“Contraluz (5 y fin): Rue du Dèpart”

El camino que hemos recorrido ha pasado por estos comentarios

1. La luz sobre las cumbres.

2. Espato de Islandia.

3. Bilocaciones.

4. Contra el día.

En esta última parte Pynchon nos muestra a varios de los personajes principales en los años veinte, Rue de Départ es una calle de París donde vive Dally. Todo ha pasado y están más o menos establecidos, hasta los Chicos del Azar han encontrado a sus Chicas de la Fraternidad de Eteronautas y se han emparejado con ellas. Hay un intento de finalizarlo aunque no sabemos si es de manera feliz según las palabras de Dally (“El mundo se acabó en 1914. Como los muertos inconscientes, que no saben que están muertos, así nosotros tampoco nos hemos dado cuenta de que estamos viviendo en el infierno desde aquel agosto espantoso”); aún así el vuelo final, mítico, etéreo, a bordo del Inconvenience nos da una sensación de plenitud, de evocación onírica y autorrealizadora.

Este final entronca con mi propia conclusión de las lecturas del autor norteamericano; “Contraluz” ha supuesto un colofón lleno de sensaciones: al tratarse de una obra de tal extensión, los altibajos son constantes, esta irregularidad es inevitable, pero ¿acaso importa?. Si revisamos los posibles postulados del postmodernismo nos encontramos con lo siguiente:

—Está caracterizado por cambiar el punto de vista omnisciente (más objetivo) de la Ilustración por otro más subjetivo donde el narrador es falible.

—Busca deconstruir las grandes formas de narración del pasado para desvelar sus inconsistencias, las antiguas formas ya no convencen, son sustituidas por otras formas que enfatizan que su objetivo no es alcanzar la autenticidad universal.

—Como consecuencia de lo anterior, no puede existir una idea universal de la verdad o de la realidad, ya que las formas de narración del pasado se fundamentaban en el lenguaje, y este está cargado, inherentemente, de las influencias que vive el que lo narra.

—En palabras de Hutcheon, se puede describir el postmodernismo como “un fenómeno contradictorio que usa y abusa, instaura para subvertir los mismos conceptos que desafía – sean estos literatura, pintura, escultura, cine, televisión, filosofía, etc (“contradictory phenomenon that uses and abuses, installs and then subverts, the very concepts it challenges —be it in literature, painting, sculpture, film, video, dance, television, music, philosophy, aesthetic theory, psychoanalysis, linguistics and historiography”).

—Así las novelas postmodernas subvierten las nociones de subjetividad, verdad, significado y valor de modo radical.

—La conexión entre postmodernismo y postcolonialismo es evidente ya que con el primero se enfatizarán las diferencias de cualquier tipo (sean género, raza, clase, sexo…) y eso desencadenará el segundo.

—Con el postmodernismo se reescribe el pasado en términos muy alejados de cualquier nostalgia, precisamente porque es otra forma de narrar, por la que el novelista puede escribir alejado de la narración, aislado, sin vincularse.

En conclusión, este movimiento no organizado, radicaliza el modernismo en su exploración de la fragmentación de la narrativa y de la construcción de personajes. Textos de este estilo enfatizan juegos retóricos y lingüísticos. Ironías, parodias, pastiches de géneros, distorsiones de tiempo (argumentos no lineales) son algunos de los instrumentos utilizados para hacerlo.

Lo curioso cuando leía los postulados anteriores es que la primera imagen que me venía a la cabeza era, desde luego, la de Pynchon y toda su obra; desde “La subasta del lote 49” y “V” a “Contraluz”. Parece que los hubiera puesto él, ya que reflejan exactamente lo que significa leerle; esas son las características, la complejidad de lo que quiere dar a significar, o no….

Como conclusión a estos comentarios no quería dejar pasar la oportunidad de citar al gran Noel, ya que parte de su magnífico post “Icono de la cara llorando” , que todo el mundo debería leer, como su blog (ya puestos….). Y que cita justamente a nuestro gran escritor como posible vía a la hora de aprovechar al máximo las posibilidades que nos ofrece la cultura en el siguiente párrafo:

