Resumen Junio 2016. Shibiku, Yanagihara

Este mes sí que es fácil de resumir, con dos palabras orientales me basta como se puede ver en el subtítulo: dos libros de gran extensión que han ocupado la mayoría de mi tiempo, lo bueno es que he conseguido alternarlos con otros por el camino. Sin darme cuenta,  el resto de lecturas tiran la mayoría por literatura en castellano. Hacía tiempo que no me sucedía esto, y varias de ellas me han convencido y entrarán en mis próximas lecturas. 

Las replicantes de Cristina Peri Rossi,  mi primer acercamiento a la argentina ha sido satisfactorio. Sus poemas me interesan, sobre todo por el manejo de elementos que van repitiendo como si fueran una narración conjunta. Tampoco es que me haya vuelto loco, no exageremos, pero sí me queda la inquietud de leer más de ella.

El mes más cruel de Pilar Adón, definitivamente, hay algo en Adón que me gusta mucho, la indefinición, esa ambigüedad, buscando elementos claustrofóbicos (a veces oscuros) que potencia con su escritura. Sus cuentos son buen ejemplo de estas estrategias y esta recopilación es recomendable. 

Vivir entre lenguas de Sylvia Molloy, mi primer acercamiento a otra escritora argentina supone su consagración entre mis lecturas futuras. Esta pequeña recopilación de historias cortas es tremendamente inteligente, cada una de ellas es breve y al mismo tiempo profundísima. Su manejo del bilingüismo y sus consecuencias es simplemente apabullante, y todo ello sin perder el aspecto lúdico. Seguiré con ella seguro. 

(Tras)lúcidas de Varias autoras, hay que reconocer que una de las consecuencias de leer más mujeres es que me fijo más en la poesía. Esta recopilación de varias poetisas es muy agradable, irregular, pero con momentos estimulantes; sirve para descubrir algunas y confirmar a otras, como Sandra Santana. 

La extracción de la piedra de la locura y otros poemas de Alejandra Pizarnik, ya tengo encargado su libro de poesía completa. Simplemente excepcional. Qué manejo del lenguaje poético y de los recursos estilísticos. Una joya. 

En el bosque de Katie Kitamura, quería que me gustara y me ha dejado en un estado intermedio, no demasiado satisfactorio. No sabría decir por qué, pero no he conectado con la historia todo lo que me habría gustado y eso que el final está bastante bien y tiene impacto. No todo puede ser, también es cierto que el momento en que lo leí puede que no fuera el mejor. 

A Little life de Hanya Yanagihara, va a ser un bombazo cuando salga esta novela en septiembre aquí en España. Un libro durísimo, sin equilibrio y sobre todo, puramente emocional, basado en la capacidad de causar emoción en el lector. Es brutal, a pesar de todos sus excesos. Escribí algo sobre él por el Baileys y lo podéis ver en el enlace.

Chicas muertas de Selva Almada, otra autora que me convence este mes, este libro se supone que es un ensayo pero funciona como relato autobiográfico que parece ficcional, si bien el anterior me causó indiferencia, en este, su estilo se adapta perfectamente a lo contado y el resultado es muy bueno. Además, trata cuestiones bastante interesantes sobre la estructuralidad machista y sus consecuencias que, en mi caso, como hombre, son muy clarificadoras.

La culpa de Kate Chopin, primera obra de la autora norteamericana, anterior a El despertar, buena recuperación de Defausta que nos ayuda a entender los orígenes de la autora. A mí me servirá como inicio para leer su obra más importante. Es cierto que sus temas están más que presentes como es el manejo del elemento racial, sobre todo con respecto al esclavismo en el sur de Estados Unidos.

Ciudad esmeralda de Jennifer Egan, mi primer encuentro con Egan ha sido amable, sus cuentos se leen y se disfrutan, quizá no recuerdes más sobre ellos, pero indudablemente has sentido placer leyéndolos. Me basta.

Oso de Marian Engel, el tema se las trae: la mujer a la que le atrae un oso; si retiramos dicha polémica encontramos un subtexto feminista, donde la mujer subvierte su papel, decide lo que hace con su vida, empieza a detentar el poder. Me parece muy interesante el vehículo utilizado, también es cierto que se podría haber esperado un mayor cuidado de la forma que se limita a ser bastante directa y explícita. 

