“Cuentos de Detectives Victorianos” selección de Ana Useros. Imprescindible historia de lo detectivesco

cuentosvictorianosEntre los lectores ya son famosas las ediciones de Alba, sobre todo porque se caracterizan por una edición exquisita, de lujo y con un gran cuidado de la traducción realizada. Su sello de identidad es la recuperación de clásicos de todas las lenguas: inglesa, francesa, rusa…  Siempre suelen acertar, pero hay ocasiones en que, directamente, gestan obras de referencia. Podemos hablar en este último caso de la obra que comento a continuación: la antología de “Cuentos de detectives victorianos” que ha seleccionado Ana Useros con la fantástica traducción de Catalina Martín Muñoz.

Esta antología viene a rellenar un hueco fundamental: la evolución cronológica desde sus inicios de la novela de detectives. La introducción de la propia Ana Useros, en unas pocas páginas, nos introduce a la época victoriana:

“Ya es un lugar común precisar lo que llamamos la Inglaterra victoriana, el periodo de tiempo marcado por las fechas del reinado de Victoria (del 20 de junio de 1837 al 22 de enero de 1901), es tan extenso que difícilmente puede caracterizarse de manera homogénea . En cualquier caso, son los años que marcan el declive de la aristocracia como clase dominante y el ascenso de la burguesía a los puestos del poder, la era de la expansión militarista del Imperio británico, del desarrollo de las comunicaciones y el transporte colectivo; la culminación de un proceso por el que el campo pierde su preponderancia como fuente de riqueza y las ciudades adquieren muchos de los rasgos que hoy definen su fisonomía. Todos esos rasgos cristalizan en una imagen que, en puridad, pertenece al victorianismo tardío: una calle de Londres al anochecer, bajo una espesa niebla que apenas logra atravesar la luz de las farolas de gas, en la que coinciden caballeros, obreros y mendigos, damas, dependientas y prostitutas; donde los comerciantes y oficinistas que regresan al hogar tras su jornada de trabajo se mezclan con aristócratas y bohemios que inician su periplo festivo.”

Para, a continuación, unirla indisolublemente a lo literario, en una de las edades de oro de la literatura no solo inglesa sino universal, y al nacimiento del género:

“En esta época victoriana, que coincide con una edad de oro (o dos, o tres…) de la literatura en lengua inglesa, nace la literatura policíaca. Los avatares literarios que acompañan su desarrollo se mezclan y confunden, complementan y reflejan esos cambios sociales, de manera que se produce una coincidencia en el tiempo entre la construcción del universo ficticio de un género y la construcción textual de ese género. “

De esta manera, consigue realizar una síntesis de esta cronología que resulta novedosa, sobre todo porque se cita como precursor a William E. Burton por encima de las historias de Edgar Allan Poe:

“Se pueden trazar historias muy diferentes de la literatura de detectives, según tengamos o no en cuenta esa masa de géneros populares y escritores del montón. Un relato posible y muy extendido hilvanaría únicamente a los autores prestigiosos y, así, el cuento policíaco sería una invención de Edgar Allan Poe en los cuentos protagonizados por auguste dupin (aunque en esta antología, gracias al especialista Michael Syms, que lo rescató, incluimos un genuino precursor del género, “La cámara secreta”, de 1837 de William E. Burton, cuatro años anterior a los crímenes de la calle morgue), continuarían con las apariciones puntuales de los inspectores de Scotland Yard en las crónicas y novelas de Dickens y adquiriría carta de naturaleza con la creación de Sherlock Holmes en 1887. Con posterioridad a los años victorianos haría su entrada el padre Brown de Chesterton y, a partir de ahí, en la década de 1920, el género entraría en una época de plenitud que culminaría en la década siguiente, en su llamada edad de oro.”

