“En las montañas de Holanda” de Cees Nooteboom

enlasmontañas“En las montañas de Holanda” se ha convertido en una de mis novelas favoritas de Nooteboom. Ese es el primer hecho que saco después de acabar su lectura. El segundo sería que me parece una de las mejores posibilidades para empezar a leer al holandés, de las más accesibles, no solo por la trama, muy cercana a un cuento de hadas, sino porque es una obra de no mucha extensión y además con muchas posibles lecturas a varios niveles.

Lo más genial de dicha novela es que esta apariencia de cuento le sirve para, al mismo tiempo, explorar los límites narrativos de la novela. De hecho tenemos dos narraciones bien diferenciadas; por un lado, el de la historia de Kai y Lucía, por otro, las digresiones de su escritor, Alfonso Tiburón Mendoza, inspector de carreteras de la provincia de Zaragoza, que sirven, justamente, para discernir sobre esas fronteras.

Desde el comienzo, con ese “Érase una vez“ entramos en territorio de cuento de hadas:

“Érase una vez un tiempo, que, a decir de algunos todavía perdura. En ese tiempo, Holanda era mucho más extensa que ahora. No falta quien lo niega, pero también hay quien asegura que, si bien dicho tiempo ha existido, es ya cosa pasada. Si eso es cierto, lo ignoro. Pero sí puedo afirmar, porque lo he constatado personalmente, que la bandera holandesa ha ondeado en los puertos más altos de Europa.”

Lo onírico aparece mezclado con la realidad, es imprescindible que esta unión no se pierda porque será la manera de defender la argumentación de fondo de Nooteboom; con la descripción del sur de Holanda y de sus habitantes podemos ver igualmente una muestra de esta conjunción:

“La gente del Sur era más ruda, pero también más libre, de la misma manera que sus paisajes eran más abruptos y solitarios. Aquello que repelía a otros, a mí me atraía. La altiplanicie del sur era mi paisaje preferido. Los periodistas proclives al tópico hablaban siempre de un paisaje lunar, pero ya quisiera yo ver en la luna una cabaña construida con grandes cantos rodados donde cobijarse y dormir, al lado de un impetuoso arroyo de montaña.”

Gracias a las digresiones del escritor sabemos cuál es el tema del relato: “Ahora ya vamos al tema: la belleza perfecta y la felicidad perfecta. Dudo que muchos de mis célebres colegas se atrevan a abordarlo. Así y todo, ese es el tema de mi relato.”

Entre otras cosas porque no solo reconoce que a ningún autor le parece interesante tratarlo, sino que establece que es un modelo obsoleto en la siguiente frase, un modelo insoportable para una sociedad contemporánea en la que todo se ha convertido en “relativo”, ¿qué cabida tiene la perfección en una sociedad como esta?

“Con la muerte de dios, tanto si ha existido como si no, el modelo de perfección ha quedado abolido. A partir de ese momento el arte ha estirado el cuerpo hecho a Su imagen y semejanza, lo ha dividido en superficies, lo ha horadado por todas partes y lo ha deformado. Diríase que ya no podemos soportar la perfección, ni siquiera como idea, porque nos aburre como un sueño soñado con demasiada frecuencia.”

Hablando de Kai y Lucía, los circenses protagonistas de la novela que escribe, entra en la dimensión de la pareja y aprovecha para entrar en otro nivel, el del lenguaje, en este caso con la palabra pareja:  “Y, además, forman una pareja, una paar. Siempre me ha gustado la palabra holandesa, la española es demasiado larga. Pareja si se pronuncia en voz bien alta, evoca un vínculo, pero nunca con la fuerza absoluta contenida en la palabra holandesa paar. La pareja es la asociación humana más reducida y, debido a que excluye a los demás, resulta insoportable.” Este tipo de discusión lo realizará frecuentemente, aportando una versión lingüística muy interesante que añade otro nivel a lo escrito.

Si tanto la pareja como lo perfecto (representado en un principio por Dios) está en una crisis manifiesta, ¿qué nos podría quedar?,¿ los cuentos de hadas?:

“-Es un error.

-¿Qué?

-No creer en cuentos de hadas.

-¿Por qué?

-Porque hay muchas cosas que pueden explicarse mediante los cuentos de hadas.

El cuento de hadas es un hongo de la realidad. Disfraz, apología, hongo, enfermedad, caricatura.”

En esta realidad insoportablemente inestable, un cuento de hadas podría darnos la estabilidad que nos daban las convicciones profundas, el cemento para construir nuestra identidad:

“Pero ¿por qué alguien escribe un cuento de hadas? ¿Por qué la realidad le resultaba insoportable? Los mitos no los escribió nadie, y esa debía ser sin duda la clave. Escribir cuentos de hadas era un falso anhelo de escribir mitos y, por tanto, un anhelo de no ser nadie o de ser todo un pueblo, una masa sin nombre ni rostro, una especie extinguida.”

Reforzando cada vez más la idea de los “sproocsprekers” (story-tellers), sí, los contadores de historias como figuras indispensables en la construcción de la ficción. Esa ficción que siempre defendió Chesterton como “una necesidad” para nuestra existencia.

En la magistral última parte Nooteboom encadena las nociones de novela, mito y cuento de hadas y lo hace a través de las diferentes versiones de un mismo relato que realizan varios autores:

“Kundera y D’Ors escriben novelas. Platón habla de un mito contado por Aristófanes durante el banquete. Andersen escribe cuentos de hadas. Las novelas describen cómo es la vida porque narran aquello que puede ser. El mito da respuestas imposibles a preguntas sin solución. Sucede en ellos lo que nunca ha sucedido. Los mitos son ejemplos; las novelas, imágenes; los cuentos de hadas, mentiras amables que cuentan los hombres incapaces de resistir el mito malogrado de la vida. En los mitos, los seres humanos viven eternamente. En los cuentos, viven muchos años y son felices. En las novelas, al final de esos muchos años empieza la desdicha, y la mayoría de las veces incluso antes.

En los mitos, todo, de un modo u otro, queda resuelto. En las novelas nunca se resuelve nada, y en los cuentos la solución se aplaza, pero si alguna vez tiene lugar, es fuera del marco del cuento. Esa es la mentira.”

En efecto, la solución en los cuentos se aplaza u ocurre siempre fuera del marco del cuento, no hay lugar para la tristeza, ya que siempre nos quedamos con una más que satisfactoria lectura. Justo como sucede con este “novelón” de Nooteboom. Una joya imprescindible de narrativa contemporánea.

Textos de la traducción del neerlandés de Felip Lorda i Alaiz para esta edición de “En las montañas de Holanda.”

“La historia siguiente” de Cees Nooteboom

P86350A.jpg“La historia siguiente” es una de esas pequeñas novelas con las que de vez en cuando nos sorprende nuestro holandés favorito. En dos partes nos muestra una historia en retrospectiva de construcción de la identidad a través de sus dos grandes amores del pasado. Lo más curioso es que el protagonista, el profesor Herman Mussert, enseña lenguas muertas y utilizará constantes paralelismos que tienen que ver con los clásicos grecolatinos.

Lo bueno de estas novelas es que, según el momento en que las cojas, pueden dejarte una sensación u otra. Te puedes fijar más en algo que, sin embargo, la próxima vez que la leas a lo mejor ni lo consideras. Esta es quizás la fuerza de la narrativa contemporánea, dejar historias poco cerradas y que, además, dejan bastante a la interpretación del lector, base de la “teoría de la recepción” literaria.

Nooteboom, como otros grandes actuales, juegan con estos factores muy sabiamente y nos ofrece muchas posibilidades en esta pequeña obra por poner un ejemplo. De entre todas las posibilidades que subyacen en la trama: construcción de la identidad, límites entre ficción y realidad, la frontera entre la vida y la muerte, etc. Me gustaría quedarme sin embargo con uno de los temas que más me obsesiona últimamente: la construcción de la realidad mediante la ficción y el entrelazamiento de los relatos.

Dice Nooteboom:

“Tengo exactamente la misma sensación que tenía antes, cuando debía revisar un montón de traducciones de Heródoto. Siempre he tenido debilidad por este fabulador transparente; la historia inventada es más atractiva que el soso terror de los hechos.”