Decreación de Anne Carson, este libro, mezcla de poesía y ensayo es una absoluta maravilla. Complejo, poético, clarificador por momentos. Decreación sería la respuesta femenina a la deconstrucción si tuviera que definirlo de alguna manera. Dejarse sumergir en la poética de Carson es entrar en un universo literario donde tu cabeza solo puede explotar. Derruir las formas de los géneros para encontrar a otra persona, la persona decreada.

La historia de Genji,1 de Murasaki Shibiku, el primer volumen es largo, pesadísimo por el formato de tapa dura escogido por Atalanta, pródigo en infinitas notas, difícil de leer, imposible a la hora de establecer los parentescos (sobre todo porque casi nunca aparecen sus nombres) y sí aparecen diversos tratamientos que van evolucionando (Su excelencia, Su gracia, Su alteza…), la historia tiene siglos de antigüedad y no lo puede ocultar; además nos pilla muy lejos de nuestra cultura occidental; a pesar de todo esto, considero imprescindible leer una vez en la vida esta obra, patrimonio de la cultura japonesa, todo un deleite para los sentidos escrito de una forma inteligente, sutil, cargado de referencias a su cultura. Una verdadera hazaña.

Los disidentes

Los Vengadores Costa Oeste: Pecados del pasado de Englehart/Milgrom, hay que reconocer que Englehart se curró esta etapa y aprovechó para introducir temas no tan evidentes y que están de fondo. Y el tebeo resulta muy entretenido. Esperemos que se siga recuperando esta etapa.

Rabia de Richard Bachman (Stephen King), siguiente libro que va a entrar en la Kingpedia, esta vez le toca a la primera novela que escribió como Richard Bachman. Sorprende bastante su cambio de estilo pero ya me extenderé en la conversación que tendremos en Canino al respecto.

Como siempre, os pongo a continuación las adquisiciones que me quedaban, en este caso las de Mayo y Junio. Ah, y las del HUL.

AdquisicionesMayo

AdquisicionesJunio

HULAdquisiciones

No voy a hacer el resumen del porqué he comprado todas ellas, son demasiadas.  Lo que sí es cierto es que con este post más o menos dejo el blog parado hasta septiembre. Van a llegar algunos libros por compromisos que tengo pendientes en Ópera World y en Canino. Pero será muy puntual (bueno, quizás no tanto, me quedan 4 o 5 posts) pero más o menos.

El verano lo voy a dedicar en su primera semana a acabar los libros que me han quedado en junio. Especialmente con el caso de La historia de Genji de Shibiku. A partir de ahí tengo preparadas unas recomendaciones que van a salir en Canino y el resto serán muchos policíacos y de terror. El caso, como siempre, es pasarlo bien y adaptar las lecturas futuras al calor.

Eso es todo por ahora

Un abrazo y ¡buenas lecturas en vacaciones!

El canto del cuco y El gusano de seda de Robert Gailbraith. Lo detectivesco según J. K. Rowling

Justamente el otro día hablaba con Gonzalo Torné en Twitter sobre pseudónimos; escritores que adoptan otras personalidades como autores y aprovechan este aparente desdoblamiento de la personalidad para tratar otros temas, otros personajes, otras historias e, incluso, adoptar estilos diferentes como si se tratara de personas distintas; tal es el caso de Gonzalo que se embarca en la tarea de escribir, como Álvaro Abad, novelas de aventuras o con cierto regusto “noir”; tenemos muchos casos actuales en los que sucede igualmente como es el caso de Stephen King y su Richard Bachman, que surgió por el miedo a perder la creatividad y el tratamiento de temas más difíciles de cara al público general ( el tiempo le ha demostrado que, gracias a su margen como King, puede tratar cualquier tema); otro caso paradigmático es el de Joyce Carol Oates que aprovecha sus “otras personalidades literarias” como Rosamond Smith o Lauren Kelly para centrarse en la novela de género y transformar su estilo al mismo tiempo para separarse de sus obras más “serias” (por poner un adjetivo, con toda la inconcreción que supone); ella misma escribe sobre el tema en un libro que traeré dentro de poco por aquí, su Jack Of Spades juega con la forma en que se escinde la personalidad para establecer los dos carismas como autor y cómo uno puede llegar a dominar al otro; parecido es el caso de la archiconocida escritora inglesa Joanne K. Rowling, la creadora de Harry Potter y todo el “Potterverse” que tanto éxito tuvo entre jóvenes y adultos. Robert Gailbraith, un hombre, es el nombre que la autora escogió para escribir novelas policíacas, muy alejadas de sus temas de fantasía, deseando establecer una nueva personalidad que la aleje un poco de lo cómodo y llegar a un público diferente, puede que más adulto.

