2018_05_14: Emil Ferris, Scarpa y más…

Vuelvo del fin de semana más cansado de lo que lo empecé. Lo peor de todo es que tenía previsto ver y leer muchas cosas y, como de costumbre, se ha quedado en agua de borrajas. Muchos creen que soy capaz de consumir cultura a todas horas pero, con el tiempo, no es poco habitual que me quede dormido en el camino. Un pequeño desastre, sobre todo si tienes previsto hacer un montón.

Afortunadamente, algo hice, y fue bastante satisfactorio. En series de TV vi poco pero acabamos en casa la segunda temporada de The good place, comedia absolutamente maravillosa, imaginativa y transgresora. Capaz de cambiar su premisa tres veces en dos temporadas y sobrevivir en el intento proponiendo no pocos momentos absurdos para goce de sus fieles televidentes. Es difícil que una serie en la que se encuentran Ted Danson y Kristen Bell no me guste, pero esto es el no-va-más. Queda por comprobar lo que ocurrirá en la tercera temporada pero no dudo de que lo sabrán resolver.

Y paso a las lecturas, en primer lugar, por la compleja Lo que más me gusta son los monstruos de Emil Ferris, primer (y voluminoso) tocho, que contiene la historia de Karen Reyes, una particular niña de 10 años que vive en el Chicago de finales de los sesenta y que lleva un diario gráfico donde refleja su pasión por las películas de terror y la revistas pulp. Ella misma se autodibuja como una niña lobo vestida de detective y se propone resolver el misterio del asesinato de una vecina. Esta adorable premisa le sirve a la autora para presentar una galería de personajes alucinante que interactúan con la protagonista y presentan conflictos sociales de la importancia de la guerra del Vietnam o la Alemania nazi. Todo ello acompañado de unos dibujos como mínimo espectaculares, siniestros por momentos, pero siempre dotados de una expresividad fascinante. Parece mentira que sea capaz de tratar tantos temas (relacionados con identidad, género, raza, etc..) en tan poco tiempo y con tal grado de profundidad sin olvidarse en ningún momento de entretener. Un lujo al alcance de pocos.

Otro cómic con el que me he llevado una grata sorpresa es el de Las escalofriantes aventuras de Sabrina, Roberto Aguirre-Sacasa, acompañado de la tenebrosa puesta en escena gráfica de Robert Hack; nos muestran una versión bastante más horripilante de la que estamos acostumbrados. La inocencia con la que fue concebida la protagonista es aquí llevada unos cuantos pasos más adelante, las brujas son caníbales, los demonios implacables, la sangre, todo un leit motif de una historia muy diferente y, para qué engañarnos, espeluznante (y subyugadora al mismo tiempo).

Mis lecturas terminaron con un paseo por una de mis ciudades favoritas: Venecia. Gracias a la recomendación de Óscar Mora, Venecia es un pez, de Tiziano Scarpa, pasó a engrosar mi biblioteca particular. Qué mejor que un veneciano para reflejar lo que es la ciudad: la forma de hacerlo, corporizando la experiencia a través de las partes de nuestro cuerpo humano. Una manera creativa y dotada de una indudable lírica, cada capítulo usa una de ellas (las manos, pies, rostro…) y las relaciona con algún aspecto de la ciudad. Lo bueno es que se lee con facilidad y se disfruta de una manera totalmente hedonista. Justo lo que necesitaba en este momento para recordar la mágica ciudad.

Lunes de trabajo, justo antes de San Isidro, vuelvo a mi lectura de Goenawan. Mañana espero traer más a este humilde diario, o si no es mañana, que sea pronto.

Abrazos y ¡buenas lecturas!

2018_05_09: Reencuentro con Keigo Higashino

Como comenté en este post intentaré desarrollar varias entradas relativas a mis lecturas y ocio. Espero que sea útil para alguien. A mí probablemente me vendrá muy bien para seguir escribiendo algo con frecuencia y, sobre todo, para ordenar un poco mis pensamientos.

