Estreno mundial en el Teatro Real: “The Perfect American” de Philip Glass

Un estreno es siempre un acontecimiento, pero cuando este estreno tiene la repercusión del que nos ocupa, se vuelve todavía más relevante. “The perfect American” está basada en el libro del escritor alemán Peter Stephan Jungk “Der König von America”, que aquí se ha traducido convenientemente como “El americano perfecto. Tras la pista de Walt Disney”; me imagino que, por este motivo, la “crítica especializada” habla del título de la ópera como homónimo del libro, aunque no indique que se refiere a la traducción; el original sería, en realidad, “El rey de America”. americanoperfectoEl libro, del que hablé por aquí en profundidad , se trataba de una biografía ficcionalizada tomando como narrador uno de los trabajadores de Disney que fue despedido por él mismo, nos ofrecía un personaje lleno de contradicciones, con sus cosas buenas y sus cosas malas, pero que, indefectiblemente, era la personificación del mito americano: el hombre hecho así mismo, el sueño americano. Por mucho que se esfuercen estos mismos medios especializados, la visión no era tan negativa, más bien se reconoce claramente su valía a pesar de sus contradicciones; esto me lleva a pensar que, la mayoría, han oído hablar del libro, pero no lo han leído.

Con este material de base Gerard Mortier encargó la ópera al compositor norteamericano Philip Glass, quizá uno de los más importantes actualmente; y el estreno es el resultado de este encargo. Tras estas puntualizaciones, paso a comentar el resultado final.

Rudy Wurtlitzer, en su adaptación del libro, ha estructurado la ópera en 2 actos, con un prólogo, 11 escenas y un epílogo; no queda duda de que esta, como en otras óperas del compositor, es la forma que mejor se adapta a su música, ya que, a falta de una unidad musical se fragmenta; el libro de Jungk se convierte en una serie de retales que van conformando la personalidad del megalomaníaco Disney. Lo que era realmente novedoso, la narración del “poco fiable” Dantine, aquí desaparece; se convierte prácticamente en la narración en primera persona del propio Walt, Dantine queda reducido a un personaje desahuciado que aparece y desaparece como alma en pena en dos o tres momentos puntuales (siempre negativos); al poner el centro en Disney, somos conscientes del mito, Glass y Wurtlitzer convierten la ópera en la personificación del “Sueño Americano”, en la figura de Walt Disney, un hombre que, a pesar de sus contradicciones evidentes (solo hay que ver su charla con el autómata Lincoln donde reconoce que es racista y que no comulga con sus valores), ha sido capaz de prosperar, se ha hecho a sí mismo; se ha convertido casi en un Dios, más conocido que Jesucristo y Budha. La aparición, anecdótica en el libro, de Andy Warhol, aquí sirve, sorprendentemente, para ubicar el personaje con toda su importancia en la cultura “pop(ular)”, importancia subrayada por el propio Slavoj Zizek, hace algunos años, que señala la paradoja que supuso que Disney distribuyera una película de David Lynch, ese resumen de la condición ética de nuestra época: “la superposición de la transgresión con la norma”.

the perfect american

Phelim McDermott, habitual colaborador de Glass, diseñó una puesta en escena muy dinámica y efectista, una plataforma circular en el medio del escenario giraba según las circunstancias, una pantalla en el fondo del escenario nos mostraba el cine de los antiguos años, mostrando sin pudor el mito de la frontera, del medio oeste norteamericano; unos figurantes, omnipresentes representaban los dibujantes a las órdenes de Disney y aportaban diferencias en cada momento de la escena; del techo colgaban unas cámaras, un escenario de producción de Disney, todo era como ver una película de la vida de Walt Disney, consiguiendo momentos muy logrados como la conversación con el autómata, o las diferentes acciones de los dibujantes. Quizá fue lo más interesante de la noche, a pesar de omitir, deliberadamente, cualquier presencia de alguna de sus creaciones (excepto los tres círculos para dibujar a Mickey), el resultado era oscuro, brumoso, pero logrado.

