No entiendo muy bien cómo he llegado a copiar estos textos aquí ni qué voy a comentar exactamente, pero sí quería explicar algo sobre Wislawa Szymborska; como ando tan justo de tiempo he cogido textos de dos obras diferentes: por un lado, Lecturas no obligatorias, publicada por Alfabia; por el otro, la Antología poética que publicó Visor; el caso es que las dos me han encantado y quería utilizar los excelente prólogos de ambas para dilucidar los motivos por los que se ha convertido en una escritora habitual en mi lista de lecturas.
Cuando descubres autores de los que no sabes nada siempre tienes la tentación de discernir cómo son, al menos alguna característica que defina su personalidad, otra cosa es que al descubrir algo no te guste y prefieras obviarlo, suelo separar la obra del personaje por simple pragmatismo; de esa manera disfruto de ella independientemente de que me caiga bien o no. Sin embargo, hay casos en los que texto y vida están indisolublemente unidos y tal es la cuestión con la escritora polaca; gracias a la antología poética tenemos la posibilidad de desvelar, a través del discurso que dio al recibir el Nobel, algo de este carácter:
“El 6 de diciembre viajó a Estocolmo para la entrega de los premios Nobel, acompañada de un pequeño grupo de amigo. Pronunció uno de los discursos más breves pero también más impactantes de la historia del premio. En la alocución resumió de manera sorprendente y sencilla el sentido de la poesía. La poesía que, en realidad, es la vida misma. “Estimo altamente estas dos pequeñas palabras: ‘no sé’. Pequeñas, pero dotadas de alas para el vuelo. Nos agrandan la vida hasta una dimensión que no cabe en nosotros mismos y hasta el tamaño en el que está suspendida nuestra Tierra diminuta. Si Isaac Newton no se hubiera dicho ‘no sé’, las manzanas en su jardín podrían seguir cayendo como granizo, y él, en el mejor de los casos, solamente se inclinaría para recogerlas y comérselas. Si mi compatriota María Sklodowska-Curie no se hubiera dicho ‘no sé’, probablemente se habría quedado como maestra de química en un colegio para señoritas de buena familia y en este trabajo, por otra parte muy decente, se le hubiera ido la vida. Pero siguió repitiéndose ‘no sé’ y justo estas palabras la trajeron dos veces a Estocolmo, donde se otorgan los premios Nobel a personas de espíritu inquieto y en búsqueda constante.”
Ella misma se define a través de su incapacidad de no-saber, y presenta esta filosofía como un camino de vida; es muy difícil reconocer que no sabes algo, afirmar tu incapacidad para entender lo que te están contando, duele porque todos queremos demostrar nuestra importancia; sin embargo, Szymborska nos enseña un camino distinto: reconocer lo que nos falta para empezar mejorar; es un punto de partida distinto que a ella le sirve para explorar diferentes recorridos. Esto nos lleva a otro texto interesante sobre la creación, la lucha contra la página en blanco y su tranquilidad a la hora de componer poemas:
“La primera dama de la poesía polaca decía que la lucha de un poeta es enfrentarse con la hoja en blanco, sentado ante el escritorio, en soledad. Así lo hacía ella, de noche, creaba pocas o muchas líneas que la mayoría de las veces no pasaban la prueba del alba y terminaban en la papelera (por cierto, en una de las veladas con jóvenes lectores dijo que la herramienta más importante para un poeta era la papelera).
Trabajaba cada palabra, cada frase con enorme cuidado. Le importaba mucho el ritmo, la música del verso. Publicó apenas 13 tomos escritos en los 86 años de su vida, libros que, a partir de los años 60, se convirtieron en grandes acontecimientos literarios, recibidos con admiración por el público y la crítica. Szymborska siempre se mantuvo fiel a su estilo tranquilo, tonificado, lleno de elementos aparentemente fútiles pero que unas veces llevan delicadas dosis de sentido del humor y otras aprietan la garganta en un llanto interior.