Ahora que acaba de salir el segundo libro con dicho pseudónimo aproveché para leer los dos seguidos y cantocucohacerme una idea de lo que podemos esperar de esta encarnación literaria; en el El canto del cuco Rowling acometía la presentación de los dos personajes principales: el investigador de nombre inolvidable Cormoran Strike y su ayudante, la rebelde y luchadora Robin Ellacott; la presentación de Strike es toda una declaración de intenciones en cuanto al estilo:

“El reflejo que le devolvía la mirada no era atractivo. Strike tenía la frente alta y abultada, una nariz ancha y las cejas densas de un joven Beethoven que hubiese estado boxeando, una impresión que acentuaba el ojo hinchado y ennegrecido. Su abundante pelo rizado, mullido como una alfombra, le había supuesto que entre sus muchos motes de la juventud se incluyera el de “cabeza de vello púbico”. Parecía mayor que sus treinta y cinco años de edad.”

Rowling, como Gailbraith, adopta un estilo muy ornamentado, pródigo en adjetivos (había bastantes bromas por este hecho) y frases más largas de las que utilizaba en la más sencilla (y efectiva) prosa de las aventuras de nuestro mago; cada presentación de personaje es vívida y colorida y establece un sello de identidad:

“La extrema belleza de Lula rayaba al borde mismo del absurdo, y el encanto por el que era tan celebrada –tanto en necrológicas de periódicos como en blogs histéricos- iba acompañado de una reputación de repentinos ataques de mal genio y un pronto peligroso. La prensa y el público parecían amarla tanto como detestarla. Una periodista la encontraba “curiosamente dulce, poseedora de una inocencia inesperada”; y otra decía que era “en el fondo, una pequeña diva calculadora, astuta y dura.”

En cuanto al tema tratado, se inclina por la variante más detectivesca del relato policíaco; por su forma de escribir yo diría que tenía en la cabeza a P.D. James como inspiración, aunque la elección de un hombre como detective la dejaba un poco alejada de lo que podría esperarse en tiempos como los actuales: una mujer detective, o una mujer investigadora (sin ser profesional); creo, de hecho, firmemente, que estaba probándose a sí misma y que tenía muchas dudas sobre cómo desarrollarlo; esta broma a Cormoran denota, curiosamente estas dudas:

“-Ridículo –dijo Bristow entrecortadamente-. Debería dejar de trabajar como detective y probar con la literatura fantástica, Strike. No tiene la más mínima prueba de lo que está diciendo…

-Sí que la tengo –le interrumpió Strike, y Bristow dejó de hablar de inmediato, con su palidez visible a través de la penumbra-.”

Y estaban presentes a lo largo de la toda la voluminosa novela, el resultado es irregular, la trama es solvente, la presentación de personajes razonable, pero se echaba de menos algún motivo original, alguna chispa de genialidad que la diferenciara de todo lo que se publicar en el género más allá del nombre del carismático detective.

