Prosas reunidas de Wislawa Szymborska. Ocurrencias geniales

Es habitual que, cada cierto tiempo, realice un artículo con las novedades verdaderamente interesantes que se aproximan en los meses siguientes; en el artículo de comienzos de este año 2017 una de mis elecciones era, sin dudarlo, este Prosas reunidas de Wislawa Szymborska por méritos propios; en este artículo hablaba someramente sobre algunas de las características de su poesía e, igualmente, me extendía con su prosa gracias a sus Lecturas no obligatorias; es sobresaliente la forma en que afrontaba las reseñas de libros (y su poesía) fundamentada en su filosofía del no-saber, toda una doctrina de vida que viene de reconocer que no se sabe sobre algo para, a continuación, estudiarlo y ponerse con ello.

Antes de hablar sobre ella de nuevo, me veo en la obligación de aclarar las características de la edición que nos trae Malpaso, el título puede llevar a engaño a un potencial lector que puede esperar obras de prosa ficcional; sin embargo, estas prosas recogen todas sus lecturas no obligatorias, es decir, reseñas de libros (la mayoría de ellos polacos y bastante desconocidos); lo más curioso es que todas ellas fueron publicadas con anterioridad por la editorial Alfabia en tres volúmenes: Lecturas no obligatorias, Más lecturas no obligatorias y Siempre lecturas no obligatorias. Por lo tanto, este libro agrupa los tres volúmenes en uno, la traducción y prólogo son los mismos, de Manel Bellmunt Serrano; buena idea por parte de la editorial que aprovecha para poner un precio más competitivo comparado con comprar los tres anteriores.

El contenido es, lógicamente, maravilloso, como ya comenté en la reseña que he mencionado; si bien es cierto que en esta ocasión me he fijado en la capacidad que tiene de sorprendernos y de hacer interesantes (y divertidas) reseñas de obras de autores polacos que, posiblemente, no los veamos publicados por aquí nunca. He sido aún más consciente de la capacidad que tenía la autora de centrarse en aspectos que nunca me pasarían por la cabeza en la lectura de un libro; todo se explica mejor con un ejemplo, como cuando realiza la reseña de un libro de memorias del excepcional tenor italiano Beniamino Gigli.

En la primera parte de su reseña, Szymborska recalca cómo es la vida habitual de un cantante de ópera, yendo durante 40 años de una estación a un hotel, de un hotel a la ópera, de vuelta al hotel, etc. Las mismas preguntas de los periodistas, más o menos las mismas respuestas. De hecho acaba indicando:

La vida del cantante trascurrió en medio de un inmenso ningún sitio, perpetuo escenario de un mismo teatro que solo cambiaba de nombre.” 

Sin embargo, a continuación, con su característico ingenio, le da la vuelta a esta aparente monotonía, dándole un vuelco al lector que, evidentemente, no lo espera:

Las memorias de Beniamino son aburridas, pero es un aburrimiento en cierta manera fascinante” 

¿Puede ser fascinante el aburrimiento? Desde luego, en las manos de la escritora polaca tiene una explicación que argumenta a continuación resaltando en primer lugar la época en que vivió el cantante, desde el comienzo de la I Guerra Mundial hasta un poco después de la II. Tiempo convulso donde lo haya para la mayoría de los mortales y que, sin embargo, no tiene ninguna importancia para Gigli, bautizado por la escritora como “el primer memorialista para el que no existe la historia.” 

Un tenor que se preocupó únicamente de su diafragma y de que su voz sonara hermosa para el espectador. Una despreocupación que no le impidió cantar en ningún sitio, ni siquiera para un espectáculo de Hitler, no era fingida su extrañeza cuando se le reprochó esto último. La escritora utiliza entonces una metáfora manida pero que, en el contexto de lo que estamos leyendo, suena diferente, ciertamente hermosa:

Cantó cómo un pájaro posado sobre la rama de un árbol, ¿por qué iba a preocuparte un pajarillo de quién había a su lado?” 

El último giro no hace más que refrendar lo fascinante que resulta leer a alguien así, con la única pretensión de cantar bellamente, un personaje que, sin duda conoció a los grandes ogros de la época pero que no tiene reparos en reconocer lo poco que le aportaron:

No presté atención a ninguno de esos señores. Y además, ni siquiera tengo algo interesante que decir sobre ellos.” 