Toda una artesana de las letras, palabra a palabra llegaba a componer textos de valía y no consideraba que fuese ni intelectual ni especialmente inspirada por un genio poético que daba luz a sus períodos de sombras. La sencillez aparente de sus composiciones vuelve a demostrar el cómo la poesía está indisolublemente unida a la vida, aunque sólo sea así para los 1600 lectores de poesía que hay en cada país:
“Dijo alguien (lo repito tras Adam Zagajewski) que mires por donde mires, al fin y al cabo, en cada país hay 1600 lectores de poesía. Sea verdad o no, quizás viviríamos ignorando la existencia de la gran poesía de Wislawa Szymborska, si no fuera por el premio Nobel. O quizás no sea cierto… Ahora sus poemas se traducen a todos los idiomas del mundo, las tiradas de sus libros alcanzan varios miles de ejemplares, se reeditan. Tiene admiradores en todos los continentes, en diferentes sociedades y tradiciones literarias y culturales. La poesía de Szymborska llega al fondo, afecta y cautiva, por la universalidad de su mensaje y su forma elegante, aparentemente sencilla y clara, por su falta de narcisismo. Sencillamente, cuenta la realidad a su manera a través de la poesía. Es un hada buena, que ve pequeñas, sencillas cosas: gestos, sonrisas, frases, miradas. Su varita mágica nos convierte en seres sensibles. Nos abre un mundo que antes no veíamos.
Ya lo decía Fernando Pessoa: la literatura es la prueba evidente de que la vida no basta. Podríamos añadir: la poesía es el condimento indispensable para que la vida tenga sentido.”
Como buena muestra del resultado de su poética no quería pasar a su prosa sin poner uno de sus poemas más famosos:
LAS TRES PALABRAS MÁS EXTRAÑAS
“Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba viaja ya al pasado.
Cuando pronuncio la palabra Silencio,
lo destruyo.
Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.”
Entrando en las lecturas no obligatorias, elimino todo lo referente a la poesía en su prólogo y me voy a lo que me ocupa, lo referente a su prosa en general y particularmente a estos artículos; Manel Bellmunt Serrano lo desarrolla muy bien, definiendo la visión del arte de la polaca de una manera común hablemos de lo que hablemos (poesía o prosa):
“Pero el libro que quiero presentarles no es una antología de sus poemas, y con razón se preguntará el lector por qué hago referencia a su poesía. Las razones son múltiples, pero únicamente referiré dos: en primer lugar, los temas tratados en este volumen de prosas son, en su mayoría, los mismos a los que alude su poesía y, en segundo lugar, para comprender la dimensión moral y ética de la autora es necesario comprender su poesía y su visión del arte. Y esa visión del arte coincide tanto en su obra poética como en su prosa, y podríamos definirla como un humanismo revestido de ironía.”
De ahí que sus comentarios busquen lo insospechado de sus lecturas, trasladándonos perspectivas diferentes, puntos de vista alejados que pueden funcionar como aclaraciones, reseñas o simples reflexiones que le pueden llevar a digresiones que se pueden acercar ( o no) al sentido del texto, pero que siempre constituyen algún tipo de valoración crítica:
“Lecturas no obligatorias es una recopilación de textos aparecidos durante décadas primeramente en Zycie Literackie, un conocido semanario polaco de literatura y cultura, y , más tarde, en otras revistas como Pismo u Odra. A partir de 1993, estas breves piezas en prosa se publicarán en Gazeta Wyborcza. […] sus columnas no son reseñas literarias, sino comentarios a obras que normalmente no acaparan la atención del crítico.[…] En ocasiones, Szymborska se olvida ex profeso de las obligaciones del articulista y divaga sobre temas que guardan poca o ninguna relación con el libro. Rara vez se centra exclusivamente en la obra en cuestión, sus características formales o su calidad literaria, pero siempre arroja una valoración crítica –a veces sutil; otras, despiadada- sobre el asunto en cuestión.”
Y todo se alinea con la filosofía del “no sé” de la que hablé anteriormente, ya que los textos que construye Szymborska son tan eclécticos como poco habituales pero, inevitablemente, en todos ellos se vislumbra este humanismo irónico que tan adecuadamente definió el prologuista:
“En el fondo, sus artículos no son más que un pretexto para centrarse en el campo de una prosa que siempre se ha declarado “incapaz de escribir”. El lector pronto se dará cuenta de la realidad que subyace bajo esa aseveración, y de que la autora polaca utiliza el lenguaje con maestría y precisión también en prosa. Hay artículos sobre biología, arqueología, historia, geología, botánica, psiquiatría, gastronomía… Pero en todos ellos se aprecia a trasluz el lado más humanista de Szymborska, un humanismo recubierto de ironía.”
