Mi rentrée: el hype de otoño 2015

SupasatiempoEl año pasado realicé un artículo donde hacía predicciones sobre los que creía que iban a ser los mejores libros del final del año y la verdad es que no me equivoqué, fueron todos lecturas muy satisfactorias (uno de ellos ha llegado este año (Los desafortunados) y va a ser uno de los libros del año).

Este año, aprovechando la sucesión de artículos que suelen sucederse con respecto a esa palabra tan bonita: rentrée; y tras preguntar a varias editoriales por sus planes hasta fin de año, he diseñado mi rentrée particular, los libros que más me interesan y de los que ahora voy a hacer una pequeña división con los que espero con más ansia. A continuación, un pequeño resumen con aquellos en los que he enfocado mi “hype”:

-El primero, ya tradicional en estas fechas, es el próximo libro de William Gaddis, Sexto Piso acomete la nada desdeñable labor de publicar casi todo lo que hizo el autor norteamericano, y en esta ocasión nos trae Su pasatiempo favorito, posiblemente una de sus obras más monumentales junto con Jota Erre y Los reconocimientos, donde el autor acometía una sátira del sistema judicial en EEUU.

The Lost Landscape : A Writer’s Coming of Age de Joyce Carol Oates , el tercer libro este año de la incombustible escritora norteamericana nos va a brindar un coming age autobiográfico que nos puede desvelar la formación de la autora como escritora desde sus recuerdos de la infancia.

MafiaHistoria de la Mafia de John Dickie el autor de Delizia!  es un experto en estas lides, esta monumental tochazo promete un trabajo exhaustivo que nos desvele todo lo que tenemos que saber sobre la Mafia.

-Ojo al final de año que nos propone  Pálido Fuego, dos libros he escogido de su excelente rentrée, primeramente Zeroville de Steve Erickson una de esas historias de narradores múltiples donde todo es posible y la realidad se nos muestra de una manera alternativa; el otro es la particular versión de Pinocho en las manos del irreverente Coover, Pinocho en Venecia.

-En Ático de los libros también han preparado un final de año excelente, es difícil elegir sin dejar alguno de los que sacan pero me voy a centrar en dos novedades concretas: por un lado, el nuevo libro de Ian Morris en su colección de historia Guerra. ¿Para qué sirve?; por otro lado me atrae muchísimo su H de Halcón de Helen MacDonald, una particular novela que puede deparar grandes momentos desde una premisa diferente (“una mujer que, al perder a su padre, decide entrenar un halcón para recordarle pinocchiomid(pues ambos compartían un gran amor por la Naturaleza) y salir del tremendo marasmo emocional en el que ha sucumbido”) 

-De entre lo que publica en sus múltiples sellos PRH Mondadori cabe destacar la vuelta de dos grandes, nuestra ración de Stephen King y su Revival que puede convertirse en una de sus historias más oscuras; sorprendentemente, Lumen se ha dado cuenta de que tiene a Atwood en su catálogo y nos trae Nada se acaba, una elección bastante curiosa y lejana a lo que está publicando ahora mismo la autora canadiense.

-Dos novedades de sabor británico y que me gustan por motivos distintos, en Noviembre Alba, después de más de 35 años de la publicación de la última traducción, va a sacar una de las obras cumbres de D. H. Lawrence, El Arco iris, una noticia increíble; por otro lado ZerovilleAnagrama en octubre va a sacar lo último de McEwan y Amis, en esta ocasión, por la polémica y lo controvertido del tema, La zona de interés, del segundo es mi apuesta.

-Y para acabar una pequeña selección de género, Navona nos va a traer, en su colección de novela negra, la continuación de lo que publicaba RBA de Ross Macdonald, La Wicherly; Quaterni, las últimas aventuras de Byomkesh Bakshi en Las púas del puercoespín; dÉpoca va a empezar la publicación de las aventuras del investigador Lecoq en El misterio de Orcival de Gaboriau; Nevsky vuelve a la carga con Starobinets en octubre; y habrá que echar un ojo al Fantasma de Nesbo. Ah, casi se me olvida, ojo al James Bond ruso en Diecisiete instantes de una primavera que nos trae Hoja de Lata.

Esto, desde luego, es una pequeña selección, quién sabe por dónde irá el tema. Hay otros libros que tengo en mi lista  y podrían estar realmente bien. Veremos cómo va el final de año.

¡Buenas lecturas!