¿Y la música? Aquí quería llegar yo. Era consciente, le he oído muchas cosas, que Glass no es un Mozart; pero esperaba, por lo menos, al mejor Glass; desgraciadamente esto no sucedió, excepto algún momento puntual como la conversación con el autómata, o quizá el dúo con Hazel George, su enfermera… todo quedó deslavazado; como la distribución de escenas, falto de una unidad dramática, ni siquiera los momentos más minimalistas fueron reseñables, cundió la monotonía solo levantada por alguna melodía con los chelos o los contrabajos, sobre todo el prólogo que luego se vuelve a reproducir a lo largo de la obra; totalmente desprovista de emoción, fría por momentos; sin demasiado interés, muy alejada del compositor de “Satyagraha” o “Einstein on the Beach”.

Con este material Dennis Russell Davies, la mano derecha de Glass en la dirección musical, estuvo muy preciso, sacando todo lo que podía de una orquesta más grande de lo habitual en estas obras, sobre todo por la variedad de instrumentos de percusión; pero que actuaba la mayoría de las veces de forma de cámara y que aumentaba de volumen The-Perfect-AmericanLincolnmusical en los momentos corales, prácticamente al unísono. De los cantantes, el verdadero protagonista fue Christopher Purves, que construyó un Walt Disney con gran personalidad y una voz cálida, plena en el centro; peor estuvo David Pittsinger como el hermano Roy Disney, demasiado frío y desprovisto de emoción; los pocos momentos disponibles de Donald Kaasch como Dantine estuvieron bien cantados; bien el papel de Janis Kelley en la ninguneada Hazel George; los demás más bien discretos, poco precisos, con una mención al papel de Zachary James como Abraham Lincoln. El coro, razonable, tampoco podía lucirse demasiado con lo que había.

Tibios aplausos finales de un público que no entró definitivamente en la obra y que esperó a ver si salía Glass al final de la representación, cosa que no ocurrió; lástima, podría haber sido inconmensurable, pero se quedó todo un poco a medias. Otra vez será.

“El americano perfecto” de Peter Stephan Jungk

Con motivo del estreno mundial el próximo día 22 de enero de la ópera sobre la vida de Walt Disney, “The perfect American” de Philip Glass, se ha publicado anteriormente el libro en el que se basa el libreto de la ópera: “El americano perfecto. Tras la pista de Walt Disney” (“Der König von America”) del norteamericano, aunque con lengua materna alemana, Peter Stephan Jungk.

americanoperfectoEl libro no es una biografía al uso, está a medio camino de la biografía y el relato de ficción y se basa en la vida de Wilhelm Dantine que es el que se encarga de construir la narración al completo desde su punto de vista. Dantine fue el creador de los bocetos para “La bella durmiente” y fue expulsado por el propio Disney en 1959, lo cual desencadenó su obsesión por el creador estadounidense:

“Echo la vista atrás y contemplo la historia de su vida, como si me fuera más próxima y familiar que la mía propia. Incluso ahora, treinta años después de nuestro último encuentro, le sigo dedicando mi primer pensamiento cuando me levanto al amanecer y el último cuando me voy a la cama por la noche. Hace algunas semanas, cuando me propuse dar forma a lo vivido, no sabía si saldría una elegía, un libelo difamatorio o una epopeya”

Esta mezcla de veneración y odio que deviene en obsesión nos hace ver, casi desde el principio, lo falible, lo poco fiable que es este narrador y; desde luego, todo lo que vaya sacando de Disney irá entre lo elegíaco y lo despreciativo. Construirá su vida desde los momentos en que se relacionó con él, pero también a través de los testimonios de aquellos lo trataron. Y todo con continuos cambios en el tiempo, según le interese, lo que convierte la narración en algo poco predecible y por supuesto tremendamente entretenida, además de estar bien escrita.

