ataque pasional:

“Westray: ahí va otra idea, para que la medites. ¿Eso de las decapitaciones y las mutilaciones? Forma parte del negocio.  Hay que mantener las apariencias, ¿entiendes? No responde a ningún tipo de ira soterrada ni nada parecido. Pero a ver si adivinas a quien les gustaría matar en realidad.

Consejero: ni idea, ¿a quién?

Westray: a ti, consejero. A ti.”

En ese mundo no hay lugar para la compasión:

“Westray: te voy a decir una cosa, Consejero. Si tu definición de amigo es alguien que moriría por ti, entonces tú no tienes amigos. Bien te dejo.”

Con el cariz que toman los acontecimientos, las decisiones tomadas se vuelven irreversibles; somos esclavos de dichas decisiones:

“Consejero: ¿va usted a ayudarme?

Jefe: lo que debería hacer es ver la realidad de su situación. Ese es mi consejo. No soy quién para decirle lo que debería haber hecho. O dejado de hacer. Sólo sé que el mundo en el que intenta usted enmendar sus errores no es el mundo en el que fueron cometidos. Está en una encrucijada y piensa qué camino debe elegir. Pero no hay nada que elegir. Aquí no existe más que la aceptación. La elección se hizo tiempo atrás. “

En la siguiente reflexión del Jefe al Consejero volvemos a encontrarnos al McCarthy incrédulo y desencantado ante un mundo que hemos creado nosotros mismos y que, desde luego, no le gusta:

“Jefe: si. La encrucijada de comprender que la vida no da marcha atrás. No es mi deseo pintar el mundo en colores más tristes de los que tiene, pero conforme el mundo va dando paso a la oscuridad resulta cada vez más difícil descartar la idea de que en realidad el mundo es uno mismo. Algo que uno ha creado, ni más ni menos.“

En esta oscuridad el fuerte es el único que sobrevive, para Cormac está claro que esta vida no es la que él desea.

“Yo creo que si algo define al cazador es más lo que se ha librado de ser que lo que ha acabado siendo. No hay distinción entre lo que es y lo que hace. Y lo que hace es matar.”

Buena obra, pero lejos de la excelencia, esa prosa deslumbrante, por momentos, en el pasado.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Luis Murillo Fort para esta edición de “El consejero” de Cormac McCarthy.

“El Sunset limited” de Cormac McCarthy

el-sunset-limited-ebook-9788439725978

involución.

(Del lat. involutĭo, -ōnis, acción de envolver).

1. f. Acción y efecto de involucionar.

2. f. Detención y retroceso de una evolución biológica, política, cultural, económica, etc.

Comienzo con la definición de una palabra que me viene a la mente con ciertos escritores actualmente, el caso más sangrante es quizás el que me ocupa en esta reseña. Me refiero al grandísimo Cormac McCarthy. Está claro que quien lea por primera vez al escritor norteamericano con “La carretera” o este “Sunset Limited” posiblemente los disfrute e, incluso, considere que son prácticamente unas maravillas teniendo en cuenta el nivel medio. Sin embargo, los grandes conocedores de la obra de, quizá, el más firme sucesor de Faulkner, sabemos que está a medio gas y peor aún, bajando todavía (teniendo en cuenta que el siguiente que vendrá al blog, en no mucho tiempo, se trata de un guión para una película).

No voy a decir que sea malo, porque no lo es, de hecho se le puede sacar bastante jugo como ahora me extenderé. El problema es esa aparente desgana, esa falta de esfuerzo alarmante si comparamos esta obra con maravillas como “Meridiano de Sangre” o “Todos los hermosos caballos”. Lo mejor del asunto es que mi impresión, desgraciadamente, se corroboró en las primeras páginas de este diálogo continuo entre un negro y un blanco, que encarnan la fé y la razón respectivamente:

“BLANCO: Probablemente no creo en muchas de las cosas en las que creía antes, pero eso no significa que no crea en nada.

NEGRO: Pues póngame un ejemplo.

[..]

BLANCO: Muchas. Cosas relacionadas con la cultura. Libros, música, arte. Cosas así.

NEGRO: Muy bien.

BLANCO: Ese tipo de cosas son las que tienen valor para mí. Son los cimientos de la civilización. O al menos tenían valor antes. Ahora ya no tanto.

NEGRO: ¿Y eso?

BLANCO: La gente dejó de valorarlas. Yo también, hasta cierto punto. No sabría decirle exactamente por qué. Ese mundo en gran parte ha desaparecido. Pronto habrá desaparecido del todo.

NEGRO: No sé si le capto profesor.

BLANCO: No hay nada que captar. Olvídelo. Las cosas que me gustaban eran muy frágiles. Yo eso no lo sabía. Pensaba que eran indestructibles. Y no.”

El profesor (blanco) parece ser el alter ego del propio Cormac que aprovecha esta novela  para expresar su pesar ante la decadencia cultural; las cosas que el valora y que considera “los cimientos de la civilización” ya no son valoradas por el resto de personas. Lo que creía inconmovible se ha vuelto rompible. Esta decepción es palpable en todo momento en la actitud del profesor blanco, que sería el representante de los ricos, con respecto a lo que le comenta el negro.

Solo hay que ver este otro diálogo, después de la metáfora que utiliza para referirse a los que ayudan a la gente necesitada como “colonia de leprosos morales” para comprender que el autor ya no tiene ganas de crear; la creatividad queda para los necesitados:

“NEGRO: Innovar. Exacto, profesor. ¿Y cuándo se pone uno a innovar?

BLANCO: Cuando no tiene algo que le gustaría.

NEGRO: Me va a sacar usted un sobresaliente, profesor. ¿Y a quién le pasa eso de no tener lo que le gustaría?

BLANCO: A los pobres.”

Más adelante, ya acercándonos al final, vuelve a redundar sobre el tema comentado anteriormente, esa pérdida de la ilusión ahogada por la visión de una realidad incómoda:

“NEGRO: ¿A usted por qué le parece que la gente se suicida?

[…]

BLANCO: No puedo hablar por los demás. Las mías giran en torno a una pérdida gradual de la fantasía. Eso es todo. Un paulatino esclarecimiento en cuanto al carácter de la realidad. Del mundo.”

El Negro, la fé, supone la manera irracional de reaccionar ante esto; el único atisbo de esperanza se refleja a través de él:

“NEGRO: Vaya, eso me ha gustado. Un mundo de excelencia.

BLANCO: ¿Usted cree realmente en un mundo así?

