Mi defensa a ultranza de la literatura de género siempre da sus frutos.
A veces, es necesario olvidarse de lecturas sesudas y disfrutar, como un niño, de libros como este.
No me digáis que no es encantador conocer a un autor al que llaman “El Padrino del gore” o, mejor aún, “el Shakespeare del gore”. Pues en efecto, es el caso del británico Shaun Hutson, al que solo conocía por “El enigma de las palabras muertas” que, por otra parte, no me pareció gran cosa; sin embargo “Slugs”, escrita en 1982 reúne todo lo que ha hecho famoso a este escritor de terror; se hizo tan famoso en su momento que el español Juan Piquer Simón realizó una película basada en este libro que sí recordaba bastante; este recuerdo hizo que me decidiera a comprar el libro.
Coincide el caso que, además, había leído varios libros de un nivel muy alto de intensidad literaria (por decirlo de alguna manera) y era necesario algo liberador, entretenimiento puro, y si es terror, mejor aún. “Slugs” cumple con creces el cometido, cuánta diversión en tan pocas páginas, sobre todo por sus encantadores y verdaderos protagonistas:
“Kim se echó a reír por los nervios.
-Pero las babosas son pequeñas –Notó que el asco crecía en su interior-. Estas son demasiado grandes. “
Babosas de once a quince centímetros; asquerosas, inolvidables, terroríficas.
El planteamiento es modélico desde el principio, con la utilización de un narrador omnisciente para descubrir el avance de las babosas y capítulos narrados en primera persona que nos presentan, la mayoría de las veces, personajes destinados a morir de la manera más horrorosa posible.
Según lees te das cuenta del porqué de su sobrenombre, antes de desarrollar la segunda parte de su nombre, en la primera suele usar lo mejor de su prosa, aunque anticipando lo que está por venir, en el siguiente texto esto está muy patente:
“El sol se desangraba en el cielo de la tarde, inundándolo de parches vivos de oro y carmesí. Al final fueron oscureciéndose en tonos púrpuras a medida que llegaba la noche. Los pájaros que regresaban a sus nidos eran flechas negras recortadas contra un telón de fondo rojizo, y el cielo moteado parecía el libro de dibujos de un niño, con capas de colores brillantes salpicadas una encima de otras.”
Cada imagen, a pesar de su cierta poética, está cargada de una violencia latente y a punto de desencadenarse: “desangraba”, “Carmesí”, “flechas negras”, “salpicadas”… Esto nos lleva al avanzar el capítulo a estallidos de violencia de alto calibre; a continuación pongo uno de ellos, no he puesto el peor ni mucho menos:
“Nunca llegó a terminar la frase. De pronto, un estallido de dolor le atravesó la mano cuando las tres bocas atestadas de dientes le mordieron los dedos desnudos. Las babosas del guante devoraron con ansia la carne que se les ofrecía, desgarrándola rápidamente hasta llegar muy cerca del hueso. Harold estaba frenético, con los ojos abiertos como platos, mirando con incredulidad el guante que ondulaba rítmicamente, a la vez que la sangre comenzaba a resbalarle de la muñeca. Luego empezó a gemir de terror, convirtiendo los gemidos en gritos.”
Cada capítulo se lee con avidez gracias al avance rapidísimo de la acción y los buenos cliffhangers que deja el autor en cada uno de ellos hasta llevarlo a la conclusión, esperable, pero ciertamente acorde con lo leído.
No voy a esconderlo, no es apto para estómagos sensibles; si a alguien le dan asco estas cosas… es mejor que no se zambulla en ellas. Si, sin embargo, puedes aguantarlo, vas a disfrutar a lo grande con una lectura amena y cargada de acción. Gracias a Tyrannosaurus el terror está un poquito menos huérfano.
Los textos provienen de la traducción del inglés de Javier Martos para esta edición de “Slugs” de Shaun Hutson de la editorial Tyrannosaurus.