Estoy seguro de que la grandísima Szymborska escribía cada uno de sus textos con una sonrisa en la cara, una sonrisa dulce que, probablemente, se ensanchara cuando cerraba cada una de sus reseñas. Da la impresión que ese gesto se transmite en cada una de sus palabras, como si estuviera leyéndolas a nuestro lado.

Los textos provienen de la traducción de Manel Bellmunt Serrano  de Prosas reunidas de Wislawa Szymborska para la editorial Malpaso.

Lecturas no obligatorias de Wislawa Szymborska. Grandeza sin aspavientos

9788498959185_l38_04_hNo entiendo muy bien cómo he llegado a copiar estos textos aquí ni qué voy a comentar exactamente, pero sí quería explicar algo sobre Wislawa Szymborska; como ando tan justo de tiempo he cogido textos de dos obras diferentes: por un lado, Lecturas no obligatorias, publicada por Alfabia; por el otro, la Antología poética que publicó Visor; el caso es que las dos me han encantado y quería utilizar los excelente prólogos de ambas para dilucidar los motivos por los que se ha convertido en una escritora habitual en mi lista de lecturas.

Cuando descubres autores de los que no sabes nada siempre tienes la tentación de discernir cómo son, al menos alguna característica que defina su personalidad, otra cosa es que al descubrir algo no te guste y prefieras obviarlo, suelo separar la obra del personaje por simple pragmatismo; de esa manera disfruto de ella independientemente de que me caiga bien o no. Sin embargo, hay casos en los que texto y vida están indisolublemente unidos y tal es la cuestión con la escritora polaca; gracias a la antología poética tenemos la posibilidad de desvelar, a través del discurso que dio al recibir el Nobel, algo de este carácter: 

“El 6 de diciembre viajó a Estocolmo para la entrega de los premios Nobel, acompañada de un pequeño grupo de amigo. Pronunció uno de los discursos más breves pero también más impactantes de la historia del premio. En la alocución resumió de manera sorprendente  y sencilla el sentido de la poesía. La poesía que, en realidad, es la vida misma. “Estimo altamente estas dos pequeñas palabras: ‘no sé’. Pequeñas, pero dotadas de alas para el vuelo. Nos agrandan la vida hasta una dimensión que no cabe en nosotros mismos y hasta el tamaño en el que está suspendida nuestra Tierra diminuta. Si Isaac Newton no se hubiera dicho ‘no sé’, las manzanas en su jardín podrían seguir cayendo como granizo, y él, en el mejor de los casos, solamente se inclinaría para recogerlas y comérselas. Si mi compatriota María Sklodowska-Curie no se hubiera dicho ‘no sé’, probablemente se habría quedado como maestra de química en un colegio para señoritas de buena familia y en este trabajo, por otra parte muy decente, se le hubiera ido la vida. Pero siguió repitiéndose ‘no sé’ y justo estas palabras la trajeron dos veces a Estocolmo, donde se otorgan los premios Nobel a personas de espíritu inquieto y en búsqueda constante.” 

Ella misma se define a través de su incapacidad de no-saber, y presenta esta filosofía como un camino de vida; es muy difícil reconocer que no sabes algo, afirmar tu incapacidad para entender lo que te están contando, duele porque todos queremos demostrar nuestra importancia; sin embargo, Szymborska nos enseña un camino distinto: reconocer lo que nos falta para empezar mejorar;  es un punto de partida distinto que a ella le sirve para explorar diferentes recorridos. Esto nos lleva a otro texto interesante sobre la creación, la lucha contra la página en blanco y su tranquilidad a la hora de componer poemas: 

“La primera dama de la poesía polaca decía que la lucha de un poeta es enfrentarse con la hoja en blanco, sentado ante el escritorio, en soledad. Así lo hacía ella, de noche, creaba pocas o muchas líneas que la mayoría de las veces no pasaban la prueba del alba y terminaban en la papelera (por cierto, en una de las veladas con jóvenes lectores dijo que la herramienta más importante para un poeta era la papelera).

Trabajaba cada palabra, cada frase con enorme cuidado. Le importaba mucho el ritmo, la música del verso. Publicó apenas 13 tomos escritos en los 86 años de su vida, libros que, a partir de los años 60, se convirtieron en grandes acontecimientos literarios, recibidos con admiración por el público y la crítica. Szymborska siempre se mantuvo fiel a su estilo tranquilo, tonificado, lleno de elementos aparentemente fútiles pero que unas veces llevan delicadas dosis de sentido del humor y otras aprietan la garganta en un llanto interior. 