Casi al principio de todo nos damos cuenta de que era un “megalomaníaco” sin lugar a dudas:

“Soy un líder, soy un pionero, soy uno de los grandes hombres de mi época; en su interior, a Walt estas palabras le resuenan como un eco. Esta oración de alabanza de sí mismo se la repite todas las mañanas, mientras está tendido despierto, antes de que salga el sol, desde Blancanieves, desde 1937. Mi nombre está en boca de más personas que el de Jesucristo. Millones de personas conocen, por lo menos, una de mis películas. Soy un mito. Mi ratón gusta más que el Niño Jesús y Papá Noel juntos. Es algo que no existía antes de mí: un género artístico, una idea, un concepto, que llega a toda la humanidad, que gusta y deleita a todos. He creado un universo. Mi fama durará siglos.”

A pesar de que el discurso, ciertamente, acusa de delirio de grandeza, el tiempo nos ha mostrado que no estaba muy lejos de la realidad. Otras pinceladas de su personalidad, igualmente menos agradables, tenían que ver con su falta de reconocimiento de los demás en público:

“Walt casi nunca daba su aprobación, y cuando esto ocurría lo hacía de una manera indirecta, con rodeos: hacía saber que otro había hecho un trabajo sorprendentemente bueno. con lo cual quedaba implícito que, aquel al que se dirigía debía comprobar en sí mismo si había dado muestras satisfactorias de su capacidad para entusiasmar al jefe.”

O simplemente con sus sentimientos racistas o machistas:

“Siente usted una llamativa simpatía por los negros, así sí que no estamos de acuerdo. […] No permito, bajo ningún concepto (y en todo caso no se ha dado nunca hasta ahora) que trabajen para mí, ni aquí, en Anaheim, ni en los estudios de Burbank. Dejo que haya uno o dos como jardineros, y la mayoría de las mujeres de la limpieza del estudio son negras, por supuesto. Pero yo prefiero apartarme de su camino.”

“Que nunca ha permitido ni a una mujer tomar parte de un proceso creativo. Las mujeres estaban autorizadas a copiar, pintar y colorear con tintas las ideas, los patrones y los bocetos de los hombres, pero no a producir ni el más mínimo trabajo creativo.”

A pesar de estos delirios, se nos revela como hombre, con sus miedos, quizá el miedo mayor sea a que desaparezca en el tiempo su persona:

“En los últimos tiempos no me abandona la sensación de que mi nombre ya no me pertenece. Es como si yo fuera el portador de este nombre, cuyo propietario es, en realidad una empresa. Una compañía que ofrece mi nombre como si fuera el suyo ¿Yo soy yo o soy una empresa? Dentro de cincuenta años, mi estudio aún existirá, pero nadie sabrá ya que tras él había un hombre de carne y un hueso, un tal Walter Elías Disney”

Miedos visibles por la forma en que se refiere a los animales: “Prefiero los animales a las personas, con mucho. Y creo que a la mayoría de la gente le sucede lo mismo. El éxito, en todo caso, me da la razón.” Walt Disney resulta, cómo no en este tipo de grandes figuras, un personaje muy paradójico según lo que nos cuenta Dantine: por un lado tenemos al visionario e influyente empresario capaz de influir en las elecciones democráticas de EEUU, recibir al presidente ruso o hablar con Neil Armstrong para conseguir que sea el primero en salir a la luna con un muñeco de Mickey Mouse (si no lo consiguió es porque murió antes); por otro tenemos a una persona insegura, anclado en la nostalgia de su niñez (visitó muchas veces su ciudad de origen, Marceline), profundamente asexual (tuvo una amante con la que prácticamente ni se acostaba) y temeroso de las relaciones con las personas.

Sin embargo este hombre de contradicciones supo rodearse de personas de mucho talento, (tal es el caso de Ub Iwerks, creador de Mickey y “capaz de crear 700 dibujos en un día”. Ward Kimball,  creador de Dumbo, o el propio Dantine, etc.), y exprimirlos para crear lo mejor que se podía hacer con un punto de partida muy claro y que nunca perdió en su horizonte:

“Nosotros no producimos filosofía, Bill, sino entretenimiento. […] Puede que una metáfora tan rebuscada satisfaga tu cerebro retorcido, pero no a los millones de personas que forman mi público.”

