“El maestro y Margarita” de Mijaíl Bulgákov. Clásico imperecedero

maestro_previa_corregida_rgbTiene muchísima gracia que la opción más votada en las novelas de verano para reseñar haya sido este “El maestro y Margarita”; entre otras cosas porque, a estas alturas, qué puedo contar yo sobre una obra de la que se ha dicho tanto; podría ser una tentación hablar de la excelente traducción de Marta Rebón y sobre la edición, se supone que definitiva, de este clásico ruso y no estaría nada mal, pero me voy a centrar en dos o tres aspectos que, quizá no sean tan evidentes.

En el prólogo de Ricardo San Vicente seleccioné dos citas muy interesantes que me sirven como introducción a la obra: en primer lugar, la necesidad de encuadrar dentro de la literatura rusa el estilo de Bulgákov:

“Así, ya en el siglo XIX pero también hoy, se pueden observar dos corrientes poderosas que han marchado paralelas en esta literatura; además de la propiamente realista, subrayemos la que el escritor Andréi Siniavski llama literatura del exceso, de la transgresión, prosa en la que conviven la imaginación y el sarcasmo, el lirismo y el arrebato, el eterno, dolido y grotesco vuelo del ensueño y la imaginación.”

Desde luego, “El maestro y Margarita” estaría entre aquellas obras en prosa que se alejan de la parte más realista para utilizar la ciencia ficción, incluso el terror como elementos desencadenantes de ese “lirismo ensoñador donde conviven la imaginación y el sarcasmo.”

En segundo lugar, los temas tratados, lógicamente lo “fáustico” y su contraposición con lo “bíblico”:

“Hay otras influencias […] está Fausto […] o, mejor dicho, los Faustos, escritos y cantados: la vieja tradición fáustica, donde el demonio, el Príncipe del Mal, es la cara inversa de un mundo regido por un Bien omnipotente, indiscutible y aniquilador. Y también la versión musical del mito, en particular la fascinación que el escritor siente de joven por la ópera y tal vez por su rasgo fundamental, que es la modulación variada y melodiosa de los motivos, sean estos musicales, o extraídos de la realidad más palpable, llámense fuego, tempestad o manuscrito. Está la fascinación por la Biblia y en particular por la pasión –juicio, condena y muerte- de Cristo, el constante interés por el enfrentamiento entre el individuo y el poder.”

De fondo, estos dos elementos y todo lo asociado a ellos, están coherentemente unidos de una manera musical; la ópera, los motivos musicales que se encuentran dentro de ella, los “leit motifs”, surcan con profusión todas las peripecias de nuestros protagonistas; al mismo tiempo, la musicalidad del texto se subraya especialmente y va evolucionando, esa sensación al leer la prosa del autor ruso de que hay un ritmo por detrás que mantiene la cohesión de lo narrado desde el principio y según se van desarrollando;buena parte de esa musicalidad viene de la traducción de Marta Rebón que transmite a la perfección estas sensaciones, a veces de manera explícita como en estas referencias directas a los tipos de voces protagonistas de una ópera:

“-¿Puedo ayudarle en algo? –y se maravilló al no reconocer su propia voz. Había dicho “puedo”  con voz de tiple, “ayudarle” con voz de bajo y “en algo” en un murmullo ininteligible.

El desconocido soltó una risita amistosa, sacó un reloj grande de oro con un triángulo de diamantes en la tapa, que sonó once veces, y dijo:

-¡Las once! Hace exactamente una hora que espero a que se despierte, ya que usted me citó a las diez en su casa. ¡Y aquí me tiene!” (Primeras palabras de Mefistófeles en el Fausto de Gounod)

Otras veces en el propio ritmo, mediante la repetición de sentencias que van apareciendo y van evolucionando, como es el caso de la frase “¡El demonio sabrá qué está pasando!” que aparece citada en diferentes ocasiones.

Adopta el uso de narrador omnisciente que busca, además, la complicidad con el lector mediante continuas digresiones que buscan la implicación; es un narrador que presume de “veraz” aunque no le importe la historia:

“Incluso a mí, narrador veraz, aunque ajeno a esta historia, se me encoge el corazón cuando pienso en lo que debió de sentir Margarita al llegar al día siguiente a la casita del maestro sin haber tenido tiempo, por suerte, de explicárselo todo a su marido, que no había regresado el día previsto, y enterarse de que el maestro ya no estaba allí.”