“Ante esta realidad se abren dos posibles vías: a) aprovechar al máximo las posibilidades de la cultura como inmerso hipertexto; y b) darse por vencido y tender a pensar, como el neoludita Nicholas Carr, que la capacidad de concentración es una de esas cosas que perdimos irremediablemente con el cambio de milenio. Sin duda, no hay nada más estimulante para el intelecto que la primera opción, vertebradora de novelas como Contraluz (Thomas Pynchon, 2006) o películas como Holy Motors (Leos Carax, 2012), laberintos intertextuales que conciben sus referentes y referencias como una serie interconectada de pasillos, trampillas y hasta callejones de sentido. Tiendo a pensar que los lectores de este blog pertenecen a la primera categoría, así que muchas veces incluyo en el texto alusiones a símbolos culturales sin citarlos o subrayarlos con un enlace: en los días de la Wikipedia, la labor de cualquier persona que pretenda vivir la cultura de su tiempo es aceptar el desafío y buscar, ampliar, perderse. Por desgracia, la segunda opción parece estar comiéndole cada vez más el terreno a la primera, en un fenómeno que ya podríamos considerar como mesurable.”

Lo que he puesto en negrita, refleja lo que yo entiendo de la cultura actual, casi no se puede decir mejor ¿verdad?. Busquemos nuevos desafíos, perdámonos en laberintos sin retorno; pase lo que pase, esta búsqueda nos habrá hecho crecer en el camino. Pynchon nos sumerge en este camino irremisiblemente, de manera enloquecedora; y yo no puedo más que agradecérselo y colaborar con estos humildes comentarios que espero que ayuden a alguien.

“Contraluz (4): Contra el día”

A estas alturas de la narración la fatiga empieza a ser evidente, Pynchon exige, no hay medias tintas con él, tienes que estar atento a todo y no perderte en el laberinto literario que te propone, en lo inalcanzable del argumento y sus consecuencias.

El título del episodio es, en realidad, el título original, “Against the day”, el día es una metáfora de la realidad que vivimos, de las dificultades que tenemos que pasar en nuestro devenir. En este capítulo se centra históricamente de nuevo, no quiere que perdamos la perspectiva, busca reescribir la historia y mostrarnos lo que podría haber por detrás; también lo que nunca ha habido pero le gustaría que hubiera, ¿por qué no? .Pero se nota que algunos de los momentos buscan esta constante:

“Desde la derrota naval de Tsushima y las inmensas manifestaciones en la ciudades, los pogromos, el terror y la sangre, la inconcebible posibilidad de que Dios hubiera abandonado Rusia empezó a hacerse palpable. Lo que hasta ahora habían sido certezas y mandatos divinos se volvió tan incierto como la lucha de cualquier campesino con el día a día, y todos, independientemente de su riqueza o oposición debían avanzar a tientas”

Es lo que hubo a principios del siglo XX, es nuestra lucha, “pero alguien podría dominar el espacio Cuaternión, tres ejes imaginarios más un cuarto término escalar que contendría energías que pocos de nosotros podríamos imaginar” ; no quiere que nos rindamos ante los hechos históricos, la solución puede estar en el umbral del espacio tiempo, en la cuarta dimensión.

La explosión sobre Tunguska (preludio a los lanzamientos de las bombas atómicas, y por extensión, al conflicto bélico que asolaría Europa y parte del mundo “¿Se trataba, dicho toscamente, de la guerra generalizada pues estaba a punto de desencadenarse en Europa el próximo verano u otoño quizás, condensada en un único suceso?” ) nos lleva a la crudeza de lo real, pero en la descripción de los efectos de la explosión y en su visualización por parte de nuestros personajes desde diferentes ciudades (Dally Rideout desde Venecia, Cyprian desde Trieste, Reef desde Marienbad, Yashmeen desde Viena) encontramos la confortable lírica de Pynchon, onírica, imaginativa, siempre creativa y, en estos momentos, conmovedora.

Se muestran otros hechos que reflejan lo que ha sido el siglo XX, desde el conflicto balcánico (“El infierno se desató tras el anuncio de Austria de que pretendía anexionarse Bosnia”) hasta los conflictos raciales en América (“Por un instante él comprendió, como si rozara la brisa levantada por un ala indefinida que pasara  ante su cara, que la historia de este terrible continente desde el océano pacífico hasta los hielos del Ártico era esta misma historia de exilio y migración, el hombre blanco avanzando sobre el indio, las corporaciones del este avanzando sobre el hombre blanco y sus incursiones con barrenos y dinamita adentrándose en las costuras profundas de las montañas sagradas de la tierra sagrada”).