Gusano de seda, El_150x230Afortunadamente, estas dudas se difuminan cuando uno lee su siguiente novela, El gusano de seda supone un gran paso adelante en todos los aspectos ya que no abandona su sello de identidad que he comentado anteriormente (ojo al esfuerzo de pintar al protagonista de diferente manera):

“Strike no desentonaba con aquellos tipos corpulentos que entraban y salían de la cafetería con andares bruscos. Era alto y moreno; su pelo, corto, rizado y tupido, empezaba a ralear un poco en la frente, alta y abultada, que sobresalía por encima de una nariz ancha de boxeador y unas cejas pobladas y hoscas. Iba sin afeitar, y unas ojeras moradas engrandecían sus oscuros ojos. Comía con la mirada perdida en el edificio del mercado al otro lado de la calle. La entrada en arco más cercana, la número dos, iba adquiriendo relieve a medida que disminuía la oscuridad: una cara de piedra de expresión severa, antigua y barbuda, lo miraba fijamente desde lo alto del portal. ¿Existiría el dios del ganado para despiece?”

Y es así sobre todo por párrafos como el siguiente que os invito a leer a continuación:

“Robin había dado por supuesto que él pensaba algo parecido, de vez en cuando le decía cosas como “Es bueno para tu formación de detective” o “te convendría hacer un curso de contravigilancia”. Había dado por supuesto que cuando el negocio se consolidara (y podía afirmar que ella había contribuido a esa consolidación) recibiría la formación que tanto necesitaba, y bien lo sabía. Sin embargo, ahora parecía que esas indirectas no habían sido más que comentarios sin valor, simples palmaditas en la espalda de la mecanógrafa. Entonces, ¿qué estaba haciendo allí? ¿Por qué había rechazado otro empleo mucho mejor? (Como estaba irascible, prefería no acordarse de lo poco que le había interesado aquel trabajo en un departamento de recursos humanos, pese a estar muy bien pagado.)

Quizá la nueva empleada fuera una mujer capaz de realizar esos trabajos tan útiles, y ella, Robin, se limitaría a hacer de recepcionista y secretaria de ambos, y nunca abandonaría ya su mesa. No se había quedado con Strike para eso, ni había rechazado un sueldo mucho mejor ni introducido un motivo recurrente de tensión en su relación con Matthew para acabar de aquella manera.”

La evolución que experimenta Robin nos lleva a una inconformista, una luchadora que aboga por romper el papel que la sociedad le tiene reservado y a elegir lo que de verdad le gusta, más allá de esa sombra del patriarcado que pretende relegarla a un papel secundario; hasta tal punto que se convierte en una verdadera protagonista de la historia, al mismo nivel de Cormoran y, en muchas ocasiones, a un nivel superior al de este. Robin es la encarnación de un feminismo actual y supone ese avance que necesitaba y que aporta al género otro punto de vista: ese paso de ser secretaria (una simple ayudante) a convertirse en “socia” y participar activamente en la resolución de los casos.

Si a esto le sumamos una trama literaria con un libro en el centro de la misma, como posible inspiración a la realización del mismo:

“Mientras vadeaba aquel relato de obscenidad florida, Strike se preguntó cuántos retratos de personas reales se le estarían escapando. La violencia de los encuentros de Bombyx con otros humanos resultaba turbadora; la crueldad y la perversidad de estos no dejaban ningún orificio sin violar; era un frenesí sadomasoquista. Sin embargo, la inocencia y la pureza esenciales del protagonista constituían un tema constante, y, por lo visto, la simple declaración de su genialidad era todo lo que el lector necesitaba para absolverlo de los delitos en los que participaba de tan buena gana como los presuntos monstruos que lo rodeaban. Mientras pasaba las páginas, Strike recordó la opinión de Jerry Waldegrave de que Quine era un enfermo mental; empezaba a coincidir con él.”

Y el reflejo, al mismo tiempo, del mundo literario y todo lo asociado  a él, sus ambientes, sus personajes, sus envidias, tramas sobre y para la literatura, etc; todo ello con un puntito de escabrosidad que resulta adecuado para lo tratado ya que la prosa de Rowling, cargada de detalles sirve perfectamente a este propósito:

“[…] Strike experimentó las primeras arcadas y la sensación de hallarse en el interior de un templo, testigo de una matanza sacrificial, de un acto de infame profanación.