Muchos autores, solo tenemos que ver el caso de Barnes, McEwan, Pynchon, en una realidad como la que estamos viviendo, desprecian el realismo, precisamente por lo limitado que es para pintar todos los grises del entorno, ese “soso terror de los hechos” que el propio Cees nos comenta anteriormente y al que contrapone, sin embargo, con una realidad inventada, mucho más atractiva y, ojo, sin olvidar que esta ficción le sirve para cuantificar dicha realidad, intensificarla o disminuirla, superando en medios a los límites impuestos por lo “realista”.

Unido a esta idea está el siguiente texto:

“Cada noche uno de nosotros contaría su historia, y yo las conocería y no las conocería, y cada uno de estos relatos sería el final de otro más largo. Lo único era que los otros parecían saber mucho mejor que yo lo que tenían que contar. Bueno, ahora lo sé, pero por entonces aún no lo sabía. El narrador con una historia sin final es un mal narrador, eso ya lo sabes.”

Los relatos, estos textos ficcionales se entrelazan entre sí, formando una historia aún mayor, precisamente como un todo disfuncional y fragmentado que sirve para construir una realidad de ese tipo, alejada de la simple descripción de hechos, por muy crudos que estos pudieran ser; es irónica la afirmación referente a la no-finalización de la historia, ya que, precisamente, parece que quiera afirmar lo contrario; o simplemente que para crear una buena historia no hace falta un gran narrador.

Me encanta el uso que hace de este último medio, solo hay que verlo en esta pequeña descripción que hace de lo que justamente realiza habitualmente en sus libros de viajes:

“Luego he leído algo sobre Java, pues desde que fui despedido del instituto escribo guías de viaje, una tarea estúpida con la que me gano el pan de cada día, pero no es ni con mucho tan idiota como la de todos esos llamados escritores literarios de viajes, que sienten la necesidad de untar su preciosa alma sobre los paisajes del mundo entero para epatar a la burguesía.”

¿Idiota? Para nada, “su preciosa alma” impregna cada rincón de las historias o relatos que nos quiere contar.

Traducción de los textos del neerlandés de Julio Grande para esta edición de “La historia siguiente.”

La violencia como elemento catártico: Edward Bunker y Neil Cross

Mucha gente no suele entender la razón por la cual hay mucha gente que disfruta viendo películas de terror, violentas o, desde luego que no tienen un final feliz. Hay un fenómeno, inherente al ser humano llamado catarsis (del griego κάθαρσις kátharsis, purificación), palabra descrita en la definición de tragedia en la Poética de Aristóteles  como purificación emocional, corporal, mental y espiritual. Mediante la experiencia de la compasión y el miedo (eleos y phobos), los espectadores de la tragedia experimentarían la purificación del alma de esas pasiones. (Extraído de la Wikipedia, en español, donde alguna vez puedes encontrar algo razonable).

Esa catarsis aristotélica tendría la facultar de hacer olvidar e incluso purificar sus pasiones, sus problemas, al verlas proyectadas en los personajes de la obra que esté observando, sobre todo si, en la obra ves que estas bajas pasiones reciben un castigo que el espectador considera justo. Es una manera de experimentar estas dificultades pero sin sufrir sus efectos reales; pero que, incluso, puede servir para que se construya su identidad y que no repita los errores que observa.

Sin lugar a dudas, dos de los géneros que producen mayor catarsis hoy en día son el terror y las novelas policíacas, sobre todo en su corriente más “hardboiled”, más “realista” y, sobre todo, violenta. Me quería centrar, precisamente en dos ejemplos muy claros de este segundo ejemplo donde la violencia que presenciamos sirve al propósito de lo que comentaba en los dos primeros párrafos.

luther_portadaEl primer ejemplo es “Luther. El origen” de Neil Cross, publicada por Es Pop Ediciones. Sin desvelar detalles de la brutal trama, existen dos niveles muy claros que pueden llevar a lo que comentaba, el primero de ellos tiene que ver con lo tremendamente escabroso y violento que es el caso que trata el detective, con implicaciones sexuales y pedófilas, y con escenas cargadas de violencia y, mucha sangre, no lo voy a esconder a estas alturas. El segundo nivel tiene que ver con el detective, un “loser” de toda la vida, que empieza a derrumbarse en lo personal pero que nunca pierde su sentido de la responsabilidad:

“Entraste, te sentaste sobre el borde de la cama. Te vi beberte una pinta de whisky en unos diez minutos. Fue la primera vez que de verdad te vi llorar. […]

-Fue triste.

-Sé que fue triste, fue muy triste. Todavía pienso en ella de vez en cuando.[…]

Fue la primera vez que planteaste la posibilidad de dejar el cuerpo. Hace dieciséis años. Y llevas hablando de dejarlo desde entonces.

-Lo sé.

-Pero no lo has hecho.

-Lo sé.

-Ni lo harás nunca.

Luther no responde a eso. ¿Cómo podría?”

Tan humano e intenso que es imposible no empatizar con él, el lector experimenta todos y cada uno de sus sentimientos, desde la vergüenza y la tristeza:

“Luther tiene los ojos húmedos y enrojecidos. Se los seca con el dorso de la mano. Está avergonzado.”

Hasta el más puro odio que desemboca en un estallido radical de violencia: “Luther rebosa odio. Lo nota alzándose desde lo más profundo de su ser. Se extiende por su pecho y sus hombros como las que se despliegan.”

La resolución del caso se desplaza paralelamente a la destrucción del personaje y nosotros asistimos, sin remisión, a una trama sin descanso y cargada de intensidad narrativa.

littleboyblueEl otro ejemplo es el “Little Boy Blue”, última novela publicada por Sajalín del siempre interesantísimo Edward Bunker, que vivió en carnes propias muchas de las experiencias que relata de manera “ficcional”.

En esta ocasión tenemos un “Bildungsroman”, una novela de formación a la violencia y a la delincuencia, ya que el protagonista, Alex Hammond, en un chico de once años que no para de salir y entrar de reformatorios por sus conductas altamente delictivas; y todo ello, a pesar de su inteligencia:

“Aunque era un chico inteligente que formaba parte del dos por ciento de la población con un nivel de inteligencia superior, su comportamiento caótico y sus problemas emocionales lo privaban de ser un buen estudiante. El muchacho tenía potencial pero no lo aprovecharía. “

“Alex caminaba con el grupo, pero pensaba en su padre y en marcharse de allí. Fuera podría leer, ir al colegió él solo o ir a ver películas de la sesión de matiné. Su padre sería la única autoridad. Clem y él podrían hacer cosas juntos todo el tiempo en vez de solo unas horas durante el fin de semana.”

Es una pena ir comprobando que, según avanza las páginas, es inevitable el destino al que está abocado, y que su único oasis, su padre, no puede convertirse en su verdadera ayuda, que lo equilibraría.

Lo increíble de Bunker es que entre estallido de violencia y estallido, existen remansos dotados de una lírica impensable y, curiosamente, siempre los asocia a los libros, solo tenemos que  ver lo que sucede al coger el “Doctor Arrowsmith” de Sinclair Lewis:

“Sin saber que existía algo llamado literatura (un libro era un libro), de repente se vio sumergido en la vida nacida sobre el papel. Su vocabulario no incluía alguna de las palabras que encontró allí, pero eso no le importaba. La celda desapareció  de su mente, olvidó sus problemas y se emocionó, sufrió y luchó con el doctor Martin Arrowsmith. Cuando las lunces se apagaron a las nueve y media, intentó leer con el resplandor que se filtraba a través de la red metálica, pero no fue suficiente.”

Las enseñanzas que recibe son, desgraciadamente, siempre acompañadas de dolor: dinero, ignorancia, qué más puede hacer para afrontar lo que le queda por vivir:

“No te equivocarás en la vida, ¿entiendes?, si antes de hacer algo piensas ¿Voy a ganar dinero con esto?, ¿entiendes? No falla. Es la mejor manera de vivir al máximo. ¿Te enteras?”

