Este dúo tiene mucho más sentido que el que comenté anteriormente. No exagero si digo que estos dos libros se encuentran, por derecho propio, entre lo mejor que se ha publicado en lo que llevamos de año.
El primero de ellos se trata de la recopilación de cuentos de Edgard Allan Poe “Cuentos de muerte y demencia” con ilustraciones del norteamericano Gris Grimly. Enigmático artista, del que no se sabe ni su fecha de nacimiento y del que podéis haceros una idea de su obra en su web www.madcreator.com; tiene gracia que sea una especie de Salinger/Pynchon de la ilustración, goza de bastante prestigio, de hecho, últimamente ha ilustrado “El alfabeto peligroso” de Neil Gaiman.
Esta exquisita edición de Nórdica cuenta con cuatro de las historias del gran Edgar Allan Poe que se convierten, casi sin pensarlo, en una narrativa más cercana al cómic que al libro ilustrado. Las historias incluidas (“El corazón delator”, “El sistema del doctor Tarr y el profesor Fether”, “La caja oblonga” y “Los hechos del caso del Sr. Valdemar”) se ven realzadas por un dibujo de trazo sucio pero detallista, que juega con la exageración pero que, ciertamente, resulta muy bello, vistoso y, por momento, terrorífico.
Una verdadera delicia con el único pero de hacerse demasiado corto. Una lástima.
El segundo de los libros ilustrados que he escogido se une en lo temático con el que he comentado anteriormente, se trata de “Ciencia Ficción. Poemas, artículos y novelas cortas” de Emilio Carrere, edición de Francisco Arellano para su Biblioteca del Laberinto con prólogo y selección de María José Gutiérrez; y digo que se une en lo temático porque Carrere, en vida, tradujo a Poe del francés y se convirtió en una de sus influencias más evidentes en su narrativa.
El prólogo de María José Gutiérrez resulta sumamente clarificador para hacerse una idea del personaje, me encanta la descripción de Emilio Carrere realizada por un joven Arturo Barea “Tenía cara de luna, una gran melena, un sombrero blanco con alas enormes, una bufanda atada al cuello y el corpachón de un campesino, fumando incesante una pipa que, a veces, rellenaba con colillas. Sentí como un gran honor que se dignara a permitir que le invitara a un vaso de de cerveza.”
A partir de ahí se desgrana el contenido de la selección empezando por sus poemas:
“Los poemas que incluye la selección que ofrecemos pertenecen en su mayoría a “Del Dolor, del Amor y del Misterio” y son un buen ejemplo de sus inquietudes”.
Estas inquietudes tienen que ver con “el amor como un maleficio del que no puede desprenderse y que le lleva irremisiblemente a la infidelidad” o sobre la vida después de la muerte, de la que no tiene certeza de que exista además de su visión del más allá o del espiritismo con influencias más que cercanas con Poe. La siguiente estrofa incluida en “La hora oportuna” es un buen ejemplo de ello:
“Siempre tarde o más temprano
Parece que en el arcano
Alguien trastrueca mi suerte,
Y cual sarcasmo fatal sólo seré puntual
Cuando me cite la muerte!”
Las inquietudes que mencionaba anteriormente están presentes en sus artículos igualmente, solo tenemos que echar un vistazo a este “Las visiones de Amichatis”:
“-Es una cosa absolutamente real, aunque parezca un cuento de Poe o de Hoffmann. Y le advierto que entonces no había leído ni un solo libro de espiritismo. […] Me impresionó el relato de Amichatis y yo había leído muchos casos de materialización del doble astral de los muertos. Las había leído, pero no es lo mismo que oírlas contar de viva voz por alguien que lo ha visto, por alguien que ha tenido el escalofriante privilegio de haberlo visto.”
Tanto el espiritismo como la vida después de la muertes estaban presentes en su narrativa, no digamos Poe, acentuado aún más este “Edgar Poe, ocultista”:
“Poe vino a la Tierra a hacer el doloroso aprendizaje del genio entre las almas inferiores. Realmente, si fue un genio fue un hombre infinitamente desgraciado. La Naturaleza le dotó de una inteligencia extraordinaria, como compensación de un destino implacablemente cruel. La única tacha que se le puede imputar fue la embriaguez contumaz; pero ¿ha sido el único poeta borracho? En los demás, y más entre nosotros, ese vicio ha sido una falta leve. Todos hemos tenido el decoro de no mirar con demasiada curiosidad el horror de vidas ajenas. Con Poe, no. Fue una jauría gazmoña, “burguesa”, cruel, que se cebó en su cadáver como poseída por un ataque de vampirismo. Fue el aborrecimiento de la zoocracia.”
Espléndida muestra de un talento más de lo anecdótico, capaz de momentos líricos y admirador apasionado del genio de Poe. Todos los artículos se convierten en algo imprescindible, como la parte final del libro formada por tres novelas cortas que gozan de las portadas e ilustraciones realizadas en la época por Carlos Masberger y Riquer; las ilustraciones interiores no tienen color, solo el dibujo, pero resultan precisas y claras, complementado la historia contada. Las portadas, con un claro aire pulp de Bolsilibro, son unas pequeñas joyas.
En cuanto al texto de las novelas en sí, en “El viaje sin retorno” nos encontramos con una novela de ciencia ficción o más bien científica, sobre el invento de una máquina para medir las vibraciones que emiten las personas y que terminará trágicamente, en la más fiel tradición de H. G. Wells. Sin embargo en la encantadora “El embajador de la luna” afrontaremos una invasión extraterrestre en Villacapuana donde el peculiar y entrañable Selenito se enfrentará a la realidad de la España profunda y realista, una realidad de la que no conoce ni el valor del dinero:
“-Oye, y eso del dinero, ¿qué es?
El melancólico remendón puso una grotesca cara de asombro.
-Pero ¿de dónde te has caído tú, que no conoces al Amo Tenebroso de las sociedades humanas?”
Finaliza esta breve recopilación con “La momia de Rebeque” donde, a través del mesmerismo, (los ecos con Poe y su extraño caso de Valdemar son evidentes) el protagonista despierta en una nueva sociedad, distópica, en la que se ha producido una revolución antiburguesa, pero que no es todo lo benigna que podría haber imaginado:
“Para los demás ciudadanos el acto de solicitar un pasaporte era castigado con la horca. El país era una jaula colosal de donde no se escapaba ni un gato.
-Pero esto es injusto. ¡Yo escribiré unos artículos protestando!…
-Has de saber que no hay periódicos desde hace treinta y nueve años. Las noticias se dan por altavoces de radio. Ni se publican libros. ¿Para qué? ¿Para adquirir la enfermedad de pensar? Sólo las tabernas gozan de su tradicional prosperidad.”
En este extraño mundo, Rebeque está a punto de cometer un error que llega a subsanar antes de llegar a la catástrofe.
Este tremendo combo es una manera sanísima de disfrutar de novela de género, máxime con este monográfico que estoy acometiendo. Para profanos y experimentados en este tipo de materias. Un disfrute total.