El término medio Aristotélico sería una manera (in)justa de modelar las aproximaciones de la poeta; entre otras cosas porque transita la heterodoxia sin estar demasiado lejos, la ortodoxia sin ser reaccionaria, da la impresión de que nos muestra la vida tal y como es, con todas sus incoherencias y discordancias:
“La filosofía de Szymborska se decanta por la moderación (que no el conservadurismo) y el escepticismo. Trata cautamente de evitar las grandes frases y las grandes aseveraciones y prefiere las contradicciones a las verdades generalmente aceptadas. El mundo que nos presenta no se basa en una cosmogonía aparte, sino que añade glosas a la realidad en que vivimos. Como ella misma añade en algunas ocasiones a sus artículos, su lugar se encuentra en el margen, junto al conocimiento aceptado. Es una heterodoxa que, sin embargo, prefiere no alejarse en exceso de la ortodoxia.”
Lo que está claro es que, de esta manera, nos entretiene, nos hace disfrutar de lo que leemos y todo ello lo consigue sin vanos efectos artificiales que vacíen de significado el sentido de lo que nos cuenta:
“Lecturas no obligatorias es muchas cosas, todas a la vez. Es por eso que esas piezas en prosa son tan entretenidas y amenas. Y lejos de vulgarizar la literatura, buscan todo lo contrario: devolverle su dignidad y su humanidad. Porque el libro, como día Szymborska, es una de las mayores invenciones del homo ludens. Nos hace libres, nos invita a soñar y nos entretiene, entre otras muchas cosas. Szymborska sique escribiendo para disfrute del resto. Y la sonrisa, aunque digan lo contrario, nos acerca a nosotros mismos.”
Buena muestra de su talento puede verse en los siguientes textos que he escogido (y que podrían haber sido otros); me encanta el paralelismo de Vermeer con un cuarteto de cámara inusual que ejecuta con respecto a una biografía del autor:
“Expresar con palabras las obras de Vermeer es un esfuerzo en vano. En su caso, un cuarteto musical con dos violines, un fagote y un arpa sería un medio de expresión mucho más apropiado.”
Simplemente, no puedo dejar de adorar su apología del humor frente a la tan cacareada seriedad, “seriedad absurda” es un término a tener muy en cuenta a partir de ahora, debería convertirse en una expresión que usemos frecuentemente:
“Opino que tanto la gravedad como el humor son igual de valiosos y, por ello, espero con ansia el momento en que la seriedad comience a envidiar al humor a modo de revancha. […] Señores críticos, ustedes que se sirven del término “humor absurdo”, ¡acuñen del mismo modo el de “seriedad absurda”! Distingan la seriedad refinada de la primitiva, la despreocupada de la macabra.”
Muy en línea con nuestra incapacidad de decir “no sé”, el auto examen de conciencia sería lo anterior a este reconocimiento; tememos ver nuestro interior, queremos constatar que somos mejores que los demás, de ahí que siempre busquemos los defectos de los demás:
“No es fácil hacerse un examen de conciencia a uno mismo; sin embargo, hacérselo a cualquier otra persona nos resulta fácil y refuerza nuestro convencimiento de que somos mejores.”
A favor totalmente de su apreciación del tiempo estival como espacio-tiempo dedicado a lecturas concienzudas… algo que nunca hago yo mismo por la razón que ella comenta:
“Recomiendo esta larga lectura para el tiempo estival. No sé de dónde ha salido esa idea estúpida de que hay que elegir lecturas ligeras para las vacaciones. Si es todo lo contrario: esas lecturas ligeras deben leerse –si es que en realidad es posible leer algo- antes de acostarse, después del trabajo o las labores de casa, cuando resulta difícil encontrar esa concentración que requieren los libros más serios.”
No me puedo creer que hayas llegado a estas alturas y no te hayas decidido a buscar un libro suyo todavía. Si es así, ¿a qué esperas? Verás cómo vale la pena.
Los textos provienen de la traducción del polaco de Elzbieta Bortklewicz y Manel Bellmunt Serrano de Antología poética en Visor Poesía y en Lecturas no obligatorias de Alfabia ediciones