NEGRO: Desde luego, profesor. Desde luego. Yo pienso que está ahí a nuestra disposición. Hay que ponerse a la cola buena. Comprar el billete adecuado. Tomar el tren normal y dejarse de expresos. Esperar junto con los demás en el andén. Si hace falta, saludar a este o al otro con la cabeza. O hasta decirle hola.”

Parece claro que Cormac quería reflejar con esta novela parte del combate interior en el  que se encuentra inmerso, esa lucha de contrarios: fé-razón, realidad-fantasía, ilusión-abatimiento.

Lo que también es claro es que el final nihilista de esta historia y el siguiente libro denotan que está ganando por ahora lo más incómodo para sus lectores: el abatimiento.  Habrá que esperar, eso que nunca se pierde: la esperanza.

Los textos provienen de la traducción de Luís Murillo Fort para esta edición de “El Sunset Limited” de Cormac McCarthy.

Dos propuestas de literatura juvenil: “Doctor Proctor” y “Lemony Snicket.”

Da la casualidad que entre las últimas compras “han surgido” una serie de libros dedicados  específicamente al público juvenil, de 9 años en adelante; todas ellas propuestas interesantes y, además, de temáticas diversas. Los ordeno según la calidad de la obra y siempre desde el prisma lector de un adulto, buscando el impacto en lectores juveniles y, desde luego, si se pueden disfrutar por otros públicos. Desgraciadamente no puedo discernir si un niño de 9 o 10 años disfrutará mucho o poco con ellos. Habría que comprobarlo.

El doctor ProctorbañeraEl primero de ellos es la segunda parte de la saga infantil creada por el archiconocido escritor de novelas policíacas Jo Nesbo y lleva por nombre “El doctor Proctor y la bañera del tiempo”. Quiero creer que la primera entrega, del que hablé por aquí, tuvo éxito, acaba de llegar esta segunda y ya están anunciando una tercera.

El resultado del primer libro era muy irregular, más allá de lo escatológico, la aventura iba a trompicones, aunque apuntaba maneras y potencialmente le servía de introducción de los personajes y de las reglas a seguir. En este segundo Nesbo se empieza a lucir, la trama se va descaradamente a la ciencia ficción con la elección de los viajes en el tiempo como medio para realizarla. Se vuelve aún más ingenioso al establecer que la máquina del tiempo sea una bañera y el jabón que la contiene y se dispara la épica y el sentido de la maravilla, que se personifica en su pequeño protagonista Tapón:

“Mientras tanto, al otro lado de la calle, Tapón dormía profunda y felizmente soñando con volar propulsado por grandes pedos, con descifrar misteriosos códigos, con salvar a profesores geniales y con todas las cosas que seguramente -o al menos muy segurísimamente- saldrían bien. Pero sobre todo soñaba con bailar el cancán sobre el escenario del Moulin Rouge de París, mientras un público entusiasmado y todas las bailarinas daban palmadas al compás gritando: ¡Ta-pón! ¡Ta-pón!”

La historia se vuelve dúctil y tenemos la presentación de un enemigo rimbombante y enigmático, Raspa:

“-Exacto. La historia está tallada en piedra y solo quien está dispuesto a morir puede cambiar el texto. Anda a tomar viento fresco niños.

Raspa se dio media vuelta, se deslizó como un fantasma por el local sobre el patín chirriante y desapareció tras la cortina naranja.”

Todo se vuelve un “tour de force” con Tapón, Lise, Raspa y el Doctor, viajando a distintas etapas históricas, que se centran, especialmente en Francia, la aparición de Tapón en la batalla de Waterloo y su sustitución de Napoleón desencadena momentos hilarantes y creativos:

“-Bueno eso lo decide usted. Pero su última orden fue que lo llamáramos generador.

-Ya me he dado cuenta. ¿Y por qué quería llamarme yo así?

-¿Ya se le ha olvidado? General y dictador. Eso hace generador, ¿no?”

A la aventura no le faltan ni las paradojas temporales, ni la emoción ni  la diversión. Y por si fuera poco el final no abusa de moralinas, pero resulta edificante.

“[…] porque quería que le recordara algo importante: que aunque una persona haga algo malo, nunca, nunca, es demasiado tarde para enmendarlo. Y que en ese sentido todo el mundo puede cambiar un poco la historia en cualquier momento.”

Además  en esta ocasión las “feas” ilustraciones de Per Dybvig realzan aún más las situaciones descritas por Nesbo obteniendo un resultado fantástico. Este es el camino a seguir. Deseando estoy de ver publicada la siguiente entrega.

QuienseraaestashorasLemony Snicket es el seudónimo empleado por el escritor norteamericano Daniel Handler; protagonista de la famosa serie de libros “Una serie de catastróficas desdichas” donde el protagonista es el propio Lemony y que ahora Ediciones La galera nos trae con la nueva saga de libros “Preguntas equivocadas” del que vengo a comentar el primer volumen “¿Quién será a estas horas?”.  Ilustrado en esta ocasión por el gran dibujante Seth.

No puedo esconder mi predilección por las novelas policíacas; es un hecho. Si encima se intentan adaptar para que lo pueda leer un niño, es más que encomiable y atractivo. Si , además, se hace tan bien como en esta ocasión, el resultado es casi impecable.

Es innegable que el autor no se corta a la hora de plantear la trama, empieza “in medias res”, a mitad de todo, no conocemos nada de lo que está sucediendo: no conocemos al personaje, no sabemos qué está haciendo, no sabemos lo que puede suceder, todo va aportando pista a pista para ir construyendo dicha trama. Esto es muy retador, sobre todo teniendo en cuenta el público al que está dirigido:

“Soy Lemony Snicket –le respondí, y le di el sobre que llevaba en el bolsillo. Dentro había lo que se conoce como una carta de recomendación, que consistía en unos cuantos párrafos en los que se me describía como un excelente lector, un buen cocinero, un músico mediocre y un liante total.”

Pero cumple su objetivo de veras: Lemony servirá de identificación para el lector y la forma de presentarlo abrirá su apetito por tener ganas de averiguar lo que está sucediendo.

El nombre de la serie de libros ofrece pistas también y le sirve como elemento humorístico continuo que utilizará en base al avance, el caso siguiente es evidente de este uso:

“-¿Y la cena? –pregunté.

-Ya he cenado, gracias.

-¿Y qué pasa con mi cena?

Theodora levantó las cejas y se fue hacia las escaleras.

-Esta es la pregunta equivocada. Snicket. Hay cosas más importantes que la cena. Concéntrate en el caso.”