La visita del Diablo a Moscú, la aparente línea principal de la trama, le sirve para mostrar la decadencia de la sociedad rusa, es la interpretación más evidente para la mayoría de los lectores; en el siguiente texto vemos reflejada en toda su elocuencia, la temible frivolidad rusa ante la desgracia de uno de sus miembros:

“Sí, una ola de dolor se desató con la llegada de las terribles noticias sobre Mijaíl Aleksándrovich. Alguien, agitado, gritaba que era preciso, al instante y allí mismo, redactar un telegrama colectivo y enviarlo inmediatamente.

Pero ¿qué telegrama?, nos preguntamos. ¿Y a dónde? ¿Y por qué enviarlo? En realidad, ¿a dónde se podría mandar? ¿Y de qué serviría un telegrama a quien ahora estaba con la nuca aplastada entre las manos enguantadas del disector y con el cuello pinchado por la aguja torcida del profesor? Ha muerto y no necesita telegramas. Todo ha acabado, no saturemos las líneas del telégrafo.

Pues sí, ha muerto, ha muerto… Pero nosotros estamos vivos.”

O en este otro momento donde retrata con crueldad el interés pecuniario:

“-Bueno –respondió este último, pensativo-, son como todas las personas. Les gusta el dinero, pero eso siempre fue así… La humanidad ama el dinero, no importa de qué esté hecho, si de piel, de papel, de bronce o de oro. Bueno, son frívolos… Pero ¿y qué?  A veces la misericordia también llama a sus corazones… Gente corriente…”

La aparición del diablo y sus secuaces, maravillosamente gráfica:

“La celebridad recién llegada impresionó a todos por su frac maravillosamente cortado, de una longitud nunca vista antes, y por aparecer, además, con un antifaz negro. Pero lo más sorprendente de todo eran los dos compañeros del mago: un tipo alto con un traje de cuadros y unos quevedos rajados y un gato negro gordo, que entró en el camerino sobre las patas traseras y con total desenvoltura se sentó en el sofá, amusgando los ojos por la luz de las desnudas lámparas de maquillaje.”

Ellos son los instrumentos que utiliza Bulgákov para diferentes funciones

1 .La ya comentada representación (y crítica) de la sociedad rusa.

2. Aderezar el texto con detalles humorísticos de todo tipo.

3. Añadir (sorprendentemente) elementos truculentos a los ya comentados fantásticos:

“Y ocurrió algo inaudito. Al gato negro se le erizó el pelo y soltó un maullido desgarrador. Luego se hizo un ovillo y se lanzó como una pantera directamente sobre el pecho de Bengalski y desde allí saltó a la cabeza. Gruñendo, el gato hundió sus patas regordetas en la escasa cabellera del presentador y, tras aullar de un modo salvaje, en dos movimientos, le arrancó la cabeza del cuello carnoso.”

4. Como elemento principal del mito fáustico, le sirve para contraponer los elementos bíblicos más o menos implícitos:

“El canto del gallo se repitió, la chica rechinó los dientes y su pelo rojo se erizó. Al tercer quiquiriquí la chica dio media vuelta y salió volando.”

5. (y quizá más importante) Ayuda a descubrir el libro de Pilato que ha creado el maestro y que se incorpora a la narración en mediante una reescritura.

Este maestro nos hace dudar sobre quién es el álter ego del escritor ruso, para mí claramente es este, y no el narrador omnisciente:

“Soy el maestro –se puso serio y sacó del bolsillo de la bata un gorrito negro, todo mugriento, con una “M” bordada en seda amarilla. Se puso este gorrito y se mostró a Iván de perfil y de frente, para probar que era el maestro-. Me lo cosió ella, con sus propias manos – añadió, misterioso.

-Pero ¿cómo se llama?

-Ya no tengo nombre –respondió el extraño visitante con un lúgubre desdén-. Renuncié a él, al igual que he renunciado a todo en la vida. Olvidémoslo.”

El maestro no tiene nombre y su primera aparición tiene lugar en un manicomio, da la impresión que se sentía de esa manera en una Rusia que le censuraba y que ahogaba su trabajo.