Toda una artesana de las letras, palabra a palabra llegaba a componer textos de valía y no consideraba que fuese ni intelectual ni especialmente inspirada por un genio poético que daba luz a sus períodos de sombras. La sencillez aparente de sus composiciones vuelve a demostrar el cómo la poesía está indisolublemente unida a la vida, aunque sólo sea así para los 1600 lectores de poesía que hay en cada país: 

“Dijo alguien (lo repito tras Adam Zagajewski) que mires por donde mires, al fin y al cabo, en cada país hay 1600 lectores de poesía. Sea verdad o no, quizás viviríamos ignorando la existencia de la gran poesía de Wislawa Szymborska, si no fuera por el premio Nobel. O quizás no sea cierto… Ahora sus poemas se traducen a todos los idiomas del mundo, las tiradas de sus libros alcanzan varios miles de ejemplares, se reeditan. Tiene admiradores en todos los continentes, en diferentes sociedades y tradiciones literarias y culturales. La poesía de Szymborska llega al fondo, afecta y cautiva, por la universalidad de su mensaje y su forma elegante, aparentemente sencilla y clara, por su falta de narcisismo. Sencillamente, cuenta la realidad a su manera a través de la poesía. Es un hada buena, que ve pequeñas, sencillas cosas: gestos, sonrisas, frases, miradas. Su varita mágica nos convierte en seres sensibles. Nos abre un mundo que antes no veíamos.

Ya lo decía Fernando Pessoa: la literatura es la prueba evidente de que la vida no basta. Podríamos añadir: la poesía es el condimento indispensable para que la vida tenga sentido.” 

Como buena muestra del resultado de su poética no quería pasar a su prosa sin poner uno de sus poemas más famosos: 

LAS TRES PALABRAS MÁS EXTRAÑAS

“Cuando pronuncio la palabra Futuro,

la primera sílaba viaja ya al pasado.

Cuando pronuncio la palabra Silencio,

lo destruyo.

Cuando pronuncio la palabra Nada,

creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.” 

lecturas-no-obligatorias_prosasEntrando en las lecturas no obligatorias, elimino todo lo referente a la poesía en su prólogo y me voy a lo que me ocupa, lo referente a su prosa en general y particularmente a estos artículos;  Manel Bellmunt Serrano lo desarrolla muy bien, definiendo la visión del arte de la polaca de una manera común hablemos de lo que hablemos (poesía o prosa):

“Pero el libro que quiero presentarles no es una antología de sus poemas, y con razón se preguntará el lector por qué hago referencia a su poesía. Las razones son múltiples, pero únicamente referiré dos: en primer lugar, los temas tratados en este volumen de prosas son, en su mayoría, los mismos a los que alude su poesía y, en segundo lugar, para comprender la dimensión moral y ética de la autora es necesario comprender su poesía y su visión del arte. Y esa visión del arte coincide tanto en su obra poética como en su prosa, y podríamos definirla como un humanismo revestido de ironía.”

De ahí que sus comentarios busquen lo insospechado de sus lecturas, trasladándonos perspectivas diferentes, puntos de vista alejados que pueden funcionar como aclaraciones, reseñas o simples reflexiones que le pueden llevar a digresiones que se pueden acercar ( o no) al sentido del texto, pero que siempre constituyen algún tipo de valoración crítica:

“Lecturas no obligatorias es una recopilación de textos aparecidos durante décadas primeramente en Zycie Literackie, un conocido semanario polaco de literatura y cultura, y , más tarde, en otras revistas como Pismo u Odra. A partir de 1993, estas breves piezas en prosa se publicarán en Gazeta Wyborcza. […] sus columnas no son reseñas literarias, sino comentarios a obras que normalmente no acaparan la atención del crítico.[…] En ocasiones, Szymborska se olvida ex profeso de las obligaciones del articulista y divaga sobre temas que guardan poca o ninguna relación con el libro. Rara vez se centra exclusivamente en la obra en cuestión, sus características formales o su calidad literaria, pero siempre arroja una valoración crítica –a veces sutil; otras, despiadada- sobre el asunto en cuestión.”

