La prohibición de amar de Richard Wagner en Madrid: diversión inesperada

Publicado inicialmente en Ópera world en este post.

La prohibición de amar de Richard Wagner en Madrid: diversión inesperada

La prohibición de amar de Richard Wagner en Madrid: diversión inesperada

Extraña no dejaba ser la programación de este título de Wagner; me pregunté mil y una veces el por qué, sobre todo teniendo en cuenta que en poco más de un mes tendremos también Parsifal; mi extrañeza se produce porque estamos ante un título primerizo del compositor alemán, una obra que, aunque anticipe algunas de las estrategias que utilizará más adelante, supone (junto con Las Hadas) una rara avis al no tener todavía un estilo definido; era una mezcla bizarra de influencias bellinianas, donizettianas y rossinianas que no suponía un presagio a su obra de arte total. De hecho, cualquier aficionado actual al gran compositor reniega de estos divertimientos, entre otras cosas porque, musicalmente, tampoco son demasiado relevantes. En este orden de cosas, la propuesta escénica planteada por Kasper Holten contextualizó el espectáculo de tal forma que se produjo era rara simbiosis que, por inesperada, resultó aún más eficaz. Diversión inesperada que consiguió arrancar los entusiastas aplausos del público asistente.

Holten concibe un escenario impactante para La prohibición de amar. La disposición de fondo llena de escaleras que parecen poblar el fondo recuerdan a un cuadro de Escher y reflejan a la perfección la configuración de calles de una caótica ciudad de Palermo; esta disposición es lo suficientemente flexible para lograr diferentes situaciones escénicas, los suelos se deslizan, aparecen barras de bar que se mueven con los cantantes, lunas que suben y bajan; y a todo ello contribuye una iluminación esencial llena de claro oscuros y que refuerzan el carácter lúdico festivo de la música; los paneles se desplazan para aparecer y desaparecer y todo está dotado de un gran dinamismo además de ser vistosa por su colorido. La dirección artística es un lujo, sobre todo en la parte final con el carnaval, con todos disfrazadas y donde hay incluso un ballet. Todo contribuye para obtener un verdadero espectáculo que, además, está dotado de muy buen humor. No son pocas las carcajadas que surgieron sobre todo en el segundo acto.

La prohibición de amar de Richard Wagner en Madrid: diversión inesperada

La prohibición de amar de Richard Wagner en Madrid: diversión inesperada

En lo musical, buen trabajo en general de Ivor Bolton, su dirección enérgica se adaptaba a la perfección al estilo musical de esta obra y sacó buenos detalles musicales; el ritmo fue adecuado, especialmente al final de los dos actos y sólo habría que poner en el “debe” un volumen desaforado por momentos que tapó, demasiado, sobre todo a los protagonistas masculinos. La orquesta sonó empastada y el resultado fue muy digno.

En lo vocal, hubo dos claros bandos, por un lado estuvieron las mujeres (con Maltman), grandes triunfadoras; por el otro los hombres, insuficientes en su aportación canora. Muy destacable la labor de Manuela Uhl, toda una experta en estas lides, que demostró musicalidad y volumen descomunal (por encima de la orquesta increíblemente) sin que su canto se resintiera, cantó muy bien y actuó de la misma manera, con una mezcla de inocencia y picardía, ciertamente destacable en su papel de Isabella; su contrapartida masculina, el Friedrich de Chistopher Maltman también resultó irreprochable en una actuación divertidísima (especialmente intenso en todos los aspectos fue su dúo con Uhl justo antes del concertante final del primer acto) y destacó igualmente en lo vocal con una voz muy bien proyectada, densa y llena de matices, con algún momento ligeramente estentóreo que podía afear pero más bien anecdóticamente; bastante bien los papeles de María Miró y María Hinojosa como Mariana y Dorella demostrando que no hay papeles pequeños sino mal preparados, demostraron tener timbres atractivos y proporcionados; bastante mal los tenores Lodahl y Arcayürek con voces de tesitura escasa y volumen aún menor, forzados en todos los momentos en que se les pudo escuchar, especialmente mal el primero con una nasalidad acusada que afeaba cada intervención, ciertamente sorprendente; mejor la aportación de Jerkunica como Brighella (y muy divertida); el coro tuvo para dar y tomar en sus variados números y los solventó con nota: empastados, con volumen e impactante proyección.

Definitivamente, buen resultado el de esta obra tan particular que nos reconcilia con el Wagner primerizo de una manera que ni sospechábamos.

Las fotos pertenecen a Javier del Real.

Mis andanzas Caninas (segunda parte). No paro

HG_portadaVuelvo de nuevo con otro post recopilatorio para reunir todas mis intervenciones /colaboraciones en la web cultural www.caninomag.es. Como en la anterior ocasión lo divido en dos tipos de colaboraciones: En primer lugar mis posts individuales, siempre referentes a literatura; en el segundo caso se trata de posts colectivos a los que siempre les busco un momento a pesar del tiempo. La verdad es que me siento mi orgulloso de lo que va saliendo por allí, es un proyecto cultural muy distinto e interesante. El tema va funcionando, hemos llegado a los sesenta patrones, y en breve nos tocará realizar la newsletter exclusiva para ellos.

Yendo al meollo de la cuestión, del primer tipo han salido las siguientes colaboraciones:

‘Todos deberíamos ser feministas’: Demoliendo el patriarcado en sesenta páginas .

[Crítica] ‘Hollywood Gótico’: Las memorias del icono vampírico.

[Crítica] Anna Starobinets: ‘Refugio 3/9’ – Una fábula muy particular .

[Crítica] ‘Zeroville’ – Un reloj perfectamente sincronizado con lo emocional.

En el segundo caso, he participado en los siguientes artículos colectivos:

[Todos a una] Nuestros títulos de crédito favoritos.

[Todos a una] Nuestros momentos favoritos de la saga ‘Star Wars’.

[Todos a una] Nuestras series favoritas de 2015.

Cubierta_Zeroville-[Todos a una] Nuestros libros favoritos de 2015.

[Todos a una] Nuestros comics favoritos de 2015.

[Todos a una] Las decepciones de 2015.

[Todos a una] Los acontecimientos culturales de 2015 .

[Todos a una] Mi primer Bowie.

[Todos a una] Buenas noches, señor monstruo .

[Todos a una] Las mejores paradojas temporales (y cómo evitarlas).

[Todos a una] Robots, androides y otras inteligencias artificiales.

[Todos a una] San Valentín diferente: algunas historias de amor inesperadas .

[Todos a una] Superhéroes de chufla.

Como podéis ver, ingente cantidad. Arriba tenéis los enlaces a los artículos y podéis echarles un vistazo. El resto, como siempre, siguen apareciendo aquí y en Ópera World. Seguiré haciendo estos recopilatorios.

¡Buenas lecturas!

Resumen Enero 2016. ¡Que no llego!

No me queda más remedio que poner el resumen del mes, aunque me faltan tres reseñas por poner en el blog que llegarán (espero) la siguiente semana: las de Ginzburg, Eliot y Chimamanda (espléndidas las tres, por cierto).

Aquí vengo con el primer resumen de este año tan particular, 16 libros han sido los que me han hecho la vida tan feliz durante este tiempo; la lista es la siguiente, como siempre, en el caso de haber reseña completa, podéis pinchar en el título para acceder a ella: 

Solsticio de Joyce Carol Oates, tenéis una reseña en profundidad de esta obra prácticamente desconocida de la norteamericana.

El libro de la almohada de Sei Shonagon, un clásico oriental y de la literatura universal  que sorprende, precisamente, porque fue escrito por una mujer en tiempos tan lejanos. Como siempre, más información en el enlace.

La bestia de París y otros relatos de Marie-Luise Scherer, esta recopilación de relatos es variada y está escrita con mucho criterio. Fue olvidada en el momento de su lanzamiento, buen momento para recordarla.

La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Alexiévich, la última premio Nobel de literatura nos garantiza puntos de vista distintos y la óptica de los olvidados; a estas alturas me atrevo a recomendarla vivamente y este ensayo es una forma genial de descubrirla.

Black water de Joyce Carol Oates, una nouvelle que utilizó la norteamericana para narrar unos hechos reales desde un punto de vista muy distinto. En este caso de la víctima, la mujer que acompañaba al senador.