Uno de los pocos mensajes positivos de las últimas semanas, precisamente, tiene que ver con la lectura. Tengo que reconocer que he estabilizado un poco el vaivén y estoy leyendo con mucha regularidad, buena muestra de ello es que el reto de Goodreads, (que utilizo de manera ilustrativa para hacerme una idea de mi ritmo de lectura) lo tengo, por fin, casi al día, con solo un libro por detrás.

Parte de culpa de esta bonanza empezó con la que va a ser una de mis lecturas del año: Deja que te cuente de la maravillosa Shirley Jackson. Una curiosa elección por parte de Minúscula (es uno de los últimos libros y recoge inéditos) teniendo en cuenta que todavía no tenemos ediciones disponibles de The road Through the Wall, Hangsaman, The Sundial o The Bird’s Nest. Cuatro novelas nada menos. Aun así, la elección es tremendamente interesante y me ha descubierto facetas de la autora que no conocía. Cuando subes a un autor/a a un pedestal nunca sueles ser consciente de su vida y en esta recopilación de ensayos y cuentos Jackson transita por el camino cotidiano de su vida. Utiliza muchísimo contenido autobiográfico que desvela características antes no visibles (o conscientes) y la convierte en una diosa terrenal, que tuvo que escribir sus libros mientras cuidaba de sus cuatro hijos, que faltó al estreno de una adaptación porque uno de sus hijos tenía varicela. Su naturalidad para contar sucesos autobiográficos de una manera tan divertida a la par que interesante no hace más que agrandar la figura de una autora ya mítica desde su relato universalmente conocido.

Me encanta la propuesta de la editorial Cerbero, esa recuperación del formato de los bolsilibros para publicar novelas de género, es ciertamente interesante en cuanto a precio y manejabilidad. Llevaba tiempo buscando la novela que me encandilara definitivamente más allá del puro entretenimiento  y lo ha conseguido. Gamusinos de Raquel Froilán cumple con creces las expectativas en un cóctel fabuloso de sci-fi, humor y un poco de terror. El pretexto, una simple caza estelar, irse a un planeta a cazar unas criaturas más peligrosas de lo que parecen. Bien escrito, maravillosamente acabado y deliciosamente perverso.

Quiero terminar esta breve entrada inicial con el último libro en que encuentro en estos momentos. Tras el tropiezo que supuso Paradox 13, vuelvo a reencontrarme con el creador de la desbordante La devoción del sospechoso X, una de las novelas policíacas que más me ha impactado por su inteligencia a la hora de subvertir los tropos habituales del género. La salvación de una santa vuelve a traernos como investigador en la sombra al misterioso profesor Galileo y plantea una idea inicial en la que parecen claros tanto el móvil como el asesino. Imaginad cómo se puede sostener una novela en la que se tiene que centrar en el cómo, durante sus trescientas páginas, estoy casi a la mitad y, por ahora, me tiene absolutamente convencido de que es posible. Definitivamente, lo policíaco es ámbito natural para que se desenvuelva Keigo Higashino. 

Viernes,  fin de semana, más oportunidades de disfrutar del ocio. Todavía tengo que decidir qué serie veré esta noche. Lo que tengo claro es la lectura.

PS: como este post tenía que haber salido el viernes… lo actualizo con información de hoy. Acabé el libro de Higashino, es capaz de mantener la tensión durante toda la novela hasta contarnos cómo sucede y, la solución, como de costumbre, es muy ingeniosa. No puede llegar a la excelencia, como es el caso de la novela que ya comenté, pero maneja el género policíaco envidiablemente.

“Bagheria” de Dacia Maraini

bagheria-9788495587930Aunque parezca mentira, por lo poco conocida que es en España, Dacia Maraini ha estado en los últimos años en los primeros puestos con posibilidades de ganar el Nobel de Literatura; al menos es lo que aparece en la página de Ladbrokes, que sigo habitualmente cuando llegan estas circunstancias.

Ese es el motivo, también entrará la argelina Assia Djebar, de intentar leer algo de todos los posibles ganadores, el saber no ocupa lugar. En el caso de la italiana, hay algunas obras encontrables, me he decidido por “Bagheria”, editada con mimo por la editorial Minúscula.