Es importante reseñar que, a pesar de no ser literatura para adultos, el autor norteamericano no ceja en un empeño de escribir con calidad, en la descripción de Ellington Feint podemos comprobarlo:

“Pese a la oscuridad podía ver sus extrañas cejas curvadas, enrolladas como signos de admiración. Tenía los ojos verdes y sus cabellos eran tan negros que en la oscuridad parecían pálidos. Sus dedos, que sobresalían de las mangas de su camisa, eran largos y acababan en unas uñas de color negro. Antes de empezar a bajar por la escalera vi su sonrisa a la luz de la luna. Era una sonrisa que podía querer decir cualquier cosa. “

Al final, nada es lo que parece en lo planteado inicialmente. El propio Lemony lo reconoce:

“Me había equivocado sobre cada pista del misterio oscuro y manchado de tinta que pesaba sobre mí y sobre todos los demás. Sonó una campana en mi cabeza; equivocado, equivocado, equivocado. Estaba equivocado, pensé, pero quizás si me quedaba en el pueblo podría acabar haciendo las cosas bien.”

Y todo queda abierto en un tremendo cliff-hanger para el que será el siguiente libro de la serie. Espléndido. Una excelente propuesta para jóvenes y adultos con una edición exquisita de La galera y…. ay, que se me olvidaba!! Unas ilustraciones en bitono del dibujante Seth que, sí, quitan el aliento. Son fabulosas… otro motivo más para disfrutarlo.

Los textos de “El Doctor Proctor  y la bañera del tiempo” de Jo Nesbo proceden de la traducción del noruego de Cristina Gómez Baggethum para esta edición de la Galera.

Los textos de “¿Quién será a estas horas” de Lemony Snicket vienen de la traducción de Julián Aguilar para esta edición de la Galera.

“El Oasis” de Bahaa Taher

el-oasis-9788415832478Solo por el libro de Bahaa Taher ya está justificado que Turner haya sacado el sello Turner  Kitab.

Bahaa Taher, nacido en El Cairo en 1935 ganó el  International Prize of Arabic Fiction en el 2008 por esta obra: “El Oasis”.

La trama que nos ofrece en su contraportada la editorial, en este caso, se aleja bastante de lo habitual:

“Para desaparecer. Para escapar de El Cairo, de sus revoluciones y de sus mentiras, de la ocupación inglesa y de los propios egipcios. Para ceder a la tentación del desierto. Para abandonarse a él y aceptar lo que le tenga reservado. Aunque sea la muerte.

Así concibe Mahmud la orden que recibe del gobierno egipcio de trasladarse al oasis de Siwa, un reducto de costumbres atávicas al oeste del país donde deberá imponerse como prefecto de policía y recaudar los impuestos que sus habitantes raramente aceptan pagar. Allí, donde otros tantos como él cayeron, se dirigirá acompañado de su esposa, Catherine, una irlandesa obsesionada con la Historia y con encontrar la tumba de Alejandro Magno, supuestamente oculta en aquel lugar.”

Tres puntos de vista confluyen: el de Mahmud, su esposa Catherine y el de jeque Yahya.

Taher estructura su novela en dos partes diferenciadas en las que cada episodio está narrado en primera persona por cada uno de sus protagonistas; cada voz es perfectamente distinguible, así el punto de vista de Mahmud es más espiritual, el de Catherine más sensorial, suponiendo una subversión al pensamiento habitual. El del jeque está centrado en la vida particular del Oasis.

El Oasis y las gentes que viven en él, así como sus costumbres, se convierten en un personaje más  desde los primeros párrafos, un lugar de crecimiento y punto de partida a una nueva vida:

“-Sí se parece a Esparta, salvando las diferencias, claro está. Esparta era una ciudad hecha para producir soldados. Educaban a los niños desde su más tierna infancia para convertirlos en guerreros y los separaban del resto de ciudadanos. Hasta el punto de que toda Esparta era un ejército concentrado en una urbe. El mayor ejército de toda Grecia antes de la aparición de Alejandro. Y los tales zejeleros, en el oasis, son también reclutas del campo; trabajan hasta que cumplen los cuarenta años. Durante todo ese tiempo se les prohíbe casarse o entrar en la ciudad después del atardecer.”

En esta conversación de Catherine con su marido Mahmud se justifica lo que comenté anteriormente, el desierto interior en el que vive inmerso el prefecto:

“-Y a ti, ¿cómo te han cambiado?

-En mi interior se extiende otro desierto, pero que carece por completo del silencio de este que estamos atravesando. El mío está lleno de voces, personas e imágenes.

-Eso es también muy bonito.

-Sería bonito si esas imágenes fueran tan profundas como el desierto. Todas conducen a un pasado muerto; no dejan de perseguirme.”

A este posible relato de formación, paralelamente asistimos a una búsqueda, la de la tumba de Alejandro Magno por parte de Catherine, uno de los ejes narrativos de la obra; Catherine descubrirá por sí misma lo que un libro no puede decir, lo que de verdad es el desierto, en toda su crudeza:

”He estudiado con detenimiento las descripciones y anotaciones sobre el camino, los pozos, las dunas y las tormentas; pero en ninguno de aquellos libros se dice una palabra sobre el auténtico desierto. No me han hablado del cambio de tonalidad de las olas de arena según transcurren las horas del día ni del tránsito de las sombras que dibujan finos trazos cenicientos en la cima de una colina amarilla o abren una puerta oscura en su loma. Tampoco me han mostrado cómo las nubes, altas y pequeñas, se reflejan sobre las dunas creando espejismos de pájaros cetrinos de vuelo grácil, ni me han hablado del alba. Sí, sobre todo el alba. Empieza siendo un fino hilo blanco, luego se transforma en una grieta ardiente que desplaza lentamente la oscuridad hasta que la arena se convierte en un mar dorado bajo los primeros rayos del sol. Un momento de plenitud que me inunda los pulmones con el aroma del éxtasis y abre de par en par todos los poros de mi cuerpo.”

Todo ello se convertirá en un presagio del final, que el escritor egipcio nos va adelantando poco a poco:

“Catherine se ha percatado ya: la sonrisa y la jovialidad se me van marchitando según avanzan las horas del día. ¿Por qué está aprensión, esta sensación funesta de que algo va a ocurrir? Será el castigo por lo mal que me porté con Nima. O por lo mal que haya podido portarme con este mundo.”