Ejercicios para el endurecimiento del espíritu de Gabriella Wiener, uno llega a lo que llega, si quiero reseñar otras obras esta es demasiado para este mes. El siguiente mes tengo previsto otro libro de ella. Espero dedicarle un tiempo. De todos modos, el poemario está muy bien y os dejo una muestra:

 

“tuve un novio que quería matarme

 

durante el día boxeábamos

por la noche nadie curaba las heridas

 

el viernes santo escapé

llegué hasta la plaza de armas

las mujeres llevaban hojas de palma en las

manos

compré una pensando si acaso servirían

para desinfectar el alma

el olor a vísceras fritas se esparcía en el aire

el azufre del infierno

y una procesión subiendo el cerro san cristóbal

siguiendo remolonamente a cristo

el sujeto disfrazado de mecías

y su cruz descomunal”

 

Érase una vez de Margaret Atwood, uno de mis ºfallos habituales al comprar es no comprobar el contenido, craso error, ya que este libro es una edición anterior de Lumen que incluía la mayoría de cuentos que salieron en Chicas Bailarinas que ya comenté por aquí y no me voy a detener más en ello. El comentario se aplica perfectamente a las estrategias utilizadas por Atwood en esta buena selección de cuentos. 

El viento que arrasa de Selva Almada, me he prometido que voy a leer autoras en habla castellana y aquí van llegando; también es cierto que, gustándome, no me ha convencido tanto. Tengo previsto otro libro suyo en un par de meses… y a ver si le puedo dedicar un poco más de espacio a su descripción de ambientes y personajes en la tradición de  la novela norteamericana sureña:

“Esto ocurrió hace casi diez años. Leni no recuerda con exactitud la cara de su madre. Sí que era una mujer alta delgada y elegante. Cuando se mira al espejo piensa que heredó su porte. Al principio creía que era solo una expresión de deseo, parecerse a ella. Pero ahora que es una mujer ha pescado más de una vez a su padre mirándola con una mezcla de fascinación y desprecio, como se mira a alguien que nos trae, al mismo tiempo, buenos y malos recuerdos.”

Pequeñas virtudes de Natalia Ginzburg, otra de esas autoras que inexplicablemente se habían quedado en mi pila de obras pendientes. Solucionado con esta primera muestra, me ha convencido hasta el punto de adquirir el resto de sus obras. Espero desarrollarlo más pero entra por la puerta grande, ya está entre mis favoritas.

Las efímeras de Pilar Adón, lástima, por las mismas razones no voy a poder hacer un comentario extenso (y lo merece) este relato claustrofóbico y tremendamente endogámico que plantea un microcosmos contenido que es un reflejo de la realidad con preocupaciones y disquisiciones de género desde su propia contención; espero dedicar este año otro libro a la autora; me parece ciertamente interesante:

“En un escenario plano, aislado y fácilmente inundable, donde parecían darse la mano la indiferencia y el retraimiento después de haber establecido sus corazas sobre sus habitantes. Porque, al fin y al cabo, de eso se trataba. Ésa era la esencia del orden creado en la Ruche, la comunidad en la que vivían las Oliver: salvar a las especies más frágiles sin permitir ataques externos. Sin factores tóxicos ni competidores por el espacio o el alimento, propiciando las condiciones  óptimas para que sus protegidos pudieran crecer y desarrollarse. Decidiendo qué especies sí y qué especies no. En qué número y en qué cantidad.

El ambiente, controlado e inofensivo. El sustrato, nutritivo. La estructura, perfecta.”

Middlemarch de George Eliot, típico libro que siempre retrasas en el tiempo por las típicas razones: prosa victoriana, número de páginas, etc… Imperdonable. Este libro es una verdadera delicia por mil y una razones que intentaré explicar en breve tiempo. Guardad un hueco, no os decepcionará.

Medio sol amarillo de Chimamanda Ngozi Adichie, tras tres libros de la nigeriana estoy convencido de que es una de las mejores voces actuales. No exagero si digo que veo como candidata al Nobel en 20 años si sigue de esta manera. Independientemente de los premios, trata muchísimos temas y lo hace muy bien. En sus obras se respira una especie de sensación de estar ante algo grande. 

Los peores años del castigo de Fleur Jaeggy, no estaba prevista en este mes… pero, a veces, tengo que improvisar por diferentes circunstancias, por ejemplo, lecturas de fin de semana; en fin de semana coger un libro grande y ponerse a leer es harto difícil, de ahí que escoja otro tipo de lecturas. Lo mejor de todo es que esta escritora (nacida en Suiza) de raíces italianas me ha proporcionado una buena lectura con esta descripción de los años de juventud de la protagonista en un internado femenino. De esta no haré reseña porque tengo previsto Proleterka en el próximo mes y ahí pienso desgranar el estilo y los temas utilizados por la autora. Aun así, esta novela es bastante recomendable para introducirse en su obra.

 

Los disidentes

Este pequeño apartado aparecerá (o no) en todos los resúmenes del año, e incluirá aquellos libros que se han salido del objetivo anual, este primer mes los afortunados son los siguientes:

Locke & Key Omnibus 1 de Joe Hill y Gabriel Rodríguez, ya comenté que alguno podía haber cada mes, no pude evitarlo, fue el regalo de SSMM los reyes magos de oriente y tengo que reconocer que llevaba tiempo desenado leerlo. Este ómnibus recoge los tres primeros arcos argumentales de la historia que gestó el hijo de Stephen King con los dibujos de Gabriel Rodríguez;  una vieja mansión de Nueva Inglaterra, la mansión de las llaves, donde cada llave origina una serie de acciones de diferente índole. La historia desborda por su imaginación y originalidad, con una mezcla de géneros, siendo el terror y lo policíaco lo predominante; el dibujo de Rodríguez es perfecto para una historia que a primera vista puede resultar sucia en sus trazos pero que, sin embargo, está muy bien hilvanada. Una verdadera maravilla del noveno arte.

Los Caza- Zombis de John Kloepfer, ejem, nunca sabe uno los designios que originan que lea un libro como este. En fin. La curiosidad mató al gato. Algún día explicaré la causa. 

Poema a tres voces de Minase. Renga de Shôchô, Shôhaku, Sôgi, ¿he dicho alguna vez lo que me encanta la colección de poesía de Sexto Piso? En este poema a tres voces se vuelven a sumar más motivos para esta predilección. Más información en el enlace, como siempre.

Solamente tres lecturas de las 16 resultantes están fuera del proyecto. No está nada mal. Lo mejor de todo es que al final he tenido doce mujeres distintas, y de ellas ocho, nada menos, son nuevas dentro de mi abanico de lecturas habitual. Todo un triunfo.

No quiero irme sin la tradicional foto de adquisiciones del mes de enero:

AdquisicionesEnero

De los que podéis ver en la foto ya os podéis figurar que algunos van a esperar hasta el año que viene por mi proyecto. El resto me gustarían que entraran todos este año. De hecho, tres de ellos han entrado en febrero: Los dos cómics y la poesía de Ana Rosetti. Los cuentos de Ozick necesitan más tiempo disponible, serán para más adelante; probablemente la de Stevenson caiga antes.

Un abrazo y ¡Buenas Lecturas!

Aún queda mucho por decir de Rose Ausländer. La poesía como salvación

Portada-Auslander-alta-194x300Nuevo libro de la colección de poesía de Sexto Piso, nueva muestra de una buena elección de catálogo. En este caso nos encontramos con una escritora alemana, Rose Ausländer (1901-1988), una de las poetas en lengua alemana más destacadas del siglo XX que, tras la ocupación nazi de Bucarest tuvo que mudarse al gueto de Chernivtsi, donde permaneció dos años y llegó a conocer a quien la influenciaría para modernizar su estilo, Paul Celan.

Recientemente, he tenido la oportunidad de leer la poesía de Tamara Kamenszain y el contraste con la poética utilizada por Ausländer  es ciertamente abismal: desde lo recargado, a veces barroco, de la propuesta de la primera (con múltiples referencias y difíciles metáforas) resalta aún más el minimalismo lírico, conciso, de versos y estrofas muy breves, que nos ofrece la segunda. Lo bueno es que, ambas propuestas, con sus diferentes estilos, resultan excelsas en su resultado final y es de una manera totalmente diferente como llegan a esa situación.