Esta biografía ficcionalizada nos ofrece esto y más (las pequeñas anécdotas y muchos más datos es mejor descubrirlos leyéndolo), pinta a Walt desde una óptica postmodernista que podemos creernos o no pero que no está muy lejos de la realidad, y que pone en perspectiva a una de las más importantes figuras del siglo XX, un visionario que ya es inmortal (como su empresa), en boca de su colaborador Ward Kimball:

-De Leonardo todavía nos acordamos hoy, cuatro siglos y medio después de su muerte. Y lo mismo ocurre con Miguel Ángel, Rubens y Velázquez. De igual manera se recordará a Walt Dinsney, en un futuro lejano , muy lejano. Y así debe ser. Puede que las películas de Walt sean simplificaciones., pero son clásicos. Deberían ser preservadas; no, no deberían, se preservarán de hecho como la Biblia de Gutenberg.”

Guste o no, la influencia de Walt Disney y el imperio que creó es inmensa y, sobre todo, decisiva en la forma de entender la cultura popular :”Resulta difícil imaginar un mundo sin Walt”.

No me gustaría acabar sin una carta-anécdota que se nombra en las últimas páginas, tras su muerte, y es la que Disney dirigió a Charles Chaplin pidiéndole perdón por haberle acusado en la caza de brujas contra los izquierdistas; en esa carta Disney comenta: “Tan solo quería hacerle saber lo mucho que usted ha significado para mí. Sin su ejemplo, nunca habría existido el ratón Mickey. Sin su inspiración, no habrían existido Blancanieves ni Pinocho, ni casi ninguna de mis películas. Usted fue mi maestro y mi modelo. Sin usted, nunca habría existido Walt Disney.”

Gracias Chaplin, gracias Walt, por haber hecho tantísimo por la cultura.

“Felices reyes sabios”

Espero que vuestros reyes hayan ido muy bien. Los míos han sido “sabios” y me han regalado verdaderas maravillas que paso a comentar a continuación. Una imagen, esa que vale a veces más que mil palabras, lo dice todo:

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Aparte de otros regalos de tipo más pragmático, como tiene que ser; en cuanto a lo cultural, que es lo que aparece en la foto, me gustaría comentarlos.

En libros tengo ya en mis manos dos recopilaciones extraordinarias:

En primer lugar el que ya comenté como posible regalo navideño en este post a comienzos de la Navidad : los “Cuentos de Navidad” de Charles Dickens, qué mejor colofón para acabar el bicentenario de su nacimiento con esta recopilación plagada de buenas historias y muy adecuadas para la época en la que estábamos.

El segundo lugar, una recopilación excelente de las “Novelas” de Stefan Zweig, el imponente escritor austríaco que nos ofrecía siempre buena literatura; en este caso tenemos todas sus novelas, con el aliciente de haber tres inéditas: “Miedo”, “Confusión de sentimientos” y “Clarissa”. A pesar del precio, es tan recomendable que si tuviera que llevarme una novela a  una isla desierta me llevaría esta, casi sin dudarlo.

También es conocida mi predilección por la música, y, especialmente, por la ópera; pero como dice mi hermano, cada día es más difícil encontrar algo que ya no tenga; pues sí, este año lo han vuelto a conseguir, un monográfico Haëndel con varias óperas de él que no tenía: “Tolomeo”, “Solomon” y “Eracle”. Un festín musical que disfrutaré mucho.

Aunque no aparezca en la foto me gustaría comentar el regalo de la función de  “The perfect American” de Philip Glass, un estreno mundial que espero con expectación.

Para acabar los Reyes, una noticia etérea pero que desemboca una esperanza a seguir este año y es el anuncio por parte de la editorial Penguin de la publicación, aún sin fecha, del nuevo libro de Thomas Pynchon, “The Bleeding Edge”.

Y eso es todo por ahora. ¡Disfrutad lo que queda del día!

¡Feliz Navidad con libros!