“Alex aprendió a permanecer inexpresivo mientras observaba a tres o cuatro auxiliares destrozar a un paciente, aunque el corazón siempre le latía a toda velocidad de miedo y ardía con una indignación silenciosa y enfervorecida. Las brutalidades menores del reformatorio lo habían preparado de algún modo para esto, le enseñaron que la violencia habitaba cada lugar donde los hombres tenían poder sobre otros.”

Y él es totalmente consciente de que no es vida, y de que no va a poder librarse de ella:

“Qué tipo de vida era aquella? En instituciones, peleándose todo el tiempo, recibiendo órdenes de hombres que utilizaban su autoridad según sus antojos y caprichos. Era una mierda. Exactamente eso. Una puta mierda.

El dolor y los ojos húmedos pronto se endurecieron en una ira profunda y desafiante.”

“Todos los aspectos de su vida le enseñaban la primacía de la violencia.”

En ese momento, estamos llorando con él, nuestras lágrimas de desesperación por su dolor empapan las páginas que leemos, el único arco iris que se puede vislumbrar es el de los libros, verdadera salvación y consolación:

“De hecho, mientras tuviera buenos libros prefería vivir en su mundos que en la fealdad de su propio mundo real. Por el momento no le importaba en absoluto estar en el agujero.”

Creo que, después de estos dos ejemplos, será patente para la mayoría de los lectores los efectos purificadores de la catarsis al leer esta violencia. Espero que os gusten, si os animáis.

Los textos son de la traducción de Óscar Palmer, editor de Es Pop Ediciones, para esta edición de “Luther. El origen.” de Neil Cross.

Textos de la traducción del inglés de Zulema Couso para la edición de “Little Boy Blue” de Edward Bunker de Sajalín Editores.

Gala de homenaje descafeinada para la sin par Teresa Berganza

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Cuando digo descafeinada, no digo que la gala fuera mala; de hecho tengo que reconocer que el espectáculo fue mejor de lo esperado y tuvo muy buenos momentos. El problema es que todo lo que rodeó el espectáculo no fue lo que se podía esperar, sobre todo por los cantantes que asistieron; cuando celebras los 80 años de alguien tan grande dentro del “mundillo” como es Teresa Berganza, debe venir lo más grande del género y, salvo honrosas excepciones, José Van Dam y los españoles Bros, Bayo, Álvarez…, el resto de los partícipes, incluyendo el foso, estuvo voluntarioso pero eran de un nivel medio para abajo; para ser justos, rindieron estupendamente. Pero claro, qué podemos esperar de un teatro que, con su gestión, ha conseguido que los grandes divos no vengan aquí nunca. También parece inexplicable la no-presencia, de algún modo (documento gráfico, mensaje…) de Domingo, Caballé, Carreras, etc… los grandes españoles de su misma época y que participaron con ella en innumerables ocasiones. Tampoco contribuyó a la brillantez de la gala la sonora pitada que recibió el ministro de cultura, no evaluaré su gestión; pero, indudablemente, sus medidas no están haciendo demasiado bien a la música y el público expresó su malestar, consciente de la situación de la cultura en España.

Pasemos ya a la gala; el repertorio, sin embargo, fue excelentemente escogido: en una primera parte se interpretaron obras de Rossini y Zarzuela y en la segunda, obras de Mozart, con directores y cantantes diferentes para ambos cometidos. Me gustó lo escogido porque reflejaba parte del repertorio por el que se hizo famosa nuestra Teresa (con la única falta de Carmen, quizá su papel más paradigmático…).

En la primera parte dirigía Alejo Pérez, lo recordaréis porque ya hablé de él en ese hito que supuso “Don Giovanni” este año; hito, desgraciadamente, por los malos aspectos musicales y escénicos. Ayer volvió a demostrar que su dirección es insulsa, sobre todo para Rossini, una obertura como la de “La gazza ladra” sonó deslucida, sin ritmo, sin intensidad; mejor en los fragmentos zarzuelísticos, pero claro, porque los cantantes hicieron los mejores momentos de la noche. Sé que Mortier sigue creyendo en su talento pero, de verdad, no provoca más que bostezos. Del repertorio rossiniano, cabe destacar la interpretación pausada de Marie-Nicole Lemieux de “Di tanti palpiti” de “Tancredi”, con un poderoso instrumento por pulir todavía pero con buenas maneras; el intento de realizar el imposible aria de “Semiramide” “Bel raggio lusinghier” fue encomiable, Annick Massis, una verdadera especialista rossiniana, acusó el cansancio con notas caladas en la parte final pero fue portentosa; José van Dam, en franca decadencia, suplió sus limitaciones actuales con una “Calumnia” inteligentemente cantada y actuada, qué grande y variado ha sido el holandés. El concertante final de “Il barbiere di Siviglia” estuvo divertido, aunque, al no haber subtítulos, la mayoría de la gente no pudo disfrutar de la actuación ni del texto. Lo mejor llegó en ese momento; Carlos Álvarez estuvo cálido, templado, pasional, excelente el manejo de la potente voz con “En la cárcel de Villa” de “La linda tapada”, y arrancó los primeros bravos de la noche; me recordó a sus primeros momentos de la carrera; ojalá le hayamos recuperado para la escena. Bayo bordó también las “Sierras de Granada” de “La tempranica”, era la Bayo afinada y con un timbre bellísimo que todos queríamos oír, estuvo deliciosa; el colofón lo puso nuestro José Bros con un “No puede ser” de “La tabernera del puerto”, a su canto legato habitual le ha sumado volumen y el resultado fue pletórico. Fue lo mejor de la noche, qué casualidad, con todos los cantantes españoles y el repertorio de Zarzuela, ¿casualidad? Sabéis que no.

En la segunda parte tuvimos en el foso al otro protegido de Mortier (solo faltó el griego…), Sylvain Cambreling; aún así, es mucho mejor que su predecesor, y su interpretación de Mozart estuvo más afortunada, precisa y pasional, se pudo escuchar desde la dirección de la obertura de “La clemenza de Tito”. De lo demás, se puede destacar el dúo de “Don Giovanni” “La ci darem la mano” de nuevo con van Dam y una Serena Malfi estupenda que bordó más tarde “Voi che sapete”; esta italiana tiene un timbre precioso y canta muy afinadamente, además de que escénicamente funciona también muy bien; fue muy apreciada por el público. Auxiliadora Toledano, antes de interpretar muy personalmente el “Deh, vieni, non tardar” de “Le nozze de Figaro” le dedicó unas palabras a Teresa resaltando especialmente su apoyo a los cantantes más jóvenes; bonito detalle sin duda que le valió cantar luego el final del acto segundo, aunque ella no estuviera programada inicialmente. Señorial la condesa de Sofia Soloviy en el “Dove sono” que destacó especialmente con Carlos Álvarez con su gran Almaviva en el fragmento final del homenaje.

Se continuó con un vídeo que recordaba alguno de los momentos musicales pasados de Teresa Berganza con fragmentos de “Carmen” y la “Cenerentola” que sirvieron para que, a continuación, saliera ella misma a la palestra para hablar. Bonito discurso que tenía dos mensajes principales, además del agradecimiento; la defensa de la cultura y de la ópera sobre todas las cosas y, sobre todo, que no olvidáramos nuestro patrimonio musical: la Zarzuela. Fue un discurso sincero, amable y emocionante. Todo el público estaba rendido a sus pies. Decía que se conformaba con haber conseguido que su público se hubiera emocionado alguna vez con ella. Ay Teresa, no sabes cuántas veces lo has hecho y lo harás. ¡Qué grande eres!

“Una canción del ser y la apariencia” de Cees Nooteboom

canciónserPor fin empiezo a profundizar en la literatura del escritor holandés Cees Nootebom, uno de los escritores más variados y enriquecedores que se pueden encontrar actualmente; sobre todo por una elección de temas muy diversa según el libro que toque.

En este caso, bajo el sugestivo título “Una canción del ser y la apariencia” podemos entrever una dicotomía: ser/parecer, sin embargo, ¿en qué aplica esto a la literatura?

En el prólogo del húngaro Péter Esterházy encontramos lo siguiente:

“El gran talento de Nooteboom reside en el sentido de las proporciones. No simplifica las cosas, pero es capaz de acercarnos a ellas con sencillez. Crea la sencillez sin renunciar a la complejidad natural. Aquí también los hechos transcurren por diversos hilos, pero lo hacen con naturalidad, como si no pudiera ser de otra manera.”

