“Contraluz (5 y fin): Rue du Dèpart”

El camino que hemos recorrido ha pasado por estos comentarios

1. La luz sobre las cumbres.

2. Espato de Islandia.

3. Bilocaciones.

4. Contra el día.

En esta última parte Pynchon nos muestra a varios de los personajes principales en los años veinte, Rue de Départ es una calle de París donde vive Dally. Todo ha pasado y están más o menos establecidos, hasta los Chicos del Azar han encontrado a sus Chicas de la Fraternidad de Eteronautas y se han emparejado con ellas. Hay un intento de finalizarlo aunque no sabemos si es de manera feliz según las palabras de Dally (“El mundo se acabó en 1914. Como los muertos inconscientes, que no saben que están muertos, así nosotros tampoco nos hemos dado cuenta de que estamos viviendo en el infierno desde aquel agosto espantoso”); aún así el vuelo final, mítico, etéreo, a bordo del Inconvenience nos da una sensación de plenitud, de evocación onírica y autorrealizadora.

Este final entronca con mi propia conclusión de las lecturas del autor norteamericano; “Contraluz” ha supuesto un colofón lleno de sensaciones: al tratarse de una obra de tal extensión, los altibajos son constantes, esta irregularidad es inevitable, pero ¿acaso importa?. Si revisamos los posibles postulados del postmodernismo nos encontramos con lo siguiente:

—Está caracterizado por cambiar el punto de vista omnisciente (más objetivo) de la Ilustración por otro más subjetivo donde el narrador es falible.

—Busca deconstruir las grandes formas de narración del pasado para desvelar sus inconsistencias, las antiguas formas ya no convencen, son sustituidas por otras formas que enfatizan que su objetivo no es alcanzar la autenticidad universal.

—Como consecuencia de lo anterior, no puede existir una idea universal de la verdad o de la realidad, ya que las formas de narración del pasado se fundamentaban en el lenguaje, y este está cargado, inherentemente, de las influencias que vive el que lo narra.

—En palabras de Hutcheon, se puede describir el postmodernismo como “un fenómeno contradictorio que usa y abusa, instaura para subvertir los mismos conceptos que desafía – sean estos literatura, pintura, escultura, cine, televisión, filosofía, etc (“contradictory phenomenon that uses and abuses, installs and then subverts, the very concepts it challenges —be it in literature, painting, sculpture, film, video, dance, television, music, philosophy, aesthetic theory, psychoanalysis, linguistics and historiography”).

—Así las novelas postmodernas subvierten las nociones de subjetividad, verdad, significado y valor de modo radical.

—La conexión entre postmodernismo y postcolonialismo es evidente ya que con el primero se enfatizarán las diferencias de cualquier tipo (sean género, raza, clase, sexo…) y eso desencadenará el segundo.

—Con el postmodernismo se reescribe el pasado en términos muy alejados de cualquier nostalgia, precisamente porque es otra forma de narrar, por la que el novelista puede escribir alejado de la narración, aislado, sin vincularse.

En conclusión, este movimiento no organizado, radicaliza el modernismo en su exploración de la fragmentación de la narrativa y de la construcción de personajes. Textos de este estilo enfatizan juegos retóricos y lingüísticos. Ironías, parodias, pastiches de géneros, distorsiones de tiempo (argumentos no lineales) son algunos de los instrumentos utilizados para hacerlo.

Lo curioso cuando leía los postulados anteriores es que la primera imagen que me venía a la cabeza era, desde luego, la de Pynchon y toda su obra; desde “La subasta del lote 49” y “V” a “Contraluz”. Parece que los hubiera puesto él, ya que reflejan exactamente lo que significa leerle; esas son las características, la complejidad de lo que quiere dar a significar, o no….

Como conclusión a estos comentarios no quería dejar pasar la oportunidad de citar al gran Noel, ya que parte de su magnífico post “Icono de la cara llorando” , que todo el mundo debería leer, como su blog (ya puestos….). Y que cita justamente a nuestro gran escritor como posible vía a la hora de aprovechar al máximo las posibilidades que nos ofrece la cultura en el siguiente párrafo:

“Ante esta realidad se abren dos posibles vías: a) aprovechar al máximo las posibilidades de la cultura como inmerso hipertexto; y b) darse por vencido y tender a pensar, como el neoludita Nicholas Carr, que la capacidad de concentración es una de esas cosas que perdimos irremediablemente con el cambio de milenio. Sin duda, no hay nada más estimulante para el intelecto que la primera opción, vertebradora de novelas como Contraluz (Thomas Pynchon, 2006) o películas como Holy Motors (Leos Carax, 2012), laberintos intertextuales que conciben sus referentes y referencias como una serie interconectada de pasillos, trampillas y hasta callejones de sentido. Tiendo a pensar que los lectores de este blog pertenecen a la primera categoría, así que muchas veces incluyo en el texto alusiones a símbolos culturales sin citarlos o subrayarlos con un enlace: en los días de la Wikipedia, la labor de cualquier persona que pretenda vivir la cultura de su tiempo es aceptar el desafío y buscar, ampliar, perderse. Por desgracia, la segunda opción parece estar comiéndole cada vez más el terreno a la primera, en un fenómeno que ya podríamos considerar como mesurable.”

Lo que he puesto en negrita, refleja lo que yo entiendo de la cultura actual, casi no se puede decir mejor ¿verdad?. Busquemos nuevos desafíos, perdámonos en laberintos sin retorno; pase lo que pase, esta búsqueda nos habrá hecho crecer en el camino. Pynchon nos sumerge en este camino irremisiblemente, de manera enloquecedora; y yo no puedo más que agradecérselo y colaborar con estos humildes comentarios que espero que ayuden a alguien.