¡Delizia! La historia épica de la comida italiana de John Dickie. Construir la identidad a través del disgusto

650_C924397.jpgSiempre he pensado que, en un ensayo, sea del tipo que sea, los primeros capítulos son imprescindibles para conseguir atraer el interés sobre lo que te quieran contar. La introducción del propio autor, John Dickie, a ¡Delizia! La historia épica de la comida italiana es tremendamente clarificadora sobre lo que nos vamos a encontrar y cumple a la perfección este objetivo desde el principio; en primer lugar, pone en contexto el lugar de la cocina italiana a nivel mundial como paradigma del “buen comer” y cómo esto puede afectar a nuestra vida:

“¿Cómo han llegado a comer tan bien los italianos? La historia del Mulino Bianco ofrece una sencilla lección para cualquiera que trate de encontrar una respuesta histórica a dicha pregunta: es posible amar la comida italiana sin que se nos llenen los ojos de lágrimas por las fábulas que se han creado a su alrededor, ya sea en Italia o en el extranjero. Italia se ha convertido en el modelo a imitar cuando se trata de producir ingredientes, cocinarlos y comérselos. Algunos creen que nuestra salud, el medio ambiente y la calidad de vida dependen de si logramos aprender algunas lecciones culinarias que puede brindar Italia. Razón de más para que necesitemos una historia sobre cómo llegó la comida italiana al lugar donde se encuentra hoy,( que resulte) menos almibarada que la que ha llegado hasta nosotros a través de la publicidad y los libros de cocina.”

A partir de ahí nos introduce el concepto autóctono de “civilización de la mesa” que va más allá de las simples recetas, entrando también a valorar la comida en sí misma y la gente que se dedica a cocinarla, producirla, etc. Los propios italianos:

“En ocasiones, los italianos hacen referencia a su “civilización de la mesa” el término abarca los numerosos aspectos de una cultura que se expresan a través de la comida: desde la economía agrícola hasta recetas para encurtir, desde lazos familiares hasta la técnica correcta para escupir el hueso de aceituna en la mano. La comida en sí misma es fascinante, pero, en última instancia, lo es mucho menos que la gente que la produce, la cocina, la consume y habla de ella. Por eso este libro es una historia de la civilización de la mesa en Italia y no solo de lo que ponen los italianos sobre la mesa.”

Por último establece el ámbito, centrándose en Italia y llegando a introducir el concepto de identidad que se asocia a dicha comida, la italiana, una identidad nacional:

“La exhaustividad es otra tentación a la que he tenido que resistirme. La comida italiana se ha convertido en una comida internacional, y un estudio completo abarcaría Gran Bretaña, Estados Unidos, Sudamérica y Australia, además de Italia. Muchas de las historias aquí relatadas demuestran que la comida italiana se ha formado tanto en sus promiscuos viajes como en sus firmes raíces en el terreno de la península. Pero allá donde la comida italiana ha viajado tan lejos, que ha pasado a formar parte en la historia de otros países, he cesado de seguir su rastro.

La razón de este enfoque decididamente italiano es que, en su mejor versión, la comida italiana tiene carisma. Y su carisma se deriva de una relación casi poética con el lugar y la identidad. Los italianos comen muy bien porque comer enriquece su sentido del lugar del que provienen y de quienes son. Las ciudades italianas son los lugares donde se forjaron esos vínculos entre comida e identidad.”

A partir de ahí es exhaustivo el recorrido cronológico  que lleva a cabo el autor desde la mesa medieval pasando por la Segunda Guerra mundial hasta los tiempos actuales; un recorrido que va uniendo indefectiblemente la evolución histórica de la nación con la evolución culinaria, desde la misma entrada de los espaguetis en Italia:

“La historia de la comida italiana comienza con la llegada de los espaguetis, que fueron introducidos en Sicilia por los invasores musulmanes. Más concretamente, la historia de la comida italiana empieza cuando los espaguetis entran en el diálogo culinario entre las ciudades italianas, en cuyo proceso dejaron de ser una importación exótica. Cómo llegó a suceder tal cosa lo entenderemos mejor a través de la historia de un musulmán siciliano en particular y del mapa que creó, que ofrece la primera prueba crucial de la historia de la comida italiana. También es uno de los tesoros artísticos más hermosos de la civilización medieval y un documento de la barbarie.”

En este orden de cosas, no solo la pasta es decisiva para esta evolución, de ahí la importancia que cobraron en la antigüedad las especias:

“Pero, aunque Venecia no fuera el puerto a través del cual entró la pasta en Italia, la ciudad de Marco Polo tuvo una enorme influencia en la cocina medieval italiana. De hecho, las razones por las que Venecia ocupa un lugar tan preponderante en la historia de la comida, por las que los venecianos encontraban tan atractivas las historias de Marco Polo sobre China y por las que los mercaderes venecianos se sintieron inspirados por la avaricia y la grandeza, son una y la misma: las especias. […] La ciudad sobre la laguna era el mayor centro europeo de comercio de especias.”

