Da la casualidad que, recientemente, han salido dos libros ilustrados para niños que, indudablemente, me atraían por diferentes motivos. El primero de ellos, además, trataba de convertirse en una novela de detectives para niños, por lo tanto, se trató de la primera elección por mi afinidad con el género.
El norteamericano Stephan Pastis, creador de la exitosa tira cómica “Pearls Before Swine” ha comentado sobre “Desastre & Total. Agencia de detectives”, el primer libro infantil que escribe e ilustra: “Cuando era pequeño me encantaba reír. Y espero que este libro consiga esto, tanto con los niños como con sus padres. Yo solo quiero darles una historia que tenga algo divertido en cada capítulo.”
En el primer capítulo “Bla, bla, bla, bla” esta intención es patente en la presentación del singular detective:
“Vale, primero la parte aburrida y así nos la quitamos de encima. Me llamo De Sastre. Timmy De Sastre. […] Se ve que antes nuestro apellido era De Remendón. Pero algún listillo de la familia le quiso dar más categoría. No se os ocurra hacer chistes con lo de “desastre”. Porque soy todo lo contrario. Soy el fundador, presidente y consejero delegado de la agencia de detectives que lleva mi nombre. De Sastre Detectives. De Sastre Detectives es la mejor agencia de detectives de la ciudad y probablemente del estado. Puede que hasta de toda la nación.”
Esta presentación está aderezada con los dibujos simples y efectivos del ilustrador,; no se puede ocultar que realzan la intención de ofrecer diversión y diferentes niveles de lectura; esta metarreferencialidad de la que hace gala, es más que evidente en los títulos que utiliza, muy representativos de diferentes películas o novelas, basten unos cuantos ejemplos como los siguientes:
“Zumo de naranja. Agitado, no revuelto.” “Timmynator, el juicio final.” “No es país para FLOjos” “El código Da Corrina.”
Cada capítulo (corto y adictivo) te saca una sonrisa, puede ocurrirte con un dibujo, con uno de los divertidísimos diálogos o con alguna de las hilarantes reflexiones del genuino personaje principal:
“De verdad que no quiero dedicar ni un minuto más de lo estrictamente necesario a escribir sobre el Centro del Mal en el Universo. Primero, porque nunca dedico ni un minuto a pensar en ella. Y segundo, porque realmente la odio mucho. Así que seré breve: La Bestia Negra tiene una agencia de detectives, la CCIA, que, según ella, significa “Corrina Corrina Investigación en Acción”. Según yo, significa “Corrina Corrina la Idiota que Alucina.”
En el antepenúltimo capítulo “Elemental, querido Gunnar”, resuelve, como no podía ser de otra forma, los cabos pendientes a su manera y nos lleva a un final esperanzador con el resurgimiento de la agencia y el gran detective.
Estamos ante una de las obras del año que puede ser leída y disfrutada tanto por niños como por adultos debido al juego que propone el inteligente Pastis. Labor aparte la de la traducción realizada por Isabel Llasat Botija, espléndida en el manejo de los juegos de palabras necesarios para disfrutarla en su plenitud. Esperemos que Editorial del Molino consiga poder seguir publicando las siguientes entregas porque valen muchísimo la pena.
El segundo caso es radicalmente distinto se trata de “El doctor Proctor y los polvos tirapedos” del noruego Jo Nesbo; el creador del investigador Harry Hole lleva a cabo aquí su primera incursión en la literatura infantil acompañado de Per Dybvig en las ilustraciones. Después de la más que competente labor de Nesbo en la novela policíaca me entró la curiosidad.
Esta novela de aventuras tiene a Lise y Tapón como protagonistas, especialmente el diminuto pelirrojo: “Lise se puso de puntillas y miró por encima de la verja. Y descubrió a un niño pequeño y pelirrojo, bueno, no es que fuera pelirrojo, es que tenía el pelo rojo como un tomate. Y no es que fuera pequeño, es que era diminuto. Tenía una cara diminuta con dos diminutos ojos azules y, entre ellos, una diminuta nariz respingona. Lo único grande que tenía en la cara eran las pecas.”; y a un científico loco, en sus propias palabras: “Soy el doctor Proctor –dijo el doctor. Sus erres sonaban como un cortacésped mal engrasado-. Soy un profesor chiflado. O casi chiflado.”
Nesbo aprovecha la típica fascinación por lo escatológico que demuestran los niños a una cierta edad, para crear una historia llena de aventuras alrededor de una fórmula que hace que tires pedos hasta incluso ponerte en órbita; esos “pedonautas”, con malos malosos como se par de gemelos, escapadas de prisiones y mucha escatología conforman la historia.
La historia es sencilla en el planteamiento y se lee sin prácticamente dificultad; sin embargo está hecha para niños solamente, no hay posibles segundas lecturas; ciertamente funciona a ese nivel, pero un adulto no va a encontrar muchos alicientes en este pastiche de aventuras. Además, tengo que reconocer que no es un libro que dejaría a un niño a edad temprana… este párrafo por ejemplo, es difícilmente explicable por todo lo que puede implicar…
“-Hablábamos sobre lo que pasa cuando mujeres como Lise y como usted son más listas que nosotros los hombres, señora Strobe –dijo Tapón-. En mi opinión, las mujeres deberían hacerse cargo del mundo, exterminar a todos los hombres, congelar células de esperma para tener hijos y matar a los bebés niño al nacer.”
Sin estar mal, se queda a un nivel mucho más bajo que el de Pastis, maravilla y delicia total. Sigo prefiriendo a Nesbo en sus novelas policíacas.
PS. Los textos de “El Doctor Proctor y los polvos tirapedos” provienen de la traducción realizada por Meritxell Salvany para la edición de la obra en Ediciones la Galera.