Todo ello para reforzar lo ya expuesto anteriormente y, que casi llegando al final vuelve a mostrarnos en las palabras de uno de los chicos del azar: 

 “El corolario según había concluido Chick hacía ya mucho era que cada estrella, cada planeta que vemos en el cielo no es más que el reflejo de nuestra única Tierra a lo largo de una trayectoria distinta del espacio-tiempo minkowskiano. Por tanto, viajar a otros mundos es viajar a versiones alternativas de la misma Tierra. Y si ir hacia arriba es como ir hacia el norte con la variable común de que hace frío, la dirección análoga en el tiempo si nos atenemos a la Segunda ley de la termodinámica, debería ser ir del pasado al futuro, en la dirección de una entropía creciente.”

“Estaban en la Contra-Tierra, en ella y sobre ella, pero al mismo tiempo en la tierra que nunca, parecía, habían dejado”.

No deja de ser paradójico ya que, ahora mismo, la realidad que estamos viviendo no deja de ser esta Contra-Tierra, tan diferente de lo que hemos vivido en otros momentos.

No me gustaría acabar este cuarto momento sin subrayar el giro a novela negra, que se marca de en la parte final del capítulo, con un Lew Basnight más cerca de un Marlowe o un Spade,  en la búsqueda de la cantante Jardine Maraca; un prodigio nuevamente, ya que utiliza un viaje en el tiempo para resolverlo y para que Merle, el padre de Dally, recorra la vida en el pasado de su hijastra y pueda de esta manera saber cómo le ha ido.

Historias dentro de historias, metaficción, cambios narrativos y de estilos. Este es Pynchon.

Y en poco tiempo, la conclusión.

“Contraluz (3): Bilocaciones”

“Los antiguos maniqueos de esta zona adoraban la luz, la amaban del mismo modo que los Cruzados afirmaban amar a Dios, por sí misma, y a su servicio ningún crimen era demasiado grave. Era su contra-Cruzada. No importaba qué trasformaciones pudieran ocurrir (y se esperaban cualquier cosa: viajes adelante y atrás en el Tiempo, saltos laterales de un  contínuum a otro, metamorfosis de una forma de materia, viva o no, a otra) lo único que permanecía invariable en todos los cambios era la luz, la luz que vemos en sentido amplio que profetizara Maxwell y confirmara Hertz. Y a eso se añadía un rechazo hacia todas las formas de lo que ellos definían como “oscuridad””.

Recordemos que veníamos de aquí y de aquí. Este párrafo, casi el comienzo de este bloque, entronca con el viaje que los Chicos del Azar realizan al Asia interior, buscando su propio grial, la ciudad perdida, Shambala a bordo de la Fragata subdesértica de Su Majestad Saksaul, al mando del capitán Toadflax.

Sorprende que, a pesar de lo que pudiera indicar el título, la obra es luminosa, como la prosa del autor; todo puede variar pero la luz, lo contrario a la oscuridad, permanecerá constante. Entre todas las contradicciones y dicotomías que nos ofrece también nos incide en este hecho.

En esta parte se centra en el viaje a Europa de la mayoría de los personajes, y,  pesar de lo que pueda parecer, nos llama la atención:

“Habéis sido tan fáciles de engañar (al menos la mayoría de vosotros), sois los tontos crédulos en el circo, mirando boquiabiertos vuestras maravillas de la ciencia, esperando como si creyerais que os corresponden por derecho todas las bendiciones del progreso, esa es vuestra fe, vuestra patética fe de niños de los globos”

Si la ciencia no es la solución de nuestras dudas, del sentido de lo que hacemos, ¿de qué nos podemos fiar? ¿La magia? ¿La superstición? ¿La religión?.

El siguiente texto empieza a ser revelador:

 “Y eso es lo que he estado llevando una y otra vez a Cantor de vuelta a la Neverklinik, aunque solo se preocupaba por los segmentos de línea. Pero aquí, en el espacio y tiempo tetradimensional del Doctor Minkowski, dentro del más diminuto intervalo, tan pequeño como quieras dentro de cada diminuto hipervolumen de kontinuum debe de haber siempre un número infinito de otros puntos, y si definimos un mundo como un conjunto muy grande y finito de puntos entonces debe de haber muchos mundos “universos””.

