Fajas Febrero 2017. No para la maquinaria

Empieza un nuevo año, y empiezan algunas novedades, no demasiadas, el mes de enero suele ser de transición todavía, aun así no puedo resistirme a ir poniendo las primeras fajas del año junto con un par del año pasado que tenía pendientes.

Precisamente, la primera va a ser una del año pasado, muy curiosa, salió con el libro Cómo ser Bill Murray de… ahí va… si no se ve el autor. En efecto, la editorial en cuestión no pensó que fuera necesario poner esa minucia y colocó la faja justo debajo para no tapar nada de la cara del que se refiere el libro: Bill Murray. Con un mensaje aún más claro, “EL LIBRO DEFINITIVO” y “Sobre el genio más imprevisible del planeta. “ El autor es Gavin Edwards. Probablemente esté bien.

La segunda faja del año pasado tuvo tal revuelo en redes sociales que la editorial en cuestión tuvo que retirarla por sus implicaciones. No voy a hacer más sangre, ya se habló mucho sobre ella. Se sacó a colación del centenario de Elena Garro y reunía machismo junto el típico name-dropping que no busca más que vender un libro que no siempre es cosa fácil, como bien saben los editores. Tiene que estar aquí, al fin y al cabo voy poniendo todos los ejemplos de lo que sucede.

Entrando en las que han salido este año, no pueden faltar las fajas dirigidas de Anagrama, empezando por los autores consagrados como es el caso de Jonathan Coe y su última novela El número 11. Me temo que han reunido todos los clichés habituales en estos casos. Normalmente suelen ir desde la parte cualitativa hasta la inevitable adicción/enganche y en esta ocasión vuelve a funcionar de esta manera. La frase grande en mayúsculas resalta la capacidad para hacer sátira divertida sobre lo político “UNA SÁTIRA CRUDA Y DESTERNILLANTE SOBRE EL DESENCANTO POLÍTICO”. En estos tiempos es necesario recordarnos que podemos reírnos de los políticos, ese es el mensaje principal. Las frases que vienen a continuación reúnen unas cuantas constantes:

dickensiana”… el adjetivo que todo el mundo conoce… sinónimo de una calidad popular. Podemos tomar un chupito cada vez que salga.

sátira sobre la situación del país” “Coe ha vuelto … en plena forma”… la segunda cita reafirma el mensaje de sátira, la otra frase se utiliza con frecuencia con aquellos autores que tienen ganado un estatus, no descarto algo clavado con el próximo de McEwan en febrero.

Sin duda una novela política”… por si no estaba claro desde la frase inicial.

Te atrapa y no te suelta”… clásico fajero para recalcar su adicción.

No salgo de Anagrama, quiero centrarme en un caso distinto, Gonzalo Torné saca su nueva novela, Años Felices, tenía curiosidad por la forma en que habrán diseñado su faja; el contexto es muy distinto, Torné es un autor español que no goza del éxito de otros best-sellers pero que tiene ganada una buena posición entre la crítica.

Tengo que reconocer que me parece una faja muy inteligente, me consta que Anagrama quiero cuidar al autor y aquí se empieza a notar. No hay frase inicial potente, son conscientes de que necesitan dar estabilidad, darle a conocer al público resaltando especialmente su calidad literaria. De ahí la primera frase, de un crítico reputado como es Ignacio Echevarría, “La narrativa española sólo muy raramente tiene oportunidad de asistir al surgimiento de un escritor de la categoría de Gonzalo Torné” , esto sirve para poner en perspectiva al lector potencial, no lo conozco pero ojo, Echevarría dice que “raramente” surge un autor de esta categoría.

A continuación hay que entrar en materia sobre el estilo, la frase de Gándara viene al pelo como introducción: “Valor, destreza y penetración en las almas de primera”. Especialmente importante me parece resaltar la segunda parte, algo que suele influir en un lector que busca dicha caracterización de los personajes.

El refuerzo de estilo se realiza con la frase de Ricardo Senabre: “Una prosa deslumbrante, una afilada inteligencia y una capacidad analítica fuera de lo común”. Todo suma para mostrarnos la gran calidad de su prosa sobre todo si se habla de las características del autor: “afilada inteligencia y capacidad analítica”.