Ausländer opta por convertir su poética en algo mesiánica  salvífico; ante la situación vivida en el siglo XX, la profunda desestabilización social a la que nos llevaron tantos hechos penosos (guerras, campos de concentración…) nos propone una opción más alejada de la habitual beligerancia de otros poetas, para ella el lenguaje poético sirve como elemento que nos lleva a la salvación, mejor aún, es la salvación para continuar con nuestra vida; para valorar la vida tal y como se merece; de esta manera sus primeros versos nos muestran el dolor de los conflictos que nos trae el mundo y su contraposición con los elementos que nos hacen vivir (voluntad del mundo-nuestro sueño) con victoria clara en la estrofa final de lo segundo:

 

PRUEBA DE FUERZA

“Por mucho tiempo te he mirado

Mundo

cómo te sacudes me sacudes

te esfuerzas

en sacudirme

 

Tu furia despertó

mi última cordura

no te considero

hipócrita

no eres libre

 

Por demasiado tiempo te he mirado

no me dejo desquiciar

mi camino de palabra va más lejos

 

Léelo

negro sobre blanco

mi sueño y yo

somos más fuertes

que tu veleidosa voluntad”

 

En esta lucha por los sueños cobra la mayor importancia el uso del lenguaje para construir la poesía (“jóvenes palabras que rejuvenecen el musgoso mundo”) ofreciéndonos la típica dicotomía viejo-joven donde lo joven está identificado con la creación poética:

 

VIEJO-JOVEN

“Mis dedos enmusgados

sostienen jóvenes lápices

 

Ante mí yace

intacta una hoja de papel

 

Hago venir jóvenes palabras

al musgoso viejo mundo

para rejuvenecerlo

 

Amigos

lo comprueban”

 

El mensaje está cargado de optimismo y busca nuestra afirmación a la vida y a todo lo que nos ofrece, aquello que en un primer momento no vemos y que sin embargo está presente:

 

“SÍ DECIR

 Sí decir

a la vida

 

que contigo

y tus palabras

juega

 

Juegos de palabras

plenos de secretos

malicia y prodigios

 

Gozo y tragedia

de tu existencia”

 

Es lógico que este camino se convierta en una renovación, una resurrección que nos hace reafirmar los motivos por los que queremos vivir; la naturaleza, epítome de la belleza, sirve como catalizador de esta renovación de nuestra esperanza por vivir:

 

DE NUEVO II

“Haz de nuevo

agua de mí

 

Fluir quiero

en el raudal

 

En el mar

desembocar

 

Hambrientos de patria

 

Enterramos nuestra muerte diaria

en la palabra

resurrección”

 

Ni más ni menos que estar en comunión con la naturaleza, con todo aquello que nos ofrece y que nos ayudará a “celebrar la infiel vida”; estamos de acuerdo en que la vida es muy dura, siempre nos traerá penalidades, pero el mensaje de la poesía de Ausländer es un canto de optimismo que nos pide la aceptación de estas vicisitudes y celebrar todo lo bueno que la sombra de la tristeza borra de nuestra visión:

 

CON TODOS USTEDES

“Flotar

con el pájaro

 

con el sol

brillar

 

rodar con la

tierra

 

con todos ustedes

celebrar

la infiel

vida”

Un arcoíris, una rosa, colores, sueños… motivos de sobra para darnos cuenta de que cualquier día de nuestra vida podemos decir la palabra “hermoso” y eso es una razón única para sentir la felicidad que nos rodea:

 

CONCILIACIÓN

“De nuevo una mañana

sin visiones

en el rocío brilla el arcoíris

como signo de conciliación

 

Puedes alegrarte

por la perfecta estructura de la rosa

en verdes laberintos puedes

perderte y reencontrarte

en una forma más clara

 

Puedes ser un hombre

Ingenuo

 

El sueño de la mañana te relata

cuentos de hadas puedes

dar un orden nuevo a las cosas

repartir colores

y aún decir

hermoso

 

en esta mañana

tú creador y criatura”

 

El último poema de la antología actúa como cierre de un círculo que se abrió con el título inicial (Aún queda mucho por decir) y, al mismo tiempo, abre nuestro corazón a una esperanza duradera; no sólo hemos resucitado a la vida con estos versos sino que quedan muchos más por descubrir (y que citar en tus propios labios) que nos van a ayudar a rememorar cada día las ganas por vivir, más allá de las dificultades que nos podamos encontrar.

 

AÚN QUEDA

“Aún así magnífico

polvo de la carne

 

Este alumbramiento

en seno de pestañas

 

Labios

aún queda

mucho por decir”

 

Los textos provienen de la traducción de Nuria Manzur Bernabéu de Aún queda mucho por decir de Rose Ausländer para la colección de poesía de Sexto Piso.

La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Alexiévich. La voz de los olvidados

LAguerraRostroMe quedé con ganas de poner algún comentario en el blog tras leer Voces de Chernóbil (1997); sin embargo, la espera ha merecido la pena. Que Svetlana Alexiévich (1948)  ganara el Nobel de literatura el año 2015 ha servido de acicate para que las editoriales nos traigan más obras de la bielorrusa; tal es el caso de Acantilado y su traducción de El fin del homo Sovieticus (2013) y especialmente Debate que ha publicado este La guerra no tiene rostro de mujer (1985) y que tiene previsto este mismo marzo, Los muchachos de Zinc (1990).

Debate está acometiendo la publicación de obras de la autora de una manera muy inteligente, La guerra no tiene rostro de mujer es el primer libro que escribió y supone una total declaración de principios para entender las estrategias que sigue a la hora de crear sus obras y el tema escogido es, especialmente, proclive a la sensibilidad de los lectores debido a su proximidad y conocimiento (la Segunda Guerra Mundial). Los primeros momentos del libro le sirven a la autora para dar las razones de su nueva perspectiva: 

“La aldea de mi infancia era femenina. De mujeres. No recuerdo voces masculinas. Lo tengo muy presente: la guerra la relatan las mujeres. Lloran. Su canto es como el llanto.

En la biblioteca escolar, la mitad de los libros era sobre la guerra. Lo mismo en la biblioteca del pueblo, y en la regional, adonde mi padre solía ir a buscar los libros. Ahora ya sé la respuesta a la pregunta “¿Por qué?”. No era por casualidad. Siempre habíamos estado o combatiendo o preparándonos para la guerra. O recordábamos cómo habíamos combatido. Nunca hemos vivido de otra manera, debe ser que no sabemos hacerlo. No nos imaginamos cómo es vivir de otro modo, y nos llevará mucho tiempo aprenderlo.

En la escuela nos enseñan a amar la muerte. Escribíamos redacciones sobre cuánto nos gustaría entregar la vida por… era nuestro sueño.

Sin embargo, las voces de la calle contaban a gritos otra historia, y esa historia me resultaba muy tentadora.”

svetlana-alexievichPara Svetlana era más que patente el contraste entre lo que les enseñaban en la escuela y en los libros con respecto a la guerra de lo que le contaban de manera oral (a gritos!) las mujeres que vivieron la guerra. De ese contraste surge su necesidad de dar voz a aquellas que no han podido transmitir su perspectiva, en este caso las mujeres; al fin y al cabo, se convierte en una profeta de la oralidad, de una nueva oralidad que sirve para reflejar la voz de los olvidados:

“A lo largo de dos años, más que hacer entrevistas y tomar notas, he estado pensando. Leyendo. ¿De qué hablará mi libro? Un libro más sobre la guerra… ¿Para qué? Ha habido miles de guerras, grandes y pequeñas, conocidas y desconocidas. Y los libros que hablan de las guerras son incontables. Sin embargo… siempre han sido hombres escribiendo sobre hombres, eso lo veo enseguida. Todo lo que sabemos de la guerra, lo sabemos por la “voz masculina”. Todos somos prisioneros de las percepciones y sensaciones “masculinas”. De las palabras “masculinas”. Las mujeres mientras tanto guardan silencio. Es cierto, nadie le ha preguntado nada a mi abuela excepto yo. Ni a mi madre. Guardan silencio incluso las que estuvieron en la guerra. Y si de pronto se ponen a recordar, no relatan la guerra “femenina”, sino la “masculina”. Se adaptan al canon. Tan solo en casa, después de verter algunas lágrimas en compañía de sus amigas de armas, las mujeres comienzan a hablar de su guerra, de una guerra que yo desconozco. De una guerra desconocida para todos nosotros.” 

Y esta nueva voz, este nuevo punto de vista anticipa una “voz femenina” que aporta algo distinto a una “voz masculina”  de la que somos prisioneros, incluso las propias mujeres, por no salirse de lo establecido, reproducen la misma voz para no resultar contrarias al sistema; en este orden de cosas, bajo el dominio de ese patriarcado masculino, ella lucha por discernir en el silencio de las mujeres “de la guerra”, por animarlas a conseguir unos relatos que nos llevan a una dimensión totalmente distinta:

“No escribo sobre la guerra, sino sobre el ser humano en la guerra. No escribo la historia de la guerra, sino la historia de los sentimientos. Soy historiadora del alma. Por un lado estudio a la persona concreta que ha vivido en una época concreta y ha participado de unos acontecimientos concretos; por otro lado, quiero discernir en esa persona el ser humano eterno. La vibración de la eternidad. Lo que en él hay de inmutable. […] Es justo ahí, en la calidez de la voz humana, en el vivo reflejo del pasado, donde se ocultan la alegría original y la invencible tragedia de la existencia. Su caos y su pasión. Su carácter único e inescrutable. En su estado puro, anterior a cualquier tratamiento. Los originales.

Construyo los templos de nuestros sentimientos..  De nuestros deseos, de los desengaños. Sueños. De todo lo que ha existido pero puede escabullirse.”