La presencia de diversos universos, mundos paralelos al nuestro, explicarían nuestra falta de convicciones; sigue reafirmando el mensaje de lo “tetradimensional” y lo liga a la tradición literaria:

“El Whitechapel del Destripador era una especie de antesala en el espacio-tiempo, uno tendría que imaginarse una gigantesca estación de tren, con miles de puertas dispuestas radialmente en todas las dimensiones que conducen a vías de partida hacia todo tipo de historias alternativas”

Su objetivo entonces es que nos abramos a todas las posibilidades, las mismas que nos da la prosa de Pynchon, inabarcables universos donde todo sigue siendo posible.

En poco tiempo la cuarta parte.

“Contraluz (2): Espato de Islandia”

Continúo en este momento con este comentario fragmentado que ya inicié aquí  sin resistirme a poner uno de esos párrafos que, sin lugar a duda, es paradigma del estilo y la forma de crear literatura del gran Thomas Pynchon; desde luego es reconocible y personal, es el comienzo del segundo gran capítulo de “Contraluz”: “Espato de Islandia”:

“Además de estar ojo avizor desde el puente volante, Randolph St Cosmo había colocado vigías con los prismáticos más potentes de la nave a popa y a proa. Aquí, al norte del Círculo Polar Ártico, la directiva reglamentaria para todas las aeronaves de los Chicos del Azar rezaba: “El tráfico aéreo desconocido se considerará hostil hasta que se demuestre lo contrario”. Ahora se libraban escaramuzas a diario, pero ya no por territorios o mercancías sino por información electromagnética, en una carrera internacional cuyo objetivo era medir y cartografiar con la mayor precisión los coeficientes de campo en cada punto de aquella misteriosa retícula matemática que por entonces se creía que cubría la Tierra. Del mismo modo que la Era de la Navegación había dependido de la cartografía de los mares y las costas del globo, y de los vientos de la rosa de los vientos, ahora sería la medición de las nuevas variables lo que determinaría la historia que iba a desarrollarse aquí, entre acantilados de anomalía magnética, canales de menor impedancia , restallantes tormentas de rayos que salían del sol y a las que todavía ni siquiera se les había dado nombre. Se había desencadenado una “Fiebre del rayo”: la luz y el magnetismo, así como toda clase de rayos extrahertzianos, estaban ahí para el primero que los quisiera captar, y habían acudido en masa los buscadores, incluidos muchos espabilados usurpadores de derechos de propiedad profesionales que pretendían sacar algo por la fuerza; muy pocos eran capaces de rastrear rayos de todas las frecuencias, la mayoría no estaban especialmente dotados ni eran unos desaprensivos, sencillamente se encontraban atrapados en una contagiosa y resuelta huida de la razón, tan enfermiza como la de los buscadores de oro y plata del pasado. Aquí, en el borde superior de la atmósfera se hallaba la nueva frontera sin domesticar, y los pioneros llegaban en aeronaves en lugar de en carretas, y se enzarzaban en disputas sobre la propiedad destinadas a prolongarse durante generaciones. La aurora boreal, que los había sacado de sus camas infantiles en latitudes inferiores tantas noches frías de invierno, mientras a sus padres les provocaba oscuros sentimientos de pavor, podría contemplarse aquí a cualquier hora desde su mismo interior, en altitud, en forma de latidos de color inmensos como el cielo, de densas cortinas, oleadas y columnatas de luz y corriente en incesante transfiguración.”

Es largo, pero no me podía resistir, qué cautivadora reescritura histórica extrapolada a lo científico y cargada de luminosidad, esa luz que luego aparecerá y de la que hablaré aún más y esa idea audaz de búsqueda del electromagnetismos: buscadores de tiempos modernos ubicados a principios de siglo XX.

Había acabado el anterior comentario hablando sobre las dicotomías que nos presenta el autor y planteando si continuaría por ahí o daría un giro de 360º ; en el principio del capítulo conocemos las contrapartes de nuestros queridos Chicos del Azar, que no podían ser de otra manera que rusos, en su dirigible Bol’ Shaia Igra; anticipo, conocido por todos, de la guerra fría entre las dos grandes potencias del siglo XX y que nos presenta ya, como hará más adelante con otros hechos de importancia en nuestra historia más presente.

Sigue presentando conceptos según avanza, ideas que van a servir para dar forma al texto, otro clave sería el de “bilocación” en boca de otro de los personajes:

                “Throyle le explicó el misterioso poder chamánico llamado bilocación que permite a aquellos que tienen el don estar literalmente en dos o más lugares, a menudo muy separados a la vez.”