En efecto, no resulta difícil seguir la propuesta de Nooteboom donde intercala dos partes muy diferenciadas, ese ser (el del escritor, la realidad) con esa apariencia (la de sus personajes, la ficción). El entrelazamiento de las dos historias, la de la conversación entre escritores holandeses y el de los personajes que aparecen en la novela de uno de ellos;, no faltan entonces esos momentos, con reflexiones literarias sobre la soledad del escritor en unión con esa realidad cada vez más aburrida que muchas veces quiere reflejar:

“Hay algo inefablemente triste en los escritores solos en su despacho. Tarde o temprano llega un momento en sus vidas en el que dudan de lo que están haciendo. Quizá sería extraño si no sucediera así. Con el paso de los años la realidad se va haciendo cada vez más importuna, y al mismo tiempo menos interesante, precisamente por el exceso de la misma.”

Alternadas con la realidad,  como podemos ver en la descripción de Tarnovo, una ciudad medieval de Bulgaria:

“Desde la lejanía reconoció el Cárevec y el Trapezica, y cuando se hubo acercado a la ciudad vio cómo las casas pegadas con sus tejados rojos bailaban reflejadas en el agua turbulenta del río. Tenía la sensación de que todo era irreal, demasiado bello, algo creado para ser pintado. “

No faltan los guiños a los lectores, Nooteboom es consciente de que navega por las aguas turbulentas de la metaficción y quiere quitar hierro al asunto, que el lector sea consciente de ello:

“A los lectores puedes ahuyentarlos con dos cosas: una, con falta de capacidad profesional, y dos, aburriéndolos demasiado con la profesión como profesión.”

En esta novela de límites y fronteras ficcionales, precisamente la libertad se encuentra en lo que ya está escrito; es esta libertad lo que define a un autor de sus personajes; lo que le da la identidad que luego puede insuflar a esos personajes:

“-Mira –dijo-, justamente ese es el límite de la existencia de un personaje de novela. Pessoa  eligió, puede decirse, más o menos su propia muerte; en cualquier caso eligió, digamos desde un determinado momento su propia vida. Tú, por nombrar a alguien, puedes morir aún mil muertes. Pero madame Bovary pudo y puede morir sólo una muerte, siempre la misma.”

Sin embargo,¿ importan al lector medio estas disquisiciones? Me temo que el bueno de Cees no es muy optimista al respecto:

“-¡Esa presunción demencial de los escritores! Todo escritor se cree distinto e incluso mejor que los demás porque los observa y vuelve a crear a otros a imagen y semejanza de ellos y de sí mismo, como si de alguna manera hubieran absorbido la esencia de lo que son las personas y ahora pudieran repartirla. Si olvidas por un momento la piadosa charla de la clase media cultural, sabrás que al grueso de la humanidad le interesa tanto la escritura o el oficio de escritor como la construcción de puentes o la arqueología prehistórica.”

Hasta tal punto es consciente de esto que, en el final, tiempo y espacio, realidad y ficción, ser y apariencia, autores de personajes; están más cerca de lo que se podría pensar:

“El sol poniente daba un aspecto terrible a la ciudad. La luz tardía lamía obscena los edificios y confería a los muros ocres, al descenso del agua del Tíber, al mármol de columnas y escaleras, un color apasionado y oscuro, lujurioso hasta lo macabro. Le afectó más que la nostalgia que había sentido al ver por primera vez a Laura, ahora tan cerca de él. Ella pasaba a la ciudad, formaba parte del lugar, en este decorado fluyente de plazas, basílicas, palacios, pero al mismo tiempo era su ocaso, porque aquí lo especial, que era ella, formaba parte de lo normal.”.

Lo especial no es que estén separados sino esta fusión de contrarios, es un relato metaficcional donde ficción y realidad conviven estrechamente, se subvierte esta autoconsciencia de la ficción y el escritor vive con sus creaciones y sus creaciones con él. Es estimulante cómo nos maneja en esta pequeña novela y que, sin embargo, resulta más clarificadora de lo que es mi enrevesada exposición.

Traducción del húngaro de Adan Kovacsis del prólogo de Péter Esterházy

Traducción del neerlandés de Julio Grande de la novela “Una canción del ser y la apariencia”.

“¡Mokusei!/El Buda tras la empalizada” de Cees Nooteboom

P86439A.jpgQuien haya leído el comentario que publiqué anteriormente no se hará una idea de lo que es Nooteboom; afortunadamente voy a publicar bastantes cosas sobre él y ya aviso, la variedad de su obra es sencillamente proverbial. En este caso tenemos, quizá, lo que es una de sus partes más comunes. El holandés es conocido precisamente por ser inquieto, y si es tan inquieto y cosmopolita, buena parte de culpa la tiene el haber viajado por diferentes países. Esta recopilación es una buena muestra de ello.

“¡Mokusei!/El Buda tras la empalizada” recoge dos relatos breves del autor, caracterizados por su exotismo en una primera lectura, el primero de ellos “¡Mokusei!”, se ambienta en Japón; el segundo, “El buda tras la empalizada”, en Thailandia.

“El mokusei es una de las pocas plantas aromáticas de Japón –aprendió más adelante-, y así la había llamado a partir de entonces, Mokusei. Ahora ella tenía tres nombre: uno secreto, solo para él, Máscara de nieve; el suyo propio, Saroko, que él nunca utilizaba, y Mokusei. Así le escribía, era un nombre que sólo existía para ellos dos.”

Arnold Pessers, el protagonista de esta historia de amor y alter ego holandés, utiliza el nombre de la planta aromática como parte de la definición de su amor:

“Más tarde, cuando todo hubo terminado, reflexionaría mucho sobre ello: ¿cuándo empieza algo así, un gran amor? […] Un gran amor, esa cosa impronunciable emponzoñada de trivialidad, probablemente empezó con el deseo de vivirlo. Y ese lo había sentido a lo largo de toda su vida. Había sido la preparación para el instante en que él estaba allí, escuchando la voz de ella en la casa de té, ese pequeño oleaje incomprensible de preguntas y respuestas en el que pedía y obtenía el permiso para cambiar en alguna habitación del establecimiento su traje europeo por los kimonos que había llevado consigo.”

Otro de los hilos conductores que utilizar para hilvanar la historia es la incapacidad del lenguaje para expresar los sentimientos y relaciones entre personas; hay ecos “foucaltianos”  en esta incapacidad del lenguaje al definir el discurso:

“Lo limitado de esta frase le gustó. Sólo cuando los demás entendían poco podían comprender todo. Eso era muy tranquilizador, el idioma echaba a perder siempre muchas cosas entre hablantes de una misma lengua, porque –pensaba-  tan pronto como se empezaba a hablar se mentía.”

Como viajante es consciente en sí mismo de que no se puede conocer un país como Japón siendo turista:

“Pero si es muy simple. Une maniére de dire. La mayoría de los europeos y americanos que vienen aquí, no los hombres de negocios per se, ya que a estos se les ayuda muy pronto a salir del sueño, sino los personajes artísticos (por llamarlos de algún modo), no conocen el Japón real en absoluto. Saben que es diferente, pero Vietnam y Costa de Marfil son también diferentes. Japón es, perdóname, diferentemente diferente. Pero ¿cómo explicas esto? No hablan la lengua y en la mayoría de los casos tampoco la hablarán nunca; saben algo de la cultura, en realidad nada importante, pero esto no los afecta, tienen algo mejor, tienen una idea acerca del Japón.”

Lo que refuerza esa idea mítica que tenemos de la cultura/sociedad nipona; nuestro holandés favorito utiliza una historia de amor para presentar otros temas subyacentes accesorios a una historia cargada de lirismo evocador.

En “El Buda tras la empalizada a orillas del Chao Phraya”  hay dos ideas que me gustaría destacar especialmente:

“El centro del mundo ha viajado con él. No, está mal dicho, el centro del mundo está en todas partes al mismo tiempo, pero en el lugar en el que estás temporalmente sólo existe ese lugar. En España los Países Bajos son una sombra, en América Europa es un espíritu, en Asía existe primero lo circundante, sólo después el resto.”