Y todo se alinea con la filosofía del “no sé” de la que hablé anteriormente, ya que los textos que construye Szymborska son tan eclécticos como poco habituales pero, inevitablemente, en todos ellos se vislumbra este humanismo irónico que tan adecuadamente definió el prologuista:

“En el fondo, sus artículos no son más que un pretexto para centrarse en el campo de una prosa que siempre se ha declarado “incapaz de escribir”. El lector pronto se dará cuenta de la realidad que subyace bajo esa aseveración, y de que la autora polaca utiliza el lenguaje con maestría y precisión también en prosa. Hay artículos sobre biología, arqueología, historia, geología, botánica, psiquiatría, gastronomía… Pero en todos ellos se aprecia a trasluz el lado más humanista de Szymborska, un humanismo recubierto de ironía.”

El término medio Aristotélico sería una manera (in)justa de modelar las aproximaciones de la poeta; entre otras cosas porque transita la heterodoxia sin estar demasiado lejos, la ortodoxia sin ser reaccionaria, da la impresión de que nos muestra la vida tal y como es, con todas sus incoherencias y discordancias:

“La filosofía de Szymborska se decanta por la moderación (que no el conservadurismo) y el escepticismo. Trata cautamente de evitar las grandes frases y las grandes aseveraciones y prefiere las contradicciones a las verdades generalmente aceptadas. El mundo que nos presenta no se basa en una cosmogonía aparte, sino que añade glosas a la realidad en que vivimos. Como ella misma añade en algunas ocasiones a sus artículos, su lugar se encuentra en el margen, junto al conocimiento aceptado. Es una heterodoxa que, sin embargo, prefiere no alejarse en exceso de la ortodoxia.”

Lo que está claro es que, de esta manera, nos entretiene, nos hace disfrutar de lo que leemos y todo ello lo consigue sin vanos efectos artificiales que vacíen de significado el sentido de lo que nos cuenta:

“Lecturas no obligatorias es muchas cosas, todas a la vez. Es por eso que esas piezas en prosa son tan entretenidas y amenas. Y lejos de vulgarizar la literatura, buscan todo lo contrario: devolverle su dignidad y su humanidad. Porque el libro, como día Szymborska, es una de las mayores invenciones del homo ludens. Nos hace libres, nos invita a soñar y nos entretiene, entre otras muchas cosas. Szymborska sique escribiendo para disfrute del resto. Y la sonrisa, aunque digan lo contrario, nos acerca a nosotros mismos.”

Buena muestra de su talento puede verse en los siguientes textos que he escogido (y que podrían haber sido otros); me encanta el paralelismo de Vermeer con un cuarteto de cámara inusual que ejecuta con respecto a una biografía del autor:

“Expresar con palabras las obras de Vermeer es un esfuerzo en vano. En su caso, un cuarteto musical con dos violines, un fagote y un arpa sería un medio de expresión mucho más apropiado.”

Simplemente, no puedo dejar de adorar su apología del humor frente a la tan cacareada seriedad, “seriedad absurda” es un término a tener muy en cuenta a partir de ahora, debería convertirse en una expresión que usemos frecuentemente:

“Opino que tanto la gravedad como el humor son igual de valiosos y, por ello, espero con ansia el momento en que la seriedad comience a envidiar al humor a modo de revancha. […] Señores críticos, ustedes que se sirven del término “humor absurdo”, ¡acuñen del mismo modo el de “seriedad absurda”! Distingan la seriedad refinada de la primitiva, la despreocupada de la macabra.”

Muy en línea con nuestra incapacidad de decir “no sé”, el auto examen de conciencia sería lo anterior a este reconocimiento; tememos ver nuestro interior, queremos constatar que somos mejores que los demás, de ahí que siempre busquemos los defectos de los demás:

“No es fácil hacerse un examen de conciencia a uno mismo; sin embargo, hacérselo a cualquier otra persona nos resulta fácil y refuerza nuestro convencimiento de que somos mejores.”

A favor totalmente de su apreciación del tiempo estival como espacio-tiempo dedicado a lecturas concienzudas… algo que nunca hago yo mismo por la razón que ella comenta: 

“Recomiendo esta larga lectura para el tiempo estival. No sé de dónde ha salido esa idea estúpida de que hay que elegir lecturas ligeras para las vacaciones. Si es todo lo contrario: esas lecturas ligeras deben leerse –si es que en realidad es posible leer algo- antes de acostarse, después del trabajo o las labores de casa, cuando resulta difícil encontrar esa concentración que requieren los libros más serios.”