No podía dejar pasar la oportunidad de felicitar las navidades a los lectores de este blog, que, aunque sean pocos, desde luego son escogidos.

Se puede ver en la portada la imagen del Nacimiento que tenemos puesto en casa, una imagen navideña y con la que os hago partícipe de nuestra alegría para el año que viene.

Os pongo una foto de las últimas adquisiciones y aprovecho para recomendar alguna de ellas para estas fechas, aunque todavía no las haya leído pero puedo asegurar que van a cumplir su cometido.

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Mi primera recomendación es una recopilación de relatos ambientados en la Inglaterra costumbrista de comienzos del siglo XX, “Navidades en Cold Comfort Farm” de Stella Gibbons es un conjunto de historias cortas con los protagonistas de las dos anteriores novelas que ya hemos visto publicadas por aquí “La hija de Robert Poste” y “Flora Foste y los artistas”, con el acicate de ser, además, navideñas; nos puede ofrecer historias clásicas, muy divertidas y chisposas, un entretenimiento sano garantizado.

El segundo, aunque no aparezca en la foto, me va a caer en Reyes; es otra recopilación, la de los “Cuentos completos de Navidad” de Charles Dickens, con todos los que hizo el imprescindible escritor inglés para esta época y que viene muy a cuento para conmemorar el bicentenario del nacimiento del británico. ¿Hace falta defenderlo a estas alturas? Es tan necesario que toda persona debería tenerla en su casa.

El siguiente ya es algo más personal; con motivo del estreno de “The perfect American” de Philip Glass en el Teatro Real en Enero se acaba de publicar en España el libro homónimo que ha inspirado la obra en cuestión. Escrita por Peter Stephan Jungk, su lectura promete una visión muy distinta de la que tenemos en la cabeza del siempre interesante Walt Disney, espero que, desde luego, sea amena y, por qué no, enriquecedora como todo aquello que trastoca un canon establecido.

Y para acabar, algo más transgresor, dos predilecciones mías en cuanto a novela de género; para los amantes del terror, Valdemar acaba de sacar una edición con una espléndida recopilación de textos de los últimos 25 años, “Miedo en el cuerpo”, que asegura escalofríos y miedo del bueno para los grandes aficionados como yo. Y para los amantes de la novela negra de calidad, Sajalín nos trae la última de Edward Bunker, “Little Boy Blue”, hardboiled del más radical y muy bien escrito.

Eso es todo por ahora, a principios de año pondré la lista de lo que más me ha gustado este año que, por lo que estoy viendo no coincide casi con nada de lo que hacen en distintos periódicos y blogs… eso me llena de satisfacción, hay que reconocer que va a ser muy personal.

¡Feliz Navidad!! ¡Qué pases unos días muy entrañables con vuestras familias!

Un repaso a la temporada de ópera 2012/13 en el Teatro Real

Es ya de dominio general entre toda la gente que me conoce mi gran afición a la música clásica en general y a la ópera en particular. También es un hecho que todos los años suelo ir a disfrutar de varias de las óperas que nos ofrece el Teatro Real en Madrid gracias al abono anual. Todo esto hace que, si alguien se anima a ir, suela preguntarme por las más adecuadas. Es de perogrullo, hay obras más digeribles inicialmente que otras y estoy encantado de aportar mi experiencia.

Aprovechando que estamos al comienzo de la temporada y que, además, acabo de empezar el blog, voy a repasar a continuacion lo que nos va a ofrecer el teatro en orden más o menos cronológico, espero que le sea útil a alguien:

“Moses und Aron“ de Arnold Schönberg (1874-1951), es la obra que se ha escogido como comienzo de temporada y como parte de los eventos asociados al aniversario de su última apertura. Está muy bien su elección por lo que significa, pero este es el tipo de ópera que no recomendaría a un profano nunca. La partitura está escrita en técnica dodecafónica ortodoxa y es tremendamente dura al oído de prácticamente cualquiera. Sé que la puedo disfrutar como otras del mismo tipo (esa “Lulú“ de Alban Berg me viene a la cabeza) y los músicos igual; pero el resto, abstención, hay mejores posibilidades, eso sí, por lo menos no es muy larga….