Este misterioso poder se personaliza en las figuras de los Profesores Renfrew (británico) y Werfner (alemán), que son un anagrama uno del otro y representarán más adelante lo mismo; dicotomías, juegos, bilocaciones… cada personaje puede traer cualquier cosa a la escena, la prosa no tiene límites en Pynchon.

La original aparición de la Neoorden CRETINO (Centro de recogimiento para los estudiosos del tetractis inefable) servirá para iniciar otra serie de narraciones con dos de los personajes principales  el detective Lew Basnight y la exótica  Yashmeen Halfcourt, esta organización nos dará el contrapunto conspiranoico que  necesitamos añadir al resto de la obra.

Aunque el autor vuelva a tratar sobre el espato de Islandia un poco más adelante (“Así que -el Profesor seguía explicando- si se acepta la idea de que los mapas empiezan como sueños, tienen una vida finita en el mundo y después se reanudan como sueños, podemos decir que estos paramorfoscopios de espato de Islandia, de los que no deben existir muchos ejemplares si es que existen revelan la arquitectura de la latitud y la longitud ordinarias”) en la parte final del libro iremos a parar a la Universidad de Candlebrow gracias a los Chicos del azar:

“En la universidad de Candlebrow, la tripulación del Inconvenience encontraría la combinación justa de nostalgia y amnesia para obtener una falsificación razonable de la Intemporalidad. Y, como quizá era inevitable, también ahí realizarían el fatal descubrimiento que los llevaría, tan inexorablemente como la rueda del Zodiaco a su Imum Coeli”

Ese Imun Coeli hace referencia a los orígenes o raíces del… ¿relato, texto, realidad? no es casualidad que en el siguiente párrafo se narre lo siguiente:

“Los beneficios generados por las ventas de Smegmo proporcionaron los fondos , a una escala casi suntuaria, para la Primera Conferencia Internacional sobre el Viaje en el Tiempo, un tema que de la noche a la mañana se había vuelto respetable debido al éxito de la novela del señor H. G. Wells “La máquina del tiempo”, publicada en 1895, un año que se citaba a menudo como límite inferior de la fecha de la primera Conferencia, aunque todavía no se había llegado a un acuerdo sobre qué ordinales asignar a aquellas reuniones, pues una vez que se ha inventado el viaje en el tiempo, afirmó el Profesor Heino Vanderjuice, nada nos impide remontarnos en el pasado cuanto queramos y celebrar las Conferencias allá en la época en que por aquí todo era prehistórico, con dinosaurios, helechos gigantes, picos flamígeros por todas partes y demás..”

La presencia de H. G. Wells es evidente en el “wellsianismo” que se vive en esa realidad, la tercera parte jugará con más temas a añadir, uno de ellos, principal, será la cuestión del tiempo, la cuarta dimensión, viajes en el tiempo (de hecho al final de este capítulo ya se realiza un viaje con los Chicos del Azar) , paradojas temporales generadas por esto. El texto se vuelve “cuatridimensional”, cargado de matices y de posibilidades.

Las preguntas que nos hiciéramos al principio se han quedado obsoletas, la historia se reescribe desde todos los puntos de vista y del espacio-tiempo. Dentro de poco veremos las sensaciones que me produjo el tercer episodio de “Contraluz.

En octubre “Escucha esto” y mucho más.

Un poco tarde, desde luego, pero llega el momento de hacer balance en el plano literario de mi vida del mes de septiembre.

La causa de la tardanza ha sido, como no podía ser de otra manera, la lectura del “Contraluz” de Pynchon, lectura tremendamente absorbente, compleja en fondo y forma, poco ágil, que me ha ocupado buena parte del tiempo dedicado a leer; ha valido la pena y mucho, es una obra magnífica, hija de, quizás, el mayor escritor vivo en la actualidad; hablaré de ella largo y tendido, ya he empezado en este comentario. Pero no sólo de Pynchon puede vivir el lector, también hubo hueco para “Zuckerman encadenado” y “La contravida”, de otro coloso de las letras estadounidenses, Philip Roth; momentos increíbles igualmente, que me han llevado a una determinación distinta en la lectura de las obras de este escritor y que otro día comentaré. Obras de este estilo requieren alternancia con otras más llevaderas, de lo contrario, la fatiga tras leer algunas como la primera citada puede llevar a un cansancio no del todo sano. Así, cayeron dos obritas cortas del gran escritor austríaco Stefan Zweig, un seguro de calidad y buen hacer; estas fueron “Ardiente secreto” y la demoledora “Carta a una desconocida”. Alguno puede preguntarse si hubo algo de novela negra; claro, ¿cómo no? “Mátalos suavemente” de George V. Higgins fue exactamente lo esperado, otro clásico del género cargado de amargura; no menos duras resultaron “Un cuchillo en la mirada” y “Noche Salvaje” del perverso y siempre imprescindible Jim Thompson. No faltó un poco de novela negra con el apartheid de fondo con “El huevo ingenioso” de James McClure, escritor con poca suerte en España y que, sin embargo, tiene novelas consistentes y bien escritas.

