Mi hermano siempre recuerda la primera vez que vimos Sopa de Ganso, y lo recuerda porque no exagero al decir que estuve riéndome durante la hora y un poco más que dura la película a carcajada limpia, hasta un punto en el que me acabo doliendo la tripa; un momento gozoso, de esos que nunca olvidas, esta película consigue encadenar sin descanso un montón de gags, a cual más divertido, y estaban ciertamente inspirados (dentro de que cada película de los Marx tienen momentos inspirados claro); lo cierto es que es una de mis películas favoritas.
Seguro que este recuerdo le alumbró en el tan difícil camino que supone, habitualmente, encontrar un libro que no haya leído o… más bien, no haya comprado ya. Y acertó de pleno, estas Memorias de un amante sarnoso son un fiel reflejo de la personalidad del gran Groucho y de su creatividad e ingenio a pesar de una cierta irregularidad a la hora de cohesionarlas. La verdad es que estas memorias, divididas en cinco partes, están compuestas de anécdotas e historias que le han sucedido a él o a sus hermanos y que relata de una manera inconexa; el comienzo ya denota su intento de reflejar de alguna manera su lugar en el Hollywood de la época:
“La escala social de Hollywood es elevada y causa vértigo. Si miras atentamente desde el peldaño más bajo, podrás descubrir… Bueno, limítate a seguir leyendo.
Son las once de la noche y estoy sentado en la cama leyendo las obras completas de sir Walter Scott y bebiendo un vaso de leche caliente. No te vayas a hacer la idea de que he estado toda la tarde en la cama.”
Y es ahí donde encontramos su capacidad de reírse de sí mismo, calificándose primero como una “estatua social”:
“Los hombres charlamos acerca de política, de los problemas del tráfico y de las mujeres. Las mujeres hablaron sobre su pelo, sobre la asociación de maestros y familiares y sobre los hombres. Hacia las diez y media, el bostezo se hizo algo bastante generalizado y a las once estaba en casa, metido en la cama.
Después de treinta años en Hollywood, he llegado lentamente y de mala gana a la conclusión de que soy una estatua social. Me he convencido finalmente de que debo de tener la mayor parte de las taras físicas que los espacios comerciales de la televisión aseguran ruidosamente que pueden curar en veinticuatro horas.”
Y a continuación como un fanfarrón:
“No sé por qué dije esto, exceptuando el hecho de que básicamente soy un fanfarrón y de que nunca desperdicio una ocasión para darme importancia.”
Como dije con anterioridad, no sólo se basa en experiencias vividas en primera persona sino que utiliza las de sus hermanos igualmente, tal es el caso del jugador del grupo, Chico, especialista en desplumar a quien se pusiera a jugar con él a las cartas:
“Según mis mejores conocimientos, Chico era mi hermano y la única razón de que interpretara el papel de un emigrante italiano era que se adaptaba a su personal talento cómico. Cuando esta explicación no satisfacía a la gente, les decía que plantearan la pregunta al departamento de inmigración y que, si allí tampoco quedaban satisfechos, trataran de investigarlo en el departamento de agricultura.”
Indudablemente, una de los recursos que más utiliza es la subversión de elementos comunes para, aprovechando el desconcierto de darle la vuelta a la situación, arrancarnos la risa; como es el caso de las famosas (y guapas) hijas de los terratenientes de todas las películas:
“En la ficción, siempre nos hemos inclinado a creer que la hija de un terrateniente o de una patrona constituye invariablemente un bombón irresistible. Bueno, pues, aquella hija, cuyo nombre era Pepita, era por desgracia un perro. Sus encantos exteriores comprendían una serie de dientes torcidos, un busto oblicuo y una nariz que parecía un mapa en relieve de los Andes Superiores.”
Según el tipo de recurso (y humor utilizado) puedes congeniar más o menos, de ahí que no sea muy homogéneo; afortunadamente la quinta y última parte bajo el título de “Filosofía marxista según Groucho “ funciona bien como colofón y es en el momento en el que se encontraba más inspirado, tanto como para pedir como primer mandamiento de su filosofía “un buen bocadillo de jamón”:
“La primera cosa que necesita la nación es un buen bocadillo de jamón. Me refiero al simple y anticuado (actualmente en desuso) bocadillo compuesto exclusivamente por pan y jamón, que fue una institución nacional hasta que los bares y las cafeterías, con su pasión por las cosas mezcladas, lo han echado a perder para todos nosotros. A título experimental, me dirigí ayer a un bar y pedí un bocadillo de jamón.”
O a establecer la forma en que un pobre escritor era maltratado en Hollywood, lo que había que hacer en la época (¿y ahora?) para ganarse el pan:
“El jefe de uno de aquellos estudios sentía tal pasión por el juego del polo, que raramente iba a alguna parte sin llevar un mazo de polo bajo el brazo. Con frecuencia, durante la discusión sobre un guión cinematográfico, mandaba a uno de sus peores escritores que se pusiera a cuatro patas en el suelo y luego cabalgaba un rato por el despacho con el simple propósito de mantenerse en plena forma. El escritor no estaba precisamente entusiasmado con la tarea de interpretar el papel de un caballo, pero no tenía otra alternativa en el asunto. Necesitaba el empleo. Era un piojoso escritor y, además, tenía que mantener a tres esposas de las que se había divorciado.”
Qué mejor que terminar con el que, igualmente, podría haber sido un epitafio perfecto para el humorista:
“Nuestro héroe no se arrepiente de nada. Durante toda su vida estuvo bebiendo profusamente en la fuente del amor y tomó para sí, de un modo liberal e imparcial, los deliciosos frutos que únicamente aguardan a aquellos que no tienen miedo a la vida, sino que viven sólo por la lujuria, despreciando los peligros que acechan en el interior de unos brazos de mujer.
Si hubiera querido, podría haber sido una primera figura en el campo de los negocios, un comandante en las fuerzas armadas, un Hamlet en el teatro. Sin embargo, ya desde su más tierna juventud, estuvo marcado por un destino erótico. Sabía que la obra de su vida consistiría en la persecución incesante de mujeres tentadoras y esquivas.”
Buen rato de humor el que me ha proporcionado Groucho y que nos seguirá proporcionando a través de sus películas y textos; muchas gracias hermano, me lo he pasado muy bien con él.
Los textos provienen de la traducción de Juan Leita de Memorias de un amante sarnoso de Groucho Marx para la editorial Edhasa