Habían dispuesto siete platos y siete cubiertos alrededor del cadáver en descomposición, como si éste fuera una pieza gigantesca de carne. Lo habían abierto en canal y, aun desde el umbral, gracias a su estatura, Strike pudo ver la cavidad negra en que se había convertido el tronco. Los intestinos habían desaparecido, como si se los hubieran comido. La tela y la piel quemadas que cubrían el cuerpo reforzaban la repugnante impresión de que lo habían cocinado y se habían dado un festín con él. Había partes en las que el cadáver putrefacto y chamuscado, brillaba y adquiría un aspecto casi líquido. Cuatro radiadores encendidos aceleraban el proceso de descomposición.

La cara, podrida, era la parte del cuerpo que quedaba más lejos de la puerta y más cerca de la ventana. Strike la miró con los ojos entornados, sin moverse y procurando no respirar. De la barbilla todavía colgaba un poco de barba rubia, y solo se distinguía la cuenca de un ojo, calcinada.

De pronto, pese a estar familiarizado con la muerte y la mutilación, Strike tuvo que contener las ganas de vomitar que le provocaba aquel olor casi asfixiante, mezcla de producto químico y cadáver.”

Entonces nos encontramos con una novela casi perfecta de detectives: con un punto moderno gracias al papel de Robin y una trama mejor cerrada que en el primer caso. Sabiendo la capacidad de previsión a largo plazo de la autora (que ya puso en práctica con Potter), sinceramente, espero grandes cosas de las aventuras de Cormoran y Robin. Aquí me tiene esperando su nueva entrega con cada vez más ganas.

Los textos provienen de la traducción de  Jesús de la Torre de El canto del cuco y de  Gemma Rovira Ortega de  El Gusano de Seda de Robert Gailbraith (J.K. Rowling) para la editorial Salamandra

Resumen de lecturas del Estío del 2014

Fuego-BlancoSi recordáis este post antes de irme de vacaciones, ahí exponía los libros que podrían entrar en este tiempo vacacional; al final, de lo que uno se propone a lo que realmente ocurre va un buen trecho; el caso es que era muy exigente, aquí están las píldoras de todas ellas, en casos puntuales hay enlace a reseña que ya he publicado en blog (sobre todo las que salieron en la votación); vayamos al tema, que han sido unos pocos los que han caído en este verano:

“¿Soy una Esnob? ¿Qué regalar a una Snob?” de Virginia Woolf y Walter Benjamin, texto corto de Woolf que sirve para conocer aún más a la escritora británica en una de sus facetas más ocultas.

“El adoquín azul” de Francisco González Ledesma, un crepuscular Ledesma nos relata una historia de postguerra que no deslumbra pero está llena de buen oficio.

“El general Ople y Lady Camper” de George Meredith, nouvelle que nos arranca sonrisas a la par que descubrimos una buena muestra de literatura británica.

“Fuego Blanco”  de Douglas Preston y Lincoln Child, los verdaderos especialistas del thriller nos vuelven a traer otra de esas aventuras para no levantarse del sillón hasta terminarla. Pulp a raudales, imaginación y creatividad como bandera.

“Pequeño Teatro” de Ana María Matute, descubrir a “la Matute”, tras su reciente fallecimiento, es siempre un gusto; esta pequeña maravilla no hace más que realzar su figura literaria.

“La mujer de otro hombre y su marido debajo de la cama” de Fyodor Dostoyevsky, recopilación de cuentos cómicos del grandísimo escritor ruso para pasar el rato (y alternarlo con su tocho de los Karamazov).

“Pandora” de Henry James, James siempre me llamó la atención por su forma de reflejar la “nueva mujer”, esta novela vuelve a este tema, además de mostrar el conflicto Inglaterra-américa que vivió en sus propias carnes; su estilo, su escritura, configuran una muy buena novela.

“LEGO Star Wars: The Yoda Chronicles” de Daniel Lipkowitz, curiosidad que pillé de casualidad en Bookdepository por su precio y que nos cuenta las crónicas de Yoda con un montón de piezas de Lego como protagonistas.

“El ciclo del hombre lobo” de Stephen King, la revisión del mito del hombre lobo por parte de King está anclada en los parámetros más clásicos pero, aun así, resulta tremendamente entretenida.

colorado“Colorado Kid” de Stephen King, King meets postmodernism, una historia de un crimen sin un aparente final; un ejercicio de estilo narrativo en cuanto a estructura en intenciones. Una obra muy diferente a lo suyo habitual pero delicioso igualmente.