Lo que nos llevaría al Detection Club, la edad dorada del relato policíaco de detectives, con su creación de las reglas de las historias de detectives que, desde luego, no siguen estos cuentos, anteriores a esta época. El siguiente texto ejemplifica a la perfección un pequeño resumen de los autores que van a aparecer en el volumen, caracterizados por la variedad sobre todo en cuanto a métodos y personalidades:

“Por supuesto, ningún relato de esta antología, ni siquiera los de Sherlock Holmes, cumple con estas reglas dictadas a posteriori. En todos los relatos seleccionados hay un misterio y hay un detective que lo resuelve. Pero el abanico de personalidades y métodos es muy amplio. Los policías más o menos competentes de los relatos de Dickens, Wilkie Collins o McLevy se mezclan con aficionados entusiastas, como el tierno narrador de detención bajo sospecha. Personalidades excéntricas como el propio Holmes, el príncipe Zaleski o Flaxman detective de lo sobrenatural, conviven con abanderados de la normalidad, como Martín Hewitt o Paul Beck; el extranjero de verbo florido Eugéne Valmont contrasta, con los lacónicos y eficaces profesionales  de los cuentos de William Russell, Fergus Hume y Waters. Tres de ellos están protagonizados por mujeres detectives, para recordarnos que la época victoriana marca también el inicio de la tortuosa emancipación femenina.”

El objetivo de la recopilación es claro:

“Los relatos seleccionados en esta antología perfilan una historia del género y revelan que, en un primer momento, este derivo del interés del público burgués por conocer de primera mano una realidad ajena, semioculta y aterradora, de la mano de los especialistas en su regulación.”

En efecto, a partir de este momento, en estricta ordenación cronológica irán pasando diferentes escritores que han participado en la creación del relato policíaco. Cada uno de ellos tiene una imprescindible introducción que ubica históricamente al autor y al relato escogido además de poner énfasis en los elementos por los que ha sido escogido, pondré algunos ejemplos que sirven para hacerse una idea del inmenso trabajo y del grado de exhaustividad conseguido, un verdadero prodigio:

La elección de Doyle es, por ejemplo, por un tema diferente al que podríamos esperar:

“La aventura del carbunclo azul” de Doyle. Más que tratar de establecer el mejor cuento de Sherlock Holmes, hemos buscado reflejar una característica que le distingue de los demás detectives. Y lo distinto no es (únicamente) la facultad portentosa de deducción, ni la atención a los detalles, ni que el crimen sea intrincado. Lo distintivo es la aparición de un goce que combate el tedio vital, que borra las fronteras entre detective profesional y amateur, la adicción al enigma.”

El goce aplicado a lo detectivesco, el relato sirve perfectamente como paradigma de este rasgo. En el caso del Grant Allen, nos encontramos con uno de los precursores en la elección de una mujer como detective, sobre todo porque se trata de una elección, no está impuesta u obligada por circunstancias. Nos encontramos ante uno de esos momentos que empiezan a definir la emancipación de la mujer en la sociedad:

“La aventura de la anciana cascarrabias” de Grant Allen, es el primer relato de los casos de Lois Caley, y nos presenta a un personaje que entra en ese mundo por el placer de la aventura y que no necesita , como las otras mujeres  detectives de esta antología, un motivo melodramático que excusé su ejercicio de un oficio masculino. Es un retrato de una nueva mujer moviéndose como pez en el agua en una sociedad en cambio profundo.”

No faltan las excentricidades ni el exotismo, como es el caso de del príncipe Zaleski:

“La estirpe de los Orven” de M. P. Shiel, en esta historia de locura heredada, generación tras generación, por una estirpe de sanos y descreídos condes británicos se agudiza el contraste entre el pragmatismo prosaico con el que los ingleses se resignan a lo inevitable y la actitud barroca y filosófica del fatalista Zaleski.”

O el caso de la mujer que rivalizaría con Sherlock Holmes en prácticamente todo:

“El hombre de ojos dementes” de George Robert Sims, Dorcas Dene es una detective profesional, antigua actriz, capaz de seguir e identificar pistas, hacer deducciones rigurosas y disfrazarse convincentemente. Excepto en el uso de la fuerza física rivaliza en todo con Sherlock holmes. Tiene también un cronista admirador, dispuesta a acompañarla y asistirla, en este caso un antiguo empresario teatral.”