Esa tendencia que tenemos absolutizar nuestra importancia y que es inherente al ser humano; precisamente el hecho de viajar descentraliza esta sensación, relativizando esos sentimientos y ayudándonos a tener en cuenta las ideas del resto. Esta idea, la del viaje como catalizador de experiencias y como forma de relativizar tu existencia al mismo tiempo que tienes en cuenta la de los demás está muy presente en toda la obra de Nooteboom.

“Palabras suaves, gestos tailandeses, formas de amor, sombras contra el muro. Y él había estado a menudo en el balcón y había mirado el siempre cambiante orden de los cuerpos debajo de él, en la calle. También había visto el cielo de muchos colores distintos. Era hora de partir. Demasiado tiempo en esta ciudad no podría ser bueno para nadie. Y, sin embargo, sabía lo que ocurriría. El avión se elevaría sobre el delta humeante. La ciudad –en la que él aún permanecía- yacería allí debajo como un montón de viles disparates, bordada con el oro de templos y palacios. Y él, él tendría nostalgia, nostalgia o pena.”

Los momentos líricos se asociarán a los momentos de más pena/nostalgia, y, extendiéndolo, a los momentos de más dolor; esta también es una constante en sus historias que iremos viendo según vaya teniendo más libros por aquí.

Dos lecturas breves, intensas, pero enriquecedoras por muchos motivos.

Textos de la traducción del neerlandés de Julio Grande para esta edición de “¡Mokusei!/El Buda tras la empalizada” de Cees Nooteboom

“¿Se cayó…?” de Thorne Smith

se-cayo-9788492890590Aunque parezca mentira, existe una novela que se llama “¿Se cayó…?”; con este título tan rimbombante de Thorne Smith (1892-1934), Ediciones El Nadir recupera una de las obras que maravilló a Dashiell Hammet, aunque, como veremos, no tiene nada que ver con lo que desarrolló en su carrera literaria este último.

Esta novela está encuadrada en el más típico estilo detectivesco, en la tradición de Agatha Christie y los grandes autores del “Detection Club” británico que en los grandes creadores de novela negra Hammet y Chandler. De todos modos hay elementos que, inevitablemente conducen a estos.

No la ambientación desde luego, extrapolando podríamos hablar de “El gran Gastby”, tan en boga últimamente, por la enésima revitalización en el cine de Luhrman sobre la obra del genial Fitzgerald: el crimen en cuestión tiene lugar entre los grandes ricachones de alta sociedad. Sorprende, de hecho, que en sus primeras páginas, antes de que se origine el conflicto, Smith plantea un dilema de tipo ético:

“La situación -la sociedad misma- debería ser juzgada primero, antes siquiera de que se siente en el banquillo al criminal. Y una situación, un ambiente, un conflicto oculto del que dependan las vidas y la felicidad de seres humanos es a menudo tan difícil de atrapar como el humo… tan difícil de manejar como la dinamita.”

Una vez puesta esta base, que nos llama la atención sobre la influencia de la sociedad en los crímenes que se cometen en ella, tenemos, sin embargo, un típico caso donde, como a mí me gusta, todos los personajes podrían ser causantes y el personaje al que asesinan es tan detestable como pinta en la foto que nos describe:

“Viéndola en conjunto, la situación pintaba fea, la felicidad de más de una persona dependía de ella. Golpeando a uno solo, Emily Jane  podía herirlos a todos: Sam, Sue, Barney, June y Daniel. Ella tenía todas las cartas y las manejaba con la experiencia de un buen jugador. Pero el juego a veces es peligroso. Sin duda lo era en el caso de Emily Jane.”

El asesinato desencadenará los momentos más líricos del autor; ah, la lírica como catalizadora de las emociones más violentas, de la muerte, de la destrucción:

“Las olas bañan la playa y la niebla marina se espesa. Una silueta solitaria inclinada sobre el cuerpo retorcido de una chica muerta. Lejos, muy lejos de allí, arriba en algún lugar sobre un macizo de árboles negros, una luna vieja y cansada, antaño tan espléndida como Emily Jane, se desvanecía, su pálido rostro era ya sólo un recuerdo de pasadas noches más brillantes. Y dominando todo aquello, el gran precipicio negro: una masa acechante y amenazadora de piedra amarga.”

Y a partir de ahí, el investigador; antipático metomentodo Scott Munson irá desgranando y desencadenando las confesiones de los personajes implicados en la trama, afortunadamente con la ayuda de dos ayudantes que pondrán un elemento cómico necesario entre tanta gravedad y maldad.

“Odio desanimar vuestra iniciativa -dijo al fin-, pero a pesar de que me esfuerzo mucho, no puedo evitar pensar que vosotros dos debéis de ser de lo más tonto que he tenido la suerte (habéis oído bien, he dicho suerte) de conocer. Aún así, igual me equivoco. Puede que haya dos tíos aún más tontos escondidos en algún lugar, en alguna oscura grieta de esta tierra. Si así es, espero que se queden allí.”

Con todos estos elementos, la trama se desenvuelve con la suficiente inspiración para ir presentando cada dato poco a poco, sin desgranar todos los cabos hasta justo el final. Un final que, sorprendentemente, acaba con más mala leche de lo esperado; no diría yo que es un final feliz; ¿o sí? La misma cuestión ética que se presentaba al principio acaba vuelta del revés claramente en un momento y nos hace plantearnos de nuevo el dilema. Concluyendo, una buena novela policíaca para los amantes de la parte más detectivesca y menos alejada de la novela negra.

Traducción de María Inglés para esta edición de Ediciones El Nadir

“El asesino ciego” de Margaret Atwood

asesinociegoEn apenas treinta páginas de “El asesino Ciego” Atwood pone las cartas sobre la mesa y nos muestra cómo nos va a contar la historia: se sustentará en una base histórica y, a partir de ella, fabulará, creará la ficción alrededor de ella; en “El cuento de la Criada” lo hacía al revés, ya que planteaba un futuro dixtópico ficcional e indeterminado al que dotaba de historicidad en el epílogo final; teniendo en cuenta esto la estructura será tan variada como lo siguiente:

1º Una línea temporal en el presente donde Iris Chase recordará en primera persona los hechos pasados relacionados con su familia y, sobre todo, con la muerte de su hermana Laura y, al mismo tiempo, le servirá para vivir su presente; ya en la senectud, en otra línea temporal. El recuerdo de una simple fotografía le sirve para presentarnos a Laura Chase:

“En ella tiene el tronco echado un poco a un lado desde la perspectiva del fotógrafo y la cabeza hacia atrás para dar una delicada inclinación al cuello. “Un poco más, ahora mira hacia arriba, hacia mí, muy bien, a ver esa sonrisa.” Su cabello es rubio, largo y muy rubio, igual que el mío entonces, casi blanco, como si los tonos rojizos –el hierro, el cobre y los metales duros- se hubieran ido diluyendo al lavarlos. La nariz es recta, la cara en forma de corazón, los ojos muy grandes y luminosos, sin ninguna malicia, las cejas arqueadas, con un signo de perplejidad en los extremos interiores. En la mandíbula es posible percibir un matiz de cierta obstinación, pero de eso sólo se daba cuenta el que lo sabía. No lleva maquillaje, lo que confiere a su rostro un extraño aspecto de desnudez; si se mira la boca no se ve más que carne.”

2º Una narración de género donde tendremos dos personajes, un hombre y una mujer; que viven una vida bohemia aunque huidiza y que solo podemos intuir por lo que nos cuentan en una línea temporal nada definida; servirá, además, para contar la historia relacionada con el libro que se atribuye a la hermana de Iris: El asesino ciego. Esta última es, sin lugar a dudas, un relato de ciencia ficción y aventuras ambientado en la mítica ciudad de Sakiel-Norn y servirá para complementar la narración principal profundamente difusa, las cotas de lirismo se sucederán, lo enigmático estará presente en todo momento:

“El canal y el puerto fueron construidos por esclavos, lo que no es sorprendente: Sakiel-Norn había conseguido su esplendor y su poder gracias a ellos, aunque también era famosa por sus artesanías, especialmente por los tejidos. El secreto de los tintes utilizados en su fabricación se guardaba celosamente; sus telas brillaban igual que la miel líquida, igual que el zumo de la uva púrpura, que la sangre de toro vertida al sol. Sus delicados velos eran suaves como telas de araña y sus alfombras tan blandas y finas que uno creía andar por el aire, un aire que parecía de flores y cursos de agua.”

