Tan poca vida e Instrumental. ¿Caminos paralelos?

9788416290437Más de uno ha quedado sorprendido con el éxito de Instrumental del artista James Rhodes; al principio nada presagiaba el éxito de ventas actual; el que se haya convertido en un long seller que funciona, precisamente, por la recomendación de unos lectores a otros. Es el tipo de libro que le encanta a las editoriales, ya que les ayuda a tener un margen y sacar otras cosas, sobre todo en el caso de las editoriales independientes. Todas las que aguantan suelen tener un libro de esta categoría, que se lo digan a Sexto piso (Del color de la leche) o a Impedimenta (La hija de Robert Poste), Blackie Books no puede negar que el fenómeno Rhodes le está dando muchas alegrías. 

El libro, por si alguien no sabe de qué va, es, resumiendo, un relato autobiográfico del concertista; relata con bastante crudeza los abusos que sufrió siendo un niño y cómo la música clásica le sirvió para superar este estigma, de hecho habla concretamente de ciertas piezas musicales al comienzo de cada capítulo y las liga a momentos concretos de su vida. Fenómenos de este estilo suelen resultar inexplicables para la crítica y es curioso ver surgir artículos que intentan dar algún tipo de lógica. 

Dentro de ellos, es muy interesante este de Santiago Gerchunoff  en El Español titulado “La aristocracia del dolor”, donde establece una teoría ciertamente curiosa y que quizá no está muy alejada de lo que sienten sus seguidores, en sus palabras: “pero mi sospecha es que lo que hace que la gente esté embelesada con Rhodes (fue contratado incluso como concertista en el ciclo “los veranos de la villa” por el Ayuntamiento de Madrid), no es su talento como pianista clásico sino su condición de ex niño violado.”

Como crítico operístico y de música clásica no he hecho el esfuerzo de escucharlo todavía, no puedo hablar de si tiene talento o no pero  el libro hay que reconocer que funciona en el ámbito que establece: toda su fuerza se desencadena en la empatía que despierta en el lector. Los hechos que relata son tan dolorosos que es inevitable que despierten los sentimientos de los que lo leen no sólo por solidaridad sino como cierta catarsis: leer sufrimientos ajenos sirve para relativizar los nuestros. Además, estoy bastante de acuerdo con el autor del artículo en que la utilización de la música clásica como elemento de superación desmitifica su (posible) dificultad (la mayoría de la gente considera que es muy culto escuchar música clásica y que alguien les haga ver su valor terapéutico de una manera tan pasional se convierte en un éxito asegurado).

tan-poca-vidaEl pasado día 15 de septiembre salió a la venta la novela Tan poca vida de la escritora Hanya Yanagihara, salvando las distancias, ya que esta última es totalmente ficcional y no hay ninguna conexión con la música como elemento salvífico, encuentro una comparación interesante que podría llevarla por un camino paralelo a la de Rhodes; siendo la del músico lo más cercano a un relato confesional, la multipremiada novela de Yanagihara emula parte de las temáticas de este tipo de novelas, centrándose igualmente en el dolor como elemento conductor a lo largo de sus más de mil páginas.

La novela nos presenta el relato generacional de cuatro amistades masculinas, enfocándose sobre todo en uno de ellos, Jude, del que se va descubriendo todo lo que ha sufrido en el pasado y cómo ese sufrimiento supedita su presente y futuro. La escritora es capaz de relatar una barbaridad detrás de otra de las que va pasando el protagonista, parece mentira ser capaz de aguantar tanto dolor leyendo un libro. Todo un catálogo de atrocidades que nos llevan al uso del dolor empáticamente y como elemento catártico, como ocurría con el de James Rhodes, lo que leemos, tantos abusos, relativizan muchos de nuestros sufrimientos y de ahí que se pueda leer hasta el final a pesar de estar pasándolo tan mal. Buena parte de culpa llegar a terminarlo tiene que ver, sin embargo, con Willen, su mejor amigo y novio, verdadero elemento aglutinador en medio de todo ese masoquismo;  pero de esto, el lector no se da cuenta hasta el final. Después quedan pocas esperanzas ya que el relato no ofrece redención de ningún tipo, brilla por un nihilismo feroz en el que la vida supera a aquellos que la están viviendo. Esa es la mayor diferencia con Instrumental, y su mayor hándicap, no ofrece consuelo.