VocesEn efecto, en este libro no encontramos relatos históricos, ni guerras épicas, ni héroes… sin embargo, podemos encontrar una “historia de los sentimientos” ,“del alma”. Y este complemento se vuelve indispensable para entender el sentido de lo que ocurre, nos da un relato fidedigno que, en algunos momentos, se vuelve crudo hasta tener que dejar de leer. Y es tan crudo porque, posiblemente, la mujer entiende peor un conflicto como este, le parece aún más inhumano por el mismo hecho de que ella es capaz de traer la vida:

“En más de una ocasión me lo han advertido (sobre todo escritores hombres): “Las mujeres inventan”. Sin embargo, lo he comprobado: eso no se puede inventar. ¿Copiado de algún libro? Solo se puede copiar de la vida, solo la vida real tiene fantasía.

Las mujeres, hablen de lo que hablen, siempre tienen presente la misma idea: la guerra es ante todo un asesinato y, además, un duro trabajo. Por último, también está la vida cotidiana: cantaban, se enamoraban, se colocaban los bigudíes.

En el centro siempre está la insufrible idea de la muerte, nadie quiere morir. Y aún más insoportable es tener que matar, porque la mujer da la vida. La regala. La lleva dentro durante un largo tiempo, la cuida. He comprendido que para una mujer matar es mucho más difícil.”

Según vas leyendo la historia es fácil comprobar la riqueza expresiva de lo nos comenta Svetlana, cada testimonio se convierte en una pequeña joya con aportes ciertamente inusitados que destacan a veces por su inocencia:

“A veces veo películas bélicas: la enfermera va por ahí, paseándose en primera línea de fuego, toda limpita ella, tan recogidita, con una falda en vez del pantalón guateado, y con su gorrito bien colocado encima del tocado. ¡Mentira! ¿Acaso hubiéramos sido capaces de sacar a un herido del combate vestidas así? Ya me dirá usted si se puede arrastrar algo por tierra vestida con una faldita, toda rodeada de hombres.”

Pero que sobre todo destacan por su capacidad de discernimiento del dolor humano; es especialmente hermoso encontrar esos momentos en los que la periodista-escritora es capaz de conseguir que le cuenten lo que vivieron (sobre todo por la lucha de las dos verdades al mismo tiempo: la personal  con la establecida de manera canónica); arrancar de la clandestinidad unas vivencias tan ocultas e intensas que se convierten en catarsis para las testigos de la guerra: 

“En adelante me topé a menudo con estas dos verdades conviviendo en la misma persona: la verdad personal, confinada a la clandestinidad, y la verdad colectiva, empapada del espíritu del tiempo. Del olor a rotativos. La primera de ellas rara vez lograba resistir el ímpetu de la segunda. Si, por ejemplo, en el apartamento de mi interlocutora había algún familiar o conocido, o un vecino (sobre todo un hombre), ella se mostraba menos sincera y hacía menos confidencias que si hubiéramos estado a solas. Se convertía en una conversación pública. Dirigida al espectador. Me resultaba imposible llegar a sus impresiones personales, chocaba contra una fuerte defensa interior. El autocontrol. La corrección era constante. Se podía rastrear perfectamente la relación de causa-efecto: cuantos más oyentes había, más estéril, más imposible era la narración. Mesuraban cada palabra, ajustándola al “como es debido”. Lo horrible se volvía sublime; y lo oscuro e incomprensible del ser humano, explicable. De pronto me encontraba en el desierto del pasado, donde solo había monumentos. Los actos heroicos. Orgullosos e impenetrables. Fue lo mismo que pasó con Nina Yákovlevna: había una guerra que recordaba solo para mí, “te lo cuento como a una hija para que entiendas lo que nosotras, unas niñas, teníamos que soportar”; la otra estaba destinada a una audiencia numerosa, “tal como los demás lo cuentan y como lo describen los rotativos, sobre héroes y proezas, para educar a la juventud por medio de actuaciones ejemplares”. Yo cada vez sentía más asombro ante esta falta de confianza hacia lo sencillo y lo humano, este deseo de sustituir la vida por ideales. El simple calor por el resplandor frío.

los-muchachos-de-zinc-svetlana-alexievich-trabalibrosNo podía olvidar cómo las dos habíamos tomado el té en su cocina, sin ceremonias. Las dos llorando.”

Cada párrafo es un arranque de sinceridad que nos lleva al límite pero que tiene una indudable utilidad, por fin podemos vivir lo que ellas vivieron, ese grito de rabia y dolor quedará registrado gracias a la pluma de la bielorrusa:

“Nada más empiezo a relatarlo y me pongo enferma. Estoy hablando y mis entrañas se hacen gelatina, todo me tiembla. Lo veo de nuevo: los que cayeron en combate yacen con las bocas abiertas, estaban gritando y se les cortó el grito, tienen los intestinos vueltos del revés. He visto más muertos que árboles… ¡Qué terrible! Qué miedo pasas en un combate cuerpo a cuerpo: un hombre enfrentándose a otro con la bayoneta… Con la bayoneta en ristre. Empiezas a tartamudear, durante unos días no consigues articular bien las palabras. Pierdes la capacidad de hablar. ¿Le parece que alguien que no ha estado allí puede entenderlo? ¿Y cómo lo cuentas? ¿Con qué expresión en la cara? Dígamelo usted: ¿qué cara hay que poner recordándolo? Los demás al parecer son capaces.. Yo no. Lloro. Pero es necesario, debe quedarse en el recuerdo. Es necesario transmitirlo. Nuestro grito debe guardarse en algún lugar del mundo. Nuestro aullido…”

Estad dispuestos a sufrir y a emocionaros al mismo tiempo; no hay medias tintas con un libro de esta categoría. Aquí sí podemos hablar de testimonios desgarradores que, en el talento de Svetlana Alexiévich, se convierte en oro puro, es un testimonio que recoge la oralidad de aquellas que la habían ocultado hasta ese momento:

“Fue en Stalingrado.. El combate más terrible. Más que cualquier otro. Querida mía… es imposible tener un corazón para el odio y otro para el amor. El ser humano tiene un solo corazón, y yo siempre pensaba en cómo salvar el mío.”

Los textos provienen de la traducción de Yulia Dobrovolskaia y Zahara García González de La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Alexiévich para Debate.

Razones por las que me fascina Puella Magi Madoka Magica

7facd20f5216202349ad2fc3119e2e5b1329936788_fullAntes que nada, explico mi contexto particular. Hacía muchísimo tiempo que no veía anime, de hecho, lo último que recuerdo es Bola de Dragón o Los caballeros del Zodiaco, os podéis imaginar cuánto tiempo hace de esto. Es lógico que, en los tiempos que corren, las series estadounidenses monopolicen los visionados a diario y en fin de semana. Este post de Canino del gran Álvaro Arbonés sobre el anime que podemos ver en 2016 me alertó sobre una posibilidad que tenía durmiente, algo que me gusta pero a lo que, hasta este momento, no le estaba haciendo caso. Y era un error porque los japoneses son mucho más concretos y su estructura episódica y duración de 22-23 minutos se adapta mejor que cualquier cosa a mi día a día.

No fui perezoso y pregunté al creador del artículo por un buen anime que tuvieran en Netflix (por comodidad de uso) y, casi al momento, me recomendó Puella Magi Madoka Magica. No pudo haber mejor comienzo. Estoy en su segundo visionado y me fascina. No es casualidad que haya escogido la forma de presente: la sigo viviendo, y más con el nuevo visionado.

Esta serie estuvo dirigida por Akiyuki Shinbo y escrita por Gen Urobuchi, con diseño de personajes por Ume Aoki y banda sonora por Yuki Kajiura. Es importante señalar a todos los artífices porque son todos los que han contribuido a crear esta obra maestra.

A continuación voy a exponer de alguna manera los motivos que me han llevado a esta fascinación:

-Es imposible obviar  su factura técnica, una animación estupenda, detallada y dinámica, con un diseño de personajes excelente, presentación de paisajes, una continua evolución en los diseños capítulo a capítulo, cada bruja con la que se enfrentan, por ejemplo, es distinta y los poderes que presenta siempre cambian.

-Mención aparte merece la música de Kajiura, desde la muy efectiva presentación, divertida y emocionante, hasta el resto de melodías que van surgiendo, muchas actúan como leitmotiv (de personajes por ejemplo), a veces de maneras muy sutiles: siempre se oye una música mágica cada vez que sale algo relacionado con la mitología de las puella magis, me sorprenden las melodías que tienen como instrumento el cello, instrumento que siempre se ha asociado con la voz humana y que es utilizado precisamente para reflejar los momentos más terrenales y dramáticos. No os voy a engañar, además, con lo que me gusta la música clásica, tengo especial afinidad por momentos de un lirismo arrollador.

