Dos Antologías: “Tras las huellas de Arsenio Lupin” y “Relatos hispánicos asombrosos y de terror”

tras-las-huellas-de-arsenio-lupin-9788494148941Lo que son las cosas, estas últimas semanas no hago más que leer antologías de cuentos de diferentes tipos; las dos propuestas que traigo hoy tienen que ver con el género y se caracterizan por tener autores de lo más variado, no son de un autor únicamente.

La primera, desde su título, “Tras las huellas de Arsenio Lupin” nos aclara de alguna manera por dónde puede ir, en el prólogo de Miguel Ángel de Rus de M.A.R. Editor queda meridiana esta condición:

“Cinco clásicos se reúnen en este libro, para deleite de quieres conocieron la literatura negra, criminal y detectivesca en sus orígenes: Maurice Leblanc, Marcel Schwob, Ambrose Bierce, Arthur Conan Doyle y Guillaume Apollinaire. Les rinden homenaje autores que en su obra literaria han buscado habitualmente el lado más oscuro del alma humana como Manuel A. Vidal, Kalton Harold Bruhl, Isaac Bélmar, Juan Guerrero Sánchez, Andrés Fornells y Joseba Iturrate, y autores que han preferido decantarse por disfrutar del hecho histórico, de la vivencia de la época, como Montserrat Suáñez, Belén Rodríguez Quintero, Raymond Mora Espinosa, Sol Antolín Herrero, Ángela Hernández, Pilar Mata Solano, Javier Fernández Jiménez y Sonia Ehlers. 

M.A.R. Editor ofrece al lector volver al pasado y sanar las heridas del alma. El lector decide si avanza a través de sus páginas.”

Los cinco clásicos que comenta son ciertamente imprescindibles: desde el ocurrente caso de Arsenio Lupin en “El collar de la Reina” hasta “Su último saludo en el escenario” de Doyle pasando por “Mi crimen favorito” (Incluido también en “El clan de los parricidas y otras historias macabras” de Bierce que comenté aquí) que rebosa maldad y buen hacer a partes iguales (“Sin excepción, creo poder afirmar que en lo referido a atrocidad artística, mi asesinato del tío William ha sido superado muy pocas veces”) .

Los motivos para incluir ciertas historias en una antología con este nombre están, en algunos casos, ciertamente difusos, hay una sensación de irregularidad más que patente que desluce el resultado final.

A pesar de algunos relatos reseñables como “Los comediantes” de Raymond Mora Espinosa (“-El mundo es un teatro, y los hombres no son más que meros comediantes”) o el “Gambito Veneciano” ambientado en la Venecia del siglo XIX de Montserrat Suáñez; o incluso “El foulard escarlata” de Pilar Mata Solano, donde la prensa se convierte en el desencadenante de los asesinatos.

Junto a estos, nos encontramos un despropósito total en cuanto a historia, edición y faltas de ortografía en cada página: “La encantadora Madame Delamieux” de Andrés Fornells. No es posible que un cuento de esta calaña haya pasado algún filtro, me sorprende desagradablemente.

Por fortuna, la recopilación no deja mal sabor de boca por un par de buenas historias en su etapa final: “Ojos Pardos” de Joseba Iturrate,  con una historia que le da la  vuelta al mito del destripador, a la inversa, con las prostitutas acuchillando a criminales o el fantástico “El caso de la muchacha de los cabellos de seda” de Juan Guerrero Sánchez con un guiño final muy conforme  a Leblanc y su Arsenio.

En conclusión, una mezcla ciertamente irregular y agridulce.

relatos-hispanicos-asombrosos-y-de-terror-9788437632667Sin embargo la segunda propuesta que os traigo “Relatos hispánicos asombrosos y de terror” en la edición de Emilio J. Sales Dasí es tan genial que no sé cómo no os la habéis leído ya.