Y si aún no lo tienes claro… la editorial recurre al típico namedropping que suele funcionar estupendamente para dar cuerpo a la sensación que estás teniendo. ¿A qué autores se puede parecer? La cita del Independent irlandés (prestigio internacional)  lo compara de una manera peculiar con Philip Roth y Knausgard para concluir que es un “maestro del tono”. Tengo que reconocer que encuentro más diferencias que semejanzas entre estos dos escritores, pero la mayoría de la gente sólo se va  a quedar con los dos nombres y eso es lo que interesa. Uno de ellos tiene sello Anagrama, por lo tanto no viene mal, posiblemente esa es la causa de la elección. Habrá que comprobar al lado de quién está.

Y para acabar, quiero terminar con la apuesta de Nova en ciencia ficción, el curiosísimo Estados Unidos de Japón de Peter Tieryas; la estrategia en este caso va por otro lado, en primer lugar se resalta (en letra mayúscula pero no destacada) de lo que trata la novela: “JAPÓN HA GANADO LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Y GOBIERNA ESTADOS UNIDOS CON ROBOTS GIGANTES”, el lector sabe que estamos en una dixtopía y cómo se ha llegado allí.

A continuación tenemos una frase en mayúsculas en cinco filas que alterna tamaños, los mensajes destacados son definitivos, se imprimen en el cerebro según los lees:

DESLUMBRANTE NOVELA            deslumbrante es un clásico en toda faja

FINANCIAL TIMES                            medio de prestigio reconocido que la recomienda

ÉXITO DE VENTAS                            naturalmente es un éxito de ventas…..

JAPÓN                                                  … en Japón… claro… lógico que lo sea allí… ¿es una broma?

Seguro que cualquier lector tendrá claro si quiere comprarla, echo de menos las fajas con frases de Obama….

Esto es todo por ahora.

Prometo volver.

Un abrazo y ¡buenas lecturas!

El canto del cuco y El gusano de seda de Robert Gailbraith. Lo detectivesco según J. K. Rowling

Justamente el otro día hablaba con Gonzalo Torné en Twitter sobre pseudónimos; escritores que adoptan otras personalidades como autores y aprovechan este aparente desdoblamiento de la personalidad para tratar otros temas, otros personajes, otras historias e, incluso, adoptar estilos diferentes como si se tratara de personas distintas; tal es el caso de Gonzalo que se embarca en la tarea de escribir, como Álvaro Abad, novelas de aventuras o con cierto regusto “noir”; tenemos muchos casos actuales en los que sucede igualmente como es el caso de Stephen King y su Richard Bachman, que surgió por el miedo a perder la creatividad y el tratamiento de temas más difíciles de cara al público general ( el tiempo le ha demostrado que, gracias a su margen como King, puede tratar cualquier tema); otro caso paradigmático es el de Joyce Carol Oates que aprovecha sus “otras personalidades literarias” como Rosamond Smith o Lauren Kelly para centrarse en la novela de género y transformar su estilo al mismo tiempo para separarse de sus obras más “serias” (por poner un adjetivo, con toda la inconcreción que supone); ella misma escribe sobre el tema en un libro que traeré dentro de poco por aquí, su Jack Of Spades juega con la forma en que se escinde la personalidad para establecer los dos carismas como autor y cómo uno puede llegar a dominar al otro; parecido es el caso de la archiconocida escritora inglesa Joanne K. Rowling, la creadora de Harry Potter y todo el “Potterverse” que tanto éxito tuvo entre jóvenes y adultos. Robert Gailbraith, un hombre, es el nombre que la autora escogió para escribir novelas policíacas, muy alejadas de sus temas de fantasía, deseando establecer una nueva personalidad que la aleje un poco de lo cómodo y llegar a un público diferente, puede que más adulto.

Ahora que acaba de salir el segundo libro con dicho pseudónimo aproveché para leer los dos seguidos y cantocucohacerme una idea de lo que podemos esperar de esta encarnación literaria; en el El canto del cuco Rowling acometía la presentación de los dos personajes principales: el investigador de nombre inolvidable Cormoran Strike y su ayudante, la rebelde y luchadora Robin Ellacott; la presentación de Strike es toda una declaración de intenciones en cuanto al estilo:

“El reflejo que le devolvía la mirada no era atractivo. Strike tenía la frente alta y abultada, una nariz ancha y las cejas densas de un joven Beethoven que hubiese estado boxeando, una impresión que acentuaba el ojo hinchado y ennegrecido. Su abundante pelo rizado, mullido como una alfombra, le había supuesto que entre sus muchos motes de la juventud se incluyera el de “cabeza de vello púbico”. Parecía mayor que sus treinta y cinco años de edad.”

