¿Se puede encontrar belleza al leer un poema?
“Dormitando a la intemperie bajo el rocío
en un alba de otoño.”
¿Pueden par de versos llenarte de tristeza?
“Con tanta tristeza en mi corazón,
¿hacia dónde he de ir?”
¿Puede la naturaleza ayudarnos a desentrañar lo que sentimos?
“El viento de otoño sabe el desamor
de una persona inconstante.”
Al fin y al cabo, la poesía, ¿nos enseña a vivir?
“La soledad se aprende
del sonido del viento en los pinos.”
Cada página, compuesta por unos simples versos, refulge con preguntas, respuestas, sublimes metáforas que arden en nuestro corazón. Acabo las cien estrofas, leo el postfacio de Ariel Stilerman y aprendo:
“Un atardecer a comienzos de 1488 tres poetas se reunieron en el santuario de Minase (actual Osaka) para componer un poema en honor de un antiguo emperador. Corrían los días finales del primer mes lunar del año, cuando los signos tempranos de la primavera conviven con los últimos fríos del invierno.
No lejos de Minase, la antigua capital (actual Kioto) yacía en ruinas. La guerra entre señores feudales que había comenzado en 1467 tuvo a esa ciudad como uno de sus principales campos de batalla. Palacios y templos fueron destruidos, bibliotecas enteras se perdieron en los incendios. La familia imperial, cuya influencia política era menor, ahora carecía también de sustento económico.
El espíritu venerado en el santuario de Minase era el de un antiguo emperador, Go-Toba (1180-1239). La ofrenda de los versos del Minase sangin hyakuin (Poema a tres voces de Minase) a Go-Toba en el aniversario de su muerte constituía un gesto estético y político.
En términos estéticos, el Minase expresa nostalgia por el esplendor perdido de la cultura aristocrática, de la que habían nacido las obras maestras de la literatura japonesa: las antologías de poemas waka tales como Kokinshu (Colección de poemas de ayer y hoy, 6085) y Shin-kokinshu (Nueva colección de poemas de ayer y hoy, 1205), y la novela cortesana Genji monogatari (La historia de Genji, ca. 1008).
En términos políticos, dedicar los versos del Minase a la memoria de Go-Toba implicaba celebrar al último emperador con influencia política real y con voluntad de frenar el ascenso del gobierno militar (bakufu) y la nueva clase de líderes guerreros (samurái).”
A pesar de la longitud del texto, creo que vale la pena para explicar, para hacer entender al lector cuál es el origen (hace más de medio siglo), qué fue compuesto por tres poetas y que tenía un indudable carácter estético y político. En términos estéticos esta nostalgia por un tiempo anterior (Go-Toba, 1180-1239) cargado de esplendor, no está alejada de nuestra sensibilidad; no hay sensiblería, sino verdadero aliento poético. Políticamente, se aprovechaba para ensalzar la figura del último emperador que tuvo voluntad para frenar el ascenso militar.
Una vez tenemos esta información sobre el sentido final del poema, nos falta saber detalles sobre la forma utilizada; el postfacio es muy esclarecedor:
“El renga (literalmente “versos enlazados”) es una forma poética que se compone de forma colectiva y produce un poema de cien estrofas. Una sesión de poesía renga se denomina za: los poetas toman asiento (za significa “sentarse”) y no se ponen de pie hasta haber compuesto la estrofa número cien.
El Minase, considerado la obra máxima del renga, fue compuesto por Sôgi (1421-1502) junto a sus discípulos Shôhaku (1443.1527) y Shôchô (1448-1532). “
Esta liturgia que pudiera parecer rutinaria, actúa como verdadero generador de una sesión poética, los tres autores no se levantan hasta que han terminado las cien estrofas. No deja de ser paradójico que, de una forma aparentemente monótona, pueda surgir verdadera poesía, pero es cierto que sucede de esta manera. Nos falta un detalle que cierra el círculo poético como si estuviéramos en la misma sesión. Algo presente, pero no evidente en ocasiones, un hilo conductor de cada uno de los versos que se entrelazan entre sí; nuevamente, el traductor nos ayuda a discernir esta característica esencial:
“La unidad poética del renga es la “conexión” o “enlace” (yoriai) entre estrofas (Çku). Cada estrofa que se agrega (tsuke-ku) debe enlazar con la última estrofa (mae-ku) y distanciarse de la penúltima estrofa (uchikosi). De esta forma se garantiza la variedad, el equilibrio y la progresión del poema como un todo. Este principio fundamental se conoce como uchikosi wo kirau: despreciar la última estrofa.
Los poetas del renga solían componer en dos modos. Un poema “serio” (ushin renga) debe obedecer las estrictas reglas de la poesía waka y crear un efecto de belleza profunda […] El Minase, con sus enlaces sutiles, constituye el modelo paradigmático de poema renga “serio”.
La importancia del enlace como fundamento de la poética del renga puede verse en los versos iniciales:
(Estrofa 1 Sogi)
La cima está aún nevada
la base de la montaña se cubre de niebla
al anochecer.
(Estrofa 2 Shohaku)
El agua corre a lo lejos
por un pueblo fragante de ciruelos.
(Estrofa 3 Socho)
En el viento sobre el río
un grupo de sauces:
la primavera dejándose ver.”
La sutileza de los enlaces entre estrofas es evidente en el ejemplo con el que lo ilustra: la nieve de la primera estrofa se convierte en el agua que corre a lo lejos en la segunda; el deshielo se produce en primavera, simbolizada por los ciruelos de la segunda estrofa que aparece explícitamente en la tercera. Hilos cargados de sensibilidad que van enhebrándose estrofa a estrofa.
¿Y ahora qué?
El conocimiento con el que nos dota Ariel Stilerman alienta la relectura del poema completo, de nuevo, sin prisas, con la atención puesta en los indudables enlaces que nos vamos a encontrar. Es imprescindible que el lector se obligue a leer lento; me obligo yo mismo a degustar cada palabra; esta nueva relectura me trae nuevos momentos de sublimidad que se suman a los que ya había sentido; la brillantez con que se une una estrofa a la siguiente es ahora discernible:
“Tan distante, ¿quién ha de ser
dueño de un corazón así?” (155)
“Desde hace mucho tiempo
hay tan sólo decepción
en el camino del amor.” (157)
O en las tres estrofas que cierran el poema:
“Una choza improvisada desde donde se ve
elevarse el humo.” (207)
“En una vida de pobreza
aún es posible
la virtud.” (209)
“Que para todos
el camino se extienda justo.” (211)
Como bien dice Ariel:
“El encanto del renga surge del ritmo que los sucesivos enlaces crean, y que la prosa seca de las notas al pie no haría sino entorpecer. Sin embargo, algunos de los enlaces pueden resultar oscuros a primera vista porque esconden ilusiones literarias o referencias a convenciones poéticas. En esos casos para evitar las notas al pie, se ha optado por incluir a lo largo de este posfacio, citándolas como ilustración de las diferentes dimensiones del renga, aquellas estrofas del Minase que requieren comentario.”
La relectura es un placer inesperado pero inevitablemente subyugador; al fin y al cabo, descubrimos nuestras emociones hasta en las palabras menos inspiradas:
“No queda sino la poesía:
descubrir emociones
aun en palabras descoloridas.”
Los textos provienen de la traducción de Ariel Stilerman de El libro de la almohada de Poema a tres voces de Minase. Renga de Shôchô, Shôhaku, Sôgi publicado por Sexto Piso.