No  me puedo creer que hayas llegado a estas alturas y no te hayas decidido a buscar un libro suyo todavía. Si es así, ¿a qué esperas? Verás cómo vale la pena. 

Los textos provienen de la traducción del polaco de Elzbieta BortklewiczManel Bellmunt Serrano de Antología poética en Visor Poesía y en Lecturas no obligatorias de Alfabia ediciones

“Diez de Diciembre” de George Saunders

diez-de-diciembreLa historia que traigo hoy se repite, una vez más.

Escritor extranjero de prestigio. Editorial grande que lo empieza a publicar, no hay continuidad, no hay campaña en medios. No vende. Lo dejamos. Editorial pequeña  decide que puede intentar sacarlo ella y aquí tenemos su última novela que ha sido considerada por la crítica internacional anglosajona como una de las mejores del año y podría haber ganado el “National Book Award”.

Estoy hablando de “Diez de diciembre” del escritor norteamericano George Saunders. De la grande no hablo, pero la pequeña es Alfabia y, junto con esta recopilación de cuentos, está pensando en sacar varios libros más del interesantísimo escritor estadounidense; de hecho en la solapa anuncian “Guerracivilancia en ruinas”, “Pastoralia”, “In persuasion Nation” y el volumen de ensayos “The braindead Megaphone”. Sinceramente, me froto las manos de pensarlo porque es un autor de muchísima calidad. Desde blogs como el mío no faltarán buenas críticas que atraigan a lectores a lecturas como esta, de las que valen la pena.

“Diez de Diciembre” es una recopilación de diez relatos que demuestran con cuatro detalles la maestría innata del escritor. Un libro perfecto para, si no conoces nada de él, tengas la oportunidad de enamorarte de su estilo y convertirlo en un fijo en tus próximas compras. Cada uno de los relatos ahonda en las vidas de las personas de la calle, en esa vida diaria, muchas veces rutinaria e injusta y lo liga a la sociedad norteamericana en su extensión.

En “Vuelta de honor”, sueño y realidad se juntan para reflexionar sobre lo onírica que puede resultar la realidad y la necesidad de su negación para sobrevivir:

“No tenía los puños cerrados. Tenía la roca en la mano y estaba gritándole algo al tipo, que estaba a su vez de rodillas, como el prisionero con los ojos vendados de aquel vídeo que habían visto en Historia, a punto de recibir un sablazo de un pavo con casco.

[…]

Después, durante meses, tuvo pesadillas en las que Kyle le daba el golpe de gracia. Ella estaba sobre el porche, intentando gritar su nombre, pero no salía ningún sonido. Y luego el golpe. Entonces el tipo perdía la cabeza. El golpe, literalmente, le disolvía la cabeza.  Seguidamente el cuerpo caía desplomado y Kyle la miraba con una expresión de: “mi vida ha acabado. He matado a un tío.

¿Por qué sucede, se había preguntado a veces, que en sueños somos incapaces de hacer la cosa más sencilla?”

En “Cachorro”, el amor a un animal lo extrapola al amor general a todo el mundo:

“¿Qué acababa de decir? Eso había estado bien. El amor era querer a alguien tal y como es y hacer cosas para ayudarle a ser aún mejor: Como Bo, que no era perfecto, pero ella lo quería tal y como era e intentaba ayudarle a mejorar.”

En el excepcional “Escapar de la Cabeza de Araña” unos criminales (“Jeff”, dijo Abnesti, irritado, como si intentara recordarme que no estaba aquí por voluntad propia, sino porque había cometido un crimen y estaba cumpliendo con mi pena.”) son utilizados como base de experimentación de drogas, drogas que servirán para manipular mentalmente a cualquier persona sin dejar consecuencias. A medio camino de la novela de ciencia ficción, podríamos hablar de una dixtopía en preparación, terrorífica por las posibles consecuencias:

“Pero hace un momento no expresaste ninguna preferencia”, dijo. “Ergo no queda ninguna traza de aquellos dos grandes amores. Estás completamente limpio. Te hemos llevado hasta arriba, te hemos bajado, y ahora estás aquí, sentado, con el mismo estado emocional que tenías incluso antes de empezar las pruebas. Eso es poderoso, eso es genial. Hemos resuelto un misterio eterno.  Cómo cambia el juego. Supón que alguien no puede amar. Ahora él o ella podrá. Podemos hacer que ame. Imagina que alguien ama demasiado. O ama a una persona que sus tutores o un profesional de la salud considera inapropiada para ellos. Podemos cortarle las alas a esa mierda.”