3º Por último, intercaladas habitualmente entre los fragmentos del libro, aparecerán noticias sacadas de periódicos, apuntes periodísticos que funcionarán a modo de prolepsis de hechos que se narrarán a continuación con mayor extensión.

El modo de construir toda la historia con estas tres fuentes alterna igualmente en los variados puntos de vista, Iris utilizará lo que le cuenta su criada Reenie para reforzar aún más lo fragmentado (postmoderno) de los retazos que intenta recordar:

“Lo que me decía variaba de acuerdo con mi edad, y también de acuerdo con lo distraída que estuviese ella en aquel momento. Sin embargo, de ese modo fue reuniendo suficientes fragmentos del pasado para reconstruir algo que debía tener tanta relación con la realidad como un retrato de mosaico con el original. De todos modos, yo no quería realismo, sino cosas que tuvieran mucho color, con un perfil simple, sin ambigüedades, que es lo que quieren la mayoría de los niños cuando se trata de la historia de sus padres: una postal.”

Tal riqueza narrativa y estilística deviene en una construcción de personajes en cuatro dimensiones, donde la dimensión del tiempo es una variable más, enriquecedora en sí misma; ello desencadenará, no tanto una nostalgia sino un remordimiento sobre los hechos acaecidos en el pasado y sobre las decisiones erróneas tomadas en aquellos momentos:

“Yo y la chica de la fotografía hemos dejado de ser la misma persona. Yo soy su resultado, el resultado de la vida a la que me lancé precipitadamente en una ocasión; como si ella, si es posible afirmar que existió, sólo estuviese compuesta de lo que yo recuerdo. Poseo una perspectiva mejor: la mayor parte del tiempo soy capaz de verla claramente. Ella, en cambio, aun cuando fuera capaz de mirar no me vería en absoluto.”

¿Cuál es la actitud de Iris, y la nuestra mismamente, ante lo que descubrimos de nuestro pasado y del de los demás, aunque no nos guste? Debemos seguir explorándolo:

“Podría haberlo dejado ahí. Podría haber elegido la ignorancia, pero hice lo que habríais hecho vosotros, lo que habéis hecho si habéis llegado hasta aquí. Quise saber.

Es lo que haría la mayoría de nosotros. Preferimos el conocimiento a pesar de todo, aunque nos mutile; estamos dispuestos a mantener las manos en las llamas si es necesario. La curiosidad no es nuestro único motivo: el amor, el dolor, la desesperación o el odio es lo que nos empuja hacia delante, no paramos de espiar a los muertos: abrimos sus cartas, leemos sus diarios e inspeccionamos sus cosas en espera de una indicación, una palabra definitiva de los que nos han abandonado… de los que nos hacen cargar con el muerto, a menudo mucho más vacío de lo que suponíamos.”

Porque, posiblemente sea muy duro, pero aún puede ser más peligroso ignorarlo:

“He descubierto que no hay nada más difícil que entender a los muertos, pero nada es más peligroso que no hacer caso de ellos.”

Uno obra maravillosa, en todo, a todos los niveles. Sí, a veces hay que decirlo muy alto. Una obra maestra.

Una mañana de adquisiciones en la Feria del Libro 2013

Ir a la Feria del Libro se ha convertido en una tradición que practico en familia. No por el hecho de que me firmen un libro, de hecho, rara vez es el año que busco este propósito; muy al contrario, lo bueno es aprovechar que vienen las editoriales para buscar libros que, aunque estén descatalogados, pueden estar en el fondo editorial. También es buen momento para hacerse con las últimas novedades y, desde luego, es una excusa para promocionar el hecho de leer libros.

El año pasado todavía no tenía en marcha este blog; así que no podía hacer este post que paso a poner a continuación, donde voy a hacer un repaso a las últimas adquisiciones. En primer lugar, la foto oficial con todas las compras, jugosas compras…

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No está nada mal la muestra, hay un poquito de todo en esta ocasión, desde poesía y teatro, a ficción, best sellers y algún clásico contemporáneo. Voy a empezar  a poneros unas fotos temáticas y haré un poco de comentario al respecto:

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“Mujer de barro” es la última novela publicada en España de la prolífica escritora norteamericana Joyce Carol Oates; sabéis de mi predilección con respecto a ella, o sea que, como se puede suponer, va a subir en la lista de lecturas.

-Siempre es un gusto comprobar que una editorial cumple los 100 títulos publicados, en este caso, una de mis favoritas por catálogo, Impedimenta, lo celebra a lo grande y lo hace con una de sus escritoras bandera, Stella Gibbons, “La segunda vida de Viola Wither” será garantía de diversión.

“Todo va bien” de Socrates Adams es el quinto título de la peculiar colección que está haciendo “Pálido Fuego”, los tengo todos, aunque no estén leídos aún y este pinta tan bien que, probablemente, no me haya equivocado.

-No sé por qué puse en esta foto el “Paseos Nocturnos” de Dickens, pero bueno, el caso es que tenemos una recopilación de ensayos de uno de los más grandes. Mi objetivo con el inglés es tenerlo todo todo todo….

“Historias inverosímiles en general” es el peculiar título de esta recopilación de cuentos del escocés Alasdair Gray; cuánto me gusta un poco de humor disparatado de vez en cuando, y este parece prometerlo.

“¿Quién ha visto el viento?” reúne todos los cuentos de Carson McCullers, una de las grandes damas del gótico sureño, coetánea de Faulkner, no hace falta decir mucho más sobre ella.

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 –“Joyland” es la última novela del siempre interesante Stephen King, lástima la portada española, convencional como pocas; sobre todo si conoces la que se ha puesto en EEUU. Experimento en el formato por parte de RHM que veremos cómo va. Ya no sé las diferentes ediciones que tengo de las obras del norteamericano.

-Parece que el gallego Manel Loureiro se ha olvidado de los Zombies e intenta hacer algo distinto; sinceramente, “El último pasajero” tiene muy buena pinta, mejor de lo que me esperaba, y sé de buena fuente que el cambio resulta una mejora; o sea que no habrá que perdérselo, además el amable autor me lo firmó muy personalmente.

-No había leído nada de China Miéville, y es hora de remediarlo, este “Embassytown” parece ser un buen pretexto para hacerlo de una vez.

“El misterio de Pont Aven” de Jean Luc Bannalec es una apuesta personal, me gustan las novelas de detectives,  y de esta no hay ninguna referencia, pero bueno, veremos si vale la pena.

“Wild Thing” de Josh Bazell y “Los hermanos Sisters” de Patrick deWitt tienen una pinta excelente, si lees la contraportada del primero te convences de sus posibilidades; el segundo, novela policíaca del oeste, no puede estar demasiado mal.

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Aquí tenemos tres de esas obras contemporáneas y que, en algunos casos, son prácticamente imposibles de conseguir y son un buen ejemplo de las bondades de la feria.

-De entre las difíciles de conseguir tenemos el “Amsterdan” de Ian McEwan, el maravilloso creador de “Expiación” que consiguió el Man Booker, sin embargo, por esta obra extraña y subyugante.  Coe es otro de esos escritores actuales capaces de crear historias maravillosas y que, además, consiguen que te rías con ganas. Este “El círculo cerrado” lo programaré en su momento con “Menudo reparto”.

-La última de esta recopilación ha sido reeditada hace nada y es uno de los paradigmas del postmodernismo británico; excelente muestra de nuestro tiempo y con un(os) final(es) que deja(n) huella. Hablo naturalmente de John Fowles y esa obra maestra que es “La mujer del teniente francés”.