Vamos con la trama y me gustaría mezclarla con los temas que trata de fondo (no estoy seguro pero, podría aparecer algún spoiler):

-Evolución continua del tono de la serie y de la trama: las reglas que se establecen al principio son solo una pequeña capa sobre las que se van desarrollando otras hasta formar un argumento completo con muchísimas más. Estas reglas nos sacan continuamente de nuestra comodidad, mostrando que, lo que creíamos puede ser de otra manera. El capítulo diez se convierte en una vuelta de tuerca que trastoca lo anterior y que le da un sentido nuevo.

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-Contraste épico-minimalista: el ritmo de la serie sorprende muchísimo otras propuestas que había visto. Este contraste es abismal, los momentos minimalistas-intimistas imprimen un sosiego que nos obligan a un visionado más concienzudo, relajado, detallado. Esto cambia en cuestión de segundos. Estos choques reforzaban mi fascinación.

-Lo tenebroso: parece mentira, pero el tono es muy oscuro y se oscurece aún más según avanzan los capítulos. La aparente magia inicial se transforma en algo tan poderosamente tenebroso que nuestras protagonistas creen que pueden ser engullidas por este destino inevitable.

-Racionamiento de la información: para que ocurra lo anterior, las pequeñas píldoras de información deben ser racionadas con sapiencia y aquí se consigue a la perfección. Nuestras protagonistas van descubriendo (a golpes) que lo que parecía una bicoca al principio no es así. Afrontan una situación cada vez más peligrosa.

Puella-Magi-Madoka-Magica-Maho-Shojo-Madoka-Magika.Homura-Akemi.320x480-2-Coming of age: dentro de esta evolución es evidente que cada una de las protagonistas afronta su propio relato de formación, nuestras puellas tienen que enfrentarse a situaciones que las hacen madurar y al mismo tiempo les llenan de dudas, lucharán contra la muerte de sus amigas y deberán decidir si quieren ser puellas con todo lo que ello conlleva.

-Deseo onmipotente como catalizador de la transformación: no deja de ser curioso que la forma de convertirse en algo mágico sea a través de un deseo omnipotente. A primera vista es un win-win. Todos ganan con ello. Sin embargo, como ya he comentado anteriormente, el mito fáustico está de fondo, todo ello se convierte en un contrato con el diablo donde se sacrifica la propia alma (gemas alma). El colmo de esta trampa es que, al elegir un deseo que salve a alguien, tampoco se consigue nada, muy al contrario, una insatisfacción infinita.

-La amistad insatisfecha: lo que más nos desestabiliza al ver la serie es comprobar que muchas veces nuestros deseos, reflejados en las puellas, no son tan altruistas como debieran, algo de nuestro egoísmo está de fondo. Y aunque  sean altruistas, se convierten en un sacrificio de infinita pérdida de lo que más nos une a los demás, el amor, en todas sus vertientes.

Homura Akemi: la protagonista más enigmática se convierte en el Snape de la serie (por poner una metáfora a lo que no quiero citar). El sucesivo revisionado de la serie incide por lo tanto en sus motivaciones. Cada frase, cada momento, cobra un sentido y, por méritos propios, es mi personaje favorito. Ella es el epítome de la amistad, la frustración de un fin imposible.

-Final satisfactorio: entre tanto dolor, la decisión final de Madoka Kaname cobra mayor importancia y nos tranquiliza a pesar de ser agridulce. Nada como el suplicio que tuvo que pasar Akemi que hace que relativicemos todo lo que hemos visto.

Una serie inolvidable que admite muchos más revisionados y que, probablemente, me haga reflexionar de una manera distinta la próxima vez que la vea.

La bestia de París y otros relatos de Marie-Luise Scherer. Del periodismo a la literatura

portada_alta_bestiaPasó injustamente desapercibido La bestia de París y otros relatos de la alemana Marie-Luise Scherer (1938, Saarbrücken) redactora de Der Spiegel y gslardonada por su labor periodística con el Premio Ludwig Börne; editado con el esmero habitual por Sexto Piso nos encontramos con cuatro relatos que parten de una base periodística y a los que la escritora da forma novelística.

Es muy interesante comprobar las diferentes aproximaciones que se pueden hacer partiendo de esta misma proposición; tal es el caso de Renata Adler o de Svetlana Aliexiévich (de la que hablaré la próxima semana) que se alejan un poco del acercamiento de Scherer; la primera convierte la información en retazos (des)ordenados que configuran la realidad mientras la segunda se basa en las entrevistas que realiza sobre un tema concreto (Chernóbil, Afganistán…) para conformar una especie de relato oral; la alemana adopta un tipo de narración predominantemente novelística dando voz a los personajes que transitan por ella como si fueran ficcionales y utilizando un elemento conductor, un leitmotiv geográfico y emocional: la ciudad de París. Ejemplo paradigmático de su buen hacer es el primero de los relatos que da nombre al conjunto.

En “La bestia de París” se relatan las andanzas de Thierry Paulin (1989) que, a lo largo de cinco años asesinó a más de veinte ancianas en París junto con su cómplice Jean Thierry Mathurin solamente por el (aparente)  fin de mantener una vida de derroche y glamour; la escritora describe a la perfección los asesinatos que se van sucediendo y aprovecha para diseccionar las características, los rasgos que los definen y que, al mismo tiempo le sirven para explicar su personalidad:

“Entre todos los asesinatos que ocurrían a diario en París, la muerte de Iona Seigaresco despertó cierto interés. Aquella maestra jubilada, oriunda de Rumanía, era la cuarta anciana que perdía la vida de una manera similar en un plazo de cuatro semanas. Atada de pies y manos, con una mordaza en la boca, yacía en su recibidor, asesinada a golpes. Tenía rotos la nariz, el mentón, la cervical y las costillas del lado derecho. Aún llevaba puesto el abrigo, al lado de la cabeza estaba el sombrero, y junto a la puerta, la bolsa de la compra.

El piso parecía haber sido registrado con un brío furioso. En el caso especial de la víctima Seigaresco, el asesino, además, se había visto decepcionado en sus expectativas debido a la enorme cantidad  de libros que tenía la mujer, lo cual tiene que haber despertado en él unas ganas tradicionales de revancha. Por encima de todo lo que había regado por el suelo, estaban, abiertos y destripados, el sofá y los sillones.”

Paulin y Mathurin, en las palabras de Scherer, se convierten en personajes novelescos desde el mismo momento en que describe el sitio donde viven, introduciendo de esta manera uno de los tantos barrios de París, un barrio humilde, en un hotel sencillo donde la vida no es noble pero tampoco es tan mala:

“Thierry Paulin y Jean-Thierry Mathurin viven a lo largo de todo el año 1984 en el hotel Laval, en el número 11 de la calle Victor-Massé, en el noveno distrito. Con una estrella, es un hotel de la más baja categoría: una cama, una mesa y una silla conforman el deslucido mobiliario. Las habitaciones no están sucias, pero son miserables; los inquilinos, en la mayoría de los casos, son huéspedes permanentes con profesiones nocturnas e ingresos irregulares. El único objeto de valor en su escaso equipaje es una moderna chaqueta de cuero. El dinero se les va en el alquiler diario de 185 francos, en servicios rápidos de tintorería, en paquetes de Marlboro y en los menús para llevar de las cadenas de comida rápida norteamericana. Les restan un par de carreras en taxi y las cervezas de lata de la máquina, que hacia el amanecer, cuando regresan al hotel, ponen el sello a la noche. No es una vida noble, pero tampoco es una vida tan mala para París, donde un hotel como éste es algo más que un techo bajo en el que cobijarse.”

Es sintomático de su carácter el que se encuentren en la habitación más cara y describe ciertos rasgos que sirven para configurar una personalidad obsesiva que no acepta una vida alejada de la riqueza; sus hábitos eran de ricos, su vida estaba alejada de estos ámbitos:

“Paulin, de veintiún años, y Mathurin, de diecinueve, ocupan la habitación más cara, la que cuesta 85 francos. Disponen de un armario para la ropa y de una ducha, viajan habitualmente en taxi y jamás se los ve en la escalera del hotel con un sándwich en la mano. Son gente solvente, y especialmente Paulin tiene el hábito de dar buenas propinas. La sala de estar, aparte de una pecera sin iluminación y un aparato de televisión, no muestra ningún otro elemento de atrezzo que incremente la sensación de habitabilidad; Paulin se ocupa de crear ambiente, invitando a todos a bebidas de la máquina.”

París actúa como desencadenante de muchas de las situaciones, como si de un ente vivo se tratara, solo tenemos que comprobarlo en las “empinadas calles de Montmartre” que causarán, en última instancia, las circunstancias de la muerte de una nueva anciana, desvalida por tener que recuperar el aliento que ha perdido al subirlas: 

“Las empinadas calles de Montmartre, que muchas veces se convierten es escaleras, obligan a las ancianas a detenerse en repetidas ocasiones. Durante esas etapas buscan siempre un contacto visual que clama cierta indulgencia.