El fatídico final supone el triunfo de la libertad individual sobre los intentos de esclavizar incluso lo que sentimos.

En el no menos fabuloso “Los diarios de las chicas Sémplica” nos encontramos con el conflicto de clases, el anhelo del padre de una familia en el seno del capitalismo y sus esfuerzos por intentar aparentar más de lo que tiene y mantenerse al nivel de unos vecinos de clase superior a la suya y la de su familia:

“Me quedé un rato mirando, pensando, rezando: Señor, danos más. Danos suficiente. Ayúdanos a no quedarnos atrás con respecto a otros. Quiero decir, ayúdanos a no quedarnos todavía más atrás respecto a otros. Por niños. No quiero que se asusten por lo mucho que nos estamos quedando atrás.

Solo pido eso.”

La misma sociedad te obliga a querer más para poder ser igual al resto y la limitación y el no poder hacerlo produce una frustración imposible de superar:

“¿No sería mejor simplemente no hacer cosas  que no puedes permitirte? ¡Qué fácil es decirlo! Vosotros no estáis aquí, en nuestro mundo, con críos, críos que amas, mientras otras personas hacen buenas cosas para sus hijos, como viaje en busca de raíces a Niza, en caso de los Mancini, o tres semanas buceando en entre pecios en Bahamas, si eres Gary Gold y su acicalado y bronceado hijo Byron.

Limitaciones frustran mucho.”

“A casa” supone una exploración de las consecuencias de la vuelta de la guerra de Vietnam en lo personal y en toda la sociedad, el protagonista es consciente de que el tiempo que ha pasado fuera ha cambiado su vida definitivamente:

“Tres coches para dos adultos, pensé. Menudo País. Menudo par de capullos egoístas mi mujer y su nuevo marido. Podía ver con claridad meridiana cómo, con los años, mis bebés se transformarían poco a poco en bebés egoístas y capullos, luego en niños egoístas y capullos, chavales, adolescentes, y adultos, y yo siempre en segundo plano,  merodeando como una especie de pariente sucio y poco de fiar.”

En “Diez de diciembre”, cuya lectura justificaría enteramente este conjunto de relatos,  Saunders lleva a cabo el paralelismo de dos vidas: la de un niño que quiere ser un héroe:

“El niño pálido con un desafortunado flequillo de Príncipe Valiente y ademanes de cachorro caminó con torpeza hasta el armario del vestíbulo y requisó el abrigo blando de Papá. Luego requisó las botas que había pintado de blanco con aerosol. Pintar la escopeta de balines de blanco había recibido un no. Fue un regalo ir a por ella para que todo el mundo pudiera admirar las vetas de la madera.”

Y un enfermo de cáncer que quiere poner fin a su vida.

“Ay, ay. Esto era demasiado. No había llorado después de las cirugías ni durante la quimio, pero ahora tenía ganas de llorar. No era justo. A todo el mundo le ocurría, supuestamente, pero ahora le estaba ocurriendo a él en particular. Había confiado una y otra vez en recibir alguna exención. Pero no. Algo/alguien más grande que él insistía en denegársela. Te inculcaban que el gran algo/alguien sentía por ti un amor especial, pero al final veías que no era así. El gran algo/alguien era neutral. No le preocupaba. Cuando decidía, con toda su inocencia, moverse un poco, aplastaba a gente.”

Sus vidas se entrelazarán irremediablemente, una colisión muy alejada de la simple parábola que podría resultar en otro narrador; Saunders cambia de estilo según el narrador (así como en el resto de historias incluidas en esta recopilación) y muestra todo su talento para crear una historia muy visceral y, sin embargo, emotiva.

No sé si necesito decir algo más de  este espléndido escritor para que los busquéis ya; coged uno de sus relatos y hablamos.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Ben Clark para esta edición de “Diez de diciembre” de George Saunders en Alfabia.