“Bleeding Edge” de Thomas Pynchon

2013-09-24 12.23.50Cada vez que Thomas Pynchon saca un libro, estamos hablando de un acontecimiento, sobre todo por la calidad general de su obra y porque, además, se suma a la naturaleza ya de por sí oculta del personaje, no muy dado a manifestaciones públicas. En tales circunstancias y, habida cuenta de que hasta que llegue la traducción puede pasar un tiempo bastante grande; me armé de valor y leí al gran literato en su lengua de origen. No podía esperar más. La conclusión: estamos ante una obra magnífica, una de las novelas del año, y una confirmación de que Pynchon es, posiblemente, el mejor escritor vivo.

“Bleeding Edge”, desde su título, nos da una de las primeras grandes pistas sobre lo que nos quiere contar en esta ocasión, cogiendo la definición de la Wikipedia encontramos lo siguiente:

“Bleeding edge technology is a category of technologies incorporating those so new that they could have a high risk of being unreliable and lead adopters to incur greater expense in order to make use of them. The term bleeding edge was formed as an allusion to the similar terms “leading edge” and “cutting edge”. It tends to imply even greater advancement, albeit at an increased risk of “metaphorically cutting until bleeding” because of the unreliability of the software or other technology. The first documented example of this term being used dates to early 1983, when an unnamed banking executive was quoted to have used it in reference to Storage Technology Corporation.

By its nature, a proportion of bleeding edge technology will make it into the mainstream. For example, electronic mail (email) was once considered to be bleeding edge”

En ese contexto, el tecnológico, nos estamos refiriendo a aquellos avances que por su novedad tienen el riesgo de ser poco fiables o que generen un gran coste para los que los usen. Grandes avances son percibidos de esta manera. Lo más curioso es que el correo electrónico, lógicamente, fue considerada una “bleeding edge technology.”

Esto va unido a la siguiente gran pista, internet; en la mayoría de sus anteriores novelas Pynchon utilizaba versiones primigenias del gran fenómeno virtual; aunque no se nombraba específicamente, era perfectamente reconocible mediante la sutiliza de los detalles empleados. En esta, su última novela, internet es un protagonista más. De hecho, internet y sus avances, serían la “bleeding edge technology” que comenté al principio.

Para terminar de redondear las grandes bases de la novela, tenemos la propia ubicación temporal en la que nos establece el autor norteamericano; ubicada entre el fracaso de las empresas de internet dotcom (puntocom) y el 11-S, Pynchon no esconde que va a ofrecernos su particular reescritura de ese período temporal, con todo lo que conlleva, entre otras cosas, el tratamiento del famoso atentado a las torres gemelas. Reescritura es uno de los sellos de identidad del postmodernismo y que aquí el norteamericano lo lleva a la parte más arriesgada: la que conocemos de primera mano por haberla vivido tan recientemente.

A esta base podríamos sumar la siguiente bola extra que dejo aquí hasta el final, el resumen de la trama de “La subasta del lote 49”, con la que guarda más de un parentesco:

“When Oedipa Maas is named the executor of her late lover’s will, she discovers that this estate is mysteriously connected with and underground organization” (La protagonista Edipa Maas se convierte en la ejecutora del testamento de su amante del que descubre que su alma está conectada con una organización clandestina y conspiranoica)

En “Bleeding edge” volvemos a tener una protagonista femenina, como en “La subasta…” Maxine Tarnow  que se encarga de investigar la empresa de seguridad liderada por Gabriel Ice por posibles fraudes económicos. Tarnow es el alter ego de de Pynchon que servirá de presagio para todos los acontecimientos que se van sucediendo. A partir de ahí los sellos de identidad del escritor se van destacando, sobre todo al realizar el símil de la paranoia con el ajo en una cocina, nunca tienes suficiente:

“Too paranoid for you?