Rowling, como Gailbraith, adopta un estilo muy ornamentado, pródigo en adjetivos (había bastantes bromas por este hecho) y frases más largas de las que utilizaba en la más sencilla (y efectiva) prosa de las aventuras de nuestro mago; cada presentación de personaje es vívida y colorida y establece un sello de identidad:

“La extrema belleza de Lula rayaba al borde mismo del absurdo, y el encanto por el que era tan celebrada –tanto en necrológicas de periódicos como en blogs histéricos- iba acompañado de una reputación de repentinos ataques de mal genio y un pronto peligroso. La prensa y el público parecían amarla tanto como detestarla. Una periodista la encontraba “curiosamente dulce, poseedora de una inocencia inesperada”; y otra decía que era “en el fondo, una pequeña diva calculadora, astuta y dura.”

En cuanto al tema tratado, se inclina por la variante más detectivesca del relato policíaco; por su forma de escribir yo diría que tenía en la cabeza a P.D. James como inspiración, aunque la elección de un hombre como detective la dejaba un poco alejada de lo que podría esperarse en tiempos como los actuales: una mujer detective, o una mujer investigadora (sin ser profesional); creo, de hecho, firmemente, que estaba probándose a sí misma y que tenía muchas dudas sobre cómo desarrollarlo; esta broma a Cormoran denota, curiosamente estas dudas:

“-Ridículo –dijo Bristow entrecortadamente-. Debería dejar de trabajar como detective y probar con la literatura fantástica, Strike. No tiene la más mínima prueba de lo que está diciendo…

-Sí que la tengo –le interrumpió Strike, y Bristow dejó de hablar de inmediato, con su palidez visible a través de la penumbra-.”

Y estaban presentes a lo largo de la toda la voluminosa novela, el resultado es irregular, la trama es solvente, la presentación de personajes razonable, pero se echaba de menos algún motivo original, alguna chispa de genialidad que la diferenciara de todo lo que se publicar en el género más allá del nombre del carismático detective.

Gusano de seda, El_150x230Afortunadamente, estas dudas se difuminan cuando uno lee su siguiente novela, El gusano de seda supone un gran paso adelante en todos los aspectos ya que no abandona su sello de identidad que he comentado anteriormente (ojo al esfuerzo de pintar al protagonista de diferente manera):

“Strike no desentonaba con aquellos tipos corpulentos que entraban y salían de la cafetería con andares bruscos. Era alto y moreno; su pelo, corto, rizado y tupido, empezaba a ralear un poco en la frente, alta y abultada, que sobresalía por encima de una nariz ancha de boxeador y unas cejas pobladas y hoscas. Iba sin afeitar, y unas ojeras moradas engrandecían sus oscuros ojos. Comía con la mirada perdida en el edificio del mercado al otro lado de la calle. La entrada en arco más cercana, la número dos, iba adquiriendo relieve a medida que disminuía la oscuridad: una cara de piedra de expresión severa, antigua y barbuda, lo miraba fijamente desde lo alto del portal. ¿Existiría el dios del ganado para despiece?”

Y es así sobre todo por párrafos como el siguiente que os invito a leer a continuación:

“Robin había dado por supuesto que él pensaba algo parecido, de vez en cuando le decía cosas como “Es bueno para tu formación de detective” o “te convendría hacer un curso de contravigilancia”. Había dado por supuesto que cuando el negocio se consolidara (y podía afirmar que ella había contribuido a esa consolidación) recibiría la formación que tanto necesitaba, y bien lo sabía. Sin embargo, ahora parecía que esas indirectas no habían sido más que comentarios sin valor, simples palmaditas en la espalda de la mecanógrafa. Entonces, ¿qué estaba haciendo allí? ¿Por qué había rechazado otro empleo mucho mejor? (Como estaba irascible, prefería no acordarse de lo poco que le había interesado aquel trabajo en un departamento de recursos humanos, pese a estar muy bien pagado.)