Especialmente novedoso resulta la aparición de un capítulo en el que Alejandro Magno se convierte en el propio narrador desde la tumba:

“No veo a nadie de vuestro mundo. No oigo ni una sola voz ni hablo con nadie, nunca me encuentro con otros espíritus, ni buenos ni malos, y no creo que sea capaz de llegar a ti o inspirarte. Pero de tiempo en tiempo oigo las voces de quienes como tú me invocan y despiertan mi espíritu sin que sepa bien qué queréis. Solo conozco lo que conocí en la Tierra, veo y vuelvo a ver lo que fui y las imágenes se superponen y se contradicen.”

A estas ideas principales se les contraponen varios temas de fondo que aumentan los niveles de lectura posible y que enriquecen muchísimo la narración; por un lado tenemos las intrigas políticas entre los poderes fácticos del oasis, como esta queja del Jeque Yahya alertando sobre lo injusto de una situación predispuesta de antemano:

“¡Os habíais puesto de acuerdo antes de esta reunión! Yo soy el único que no lo sabía, ¿no? Primero vais a por el prefecto y luego a por Malika. Una vez más la deliberación de hoy no es más que una farsa, ¿Verdad?”

Por otro lado, Taher trae a colación las consecuencias del devorador imperialismo británico, destructor de culturas como la egipcia:

“-Pues usted bien lo sabe -insistió Mahmud-, desde la ocupación solo se enseña Historia de Inglaterra. Está prohibido hablar del Egipto antiguo en nuestras escuelas;  aun así, los alumnos también pueden aprender a ser fuertes y eficaces estudiando la lengua inglesa.”

Y, por si fuera poco, la aparición de la hermana de Catherine, Fiona, traerá un elemento más a la narración, elemento que será clave para el devenir de los protagonistas, particularmente el de Mahmud, que se enamora locamente de ella; olvidándose de su esposa; es curioso comprobar cómo la forma de contar una historia entre una y la otra supone el elemento comparativo que le hará cambiar definitivamente sus preferencias:

“Mientras Fiona seguía con su relato yo la miraba con atención. Enseguida me vino a la mente la imagen de NIma y me puse a compararlas. Fiona narraba sus historias con calma y sencillez, como si aquel palacio de Irlanda fuera un lugar familiar, como si bastara abrir la puerta para verlo, a lo lejos, en medio de un prado irlandés verde y fecundo. Nima, por su parte, vivía sus historias y se convertía en parte de ellas. Tan pronto era la princesa encarcelada, con el rostro bañado en lágrimas, como el rey hechizado o el amante abandonado y, cuando llegaba el final feliz, se le iluminaba la cara de alegría y me obligaba a participar con ella en el colofón, para trocarnos en monarcas, mendigos, amantes o ermitaños. ¿Cuál de los dos estilos era mejor? “

El pesimismo puebla el no tan previsible final, el oasis se convertirá más bien en algo destructivo para la pareja y para el propio Mahmud que no consigue encontrar más que problemas, fallos a lo que está viviendo:

“Haced lo que os venga en gana, lo único que se puede hacer en este mundo lleno de errores es, precisamente, cometer errores.”

Espléndida la obra de Bahaa Taher que nos ha traído Turner  por las más de tres dimensiones que ofrece esta historia, confluencia de estilos y narraciones; un prisma de diferentes colores enriquecidos con el pasado y la figura en lontananza del gran conquistador: Alejandro Magno.  Una obra para no perderse, desde luego.

Textos de la traducción del árabe de Ignacio González de Terán para esta edición de “El Oasis” de Bahaa Taher en Turner.

“Los drusos de Belgrado” de Rabee Jaber

los-drusos-de-belgrado-9788415832461La editorial Turner fue la editorial que recibió en este año el premio a la labor editorial concedido por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. No puedo estar más de acuerdo, sobre todo por la elección de un catálogo excelente y muy variado. No solo no se han dormido en los laureles sino que siguen intentando innovar todo lo que se pueda y es de agradecer que se pusieran en contacto conmigo para, si me interesaba, me pusiera a leer los dos primeros libros de la nueva colección que acaban de sacar. En este caso se trata del sello “Turner Kitab” que va a incluir obras de ficción contemporánea árabe.

Se daban dos razones para interesarme esta nueva colección , lo primero que me interesan todas las fuentes contemporáneas de ficción literaria, aunque soy un especialista en ficción anglosajona, tarde o temprano iré entrando en otros países, y esta era una buena oportunidad de hacerlo; la segunda es que acababa de leer un libro de Assia Djebar  que me pareció fantástico y que lo tenéis en el blog igualmente, que me despertó las ganas de conocer esa literatura tan desconocida por aquí.

Turner ha empezado fuerte apostando en los dos primeros números por dos Premios internacionales de ficción árabe de características muy distintas; uno de ellos de un autor consagrado (Bahaa Taher) y el segundo de uno más moderno elegido como primera lectura.

Rabee Jaber ha nacido en 1972 en Beirut y ganó el  International Prize of Arabic fiction en el 2012 por esta obra: “Los drusos de Belgrado“.

En cuanto a la trama, no resulta demasiado innovadora, ya que se trata de la típica en que una persona es acusada de un crimen no cometido y que se ve obligado a sufrir prisión, trabajos forzados y a perder durante un tiempo la compañía de su familia. No creo que sea, sin embargo, este su fuerte, sino más bien, el “cómo” Jaber refleja esta situación:

El comienzo resultará conocido a los seguidores de “Daños y Prejuicios” o “Revenge”, ya que se trata de una prolepsis que ocurre 12 años después de cuando suceden los hechos que se narraran en el próximo capítulo:

“Alguien tira de mí y me caigo. Sé que estoy muerto. Incluso mis dientes se han desprendido de mis encías enfermas. Mi cuello se afloja y mi cabeza cae. Un líquido salado penetra en mi nariz y en mis ojos. En la ropa del hombre que abrió la puerta hay olor a pan, azúcar y manzanas. Me trago la sangre y alzo el rostro. Perdida ya toda esperanza, el perfume a manzana me da fuerzas para abrir la boca y gritar: “¡Soy Hanna Yaqub”!”

La prosa de Rabee Jaber es profundamente sensorial, puedes sentir los olores, sabores, visiones, gritos… del protagonista en una situación desesperada, de la que no conocemos nada más que el lugar, Belgrado, y su protagonista, Hanna Yaqub.

Es entonces cuando nos presenta la narración lineal de los hechos que llevarán hasta este momento posteriormente,; se trata de narraciones en primera persona, sin grandes subordinaciones, frases cortas y efectivas. La voz de Hanna Yaqub es primordial pero también la de Haylana, su esposa. Ambas narraciones avanzan en tiempos narrativos distintos aunque sean paralelas, mientras que los problemas de Hanna avanzan por meses y años, el descubrimiento de su ausencia por Haylana tiene lugar hora a hora de una manera angustiosa.