Jeanne Laurent, de ochenta y dos años, podría estar ya agotada en ese momento debido al desnivel de la calle Eugène-Carrière, cuando aún tiene por delante la escalera de la calle Armand-Gauthier, en cuyo extremo, en el número 7, vivía. Y así debieron de tropezársela el asesino y su cómplice: apoyada en la barandilla, recobrando el aliento.”

Lo geográfico está, por lo tanto, indisolublemente unido a la narración, presente en todo momento y sirviendo como hilo conductor narrativo; la caracterización e investigación de la escritora alemana indaga hasta buscar las causas que originan todo, el fin último de Paulin: ese afán por ser famoso/rico/poderoso.

“Mientras que para Paulin se cumple su anhelo de fama, Mathurin ruega a los agentes, temiendo no poder conseguir nunca más un puesto de trabajo, que no hagan público su nombre. Aún no se ha fijado la vista para un juicio contra Mathurin, que permanece en prisión preventiva en la cárcel de La Santé.

El 17 de abril de 1989, Paulin, que ha pasado a la historia criminal francesa con el apodo de “La Bestia de París””, muere de sida a la edad de veinticinco años en el hospital de la penitenciaría de Fresnes.”

De diferente índole es el segundo relato “El último surrealista” donde, por el contrario, se refleja la  atmósfera literaria de principios del siglo XX en París, el ardor manifiestamente cultural por la Belle Époque, una época donde lo bohemio cobró una gran importancia:

“La presentación me llevaría hasta un piso parisino que, por estar situado en el decimosexto distrito, tendría que haber sido elegante. Por lo menos las ventanas francesas que llegaban hasta el suelo hubieran debido tener, en correspondencia, largas cortinas, y en el espacio entre dos ventanas debió haber, en cada caso, un mueble singular. Pero fue todo lo contrario.

Un cartel con las letras en vertical, con el nombre de Résidence d’Auteuil, destaca en la fachada del número once de la calle Chanez. La escalera de entrada podría llevarnos hasta el monumento a un soldado, y a su parte delantera se une una instalación con baños y duchas masculinas. Una desolada llave maestra para miles de usos humanos.”

Un periódo en el que sonaban los nombres de Satie o Picasso (y otros colosos culturales) y donde la poesía era tan relevante para lo cultural que se entendía como una creación colectiva, más que individual:

“Los esnobs de París no hacen sino hablar de un ballet de Diaghilev: PArade; la música es de Eric Satie; la escenografía y el vestuario, de Pablo Picasso; el breve libreto es de Jean Cocteau, que publica, para la plebe que se divierte, “sus tres líneas de texto”, (Soupalt), con lo cual contribuye al éxito del conjunto. También para Philippe Soupalt, Cocteau será (y seguirá siendo) una figura negativa, un tipo escurridizo, a resguardo en la Cruz Roja por su ineptitud para el frente, siempre detrás de los que tienen las verdaderas ideas.

En el penúltimo año de la guerra, el joven Soupault, alto y delgado, yace en un hospital militar de París con tuberculosis pulmonar. En ese estado febril, que estimula su fantasía, lee los cantos de Maldoror, de Isidore Ducasse, que se hace llamar “Conde de Lautréamont”. Soupault, que hasta entonces ha leído de una manera desenfrenada, sin orden, se queda prendido de un pasaje del texto en el que encuentra algo tan bello “como el encuentro inesperado de una máquina de coser y de un paraguas encima de una mesa de autopsias”. A través de la frase apelativa de Lautréamont (“La poesía debe ser hecha por todos, no por uno solo”), se ve imbuido de la certeza casi paroxística de formar parte de esa poesía.”

En “Cosas sobre Monsieur Proust” Scherer ahonda en la figura de Proust gracias a la excusa de describir un rodaje cinematográfico de una obra del autor, es imposible no rendirse incondicionalmente ante un personaje que vive gracias a contar las vicisitudes que vivió el escritor francés:

“Parece que el elixir de su vida reside en contar a la gente cosas sobre Monsieur Proust. Un mal que ahora sólo la hace sonreír son esos señores pertenecientes a la clase social de Monsieur Proust que envidian su proximidad con él; que sienten celos por el polvo dental que ella tenía que sacudirle de la solapa cuando salía por las noches.”

Para terminar la antología volvemos al presente con “Grititos de reencuentro” donde se dedica a la moda parisina y sus fastuosos desfiles, gloriosas descripciones se acompañan de reflexiones más profundas y que van más allá de la superficial puesta en escena:

“Para este pandemonio de damas parisinas cuenta en la moda, únicamente, lo que ellas también puedan vestir. Una excepción la hace el vestido de novia al final del desfile, algo de por sí impracticable, ya que en el caso de todas ellas el momento de pasar por el altar quedó atrás hace mucho tiempo. Como una anteojera, al vestido le crece desde el talle una especie de corola gigantesca que llega hasta más arriba de la cabeza, como si hubiera que proteger a la novia de un repentino cambio de opinión.

A menudo lo sensacional de un desfile de moda no está en la moda en sí. Porque a menudo lo que queda bien grabado en la memoria, más que las prendas de ropa, es la puesta en escena. La moda, para decirlo de una forma guarnecida, sólo ofrece el pretexto para un nuevo tema de conversación.”

Heterogénea recopilación de relatos que nos descubren a una narradora como la alemana capaz de reflejar París desde sus diferentes ámbitos: desde los asesinatos de uno de sus habitantes hasta los desfiles de moda, pero siempre con una gran capacidad analítica/descriptiva y un estilo propio caracterizado por su claridad con pequeños estallidos líricos. Una gran lectura.

Los textos provienen de la traducción de José Aníbal Campos de La bestia de París y otros relatos de Marie-Luise Scherer para la editorial Sexto Piso.

Black Water de Joyce Carol Oates. Reescritura en clave femenina

41Cjjl7H0iLGracias a la Wikipedia encuentro esta información sobre el Chappaquiddick incident :

“The Chappaquiddick incident was a single-vehicle automobile accident on Chappaquiddick Island, Massachusetts on July 18, 1969. The incident involved longtime U.S. Senator Ted Kennedy. His young colleague, Mary Jo Kopechne, drowned. 

According to his own testimony, Kennedy accidentally drove his car off a one-lane bridge and into a tidal channel before swimming free, leaving the scene, and not reporting about the accident for nine hours. Meanwhile, Kopechne had died in the car through drowning or suffocation. The next day, Kopechne’s body and the car were finally recovered by divers. Kennedy pleaded guilty to a charge of leaving the scene of a crash after causing injury and later received a two-month suspended jail sentence. The Chappaquiddick incident became a national scandal, and likely influenced Kennedy’s decision not to campaign for President in 1972 and 1976”

En 1969 el Senador Ted Kennedy su acompañante Mary Jo Kopechne tuvieron un accidente de coche tras una fiesta que tuvo lugar en la pequeña isla de Chappaquidick, como consecuencia de dicho accidente Mary Jo murió ahogada. El asunto estuvo cargado de mucha polémica debido a la tardanza del senador a la hora de notificar los hechos (nueve horas después del accidente) tras conseguir él escapar del coche. Este hecho supuso, sin lugar a dudas, la muerte política del candidato, que no se presentó como candidato a la presidencia en años sucesivos.

Veintitrés años después (1992), Joyce Carol Oates, decidió acometer la difícil tarea de convertir dicha tragedia (bien conocida por el público general) en un drama con el nombre de Black Water (más una novella)  donde explora las pasiones, los miedos y las decisiones puntuales que pudieron ocasionar esta situación.

En esta claustrofóbica narración Oates adopta una diferente perspectiva, en este caso la de la víctima (con otro nombre: Kelly Kelleher) enriqueciendo la historia con un punto de vista más terrenal, para desentrañar lo más humano. La estructura que escoge parte del hecho conocido, el accidente, contado en el mismo momento en el que ocurre: 

“She heard, as the Toyota smashed into a guardrail that, rusted to lacework, appeared to give way without retarding the car’s speed at all, The Senator’s single startled expletive –“Hey!”

And then the water out of nowhere flooding over them. Over the hood of the car. Over the cracked windshield. Churning in roiling waves as if alive, and angry.”

A partir de ahí, se producirán sucesivas analepsis que le sirven para establecer los momentos anteriores al suceso en cuestión, en todos estos momentos escoge una serie de estrategias que son muy destacables para transmitir ese nuevo punto de vista:

“And then The Senator said, a chuckle deep in this throat like phlegm, “this is a shortcut, Kelly. There’s only one direction and we can’t be lost.”