Vale la pena ver la nómina de autores escogida (Relatos de Juan Montalvo, Pedro Antonio de Alarcón, Julio Calcaño, Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán, Miguel de Unamuno, Miguel Sawa, Rubén Darío, Vicente Blasco Ibáñez, Amado Nervo, Pío Baroja, Abraham Valdelomar); en primer lugar, por su calidad; en segundo, porque se demuestra que ellos también se dedicaron a realizar historias de terror o ciencia ficción; esto confirma que cada vez se derriba más la frontera entre literatura “seria” y de género y esto es una gran noticia. Sobre todo porque se trata de una edición didáctica, muy pensada para la enseñanza, que no ignora el valor de dicha literatura.

En la imprescindible introducción  tenemos un esbozo del género citando a sus referentes en el extranjero, los Lovecraf, Hoffmann, Poe, etc… para luego centrarse en los autores escogidos y su implicación en lo fantástico:

“La atracción hacia lo fantástico, en todo caso, fue más relevante en unos escritores que en otros. Cuantitativamente, Alarcón, Pardo Bazán, Darío, Nervo o el propio Pérez Galdós probaron las posibilidades de lo inverosímil en varios de sus relatos, mientras que la incursión en estos territorios sería más ocasional en Blasco Ibáñez o Baroja. Por otra parte la oportunidad de tales ejercicios surgió en momentos diferentes de la trayectoria creativa de cada escritor. Así, mientras el cuento “Médium” se integraría en “Vidas sombrías”, primer título dado a la imprenta por Pío Baroja, el relato “¿Dónde está mi cabeza?” fue escrito por Galdós después de su etapa naturalista, en tanto que “El préstamo de la difunta” apareció cuando Blasco Ibáñez ya era un autor sobradamente conocido por sus novelas valencias.”

La selección, no como en la anteriormente mencionada, posee una ordenación cronológica y una unidad temática que aglutina y da sentido al resultado final:

“En la selección de los relatos que integran la antología se ha tenido en cuenta el criterio cronológico, recopilando títulos representativos del cuento fantástico y de terror en castellano del siglo XIX y principios de la centuria siguiente. Pero, asimismo, se ha atendido al propósito de conferirle a la colección una interesante variedad temática que resulte ilustrativa de los motivos característicos de dicho género  y, a la vez, asegure el entretenimiento, sin descartar la opción de animar al público juvenil a la lectura futura de otras obras de la misma índole. […] Si la literatura fantástica se caracteriza por desafiar a las certezas que todos admitimos tradicionalmente, deberás considerar los ejercicios planteados también como un reto que te impulse a penetrar en los reinos del misterio y lo ambiguo. Para esos deberás estar bien despierto y no dejarte doblegar por cualquier visita inesperada. Por si acaso.”

A partir de ahí, solo tenemos que dejar volar nuestra imaginación y disfrutar de lo lindo con propuestas de todo tipo de una gran calidad, por citar alguna:

En “La mujer alta” de Alarcón se afrontan las figuras fantasmagóricas:  “…cuando, a poco de penetrar en mi calle por el extremo que da a la de Peligros, y al pasar por delante de una casa recién construida de la acera que yo llevaba, advertí que en el hueco de su cerrada puerta estaba de pie, inmóvil y rígida, como si fuese de palo, una mujer muy alta y fuerte, como de sesenta años de edad, cuyos malignos y audaces ojos sin pestañas se clavaron en los míos como dos puñales, mientras que su desdentada boca me hizo una mueca horrible por vía de sonrisa….”

En “¿Dónde está mi cabeza?” de Galdós, asistimos a una faceta no tan conocida del autor de “Misericordia”, su capacidad para mostrarnos una situación altamente terrorífica con todo nivel de detalle:

“Antes de despertar, ofreciose a mi espíritu el horrible caso en forma de angustiosa sospecha, como una tristeza hondísima, farsa cruel de mis endiablados nervios que suelen desmandarse con trágico humorismo. Desperté; no osaba moverme; no tenía valor para reconocerme y pedir a los sentidos la certificación material de lo que ya tenía en mi alma todo el valor del conocimiento… Por fin, más pudo la curiosidad que el terror; alargué mi mano, me toqué, me palpé… Imposible exponer mi angustia cuando pasé la mano de un hombro a otro sin tropezar en nada.. El espanto me impedía tocar la parte, no diré dolorida, pues no sentía dolor alguno…, la parte que aquella increíble mutilación dejaba al descubierto….”