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Y para el final otras dos obras de magno calibre:

-En “Teatro reunido” se recogen todas las obras de teatro del gran Samuel Beckett, solo por “Esperando a Godot” y “Fin de partida” encontramos motivos de sobra para disfrutar de la incertidumbre de nuestro tiempo con una economía de medios sintácticos que, sin embargo, están cargados de significado. Un coloso.

-Exquisita la edición de Bartleby Editores para esta edición de la “Poesía completa” de la malograda Sylvia Plath, edición bilingüe como no puede ser de otra manera y que será un disfrute para los sentidos con la fuerza dramática de una escritora sin igual. Me falta acompañarlo de las “Cartas de cumpleaños” de su marido Ted Hughes y que irá en no poco tiempo para una lectura conjunta.

Y se acabó por ahora, que esto se está alargando; una selección ecléctica con lecturas para mucho tiempo, me encanta poder elegir entre lecturas; es uno de mis mayores vicios, unido inherentemente al de leer.

BOLA EXTRA: Se me habían olvidado las tres novelitas de Zweig que pongo a continuación, directamente relacionadas con mi proyecto literario y que voy completando poco a poco!

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Wozzeck, una obra maestra del atonalismo

Parece mentira lo bien que pasa el tiempo por esta obra maestra. No voy a esconder ahora que cuanto más la oigo más me apasiona, no solo por lo que significó en su momento, la ruptura con lo armónico; sino también a nivel técnico y, desde luego, por lo que puede transmitir, expresionismo puro que arranca, aunque parezca mentira, verdaderos escalofríos.

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No hace mucho del anterior montaje que se pudo ver en el mismo teatro a cargo del siempre polémico Calixto Bieito; de hecho, fue solo hace seis años y fue un total escándalo, mucho mayor que los que ha ocasionado Mortier (si exceptuamos Don Giovanni…), solo tenemos que repasar la hemeroteca para comprobarlo. Teniendo en cuenta este marco, tiene muy poca justificación no utilizar el mismo montaje para montar algo nuevo que, sinceramente, tampoco es que añada mucho a la versión de Bieito; polémico sería, pero, ciertamente, funcionaba muy bien con la temática y lo que quiere transmitir la obra. Es inevitable la comparación con lo que ha ideado Marthaler para esta inexplicable nueva producción que adolece de monotonía, en una obra como esta; iluminación ciertamente pobre, sobre todo según avanza la obra, y una dirección escénica parca en detalles; tener mucha gente en escena para que ni siquiera se muevan es discutible cuanto menos.  Siendo justos, algún momento fue interesante pero un poco aislado, sobre todo en el segundo acto.

Musicalmente, tenía reticencias a la posible labor de Cambreling  y tengo que retractarme; manejó muy bien los tempi y la intensidad de cada momento, lástima de algún momento donde se podría haber sacado más claridad en las notas;  pero la orquesta estuvo muy precisa bajo su batuta y muy rica en detalles; especialmente destacable fue el momento de la variación sobre un tema del comienzo del tercer acto con la parte vocal de Marie, cumbre lírica excepcional y que fue sencillamente preciosa.

Y si Cambreling estuvo concentrado, hay que hacer punto y aparte con la representación vocal. El atormentado wozzeckii-3391Wozzeck estuvo representado por el contundente y versátil Simon Keenlyside, un barítono portentoso con un agudo extenso y lleno de color y sin pérdida en el grave; su construcción, rozando el histrionismo, estuvo cargada de pasión y buen hacer, resultó tremendamente convincente; lo mismo podemos decir de Nadja Michael, brillantísima en lo vocal, con una seguridad y una potencia que sobrecogían en todo momento, qué facilidad para la proyección de su voz, estremecedora; perverso, como tiene que ser, el bufonesco y diabólico Capitán de Gerhard Siegel, muy bien acompañado por el Doctor de Hawlata, bien cantados y actuados ambos; mayores dificultades tuvo Roger Padullés con el difícil Andres, aún así lo solventó con regularidad. Muy regular en su aportación el Tambor Mayor de Villars; me gustaría destacar el canto profundo y noble de Scott Wilde en su caracterización como Primer aprendiz, cantó estupendamente; los demás, sin destacar, pero muy en su sitio, sobre todo el Loco de Francisco Vas. Los dos coros (tanto el titular como los pequeños cantores) estuvieron, como viene siendo habitual, inspirados.

Pocas personas se fueron en medio de la representación, afortunadamente, los aplausos finales, en este caso, corroboran mi impresión de que fue, en lo musical, una estupenda representación.

Nooteboom y sus viajes….

Situación: acabo de terminar exámenes, he dedicado mucho tiempo a la literatura de género, encima, mi proyecto de lecturas para los próximos tres años está un poco apalancado.

Solución: toca ponerse con él y diversificar lecturas. En junio una figura brillará más que ninguna, y será la del holandés errante, viajero por excelencia y eterno insigne candidato al Nobel de literatura: Cees Nooteboom. En la foto que os pongo a continuación podéis ver las lecturas que tengo preparadas.

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Se caracterizan especialmente por ser muy eclécticas, ya que Nooteboom cultiva todo tipo de géneros; por lo tanto, habrá ensayos, poesía, ficción, libros de viajes e, incluso, libros de arte; tal es la variedad que promete este escritor, uno de mis favoritos y que tiene una nutrida cantidad de libros en mi proyecto.

Entre libro y libro de este habitante de los Países Bajos, también habrá ocasión para algunas de las novedades de este año que me apetecen bastante, tengo bastante interés en las siguientes por poner algún caso:

“El matrimonio de la señora Buncle” de D.E. Stevenson, ya comenté por aquí lo que me había gustado el divertidísimo “El libro de la señora Buncle”, un libro que ofrecía varios niveles de lectura además de este humor, sobre todo la sátira despiadada del mundo editorial. Rara Avis nos trae ahora el segundo libro y, desde luego, es uno de los más esperados.

-También tengo mucho interés en “El paraíso inalcanzable” del también británico John Mortimer, retrato de los cambios de la sociedad británica desde el final de la segunda guerra mundial hasta el gobierno de la recientemente fallecida Margaret Thatcher, un período clave para entender el siglo XX y sus consecuencias.

-Sale en estos días el último libro de Joyce Carol Oates, “La mujer de barro”, no puedo esconder mi total pleitesía ante una de las mejores escritoras contemporáneas. Cada libro de su prolífica carrera es un acontecimiento en sí.

-Curiosamente el periodismo pueden tener este mes su representación con “La banda que escribía torcido” de Marc Weingarten, una mirada a una época en la que surgió un nuevo tipo de periodismo, el que hacían gente como Gay Talese, Joan Didion o Hunter S. Thompson. Así como con la recopilación de artículos del gran Jacinto Antón y su “Héroes aventureros y cobardes”, una recopilación más que jugosa de sus andanzas para hincarle el diente.

-Por último destacaré “Boston” de Todd McEwen, las bizarras aventuras del protagonista, al que un golpe en la cabeza le hará buscar inconscientemente una forma de escapar de la realidad. El autor escoge para esta narración un flujo continuo de pensamientos; imaginad lo que puede llegar a ser.

Alguna cosa más habrá, o a lo mejor no llego a todos, el tiempo lo dirá.

Resumen final del monográfico de literatura de género

Después de casi mes y medio de monográfico, llega el momento de clausurarlo; junio, del que hablaré en un próximo apunte estará marcado por otras latitudes; aviso, serán radicalmente distintas y tendremos un invitado muy especial.

La mu–eca ciega.inddEn este post  hablaba sobre los motivos que me impulsaban a realizarlo; espero ver el fruto más adelante, ya que falta todavía un tiempo para que salgan las notas de los exámenes; pero, desde luego, me ha permitido una mayor concentración en la carrera; lo increíble es que he conseguido que la selección de títulos sea ecléctica y, la verdad sea dicha, me he divertido como un enano.

Las lecturas, no todas han tenido sus artículos pero las que los tengan vendrán enlazados, han sido las siguientes:

“El cuento de la criada” de Margaret Atwood, era un comienzo perfecto; ejemplo de cómo una escritora de la calidad de la canadiense era capaz de realizar una distopía e integrarla con novelas que son consideradas “serias”.