“Yes,” said Kelly, very carefully very tactfully, licking her lips which were parched, staring ahead too but seeing nothing except the headlights illuminating the tunnel of the road, vegetation, mirror-shards glittering out of the shadows,” –but the road is so poor.”

“Because it’s a shortcut, Kelly. I’m sure.” 

La víctima, Kelly, tiene nombre; el senador, sin embargo, no es nombrado en ninguna ocasión. De esta manera consigue que empaticemos con la verdadera víctima de la situación, su acompañante, la que fue abandonada; por otro lado, esta humanización contrasta con la figura de un ente poderoso, el senador y posible candidato a la presidencia: puede ser Ted Kennedy pero podría ser otro con un resultado parecido; que utiliza su poder para dominar, para tomar decisiones que generan una condescendencia con los que están debajo de él; en el texto anterior esta actitud está presente cuando le dice a Kelly que ha cogido un atajo y él no puede estar equivocado; ante este manejo  del poder investido en su persona, Kelly solo puede callarse y aceptar lo que le comenta; es dominada por la figura patriarcal que no le deja estar en desacuerdo.

De hecho, Kelly, siente la atracción de dicho poder, siente que se siente feliz solo por el hecho de que el Senador pronuncie su nombre; no quiere disentir de lo que le diga porque quiere creer que ella es especial para él:

Kelly! –her heart tripped absurdly, her face went hot, hearing her name, that name given her by schoolgirl friends, on this man’s lips. So casually so intimately on this man’s lips as if he knows me, feels affection for me.

Just before the car flew off the road.”

Precisamente por ello, Kelly idealiza la figura de este ente de poder que se supone que debe guiar el destino de la sociedad norteamericana hasta el punto de atribuirle cualidades humanas que, sin embargo, son exactamente lo contrario de lo que ella piensa; Oates no duda en presentar al senador como una figura manipuladora que muestra una imagen lo suficientemente atractiva para abusar de su poder y conseguir conquistar a quien se proponga, nuevamente la imagen del poder masculino como dominador del género más débil históricamente, los siguientes textos presentan a la perfección la actitud de entrega e idealización de Kelly y el dominio, el abuso de poder de la figura manipuladora del senador:

“He turned out to be really warm, really nice, not at all condescending, Kelly Kelleher began to compose her account of that memorable Fourth of July on Grayling Island –spoke to us all as if we were, not just equals, but old friends.

He’d kissed her, too. But that was later.”

“Shaking Kelly Kelleher’s small-boned hand, squeezing.  “Kelly, is it? Callie? Kelly.”

She’d laughed. Liking the sound of her schoolgirl name on a U.S. senator’s lips.

He wasn’t as I’d imagined him, he turned out to be really warm, really nice, not at all condescending-

Shaping the precise words that would encapsulate, in her memory, in her recounting of memory to friends, perhaps Mr Spader himself who had known the Senator years ago but was distant from him now.

How courteous, genuinely friendly, interested in who we were and what we thought of his Senate proposals, the Medicaid, the welfare reform, yes and he is a visionary. I don’t think it is an exaggeration to say-

How crucial for us to rehearse the future, in words.

Never to doubt that you will live to utter them.”

Esta idealización desencadena un sentimiento de culpa en la mujer, él es perfecto, amable, es decisivo para el futuro del país; en este contexto, que se hayan estrellado y puedan morir ahogados ha sido causado por ella: no quería ofenderle antes diciéndole que se había equivocado, y esa indecisión les ha llevado a una situación límite. Es paradójico, ya que, estructuralmente, ella siente que es la culpable, olvida que el hombre se puede equivocar (y esa es la más probable causa del accidente), pero lo hace porque está coaccionada por un sentimiento íntimo impreso a fuego en su interior: el hombre no se puede equivocar, menos si se trata de un personaje tan poderoso como es el senador; estamos de nuevo ante una estructuralidad que limita la libertad de la mujer en su capacidad de elección además de obligarle a actitudes perniciosas:

“Kelly Kelleher who, after G—-, vowed she would never take her life for all life is precious.

And so it was a matter of her strength, her will. The concentration of her soul. Not to give in. Not to weaken. The black water was rising by choppy degrees to splash over her chin, her mouth, but If I can keep by head up it was a matter of knowing what to do and doing it.

Why had she hesitated to say they were lost, why hadn’t she told him to turn the car around, to reverse their course, oh please! –but she had not dared offend him.

The black water was her fault, she knew. You just don’t want to offend them. Even the nice ones.

He was nice. Even knowing they were so closely watching, memorizing him, certain of his remarks, his jokes. The way, in the spontaneous heat of a tennis volley, he gripped his jaws tight, bared his teeth.” 

Joyce Carol Oates es muy valiente a lo largo de esta pequeña gran obra, no solo por hablarnos de la corrupción del poder y sus consecuencias, sino por dar voz a la víctima, adoptando una perspectiva mucho más humana, conmovedora y, desde luego, más terrenal. Es un canto lleno de indignación ante las figuras que abusan de él.

Segundo mes, segunda selección. Engordando la nómina de escritoras.

Me va a costar, pero creo que vale la pena que vaya escribiendo este tipo de posts. Entre otras cosas porque quiero que mi año de lectura de mujeres quede muy bien documentado, al menos en lo posible. Febrero acaba de empezar y, nuevamente, os traigo la selección potencial de escritoras que tengo pensado (intentar) leer en este tiempo. Empezaré con las que me faltaron de la selección del mes anterior :

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Es curioso pero se me quedaron las policíacas en el camino, tanto Anna Katherine Green como Fred Vargas, así como El leñador de Michael Witkowski van a ser prioritarias este mes. Eso seguro. Lo mismo sucede con dos de las que tenía en inglés, con nada menos que Joyce Carol Oates y George Eliot. Las otras prioritarias van a ser Drabble, Atwood y Djuna Barnes, que ya  comenté el mes pasado, no voy a decir más sobre ellas. Quiero pasar a las que se añaden este mes para hacer aún más grande la lista de escritoras. Os pongo la foto donde aparecen la mayoría.

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Todos los meses iréis comprobando una serie de constantes debido, principalmente, a que tengo un montón de libros de dichas autoras y hay que programarlas mes a mes, para ir dando salida; también es cierto que me lo puedo saltar según lo que venga en novedades pero sí me gustaría tener una serie de ideas fijas y autoras (mis favoritas) de las que siempre tenga algo que leer. De ahí que este mes haya conseguido poner algunas de las constantes del mes anterior y he añadido otras, os las explico a continuación:

-Siempre habrá uno (o dos) libros de Margaret Atwod y Joyce Carol Oates. A Nada se acaba y Expensive People podéis ver que he sumado Doña Oráculo y Monstruo de Ojos Verdes. Es muy probable que me centre en aquellas publicadas en castellano con incursiones en inglés para las últimas que salgan pero todavía no lo tengo tan claro.

-Me gustaría leer uno o dos clásicos, si el mes anterior leía a la prodigiosa George Eliot, este mes sumo a Maria Edgeworth y su Ennui al Silas Marner de la primera.

-A partir de este mes A. S. Byatt y Virginia Woolf van a ser fijas. Dos de mis autoras favoritas de las que iré desgranando la mayoría de su obra. En el caso de la primera, empiezo con el cuarteto de Frederica (La virgen en el jardín). Con Woolf, leeré cronológicamente todo lo que me queda (bastante) de ella, empezando con ese El lector común. Lo mismo puede aplicarse a Alice Munro, seguiré el mismo criterio que con Woolf, empezando por El progreso del amor.

-En lo policíaco quiero también poner alguna regla. Sue Grafton va a proporcionar letras de su abecedario del crimen todos los meses. Ahí está la E de Evidencia. Lo mismo va a suceder con Dorothy L. Sayers, su serie de Lord Peter Wimsey será habitual, empezando este mes por dos de sus primeros casos.

El resto se tratará de temas más aperiódicos, por lo tanto, los describo a continuación:

-Este mes he programado tres cómics escritos por mujeres, Alison Bechdel (Fun home), Julie Maroh (El azul es un color cálido) y Roz Chast (“¿Podemos hablar de algo más agradable?”). Tres estilos y temáticas bastante distintos que pueden resultar muy  interesantes.

-También he pensado en tres poemarios de autoras que no conozco: Sandra Santana, Ana Rosetti y Tamara Kamenszain. De esta manera, leo poesía y me abro a más posibilidades. Veremos cómo va el experimento.

-Dos autoras que llevaba pensando hace tiempo aparecen por fin en este blog. Por un lado la nobel Wislawa Szymborska, por el otro Carson McCullers, en ambos casos con dos obras emblemáticas, Lecturas no obligatorias y El corazón es un cazador solitario. Creo que he acertado plenamente en la elección, y seguro que el próximo mes alguna vuelve por aquí.