Y, ¿qué estoy pensando para octubre? A continuación podéis ver algunas de las adquisiciones del mes.

Tengo claro que “Escucha esto” del crítico musical Alex Ross, va a ser la “lectura-tochal”, su anterior libro “El ruido eterno” ahondaba de una manera muy didáctica, sin perder profundidad, los entresijos de los autores contemporáneos de música clásica; era un ensayo que se complementaba maravillosamente con una web en la que se ponían los fragmentos a los que se refería el escritor y el resultado era una lectura tridimensional, cargada de detalles, además de enriquecedora. En este último ensayo se propone, aparentemente, ligar música clásica con algunas manifestaciones de música pop, veremos cómo lo realiza y si el resultado es satisfactorio.

Otras lecturas que seguro que haré van a ser los dos libros de poemas del surcoreano Ko Un, “Fuente en llamas” y “Diez mil vidas”, todo debido al continuo seguimiento que hago habitualmente de los Nobel, me propongo descubrir a este, uno de sus sempiternos candidatos.

También quiero, por fin, introducirme en el universo de lecturas de Elmore Leonard, “Un tipo implacable” y “Mr Paradise” parecen buenas formas de hacerlo. No debería dejar pasar tiempo sin leer esas sátiras británicas que tanto me gustan, de ahí la presencia de “Augustus Carp” de Henry Howarth Bashford y de “La caída y auge de Reginald Perrin” de David Nobbs.

Y hasta aquí lo que, más o menos considero seguro; luego cualquier cosa puede ocurrir, lo cual es excitante de manera implícita, dependerá mucho del humor y del momento en que me encuentre; asimismo empezaré con las lecturas de la carrera, Coetzee e Ishiguro para empezar, no está nada mal.

El horizonte de compras se presenta apetecible igualmente, la última obra de Delillo en España son unos cuentos; se aproxima otra novela, cercana en este caso al género policial con la  última de Joyce Carol Oates, y luego las cartas de Auster y Coetzee; y en novela negra, la penúltima de los padres de la novela sueca, un nuevo McBain, un nuevo King, Crispin…. No sé el resto, pero, en mi caso, tengo un “hype” que no me aguanto.

Contraluz (1): “La luz sobre las cumbres”

Como hasta ahora no tenía un espacio a mi medida, no me atreví a escribir nada sobre el gran Thomas Pynchon, cierto es que, además, cualquier cosa que diga se podría quedar pequeña ante la magnitud del huidizo y legendario escritor. De todos modos, con la lectura de mi último “Pynchon”, “Contraluz”, voy a realizar algo distinto, una reseña/comentario en varias partes.

“Contraluz” fue publicado en el año 2006 con el nombre de “Against the day” y fue publicado en España por Tusquets en el 2010 con el título que ya he mencionado y con traducción de Vicente Campos González. Como anécdota introductoria, me gustaría mencionar la nota sobre la edición que el traductor, respetuoso (y temeroso, o reverencial) pone al principio del primer capítulo de tan magna gesta.

“Se han respetado, hasta donde ha sido posible, las peculiaridades ortográficas, tipográficas y léxicas del autor: el uso intencionado de mayúsculas y cursivas, las expresiones en otras lenguas con grafía no siempre ortodoxa, y la toponimia de fuentes, tradiciones y épocas diversas. Se ha marcado siempre entre comillas simples (“) las palabras y expresiones que en la obra aparecen en español y cursiva. Como en el original, se ha evitado añadir notas explicativas al pie y traducir las expresiones de otros idiomas, así como la mayoría de los nombres propios.”

Está claro que es consciente de la dificultad de traducción de esta y así lo quiere dar a significar. Es evidente que lo ideal sería leerlo en su lengua original, y más en este caso, pero por falta de tiempo me limitaré a está traducción.

Estructuraré las reseñas/comentarios según los cinco capítulos que usa el propio escritor para dividir su voluminoso relato.