Hanna quedará relegado a vivir una existencia dificultosa e incomprensible con los drusos, unos perdedores en toda regla:

“Quizá te extrañe, Tourán, pero entiendo ahora lo que dice mi tío de los drusos. Ellos también tuvieron mala suerte. Ganaron la guerra y destrozaron a su enemigo, ¿y dónde acabaron? Es difícil ganar y encontrarte a la postre con que has perdido. Los compadezco, Tourán.”

En ellos encontrará la amistad y el único consuelo posible ante todos los horrores que está viviendo. En un clima de continuas penalidades cualquier cosa significará un atisbo de felicidad, una pequeña luz en el túnel, es en esos momentos cuando Jaber se vuelve más lírico:

“Cruzaron un puente de piedra que salvaba un arroyo profundo y los soldados prohibieron que bajaran a beber. Se mareaban al oír el murmullo del agua mientras el sol les azotaba las cabezas y se les amorataban los ojos. Los rostros se les enrojecían hasta adquirir tonos azules y la nuca se les quemaba. Hanna caminaba separando las piernas; el continuo roce le abrasaba la piel entre los muslos. Desde el comienzo del viaje, del que estaban destinados a no conocer dónde, cuándo o cómo acabaría, les sobrevino un sentimiento cercano a la felicidad. Los olores de la naturaleza los inundaban y el espacio verde y el aire puro les adormecían los pulmones y la mente hasta imaginar que la prisión había acabado, sin cuerdas ni cepos de madera, ni varillas de granado con las que les azotaran los hombros, ni fusiles que les estropearan esa sensación dulce como la miel. Ni siquiera la continua marcha forzada les frustraba ese extraño gozo.”

Mil y una veces se preguntará el porqué de lo que le está ocurriendo sin encontrar respuesta:

“-Te he oído llorar muchas veces mientras dormías.

-¿Por qué lo hicieron, jeque Naamán? ¿Qué hice yo para que me pegaran y me llevaran a la prisión de Belgrado?”

Hanna vive una muerte en vida, uno de los temas principales de la obra, está muerte en vida se asociará indefectiblemente al silencio del protagonista ante las injerencias que le suceden en la parte final. Es imposible no empatizar con él y es uno de los puntos fuertes de la novela; un perdedor, que sufre lo inimaginable físicamente hasta llegar a una muerte espiritual que se materializa en un silencio de dolor ante el sufrimiento, silencio que le impide hablar de lo que piensa, de lo que siente:

 “-Me llamo Hanna Yaqub. Vendía huevos en el puerto de Beirut. Los soldados me golpearon en la boca, me rompieron los dientes y me deportaron en barco a Belgrado en el lugar de un preso druso. Soy cristiano y no cumplía servicio militar obligatorio en el ejército del sultán, y jamás en mi vida llevé fusil ni espada. Tengo una hija pequeña. Le beso los pies, pachá, porque no me corte mano por un huevo. Me moría de hambre.”

Hacia la parte final cambia el estilo de la narración, las frases se hacen más largas, alargando paralelamente el momento final; la posible dicha que todos queremos que Hanna encuentre y que parece que nunca llega. Este tramo es quizás el menos inspirado y más previsible. Su estilo no consigue tapar una edulcoración quizá innecesaria.

A pesar de una cierta irregularidad, la obra es una excelente muestra de buena literatura y un comienzo encomiable para una colección arriesgada,  exótica y, por qué no decirlo, necesaria.

Textos de la traducción del árabe de Francisco Rodríguez Sierra para esta edición de “Los drusos de Belgrado” de Rabee Jaber de la editorial Turner.

“Diario de una dama de provincias” de E.M Delafield

diario-de-una-dama-de-provincias-9788415625537E. M. Delafield (1890-1943) fue una prolífica y famosa escritora inglesa a la que la editora de la revista  semanal liberal y feminista “Time and Tide”, le propuso en 1929 escribir una columna. Así nació “Diario de una dama de provincias”, divertida y parcialmente autobiográfica, crónica de las vicisitudes de una dama de la alta clase inglesa.

Este tipo de libros tiene dos hándicaps principales que es preciso tener en cuenta. El primero de ellos (ya lo he comentado alguna vez en algún otro post) tiene que ver con el hecho de tratarse de una comedia. La comedia es un género que, de por sí, no goza del prestigio que tiene un drama o, desde luego, una tragedia; de hecho suele asociarse a estos últimos la calidad que se necesita para llegar al mito de la “alta literatura”. El segundo inconveniente es, precisamente, la estructura, repetitiva, que se infiere del título y que la escritora siguió, pudiendo ocasionar en varios lectores la sensación (errónea) de monotonía.

Delafield, sin embargo, consigue, utilizando esta estructura no resultar aburrida; ni mucho menos, sino que, al contrario, innova con sus sutiles comentarios y reflexiones; la mayoría de los apuntes  que aparecen mencionados contienen el relato de los sucesos acaecidos en un día en particular; normalmente con frases cortas, sencillas, efectivas, poderosamente satíricas en ocasiones; estos relatos suelen ser acompañados de reflexiones de la narradora (en primera persona) y que hacen gala de la ironía para dar aún más valor a los hechos narrados anteriormente. Un buen ejemplo de esta situación es el siguiente párrafo (en el que se produce el relato de una conversación mantenida y de reflexión consiguiente a partir de dicho momento):

“Hablo con un joven pálido con gafas de montura de concha, sentado a mi izquierda, sobre Jamaica, donde ninguno de los dos ha estado. De ahí pasamos, aunque no sé cómo, a la caza del ciervo, y acabamos hablando de homeopatía. (Recordatorio: Sería interesante, si el tiempo lo permitiera, seguir el hilo de los pensamientos que han llevado de un tema a otro. Una segunda idea muy perturbadora: quizá el hilo de pensamientos en cuestión no haya existido nunca.)”

De un plumazo consigue caracterizar a su género y preguntarse si, efectivamente, los pensamientos de una mujer siempre tienen un sentido en la forma en que se estructuran.

La segunda dimensión, aún más interesante, es el reflejo de una sociedad; en este caso la alta sociedad inglesa en particular y, en general, el comentario se puede extrapolar a toda la sociedad británica como podemos ver en el siguiente texto:

“(Nota bene: En la vida cotidiana, decir la verdad resulta extraordinariamente difícil. ¿Es solo mía esta idiosincrasia tan deplorable o hay otros que también la padecen?)”