-Después del libro de poemas que me leí, buen libro, me apetece un montón el Llamada perdida de Wiener, una autora que disfruté y de la que quiero profundizar más.

En cuanto a lecturas de género, bastantes buenas representantes, de las que aparecen en la foto:

-El libro ilustrado del Frankenstein de Mary Shelley, me falta poner algo más de terror en los próximos meses. Todo llegará.

Pagarás con maldad, por fin Margaret Millar para demostrar que no era, precisamente una sombra del gran Macdonald.

Fuera de la fotografía, ojo a los tres libros que tengo previstos:

-Por un lado Out de Natsuo Kirino, novela negra japonesa de una autora que tenía en el olvido.

-Por el otro, por fin, Por no mencionar el perro, Connie Willis, uno de los libros por los que tenía más ganas de empezar este reto literario.

-Ah, y casi se me olvida, el segundo libro que leo de Fleur Jaeggy, Proleterka.

Y esto es todo, sinceramente me he pasado, algunos se van a quedar en el tintero… pero no hay problema. Los terminaré en marzo.

Y me quedan muchas autoras en  la recámara. El próximo mes más.

Un abrazo y ¡Buenas lecturas!

Poema a tres voces de Minase. Renga de Shôchô, Shôhaku, Sôgi. Liturgia oriental poética

 

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¿Se puede encontrar belleza al leer un poema?

“Dormitando a la intemperie bajo el rocío

en un alba de otoño.”

¿Pueden par de versos llenarte de tristeza?

 “Con tanta tristeza en mi corazón,

¿hacia dónde he de ir?

¿Puede la naturaleza ayudarnos a desentrañar lo que sentimos?

“El viento de otoño sabe el desamor

de una persona inconstante.”

Al fin y al cabo, la poesía, ¿nos enseña a vivir?

“La soledad se aprende

del sonido del viento en los pinos.”

 

Cada página, compuesta por unos simples versos, refulge con preguntas, respuestas, sublimes metáforas que arden en nuestro corazón. Acabo las cien estrofas, leo el postfacio de Ariel Stilerman y aprendo:

“Un atardecer a comienzos de 1488 tres poetas se reunieron en el santuario de Minase (actual Osaka) para componer un poema en honor de un antiguo emperador. Corrían los días finales del primer mes lunar del año, cuando los signos tempranos de la primavera conviven con los últimos fríos del invierno.

No lejos de Minase, la antigua capital (actual Kioto) yacía en ruinas. La guerra entre señores feudales que había comenzado en 1467 tuvo a esa ciudad como uno de sus principales campos de batalla. Palacios y templos fueron destruidos, bibliotecas enteras se perdieron en los incendios. La familia imperial, cuya influencia política era menor, ahora carecía también de sustento económico.

El espíritu venerado en el santuario de Minase era el de un antiguo emperador, Go-Toba (1180-1239). La ofrenda de los versos del Minase sangin hyakuin (Poema a tres voces de Minase) a Go-Toba en el aniversario de su muerte constituía un gesto estético y político.

En términos estéticos, el Minase expresa nostalgia por el esplendor perdido de la cultura aristocrática, de la que habían nacido las obras maestras de la literatura japonesa: las antologías de poemas waka tales como Kokinshu (Colección de poemas de ayer y hoy, 6085) y Shin-kokinshu (Nueva colección de poemas de ayer y hoy, 1205), y la novela cortesana Genji monogatari (La historia de Genji, ca. 1008).

En términos políticos, dedicar los versos del Minase a la memoria de Go-Toba implicaba celebrar al último emperador con influencia política real y con voluntad de frenar el ascenso del gobierno militar (bakufu) y la nueva clase de líderes guerreros (samurái).” 

A pesar de la longitud del texto, creo que vale la pena para explicar, para hacer entender al lector cuál es el origen (hace más de medio siglo), qué fue compuesto por tres poetas  y que tenía un indudable carácter estético y político. En términos estéticos esta nostalgia por un tiempo anterior (Go-Toba, 1180-1239) cargado de esplendor, no está alejada de nuestra sensibilidad; no hay sensiblería, sino verdadero aliento poético. Políticamente, se aprovechaba para ensalzar la figura del último emperador que tuvo voluntad para frenar el ascenso militar.

Una vez tenemos esta información sobre el sentido final del poema, nos falta saber detalles sobre la forma utilizada; el postfacio es muy esclarecedor:

“El renga (literalmente “versos enlazados”) es una forma poética que se compone de forma colectiva y produce un poema de cien estrofas. Una sesión de poesía renga se denomina za: los poetas toman asiento (za significa “sentarse”) y no se ponen de pie hasta haber compuesto la estrofa número cien.

El Minase, considerado la obra máxima del renga, fue compuesto por Sôgi (1421-1502) junto a sus discípulos Shôhaku (1443.1527) y Shôchô (1448-1532). “

Esta liturgia que pudiera parecer rutinaria, actúa como verdadero generador de una sesión poética, los tres autores  no se levantan hasta que han terminado las cien estrofas. No deja de ser paradójico que, de una forma aparentemente monótona, pueda surgir verdadera poesía, pero es cierto que sucede de esta manera. Nos falta un detalle que cierra el círculo poético como si estuviéramos en la misma sesión. Algo presente, pero no evidente en ocasiones, un hilo conductor de cada uno de los versos que se entrelazan entre sí; nuevamente, el traductor nos ayuda a discernir esta característica esencial:

“La unidad poética del renga es la “conexión” o “enlace” (yoriai) entre estrofas (Çku). Cada estrofa que se agrega (tsuke-ku) debe enlazar con la última estrofa (mae-ku) y distanciarse de la penúltima estrofa (uchikosi). De esta forma se garantiza la variedad, el equilibrio y la progresión del poema como un todo. Este principio fundamental se conoce como uchikosi wo kirau: despreciar la última estrofa.

Los poetas del renga solían componer en dos modos. Un poema “serio” (ushin renga) debe obedecer las estrictas reglas de la poesía waka y crear un efecto de belleza profunda […] El Minase, con sus enlaces sutiles, constituye el modelo paradigmático de poema renga “serio”.

La importancia del enlace como fundamento de la poética del renga puede verse en los versos iniciales: 

(Estrofa 1 Sogi)

La cima está aún nevada

la base de la montaña se cubre de niebla

al anochecer.

 

(Estrofa 2 Shohaku)

El agua corre a lo lejos

por un pueblo fragante de ciruelos.

 

(Estrofa 3 Socho)

En el viento sobre el río

un grupo de sauces:

la primavera dejándose ver.”

La sutileza de los enlaces entre estrofas es evidente en el ejemplo con el que lo ilustra: la nieve de la primera estrofa se convierte en el agua que corre a lo lejos en la segunda; el deshielo se produce en primavera, simbolizada por los ciruelos de la segunda estrofa que aparece explícitamente en la tercera. Hilos cargados de sensibilidad que van enhebrándose estrofa a estrofa.

¿Y ahora qué?

El conocimiento con el que nos dota Ariel Stilerman alienta la relectura del poema completo, de nuevo, sin prisas, con la atención puesta en los indudables enlaces que nos vamos a encontrar. Es imprescindible que el lector se obligue a leer lento; me obligo yo mismo a degustar cada palabra; esta nueva relectura me trae nuevos momentos de sublimidad que se suman a los que ya había sentido; la brillantez  con que se une una estrofa a la siguiente es ahora discernible:

 

“Tan distante, ¿quién ha de ser

dueño de un corazón así?” (155)

 

“Desde hace mucho tiempo

hay tan sólo decepción

en el camino del amor.” (157)

 

O en las tres estrofas que cierran el poema:

 

“Una choza improvisada desde donde se ve

elevarse el humo.” (207)

 

“En una vida de pobreza

aún es posible

la virtud.” (209)

 

“Que para todos

el camino se extienda justo.” (211)

 

Como bien dice Ariel:

“El encanto del renga surge del ritmo que los sucesivos enlaces crean, y que la prosa seca de las notas al pie no haría sino entorpecer. Sin embargo, algunos de los enlaces pueden resultar oscuros a primera vista porque esconden ilusiones literarias o referencias a convenciones poéticas. En esos casos para evitar las notas al pie, se ha optado por incluir a lo largo de este posfacio, citándolas como ilustración de las diferentes dimensiones del renga, aquellas estrofas del Minase que requieren comentario.”

La relectura es un placer inesperado pero inevitablemente subyugador; al fin y al cabo, descubrimos nuestras emociones hasta en las palabras menos inspiradas:

 

“No queda sino la poesía:

descubrir emociones

aun en palabras descoloridas.”

 

Los textos provienen de la traducción de Ariel Stilerman de El libro de la almohada de Poema a tres voces de Minase. Renga de Shôchô, Shôhaku, Sôgi publicado por Sexto Piso.