Digo inverosímil porque, indudablemente, no creo que haya muchos puntos en común entre el suizo Dürrenmatt y el norteamericano Butcher; más allá de la realización de obras de género, claro está.
“La promesa” del suizo Friedrich Dürrenmatt (1921-1990) es la primera novela de este original duelo; lleva el subtítulo suficientemente identificativo (o no, según veremos luego) de “Réquiem por la novela policíaca” y desde las primeras páginas podemos ver la intención del escritor en boca del investigador que narra la historia y del que solo sabemos la inicial de su nombre y su perspectiva:
“Por desgracia, en todas esas historias de crímenes subyace aún un fraude mayor. Y con esto ni siquiera aludo al hecho de que en ellas los criminales encuentran su castigo. Pues esos hermosos cuentos han de ser moralistas a la fuerza. Pertenecen al tipo de las mentiras necesarias para mantener el orden social, casi como un refrán piadoso: el crimen no vale la pena. […] todo eso puedo dejarlo pasar […] No, me irrita mucho más la cuestión del argumento en sus novelas. Aquí el fraude es enorme y descarado. Ustedes construyen sus argumentos sobre la base de la lógica, como en el ajedrez: aquí el criminal, aquí la víctima, aquí el confidente, las reglas y revise la partida, y ya tiene cazado al criminal y ha logrado que triunfe la justicia. […] La realidad se las arregla con la lógica sólo a medias. […] pero los factores disonantes que entran en juego son tan frecuentes que muy a menudo es la pura suerte o el azar lo que decide nuestra partida a favor. O en contra nuestra. […] También lo azaroso, lo incalculable, lo inconmensurable, juegan un papel, y un papel demasiado grande.”
Esta tesis es la que pretende demostrar, al menos en el fondo, cuando nos cuenta la historia de su subordinado, el detective Matthäi y su investigación del asesino en serie a la que asistimos, en las páginas que la confirman. Prescinde de un narrador omnisciente para mostrar, con todo detalle, los avances que hace. Precisamente, en este camino, el momento en que Matthäi pregunta a la niña Ursula por la última víctima, Gritli Moser, supone un cambio radical en la base, aparentemente formal y anclada en bases reales:
“-¿No se encontró Gritli con nadie?
-Sí, se encontró con alguien –respondió la niña.
-¿Con quién?
-No era un hombre –dijo la niña.
[…]
-Se encontró con un gigante –dijo la niña en voz baja.
[…]
-Y ese… gigante… ¿le regaló algo a Gritli?-pregunté.
[…]
-Un erizo.
-¿Un erizo? ¿Qué quieres decir, Ursula? –pregunté, confuso.
-El gigante tenía erizos pequeños por todas partes –aseguró la niña.”
Es en ese momento cuando el relato se vuelve onírico, mágico y más perturbador si cabe; sobre todo, una vez acabado, cuando somos conscientes del increíble final conociendo todo lo que ha ocurrido anteriormente. El papel que juega “lo azaroso, lo incalculable, lo inconmensurable” en la resolución final se convierte en algo simplemente imprescindible. Lo genial es que estos elementos no desacreditan la novela policíaca sino que, por el contrario, la engrandecen, convirtiéndola en una obra excelente.
Encadenando lo mágico de lo que hablaba en el anterior libro, en el “Tormenta” de Jim Butcher nos encontramos con algo radicalmente distinto; su mayor pretexto es la diversión, no busca intensión moralizante, no busca trascender (ni falta que le hace); lo que nos encontramos es un investigador de lo paranormal, como podemos ver en las primeras páginas en el cartel del despacho de Harry Blackstone Copperfield Dresden:
“HARRY DRESDEN – MAGO
Se encuentran objetos perdidos.
Investigaciones paranormales.
Asesoría. Consejos. Precios razonables.
No se hacen pócimas de amor, ni bolsos sin fondo, ni fiestas u otros entretenimientos”
“Te sorprenderías al saber cuánta gente llama solo para preguntarme si voy en serio. Pero si hubieras visto las cosas que yo he visto, si supieras la mitad de lo que yo sé, te preguntarías cómo puede pensar nadie que no voy en serio.”
Partiendo de una base tradicional, la del detective clásico, enmarca los casos en lo sobrenatural; en la última frase encontramos la promesa potencial de diversión, de maravillas que podremos ir encontrando en la serie (“Tormenta” es el primero de una serie de novelas que tienen como protagonista al mencionado Harry Dresden) asentadas en las tradicionales figuras ya clásicas del género; así podemos ir encontrando magos, varitas mágicas, calaveras que hablan, demonios, enemigos indefinibles y rastreros:
“El demonio nos acechaba. Podía verlo claramente gracias a la luz de mi bastón, pero hubiese preferido que no fuera así. Era horripilante, deforme, asqueroso, muy musculoso y lo he comparado con un sapo porque no conozco nada más que se aproxime lo más mínimo a su descripción.”
Y el protagonista tiene la mordacidad de los más grandes de la novela policíaca y hace gala de su destreza:
“Y así, caminé a través de un paisaje espectral plagado de calaveras, a pesar de la tormenta que se avecinaba, hacia una casa llena de poder maligno que latía con una fuerza mística feroz y salvaje. Avancé para enfrentarme a un adversario asesino que tenía todas las ventajas, que estaba preparado y deseaba matarme desde lo más hondo de su destructivo poder, mientras que yo estaba armado con nada más que mi propia destreza, mi ingenio y mi experiencia.
¿Tengo un trabajo genial o no?”.
La novela funciona estupendamente a todos los niveles, hay imaginación, hay respeto por los elementos clásicos con la suficiente innovación, hay un sano cóctel de fantasía aderezado con truculencia y criaturas maravillosas o demoníacas; un elenco de personajes en formación pero que empiezan a definirse y, sobre todo, no nos engañemos, entretenimiento del más alto nivel. Más que recomendable ponerse con ella ahora, además, está saliendo una edición en bolsillo muy ajustada en precio y tamaño. Estimo que es una ocasión fantástica para conocerlo y disfrutarlo…