Me temo que no es a la única a la que le ocurre; como el caso siguiente:

“(Duda, básicamente retórica: ¿Por qué la gente dice tantas veces de las mujeres casadas, con hijos y sin profesión que llevamos una vida “desahogada”? No encuentro respuesta.)”

El ingenio que utiliza Delafield es palpable en cada palabra de un libro que no tiene desperdicio por su utilización del humor elegante y mordaz como catalizador del reflejo de una sociedad en la que vivimos todos; a pesar de tender a representar la sociedad desde el drama, quizá la comedia es la ficción más adecuada para realizar este propósito. Necesitamos más comedia, estoy convencido de ello,  y más si es como en el caso de la escritora británica.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Patricia Antón de “Diario de una dama de provincias” de E.M. Delafield en Libros del asteroide.

“La maldición de Hill House” de Shirley Jackson

LA MALDICION DE HILL HOUSEEn la introducción de Antonio José Navarro a esta edición de Valdemar para “La maldición de Hill House”, encontramos una de las claves para entender  esta obra en particular de Shirley Jackson y, en general, buena parte de su carrera literaria:

“Sin embargo, aunque parezca un contrasentido, “La maldición de Hill House” no es una obra de terror al uso, ni una ghost story convencional. El lector que espere encontrar tétricos fantasmas quedará defraudado; quien busque emociones fuertes se sentirá engañado; la novela es mucho más psicológica que fantástica, si bien como apunta Stephen King, su autora “utiliza las convenciones del nuevo gótico americano para examinar una personalidad sometida a una presión psicológica extrema.”

Esta intención es palpable desde el primer momento de la narración que nos ocupa, solo hay que fijarse en la forma que Shirley Jackson utiliza para describir a los tres personajes principales convocados por el doctor Montague a Hill House:

“Eleanor Vance tenía treinta y dos años cuando llego a Hill House. La única persona en el mundo a la que realmente odiaba, ahora que su madre había muerto, era su hermana. Su cuñado y su sobrina de cinco años le disgustaban y no tenía amigos.”

“Theodora. Nunca utilizaba más nombre que ese; sus dibujos los firmaba “Theo” y en la puerta de su apartamento y en la ventana de su tienda y junto a su número en el listín telefónico y en sus pálidos artículos de papelería y en la base de la encantadora fotografía que tenía sobre la repisa de la chimenea, su nombre era siempre Theodora a secas. El mundo de Theodora era un mundo de placer y colores suaves.”

“Luke Sanderson era un mentiroso. También era un ladrón. A su tía, que era la propietaria de Hill House, le gustaba resaltar que su sobrino tenía mejor educación, mejores ropas, mejor gusto y peores compañías que nadie que ella hubiera conocido.”

Se puede ver que no utiliza ningún tipo de descripción física, sino más bien psicológica, esto le servirá para ir evolucionando cada uno de ellos según los hechos vayan sucediendo. Por el contrario, a la llegada de Eleanor no encontramos con una descripción más bien física de la casa:

“Que hago aquí, se preguntó indefensa y de inmediato; ¿qué hago aquí? La puerta era alta y ominosa y pesada, fijada con fuerza a un muro de piedra que desaparecía entre los árboles. Incluso desde el interior del coche pudo ver el candado y la cadena retorcida entre los barrotes. Más allá de la puerta solo podía ve el camino, curvándose,  ennegrecido a ambos lados por los árboles inmóviles y sombríos.”

Que adquiere cualidades humanas en boca del doctor, cobrando tanto protagonismo como cada uno de los habitantes:

“Bueno… Perturbada, quizá. Leprosa. Enferma. Cualquiera de los eufemismos populares para la locura; una casa trastornada es una bonita alusión. “

A partir de aquí empezarán a suceder una serie de hechos que están cargados de ambigüedad; no está claro si son reales o no, pero desde luego contribuyen con la ambientación a crear una sensación claustrofóbica, como si algo ominoso pudiera ocurrir, un juego psicológico cargado de tensión que le servirá para desarrollar las relaciones de los protagonistas, especialmente en el caso de Eleanor, a la que dará voz propia en forma de pensamientos de dudosa moralidad. Es curioso porque, a pesar de escoger una narración omnisciente, es en estos estallidos explícitos de violencia donde cambia de focalizador hacia su persona:

“Me gustaría golpearla con un palo, pensó Eleanor, observando la cabeza se Theodora apoyada junto a su silla; me gustaría lapidarla a pedradas. “

“La odio pensó Eleanor, me pone enferma; mírala bañada y limpia vistiendo mi suéter rojo.”

El inesperado final es el culmen a un desarrollo premeditado y pensado cuidadosamente por la escritora que, por si fuera poco, deja aún más ambigua la verdadera participación de la casa en los hechos acaecidos. Lo que está claro es que la casa permanecerá, contra viento y marea, por encima de las personas. Es la verdadera protagonista, imperecedera, inmortal :

“En su interior, las paredes mantenían su verticalidad, los ladrillos se entrelazaban limpiamente, los candados aguantaban firmes y las puertas permanecían cuidadosamente cerradas; el silencio empujaba incansable contra la madera y la piedra de Hill House, y lo que fuera que caminase allí dentro, caminaba solo.”

No extraña que esta escritora, por su tratamiento del miedo, haya sido una gran influencia (como Matheson) en la narración de Stephen King. Qué maestría. Cuánto dolor es capaz de transmitir y con cuánta sutilidad.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Óscar Palmer Yáñez para esta edición de “La maldición de Hill House” de Shirley Jackson en Valdemar.

“Rabia” de Richard Bachman (Stephen King)

rabia-stephen-king“Rabia” fue el primero de los libros que Stephen King escribió con el pseudónimo de Richard Bachman. Fue curiosa la forma en que se decidió a escribir esta serie de libros: tras el éxito brutal de “Carrie” o “Salem’s LotKing fue muy consciente de la posible globalización de este éxito y tuvo miedo. Miedo a injerencias que limitaran su capacidad creativa. De ahí que sintiera la necesidad de crear algo distinto, como una última oportunidad para tratar las partes más oscuras, las menos “correctas”, por si acaso no pudiera hacerlo de nuevo.

El tiempo, y la estabilidad de su éxito le ha permitido, sin embargo, no cejar en esta capacidad creativa, alternando proyectos más arriesgados con los más limitados creativamente; pero en esa época, su sentimiento era distinto.