Hasta un jugueteo con lo sobrenatural se da cita gracias a la historia que nos traen de E. y H. Heron y su detective de lo paranormal:

“La historia de los españoles de Hammersmith” de E. y H. Heron, Flaxman Low es un detective de lo sobrenatural. Su tarea es identificar a que tipo de fantasma se enfrenta (vampiro, momia, espectro..) y tratar de naturalizarlo. En este oficio combina experiencia, dotes de deducción a partir de las huellas de los fantasmas y siempre hay un enfrentamiento físico con ellos.”

El volumen tiene un excepcional colofón con un relato de Robert Barr que anticipa a Chesterton (por sus características particulares, hasta el título parece de Chesterton) y al Poirot de Christie; una historia llena de inteligencia donde no todo es lo que parece:

“Un selecto círculo de despistados”  de Robert Barr. Su trama prefigura a Chesterton. A Valmont se le considera el precursor de Poirot, pero es un gran personaje por derecho propio, que condensa todos los tópicos sobre Francia: fatuo, frívolo, Gourmet. Con su compañero de aventuras, el inspector Hale, que es a su vez la visión extranjera del típico inglés -rígido, pomposo y algo torpe-, forma un buen dúo cómico. “

Sin lugar a dudas, una obra imprescindible, necesaria para la historia del género policíaco. Con una selección muy cuidada y de gran calidad.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Catalina Martín Muñoz para estos “Cuentos de Detectives Victorianos” selección de Ana Useros en Alba.

Dos Antologías: “Tras las huellas de Arsenio Lupin” y “Relatos hispánicos asombrosos y de terror”

tras-las-huellas-de-arsenio-lupin-9788494148941Lo que son las cosas, estas últimas semanas no hago más que leer antologías de cuentos de diferentes tipos; las dos propuestas que traigo hoy tienen que ver con el género y se caracterizan por tener autores de lo más variado, no son de un autor únicamente.

La primera, desde su título, “Tras las huellas de Arsenio Lupin” nos aclara de alguna manera por dónde puede ir, en el prólogo de Miguel Ángel de Rus de M.A.R. Editor queda meridiana esta condición:

“Cinco clásicos se reúnen en este libro, para deleite de quieres conocieron la literatura negra, criminal y detectivesca en sus orígenes: Maurice Leblanc, Marcel Schwob, Ambrose Bierce, Arthur Conan Doyle y Guillaume Apollinaire. Les rinden homenaje autores que en su obra literaria han buscado habitualmente el lado más oscuro del alma humana como Manuel A. Vidal, Kalton Harold Bruhl, Isaac Bélmar, Juan Guerrero Sánchez, Andrés Fornells y Joseba Iturrate, y autores que han preferido decantarse por disfrutar del hecho histórico, de la vivencia de la época, como Montserrat Suáñez, Belén Rodríguez Quintero, Raymond Mora Espinosa, Sol Antolín Herrero, Ángela Hernández, Pilar Mata Solano, Javier Fernández Jiménez y Sonia Ehlers. 

M.A.R. Editor ofrece al lector volver al pasado y sanar las heridas del alma. El lector decide si avanza a través de sus páginas.”

Los cinco clásicos que comenta son ciertamente imprescindibles: desde el ocurrente caso de Arsenio Lupin en “El collar de la Reina” hasta “Su último saludo en el escenario” de Doyle pasando por “Mi crimen favorito” (Incluido también en “El clan de los parricidas y otras historias macabras” de Bierce que comenté aquí) que rebosa maldad y buen hacer a partes iguales (“Sin excepción, creo poder afirmar que en lo referido a atrocidad artística, mi asesinato del tío William ha sido superado muy pocas veces”) .