En “El que se enterró” de Unamuno encontramos una clave oculta que, en realidad está inherente en nuestras vidas, aunque no queramos ser conscientes de ello:

“En el tratado a que hago referencia sostenía, según me dijeron, que a muchas, a muchísimas personas les ocurren durante la vida sucesos trascendentales, misteriosos, inexplicables, pero que no se atreven a revelar por miedo a que se les tenga por locos. “La lógica –dice- es una institución social a la que se llama locura una cosa completamente privada. Si pudiéramos leer en las almas de los que nos rodean veríamos que vivimos envueltos en un mundo de misterios tenebrosos, pero palpables.”

En “Médium” de Pío Baroja la frontera entre el sueño y la realidad se desvanecen peligrosamente:

 “¿Quién ha dicho que estoy loco? ¡Miente!, porque los locos no duermen, y yo duermo… ¡Ah! ¿Creíais que yo no sabía esto? Los locos no duermen, y yo duermo. Desde que nací, todavía no he despertado.”

El “Finix Desolatrix Veritae” de Valdelomar  nos trae una dixtopía desasosegante, un mundo destruido incomprensible, parece mentira que estemos ante un autor clásico español, ¿verdad?

“-Decidme, por Dios, una palabra! […] ¿Dónde estamos?…

-En la tierra.

-Pero ¿y el Tiempo?

-Ya no hay Tiempo.

-¿Y el Espacio?

-Ya no hay Espacio.

-¿Y el Sol?

-Vele allí, que agoniza; ya está inmóvil.

-¿Qué ha pasado por el mundo?

-Los siglos.

-¿Estamos, pues, en el fin? ¿Hemos sido llamados por Dios?…

-¡Quién sabe!”

Simples ejemplos para demostrar la grandeza de la selección y la edición impecable de esta antología que nos trae Cátedra.  Esto sí que vale la pena.

“Sobre el concepto de barbarie” de Gilbert K. Chesterton

En la fantástica introducción del libro “Sobre el concepto de barbarie” publicado por la editorial Espuela de Plata, Emilio Quintana deja muy claras las intenciones de un Chesterton ubicado temporalmente en 1914:

“Sobre el concepto de la barbarie  tiene como único fin demostrar la incompatibilidad de Alemania con la idea de civilización, puesto que su único propósito es “la destrucción de la libertad en todas las partes del mundo”

El libro se divide en cinco partes, que en esta edición española van precedidas por una serie de citas sacadas de revistas, periódicos y otras fuentes que complementan los capítulos relatados por el rubicundo escritor inglés, que construye su panfleto desde la semántica asociada al conceptsobre-el-concepto-de-barbarie-ebook-9788415177623o de barbarie como bien nos indica el mencionado Quintana:

“Chesterton se centra en el concepto de barbarie […]. Alemania no es, como Rusia, una civilización imperfecta, “sino algo deliberadamente antitético a la civilización y enemigo de ella, algo que ha declarado la guerra a los principios que han hecho posible hasta hoy día la existencia de la sociedad humana”. […] Chesterton tiene la extraña capacidad de percibir la intrínseca perversión de una Modernidad mostrenca, que se está constituyendo como el negativo de la civilización humana, a partir de su propio desarrollo tecnológico”

A partir de ahí, razona el escritor lo que le lleva a asociar Alemania a lo bárbaro y la necesidad de parar a este país.