De ahí que surgiera un libro como el que comento hoy. “Rabia” destroza, literalmente, cualquier corrección, creando una de esas historias brutales donde todo es prácticamente posible, un relato de formación de violencia donde el protagonista es un niño de 13 años que coge como rehén a una clase entera de un colegio con todos sus compañeros y cuyos actos desembocan en actos deplorables.

Para ello escoge una narración en primera persona, la del protagonista; pero cambia según el capítulo del que se trata, alternando a otros narradores, siempre en primera persona, para que nunca tengamos toda la información. La narración es fragmentada, con continuos saltos al pasado a modo de flashbacks que explican hechos que intentarán explicar el cómo se ha llegado a esta situación.

La violencia es explícita, pero por momentos se vuelve sutil; de hecho el momento final, justo antes de acabar, contiene una elipsis que nos deja en suspenso con lo que realmente sucede; lo que sí sabemos es que es terrorífico ya que las consecuencias que desencadena en uno de los alumnos son funestas e irreversibles por lo que se cuenta después.

El riesgo que toma en esta novela será continuado por las posteriores (“Carretera maldita” “El fugitivo” y “La larga marcha”) y nos muestra el King más primario, salvaje y violento, un King primigenio y tremendamente veraz. No se contiene en mostrar situaciones difíciles y llevarlas hasta sus últimas posibilidades.

El lector habitual que no haya leído sus novelas como Richard Bachman se puede llevar una sorpresa, agradable, desde luego, pero también bestial.

Siempre es un placer ir encontrando todas las facetas del escritor de Maine.

“Harriet” de Elizabeth Jenkins

harriet-9788484288909Habitualmente solemos conmocionarnos con el malvado de turno, sin embargo, ¿qué hacemos cuando nos encontramos a cuatro protagonistas que encarnan un mal sin fisuras? ¿Sin posibilidad de redención de ningún tipo? ¿Sin finales edulcorados? Esa es la sensación que te queda tras leer lo que parece una simple trama victoriana del típico cazarrecompensas que busca casarse con una rica heredera para solucionar su vida, el eje argumental de la novela “Harriet” de la inglesa Elizabeth Jenkins que nos trae en su fantástico sello Rara Avis Alba, del que he hablado varias veces ya en este blog.

El personaje con aviesas intenciones se caracteriza por su falta de pudor y su amoralidad inherente, capaz de subyugar a la protagonista Harriet, Lewis de muestra su poder, reflejo de la sociedad patriarcal:

“No se había esforzado en ver a Harriet, porque jamás dudo de la grandísima influencia que tenía sobre ella, y sabía que lo único que tenía que hacer, a su debido tiempo, era completar los detalles prácticos del proyecto. Su falta de pudor era inimaginable y estaba plenamente convencido de que dominaba la situación.”

Lo terrorífico es que él solo no se basta para urdir una trama, un proyecto que le llevará a intentar apoderarse de la herencia de Harriet; Lewis se valdrá de Alice, su amante, además de su hermano Patrick y la esposa de este Elizabeth, ninguno de ellos le va a la zaga, por ejemplo tenemos el caso de Alice:

“Quien se atreviera a amenazarla no sólo era un obstáculo que había que sortear a toda costa, era un enemigo íntimo que le causaba consternación y horror. Cualquier manifestación del sufrimiento de Harriet o cualquier compasión que le demostrara tenían como consecuencia que Alice se concentrase en oponerse con todas sus fuerzas. “

Lewis y sus conspiradores se refugian en un submundo paralelo donde creen que todo lo que hacen es correcto y consideran además que el resto no les entiende:

“No atenazaba a Lewis ninguna sensación de culpa y tampoco estaba en pugna con sus remordimientos. (…) Despreciaba a los clérigos, a las ancianas y a cualquiera que fuese un obstáculo para su paz, pero temía y odiaba las fuerzas de la censura pública que estos individuos representaban. Tenía la impresión de que el mundo entero le era hostil y se sentía maltratado, pues sabía que sus críticas serían bastante más duras de lo que merecía.”

Mentir se convierte casi en el menor de sus pecados, teniendo en cuenta el alcance de lo que realizarán (y que no pienso comentar para desvelar sorpresas) debido a tener una conciencia totalmente desviada:

“No sólo era conveniente sino justo mentir a la señora Ogilvy. Si esta se hubiera enterado de que su hija estaba encerrada, habría puesto el grito en el cielos, se habría equivocado del todo al juzgar la situación desde su limitado punto de vista. Con el beneplácito de su propia conciencia, Elizabeth se sirvió de toda su capacidad de engaño y resistencia para proteger algo que estaba plenamente justificado: no le cabía la menor duda.”

De hecho, lo que destapará lo sucedido será precisamente esta conciencia errónea y la falta de imparcialidad, no tener a alguien desde el exterior que les ponga en objetividad con lo que en realidad está sucediendo, su realidad es alternativa y desvirtuada, un círculo vicioso de malignidad:

“Estaban tan alterados que casi olvidaron la sensación de peligro. Todo era sencillísimo, su solidaridad inquebrantable frente a un mundo que nada tenía que ver con ellos ni con sus intereses, un mundo por tanto de orden inferior que no tenía en cuenta sus derechos, y esto les infundía una confianza y un valor muy profundos.”

Al final, la impresión, a pesar de la relativa justicia es la de desolación por haber evitado lo que sucedió; más doloroso resulta teniendo en cuenta que es un hecho que sucedió realmente. El hombre es el verdadero enemigo del hombre; es capaz de cualquier cosa y, además, buscar una justificación que le valga para hacerlo.  Qué terrorífico.

Muy buena obra que, en su momento, le arrebató algún premio al fabuloso “Un puñado de polvo” del grandísimo Waugh y que nos sirve para descubrir a esta buena escritora.

Los textos provienen de la traducción del inglés de “Harriet” de Elizabeth Jenkins por Catalina Martinez Muñoz para esta edición de Alba.