Sin embargo no será hasta el siglo XVIII cuando será  autoconsciente la identificación de la pasta con el pueblo:

“Pero en el siglo XVIII, Nápoles también adquirió una representación ritual de la abundancia que podía recrearse a diario: comer maccheroni. A mediados del siglo XVIII, la ciudad se había labrado una reputación como capital italiana de los maccheroni. Fue en Nápoles donde la pasta se convirtió en lo que es hoy: un plato del pueblo, la gloria suprema de la dieta italiana cotidiana.”

No hay muchas comparaciones con otros países, sin embargo, hay una excepción muy evidente (y ciertamente divertida) al describir las “costumbres británicas” a la hora de comer:

“Los británicos –al menos a juicio de los italianos- son ajenos a ese refinamiento. Sin pensar en colocar una servilleta entre sus dedos mugrientos y su nauseabunda comida, mastican bocadillos en el coche, devoran hamburguesas en trenes o autobuses y engullen kebabs o patatas mientras se tambalean de una taberna a otra. De hecho, los británicos comen cualquier cosa, en cualquier lugar y en cualquier momento. Cuando celebran una fiesta, incluso se sientan con las piernas cruzadas encima de las alfombras y se zampan caóticas montañas de pasteles, bocadillos, patatas fritas y salchichas.

Para los italianos es un misterio que los británicos parezcan quererlo todo en el mismo plano. Pizza y ensalada. Y pan con ajo. Y patatas. En ocasiones especiales, a los italianos les gusta saborear cómo el antipasto, el primo, el secondo, el contorno y el dolce describen un patrón evolutivo de sabores y texturas distintos. Para embutir toda una comida en diez  minutos, los británicos inventaron el almuerzo dominical; para anular sus diferentes sabores, inventaron la salsa de carne.”

Lo que nos lleva una reflexión muy interesante y que revela una faceta de nosotros mismos (que por cierto Facebook se está perdiendo) que sirve para construir la identidad de una persona: la definición de la persona a través de lo que  le disgusta.  Es en el disgusto en donde la persona se muestra más visceral, donde de verdad da pistas sobre lo que es; los italianos son tan proteccionistas con sus aspectos culinarios que no pueden evitar despreciar y disgustarse ante la misma existencia de algo tan opuesto como “lo británico”:

“El pavor de los italianos hacia la comida británica se expresa en numerosos estereotipos, pero también revela una verdad sobre las emociones humanas más viscerales: nos definimos por lo que nos disgusta. Cuando nos estremecemos de repugnancia, nuestros cuerpos vibran al son de nuestros prejuicios más rígidos. Se ha incumplido una norma; se ha producido una contaminación. Y lo sabemos porque lo notamos tanto física como mentalmente. Quizá de manera más convincente que cualquier otra sensación, el disgusto demuestra quiénes somos. Porque no nos gustan esas cosas.”

No quería dejar pasar este último párrafo al respecto de Giovanni Rana, el gran artífice y creador de los tortellini en Italia como empresa; hablar de su éxito no es más que un pretexto que Dickie utiliza para sacar a relucir el verdadero triunfo actual de la comida italiana: esa mezcla de innovación y conservadurismo que tanto gusta los italianos:

“La trayectoria de Giovanni Rana ilustra muchas cosas sobre la historia reciente de Italia. Su negocio es típico de las empresas familiares que se convirtieron en el motor de la economía italiana en los años ochenta e hicieron del Véneto una de las regiones más ricas de Europa. Su espectacular éxito se debe fundamentalmente a dos cosas: cómo ha sacado rédito de los profundos cambios experimentados en la cultura alimentaria de las familias italianas; y su capacidad para innovar a la vez que halaga el conservadurismo de los italianos a la mesa, su obsesión por consumir alimentos buenos y auténticos y su preciada idea de que la comida debe ser rural, tradicional y típica.

Si Giovanni Rana ha de ser considerado un héroe o un villano de la civilización italiana de la mesa depende de su punto de vista. También de cómo se interpretan términos como “tradicional” y “auténtico” y de si ha renunciado a demasiada creatividad y a algunas cualidades valiosas para liberar las mujeres del duro trabajo semanal que conllevaba preparar tortellini.”

Suculento el ensayo que nos trajo Debate: una perfecta conjunción entre evolución histórica y culinaria que es sabroso por naturaleza y viene muy bien aderezado con un aliño de buen humor.

Los textos pertenecen a la traducción de Efrén del Valle Peñamil de ¡Delizia! La historia épica de la comida italiana de John Dickie en Debate.