Los motivos para incluir ciertas historias en una antología con este nombre están, en algunos casos, ciertamente difusos, hay una sensación de irregularidad más que patente que desluce el resultado final.

A pesar de algunos relatos reseñables como “Los comediantes” de Raymond Mora Espinosa (“-El mundo es un teatro, y los hombres no son más que meros comediantes”) o el “Gambito Veneciano” ambientado en la Venecia del siglo XIX de Montserrat Suáñez; o incluso “El foulard escarlata” de Pilar Mata Solano, donde la prensa se convierte en el desencadenante de los asesinatos.

Junto a estos, nos encontramos un despropósito total en cuanto a historia, edición y faltas de ortografía en cada página: “La encantadora Madame Delamieux” de Andrés Fornells. No es posible que un cuento de esta calaña haya pasado algún filtro, me sorprende desagradablemente.

Por fortuna, la recopilación no deja mal sabor de boca por un par de buenas historias en su etapa final: “Ojos Pardos” de Joseba Iturrate,  con una historia que le da la  vuelta al mito del destripador, a la inversa, con las prostitutas acuchillando a criminales o el fantástico “El caso de la muchacha de los cabellos de seda” de Juan Guerrero Sánchez con un guiño final muy conforme  a Leblanc y su Arsenio.

En conclusión, una mezcla ciertamente irregular y agridulce.

relatos-hispanicos-asombrosos-y-de-terror-9788437632667Sin embargo la segunda propuesta que os traigo “Relatos hispánicos asombrosos y de terror” en la edición de Emilio J. Sales Dasí es tan genial que no sé cómo no os la habéis leído ya.

Vale la pena ver la nómina de autores escogida (Relatos de Juan Montalvo, Pedro Antonio de Alarcón, Julio Calcaño, Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán, Miguel de Unamuno, Miguel Sawa, Rubén Darío, Vicente Blasco Ibáñez, Amado Nervo, Pío Baroja, Abraham Valdelomar); en primer lugar, por su calidad; en segundo, porque se demuestra que ellos también se dedicaron a realizar historias de terror o ciencia ficción; esto confirma que cada vez se derriba más la frontera entre literatura “seria” y de género y esto es una gran noticia. Sobre todo porque se trata de una edición didáctica, muy pensada para la enseñanza, que no ignora el valor de dicha literatura.

En la imprescindible introducción  tenemos un esbozo del género citando a sus referentes en el extranjero, los Lovecraf, Hoffmann, Poe, etc… para luego centrarse en los autores escogidos y su implicación en lo fantástico:

“La atracción hacia lo fantástico, en todo caso, fue más relevante en unos escritores que en otros. Cuantitativamente, Alarcón, Pardo Bazán, Darío, Nervo o el propio Pérez Galdós probaron las posibilidades de lo inverosímil en varios de sus relatos, mientras que la incursión en estos territorios sería más ocasional en Blasco Ibáñez o Baroja. Por otra parte la oportunidad de tales ejercicios surgió en momentos diferentes de la trayectoria creativa de cada escritor. Así, mientras el cuento “Médium” se integraría en “Vidas sombrías”, primer título dado a la imprenta por Pío Baroja, el relato “¿Dónde está mi cabeza?” fue escrito por Galdós después de su etapa naturalista, en tanto que “El préstamo de la difunta” apareció cuando Blasco Ibáñez ya era un autor sobradamente conocido por sus novelas valencias.”

La selección, no como en la anteriormente mencionada, posee una ordenación cronológica y una unidad temática que aglutina y da sentido al resultado final:

“En la selección de los relatos que integran la antología se ha tenido en cuenta el criterio cronológico, recopilando títulos representativos del cuento fantástico y de terror en castellano del siglo XIX y principios de la centuria siguiente. Pero, asimismo, se ha atendido al propósito de conferirle a la colección una interesante variedad temática que resulte ilustrativa de los motivos característicos de dicho género  y, a la vez, asegure el entretenimiento, sin descartar la opción de animar al público juvenil a la lectura futura de otras obras de la misma índole. […] Si la literatura fantástica se caracteriza por desafiar a las certezas que todos admitimos tradicionalmente, deberás considerar los ejercicios planteados también como un reto que te impulse a penetrar en los reinos del misterio y lo ambiguo. Para esos deberás estar bien despierto y no dejarte doblegar por cualquier visita inesperada. Por si acaso.”