“Riding the bullet” de Stephen King, no sé si lo hizo a posta, pero desde luego esta pequeña historia que nació como un ebook no es de lo mejor del autor norteamericano, aunque se deja leer.

“El ladrón del rayo” de Rick Riordan, primera parte de la saga de los Héroes del Olimpo que tiene como personaje protagonista a Percy Jackson; los elementos en común con Harry Potter son abundantes, si bien es cierto que Riordan monta una historia donde la acción no deja respiro.

“El fugitivo” de Stephen King, increíble, después de tantos libros leídos, encontrarse con los primeros, los que escribió como Richard Bachman, y maravillarme de nuevo con una historia que mezcla ciencia ficción y terror, visceral, con un estilo diferente y un final trepidante que traerá, sobre todo a los norteamericanos, infaustos recuerdos; no me extraña que hasta hace poco el propio King prohibiera su publicación.

“El mar de los monstruos” de Rick Riordan, una vez lees el libro te das cuenta del fracaso que supuso la segunda película; muy influenciado aún por la marca “Potter”, pero empiezan a verse elementos diferenciadores.

“Carretera Maldita” de Stephen King, otra excelente muestra de esta primera época con el pseudónimo Bachman. Menos brutal, la potencialidad de lo que va a ocurrir sostiene la trama; que a nadie se le ocurra leer la sinopsis editorial que revela vilmente lo que va a suceder.

“Enemigo” de Jiro Taniguchi, quién dijo que Taniguchi no podría escribir un Thriller; sale indemne de esta historia llena de acción pero sigo prefiriendo sus “Slice of life”.

“La dama de provincias prospera” de E.M. Delafield, ¡qué divertida era Delafield!, qué buen rato puedes pasar con las andanzas de su dama de la alta sociedad británica. Lástima la lasitud que demuestra la traducción que podría ser más exhaustiva y detallista (de las innumerables notas en francés  y de las referencias de la época), que ayudaría para obtener un mayor disfrute.

zombie“Zombie” de Joyce Carol Oates, una muestra excelente, nuevamente, de la capacidad de Oates para ahondar en lo más oscuro del corazón humano; en este caso con uno de esos protagonistas, Quentin P, que dejan huella por sus cualidades monstruosas e impunidad. Es una novela de una crudeza y una violencia no apta para estómagos “sensibles”.

“Pastoral” de George Saunders, el talento de Saunders desborda en cada palabra, en cada frase… pero la traducción-edición deja mucho que desear, espero que no sea la norma, pero en esta recopilación de cuentos no ha estado muy afortunada.

“La maldición del titán” de Rick Riordan, indudablemente, este tercer libro supone el despegue definitivo, Riordan olvida conscientemente la evolución educativa para centrarse en las aventuras y se separa del mito Potter; el resultado es una saga cada vez más divertida y disfrutable.

“Los hermanos Karamazov” de Fyodor Dostoyevsky, obra maestra de un escritor en su madurez creativa, una de esas obras inolvidables y que proporciona horas de literatura al mejor nivel posible. Deslumbrante la capacidad del ruso para caracterizar psicológicamente a unos personajes que se convierten en reflejos de nuestra propia vida.

“Fantasmas y Samurais. Cuentos modernos del viejo Japón” de Kido Okamoto, buena recopilación de Kaidanes (Cuentos de fantasmas japoneses) del creador de Hanshishi; esto es lo que llamo una buena lectura “playera”.

“Una aventura del tiempo” de Charlotte Moberly y Eleanor Jourdain, decepcionante sucesión de repeticiones de la misma historia sin apenas cambios, aburre, y quería que me gustara.

“Máquinas del tiempo” de Nina Allan, recopilación de historias, aparentemente independientes, que tienen al tiempo como verdadero protagonista. Las variaciones de los roles de los protagonistas, de sus vidas y de sus historias nos llaman la atención a través de pequeños detalles. Muy buena propuesta veraniega.

“La batalla del laberinto” de Rick Riordan, Riordan sabía lo que se hacía, en esta entrega de Percy Jackson tenemos un montón de sorpresas que había ido preparando y muchas ideas interesantes; sería la mejor entrega si no fuera por el apocalíptico y épico final en el quinto libro.