Resumen Enero 2015. Nuevo año, nuevas lecturas

Me he retrasado muchísimo este mes. La falta de tiempo actual no me permite actualizar convenientemente las reseñas que tengo pendientes y el resumen del mes anterior no puede esperar. Estamos hablando de enero y estoy acabando febrero, aquí tenéis el resumen de las lecturas de enero y que siguen, más o menos, lo que había previsto en este post. Aunque me quedó alguno de los previstos por leer, se han sumado al mes de febrero donde daré buena cuenta de ellos. Sin más, los comentarios, pinchando en el título tenéis el enlace de varias de ellas: 

The taqwacores de Michael Muhammad Knight, me extendí mucho en su reseña donde encontraréis razones de sobra para leerlo a pesar de las dificultades. No podía ser de otra manera con la novela fundacional del punk islámico.

Guía ilustrada de monstruos y fantasmas de Japón de Sekien Toriyama, las cosas que saca Quaterni son deliciosas. En este caso, es un catálogo de monstruos de todo tipo con sus consiguientes grabados y su descripción. Una selección necesaria y que complementa muchas lecturas que saca la propia editorial.

En el café de la juventud perdida de Patrick Modiano, me temo que el último Nobel está en ese segmento que solo me provoca indiferencia. Y eso que este libro se acerca más a la temática de género, no veo más que buen oficio, nada comparable a lo que son capaces de hacer los más grandes, tanto en estilo como en el fondo. No creo que le dé más oportunidades.

Los atracadores de Tomás Salvador, recuperación de novela negra española en tiempos del franquismo. A pesar de su inevitable mensaje moralizante se trata de una propuesta excelente en forma y contenido.

Invasión Secreta de Brian Michael Bendis, Bendis es el fetiche de Marvel, no creo que tenga talento para escribir grupos y más, cuando se trata de crossovers comiqueros,; buenas ideas, buen dibujo, realización irregular. Buen forraje por momentos.

¡Delizia!: La historia épica de la comida italiana de John Dickie, tengo pendiente la reseña, ya podéis suponer que es un libro suculento.

Carthage de Joyce Carol Oates, me extendí mucho en su reseña que podéis buscar en el enlace. Como de costumbre, un buen libro de Oates.

La Santa de Mado Martínez, me arrepiento de no haber hecho reseña para este libro, se puede quedar muy perdido en el limbo de autores no destacados y no sería justo. Buena novela de terror con fantasmas, múltiples puntos de vista y narración dislocada que se lee con gran disfrute.

Relatos Japoneses de misterio e imaginación de Edogawa Rampo, tarde o temprano escribiré algo sobre esta deliciosa recopilación de relatos de terror y misterio.

La calavera bajo la piel de P.D. James, la maestra británica nos dejó pero sus libros reflejan a la perfección cómo escribir novela policíaca con buen gusto y estilo.

Asedio de Brian Michael Bendis, peor que Invasión secreta… aunque no se puede negar que es muy efectivo y contiene imágenes impactantes.

El santo del monte Koya y otros relatos de Kyoka Izumi, otro libro de relatos imprescindibles y del que hablaré algo, aunque ya no sé el qué.

El indolente viaje de dos aprendices perezosos y otros relatos de Charles Dickens, recuperación de un Dickens ocurrente en condiciones ciertamente extrañas.

Mr Mercedes de Stephen King, no es el mejor King pero esta aproximación a la novela policíaca, a su manera, se lee con indudable satisfacción.

Fouché. Retrato de un hombre político de Stefan Zweig, otro de los que me faltan y NO puede faltar. Es, sin lugar a dudas, una obra maestra: la biografía de uno de los personajes más maquiavélicos que podemos encontrar a lo largo de la historia.

No se ha dado nada mal enero para comenzar este nuevo año. Aquí tenéis las últimas adquisiciones.

Compras_Enero

Y, nuevamente, intentaremos que los siguientes libros sean los previstos.

Previsión_lecturas_febrero De estos libros tienen prioridad los que no me leí el mes anterior: El Glow de Beauman, El mundo deslumbrante de Siri Husdvedt, Los políglotas de Gerhardie, Divagaciones Rossinianas de Zedda y La sala del crimen de P.D. James. El resto está compuesto por una buena mezcla de novela negra clásica y varios de los autores que tengo en mi proyecto (Roth, Woolf… Oates). Este mes, desgraciadamente, no creo que lo consiga por los siguientes motivos: en primer lugar cogí demasiados libros teniendo en cuenta que febrero es, precisamente, el mes más corto; en segundo lugar, en el camino me ha llegado el último libro en inglés de Joyce Carol Oates, The sacrifice. Por lo tanto… me temo que no lo cumpliré. Veremos hasta dónde puedo llegar.