Not me, paranoia’s the garlic in life’s kitchen, right, you can never have too much”

La mezcla de tecnología y literatura es aún más patente en esta ocasión, sobre todo al hablar de temas económicos, maravilloso cómo define la Ley Bendford, no se puede negar que es Pynchon:

“Though it’s been around in some form for a century and more, Bendford’s law as a fraud examiner’s tool is only beginning to surface in the literature. The idea is, somebody wants to phony up a list of numbers but gets too cute about randomizing it. They assume that the first digits, 1 through 9, are all going to be evenly distributed, so that each one will turn up 11% of the time. Eleven and change. But in fact, for most lists of numbers, the distribution of first digits is not linear but logarithmic. About 30% of the time, the first digit actually turns out to be a 1-then 17.5% it’ll be a 2, so forth, dropping off in a curve to only 4.6% when you get to 9.”

El uso de esta terminología económica altamente especializada le servirá para destapar casos que surgieron más tarde en la historia, es evidente para la protagonista el momento Madoff:

“Madoff Secuirities. Hmm, maybe some industry scuttlebutt. Bernie Madoff, a legend on the street. Said to do quite well, I recall.

One to two percent per month.

Nice average return. so what’s the problem?

Not average. Same every month.

Uh-Oh. What the fuck. It’s a perfect line, slanting up forever?”

De fondo  encontramos una crítica evidente al capitalismo, y por extensión, a la sociedad norteamericana, personificación de dicho capitalismo:

“No, I meant late capitalism is a pyramid racket on a global scale, the kind of pyramid you do human sacrifices up on top of, meantime, getting the suckers to believe it’s all gonna go on forever.”

Internet está presente especialmente desde el principio con la empresa DeepArcher, donde se corrobora el uso del concepto al que aludía en el título anteriormente:

“What’s known as bleeding-edge technology,” sez Lucas. “No proven use, high risk, something only early-adoption addicts feel comfortable with.”

Aplicado especialmente a la idea que tiene Pynchon de la “Deep web”, una capa profunda e interior de internet donde se encuentra aquello que no se ve en la superficie, un mundo oculto donde lo imposible se hace posible, navegar por ese espacio es una experiencia que provee de capas a la realidad:

“It’s Ok”. She gets out of bed and shuffles over to the computer. “You mind some company? Show me around the deep web, maybe? We did have a date.

[…]

Presently they’re linked and slowly descending from wee-hours Manhattan into teeming darkness, leaving the surface-Net Crawlers busy overhead slithering link to link, leaving behind the banners and pop-ups and user groups and self-replicating chat rooms… down to where they can begin cruising among co-opted blocks of address space with cyberthungs guarding the perimeters, spammer operation centers, video games one way of another deemed too violent of offensive or intensely beautiful for the market as currently defined…”

No puedo evitar recordar Matrix en estos momentos….

Es a partir de esos momentos que se erige en observador y participante histórico, esto contraviene  la imagen de un Pynchon encerrado en casa sin salir a la calle; tengo la impresión contraria, él observa el devenir de la sociedad norteamericana y reescribe lo vivido dotándole de su afilada pluma, diseccionando lo que ha sucedido para sacar las carencias o reforzar las virtudes; en el mini recuerdo al efecto 2000  y cómo lo vivieron aprovecha para sacar el innegable efecto de lo “judío”  en la figura del malvado Gabriel Ice:

“She finds a short of mini-dossier in which we learn right away, and seemingly a big deal to whoever compiled this, than Gabriel ice is Jewish, while also continuing to be instrumental in the illegal transfer of millions of $US to an account in Dubai controlled by the Wahhabi Transreligious Friendship (WTF) Fund, which, according to this anyway, is a known terrorist paymaster.

“Why”, the account wonders plaintively, “being Jewish, would Ice provide aid and comfort on this lavish scale to the enemies of Israel?” Possible theories include Simple Greed, Double Agency, and Self-Hating Jew.”

Lo mismo sucede con el 11-S, nos adelanta lo que va a suceder, a modo de presagio, ya que Horst, el marido de Maxine trabaja en el Worl Trade Center:

“Next day Horst takes Otis and Ziggy down to his new office at the World Trade Center, and they eat lunch at Windows on the World which has a dress code, so the boys wear Jackets and ties.”