“El último héroe del Olimpo” de Rick Riordan, ¿es posible que un libro cuya trama es una batalla estirada no sea aburrido? El norteamericano consigue guardar golpes de efecto suficientes para que la acción no decaiga en ningún momento; épica a raudales, lo trepidante como leit motif; y asentar las bases para la siguiente saga. Un gran colofón para una grandísima serie.

nacidodehombre“Nacido de hombre y mujer (y otros relatos espeluznantes)” de Richard Matheson, esta recopilación de las primeras historias de Matheson es, sencillamente, excepcional; relatos cortos de ciencia ficción y terror que se caracterizan por su eclecticismo y su buen hacer; no extraña que King y otros autores reconozcan la influencia del escritor. La de ideas que anticipó. Una obra maestra.

“El mar” de John Banville, el reciente premio Príncipe de Asturias de las Letras ganó el Booker Prize por esta obra imprescindible. Un “thriller espiritual”, como dice Fresán, que es paradigmático en cuanto al estilo de orfebre del irlandés, sencillamente subyugador.

“Sombra y hueso” de Leigh Bardugo, se ha convertido, por derecho propio, en el truño veraniego y del año. Tanto rubor, tantas lágrimas, tantos clichés han conseguido que yo me ruborice y casi lloré ante el que se supone verdadero bombazo de literatura juvenil para chicas; una almibarada historia donde todo es previsible y anodino. Me sorprende muy negativamente que este producto (que tanto alaba Veronica “Divergente” Roth) esté tan bien valorado…

“Miracleman: el sueño de volar” de varios autores, tras mucho tiempo podemos ver publicado de nuevo uno de esos cómics que resultó toda una revolución. Si además contamos con los dibujos de Alan Davis… esta historia cargada de oscuridad se convierte en toda una diversión.

“El maestro y Margarita” de Mijáil Bulgákov, en la reseña me extiendo más al respecto de la obra maestra del ruso.  Baste decir que estamos ante la edición definitiva de esa maravilla. Una verdadera delicia.

“La detective miope” de Rosa Ribas, novela negra e investigación detectivesca de la mano; la venganza de fondo; bien narrada, bien tramada, bien divertida.

“Historia mínima de la literatura española” de José-Carlos Mainer, encomiable esfuerzo de resumir en menos de trescientas páginas toda la historia de la literatura española con sus autores y sus obras. La comento más profundamente en su reseña.

“La trama nupcial” de Jeffrey Eugenides, Eugenides, al igual que Tartt, dedica bastante tiempo a la creación de cada novela, de hecho solamente tiene tres hasta ahora como la susodicha; el resultado, eso sí, está bastante lejos del de la norteamericana; esta trama nupcial tan metaliteraria me ha convencido y mucho. Un grandísimo autor.

el-fantasma-de-baker-street1“El fantasma de Baker Street” de Curtis Garland, Mitografía Creativa, sí, gracias al excelente prólogo de Darkland editorial me entero del término, una nueva editorial que apuesta por traernos títulos desaparecidos del amado bolsilibro; hay que tener muchas narices para, en un contexto como el actual, lanzarse con este tipo de libros. Yo, desde luego, aplaudo y apoyo, y más, si traen títulos tan emblemáticos como esta maravillada del ya fallecido Curtis Garland.

“Rancho Drácula” de Silver Kane, el otro título, en realidad, es el primero de la colección, que Darkland ha sacado para iniciar su andadura; Silver Kane, junto con Garland, son tan paradigmáticos del pulp como puede parecer. Una muestra de weird western que se lee con pasión. Viva el pulp, larga vida.

“Una trampa para cuervos” de Ann Cleeves, novela policiaca atípica por varios aspectos: en primer lugar por la descentralización de la trama criminal en un primer momento para, sin embargo, realizar un enfoque más personal de los tres personajes femeninos principales; en segundo lugar por la importancia de la localización geográfica, los Peninos del Norte escoceses, como elemento necesario para la caracterización de la trama y de los personajes; el tercer elemento es, sin lugar a dudas, la personalidad de la originalísima Vera Stanhope, una detective que sale de los cánones establecidos tanto en lo físico como en el carisma que desprende. Todo ello conforma una novela que se olvida de lugares comunes para plantear algo distinto.