A partir de ahí, solo tenemos que dejar volar nuestra imaginación y disfrutar de lo lindo con propuestas de todo tipo de una gran calidad, por citar alguna:

En “La mujer alta” de Alarcón se afrontan las figuras fantasmagóricas:  “…cuando, a poco de penetrar en mi calle por el extremo que da a la de Peligros, y al pasar por delante de una casa recién construida de la acera que yo llevaba, advertí que en el hueco de su cerrada puerta estaba de pie, inmóvil y rígida, como si fuese de palo, una mujer muy alta y fuerte, como de sesenta años de edad, cuyos malignos y audaces ojos sin pestañas se clavaron en los míos como dos puñales, mientras que su desdentada boca me hizo una mueca horrible por vía de sonrisa….”

En “¿Dónde está mi cabeza?” de Galdós, asistimos a una faceta no tan conocida del autor de “Misericordia”, su capacidad para mostrarnos una situación altamente terrorífica con todo nivel de detalle:

“Antes de despertar, ofreciose a mi espíritu el horrible caso en forma de angustiosa sospecha, como una tristeza hondísima, farsa cruel de mis endiablados nervios que suelen desmandarse con trágico humorismo. Desperté; no osaba moverme; no tenía valor para reconocerme y pedir a los sentidos la certificación material de lo que ya tenía en mi alma todo el valor del conocimiento… Por fin, más pudo la curiosidad que el terror; alargué mi mano, me toqué, me palpé… Imposible exponer mi angustia cuando pasé la mano de un hombro a otro sin tropezar en nada.. El espanto me impedía tocar la parte, no diré dolorida, pues no sentía dolor alguno…, la parte que aquella increíble mutilación dejaba al descubierto….”

En “El que se enterró” de Unamuno encontramos una clave oculta que, en realidad está inherente en nuestras vidas, aunque no queramos ser conscientes de ello:

“En el tratado a que hago referencia sostenía, según me dijeron, que a muchas, a muchísimas personas les ocurren durante la vida sucesos trascendentales, misteriosos, inexplicables, pero que no se atreven a revelar por miedo a que se les tenga por locos. “La lógica –dice- es una institución social a la que se llama locura una cosa completamente privada. Si pudiéramos leer en las almas de los que nos rodean veríamos que vivimos envueltos en un mundo de misterios tenebrosos, pero palpables.”

En “Médium” de Pío Baroja la frontera entre el sueño y la realidad se desvanecen peligrosamente:

 “¿Quién ha dicho que estoy loco? ¡Miente!, porque los locos no duermen, y yo duermo… ¡Ah! ¿Creíais que yo no sabía esto? Los locos no duermen, y yo duermo. Desde que nací, todavía no he despertado.”

El “Finix Desolatrix Veritae” de Valdelomar  nos trae una dixtopía desasosegante, un mundo destruido incomprensible, parece mentira que estemos ante un autor clásico español, ¿verdad?

“-Decidme, por Dios, una palabra! […] ¿Dónde estamos?…

-En la tierra.

-Pero ¿y el Tiempo?

-Ya no hay Tiempo.

-¿Y el Espacio?

-Ya no hay Espacio.

-¿Y el Sol?

-Vele allí, que agoniza; ya está inmóvil.

-¿Qué ha pasado por el mundo?

-Los siglos.

-¿Estamos, pues, en el fin? ¿Hemos sido llamados por Dios?…

-¡Quién sabe!”

Simples ejemplos para demostrar la grandeza de la selección y la edición impecable de esta antología que nos trae Cátedra.  Esto sí que vale la pena.