Una vez que todo sucede, no hay una explicación de los hechos en el día que suceden, lo describe a través de los que lo ha visto, como los hijos de Maxine al ver las noticias:

“Are we at war, Mom?”

“No Who says we are?”

“This Wolf Blitzer guy?”

“Usually countries go to war with countries. I don’t think whoever did this, that they’re in a country.”

“It said on the news they’re Saudi Arabians,” Otis tells her. “Maybe we’re at war with Saudi Arabia.”

“Can’t be,” Ziggy points out, “we need all that oil.”

Esa necesidad de estar en Guerra siempre con alguien para poder vencerlo. Sin embargo va más allá en esta interpretación:

“But there’s still always the other thing. Our yearning. Our deep need for it to be true. somewhere, down at some shameful dark recess of the national soul, we need to feel betrayed, even guilty. As if it was us who created Bush and his gang, Cheney and Rove and Rumsfield and Feith and the rest of them -we who called down the sacred lightning of ‘democracy’, and then the fascist majority on the Supreme Court threw the switches, and Bush rose from the slab and began his rampage. And whatever happened then is on our ticket.”

El anhelo de todo un país de sentirse traicionado o incluso culpable. La utilización de un término de la Guerra fría en los sesenta que se designaba para escenarios de guerra nuclear, el burdo uso de la etimología errónea para adaptarlo a lo que los medios buscan:

“[…] dependable history shrinks to a dismal perimeter centered on “Ground Zero”, a Cold War term taken from the scenarios of nuclear war so popular in the early sixties. This was nowhere near a Soviet nuclear strike on downtown Manhattan, yet those who repeat “Ground Zero” over and over do so without shame or concern for etimology. The purpose is to get people cranked up in a certain way. Cranked up, scared, and helpless.”

La crítica al mercadeo del “Atrocity site” que se convierte en escaparate de las diferentes cadenas para hacer sucesivos e interminables homenajes, en vez de un sitio sagrado o tratado con respeto:

“Every firehouse in the city lost somebody on 11 September, and every day people in the neighborhoods leave flowers and home-cooked meals out in front of each one. Corporate ex-tenants of the Trade Center hold elaborate memorial services for those who didn’t make it out in time, featuring bagpipers and Marine honor guards. Child choirs from Churches and schools around town are booked weeks in advance for solemn performances at “Ground Zero”, with “America the Beautiful” and “Amazing Grace” being musical boiler plate at these events. The atrocity site, which one would have expected to become sacred or at least inspire a little respect, swiftly becomes occasion instead for open-ended sagas of wheeling and dealing bickering and badmouthing over its future as real state, all dutifully celebrated as “news” in the Newspaper of Record. “

Lo cual no quiere decir  que no crea que haya sido una catástrofe, Pynchon es consciente de que debería haber sido una oportunidad de madurar pero, sin embargo, ha habido una regresión, una infantilización inevitable que no traerá nada bueno al país; algo que ocurre habitualmente, el uso de la victimización hasta el infinito suele dejar consecuencias funestas para todas las sociedades:

“So 11 September turns out to be a mitzvah for the mob, Heidi.”

“I didn’t mean that. The day was a terrible tragedy. But it isn’t the whole story. Can’t you feel it, how everybody’s regressing? 11 September infantilized this country. It had a change to grow up, instead it chose to default back to childhood.”

La trama en ese momento se vuelve aún más conspiranoica, girando hacia la novela de género en la investigación de Maxine, que se convierte en la búsqueda de un asesino y se mezcla con los posibles perpetradores del atentado. De ahí hasta el final no resolverá el caso pero se refugiará en la “Deep web” que inspirará lo siguiente, lo que puede ocurrir:

“She sees the boys, but they haven’t seen her. There aren’t any passwords, still she hesitates to log in without an invitations, it’s their city after all. They have different priorities here, the cityscapes of Maxine’s DeepArcher are obscurely broken, places of indifference and abuse and unremoved dog shit, and she doesn’t want to track any more of that than she can help into their more merciful city, with its antiquated dyes, its acid green shrubbery and indigo pavements and overdesigned traffic flows. Ziggy has his arm over his brother’s shoulder, and Otis is looking up at him with unhesitating adoration. They are ambling around in this not-yet-corrupted screenscape, at home in it already, unconcerned for their safety, salvation, destiny…”

No deja de ser curioso que en la recta final sea la familia su respuesta al problema, ya que Horst y Maxine y sus hijos vuelven a unirse; en una rara epifanía Maxine siente que está viviendo un momento que ya vivió en DeepArcher a través de la “Deep Web”, el internet más profundo sirve de presagio, de “bola de cristal”, al fin y al cabo esa Deep Web es una prolepsis de lo que vamos a vivir.

“Hort is semiconscious in front of Leonardo DiCaprio in “The fatty Arbuckle Story,” and does not look street-ready. The boys have been waiting for her, and of course that’s when she flashes back to not so long ago down in DeepArcher, down in their virtual hometown of Zigotisopolis, both of them standing just like this, folded in just this precarious light, ready to step out into their peaceable city, still safe from the spiders and bots that one day too soon will be coming for it, to claim-jump it in the name of the indexed world.”

Esto me lleva a lo que comenté al principio de “La subasta…”, si allí la consciencia del personaje estaba conectada a una asociación clandestina; aquí, Pynchon especula con la posibilidad de que no solo nosotros, sino también nuestras vidas, estén conectadas a esa “Deep Web”, esa capa profunda en el corazón de Internet, verdadero eje y centro de nuestras vidas donde realmente estamos ya viviendo.

En fin, genial. Cuánto nos haces pensar Thomas. Y Cuánto nos haces disfrutar. Novela imprescindible que supone un colofón, una confluencia de ideas y conceptos que ya había tratado en novelas anteriores. Una obra maestra.

“Felices reyes sabios”

Espero que vuestros reyes hayan ido muy bien. Los míos han sido “sabios” y me han regalado verdaderas maravillas que paso a comentar a continuación. Una imagen, esa que vale a veces más que mil palabras, lo dice todo:

2013-01-06 21.58.01

Aparte de otros regalos de tipo más pragmático, como tiene que ser; en cuanto a lo cultural, que es lo que aparece en la foto, me gustaría comentarlos.

En libros tengo ya en mis manos dos recopilaciones extraordinarias:

En primer lugar el que ya comenté como posible regalo navideño en este post a comienzos de la Navidad : los “Cuentos de Navidad” de Charles Dickens, qué mejor colofón para acabar el bicentenario de su nacimiento con esta recopilación plagada de buenas historias y muy adecuadas para la época en la que estábamos.

El segundo lugar, una recopilación excelente de las “Novelas” de Stefan Zweig, el imponente escritor austríaco que nos ofrecía siempre buena literatura; en este caso tenemos todas sus novelas, con el aliciente de haber tres inéditas: “Miedo”, “Confusión de sentimientos” y “Clarissa”. A pesar del precio, es tan recomendable que si tuviera que llevarme una novela a  una isla desierta me llevaría esta, casi sin dudarlo.

También es conocida mi predilección por la música, y, especialmente, por la ópera; pero como dice mi hermano, cada día es más difícil encontrar algo que ya no tenga; pues sí, este año lo han vuelto a conseguir, un monográfico Haëndel con varias óperas de él que no tenía: “Tolomeo”, “Solomon” y “Eracle”. Un festín musical que disfrutaré mucho.

Aunque no aparezca en la foto me gustaría comentar el regalo de la función de  “The perfect American” de Philip Glass, un estreno mundial que espero con expectación.

Para acabar los Reyes, una noticia etérea pero que desemboca una esperanza a seguir este año y es el anuncio por parte de la editorial Penguin de la publicación, aún sin fecha, del nuevo libro de Thomas Pynchon, “The Bleeding Edge”.

Y eso es todo por ahora. ¡Disfrutad lo que queda del día!