Está por ver si un libro de estas características podrá conseguir el mismo éxito que el otro, la editorial está apostando fuerte por él aunque, por ahora, no esté despuntando demasiado en las listas de ventas. ¿Demasiado dolor? Solo el tiempo nos lo dirá.

Internet Safari de Noel Ceballos. El (im)probable discernimiento virtual

BB61_3D_webInternet y todo lo que le rodea se han convertido en un galimatías prácticamente inexplicable para la mayoría de los ciudadanos de a pie, un mastodonte de proporciones ilimitadas que resulta, en muchos casos, una amenaza a un estado de bienestar y a una privacidad que se ve seriamente en peligro; solamente hay que comprobar algunos de los últimos acontecimientos, por ejemplo, para corroborar la sucesiva demonización de twitter y sus integrantes, como bien nos quieren transmitir los medios tradicionales. Los que lo frecuentamos, en cambio, encontramos razones muy fundadas para necesitarlo, pero todo ello produce una serie de contradicciones que tienen como centro los límites entre lo real y lo virtual.

En este orden de cosas,  el autor del ensayo Internet Safari nos dice lo siguiente en el prólogo:

“Internet Safari es un catálogo personal de esos problemas. O más concretamente, de ese choque entre la vida virtual y la vida real, que aún no están lo suficientemente maduras como para caminar en sincronía. Entre esas grietas aparecen cosas como las apps espías, los trolls agresivos, las selfies en Auschwitz, el bombardeo constante de los tests de personalidad, el pánico a los ataques de hackers, el culto a las celebridades, los errores en los mapas, la soledad detrás de cada DM amoroso, los planes de dominación global a través de memes, la desconfianza hacia las grandes corporaciones, la obsesión por los gatitos…

Y, especialmente, Internet Safari es un intento de responder a la pregunta de por qué  mentimos. Por qué miento. Por qué es tan importante, en suma, que Internet crea que soy feliz.”

Noel Ceballos es el autor de este compendio maravilloso de características únicas y que tiene como objetivo mostrarnos lo que es internet, dónde estamos en este momento y, ¿por qué no?, lo que nos puede deparar en el futuro; Noel demuestra su experiencia sobrada (ahora trabaja para GQ pero es imposible glosar todos los blogs y actividades en las que anda metido) a pesar de su juventud y, sobre todo, se muestra didáctico y capaz de discernir entre un mundo tan confuso y ambiguo como este. El decálogo inicial con el que abre el libro (tras el prólogo) sirve como elemento de “enganche” (sólo lo utilizaré una vez) para cualquier lector que se precie por sus ocurrencias; he seleccionado algunos de estos mandamientos como  muestra: 

“4.Este libro está más interesado en las preguntas que en las respuestas. 

Me encanta la metáfora del safari. ¿Se me ha notado ya? Estoy enamorado de ella, y no tiene que ver con el hecho de que me siga aferrando a ese navegador en concreto, pese a que varias personas me hayan indicado, por activa y por pasiva, que estoy cometiendo un error. No: el safari consiste en salir a la tierra salvaje en busca de algo. De experiencias, sobre todo. Pretendo llevarte conmigo de cañas, pero no sabemos si los que vamos a ser cazados somos nosotros. Nos vamos a enfrentar a cosas que vemos todos y cada uno de nuestros malditos días en pantallas y monitores.. pero que aún no comprendemos. O, al menos, no hemos reflexionado sobre ellas, sobre sus implicaciones y su posible papel en nuestras vidas. Internet safari no es un libro de revelaciones absolutas, sino de indagación y exploración casi temeraria. Salimos a la sabana con el machete entre los dientes: quién sabe lo que nos va a atacar.”