No me suele gustar poner las sinopsis ni contar de qué va, en este caso haré una excepción, ya que me parece muy ilustrativa:

“Una niña llega en 1947 a la costa siciliana en barco, procedente de Japón. Con ella están sus padres y sus hermanas. La joven familia busca refugio tras los sufrimientos de la guerra en Bagheria, cerca de Palermo, en la mansión solariega materna. Aquella niña descubrirá allí con particular intensidad sus orígenes, tan enraizados en aquel paisaje acunado por el sol ardiente, el mar y las playas, la agreste naturaleza. Muchos años después, ya adulta, Dacia Maraini regresa a Bagheria. Recorre y evoca los viejos escenarios, la maravillosa y temida Sicilia, y se abandona a la memoria. Retorna así su amor por la literatura, la historia y el arte; todo ello sin cejar en su defensa de la mujer y en su crítica comprometida a los abusos perpetrados en aquella tierra.”

Se trata de una novela en la que la escritora indaga en sus raíces, por lo tanto tiene mucho de autobiográfico, además le sirve como avance para ese futuro y lo que deparará. Al ser una novela de postguerra, esta aparece como no puede ser otra manera, y sus consecuencias en la familia:

“Al mismo tiempo, la guerra me había dejado un miedo insensato a la noche y al silencio. Cuando mi padre y mi madre tardaban en volver, me torturaba pensando en sus cuerpos heridos, sanguinolentos, desgarrados y descuartizados. Y hasta que no oía sus voces no me tranquilizaba.

Mis hermanas y yo jugábamos todavía, como en el campo de concentración, con piedras y hojas, no sabíamos qué eran los juguetes. Y cuando empezaron a regalarnos muñecas nos parecieron un lujo inapropiado para nosotras.”

Dacia nos hace sentir, sensorialmente, los sonidos, lo que ve y lo que huele, ese olor se convierte en reminiscencia de lo que vivió y recuerda de su padre:

“Cuando volvía de uno de sus viajes, yo anotaba con meticulosidad los olores que traía consigo: de viejas manzanas (el interior de las mochilas, quién sabe por qué, tiene siempre ese fondo de manzana, fuerte, ácido e imborrable), de ropa interior usada, de cabellos calentados por el sol, de libros hojeados, de pan seco, de zapatos viejos, de flores marchitas, de tabaco de pipa y de bálsamo de tigre contra el reumatismo.”

La narración fragmentada en el tiempo de lo que vivió, con continuos saltos en el tiempo, le sirven para pintar un relato de formación; en este caso en particular, el relato de su formación como escritora; especialmente bella resulta el símil que propone para describir lo que es la poesía, esa dicotomía de ciencia y arte que, si normalmente están en continua lucha, aquí se encuentran y se vuelven iguales:

“Entendía que la poesía no era muy distinta de los quebraderos de cabeza de la geometría, que la primera vez me dejaban mal sabor de boca. Sin embargo, después, al descubrir los mecanismos escondidos, me invadía una euforia sin límites.

Era la división inesperada del espacio, las reglas que esta división aplicaba, el sustraerse y multiplicarse de aquellas ante los ojos asombrados, dentro de medidas que encajaban perfectamente. Era esta sorpresa formal la que atenazaba la garganta. ¿Por qué una palabra puede suscitar alegría, hilaridad, paz, si está combinada con otra palabra de un modo que cada vez es distinto e imprevisible a pesar de cumplir las reglas convencionales del lenguaje?”

El libro se convierte pues en un retrato nostálgico que sirve como relato de formación, quizá la nostalgia se convierte en un borrón que no representa toda la realidad, pero la belleza indudable de la prosa de Maraini consigue que leamos sin apenas esfuerzo, que sintamos todo lo que esta misteriosa e impenetrable ciudad siciliana nos puede ofrecer. Nos convertimos, como lectores, en habitantes de la misma ciudad, la ciudad en la que se formó.

Buena muestra del indudable atractivo de la prosa de la escritora italiana.

Los textos provienen de la traducción del italiano de Juan Carlos de Miguel y Canuto para esta edición de “Bagheria” de Dacia Maraini en la editorial Minúscula.