Así, el primero es “La luz sobre las cumbres”, como en su genial “Mason y Dixon”, el primer capítulo es el comienzo de un viaje, metáfora que usa con relativa frecuencia, aunque luego pueda subvertirla de su significado habitual de evolución. Lo que en aquella novela empezaba con una travesía en barco, aquí se realiza en un dirigible de descriptivo nombre “Inconvenience”, tripulado por los Chicos del Azar:

“Entre tan animadas exclamaciones, la aeronave de hidrógeno Inconvenience, con la góndola envuelta en banderitas patrióticas y una tripulación de cinco jóvenes miembros del famoso club aeronáutico conocido como los Chicos del Azar, ascendió con agilidad hacia la mañana y no tardó en aprovechar el viento del sur.”

La tripulación está formada por Darby Suckling, el “niño”, el comandante Randolph St. Cosmo y su segundo Lindsay Noseworth, el aprendiz Miles Blundell y el recientemente admitido Chick Counterfly, también está Pugnax, el perro lector, y al que todos entienden aunque solo farfulle. El dirigible y sus tripulantes se erigen como observadores de toda la historia que nos va a ir contando, nosotros mismos, a través de ellos, paradigma de las novelas de aventuras más clásicas, sentiremos la historia como nuestra.

Ya en este primer capítulo asistimos a la presentación de varios de los personajes principales que luego irán surgiendo en cualquier momento de la narración con especial atención a la familia Vibe (encarnada por el magnate Scarsdale Vibe, representante capitalista) y la familia Traverse que tiene en Webb al patricarca sindicalista.

Se puede ver en estos primeros momentos la escisión evidente de estas dos visiones del mundo, y se convierte en una de las ideas vertebradoras esenciales del texto, posiblemente como causa de las guerras que se producirán más adelante, ya que está ubicado temporalmente en 1893, casi principios del siglo XX.

“Tal vez el capitalismo decidió que ya no le hacía falta la vieja magia. Un énfasis cuyo desprecio intencionado no escapa a la atención de Merle. ¿Por qué preocuparse? Inventó su propia magia, y les va bien, gracias; en lugar de transformar el plomo en oro , podían exprimir el sudor de los pobres y convertirlo en billetes de banco, y así se guardaban el plomo para mantener el orden”

Esta oposición de contrarios se va a subrayar constantemente según avanzan las páginas, oposición que no sólo tiene lugar entre regímenes políticos, sino en todos los aspectos de la vida. Una de las imágenes que el genial escritor presenta antes del segundo gran capítulo es el paso de la luz a través del “espato de Islandia”:

“La luz normal al atravesar este mineral se dividía en dos rayos distintos, llamado “ordinario” y “extraordinario”, una propiedad que los científicos japoneses habían explotado para crear un canal suplementario de comunicación óptica allá donde la estructura de capas de la perla hubiera sido uno de los miles de diminutos cristales astutamente dispuestos.”

Esta dicotomía es aplicable no solo a este libro sino que está presente en toda la obra de Pynchon: la oposición de lo “ordinario” a lo “extraordinario” se puede extrapolar a la religión, la ciencia, la magia, la mística, a todos los aspectos de una realidad, la nuestra, fragmentada por el punto de vista de aquel que la observe. La falta de ideas absolutas deviene en una visión relativa de los acontecimientos según diferentes prismas, en este caso a través del “espato de Islandia”.

¿Está el escritor norteamericano tratando de mostrarnos que la realidad se construye con la complementariedad de estos contrarios? ¿O va a tomar partido de un punto de vista que él considera el más adecuado? Seguiremos con ello en la próxima crónica.

Contraluz y el otoño

Cada cierto tiempo, me gustaría ir comentando un breve balance de las lecturas del último mes así como un avance las próximas, también futuras compras y lanzamientos; sirve para hacerse un estado de situación literaria.

Por la portada está claro qué libro y autor va a ser el protagonista del mes, podemos llamarlo “lectura-tochal”. Hablaré un poquito más adelante de él.

Pero primero, hagamos un resumen de lo que me ha deparado agosto a nivel lector. Es importante tener en cuenta que, después de un julio exuberante, agosto languidece en comparación; principalmente porque, claro, los exámenes no se preparan solos.