Hay dos mensajes resaltables que constituyen la tónica en la que se va a desarrollar el libro, por un lado,  que nos arriesguemos y perdamos el miedo, que no tengamos complejos ante este viaje a lo incognoscible; lo segundo, adopta un papel muy alejado de la condescendencia, abogando sin embargo por la reflexión, y más aún, porque empecemos a reflexionar nosotros, aunque nos equivoquemos, ante lo que nos encontremos. Estas dos actitudes son imprescindibles como punto de partida. Otro mandamiento que quería destacar es el siguiente:

“7. Este libro se ha pensado como cápsula del tiempo.

Internet Safari es el Estado de la cuestión circa 2015. No se habría podido publicar antes, y soy perfectamente consciente de que su condición de manual de uso para la vida moderna no tendrá demasiado sentido dentro de, pongamos, cinco años. Si tú, lector, vienes de ese futuro no tan lejano, tengo dos cosas que decirte: a)no sabes cuánto me alegro de que aún sigas leyendo libros (la perspectiva desde el viejuno, arcaico 2015 solía ser que ya estaríais en pleno Fahrenheit 451 a estas alturas); y b) considera esto que tienes entre manos como una suerte de cápsula del tiempo. Una foto de Instagram de cómo se veían las cosas en un momento muy concreto, pero creo que también muy crucial: el cambio de guardia generacional, los primeros impactos reales de la cultura de internet en la política, el estrechamiento progresivo de la brecha entre la vida digital y lo que conocíamos como mundo real. Por favor no te rías demasiado de lo ingenuos que éramos a mediados de la Década Miley. Porque es así como la conocéis, ¿verdad?”

La metáfora del libro como “cápsula del tiempo” habla muy claramente sobre la evolución del medio, este compendio es válido ahora pero, seguramente,  pierda validez en sus conclusiones pero no en la actitud y capacidad de reflexión, que deberían permanecer intactas (es como cuando uno acaba una carrera, los conocimientos pasan, pero tu capacidad para adquirirlos y renovarte se suponen por haberla acabado); con esta innegable puerta de entrada Noel empieza a desgranar conceptos que van desde Buzzfeed y su relación con tests y quizzes:

“Buzzfeed se ha especializado en artículos que narran una historia a través de gifs de series televisivas, o de gráficos interactivos, o de mensajes de texto que se van escribiendo ante los ojos del lector. ¿Qué esconde este lujoso escaparate? Es probable que una asunción manifiesta de que la capacidad de atención ya no es lo que era y, por tanto, es necesario crear fuegos artificiales que distraigan, entretengan… y se compartan. También observamos una necesidad de colocar al usuario en el centro de cada historia: 20 cosas que solo las personas tímidas entenderán, 15 señales de que has nacido durante los años ochenta, las 30 pruebas de que tu amor por Benedict Cumberbatch es sincero… Por supuesto, en esta última categoría es donde entran los tests y los quizzes.”

Hasta explicar el famoso concepto hashtag y los trending topics que se alimentan de ellos; en este caso nos advierte sobre la capacidad de explicar lo que preocupa y cuánto preocupa a una comunidad de usuarios, no en vano empiezan a tenerse en cuenta incluso para las audiencias así como para hacer encuestas:

“Cuando Twitter (como red social, pero sobre todo como corporación) decidió asumir la creación colectiva del hashtag y manejarlo ella misma a través de los famosos tuits promocionados por marcas, solo estaba demostrando ir a rebufo de su comunidad. Ahora, el hashtag forma parte del diseño de su web, de su argot, de su identidad corporativa y de su misma esencia. Los trending topics pueden servir para saber aproximadamente cuántos espectadores están viendo el final de una serie de la HBO, pero también son una fuente de inteligencia colectiva. Nos explican cuáles son las preocupaciones principales de su gigantesca comunidad de usuarios, así que son como una encuesta que se actualiza a cada minuto.”