“El atracador de mujeres” de Ed McBain, “Acuéstala con los lirios” de Hadley Chase y “Algodón en Harlem” de Chester Himes; los recopilé en el post Recomendaciones de clásicos de novela negra, una buena muestra de clásicos policíacos.

“Ubik” de Philip K. Dick me sirvió como nexo conductor para realizar la crítica del novel Luisfer Romero Calero y su “Integridad”; un heredero del maestro.

-“The Teleportation Accident” del increíble Ned Beauman; novela aún no traducida al español y que, sin embargo, no debe pasar desapercibida.

-La lectura de “El asesino de policías” y “Los Terroristas” de Maj Sjöwall y Per Wahlöö me llevaron a crear un post de resumen “La serie de Martin Beck” donde repasaba toda la gran serie del policía sueco.

“La promesa” de Friedrich Dürrenmatt y “Tormenta” de Jim Butcher constituyeron una mezcla inverosímil.

-También los libros ilustrados entraron en el monográfico con un post en el que entraron los “Cuentos de muerte y demencia” de Poe y “Ciencia Ficción. Poemas, artículos y novelas cortas” del madrileño Emilio Carrere.

“Dos tumbas” de Preston y Child, la vuelta a lo grande de Pendergast.

“Amigos hasta la muerte” de Nele Neuhaus, la creadora del magno “Blancanieves debe morir” con una aventura de los inicios.

“Desastre &Total. Agencia de dectectives” de Stephan Pastis y “El doctor Proctor y los polvos tirapedos” del noruego Jo Nesbo, una propuesta excelente de libros ilustrados infantiles, con una joya muy reseñable en el caso del primero.

“Pioneros de la ciencia ficción rusa”, recopilación de Alba para su sello Rara Avis, otra muesca en el gran trabajo de este sello.

“El manuscrito Godwulf” de Robert B. Parker, “El pato Mexicano” de James Crumley y “Rendez-vous en negro” de Cornell Woolrichbuena muestra del buen hacer de la colección Serie Negra de RBA.

“El muñeco” de Daphne Du Maurier, el desasosiego como bandera.

“Hanshichi. Un detective en el Japón de los samuráis” de Okamoto Kidô, también se hacen historias de detectives en Japón.

“La ciudad asediada” de Margaret Oliphant, el cuento de fantasmas extendido a una ciudad completa.

“Osama” de Lavie Tidhar, un gran comienzo justifica una lectura que al final no resulta metaficcional.

“El cazador sordo” de James McClure, una de las obras maestras del año.

“Perdida” de Gillian Flynn, o cómo hacer un thriller sustentándose en la perversión de sus protagonistas.

“Balada de la costa oeste” de Manchette, nueva muestra del neo-polar francés, no tan deslumbrante como “El caso N’gustro” pero, sin dudarlo, una lectura por encima de la media,; no pondré reseña, de ahí el comentario más extenso, quizá puede ser debido a su convencional  marcha en el argumento.

balada_de_la_costa_oeste_300x458“¿Se cayó…?” de Thorne  Smith, en unos días habrá comentario sobre esta novela de detectives ambientada en la sociedad rica estadounidense.

“Ojo de Halcón” y “Green Manor”, dos muestras excelentes de cómo hacer cómics.

“Little Boy Blue” y “Luther el Origen”, de Edward Bunker y Neil Cross, respectivamente; el “hardboiled” como subgénero.

“La muñeca ciega” de Giorgio Scerbanenco, la tramposa portada, que refleja más una posible vertiente terrorífica, esconde una novela de detectives al uso que buscaba innovar mediante los elementos surrealistas que ayudan a la resolución del caso.

“Noctuario” de Thomas Ligotti, las particularidades del norteamericano se ganarán un hueco en el blog en los próximos días, el terror sustentado en lo indeterminado.

Sinceramente, más de treinta libros y bien variados, no han hecho más que enriquecer este espacio con un poco de buena literatura de género. Espero que os haya gustado tanto como a mí y nutra vuestras futuras lecturas.

Recomendaciones de cómics: “Ojo de Halcón” y “Green Manor”

Si la literatura de género normalmente suele ser denostada por la crítica, el caso de lo que se ha dado en llamar 9º arte, es decir, el cómic, es aún más flagrante; siendo, sin embargo, una de las formas artísticas más completas ya que supone una perfecta combinación entre dibujo y guión.

Sin investigar demasiado en las razones, sí quería incidir en una de las mayores causas para este olvido consciente por parte de crítica “seria” (con todo lo peyorativo que implican mis comillas…) es la atribución casi unánime a los cómics de una infantilización con la que va unívocamente unida; es decir, leer cómics es para niños, un adulto no puede leerlos a menos que:

-Se trate de una novela gráfica, entonces sí que tiene más nivel que el cómic.

-Que transcienda el género; esta causa, de hecho, se utiliza con no poca frecuencia aplicándola en general a toda la literatura de género.

greenmanorPorLas dos anteriores estrategias obedecen a una “adultización” (permitidme el palabro..) , innecesaria de todas las maneras, ya que algo no tiene por qué ser mejor por ser adulto; ya vemos, de hecho, algunos productos que son, a pesar del intento, bastante menos adultos que muchos cómics.  En cuanto a la semántica, prefiero referirme la mayoría de las veces a cómics, que, al fin y al cabo, es lo que son. Todavía hay gente que llama a “Watchmen” novela gráfica, cuando es una recopilación de cómics…

Tras esta introducción, me dispongo a ofreceros en este monográfico de literatura de género dos buenos cómics, que ni trascienden ni falta que les hace; son simple y llanamente muy buenas lecturas.

La primera de ellas es el  “Green Manor” con guión de los franceses Fabien Vehlman y dibujos de Denis Bodart, la contraportada de la excelente edición de Dibbuks nos da pistas sobre lo que nos vamos a encontrar:

“El crimen no es nada sin un mínimo de elegancia.”

“A primera vista el muy selecto Club Green Manor se parece a cualquier otro club inglés. Sin embargo, detrás de sus espesas paredes, en sus mullidos sillones, se esconde la mayor pandilla de estafadores, canallas y asesinos que la reina Victoria ha conocido jamás.”

El hilo conductor de todas las historias es este peculiar club inglés; las historias, en su mayoría, son detectivescas; la ambientación, en el Londres de finales del siglo XIX. Se trata de 16 historias cortas, pero realmente intensas, muy ingeniosas en los guiones y en las conversaciones de los protagonistas y que, además, muchas veces consiguen finales tremendamente sorprendentes. El trazo del dibujo de Bodart es muy limpio, con predominio claro del dibujo, elegante en el trazo, tan elegante  como las historias de la época; una perfecta simbiosis de dibujo y guión que hacen disfrutar y mucho de la novela de detectives.

ojohalconPorLa segunda recomendación es un cómic de superhéroes, sí me atrevo a hacerlo a pesar de que estamos en el segmento más poco valorado de los cómics. En este caso se trata del “Ojo de Halcón” de Matt Fraction y David Aja. Se trata de la última colección del singular arquero que se ha lanzado en EEUU y que ahora nos trae Panini en su primer volumen que recopila los seis primeros números de la colección. Este tándem ya triunfó, por lo menos a nivel de calidad, en la colección “El inmortal puño de hierro” y ahora vuelven a deleitarnos con una muestra de cómo se puede hacer un excelente cómic. Los guiones de Fraction se caracterizan en este caso por jugar con la narrativa que, además, están muy bien acompañados por el dibujo de Aja, más sucio, menos dibujístico, difuso, que me recuerda poderosamente al David Mazzucchelli de “Año Uno”,  totalmente acorde con la historia que se cuenta. Un Ojo de Halcón un poco más alejado de la esfera de su trabajo en los “Vengadores” y más social, a la manera de Spiderman o, más bien Daredevil. Las composiciones de página son muy arriesgadas, el tiempo narrativo cambia a placer (proverbiales los saltos temporales en el número 6 “Seis días en la vida de… “ que da título al volumen), la narración de Aja es primorosa, detallista, una maravilla. Javier Pulido le sustituye en dos números, los más superheroicos, pero no se resiente; se resalta más el dibujo pero la narrativa es excepcional igualmente.  En fin, memorable recopilación que recomiendo sin dudarlo. Una joya.