“Boris Godunov” de Modest Mussorgski (1839-1881), sobre esta existen dos versiones, la primera de ellas, la mas primitiva, no pudo ser estrenada en 1869 cuando la terminó, debido a que no había papel femenino; la segunda versión, de 1872, con un acto polaco y otros cambios sí se estrenó en 1874, esta es la versión que veremos este año, diez actos. Estamos ante una obra excepcional, una obra maestra de la lírica que combina sabiamente la épica musical, con esa escena de la coronación que os pongo a continuación, momentos minimalistas y que requieren un canto más intimista. Sencillamente una maravilla en todos los sentidos. El reparto que se han traído es casi enteramente ruso, y cuenta con el ya legendario Anatoli Kotscherga (antes Boris)ciendo de Varlaam.

Il prigionero/Suor Angélica”de Luigi Dallapiccola (1904-1975) y Giacomo Puccini (1858-1924) es una coproducción con el Teatro del Liceo que consta de un programa doble con una primera, para mí al menos, desconocida obra; por lo que he podido buscar, estuvo a medio camino del clasicismo y el dodecafonismo, por lo tanto, podemos esperar una mezcla curiosa que espero que no desmerezca demasiado la segunda. Me imagino que, debido a este doble programa es por lo que Mortier (sabiendo su odio profundo a la hora de programar a Puccini) ha accedido a programar uno. Sea como sea estamos de enhorabuena, esta es una pequeña obra maestra (pequeña por la duración), segunda de las óperas incluídas en “Il Trittico”, está protagonizada exclusivamente por mujeres y, aunque todas tienen su hueco, la protagonista tiene uno de esos papeles deliciosos que te pueden encumbrar para siempre. Un milagro musical cargado de emoción, no en vano, he llorado todas las veces que la he visto/oído. Cómo no poner el “Senza Mamma”, cómo no…

“Macbeth” de Giuseppe Verdi (1813- 1901), no hace falta hablar mucho del compositor que todo el mundo conoce, quizá, el más grande a la par que Wagner; los dos llevaron este subgénero a la perfección total, al entendimiento como obra de arte total. Esta vez vamos a conocer una de las óperas que menos representan y que además no es tan conocida, de sus llamados “años de galeras” (1844 a 1850). Pero no hay que engañarse, la obra es magnífica, el papel de Lady Macbeth es el verdadero protagonista de la obra, y, además escribió una partitura endiablada para él (a ver si Violeta Urmana consigue sacarle partido). Cabe mencionar que la obra tiene más coros de los habituales en sus partituras (ese “Patria opressa” es excepcional); con lo cuál tenemos un conjunto muy consistente y disfrutable desde todos los puntos de vista.

“Pasifal” de  Richard Wagner (1813-1883), si antes teníamos a Verdi, aquí tenemos al otro gran representante, en una obra decididamente difícil, ambigua, complicada, pero excepcional, una maravilla cargada de emoción con un hándicap muy importante: se va a representar en modo concierto. Y esto es así, porque esta obra reúne las características más esenciales, largos monólogos, unión completa de la música, sin números cerrados y que suele entrar mejor con una puesta escénica. Hacer aguantar a la mayoría de la gente más de cuatro horas en modo concierto me parece quizá lo menos adecuado. Ya veremos de todos modos, puede ser una buena manera de que alguien conozca a este coloso.

“The perfect American” de Philip Glass (1937), estreno mundial por encargo del propio Mortier al compositor norteamericano sobre la vida de Walt Disney. A priori parece interesante, pero hay que orientar un poco a los que vayan a verlo. Glass es quizá el representante más conocido de la corriente minimalista (junto con Steve Reich), corriente que se basa en la repetición interminable de temas musicales, siendo a veces, a pesar de la belleza de la melodía, ciertamente monótono. Al no tener ningún fragmento musical de la obra, os pongo uno de su famosa “Einstein on the beach”. Habrá que ver si la puesta en escena ayuda para calibrar su posible éxito.