No puedo ocultar que estoy bastante de acuerdo con el narcisismo inherente del fenómeno “selfie”, tan en boga en la actualidad, pero nadie lo explica como él:

“En realidad, no importa el número de personas que aparezcan en una selfie o lo grande que sea su angular. Una selfie siempre en una manera de reclamar un entorno o una experiencia común y articularlos en primera persona. Por eso, quizá, las selfies son la piedra angular de la Primera Iglesia Unificada de Mí Mismo, mucho más que los tuits o los perfiles de Facebook. Por un lado, esto me hace sentir increíblemente bien: si la mayor característica de la modernidad y la postmodernidad era la insignificancia de la persona concreta, que había sido sepultada por las masas urbanas hasta convertirse en una simple hormiga entre la multitud, ahora cada uno puede volver a dar importancia entre la multitud, ahora cada uno puede volver a dar importancia a su historia personal dentro de la colectividad. El Yo vuelve a importar, y además cada uno de nosotros tiene pleno dominio sobre cómo se configura (al menos, en nuestras vidas digitales). Pero por otro lado, no puedo dejar de pensar en todo lo que dicen esos Nuevos Estudios. Lo de que la tecnología está dando rienda suelta a unas tendencias narcisistas innatas que me están volviendo más egoísta, más celoso, más solitario. Sobre todo más egocéntrico.”

Uno de los momentos que más gustará al lector tiene que ver con la exposición de aquellos que pueden ser considerados como villanos, no quiero ponerlos todos porque quitarían la sorpresa al lector, pero sí me gustaría presentar la forma en que lo hace, utlizando conceptos utilizados anteriormente (selfie) tenemos el modélico ejemplo de Breanna Mitchell, que se hizo un selfie en Auschwitz; la idea de ser un villano inconsciente sin tener una motivación concreta más allá de su propio narcisismo y que todo ello generara un linchamiento común colectivo es, ciertamente, fascinante:

“Y, aunque la Princesa Breanna estuviese mintiendo y su selfie fuera solo una selfie, debería perturbarnos la facilidad con la que gritamos a los jóvenes que tienen que aprender unas ciertas normas de decoro en la era digital. Breanna Mitchell fue una villana sin una motivación concreta que le dio a la comunidad internáutica una verdadera causa común, amén de demostrarnos lo cerca que estamos en todo momento de constituirnos en pelotón de linchamiento ante cualquier provocación. Con esto en mente, me armo de valor y le envío un cuestionario (a través de una cuenta de correo que siempre sospeché falsa) a la única personalidad de Twitter que parece estar reflexionando continuamente, en tiempo real, sobre la facilidad con la que todo tuitero se apunta a una humillación pública.”

En la segunda parte el autor reflexiona sobre las razones del éxito de fenómenos como los youtubers; parece una paradoja que un medio global de masas tenga que tomar como base la intimidad para triunfar:

“Lo que ahora vale dinero no es el lujo y los valores de producción, sino la intimidad. La sensación de proximidad. El secreto de muchas estrellas de la webcam consiste en saber gestionar su presencia en las redes sociales. No solamente siguen en Twitter a sus mayores fans, sino que interactúan con ellos casi a diario. Les envían DM personalizados invitándoles a su próxima sesión. Charlan con ellos sobre libros y películas. En definitiva, se cuelan en su universo virtual privado y entran a formar parte de él.”