“Los visitantes” de Jonathan Stroud, el escritor británico inicia una nueva saga juvenil con la Agencia Lockwood y no podemos más que congratularnos ante su propuesta: un mundo donde los fantasmas están a la orden del día y existen unas agencias que se encargan de eliminar a estos fantasmas. La mezcla de lo sobrenatural, magia y elementos terroríficos (casas tétricas donde no sabes dónde te llegará el susto, bisagras que suenan, amenazas indeterminadas…) es un cóctel mezclado con sabiduría, una buena premisa al que acompaña un fantástico desarrollo y la potencialidad inherente que promete muchas sorpresas futuras.

Agencia Lockwood. Los visitantes - Jonathan Stroud“La larga marcha” de Stephen King, escrita en 1979, nos encontramos ante otra de las creaciones de su primera época con el pseudónimo de Richard Bachman y que se caracteriza por la crudeza de una historia brutal; un perverso juego a modo de reality televisivo que avanza inexorablemente en un tour de force plagado de horrores, sorprende tanto por lo claustrofóbico y por el dolor transmitido; anticipó mucho de lo que vamos viendo, una sociedad morbosa, los realities televisivos y lo más oscuro que tiene el hombre en su interior.

Y este fue el último libro leído en este verano. Se han quedado muchos en el camino que leeré en meses posteriores pero creo que la mezcla es indudablemente interesante. Ha sido muy divertido, afortunadamente es de lo que se trata.

Otro día  vendré con una pequeña selección de los libros que más me interesan para este otoño-invierno.

“Rabia” de Richard Bachman (Stephen King)

rabia-stephen-king“Rabia” fue el primero de los libros que Stephen King escribió con el pseudónimo de Richard Bachman. Fue curiosa la forma en que se decidió a escribir esta serie de libros: tras el éxito brutal de “Carrie” o “Salem’s LotKing fue muy consciente de la posible globalización de este éxito y tuvo miedo. Miedo a injerencias que limitaran su capacidad creativa. De ahí que sintiera la necesidad de crear algo distinto, como una última oportunidad para tratar las partes más oscuras, las menos “correctas”, por si acaso no pudiera hacerlo de nuevo.

El tiempo, y la estabilidad de su éxito le ha permitido, sin embargo, no cejar en esta capacidad creativa, alternando proyectos más arriesgados con los más limitados creativamente; pero en esa época, su sentimiento era distinto.

De ahí que surgiera un libro como el que comento hoy. “Rabia” destroza, literalmente, cualquier corrección, creando una de esas historias brutales donde todo es prácticamente posible, un relato de formación de violencia donde el protagonista es un niño de 13 años que coge como rehén a una clase entera de un colegio con todos sus compañeros y cuyos actos desembocan en actos deplorables.

Para ello escoge una narración en primera persona, la del protagonista; pero cambia según el capítulo del que se trata, alternando a otros narradores, siempre en primera persona, para que nunca tengamos toda la información. La narración es fragmentada, con continuos saltos al pasado a modo de flashbacks que explican hechos que intentarán explicar el cómo se ha llegado a esta situación.

La violencia es explícita, pero por momentos se vuelve sutil; de hecho el momento final, justo antes de acabar, contiene una elipsis que nos deja en suspenso con lo que realmente sucede; lo que sí sabemos es que es terrorífico ya que las consecuencias que desencadena en uno de los alumnos son funestas e irreversibles por lo que se cuenta después.

El riesgo que toma en esta novela será continuado por las posteriores (“Carretera maldita” “El fugitivo” y “La larga marcha”) y nos muestra el King más primario, salvaje y violento, un King primigenio y tremendamente veraz. No se contiene en mostrar situaciones difíciles y llevarlas hasta sus últimas posibilidades.

El lector habitual que no haya leído sus novelas como Richard Bachman se puede llevar una sorpresa, agradable, desde luego, pero también bestial.

Siempre es un placer ir encontrando todas las facetas del escritor de Maine.