Lo sublime: “The Indian Queen” de Henry Purcell en la nueva versión de Peter Sellars

No voy a esconder mis reticencias ante el espectáculo que iba a ver en esta ocasión en el Teatro Real; sobre todo por lo que suponía que una ópera por arte de magia pasara de una hora escasa a tres horas y media, prácticamente debido a esta especie de mezcla que iba a realizar un director de escena, en este caso Peter Sellars. Sin embargo, no podía estar más equivocado, es difícil que este año haya un espectáculo que vaya a superar lo que vimos en la noche del 7 de noviembre en el Teatro Real con esta versión remozada de “The indian Queen”. No exagero al considerarlo como uno de los mejores que he tenido la suerte de disfrutar y vivir, llegando por momentos a lo sublime.

indianqueen

Sellars utiliza como base la música de Purcell, no solo la escrita específicamente para la ópera en cuestión sino también la de otras canciones e himnos del autor, y los textos extraídos de la novela “La niña blanca y los pájaros sin pies” de Rosario Aguilar, que una actriz, Maritxell Carrero, declama en momentos puntuales. Todo se convierte en una mezcla de música y de (momentos de) declamación, que suelen desencadenar un momento musical, sobre todo coral, aunque también hay algunos individuales. Más allá de la heterogeneidad aparente, el norteamericano consigue integrarlo en una historia común y consistente, no son meras digresiones (que sería lo más sencillo) sino que contribuyen a ir avanzando la singular historia de la conquista de México (como ya vimos en la ópera de Rihm el mes anterior como primera parte de este díptico). Es fascinante lo bien que integra cada uno de los momentos con la danza, esos cuatro bailarines casi omnipresentes, con el juego de iluminación y con la teatralidad necesaria acorde a lo que está diciendo. Especialmente interesante en los espectáculos de Sellars (solo hay que recordar el fabuloso montaje de “Iolanta/Persephone” del año pasado) es el manejo del cuerpo, y particularmente de las manos. Cada frase, cada momento recitado o cantado tiene una dirección teatral que ha cuidado al milímetro: arrodillarse, simular una corona, mirar al cielo, cerrar los ojos… todo ello contribuye a reforzar cada nota, cada palabra. Cada personaje en escena tiene algo que hacer, y es consecuente con lo que está sucediendo. Los dibujos de Gronk, a medio camino entre el horror y lo infantil, ayudan aún más en este propósito. Ciertamente solo por dicha integración se consiguen momentos de gran belleza. Es importante considerar también la idea subyacente que ha querido dar a entender Sellars con este montaje y es el de dar importancia al papel de la mujer en los tiempos de la conquista. Reescribir la obra para dar una visión nueva que ensalza su papel (más allá de análisis simplistas sobre el papel de los españoles que he leído en otros periódicos, que solo buscan amarillismo sin criterio).

Si al montaje anterior le sumamos un trabajo musical como el que vivimos, entonces es cuando llegamos a la excelencia. La labor de Teodor Currentzis en la batuta y de la orquesta de Perm fue otro gran punto a favor de la noche. Puntilloso en la dirección, muy seguro en el manejo de los tiempos (que por otra parte se cambiaron de los originales en varias ocasiones), dando prepronderancia a los cantantes o a la orquesta según fuera necesario. Su único objetivo era sacar lo mejor de todos y lo consiguió con gran calidad de matices orquestales durante el largo tiempo que tuvo que realizarlo. Qué gran trabajo, reconocido por el público en los aplausos finales. En cuanto a los cantantes, prácticamente no encuentro “peros”:  muy bien el contratenor Vince  Yi con una facilidad pasmosa en los agudos y no exenta de calidez; de menos a más Julia Bullock, fabulosa según avanzaba a la obra, puro terciopelo en el grave, agudos bellísimos y sentimiento actoral y dramático en la maravillosa reescritura del “lamento de Dido” en su parte final; preciosa la voz de Nadine Koutcher que, aunque era más errática en la faceta de actriz, nos deleitó con unos momentos individuales con un lirismo que enamoraba, qué sensibilidad; nada mal tampoco Markus Brutcher, sobre todo en el dúo con Noah Stewart que, sin embargo, descuidó su afinación en algún momento por una exagerada actuación rozando el histrionismo, lástima, la voz del barítono es muy reseñable; algún problema tuvo en los medios graves Luthando Qave pero los solventó con entereza con otros momentos más intimistas mejor realizados; el contratenor Cristophe Dumaux  me asombró muchísimo por la sencillez al cantar, por unos medios de gran categoría y un gusto exquisito al desgranar cada frase sin olvidarse de la actuación. Hay que reseñar el papel de la declamadora Maritxell Carrero que tuvo que pasarse buena parte de la obra en escena sobre todo por sus cualidades como actriz y porque supo transmitir con mucha expresividad los textos. Hay que reconocer que todos los cantantes, bailarines y figurantes tenían clarísimo cómo hacer cada parte, buena parte de culpa la tiene Sellars.

indian2

Y dejo para un punto y aparte en esta ocasión la labor del Coro de Perm. He escuchado en mi vida muchos coros, me fijo especialmente en su labor porque yo también canto en uno y, lo que vi anoche me sobrecogió,; hacía tiempo que un coro no me hacía llegar al éxtasis una y otra vez con la música. Habría que acunar el término “diminuendo infinito” para asociárselo a ellos, capaces de reducir el volumen más allá de lo humanamente posible hasta ser un murmullo, gradualmente, con una calidez excelente.  Matices de todo tipo, “pianísimis”, “fortes”, reguladores, “messa di voces”… Si le sumamos una dicción inglesa extraordinaria y un manejo de la expresión, de la dirección en la línea de canto como la que hacen gala en cada nota interpretada (y actuada, como comenté al principio, ¡no paraban en escena!!) el resultado es sencillamente conmovedor, prodigioso, estratosférico.

Su labor fue percibida especialmente por el público, que le dedicó los primeros bravos de la noche a pesar de las horas que eran, como al resto del reparto y directores. Un triunfo, sin duda; de la etapa Mortier me quedaré con lo bueno, en este caso con esta joya inolvidable que recomiendo encarecidamente que vayáis a ver.

Fricción en el Matadero: Charla en torno a Vonnegut

malpaso

Malpaso ha empezado fuerte con la promoción de sus dos primeros libros. Para atestiguarlo, la próxima semana empieza la Semana Vonnegut, de la que soy padrino  y que tendrá su pistoletazo de salida el próximo lunes día 11 de noviembre a las 19 y 30 con la charla homenaje que se llamará “Matadero Vonnegut”.

Este acto conmemorará  el que hubiese sido el 91 aniversario de Kurt Vonnegut  y se ubicará en la librería Nollegiu que justo acaba de abrir sus puertas en el barrio barcelonés del Poble Nou.

El editor Malcolm Otero Barral y Ramón de España (traductor de la obra)  charlarán sobre su figura  con otros escritores con los cuales están acabando de confirmar su asistencia.

Como mucho no somos de Barcelona, se retransmitirá vía Streaming e incluso se pueden  empezar a mandar preguntas a través del enlace siguiente. En este mismo enlace se podrá ver la charla el mismo día.

Una estupenda ocasión para empaparse aún más en la vida y obra del gran escritor norteamericano.