Me quedo especialmente con dos teorías que podrían dirimir hacia dónde va el futuro, la primera de ellas se refiere a El Nuevo Inquietante, que se trataría de una compleja dicotomía donde ser cercano y extravagante se cumple al mismo tiempo:

Kanye West y ella grabaron juntos el videoclip Bound 2, un trabajo complejísimo que llevó al crítico de arte Jerry Saltz a considerarlo como la vanguardia de todo un nuevo movimiento: The New Uncanny, o el Nuevo Inquietante. […] El Nuevo Inquietante es una doctrina que propone lo siguiente: ser cercanos y marcianos al mismo tiempo. Aceptar el reto del cubo de agua helada, pero sustituyéndolo por una sustancia sin identificar. Hacerse Selfies, pero frente a un volcán en erupción. Ser ellos mismos, transparentes… e indescifrables.

El Nuevo Inquietante aspira a ser la nueva lingua franca de supercelebridades que han perdido cualquier posibilidad de comunicarse con sus multitudes de fans de un modo que podamos considerar como normal. En cierto sentido, se parece a la manera en la que una inteligencia extraterrestre intentaría establecer un primer contacto. Y nada lo ejemplifica mejor que “Bound 2.”

La segunda, con la que no puedo estar más de acuerdo, tiene que ver con la influencia maligna de lo retro (nostalgia incluida) en el juicio cultural, un prisma que ensombrece nuestro discernimiento inconscientemente, sin que nos demos ni cuenta:

“La pregunta es si puedo esquivar al espectro, si seré capaz de escapar de la dominancia de lo retro sobre el panorama cultural y buscar nuevas formas de dejar mi impronta en el aquí y el ahora. Una de las principales críticas que se le hacen a los popes de la retromanía y la espectrología es que, quizá, estén viendo la realidad con un cristal demasiado oscurecido por el prejuicio. Quizá vaya siendo hora de dejar de llorar y empezar a construir. A partir de estas reflexiones ha empezado a cobrar forma una noción: La Nueva Estética. Quizá el concepto no te suene, pero seguro que has visto un código QR (esa mezcla extraña entre el camuflaje militar y un código de barras) insertado en un anuncio. Pues, lo creas o no, es un ejemplo de Nueva Estética, que se define como una reacción virulenta a la industria de lo retro. “

En su tercera parte, la más audaz y aventurada, quizá un poco más difusa, pero ciertamente subyugadora, Noel  nos vuelve infinitamente paranoicos desde diferentes perspectivas, sobre todo para concienciarnos ante una perspectiva que no es del todo imposible; utilizar a Philip K. Dick y Eric Snowden como figuras que sirven para corroborar dicha necesidad de estar paranoico, no deja de ser una gran idea:

“En una entrevista grabada en vídeo, Philip K. Dick (el sumo sacerdote de los paranoicos) habló de la paz interior que sintió al llegar un día a casa y comprobar que alguien había estado allí antes, revolviendo sus cosas en busca, posiblemente, de algún tipo de información comprometida que él mismo desconocía poseer. Cualquier otra persona consideraría ese momento como uno de los más terribles de su vida: han entrado en su casa, lo que significa que la están vigilando, lo que significa que la consideran de algún modo una amenaza, lo que significa que su vida podría correr peligro. Para un paranoico, ese incidente es una bendición: no hay mayor victoria que comprobar que su terror irracional no es infundado. No son solo sombras en su cabeza: es real. Todo es real.”

“Esa es la sensación que muchos experimentamos con las filtraciones de Edward Snowden: no estamos locos, sino que realmente están controlando todos y cada uno de nuestros movimientos a través del teléfono móvil, una pieza tecnológica que se han asegurado de instalar en todos nuestros bolsillos.” 

Probablemente estén controlando este artículo que estoy escribiendo; seguramente se enteren de mi recomendación del libro a diestro y siniestro; bueno, al fin y al cabo, lo que quiero es que la gente lo lea y se divierta tanto como lo he hecho yo.

¡Objetivo cumplido!

Ps: a continuación de la publicación del libro, el escritor lanzó un Tumblr   donde se puede ver cómo se actualiza la información referente a este monstruo según lo que va sucediendo. Es un complemento ideal para cuando lo acabes.