De Mozart (1756-1791)  se van a programar nada menos que tres  en diferentes momentos, aprovecho para unirlas aquí; baste decir que tanto “Cosí Fan Tutte” como “Don Giovanni”  y “Die Zauberflöte” son quizá las más conocidas junto a “Las bodas de Fígaro”, es difícil quedarse con un momento de ellas o quedarse con alguna de ellas en particular, quizá la más sólida en lo musical y dramático sea la segunda, Cosí es excepcional en lo musical pero el argumento es una chorrada, y la flauta está en alemán, es un singspiel, con recitativos muy secos aunque cómicos, sin música. Cualquiera de ellas podría valer para un profano en la materia. Pongo un fragmento de los muchos entre los que se puede elegir que adoro especialmente.

“Roberto Devereux” de Gaetano Donizetti (1791-1864), sorprendentemente veremos esta rareza de uno de los máximos representantes del belcantismo, desgraciadamente sólo serán dos funciones y en concierto también, una penita, la verdad. Este compositor es más conocido por otras pero siempre creaba buenas obras, y esta es otro buen exponente de ello. El elenco es más que recomendable con nuestro José Bros en el papel de Roberto y la inimitable Edita Gruberova en el de Elisabetta, si además está Sonia Gannassí y el siempre solvente Simón Orfila, pues podemos tener una agradable sorpresa musical.

“Les pêcheurs de perles” de Georges Bizet (1838-1875). Bizet es especialmente conocido por haber compuesto “Carmen”, maravilla de las maravillas y popular entre las populares; pero ojo, a esta obra la tengo un cariño especial, está dotada de una sensibilidad a flor de piel y tiene uno de esos roles de tenor de los que no puedes más que enamorarte; es una joya, una de esas que nunca olvidas. Además, viene Juan Diego Flórez a cantarla, esto es un éxito garantizado, porque su voz está hecha para cantar a Nadir. Muy recomendable aún siendo en concierto. Podría poner el dúo entre Zurga y Nadir, pero al final me decanto por la famosa aria del tenor “Je crois entendre encore” que salía en repetidas ocasiones en el “Match Point” de Woody Allen. Habrá tortas para conseguir una entrada…

“La Rappresaglia” de Saverio Mercadante (1795-1870), esta es la excusa para traer al gran Riccardo Muti de nuevo al Real, lo cual me congratula, pero también será una función casi imposible de conseguir, aún así, tiene cuatro programadas, siendo una además fuera de abono. En cuanto al repertorio prosigue en su labor de recuperar las obras del italiano, en este caso se trata de una ópera buffa y será bastante accesible musicalmente, como algunas que se han ido recuperando ya, os dejo aquí un fragmento de “Virginia”:

“Wozzek” de Alban Berg (1885-1935),  una obra esencial para entender los derroteros por donde ha ido la música contemporánea, a medio camino entre la tonalidad y el dodecafonismo, atonalismo puro, enervante, tétrico, desestabilizador; particularmente me encanta y soy capaz hasta de emocionarme con ella a pesar de lo que te desafía: la hermosura de lo horrendo. No es para todos los públicos, tampoco por la temática ni la escabrosidad y violencia de lo que relata. Sabiendo esto… ya se puede obrar en consecuencia.

Y la temporada acaba con “Il postino” de Daniel Catán (1949-2011), la cita anual con Placido Domingo, que siempre es una garantía de éxito y de espectáculo, viene acompañado de la emergente Nancy Fabiola-Herrera y de la ya consagrada Cristina Gallardo-Domas, la obra está basada en la novela Ardiente Paciencia” de Skármeta, y es sobre la ficticia amistad de Pablo Neruda y un cartero (sí, ESA película), no la conozco musicalmente, es una incógnita. Pero con esos cantantes…

Ya me he extendido demasiado, espero haber reflejado lo que viene este año a nivel operístico; ya iré comentando alguna cosa más según vaya yendo a verlas; según mi punto de vista es un año muy completo, consistente y ecléctico, veremos cómo resulta.