Esta reescritura de un relato bíblico, el pasaje de Pilato con respecto a Jesucristo y su pasión es quizá, lo más innovador y lo menos evidente; ¿qué buscaba el autor con esta estrategia?

La tradicional condena al procurador es suavizada y obtiene, de alguna manera, una cierta redención; es posible que Bulgákov como escritor se atribuyera cualidades mesiánicas y, al mismo tiempo, buscara aumentar la importancia del escritor como autor en la sociedad, desde luego, en cada párrafo de estos capítulos sus cualidades artísticas alcanzan el mayor lirismo:

“Las tinieblas llegadas del Mar Mediterráneo se extendieron sobre la ciudad odiada por el procurador. Desaparecieron los puentes colgantes que unían el templo con la temible Torre Antoni, del cielo descendió un abismo que engulló a los dioses alados que dominaban el hipódromo, el palacio de los Asmoneos con su troneras, los bazares, los caravasares, los callejones, los estanques… Despareció también Yershalaim, la gran ciudad, como si nunca hubiera existido. Quedó todo devorado por las tinieblas que asustaron a todo ser vivo en Yershalaim y alrededores. Una extraña nube llegó del mar hacia el final de la jornada del decimocuarto día del mes primaveral de Nisán.”

En esta, su magna obra, buscaba su propia redención; buscaba su descanso después de tantas penurias, un descanso eterno a través de la literatura:

“-Escucha la calma –decía Margarita al maestro, y la arena susurraba bajo sus pies descalzos-. Escucha y disfruta de lo que nunca se te dio en vida, la calma. Mira, delante de ti está tu casa eterna, que te han ofrecido como recompensa. Ya veo la ventana veneciana y la vid que trepa hasta el techo. Esa es tu casa, tu casa para la eternidad. Sé que de noche vendrán a visitarte aquellos a quienes amas, los que te interesan y no te inquietarán. Tocarán para ti, cantarán, verás qué luz habrá en la habitación cuando ardan las velas. Te dormirás con tu gorrito mugriento y eterno puesto, te dormirás con una sonrisa en los labios. El sueño te fortalecerá, empezarás a razonar sabiamente. Y nunca más te atreverás a echarme. Yo velaré tu sueño.”

Una narración perfecta, donde la mezcla de géneros y su musicalidad nos reconfortan, nos divierten y nos hacen reflexionar. Fabulosa.

Los textos provienen de la excelente traducción de Marta Rebón de “El Maestro y Margarita” de Mijaíl Bulgákov para Nevsky. Ilustraciones de Alfonso Rodríguez Barrera.

Lo normal es que mi reseña hubiera acabado aquí. No será así, es más un tirón de orejas para la editorial.

Mi ejemplar tuvo un problema de paginación importante a mitad del libro, unas páginas se repetían, había saltos, faltaban muchas… en fin, era imposible leerlo. Lo comuniqué a la editorial por diferentes medios (Twitter, Facebook…) pero no he recibido ninguna respuesta de ellos, aunque sí en particular de la traductora, que no tenía por qué haberlo hecho y se interesó igualmente.

Lo solucioné con mi librero que fue donde lo compre pero el evento me genera unas reflexiones:

-Ocurrió en agosto, cierto, todos tenemos derecho a unas vacaciones, incluso las editoriales. El problema es que ni siquiera se ha contestado desde ninguno de los medios mencionados y, desde luego, no parece haber interés.

-Si llego a comprarlo en su web… todavía no estaría solucionado después de veinte días. Menos mal que lo compro en una librería maravillosa. Es evidente que no creo que vuelva a comprar en una web porque estaría bastante indefenso.

-Me consta que hay más lectores a los que les ha ocurrido, por lo tanto una tirada salió mal… ¿no sería lo suyo que la editorial pusiera un comunicado en su web o hiciera algún tipo de acción de comunicación a sus lectores? Entre otras cosas porque es un libro que se deja guardado por su tamaño y a lo mejor se tarda tiempo en leerlo… si pasa mucho tiempo puede ser difícil de cambiar según ciertos cauces. Incluso debería revisar su propio stock por si las moscas….

-Me sentó mal la falta de interés de una editorial a la que he defendido siempre pero que no muestra, por lo menos, un poco de profesionalidad y respeto por sus lectores actuales y potenciales.