La primera lectura (y más voluminosa) del mes correspondió a uno de los fenómenos literarios del año en España: el quinto tomo de la serie de “Canción de Hielo y Fuego”, “Danza de Dragones” de George R.R. Martin, después de unos cuantos años desde el último volumen había muchas ganas por conocer cómo seguía la historia, me ha despertado muchos sentimientos encontrados que al final han desembocado en decepción, me extenderé en intentar explicar esto en una próxima reseña-crítica-ensayo. ¡¡¡Permanezcan atentos a sus monitores!!!

La siguiente lectura, sin embargo, “El leopardo de medianoche”, supuso mi introducción inmejorable a las aventuras detectivescas en clima de apartheid sudafricano de los detectives Kramer y Zondi del escritor James McClure; novela muy sólida y con una trama fabulosa que ha originado que me esté leyendo sus últimas novelas justo en este momento. “Habemus” clasicazo de novela policíaca con la novelita de John Franklin Bardin “El percherón mortal”, una de esas novelas que asentaron y dignificaron el género. Del “Headhunters” de Jo Nesbo hablé ya largo y tendido por aquí. El último de Daniel Pennac, “Diario de un cuerpo”, hace que tome la decisión de no comprar ya el siguiente en tapa dura, el bajón en cuanto a creación de historias es manifiesto, y el creador de la familia Malaussène no levanta cabeza desgraciadamente. Por fortuna, después de una mala, suele venir lo bueno, y en este caso lo mejor del mes, el “Rehenes” del alemán Stefan Heym, con el que espero extenderme en una próxima crítica, uno de los libros del año sin dudarlo. La reedición de “El coleccionista” de John Fowles en una exquisita edición de Sexto Piso fue otra gran noticia, otra oportunidad de conocer esta perturbadora y claustrofóbica novela. Tampoco fueron malas lecturas el último que nos trajo Impedimenta de Muriel Spark, “Los solteros”, y el libro de viajes por Italia de un Dickens en “tercera marcha literaria” en Nórdica. Tampoco puedo olvidar el fantástico “Mis memorias” de Vidocq, la historia del protodetective por antonomasia narrada por él mismo.

Y, ¿qué es lo que nos puede deparar este mes? En primer lugar la lectura de “Contraluz”, verdadero e inigualable protagonista literario, gracias al incomparable Thomas Pynchon. Una lectura que, seguramente, no será la última, pedirá relectura futura; ya lo he empezado y es, como de costumbre, una viaje que puede deparar todo y nada a la vez, avanzar por los vericuetos de una prosa tecnológica-literaria-cripto-histórica. También toca este mes ponerse al día, más tras su premio Príncipe de Asturias, del también norteamericano Philip Roth; una de mis lagunas eran sus historias de su alter ego Nathan Zuckerman, así que ya empiezo con la lectura cronológica de “Zuckerman encadenado”, al que seguirán “La contravida” y, si da tiempo, “Pastoral Americana”, su archiconocida obra. También estoy seguro que, en novela negra o policíaca seguiré con McClure, ahí están esperando “El huevo ingenioso” y “La canción del perro”, y es muy posible que caigan un par de Thompsons que tengo por ahí, y, luego ya veremos qué viene…

En cuanto a próximas novedades que se van a publicar, nos esperan bastantes cosas en esta recta final del año, y algunas muy buenas, especialmente destacables son: la nueva novela de George V. Higgins, “Mátalos suavemente”, coincidiendo con el estreno de la película homónima con Brad Pitt, una joya indiscutible del género; “La caída y auge de Reginald Perrin”, de David Nobbs , una de esas comedias británicas deliciosas que particularmente me apasionan. Ya en un segundo plano y más adelante tenemos nuevas novelas de Edmund Crispin; del gallego más negro Domingo Villar (“Cruces de piedra”), que como sea la mitad de buena que las anteriores será más que suficiente; también viene una nueva Oates, uno de cartas de Auster y Coetzee,  hasta el último Delillo. Además un Manchette, que parecía que RBA lo había olvidado vilmente. En fin, una buena remesa que augura buenas y variadas lecturas, ya veremos si satisfactorias.

No quería marcharme de este post tan abigarrado en nombres sin una última foto que servirá de colofón. Ahí podéis ver las que van a ser las lecturas de este año en su lengua original (para acabar, si todo va bien, Filología inglesa); ah… falta el “Posesión” de A.S. Byatt, pero bueno… están casi todos: Coetzee, Amis, Ian McEwan, Zadie Smith, Julian Barnes…, qué verdadero placer va a ser.