Quizá la nueva empleada fuera una mujer capaz de realizar esos trabajos tan útiles, y ella, Robin, se limitaría a hacer de recepcionista y secretaria de ambos, y nunca abandonaría ya su mesa. No se había quedado con Strike para eso, ni había rechazado un sueldo mucho mejor ni introducido un motivo recurrente de tensión en su relación con Matthew para acabar de aquella manera.”

La evolución que experimenta Robin nos lleva a una inconformista, una luchadora que aboga por romper el papel que la sociedad le tiene reservado y a elegir lo que de verdad le gusta, más allá de esa sombra del patriarcado que pretende relegarla a un papel secundario; hasta tal punto que se convierte en una verdadera protagonista de la historia, al mismo nivel de Cormoran y, en muchas ocasiones, a un nivel superior al de este. Robin es la encarnación de un feminismo actual y supone ese avance que necesitaba y que aporta al género otro punto de vista: ese paso de ser secretaria (una simple ayudante) a convertirse en “socia” y participar activamente en la resolución de los casos.

Si a esto le sumamos una trama literaria con un libro en el centro de la misma, como posible inspiración a la realización del mismo:

“Mientras vadeaba aquel relato de obscenidad florida, Strike se preguntó cuántos retratos de personas reales se le estarían escapando. La violencia de los encuentros de Bombyx con otros humanos resultaba turbadora; la crueldad y la perversidad de estos no dejaban ningún orificio sin violar; era un frenesí sadomasoquista. Sin embargo, la inocencia y la pureza esenciales del protagonista constituían un tema constante, y, por lo visto, la simple declaración de su genialidad era todo lo que el lector necesitaba para absolverlo de los delitos en los que participaba de tan buena gana como los presuntos monstruos que lo rodeaban. Mientras pasaba las páginas, Strike recordó la opinión de Jerry Waldegrave de que Quine era un enfermo mental; empezaba a coincidir con él.”

Y el reflejo, al mismo tiempo, del mundo literario y todo lo asociado  a él, sus ambientes, sus personajes, sus envidias, tramas sobre y para la literatura, etc; todo ello con un puntito de escabrosidad que resulta adecuado para lo tratado ya que la prosa de Rowling, cargada de detalles sirve perfectamente a este propósito:

“[…] Strike experimentó las primeras arcadas y la sensación de hallarse en el interior de un templo, testigo de una matanza sacrificial, de un acto de infame profanación.

Habían dispuesto siete platos y siete cubiertos alrededor del cadáver en descomposición, como si éste fuera una pieza gigantesca de carne. Lo habían abierto en canal y, aun desde el umbral, gracias a su estatura, Strike pudo ver la cavidad negra en que se había convertido el tronco. Los intestinos habían desaparecido, como si se los hubieran comido. La tela y la piel quemadas que cubrían el cuerpo reforzaban la repugnante impresión de que lo habían cocinado y se habían dado un festín con él. Había partes en las que el cadáver putrefacto y chamuscado, brillaba y adquiría un aspecto casi líquido. Cuatro radiadores encendidos aceleraban el proceso de descomposición.

La cara, podrida, era la parte del cuerpo que quedaba más lejos de la puerta y más cerca de la ventana. Strike la miró con los ojos entornados, sin moverse y procurando no respirar. De la barbilla todavía colgaba un poco de barba rubia, y solo se distinguía la cuenca de un ojo, calcinada.

De pronto, pese a estar familiarizado con la muerte y la mutilación, Strike tuvo que contener las ganas de vomitar que le provocaba aquel olor casi asfixiante, mezcla de producto químico y cadáver.”

Entonces nos encontramos con una novela casi perfecta de detectives: con un punto moderno gracias al papel de Robin y una trama mejor cerrada que en el primer caso. Sabiendo la capacidad de previsión a largo plazo de la autora (que ya puso en práctica con Potter), sinceramente, espero grandes cosas de las aventuras de Cormoran y Robin. Aquí me tiene esperando su nueva entrega con cada vez más ganas.

Los textos provienen de la traducción de  Jesús de la Torre de El canto del cuco y de  Gemma Rovira Ortega de  El Gusano de Seda de Robert Gailbraith (J.K. Rowling) para la editorial Salamandra