En el capítulo “Hechos” establece las razones por las que cree que Europa puede ir mal: “Se trata nada menos, que de localizar, (después de haber perdido más de un siglo de recriminaciones injustas y explicaciones erróneas) el mal de Europa, de encontrar la fuente que ha vertido sobre todas las naciones de este continente el veneno de la discordia y del malestar”

En  “Guerra a la palabra”, establece la definición de barbarie y lo que significa en cuanto a su oposición a la civilización: “No queremos decir una civilización accidentalmente imperfecta, sino algo deliberadamente antitético a la civilización y enemigo de ella, algo que ha declarado la guerra a los principios que han hecho posible hasta hoy día la existencia de la sociedad humana”.

En el tercer capítulo define la “negación de la reciprocidad” como una de las características de  los alemanes, esencial para entender sus reticencias: “Otra idea existe en el fondo de todas las acciones humanas, tan fundamental, que ya se ha olvidado, tan sabida, que se calla siempre, se podría llamar la idea de reciprocidad, o, dicho en buen castellano, el toma y daca. El prusiano aparece intelectualmente incapaz de esta idea, se nos figura que no puede concebir lo que es fundamento de toda convivencia, es decir, que a los ojos de un hombre, él no es más que otro hombre.”

No tiene compasión a la hora de establecer las prioridades de los prusianos y lo que esto puede significar, en términos de libertad, para toda Europa: “En Prusia, no; lo mejor del mecanismo de la civilización se ha puesto al servicio de lo más odioso de la mentalidad bárbara. Ni por casualidad realiza el prusiano un acto meritorio; no conoce ninguna de estas afortunadas resurrecciones, ninguno de estos tardíos arrepentimientos de que se compone la gloria de Rusia, hecha de remiendos. En Prusia todo se aguza hasta que acaba en punta y se dirige a un solo propósito; este propósito, si es que los actos y las palabras han de significar algo, es la destrucción de la libertad en todas las partes del mundo”.

Más doloroso resulta comprobar en el prólogo que hizo Miguel de Unamuno a esta obra en 1914 el concepto “tontos a la prusiana”, verdaderos defensores de la supremacía alemana y abanderados de una forma de hacer las cosas que, quizá, no sea la panacea a todos los problemas sino un problema potencial en sí mismo para nuestro futuro:

“Y vencer para Prusia significa dictar ella la ley a todo el mundo: Ueber alles in der Welt! […] Más de una vez ha escrito Cherterton que lo terrible del prusiano es que no duda. […] Que sean tan tontos que ni siquiera sospechen su propia tontería y estén sincera y profundamente convencidos de ser el pueblo escogido de Gott, se comprende. Allá ellos. Pero lo triste es que hayamos descubierto entre nosotros, aquí, en España, tantos tontos a la prusiana.”

“La salvación de España, dicen, está en ponerse en manos de Alemania, imitarla y organizarse a la alemana. Y a esto le llamo hispanofilia y a los que no nos dejamos convencer de ello nos motejan de malos españoles y de descastados”.

Se complementa esta edición con las “Cartas a un viejo garibaldino” del propio escritor británico y que se centra igualmente en esta demostración de la barbarie alemana y en cómo intentar evitarla mediante el estrechamiento de las relaciones con el país transalpino, hacer una piña contra esta ocupación:

“En la primera carta, Chesterton intenta estrechar los lazos entre Italia y Gran Bretaña, haciendo alusión a un enemigo común: el pangermanismo. Italia e Inglaterra deben luchar juntas contra un enemigo de características singulares, que ni siquiera cabe considerar bárbaras:

Luchamos para evitar que la Europa futura sea alemana. Creemos que sería más estrecha, más desagradable, menos sana, menos capaz de libertad y de risa que cualquiera de los peores momentos del pasado europeo”.

En los tiempos que corren, en el que Alemania ha adoptado su papel de dominador desde el punto de vista económico e ideológico; esta recopilación de textos del visionario Chesterton no puede estar de más rabiosa actualidad y abrirnos aún más los ojos a, si cabe, lo que estamos presenciando.